A la Reina de los Apóstoles
A María, Reina de los Apóstoles. Pensamientos y Coronita de oración en su honor Oraciones y pensamientos del beato Santiago Alberione. Compilación a cargo del Equipo Editorial SAN PABLO © Editorial SAN PABLO Paraguay, 2019. De difusión gratuita. Montevideo 761, e/Humaitá y Haedo, Asunción.
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A la Reina de los Apóstoles
Presentación La Familia Paulina, dirigiéndose a María, la llama Madre, Maestra y Reina de los Apóstoles, y la conmemora el sábado de la Vigilia de Pentecostés. Este día es altamente significativo, pues la Virgen acompaña, desde el inicio de la misión apostólica, la marcha de sus hijos, engendrados por la predicación de Jesucristo, muerto, resucitado y ascendido a la majestad de Dios, e introducidos a la Vida por el bautismo. Fieles a la exhortación del Maestro, clavado en la cruz, que entrega a María al discípulo amado, que la recibe en su casa (cf. Jn 19, 25-27), queremos honrarla y venerarla como es debido; por tal motivo, surge esta Coronita, que recoge el pensamiento y la más honda espiritualidad del Fundador, el beato Santiago Alberione, sobre Ella, y está estructurada de manera que pueda realizarse sin prisa, en clima meditativo. Nos encomendamos a Ella, para que este material cumpla su cometido, y podamos tributarle el amor que nos brinda, al acompañarnos en la misión de dar a Jesucristo Maestro, Camino, Verdad y Vida, en el espíritu de San Pablo.
El Equipo de Redacción
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A la Reina de los Apóstoles
El Apóstol debe recordar que María: “Es Madre de Jesús y es Madre de la Iglesia. Llegó a Madre de Jesús en la encarnación, con el anuncio del ángel; llegó a Madre de la Iglesia en la pasión, con el anuncio de Cristo Jesús: «Mira a tu madre». Ella tiene, proporcionalmente, con la Iglesia, que es el Cristo místico, los cuidados y tareas que tuvo con el Cristo físico” “Es la «apóstol», después de Cristo y con Cristo. Dios sigue haciendo pasar a través de María todos los bienes, así como quiso que Cristo viniera a nosotros por María: «Nacido de mujer»” “Es la «Reina de los Apóstoles» por tres motivos: ella tiene y realiza todo lo que tienen, realizan y realizarán todos los apóstoles juntos. Más aún: tiene y realiza un apostolado que excede y supera todos los apostolados en su conjunto. Además, tiene y realiza el oficio de formar, guiar, sostener y dar fruto y recompensa a todos los apostolados” “Que Nuestro apostolado es una irradiación de Jesucristo. Es dar al mundo a Jesucristo entero: Camino, Verdad y Vida. María participa del apostolado más que todos los doctores, los predicadores, los misioneros. Ella es la «apóstol» y Reina de todo apostolado” (Santiago Alberione, “María Reina de los Apóstoles”, 1954)
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A la Reina de los Apóstoles
Oración para todos los días Padre, que enviaste el Espíritu Santo sobre los apóstoles, reunidos en oración junto con María, Madre de Jesús: concédenos que, por intercesión de esta nuestra Madre y Reina, te sirvamos fielmente y difundamos, con la palabra y el ejemplo, la gloria de tu santo Nombre. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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A la Reina de los Apóstoles
