Folleto temas bicentenario el salvador

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Presentación Felicidades por los 200 años del Nacimiento de San Juan Bosco, Nuestro querido Don Bosco. Padre, Maestro y Amigo de la Juventud. La alegría de celebrar un año más de este regalo de Dios para los jóvenes y la Iglesia, nos lleva a realizar no solo un camino de momentos festivos, sino una renovación y profundización en su persona, su espiritualidad, su estilo educativo y en su apostolado. Celebrar a Don Bosco es para nosotros, miembros de la familia salesiana, mostrar su rostro a los jóvenes en cada una de nuestras intervenciones con los niños y niñas que necesitan una mano amiga que les lleve al encuentro con Jesús, les muestre el rostro materno de la Virgen María, les desvele el Misterio del Amor de Dios en medio de la situación de marginación en que viven. O sea, que les de Esperanza, porque descubren la Fe a través de la Caridad. Estos materiales que tienes en tus manos han sido elaborados por la Comisión de Formación del Bicentenario que pertenece a la Comisión Central de las Celebraciones en El Salvador. Es el fruto de nueve meses de reflexión conjunta, como familia salesiana, atendiendo a las necesidades de los centros locales de las diversas fuerzas apostólicas que se identifican con la figura de Don Bosco. Son 12 propuestas de reflexión que quieren ser subsidios y no camisas de fuerza, para que en los centros locales podamos usarlos en las necesidades formativas durante este año Bicentenario. Están estructurados en tres ejes temáticos: Comunidades Orantes, Comunidades Fraternas y Comunidades Apostólicas. Y Cada tema globalmente sigue el esquema de Dimensión Bíblica, Dimensión Histórica, Dimensión Crítica, Dimensión Espiritual y Pistas de Reflexión. Son temas que nos ayudan a reflexionar sobre Jesús, María, Familiaridad, Apostolado, Gracia de Unidad, Realidad Nacional, Predilección por los jóvenes pobres, Espiritualidad de lo cotidiano, Corresponsabilidad, entre otras. El sentido de fondo de los temas se estructura a partir de las Cartas de Identidad, Comunión y Misión de la Familia Salesiana. Esperamos que estos temas sirvan para Novenas, Retiros, Jornadas de Formación, Rosarios, Encuentros Celebrativos… la creatividad es el límite. Confiamos a los coordinadores de los Centros Locales de Familia Salesiana estas propuestas con la confianza que serán aprovechados de forma creativa.

¡Viva Don Bosco! La Comisión de Formación del Bicentenario de Don Bosco, El Salvador. Diciembre de 2014


Dimensión Orante

Los Evangelios relatan numerosos encuentros de Jesús con hombres y mujeres de su tiempo. Una característica común a todos estos episodios es la fuerza transformadora que tienen y manifiestan los encuentros con Jesús, ya que «abren un auténtico proceso de conversión, comunión y solidaridad» Juan Pablo II, Iglesia en América No. 8

1. Al encuentro de Jesús La calidad de fe y esperanza que profesó Jesús sólo fue posible por el amor con que iban aunadas. Su pasión por el Reino es una pasión de amor: Amor por su Padre - ¡Abba! que le permite revelárnoslo con un rostro cuya amabilidad no tiene igual (el padre del hijo pródigo: Lc 15, 11 - 35); Amor por su madre (“...ahí tienes a tu hijo”: Jn 19, 26); Amor por sus discípulos (“no les llamo siervos sino amigos”: Jn 15, 15); Amor por todos, especialmente por los últimos del mundo. Cada página del evangelio está llena del amor de Jesús: • Sensible a todo dolor humano, libera de las aflicciones con un trato “persona a persona” (...e, imponiendo las manos sobre cada uno, los curaba: Lc 4, 40). Se adentraba en las entretelas más íntimas de cada persona para llenarla de fe y de vida (la hemorroisa: Mc 5, 25, el ciego: Jn 9).

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• Se vaciaba a favor de los necesitados, sin interés egoísta alguno. Por eso le preocupaba que sus gestos de amor fueran desviados hacia el culto de su personalidad, e imponía silencio a los beneficiados (Lc 4, 41; Mc 1, 40 - 45). • Infatigable, llevaba a todos los rincones la Buena Nueva: “recorriendo toda Galilea...” (Mc 1, 39); con una entrega de tiempo y corazón completo, “lavando los pies” (Jn 13, 1 - 15), sin tener dónde reclinar la cabeza (Lc 9, 58), ni tiempo para comer (Mc 3, 20).

• Aliviaba con prontitud el dolor incluso los sábados – día prohibido -, aunque suscitara las iras de los fariseos y se pusiera en grave peligro de muerte (Mc 3, 1 - 6). • SU AMOR no tuvo límites: aportaba soluciones cuando parecía ya no haber remedio: resurrección de la hija de Jairo (Mc 5, 35 - 43) y la resurrección de Lázaro (Jn 11, 1 - 43).

• Rehacía las vidas perdonando los pecados incondicionalmente, sin torturar jamás al penitente; al contrario, siempre amable, delicado, tierno, gentil, dador de paz: “Yo tampoco te condeno. Vete en paz” (Jn 8, 1 - 11). Aún perdonando ante quien trataba de escapársele como la samaritana (Jn 4, 1 - 41). • Defendía a las mujeres despreciadas y mal vistas (Mc 14, 3-9; Lc 7, 36-50); y mostró tal cercanía con ellas que llegaba a desconcertar a algunos (Lc 7, 36-50), a las mujeres mismas (Jn 4, 9), a sus discípulos (Jn 4, 27). Pero Jesús fue siempre intachable al demostrar su ternura: “¿Quién me podrá comprobar un pecado?” (Jn 20,2) por Lázaro, Marta y María (Jn 11, 5) por Magdalena (Jn 20, 11-18). • La finura de su corazón lo hacía muy tierno con los niños (Mc 10,13-16); lo volvía comprensivo de las preocupaciones aparentemente secundarias a la vida cotidiana: las bodas de Caná (Jn 2,1-12); exigir sin abrumar: “mi jugo es suave” (Mt 11, 28-30). • Se entiende que esta calidad de alma fuera sensible a las ingratitudes: ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos como la gallina reúne a sus polluelos bajos las alas! (Lc 13,34), ¿No fueron diez los curados? (Lc 17,17); ¿No han podido velar conmigo? (Mt 26,40), “¿Con un beso entregas al hijo del hombre? (Lc 22, 48). • El amor de Jesús fue, pues un amor universal y dignificador: hacia los ricos de corazón abierto, invitándolos al despojo voluntario, sin importarle que lo criticaran por comer con ellos: Leví (Mc 2, 15-17), Zaqueo (Lc 19, 1-10);

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hacia los pobres, colmándolos con los mejores bienes: el pan (Mc 6, 3044), la salud, la esperanza, su amistad, ¡El reino de su padre! (Mt 5,3); a los funcionarios reales (Jn 4, 43-54); a los olvidados: el paralítico de la piscina (Jn 5, 1-18); a los extranjeros: la siro fenicia (Mc 7, 24-30). Comprendía incluso que los samaritanos no le dieran hospedaje (Lc 9, 51-56), y perdonó a quienes lo masacraron (Lc 23, 34). • Fue Jesús pastor compadecido de un rebaño abandonado (Mt 9, 36-38) firme en su puesto ante los lobos (Jn 10, 1-18). • Y definitivamente no fue nunca un solitario. Al revés: fue hacedor de comunidad, forjador de un grupo de amigos y amigas – paradigma de la futura comunidad de los cristianos. “Vengan conmigo...” (Mc 1,16), “le acompañaban algunas mujeres...” (Lc 8, 1-3). A ellos y a ellas los conocía profundamente, los llamaba por su nombre y, en ocasiones – haciendo un gesto muy especial-, aun les cambiaba el nombre (Jn 1, 35-51). • Defendía a esos discípulos ante las críticas de los fariseos (Mc 2, 18-28); los defendía siempre: “Dejen ir a estos” (Jn 18,8). Los amaba entrañablemente: “estos son mi madre y mis hermanos” (Mc 3, 31-25). • Probaba su fe y la fortalecía en medio de las olas (Mc 4, 35-41; 6, 45-52), sin angustiarlos más de lo tolerable: “no teman, pequeño rebaño, porque al Padre celestial le ha parecido bien regalarles el Reino” (Lc 12-32). • En este contexto de amor operante, no es romanticismo su emoción en la Última Cena, momento supremo del amor: “Con ansia he deseado comer esta pascua con ustedes” (Lc 22, 15), ni todo aquel coloquio de entrega emotiva (Jn 13-17): • Con la explicitación del cariño: “hijos míos” (13-33) “amigos” (15, 14). • Procurando confortarlos: “No se turbe su corazón” (14, 1); “Les doy mi paz” (14, 27). • Prometiendo el futuro eterno: “Voy a prepararles un lugar” (14, 2). • Revelándoles la plenitud de la buena nueva: “El que me ha visto ha visto al Padre” (14, 9).

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• Animándolos para que confíen ilimitadamente en Él: “Todo lo que pidan lo haré” (14, 14). • Garantizando su apoyo “paternal”: “No los dejaré huérfanos” (14, 18); y su presencia acompañante en el interior mismo: “Si alguno me ama... mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él” (14, 23).


• Prometiendo al consolador (14, 26).

Espíritu

vida “Yo los he elegido... para que den fruto” (15, 16).

• Procurando su alegría plena (15, 11).

• Asegurando la victoria: “Ánimo: yo he vencido al mundo” (16, 33).

• Sin guardarse secreto alguno (15, 15). • Enfatizando su iniciativa para elegirlos con una vocación de

• Orando al Padre por ellos y confiándoselos (17, 1-26).

Para la reflexión:

- En mi conducta cotidiana, ¿me motiva el amor de Dios o la simple repetición de devociones y ritos? - Este amor de Dios ¿se expresa en el trato amable o más bien en la dureza y el moralismo? - Siendo la amabilidad una virtud “de Cristo”, ¿qué debo cambiar en mi vida diaria para ponerla en práctica? - ¿Qué pasos pondré en práctica para “crecer en amabilidad” hasta alcanzar la estatura de Cristo?