Coronita a María, Reina de los Apóstoles (Del Beato Santiago Alberione)
Muy amable Reina del cielo y de la tierra, hija predilecta del Padre, Madre del Hijo divino, Esposa del Espíritu Santo, venero y alabo aquel privilegio único en el mundo, por el que, agradando al Señor con tu humildad y fe, conservando tu virginidad, llegaste a ser la excelsa Madre del divino Salvador, nuestro Maestro, luz verdadera del mundo, sabiduría increada, fuente y primer apóstol de la verdad. Por el gozo indescriptible que experimentaste y por aquel privilegio tan sublime, bendigo a la Santísima Trinidad y te ruego me obtengas la gracia de la sabiduría del cielo y ser humilde y fervoroso discípulo de Jesús e hijo devoto de la Iglesia, columna de la verdad. Haz que resplandezca en toda la extensión del mundo la luz del Evangelio; vence los errores, reuniendo alrededor de la cátedra de Pedro a todos los hombres; ilumina a los doctores, predicadores y escritores, madre del buen consejo, trono de la sabiduría y reina de los santos. Dios te salve María… [6]
A la Reina de los Apóstoles María, Reina de los apóstoles, intercede por nuestra Iglesia, de la que eres Madre. María Reina de los Apóstoles, ruega por nosotros. “Cuando apareció María en la tierra, surgió la aurora: «Se asoma como el alba», anunciadora y portadora del Sol de justicia Cristo Jesús: «llevaste en el seno a Cristo el Salvador»”
María, reina de todos los ángeles, llena de gracia, concebida sin mancha, bendita entre las creaturas, sagrario viviente de Dios, recuerda el doloroso y solemne momento en que Jesús, a punto de morir en la cruz, te entregó como hijo a su Discípulo amado, y en él a todos los hombres, especialmente a todos los apóstoles. Qué amor tan entrañable inundó en aquel momento tu corazón hacia los consagrados al apostolado, a seguir el camino de la cruz, el amor de Jesús. Por tus inefables dolores y los de tu divino Hijo, por tu corazón de madre, aumenta el glorioso grupo de los apóstoles, los misioneros, los sacerdotes, los consagrados y consagradas. Resplandezca en ellos la santidad de vida, la integridad de las costumbres, la sólida piedad, la humildad más profunda, la fe más inquebrantable, la caridad más ardiente. Que todos sean [7]
A la Reina de los Apóstoles santos, sal que purifique la tierra y luz del mundo, oh maestra de los santos, madre del gran Sacerdote y tú misma víctima y altar. Dios te salve María… María, Reina de los apóstoles, intercede por todos los que confiesan el nombre de Cristo en la tierra, especialmente los perseguidos a causa de su fe. María Reina de los Apóstoles, ruega por nosotros. “Después del Corazón de Jesús, ningún otro amó a los hombres cuanto el Corazón de María”
Virgen inmaculada, augusta reina de los mártires, estrella de la mañana, refugio seguro de los pecadores, alégrate de haber sido maestra, consuelo y madre de los apóstoles en el cenáculo, para invocar y obtener el divino Consolador, el Espíritu con sus siete dones, amor del Padre y del Hijo, renovador de los apóstoles. Por tu misma súplica que todo lo consigue, por tus humildes e irresistibles oraciones que conmueven siempre el corazón de Dios, obtenme la gracia de comprender el valor de los hombres rescatados de la muerte por Jesús con su preciosísima sangre.