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Dimensión Orante

2. Contemplativos en la acción Dimensión Bíblica

Que el amor sea sincero. Aborrezcan el mal y procuren todo lo bueno. Que entre ustedes el amor fraterno sea verdadero cariño, y adelántense al otro en el respeto mutuo. Sean diligentes y no flojos. Sean fervorosos en el Espíritu y sirvan al Señor. Tengan esperanza y sean alegres. Sean pacientes en las pruebas y oren sin cesar. Compartan con los hermanos necesitados Romanos 12, 9-13 Dimension carismática La mística de Don Bosco encuentra su expresión en su lema Da mihi animas, cetera tolle, y se identifica con el «éxtasis de la acción» de San Francisco de Sales. Es la mística de un diario trabajar en sintonía de pensamiento, de sentimiento y de voluntad con Dios; por lo que las necesidades de los hermanos, en especial de los jóvenes, y las preocupaciones apostólicas invitan a la oración, mientras que la oración constante alimenta el generoso y sacrificado trabajo con Dios por el bien de los hermanos. Es la mística de la «contemplación operante» descrita así por el beato Don Felipe Rinaldi, profundo conocedor del mundo interior de Don

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Bosco: «Don Bosco ensimismó del modo más perfecto su actividad externa, incansable, absorbente, amplísima, llena de responsabilidades, con una vida interior que tuvo principio del sentido de la presencia de Dios y que, poco a poco, se hizo actual, persistente y viva de modo que llegó a ser perfecta unión con Dios. De ese modo realizó en sí el estado más perfecto, que es la contemplación operante, el éxtasis de la acción, en el que se consumó hasta lo último, con serenidad estática, para la salvación de las almas». La Familia Salesiana adopta esta mística, tan intensamente vivida por Don Bosco, y dejada por él como preciosa herencia a sus discípulos espirituales. Art. 28. La «contemplación operante» de Don Bosco CARTA DE LA IDENTIDAD CARISMÁTICA de la Familia Salesiana de Don Bosco Dimensión histórica Don Bosco no ha creado ninguna nueva forma especial de práctica o de oración o devoción como el Rosario, los Ejercicios Espirituales, el Via Crucis y otras semejantes: para él,rezar es tener un trato de amistad con Dios por lo que se pasa fácilmente, de estar a solas con Él a prestar un servicio al prójimo. Es verdad que Don Ceria escribe que Don Bosco no dedicaba largo tiempo, como hicieron otros santos (Cura de Ars, San Antonio Maria Claret), a la meditación. La oración de Don Bosco resultaba no menos verdadera y profunda ante la prueba de los hechos. Los testimonios de los procesos de beatificación y canonización han revelado en Don Bosco una insospechada y exorbitante actividad de oración. Acaso faltaban la exterioridad vistosa y los grandes gestos; pero su oración irrumpía por todas partes. “Se puede decir – ha declarado Don Barberis – que rezaba siempre; yo lo vi, podría decir, centenares de veces subiendo y bajando las escaleras siempre en oración. Y también rezaba por la calle. En los viajes, cuando no corregía pruebas de imprenta, le veía siempre en oración. En el tren – solía decir a sus hijos – no se esté nunca en ocio, sino diciendo el breviario, recitando el Rosario de la Virgen, o leyendo algún libro bueno”. Dispensado en sus últimos años de vida del rezo de la Liturgia de las horas, en realidad lo decía casi siempre y con gran devoción; impedido por fuerza mayor, lo suplía, como se deduce de esta su promesa formal y heroica, “con no hacer ninguna cosa o pronunciar palabra que no tuviese de mira la gloria de Dios”. La oración era para Don Bosco “la obra de las obras”, porque la oración “alcanza todo y triunfa de todo”. Es lo que “el agua para el pez, el aire para el pájaro, la fuente para el ciervo, el calor para el cuerpo”. Su institución está fundada sobre la oración.

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Don Bosco, capaz de contemplar a Dios en el rostro y en la situación de los jóvenes que estaban a su alrededor; por tanto, no siente la necesidad de imponer a sus discípulos otras prácticas comunitarias que no fueran las del buen cristiano, y del buen sacerdote si se trata de sacerdotes. Se trata de una oración que nunca es desinterés o fuga de las situaciones juveniles que habría que transformar según el proyecto de Dios, o huída de las personas a quienes se debería orientar a Cristo: “da mihi animas cetera tolle”… Podemos decir que, en Don Bosco, entre oración y trabajo se da una relación perfecta de identidad. En este sentido, pero sólo en este sentido, se puede decir que el trabajo es oración. Y esto, según Don Ceria, ha sido el secreto de Don Bosco, su rasgo más característico: “La diferencia específica de la piedad salesiana está en saber hacer del trabajo oración”. Pío XI lo confirmó solemnemente: “Ésa era, en efecto, una de sus más bellas características, la de estar en todo, ocupado en un contraste continuo, agobiador, de inquietudes, en medio de una multitud de demandas y consultas, y tener siempre el espíritu en otra parte: siempre arriba, donde la claridad era impasible, donde dominaba siempre soberanamente la calma; de tal forma que en él el trabajo era oración real, y se cumplía el gran principio de la vida cristiana: qui laborat, orat(quien trabaja reza)” Recurso para profundizar el tema Contemplativos en la acción es una fórmula que puede tomar dos sentidos sucesivos. El primero es la disposición preparatoria para recibir un don divino, cuya eficacia consiste paradójicamente en hacer entrar al sujeto en la pasividad. El segundo es la puesta en obra, la realización en la práctica de una expresión concreta del don recibido. Así, la acción, más allá del significado espiritual que pueda presuponer, se concretiza en un trabajo apostólico que permite actualizar continua e íntimamente la unión con Dios. Por su parte, la contemplación no alude necesariamente a la oración, sino más bien a la gracia de poder encontrar a Dios presente en todas las cosas. La gracia de la contemplación trinitaria se extiende así en el servicio y ayuda al prójimo, y al mismo tiempo la gracia apostólica es gracia contemplativa en sí misma. Dios no sólo actúa, sino que comunica la posibilidad de actuar en Él: “En el Señor” Contemplativos en la acción, en términos salesianos viene a significar un modo especifico de unirse con Dios, quien concede una gracia especial para responder a la llamada en las acciones de la vida cotidiana, estas manifiestan un modo especifico de relacionarse con El, a fin de vivir el Evangelio según un estilo de vida heredado por Don Bosco y que en última instancia es Dios que deseaba comunicarlo al mundo entero.

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Don Juan Vecchi, al analizar la expresión“contemplativos en la acción” decía: “Ambas actitudes son importantes e irrenunciables. Se trata de acentuaciones que influyen en la distribución del tiempo y en la elección del estilo de vida…. la contemplación aflora y se manifiesta, sobre todo, en la pasión por la vida de los jóvenes; y así, siguiendo el misterio de la Encarnación, trata de entrar profundamente en ella. “Contemplar en la acción” no quiere decir necesariamente pensar en Dios mientras se obra. Se trata, más bien, de un darse cuenta del hecho de que en aquella actividad humana está en juego el cumplimiento del Reino de Dios. Contemplar en la acción es un camino que requiere condiciones análogas al contemplar en la quietud y, aunque es gracia, se adquiere a través de la cruz. Comparte con tus hermanos

¿Cuáles serían para los pasos para volverse contemplativos en la acción? Medita con tus hermanos: enumera algunas sugerencias para que tu servicio al prójimo se convierta en parte de tu oración personal

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Dimensión Orante

3. Vida de cada día Dimensión Bíblica Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria. Serán congregadas delante de él todas las naciones, y él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. Pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces dirá el Rey a los de su derecha: “Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme.” Entonces los justos le responderán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te 10

acogimos; o desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?” Y el Rey les dirá: “En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis.” Entonces dirá también a los de su izquierda: “Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; era forastero, y no me acogisteis; estaba desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis.” Entonces dirán también éstos: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento o forastero o desnudo o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?” Y él entonces les responderá: “En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo.”


E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna.»”Cuantas veces hiciste eso a uno de los más

pequeños de estos, mis humildes hermanos, conmigo lo hiciste” Mateo 25, 40

Dimensión carismática

Aquí, en la casa de Don Bosco, nosotros hacemos consistir la santidad en vivir muy alegres”. Es la expresión de la espiritualidad sencilla y profunda que Domingo Savio supo descubrir a su corta edad. Una de las “claves de santidad” de la vida de Domingo Savio fue precisamente: “no hacer cosas extraordinarias, sino hacer lo ordinario de un modo extraordinario”. Hacerse responsable de la propia vida es el camino para contar siempre con la amistad de Dios. Don Bosco decía «para hacerse santo basta con hacer bien lo que se debe hacer». Pero el deber del que nos habla Don Bosco no es un algo impuesto desde fuera, sino que es la fidelidad a lo que realmente soy. Pasa por conocerse, saber a qué estoy llamado y ser fiel a ese ser en vocación que es cada uno. Se trata en definitivas cuentas en no pasar por la vida, sino que disfrutarla, saborearla y tomarle el peso a todo lo que ella nos brinda: relaciones humanas, capacidad de trabajo, sentido solidario, capacidad de gozar y sufrir, la creatividad, la capacidad de gozo y tantas otras cosas que nos hacen sentir que realmente estamos vivos y que somos hechos a imagen y semejanza de nuestro creador. De otro modo, viviendo una vida insípida, nos sentimos en una vida sin sentido, en la que no somos actores, sino en la que nos pasan cosas, sin ser protagonistas, una vida en la que Dios pareciera no tener nada que ver. Zambullirse en la realidad concreta de la cotidianidad es el mejor camino para conectarse con el Dios de la vida que nos quiere felices. Es muy de Don Bosco insistir en hacer bien las cosas de cada día: una comida bien hecha, una casa limpia, un trabajo bien hecho, una clase bien preparada, un partido bien jugado, una canción bien bailada. Hay que valorar todos los trabajos por sencillos que parezcan, poner el corazón en lo que hacemos. Esta alegría consistía en sentirse pleno porque se reconoce a si mismo que se ha actuado bien, haciendo buen uso del tiempo, del espacio, de las cualidades y limitaciones personales. Se está feliz cuando hay tranquilidad en el corazón y la conciencia. Entonces la santidad surge como un llamado a vivir cada momento en plenitud. No se trata de esfuerzos sobrehumanos y desmedidos, sino sencillamente de “hacer bien lo que se tiene que hacer”. Esto permite a la persona valorar cada momento, valorarse a sí mismo y a los demás, reconociendo el don de la gratuidad y la alegría de ser personas para servir en el amor. Formaciones Rumbo al Bicentenario - 11


En la raíz de todo esto encontramos un sentido profundo de la paternidad de Dios, la certeza de que su presencia salva y otorga sentido a todo lo que la vida nos regala. En Valdocco se vive continuamente la presencia de Dios, de ahí el clima saturado de alegría, de optimismo confiado y positivo en los jóvenes y en la vida. Una alegría que se transforma en compromiso, en responsabilidad y fidelidad. Una alegría que conoce la constancia, la paciencia y el gozo del deber cumplido momento tras momento bajo la mirada de Dios, como respuesta a su llamada. En Don Bosco no existe tensión entre el trabajo y la oración, entre Dios y el hombre, entre el tú a tú con Dios en la oración, y la conciencia de su presencia en la propia vida. La elección de querer vivir acompañados por Él. Cuando los jóvenes llegaban a Valdocco se sentían envueltos en un clima de espontaneidad, de alegría y de fiesta que los implicaba a todos. Una explosión de vida a la que no se podía resistir por mucho tiempo. Un respirar a todo pulmón que gradualmente restablecía a la persona. «Nosotros hacemos consistir la santidad en estar siempre alegres», era la respuesta de los jóvenes a quienes preguntaban la razón de aquel clima de fiesta. La alegría que se vivía en Valdocco, la alegría que siente un salesiano, una salesiana, nace de la convicción de que Dios es un Padre bondadoso y que por lo tanto la vida es buena y de que todos los acontecimientos incluso los más dolorosos tienen algún sentido, de que existen mil motivos para no perder nunca la capacidad de esperanza, porque el señor da un futuro a la vida. La alegría es la expresión de un gran amor a la vida, pero por sobre todo es el resultado de una valoración cristiana de la existencia. Por ser la alegría salesiana el fruto de un corazón que ama mucho y que se siente amado profundamente por Dios, no se trata de una alegría del «acomodado», del que trata de sacarle el cuerpo a los deberes y a trabajar para construir la propia existencia, sino por el contrario se trata de una alegría que envuelve la vida entera, también el trabajo y el deber. Así la dimensión de fiesta, característica de la espiritualidad salesiana, conjuga la disciplina y el deber y la capacidad de vivir de un modo nuevo y diverso, el esfuerzo de cada día. Se trata de la propuesta de vida evangélica que llenaba el corazón de gozo y se expresaba en la alegría desbordante, el sentido de la fiesta, la responsabilidad hacia las propias obligaciones y la preocupación por hacer el bien a los demás. En nuestra experiencia, tenemos una intuición, que es a la vez alegre y fundamental, es decir, que no hay necesidad de desprenderse y salir de la vida ordinaria para buscar al Señor.

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Jesucristo experimentó las alegrías humanas: admiró los pájaros, los lirios del campo; describe la alegría del sembrador y el segador, la del hombre que encuentra un tesoro, la del pastor que halla la oveja extraviada, la de los invitados, la del padre que recupera al hijo, de la madre que acaba de dar a luz... Jesús celebra todas las alegrías humanas. Dimensión histórica

Año 1876

Como hijo de una familia campesina pobre, Juan Bosco sabía muy bien que la vida tiene ya suficientes problemas, separaciones, dificultades, sufrimientos, angustias, etc. no había porque buscar otras. La espiritualidad debe ser un alivio a las cargas pesadas de la vida, no tiene que ser una carga más.

Dan las cuatro y media en la Iglesia de María Auxiliadora. Una ventana se ilumina allá en el segundo piso, mientras todo lo demás permanece a oscuras: Don Bosco ya está de pie. Desde el año que se ordenó de sacerdote, hizo este propósito: “solamente descansaré cinco horas cada noche”. Y lo ha cumplido exactamente. Gracias a la brevedad de su sueño y a su inmensa capacidad de trabajo, ha trabajado más de dieciséis horas cada día para el Reino de Dios. Ha escrito más de cien obras y ha llenado el mundo con obras buenas a favor de los pobres. Él sabe que nadie ha llegado al éxito trabajando sólo ocho horas diarias. Él trabaja las ocho horas pero multiplicándolas por dos y añadiendo otras dos o más. Y así lleva casi medio siglo desgastándose por Cristo y por la Iglesia. Son las cinco. Don Bosco reza. Desde hace varios años el Papa lo dispensó del breviario porque ha perdido ya un ojo y el otro le arde mucho. El Pontífice le ha dicho: “Únete de alguna otra manera a la Iglesia orante”. Y eso es lo que hace: arrodillado, con las manos juntas, los ojos cerrados, inmóvil, entregado a Dios. Le da gracias. Pide perdón para sí y para otros, Y ruega por las necesidades propias y por la de tantas personas que le han pedido un recuerdo en la oración. Está acumulando energías en su alma para verterlas después en las personas que vengan en busca de luz o de consuelo. Durante una hora o más permanece así, entregado al amor de Dios y de su Santísima Madre. La oración mueve a la acción. Un poco después de las seis ya está en su mesa de trabajo. Traza programas de acción para sus salesianos, redacta nuevos proyectos de obras apostólicas para enviar

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a la Santa Sede, corrige los borradores de nuevos libros que va a publicar, prepara sermones que tiene que predicar, escribe ideas luminosas... Las siete y media. Los alumnos se dirigen a la Iglesia. Don Bosco los precede para esperarlos en el confesionario. Ha confesado día tras día durante muchos años. El día de su Primera Misa pidió al Señor que le diera la eficacia de la palabra, y Dios le concedió su petición. Es difícil que alguno de los penitentes permanezca insensible ante sus consejos. Un reclinatorio a cada lado. Don Bosco en el medio, y la frente del penitente sobre los hombros del santo. Cada mañana son unos cincuenta los que se confiesan, excepto en las vísperas de fiestas que son varios centenares. Terminada la confesión de los muchachos, Don Bosco se prepara unos minutos y luego celebra la Santa Misa. La dice con fervor, sin demasiada lentitud pero pronunciando muy bien las palabras y haciendo cuidadosamente las ceremonias. El mundo entero desaparece para él, y sólo le interesa hablar con Dios que desciende al altar en forma de Hostia y de Vino. La gente nota la extraordinaria piedad con la que celebra. A veces llora de emoción. -¿Quién es ese sacerdote que celebra tan bien la misa? –preguntan las personas que no lo conocen- ¡debe ser un santo! Cuando termina su misa ya son cerca de las nueve. Los alumnos están ya en pleno recreo. Tan pronto aparece en el patio corren hacia él. Todos desean el lugar más próximo al Padre. Le besan la mano en señal de cariño y escuchan con gran atención lo que les dice. Lentamente atraviesa el patio. Él va diciendo a cada uno una palabrita cariñosa. Un pedacito de pan, un poco de achicoria, algo que parece café, pero fuera del nombre no tiene casi nada más, y Don Bosco queda preparado para seguir trabajando toda la mañana. Son las nueve y cuarto. Don Bosco se dirige a su Oficina. Qué cantidad de gente que lo está aguardando para hablar con él.: ahora empieza el suplicio de las audiencias. La prensa habla de sus milagros, de sus visiones, de su especial santidad. Don Bosco sufre mucho estando sentado. Le duelen mucho las piernas y la espalda. Pero a nadie le demuestra que sufre. Día tras día desfila la gente. Treinta o más personas cada mañana vienen a consultarles sus problemas, a solicitar consejo, a exponerle sus dudas, a pedir un milagro. Una madre que tiene el hogar destruido. Un hombre que no es capaz de dominar sus vicios, un joven que no sabe qué carrera seguir, una pobre familia con un enfermo incurable, un desesperado al borde del suicidio, un escrupuloso atormentado por sus dudas, un sacerdote que le pide que vaya a su pueblo a predicar, un acreedor que le viene a recordar que le debe todo lo que los alumnos le han comido por un mes, etc. , etc.

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“Don Bosco” -Le dicen sus amigos- ¿Por qué no disminuye el número de las audiencias? Usted se está agotando más de lo debido”. -Pobres- exclama- no puedo decidirme a abreviar sus conversaciones. ¡Llegan de tan lejos! ¡Son tan desdichados! Lo único que podría hacer para que no vinieran más es fingirme loco. Pero eso no sería digno de un sacerdote. El sacerdote está para desgastarse por las almas. ¡Mientras tenga un poquito de energías esa será totalmente para nuestro Señor y para la salvación de las almas!. Ya va a ser la una de la tarde. Los calambres atacan sus piernas. Su estómago, tan mal desayunado, reclama alimentos, su cabeza ya no da más. Pero no borra por eso la sonrisa de sus labios. Hasta el último de los visitantes es bondadosamente recibido. Llega el comedor. Ya los religiosos han salido a dirigir el recreo de los jóvenes. El lugar que ocupaban los superiores, alrededor de Don Bosco, lo ocupan ahora un grupo de jovencitos que con cariño filial vienen espontáneamente a hacerle compañía. Ríen con sus chistes, se emocionan con sus historias y de vez en cuando reciben una palabrita especial para el alma. ¡Se les pasan tan rápido los minutos oyendo al buen Padre!. Alcanza luego estar unos minutos en el recreo viendo con alegría cómo juegan de bullangueros sus muchachos en el patio. Él siempre les repite: “Tristeza y melancolía, fuera de la casa mía. El triste o es malo o está malo. Un santo triste es un triste santo”. Quizá en ningún otro colegio del mundo haya tanta alegría como en aquella casa, la primera fundada por el gran educador. ¡Las dos de la tarde! La campana interrumpe la charla paterna y los jóvenes vuelven a su estudio o taller. Para Don Bosco es tiempo sagrado. Durante más de una hora no estará para nadie. Está rezando. En la casa todos los saben, y todos respetan ese apartamiento de un corazón que tiene tantas obras que encomendar a Dios, tantas almas de amigos y bienhechores por quienes rogar, tantas luces y fuerzas que implorar para poder seguir adelante con su apostolado, ¡tantas acciones de gracias que rendir al buen Dios!. Pasadas las tres de la tarde. Sale de su habitación para irse lejos. Allí nadie lo dejará en paz por un largo rato. Y tiene varios centenares de cartas que contestar. Con un voluminoso paquete de cartas, papel y sobres, sale para casa de algún amigo, donde nadie pueda hallarlo. Allá le tienen todo preparado: Una pieza alejada donde nadie vaya a molestar. Mesa, tinta, etc. Y por varias horas estará allí contestando cartas, porque jamás deja una misiva, aún la más humilde, sin darle una amable contestación. Varias tardes sale a buscar ayuda para sus niños pobres.

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A veces, al salir por la tarde de su Oratorio, va tan rendido, tan lleno de sueño, que ni sabe a dónde se dirige. Se acostó muy tarde, se levantó muy de madrugada, ha trabajado mucho. Su organismo no resiste más. Entra a la humilde piecita de un zapatero y pide que lo deje sentarse en un pobre taburete a descansar. Y allí se queda dormido. Otras veces entra a una tienda solitaria y pide permiso para sentarse en un rincón y queda profundamente adormecido. La gente pasa y exclama: “Miren ese es el famoso Don Bosco”. Hay días en que duerme más de dos horas. Al despertarse llama la atención al zapatero o al dueño de la tienda: “¿Por qué no me han despertado antes?” “Ah, Padre, parecía Usted tan cansado que era un pecado despertarlo”. Las horas siguientes las empleará escribiendo o yendo a buscar ayuda para sus obras. Las cartas que escribe en aquellas tardes son siempre salpicadas de cariño y de palabras provechosas para el alma. Jamás una palabra dura. Jamás una crítica a nadie. La más exquisita gentileza con todos. Parece un hombre de la más alta clase diplomática. Este pobrecito pastor de vacas, que a los 15 años todavía no había ido al colegio por ser tan pobre, ahora se cartea con las personas más importantes del país y muchas del exterior, y sus cartas son modelo de cultura, de bondad y de celo por el bien de las almas. Las seis de la tarde: Los médicos le han dicho que no escriba después de esa hora por que sus ojos le arden mucho. Ordena sus papeles y vuelve a casa. Por el camino pasa por frente de la Iglesia de María Consoladora. Ah, esa Iglesia, sí que le trae recuerdos afectuosos. Allí fue a llorar cuando murió Mamá Margarita, y declaró a la Virgen Santísima que Ella tenía que ser en adelante su Madre Amantísima. ¡Allí ha entrado tantas veces a rezar, y nunca sus oraciones han dejado de ser escuchadas! Se arrodilla frente la imagen de María Consoladora y casi solo, en medio del vasto silencio del templo se entrega a una filial plegaria. Unos pasos más y ya está en casa. Allí lo están esperando sus salesianos. Ellos saben que esos primeros minutos de la noche los dedica a dar dirección espiritual a sus religiosos que tanto ama, y ahí están junto a su habitación aguardando para darle cuenta de sus problemas de conciencia y recibir sus consejos que aceptan como venidos de un mensajero de Dios. Aquella es una ocasión formidable para infundir su espíritu en los que habrán de continuar su obra, y emocionarlos para esta labor dificilísima de educar a la juventud pobre. En estos coloquios con sus salesianos les va enseñando todos los secretos para lograr hacer el mayor bien posible a la juventud, al mismo tiempo que se les presenta una imagen agradable y simpática de la religión católica y de sus sacerdotes.