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A la Reina de los Apóstoles Que cada uno de nosotros se entusiasme por la belleza del apostolado cristiano; que el amor de Cristo nos apremie y nos conmueva la indigencia espiritual de la pobre humanidad. Haz que sintamos en nuestro corazón las necesidades de la niñez, de la juventud, de la virilidad y de la vejez; que los pueblos de la oscura África, la inmensa Asia, la salvaje Oceanía, la agitada Europa y ambas Américas ejerzan sobre nosotros una poderosa atracción; que el apostolado del ejemplo y de la palabra, de la oración y de la prensa, del cine, de la radio y de la televisión, de los medios digitales, de las almas del purgatorio, conquiste a muchos corazones generosos hasta los más costosos sacrificios. Madre de la Iglesia, Reina de los Apóstoles, abogada nuestra, a ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. Dios te salve María… María, Reina de los apóstoles, intercede por todos los misioneros, especialmente los que dan testimonio del Evangelio en las diversas periferias existenciales. María Reina de los Apóstoles, ruega por nosotros. “Este es el camino marcado al apóstol: si éste es devoto de María, se hace poderoso para pedir la efusión de los dones del Espíritu Santo”
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A la Reina de los Apóstoles
María, entrañable madre nuestra, puerta del cielo, fuente de paz y alegría, auxilio de los cristianos, confianza de los moribundos y esperanza incluso de los desesperados: pienso en el momento dichoso en que dejaste la tierra para ir al encuentro definitivo con Jesús. Con amor de predilección, Dios omnipotente te llevó bella e inmortal a la gloria del cielo. Te veo ceñida de triple corona entre los santos, los confesores y vírgenes, apóstoles y mártires, profetas y patriarcas; y también yo, desde el lodo de mis culpas, me atrevo a unirme a ellos con voz de pecador indigno, pero arrepentido, para alabarte y bendecirte. María, ayúdame a convertirme de una vez; concédeme llevar una vida penitente, para que, después de una santa muerte, pueda unir mi voz a la de los santos y alabarte en el cielo. Me consagro a ti y, por ti, a Jesús; renuevo, conscientemente y delante de todos los ángeles y santos, las promesas del santo bautismo. Ratifico, poniéndolo en tu corazón, el propósito de luchar contra mi egoísmo y combatir sin tregua mi defecto principal, que muchas veces me ha hecho incurrir en culpa. María, refugio de los pecadores, estrella de la mañana, consoladora de los afligidos, realiza la obra más hermosa: transformarme de gran pecador en gran santo. Dios te salve María… [10]
A la Reina de los Apóstoles María, Reina de los apóstoles, intercede por las vocaciones en la Iglesia: por más pastores entregados, consagrados y consagradas fieles, matrimonios santos, laicos convencidos. María Reina de los Apóstoles, ruega por nosotros. “María ha venido a ser la esperanza de todos: del pecador, del enfermo, del justo, del pobre, del náufrago; de todos”
María, estrella del mar, mi dulce soberana, nuestra vida y reina de la paz: dichoso el día en que la augusta Trinidad te coronó reina del cielo y de la tierra, dispensadora de todas las gracias, madre nuestra amabilísima. ¡Qué triunfo para ti, qué felicidad para los ángeles, para los santos, para la tierra y para el purgatorio! Bien sé que quien te ama, oh María, se salvará y quien te ama mucho será santo y participará un día de tu mismo triunfo en el cielo. No dudo de tu bondad ni de tu poder, sólo temo mi inconstancia en rogarte. Alcánzame la perseverancia, María; sé mi salvación. Experimento mis pasiones, el demonio lo que me aleja de Dios. Tenme siempre junto a ti y junto a Jesús. No me dejes caer, Madre; ¡No te alejes de mí ni un instante! ¡Qué hermoso es dirigirte la primera mirada de la mañana, caminar en tu presencia durante todo el día y descansar bajo tu protección por la noche! [11]
A la Reina de los Apóstoles Tú tienes sonrisas para los niños inocentes, fuerzas para la juventud que lucha, luz para el adulto que trabaja, consuelo para la vejez que aguarda el cielo. María, te consagro mi vida entera; ruega por mí ahora y en la lucha suprema de la muerte. Recíbeme entonces, cuando haya expirado, y no me abandones hasta que pueda postrarme ante tu trono en el cielo para amarte por toda la eternidad. María, reina, abogada y dulzura mía, alcánzame la santa perseverancia. Dios te salve María… María, Reina de los apóstoles, intercede por los que sufren, especialmente las víctimas de la violencia, de la indiferencia, de la “cultura del descarte”. María Reina de los Apóstoles, ruega por nosotros. “María, desde el cielo, sigue en todo tiempo y lugar dando a Cristo a cada una de las almas y a la humanidad en general, tal como lo presentó a José, a los pastores y a los magos”
Para difusión por medio de formato E-Book. [12]