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Las ocho. La cena en familia. Don Bosco llega puntualmente. Bendice la mesa y preside la comida. Un rato de lectura de los evangelios y de algún otro libro instructivo y agradable, y luego charla general. Hay en la casa de Don Bosco una alegría que parece explotar. –”Denle una alegría más a Nuestro Señor- les pide continuamente – denle una alegría al buen Dios estando siempre alegres y contentos”. – Y él mismo da el ejemplo. Nunca nadie lo ha visto triste, ni con el rostro de mal humor. Van saliendo los salesianos y muchos alumnos, al patio a jugar. Pero un numeroso grupo se acerca a la mesa de Don Bosco. Lo rodean como hijos cariñosos. Para ellos este santo sacerdote es todo, después de Dios. ¡Cómo lo observan! ¡Cómo lo escuchan! ¡Hacia él no hay ningún temor!. ¡Para Don Bosco todo es cariño y simpatía!. Aquel último rato de la jornada lo pasan felices oyéndole charlas amenas y provechosas, y también contándole cada uno con toda confianza, como a un buen papá, lo que el corazón le aconseja. ¡Son ratos inolvidables!. Para toda sus vidas recordarán aquellos jóvenes los recreos pasados junto al más simpático santo moderno. ¡Las nueve! La campana pone fin al recreo. Súbitamente callan las conversaciones y los jóvenes se van a un extremo del patio a rezar las oraciones de la noche. Don Bosco se halla en medio de estos, más devoto que todos los demás. Su voz de tenor se eleva un tanto sobre el conjunto cuando rezan ciertas oraciones, especialmente el Padrenuestro, que es su oración preferida. Terminada la plegaria, lo ayudan a subirse a una tosca silla. Al verlo aparecer, sonriente, por encima de las cabezas de los ochocientos alumnos, todas las frentes se levantan, todos los ojos brillan de emoción. Luego un religioso silencio. Don Bosco va a hablar. Todos se fijan en él, y lo escuchan con perfecto recogimiento. Ese discursito de cada noche lo llama él “las buenas noches” y le ha producido maravillosos resultados durante docenas de años. Unas noches cuenta alguno de sus famosos sueños. Otras narra un hecho importante sucedido en estos días, para sacar alguna enseñanza. Algunas veces anuncia muertes que van a suceder dentro de muy poco, etc., etc. Esta noche quiere hablar de lo que todo vieron hoy en el paseo: “Esta tarde pasamos por los campos donde están cosechando el trigo. ¿Vimos con qué alegría los campesinos recogen las gavillas de espigas llenas de granos? ¿Quieren saber que tanto recoge cada uno? Pues eso depende de lo que haya cultivado. El que cultivó poco recoge poco, y el que cultivó mucho recoge mucho. Así será en nuestra vida. ¿Quieren saber que tantos éxitos van a tener cada uno? Eso depende del esfuerzo que cada uno hace ahora por prepararse. El que estudia y se prepara mucho, tendrá muchos éxitos, pero el que no se prepara tendrá pocos triunfos.

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“Buenas noches”, contesta el inmenso coro de ochocientas voces, y todos se van a sus dormitorios a descansar. Algunos vienen a despedirse personalmente del santo y a besarle la mano, señal de cariño y muy frecuente hacia los sacerdotes en Italia, y él aprovecha para dar los últimos consejos del día. Luego vienen los superiores de la casa a contarle cómo anda todo y a pedirle consejos y órdenes, y a recibir palabras de aliento que tanto necesita para esa labor tan difícil de educar niños pobres. Son las once. El último de los salesianos se ha ido. La jornada parece terminar. Él goza plenamente a la vista de tan espléndida tarea que el Señor le ha encomendado. Si sus ojos lo permiten escribe una media hora, muchas veces al sonar la campana para levantarse está todavía escribiendo. Gustan tanto a la gente los libros que Don Bosco escribe, y ¡hacen tanto bien a las almas!. Las once y media: Abre la puerta que da al balcón y levanta sus ojos hacia la cúpula del Templo de María Auxiliadora. Su mirada descubre allí la estatua de la Virgen Santísima, que él tanto ama. Hacia Ella se eleva el último suspiro de su fatigado corazón al terminar la jornada: “Madre querida, Virgen María: haced que yo salve el alma mía”. Eso dicen sus alumnos por consejo suyo antes de ir a descansar, y eso lo repite él mismo con fervor de santo. Ahora a descansar. ¿Pero podrá descansar? Quizá en esta noche el cielo tenga algún importante mensaje por medio de uno de sus misteriosos sueños. De todos modos, mañana a las 4:30 ya estará en pie otra vez el gran Don Bosco, para empezar una nueva jornada por ¡el Reino de Cristo! “Descansaremos en el Paraíso”, repetía alegremente.

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Recurso para profundizar el tema

Preguntas para compartir 1. La espiritualidad salesiana evidencia la necesidad de que seamos personas que viven la presencia de Dios. ¿Crees que es posible? ¿Cómo puedes hacerlo? 2. ¿Qué es lo que más te ha ayudado y te ayuda a vivir y alimentar la fe cada día? 3. ¿Cuáles son los obstáculos más difíciles que has encontrado y encuentras aun en el día a día para vivir tu fe? 4. Los sacramentos de la reconciliación y la eucaristía son los pilares que alimentan la fe. ¿qué significa para ti esta experiencia de encuentro con Cristo en estos sacramentos? Actividad: Elaborar el horario personal de actividades cotidianas normales que realizas. Te puede servir este esquema para profundizar el sentido de tus acciones cotidianas. Día de la semana/ hora Actividad Lugar Descubres que Dios está presente en… Lo que más te ayuda a crecer… Lo que más te cuesta es…

Oración

Señor, comenzamos un nuevo día; un día que Tú nos entregas para amar, un día que nos regalas sencillamente porque nos quieres porque tu amor de Padre es mayor que todo lo que podemos imaginar. Por eso en este día que ahora comienza quisiera poner mi vida sólo en tus manos, en esas manos de Padre que todo lo saben modelar. Quisiera ser hoy para el hermano un vivo mensaje de paz, un eco de tu bondad. Un reflejo de la vida que sale de ti. Amén

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Dimensión Orante

4. Señora que vas de prisa, ruega por nosotros “Yo te daré la maestra con la que llegarás a ser sabio” la dijo Jesús a Juan Bosco en el sueño de los 9 años.

Imitamos a María, mujer que construye comunidad y participa de ella: • en Nazaret (Lc 2, 19 y 2, 46 – 52), • en Caná (Jn 2, 1 – 5), • en Jerusalén (Hch 1, 12 – 14). “Hay un estilo mariano en la actividad evangelizadora de la Iglesia. Porque cada vez que miramos a María volvemos a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño. En ella vemos que la humildad y la ternura no son virtudes de los débiles sino de los fuertes que no necesitan maltratar a otros para sentirse importantes.” Papa Francisco, Evangelii Gandium No. 288

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“Entonces María se levantó y fue apresuradamente a visitar a Isabel” Lc 1, 39 “Señora que vas de prisa, ruega por nosotros” Papa Francisco Con María “rumiamos” la Palabra de Dios, la recordamos, la saboreamos, la repetimos, la releemos en nuestro corazón y la ponemos en práctica. Lc 11, 27 - 28 Imitar a Mariasantísima es “adorar en espíritu y en verdad” Jn 4, 24


Dimensión bíblica La Sagrada Escritura nos presenta a María, la madre de Jesús (Hechos 1, 14) como modelo de creyente junto a los grandes modelos de la tradición bíblica. - Junto a Abrahán, María creyó en la fecundidad del espíritu de Dios (Lc 1, 38 y Gén 15, 4 - 6). - Junto a Jacob, María creyó participando en la construcción del Nuevo Israel, el Nuevo Pueblo de Dios (Hec 1, 14 y Gén 32, 29). - Junto a Moisés, María creyó y se puso en camino (Lucas 1, 39 y Éxodo 4, 20). - Junto a Elías, María creyó ofreciendo el sacrificio completo de su vida (Lc 1, 38 y 1 Re 18, 36). - Junto a Isaías, María creyó profetizando, desde su condición de sierva de Dios, el cumplimiento de las promesas de Dios (Lc 1, 45 - 55 y Is 7, 14). Don Bosco propone a la Familia salesiana la imitación de María Santísima y su protección como Auxiliadora de los cristianos.

Dimensión crítica ¿Qué virtudes imitamos en María santísima, la madre del Señor? Demos un vistazo a la Sagrada Escritura para, desde allí, comprender más y mejor la obra maravillosa que el Espíritu Santo hace en nuestra madre y en todos los que la imitamos. El evangelista Lucas declara a María “la llena de gracia” (Lucas 1, 28), aquella que ha sido cubierta bajo la sombra del espíritu santo así como al pueblo de Israel en el desierto (Éxodo 13, 21) y el Templo de Jerusalén (1 Reyes 8, 10 - 12). De esta manera, María ha sido preparada no solo para ser la madre del Mesías Jesús sino para vivir plenamente los dones del Espíritu Santo en su vida cotidiana, ella es la primera adoradora “en espíritu y en verdad (Jn 4, 24). Con María, hagamos el ejercicio de “rumiar” la Palabra de Dios recordándola, saboreándola, releyéndola en nuestro corazón y poniéndola en práctica (Lc 11, 27 - 28) de la mano de San Pablo. ¿Cuáles son estas virtudes a imitar? San Pablo, en su carta a Timoteo, nos va describiendo las virtudes a imitar en una persona “llena del Espíritu Santo”. - Evita las discusiones inútiles y la palabrería, lo nuestro es el amor (1 Tim 1, 4. 6 – 7; 6, 3 – 5; 6, 20 – 21; 2 Tim 2, 16). - Rechaza los altercados y las rencillas (2 Tim 2, 23). - Ocúpate de estudiar, de la enseñanza, de la animación (1 Tim 4, 13). - Ora por los demás sosteniendo tu ministerio con la oración (1 Tim 2, 1). - Cuida tu vocación, se perseverante y dedícate a tu tarea (1 Tim 4, 12 – 16; 2 Tim 1, 6 – 7. 14; 2 Tim 4, 1 – 2). - Instruye a los demás a no ser ostentosos (1 Tim 6, 9 – 10; 6, 17 – 19). - Aprende sufrir, acepta sufrir (2 Tim 2, 3) soportando por amor las incomodidades (2 Tim 2, 9 – 10; 1 Co 13, 1 – 13). - Pelea una buena batalla, guarda la fe (1 Tim 1, 18). Formaciones Rumbo al Bicentenario - 21


- Corrige con amabilidad (2 Tim 2, 25). - Instruye a los demás a orar, instrúyeles en la amabilidad, ni iras ni discusiones (1 Tim 2, 8). - Cuida de los ancianos y de los jóvenes (1 Tim 5, 1). - Se justo, llenándote de amabilidad, justicia, amor, fe, piedad y perseverancia (1 Tim 5, 21; 1 Tim 6, 11). Para la reflexión ¿Qué significa para tu vida apostólica la expresión mariana “ir de prisa”? - Después de leer Lc 1, 39, Lc 2, 19 y Lc 2, 46 – 52 ¿Cómo describirías la vida cotidiana de María en Nazaret? ¿Cómo describirías el “estilo mariano de evangelización” al que se refiere el Papa Francisco? De los grandes creyentes bíblicos del Antiguo Testamento (Abraham, Jacob, Moisés, Elías, Isaías, ¿cuál te llama más la atención? ¿Qué virtudes de María santísima te parecen más llamativas? San Pablo menciona varias virtudes a vivir para todo creyente “lleno del Espíritu Santo” ¿Cuáles de estas virtudes te cuestan más? ¿Cuáles ya practicas? El Sistema Preventivo de Don Bosco está inspirado por el Espíritu Santo y lo encontramos en la Sagrada Escritura ¿Cuál estilo te atrae más? ¿el del profeta Isaías? ¿el de la carta a los Gálatas? ¿el del libro de la Sabiduría? ¿el de la carta a Timoteo?

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AMABILIDAD BONDAD

Fuerza

Piedad Temor de Dios

RELIGIÓN FE

TRABAJO Y TEMPLANZA

Sabiduría Inteligencia Consejo Ciencia

ISAÍAS 11, 2 7 características = perfección

RAZÓN RAZONABLE

Valores del Sistema Preventivo

Amor - Mansedumbre Tolerancia: Respeto a las opiniones, ideas o actitudes de los demás, aunque no coincidan con las propias Bondad / Benignidad: Inclinación o tendencia a hacer el bien.

Templanza

Fe

GÁLATAS 5, 22 – 23 9 características (3 x 3 = Totalidad)

- Inofensivo - Bienhechor - Tranquilo - Único y múltiple

- Estable - Seguro

- Claro - Libre - Santo - Inmaculado

Espíritu: - Inteligente - Sutil - Ágil - Penetrante

SABIDURÍA 7, 22 – 23 14 características (7 x 2 = perfección)

- Corrige con amabilidad (2 Tim 2, 25). - Instruye a los demás a orar, instrúyeles en la amabilidad, ni iras ni discusiones (1 Tim 2, 8). - Cuida de los ancianos y de los jóvenes (1 Tim 5, 1). - Se justo, llenándote de amabilidad, justicia, amor, fe, piedad y perseverancia (1 Tim 5, 21; 1 Tim 6, 11).

- Instruye a los demás a no ser ostentosos (1 Tim 6, 9 – 10; 6, 17 – 19). - Aprende sufrir, acepta sufrir (2 Tim 2, 3) soportando por amor las incomodidades (2 Tim 2, 9 – 10; 1 Co 13, 1 – 13). - Pelea una buena batalla, guarda la fe (1 Tim 1, 18).

- Ora por los demás sosteniendo tu ministerio con la oración (1 Tim 2, 1). - Cuida tu vocación, se perseverante y dedícate a tu tarea (1 Tim 4, 12 – 16; 2 Tim 1, 6 – 7. 14; 2 Tim 4, 1 – 2).

- Evita las discusiones inútiles y la palabrería, lo nuestro es el amor (1 Tim 1, 4. 6 – 7; 6, 3 – 5; 6, 20 – 21; 2 Tim 2, 16). - Rechaza los altercados y las rencillas (2 Tim 2, 23). - Ocúpate de estudiar, de la enseñanza, de la animación (1 Tim 4, 13).

Adorar en espíritu y en verdad (Jn 4, 24)


5. Apostolado en Comunión con la vida y la misión de la Iglesia Dimensión bíblica “Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt. 28, 19-20).

Dimensión carismática “La iglesia ha sido misionera desde su fundación. Habitada por el Espíritu Santo y enriquecida por sus dones vive en el mundo para dar la vida y darla abundantemente. La Iglesia está viviendo un momento misionero particular, denominado “nueva evangelización”. Es una movilización de todas las fuerzas eclesiales para dar cumplimiento a la Palabra del Señor:… Los creyentes que tienen conciencia de ser parte viva de la Iglesia se ponen al servicio de la isión, ofreciendo su aportación original, según los dones recibidos. En este vasto movimiento apostólico eclesial se coloca la Familia Salesiana”. El texto con que inicia esta reflexión es el artículo 1 de la Carta de la Misión de la Familia Salesiana. En este artículo se afirma las siguientes ideas clave: 1. La Iglesia es Misionera desde su fundación. Y ello comprende que todo cristiano bautizado es un misionero y testigo de la Resurrección de Jesucristo en continua renovación.

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2. El Espíritu Santo habita en la Iglesia y le da vida y acción apostólica. 3. La Misión no es por voluntad humana sino la respuesta al mandato de Jesús de comunicar la salvación a todas las generaciones donde la presencia de Nuestro Salvador es la garantía. 4. Los creyentes, con conciencia de su ser tales, ponen a disposición de la misión sus talentos. 5. La Misión de la Familia Salesiana es parte de la Misión de la Iglesia Pueblo de Dios. Estas puntualizaciones nos ayudan a comprender el tema que reflexionamos hoy, que nuestro Apostolado como Familia Salesiana no es una iniciativa particular sino obra del Espíritu que guía a la Iglesia a comunicar la Resurrección de Cristo a todos los pueblos a través de la historia, hasta su segunda venida. “Cada una de las personas y los diversos grupos que se ponen dócilmente a la escucha y a la búsqueda de Dios, reciben la luz y la fuerza necesaria para cumplir la propia vocación en el mundo y en la Iglesia”(Cfr. Carta de la Misión Art. 3). Por ello debemos reflexionar sobre nuestro actuar como Familia Salesiana comprometida en la Salvación de los Jóvenes pobres y abandonados como nuestro aporte a la Misión de la Iglesia que es Evangelizar. Dimensión histórica En una carta de Don Bosco a Marqués Miguel de Cavour fechada el 13 de marzo de 1846 se lee lo siguiente: “Este programa de catequesis empezó hace tres años en la Iglesia de San Francisco de Asís, y como era una obra de Dios, Dios la bendijo, y los muchachos acudían en mayor número de lo que el lugar podía alojarlos. Más tarde, en el año 1844, como empecé a trabajar (como capellán) en la Obra Pía del Refugio, fui a vivir allí. Pero aquellos maravillosos jóvenes seguían acudiendo al nuevo lugar, ansiosos de recibir instrucción religiosa. Fue en esa época en la que nosotros, el Dr. Juan Borel, don (Sebastián) Pacciotti y yo mismo juntamente, presentamos una solicitud a su Excelencia el Sr. Arzobispo de permiso para cambiar una de nuestras habitaciones en oratorio, y nos autorizó a hacerlo. Allí se enseñaba catecismo, se oían confesiones y se celebraba la Santa Misa para los mencionados jóvenes” (Cfr. Arthur Lenti I, pág. 457). Este fragmento de la carta nos ilumina sobre el tipo de acción que Don Bosco pretendía al hacer apostolado con los jóvenes en los inicios del Oratorio: 1. La actividad está orientada a comunicar los valores del Evangelio a través de los medios aprobados por la Iglesia: catecismo, confesiones, Misa. 2. Se busca crear un ambiente idóneo para que la acción evangelizadora sea efectiva y transformante de la persona. 3. La actividad se hace con permiso y consentimiento de la autoridad de la Iglesia, el Sr Arzobispo. 4. Es un trabajo en equipo, con personas preparadas y con sentido de sacrificio por los jóvenes Formaciones Rumbo al Bicentenario - 25


5. Es una actividad continuada en el tiempo y no algo esporádico. Es algo planificado y no unas simples reuniones esporádicas. El comentario a las Constituciones de los salesianos expresa en el artículo 6 : “Nuestro estar en el corazón de la Iglesia no debe dar pie, como es natural, a ningún genero de triunfalismos ni a ninguna forma de paralelismo. Ser salesiano es nuestro modo de ser Iglesia intensamente. No es pensable ningún dualismo entre vida salesiana y vida de la Iglesia universal o particular. El Espíritu que anima y unifica la Iglesia y que ha inspirado nuestra vocación salesiana es el mismo. Tenemos conciencia de que la misión salesiana es participación de la misión de la Iglesia y debe resultarnos imposible pensar en cumplir nuestra misión en un círculo cerrado, sin relación con los demás miembros del cuerpo eclesial”. (Proyecto de Vida de los Salesianos de Don Bosco, pág. 145). Este texto debe llevarnos a realizar nuestro Apostolado con sentido de pertenencia y comprendiendo nuestro aporte a la única Misión que Cristo encomendó a la Iglesia. Como Familia Salesiana debemos aportar desde nuestras realidades a la misión: siempre la Carta de la Misión: “Dirigiéndose, de manera especial a los jóvenes pobres y a la gente sencilla del pueblo, los miembros de la Familia Salesiana trabajan, ante todo, por crear las condiciones favorables para un crecimiento digno de las personas” (Cfr. CM art. 4). Este texto nos orienta a no perder la dirección que el sentido de Familia Salesiana debemos desarrollar: ser siempre conscientes que nuestro Apostolado es parte del actuar de la Iglesia Católica en el ambiente en que nos encontramos. Este apostolado tiene también unas dimensiones que lo hacen muy particular: hacemos en nuestra labor apostólica PROMOCIÓN HUMANA, EDUCACIÓN Y EVANGELIZACIÓN. La Promoción humana la comprendemos como la búsqueda del desarrollo integral de las personas en situación de empobrecimiento y de marginación, que deben ser dignificadas y elevadas a su plena realización como personas. La Educación se entiende como la motivación, el acompañamiento y asesoría de las personas, en especial de los jóvenes más pobres y en peligro, para que “se vaya(n) encontrando consigo mismo(s); y se vaya(n) haciendo siempre más persona(s) y más sujeto(s) de su propio crecimiento: y de la proyección de su vida en su medio familiar e histórico-cultural” (Cfr. Peraza, Fernando. Los estigmas de nuestro tiempo y la pedagogía de la bondad p. 163). Estas dos dimensiones podrían considerase lo que Don Bosco llama “Honrado Ciudadano”. La Evangelización se expresa y se comunica desde la vivencia de Cristo Encarnado y Resucitado que se une a la naturaleza humana y la redime dándose a sí mismo como ofrenda al Padre bajo la acción del Espíritu. La meta es que sea “Buen Cristiano”.

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“La intuición de Don Bosco era la de indicar la interdependencia de los dos conceptos (Buenos Cristianos y Honrados Ciudadanos). La honradez de ciudadano conduce a la fidelidad hacia los valores evangélicos. La vida como buen cristiano es fundamento para la honradez social del ciudadano.” (Cfr. CM Art. 8) Estos dinamismos que la Iglesia por siglos hace presente en su actuar, bajo la Acción del Espíritu Santo le llamamos Sistema Preventivo. Para la reflexión A los 200 años del nacimiento de Don Bosco a) ¿Cómo hacemos sentir nuestra pertenencia a la Iglesia local como instituciones salesianas? b) ¿Qué actitudes no debemos tener pues nos pueden alejar de la misión de la Iglesia? c) ¿Qué acciones concretas, de nuestros institutos, desarrollamos para promover el buen cristiano y el honrado ciudadano?

Oración

Dios Todopoderoso que por Acción del Espíritu Santo llamas a todo el Pueblo de Dios a ser discípulos de tu Hijo Jesucristo Resucitado y a llevar la Buena Nueva de la Vida Eterna, y en especial llamas a la Familia Salesiana para que lleve su Evangelio a la juventud pobre y abandonada, así como a los ambientes populares, para que conozcan tu rostro de amor y misericordia; ayúdanos, a quienes nos sentimos parte de este Pueblo elegido, Esposa de Cristo, y a la vez identificados con el llamado que hiciste a Don Bosco, a realizar la Misión de la Iglesia a través de nuestro testimonio de comunión, haciendo que nuestros apostolados con los más necesitados, sean expresión de la única llamada a Evangelizar y nos una así en un solo sentir y actuar como miembros del Pueblo Redimido por Cristo y miembros de la Familia Salesiana. Tú que vives y Reinas por los siglos de los Siglos. Amén

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Dimensión Apostólica

6. Predilección por los jóvenes y por las clases populares Introducción Con las palabras de Don Bosco: ‘Queridos míos, yo os amo con todo mi corazón y basta que seáis jóvenes para que yo os ame muchísimo’ nos adentraremos en como él inspirado por Dios Amaba de tal modo que cada uno se volvía su predilecto. Dimensión Bíblica Lucas 18, 15-17 Le traían también niños pequeñitos para que los tocara, pero los discípulos empezaron a reprender a esas personas. Jesús pidió que se los trajeran, diciendo: «Dejen que los niños vengan a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos. En verdad les digo que el que no reciba el Reino de Dios como niño no entrará en él.» Marcos 2, 14-17 Mientras caminaba, vio a un cobrador de impuestos sentado en su despacho. Era Leví, hijo de Alfeo. Jesús le dijo: «Sígueme.» Y él se levantó y lo siguió. Jesús estuvo comiendo en la casa de Leví, y algunos cobradores de impuestos y pecadores estaban sentados a la mesa con Jesús y sus discípulos; en realidad eran un buen número. Pero también seguían a Jesús maestros de la Ley del grupo de los fariseos y, al verlo sentado a la misma mesa con pecadores y cobradores de impuestos, dijeron a los discípulos: «¿Qué es esto? ¡Está comiendo con publicanos y pecadores!» Jesús los oyó y les dijo: «No es la gente sana la que necesita médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores.» 28


Dimensión carismática Carta de Identidad de la Familia Salesiana Art 12b: La misión de Don Bosco y de su Familia espiritual se inserta en la vocación común cristiana al apostolado. Pero como responde a un don espiritual, es de origen carismático: es el Espíritu del Padre y del Señor resucitado el que, como en el pasado envió a Don Bosco a los jóvenes y a las clases populares, en el curso de la historia sigue enviando a sus hijos espirituales a perpetuar su apostolado juvenil, popular y misionero. A la luz del evangelio podemos observar en Jesus su predilección por aquellos que no son tomados en cuenta o por aquellos que por cualquier motivo son tachados de o vistos como malos ante la sociedad. Del mismo modo observamos en Don Bosco que él mismo proviene de clases populares de una familia pobre la cual ya no cuenta con una figura paterna que vele por el alimento de la familia, sino que cada uno debe trabajar para llevar este pan a la mesa, Don Bosco Sabe que es tener necesidades, por ello y por mucho siente arder su corazón cuando encuentra a un Joven en estas circunstancias. Dimensión histórica Don Bosco es ordenado Sacerdote en Turín en 1841, a los 26 años. En aquellos tiempos, Turín estaba llena de muchachos pobres en busca de trabajo, huérfanos o abandonados, expuestos a muchos peligros para el alma y para el cuerpo. Don Bosco comenzó a reunirlos los Domingos, una iglesia, en un prado, en una plaza, para hacerlos jugar e instruirlos en el Catecismo, hasta que, después de cinco años de enormes dificultades, logró establecerse en el barrio periférico de Valdocco y abrir su primer Oratorio. En él, los muchachos encontraban comida y alojamiento, estudiaban o aprendían un oficio; pero, sobre todo aprendían a amar al Señor. Más que Elegir a los “Malos”, Don Bosco nos demuestra que todos sin importar condición son importantes para él, pero principalmente para Dios, esto podemos observarlo en tres de sus muchachos: • Savio: despierto, reflexivo, dueño de sí, afable y sereno, capaz de concebir y llevar a término un gran proyecto; en una palabra, maduro. • Magone: exuberante, vivo, agresivo: un gran corazón. • Besucco: aficionadísimo a la piedad, tímido, sencillo, todo asombro y buena voluntad. Todos totalmente diferentes pero predilectos para Don Bosco, principalmente por ser Jóvenes, con lo cual además nos demuestra la frase que inspiraba su vida : Dame almas y llévate lo demás que en este Formaciones Rumbo al Bicentenario - 29


caso la podemos reescribir de la siguiente manera Dame jóvenes para salvar y todo lo demás no me interesa! Podríamos recordar muchos episodios de la vida de Don Bosco en los que él va siempre por sus muchachos, visitas a las cárceles, ayuda a aquellos que son explotados, a los huérfanos, a los enfermos anteponiendo siempre el bien de sus jóvenes antes que el bien propio. EL Papa Francisco nos ilumina en la EG 48: Si la Iglesia entera asume este dinamismo misionero, debe llegar a todos, sin excepciones. Pero ¿a quiénes debería privilegiar? Cuando uno lee el Evangelio, se encuentra con una orientación contundente: no tanto a los amigos y vecinos ricos sino sobre todo a los pobres y enfermos, a esos que suelen ser despreciados y olvidados, a aquellos que « no tienen con qué recompensarte » (Lc 14,14). No deben quedar dudas ni caben explicaciones que debiliten este mensaje tan claro. Hoy y siempre, « los pobres son los destinatarios privilegiados del Evangelio»,y la evangelización dirigida gratuitamente a ellos es signo del Reino que Jesús vino a traer. Hay que decir sin vueltas que existe un vínculo inseparable entre nuestra fe y los pobres. Nunca los dejemos solos. Para reflexionar ¿Qué inspira en mi vida la frase Dame almas y llévate lo demás? ¿son los jóvenes los predilectos dentro de nuestros entornos? ¿Hago como Don Bosco que cada chico se sienta predilecto del Padre?

Oración

Te damos gracias, Señor, por Juan Bosco. Le diste un corazón lleno de amor, y tan dilatado como las orillas de los mares. En él, millares de hombres y mujeres han podido descubrir que eres Tú, Dios del amor, el que estás presente como origen, fuente y meta de todo. Te damos gracias, Señor, porque has visitado a tu Iglesia con hombres santos como Juan Bosco. Él ha encendido una llama y otros la conservan prendida, para que en el mundo los jóvenes y los niños vean y sientan tu presencia de Dios cercano, de Dios amigo. Te damos gracias, Señor, por Juan Bosco, padre y maestro de la juventud, profeta de la educación en los tiempos nuevos, amigo entrañable de los jóvenes, que decía: “Me basta que seáis jóvenes para que os quiera”. Bastan testigos así para que muchos creamos que Tú eres el Dios del amor.

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Dimensión Apostólica

7. Dóciles al Espíritu Santo

Nos esforzamos por alcanzar una personalidad unificada y madura, “la gracia de la unidad” Dimensión Bíblica

“Entonces Jesús decía a los judíos que habían creído en El: Si vosotros permanecéis en mi palabra, verdaderamente sois mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. Jn 8,32-33. Dimensión Carismática

En la celebración de los 200 años del nacimiento de Don Bosco debemos preguntarnos siempre por las diversas facetas que la riqueza del Padre y Maestro de la Juventud desarrolló en su vida para enfrentar el reto de salvar a la juventud de Turín de mediados del siglo XIX. Una de ellas es la que entendemos como “Gracia de Unidad”. Nuestra vida de creyentes está comprometida por el proyecto de Jesús sobre el Reino de Dios. Por lo tanto pensamientos, intenciones, ideales, mentalidades, proyectos, acciones, entre otras cosas, son marcadas y lanzadas hacia la historia de nuestra vida diaria desde este enfoque. O debería de serlo para ser verdaderamente “cristianos” y no solo sabedores de doctrina cristiana; para llegar a ser apóstoles y no solo devotos. Para el caso de Don Bosco todo lo que pensó como sacerdote fue hacer que el Reino de Dios dominara la vida de los jóvenes marginados de las calles de Turín, en el lenguaje de su tiempo era “salvar almas”. Por ello Formaciones Rumbo al Bicentenario - 31


se lanzó en una misión inspirada por Dios en su interior y confrontada con la realidad juvenil contemporánea partiendo por lo más propio del ser cristiano: la vida en Cristo Resucitado en su propio testimonio personal. Juan Bosco hace vida este proyecto así como es él: con sus defectos, carácter, limitaciones físicas, estudio filosófico y teológico, con los conocimientos prácticos de su adolescencia laboral en carpintería, zapatería, encuadernación, forja, música… con la forma de sentir el valor del hogar heredado de su familia… creando un camino en el que su visión era contemplar a Dios en los jóvenes y hacer que los jóvenes contemplen el rostro de Dios, pero desde su experiencia personal de Dios con su sonrisa, trabajo, juegos, enseñanzas, celebraciones de misa y confesiones. Por ello se dice que Don Bosco al celebrar la misa se parecía a Moisés que “hablaba a Dios como un amigo” (Ex 32,11). Y hacía presente los valores de la misericordia de Dios en la vida de los jóvenes, de esta manera: donde encontró jóvenes hambrientos les dio alimento, donde encontró jóvenes ignorantes les dio educación para la vida, donde el joven estaba desnudo lo vistió, al ver a los jóvenes tristes les dio un patio para divertirse, donde encontró un joven desamparado le dio su hogar, donde el joven se sentía arrepentimiento de sus pecados le ofreció el perdón de Dios, donde encontró a los jóvenes deseosos de Dios les dio Eucaristía, donde la muerte era el horizonte de su condición juvenil les dio esperanza de salvación eterna a través de un ambiente de superación y herramientas para la ciudadanía en este mundo y en Reino de los Cielos. Este actuar es imposible que se desarrollara con solo buena voluntad, o con solo entereza física, o con solo teniendo ideas geniales sobre la juventud. Esto exigió una dinámica de diálogo entre interioridad y observación del ambiente de marginación social, entre lo aprendido en la vida familiar de I Becchi con las condiciones de soledad que los rostros de los jóvenes le mostraron en la barriadas que bordeaban el rio Dora; un diálogo entre lo que los libros del seminario y los tratados teológicos expresaban con el diario dialogar en medio de su pueblo, entre su yo interior y la inspiración espiritual del llamado de Dios a darse por entero a la misión. El Sueño de los 9 años marca su vida con un ideal: ser sacerdote. Pero el desarrollo de ese ideal lo lleva al lugar de transformación social: Valdocco. Nosotros somos Don Bosco 200 años después. Nos corresponde hacer que la vida de los jóvenes salvadoreños encuentren a Don Bosco en las calles, en las escuelas, en el atrio de las iglesias, en los centros comerciales, en el mercado… para que descubran que Dios está en ellos. Pero solo con nuestra voluntad y/o nuestros sentimientos de compasión no es suficiente. Es necesario descubrir lo que hizo a Juan Bosco que durante toda su vida de apóstol de los jóvenes mantener el proyecto de salvación de la juventud en forma constante durante casi cinco décadas de labor entre los chicos más necesitados. 32


Dimensión Histórica Don Bosco nos dice: “Los miembros (de la Sociedad) deben orientarse a su jefe, al verdadero patrón, al remunerador, a Dios. Por amor suyo cada uno debe hacerse inscribir en la Sociedad; por amor suyo trabajar, obedecer, abandonar cuanto poseía en el mundo, para poder decir al final de su vida al Salvador que escogimos por modelo: Nosotros lo dejamos todo y te seguimos (cf.Mt 19,27)” (J. Bosco, Circular de 9 de Junio 1867, Epistolario I, pp. 473-475). Esta recomendación de Don Bosco a sus salesianos nos abre la puerta para encontrar esa gracia de unidad que solo en Dios, Uno y Trino puede darnos para que nuestras instituciones y cada uno de los que participamos en ella sea Don Bosco Hoy. Para reflexionar el tema La reflexión conjunta de la Familia Salesiana nos ofrece en el Art 30 de la Carta de Unidad una construcción conjunta de lo que en Don Bosco encontramos como su fuente de integración vital: “Evangelizar educando y educar evangelizando es la fórmula ya conocida para expresar la unidad interior de los miembros de la familia salesiana, porque no se refiere solo a la metodología educativa, sino también a la espiritualidad de cada uno de los Grupos: cuando uno se deja guiar por el Espíritu, entonces vida y apostolado forman una unidad, como oración y acción, amor a Dios y amor al prójimo, cuidado de sí mismo y entrega a los demás, educación de lo humano y anuncio del evangelio, pertenencia a un grupo e inserción en la Iglesia. Todo converge en la unidad; y es la síntesis vital propia de la santidad.” A este ideal de la gracia de unidad se complementa “la caridad apostólica” que “constituye, para cada miembro de la Familia Salesiana, el principio interior y dinámico capaz de unificar las múltiples y diversas actividades y preocupaciones cotidianas. Favorece la fusión en un único movimiento interior de los dos polos inseparables de la caridad apostólica: la pasión por Dios y la pasión por el prójimo”. Nuestra identificación con Don Bosco nos lleva a sentir simpatía por las aventuras y el celo apostólico del santo, en otras latitudes lo tienen como el santo de la buena suerte e intercesor de causas difíciles de resolver. Nosotros al cumplir 200 años de su nacimiento queremos honrar su memoria a través de nuestra vida como cristianos y como salesianos. Por ello es fundamental que como Familia salesiana realicemos un examen de Gracia de Unidad y nos confrontemos con la realidad, así como Don Bosco lo hizo en su tiempo, si queremos ser verdaderos devotos y honrar su memoria.

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El artículo 31 de la Carta de Unidad nos da ciertas bipolaridades que debemos valorar y reflejar como una sola para poder reflejar a Don Bosco: 1. Evangelizar educando y educar evangelizando 2. Vida y apostolado 3. Oración y acción 4. Amor a Dios y amor al prójimo 5. Cuidado de sí mismo y entrega a los demás, 6. Educación de lo humano y anuncio del evangelio, 7. Pertenencia a un grupo e inserción en la Iglesia 8. La pasión por Dios y la pasión por el prójimo. Pero también hay que integrar tres elementos clave en nuestra vivencia como apóstoles de los jóvenes: la misión apostólica, la comunión fraterna y las virtudes teologales que deben estar en armonía (Cfr. SDB Constituciones 3). Estos tres elementos dan estructura al sueño de Don Bosco de lograr un vasto movimiento de apóstoles trabajando por el bien de la juventud pobre y abandonada. La misión apostólica da el carácter específico del campo de trabajo, que no debe ser realizado como iniciativa individual ni particular sino como proyecto de equipo, institución, que vive la alegría de ser testimonio de la acción de la Iglesia, pero que se garantiza con cada uno de sus integrantes, por su modo de vida cargado de presencia compasiva de misericordia cristiana. De esta forma trabajando por los jóvenes en asociaciones/congregaciones en sentido testimonial de cada uno de sus integrantes garantiza que la misión sea una gracia del Pueblo de Dios constructor de Reino predicado por Jesucristo que es camino, verdad y vida. Pistas de reflexión comunitaria

En comunidad o grupos de no más de 7 personas 1. compartir como viven las bipolaridades del artículo 31 de la Carta de la Misión. 2. Desde que participa en la Familia Salesiana (en su institución) ¿en que ha madurado como creyente y como apóstol de la juventud? 3. ¿Cómo integran la misión apostólica, la comunión fraterna y las virtudes teologales en su institución?

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Oración

Dios Todo poderoso y Trino. Tú eres un Dios que en tu unidad sustancial nos llamas a vivir la unidad en la diversidad. Te pedimos que a ejemplo de Don Bosco podamos dar testimonio de la “gracia de unidad” integrando en nuestra vida la pertenencia a nuestros institutos, la misión hacia la juventud pobre y abandonada y nuestro estilo de vida rico en los valores del evangelio, para poder ofrecer tu rostro a las nuevas generaciones con estilo salesiano, de tal forma que evangelicemos educando y eduquemos evangelizando , que vida y apostolado sean una sola acción, nuestra oración y acciones digan lo mismo, que expresemos siempre el amor a Dios y amor al prójimo, sin descuidarnos de nosotros mismos mientras nos entregamos a los demás, y nos sintamos como grupos parte de la Iglesia, y así lleguemos a la santidad. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén

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8. Caridad Apostólica y dinámica que urge Hoy como ayer Contenido: Caridad Apostólica adaptada a los contextos, y circunstancias del hoy. “El corazón del espíritu salesiano es la caridad apostólica”, Caridad este término que sabemos bien es la esencia misma de Dios y de nuestra naturaleza por ser su imagen y semejanza, hechos y por ello somos llamados a vivir esta capacidad a plenitud. La carta de la identidad carismática de la Fam. de DB nos dice La caridad es “la participación de la misericordia previa del padre, del corazón compasivo de cristo y del indecible amor del espíritu santo “(art.29) así mismo El amor es “el distintivo de los discípulos del señor, amarse los unos a los otros con el mismo amor con el que Dios nos ama. Y este amor experimentado adquiere una premura para ser entregado nuevamente, San Pablo nos lo dice “La Caridad de Cristo me urge” (2Co.5, 14), porque ya probo lo “BUENO” y sabe que no puede quedarse pasivo y gustándolo, también nos dice “Urge que El reine” (1Co.15, 25) Don Bosco como “Buen Pastor” supo mirar la realidad, supo tener los ojos bien abiertos para verla en todos sus matices, y bajo la acción del Espíritu Santo descubre que es la CARIDAD la que URGE allí, esa CARIDAD apostólica y dinámica que es “la sustancia de la vida Salesiana” y el centro y la síntesis de la espiritualidad salesiana.

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Es en el campo de la niñez y juventud donde URGE que llegue. Movido por esta necesidad, le surgen muchas iniciativas: el juego, la catequesis recorrer las calles para invitarles, los talleres, la música, los paseos, visitarlos en sus trabajos, la buena prensa, acogerlos en una casa, formar una familia, casa donde siempre estuvieron las puertas abiertas… estas y muchas más que acciones de Don Bosco nos hace constatar la dinamicidad de su CARIDAD que encontramos en la carta de la identidad carismática en el art 29: “Dinámica: es decir que “expresa vivacidad de movimiento, capacidad de innovación de no contentarse con lo ya hecho, de no plegarse a la costumbre, de evitar toda forma de mediocridad y de acomodo sino, más bien, buscar con pasión y creatividad, lo que es más necesario y eficaz para responder concretamente a las expectativas del universo juvenil y de la clase popular” Don Bosco nuestro padre, quien nos heredó el carisma, logro entender la URGENCIA de que la caridad de Cristo llegara a todos pero de manera muy especial aquellos más pobres de todo. Hoy resuena en nuestro corazón las palabras de él: ¡Que sean amados y lo sepan! Esto es lo que URGE, somos llamados a ser rostro amorosos, en el diario vivir, por eso la amabilidad es nuestra característica. Debemos cuidar, proteger a esos niños y jóvenes todas esas personas con las que el señor ha querido estrechar vínculos y espera que tengamos un trato muy especial, con ellos donde la CARIDAD REINE. ¿Somos rostro amoroso? ¿Somos amables? Las personas conocidas y desconocidas que se me acercan encuentran un saludo amable, una palabra que responde a su necesidad, unos oídos atentos, unas manos dispuestas, un corazón abierto, y misericordioso, unos pies agiles para servir. Esta es la caridad que representa el corazón del espíritu de Don Bosco, que encuentra su modelo en la caridad de Cristo Buen Pastor. “El Buen Pastor que da su vida por ellas”, “hasta su último aliento”-, es quien las y cura,- con la corrección fraterna y delicada con el consejo, con el aliento y animo en sus situaciones familiares.Y que las apacienta en pastos verdes-llevándolos a la vida sacramental, y de experiencia profunda con Dios. “El Amor apostólico” nos hace participar en el amor infinito del padre, el amor apostólico nos hace salir de nosotros y también de nuestras seguridades, para buscar la novedad del reino, que urge hacerse presente para dar sentido a la vida, pero para que sea respuesta al hoy, tenemos que tomar en serio las palabras que Dios nos está diciendo, por medio del Papa Francisco,: “hay que salir”, necesitamos buscar, desacomodarnos “no dejar las cosas como están”, “ no dejar que nos roben la alegría”, necesitamos descubrir el paso del Espíritu en nuestras comunidades; en nuestros contextos, nuestra realidad. En algunas ocasiones pensamos que lo que hacemos o como lo hacemos es su inspiración y no lo es. La novedad trae felicidad, plenitud y esto será nuestra señal. Las novedades que la comunidad vive van dándole vida. Formaciones Rumbo al Bicentenario - 37


Necesitamos que nuestros hermanos y hermanas, las/ los niños y jóvenes sean amados y ellos y ellas lo sepan con certeza, ser buenas y buenos pastores que ”huelen a oveja” como nos dice el Papa porque están siempre y cerca de sus ovejas. Don Bosco lo vivió así, y hoy a 200 años de su nacimiento seguimos escuchando su voz que nos dice: Yo quiero que sean felices aquí y en la eternidad. ESQUEMA DE ORACION La CARIDAD que también hoy nos urge

1. Motivación inicial Video realidad Nacional El Salvador Solo la Caridad puede dar respuesta a esta realidad… oremos al Señor pidiéndole nos de esa fuerza que puede transformar nuestros contextos tan difíciles sobre todo para los niños y jóvenes. 2. Plegaria sálmica (Carta de Identidad Carismática, 29) L1 La caridad apostólica dinámica es el corazón del espíritu de Don Bosco, la sustancia de nuestra vida salesiana, la fuerza del compromiso apostólico de nuestra Familia Salesiana. C1 Caridad es el nombre del mismo Dios. Con las energías de nuestro corazón humano, participamos de la misericordia previa del Padre, del corazón compasivo de Cristo y del indecible amor del Espíritu Santo. C2 Este es el distintivo de nosotros discípulos del Señor: amarnos los unos a los otros con el mismo amor con que Dios ama. C1 Apostólica: es participación del amor infinito del Padre que envía a Jesús para que los hombres y mujeres tengan vida en abundancia, es comunicación de la ansia del Buen Pastor por la salvación de todos, es apertura al flujo de amor con que el Espíritu obra en las conciencias y en la historia de las personas. C2 Dinámica: cualidad que expresa vivacidad de movimiento, capacidad de innovación, es no contentarnos con lo ya hecho, no plegarnos a la costumbre, evitar toda forma de mediocridad y de acomodo, más bien, buscar, con pasión y creatividad, lo que es más necesario y eficaz para responder concretamente a las expectativas del universo juvenil y de la clase popular. L2 Para Don Bosco todo esto toma el nombre de corazón oratoriano. C1 Que es fervor, celo, disponibilidad de todos los recursos, búsqueda de nuevas actuaciones, capacidad de resistir en las pruebas, voluntad de volver a empezar después de los fracasos, optimismo cultivado y expansivo, es esa solicitud, llena de fe y de caridad, que encuentra en María un ejemplo luminoso de entrega. 38


C2 En nuestro servicio salesiano dirigido a la infancia y a la niñez, la caridad apostólica dinámica se hace ternura evangélica. C1 Cuando educamos a adolescentes y jóvenes la caridad apostólica se convierte en acogida, participación y guía hacia las metas de crecimiento. C2 Cuando nos dedicados al cuidado de personas afectadas por diversas formas de pobreza adquiere el tono del amor misericordioso y desprendido. C1 Cuando el apostolado son los enfermos y los ancianos se transforma en caridad compasiva, en las Hijas de los Sagrados Corazones se manifiesta como amor victimal, especialmente hacia los leprosos. C2 Cuando el apostolado salesiano es entre personas sencillas, perdidas en aldeas lejanas o inmersas en las periferias degradadas de las ciudades, se transforma en humilde amor solidario y rendido. Todos: Oh Señor haznos arder en tu Caridad para llevarla a nuestros hermanos y hermanas. Amén. 3. Primer diálogo ¿Qué resuena en mí, sobre la Caridad apostólica dinámica ante esta realidad? La Caridad de Don Bosco ardía tanto en su corazón que constante mente le llevo a salir a buscar, a encontrar con creatividad nuevas formas de llegar hasta aquellos jóvenes y niños que aquellos dos personajes le habían confiado desde los 9 años… aunque tenia 71 años su Caridad estaba llena de una dinamicidad que cruzaba el tiempo y las fronteras. 4. Sueño de Don Bosco en Barcelona, con 71 años de edad (1886; MBXVIII, 71-72) Marco histórico ITALIA. En un período de tensión sobre todo de parte obrera, había nacido el movimiento anárquico, mientras es primer ministro De Prestis, con un Gobierno con la estrategia del trasformismo: la mayoría de los parlamentarios permanece anticlerical, reflejando la fuerza de la masonería entre los políticos y las clases profesionales en general. En el 1886 se da la Ley sobre la ocupación infantil no menores de 10 o 15 años. JUAN BOSCO. En 1884 la Congregación cuenta con 554 SDB, distribuidos en Italia, Francia, España, Argentina, Uruguay y Brasil. Don Bosco viaja a Francia y a Roma para la cuestión de los privilegios. Mons Cagliero es nombrado Obispo en Argentina en 1885. En 1886 es su viaje a España, mientras vive en Valdocco, sosteniendo entrevistas, correspondencias. En este quinto y último sueño sobre las misiones, se retorna a “I Becchi” y al tema del primer sueño de vocación. En efecto, después del éxito de Formaciones Rumbo al Bicentenario - 39


la experiencia americana, los últimos años de d. Bosco, marcados por la decadencia física, pero fortalecidos por una inspiración mística y visionaria, no fueron nada más que una ininterumpida proyección de sus esperanzas para el futuro de la obra salesiana. El sueño se realizó en la noche entre el 9 y 10 de abril 1886 en Sarriá (de aquí la denominación de “el sueño de Barcelona”), al comienzo de la estadía española (7 abril – 7 mayo), en la cual era acompañado por d. Rua, Viglietti, y Juan B. Branda, director de aquella casa. EL SUEÑO Don Bosco se encontraba en las proximidades de Castelnuovo, sobre el cerro denominado Bricco del Pino, cerca del valle Sbarnau. Dirigía a todas partes su mirada, pero lo único que distinguía era una densa espesura de bosque, que lo cubría todo, recubierta, al mismo tiempo, de una cantidad innumerable de hongos. “Este” , decía don Bosco, “debe ser el Condado de José Rossi, o al menos merecería serlo”. (Don Bosco, para despertar la hilaridad entre los alumnos, había nombrado conde de aquellas tierras al coadjutor José Rossi). Y en efecto, después de algún tiempo descubrió a Rossi que, muy serio, contemplaba desde un cerro los valles que se extendían a sus pies. El siervo de Dios lo llamó, pero él no respondió más que con una mirada, como quien está preocupado. Don Bosco, volviéndose hacia otra parte, vio a don Miguel Rúa, el cual de la misma manera que Rossi, permanecía con toda seriedad sentado, descansando. Don Bosco llamó a entrambos, pero ellos continuaron silenciosos y no respondieron ni con un ademán. Entonces descendió de aquel montículo y, después de caminar un rato, llegó a otro desde cuya altura descubrió una selva, pero cultivada y atravesada por caminos y senderos. Desde allí dirigió su mirada alrededor, proyectándola hasta el horizonte, pero, antes que la retina, quedó impresionado su oído por el alboroto que hacía una turba incontable de niños. A pesar de cuanto hacía por descubrir de dónde procedía aquel ruido, no veía nada; después, a aquel rumor sucedió un griterío como el que estalla al producirse una catástrofe. Finalmente vio una inmensa cantidad de jovencitos, los cuales, corriendo a su alrededor, le decían: - “¡Te hemos esperado, te hemos esperado mucho tiempo, pero finalmente estás aquí; ahora estás entre nosotros y no te dejaremos escapar!”. Don Bosco no comprendía nada y pensaba qué querrían de él aquellos niños; pero mientras permanecía como atónito en medio de ellos, vio un inmenso rebaño de corderos conducidos por una pastorcilla, la cual, una vez que hubo separado los jóvenes y las ovejas y colocado a los unos en una parte y a las ovejas en otra, se detuvo junto a él y le dijo: - “Ves todo lo que tienes delante?”. - “Sí que lo veo”, replicó el siervo de Dios. - “Pues bien, te acuerdas del sueño que tuviste a la edad de diez años?” - “¡Oh, es muy difícil recordarlo! Tengo la mente cansada, no lo recuerdo bien ahora”. - “Bien, bien; reflexiona y lo recordarás”. 40


Después, haciendo que los muchachos se acercasen a Don Bosco, le dijo: - “Mira ahora hacia esa parte, dirige allá tu mirada; haced vosotros lo mismo y leed lo que veáis escrito... Y bien, qué veis?” - “Veo, contestó el siervo de Dios, montañas, colinas, y más allá más montañas y mares”. Un niño dijo: “Yo leo: Valparaíso”. “Yo, Santiago, dijo otro”. “Yo”, añadió un tercero, “leo las dos cosas. “Pues bien”, continuó la pastorcilla, “parte ahora desde aquel punto y sabrás la norma que han de seguir los Salesianos en el porvenir. Vuélvete ahora hacia esta parte, tira una línea visual y mira”. - “Veo montañas, colinas, mares...” Y los jóvenes afinaban la vista exclamando a coro: “Leemos Pekín”. Don Bosco vio entonces una gran ciudad. Estaba atravesada por un río muy ancho sobre el cual había construidos algunos puentes muy grandes. - “Bien”, dijo la doncella que parecía su Maestra,” ahora tira una línea desde una extremidad a la otra, desde Pekín a Santiago, haz centro en el corazón de África y tendrás una idea exacta de cuanto deben hacer los Salesianos”. - “Pero cómo hacer todo esto?”, exclamó don Bosco “Las distancias son inmensas, los lugares difíciles y los Salesianos pocos”. - “No te preocupes. No ves allá cincuenta misioneros preparados? Y más allá no ves más y muchos más aún? Traza una línea desde Santiago al África Central. Qué ves?” - “Diez centros de misión”. - “Bien; estos centros que ves serán casas de estudio y de noviciado que se dedicarán a la formación de los misioneros que han de trabajar en estas regiones. Y ahora vuélvete hacia esta parte. Aquí verás otros diez centros desde el corazón del África a Pekín. También estas casas proporcionarán misioneros a todas estas otras regiones. Allá está Hong - Kong, allí Calcuta, más allá Madagascar. En todas estas ciudades y en otras más habrá numerosas casas, colegios y noviciados”. Don Bosco escuchaba mientras observaba detenidamente todo aquello, después dijo: - “ Y dónde encontrar tanta gente y cómo enviar misioneros a esos lugares? En esos países existen salvajes que se alimentan de carne humana; hay herejes y perseguidores de la Iglesia: cómo hacer?” - “Mira”, replicó la pastorcilla, “es menester que emplees toda tu buena voluntad. Sólo tienes que hacer una cosa: recomendar que mis hijos cultiven constantemente la virtud de María”. - “Bien, sí; me parece haber entendido. Repetiré a todos tus palabras”. - “Y guárdate del error actual, o sea el de mezclar a los que estudian las artes humanas con los que se dedican al estudio de las artes divinas, pues la ciencia del cielo no quiere estar unida a las cosas de la tierra”. Don Bosco quería continuar hablando, pero la visión desapareció; el sueño había terminado. 5. Segundo diálogo desde el sueño, sobre la Caridad apostólica y dinámica que urge hoy como ayer. 6. Oración final (Lc La Oveja perdida) Formaciones Rumbo al Bicentenario - 41


9. Nuestro estilo de acción caracterizado por el trabajo y la templanza Dimensión bíblica “Los trabajos de ahora no pesan lo que la gloria que un día se nos descubrirá” Rm 8,19 Dimensión histórica El día 26 de abril de 1884 Turín estaba de fiesta. Los Soberanos de Italia con la intervención de toda la familia real, del cuerpo diplomático y de los dignatarios del Estado, inauguraban solemnemente en esta ciudad la Exposición nacional de la industria, la ciencia y las artes. Presidía la comisión de honor el príncipe Amadeo, hermano del Rey, y, la comisión ejecutiva, el diputado Tomás villa. Los edificios de la exposición se levantaban en la orilla izquierda del Podio, en el amenísimo parque que rodea el castillo Valentino. Don Bosco había pensado presentar únicamente la tipografía salesiana, exponiendo su ya rica producción. Hizo su petición para ello en mayo de 1883 y, el día dieciséis de julio, recibió la carta de admisión y se le asignaba un puesto conveniente en la galería (así decíase entonces comúnmente, en lugar de pabellón) para la didáctica y la librería, en la que figuraban los productos de las artes gráficas. Allí, pues, mandó trasladar mil volúmenes de todo tamaño y cantidad: científicos, literarios, históricos, didácticos, religiosos, ediciones ilustradas; el Boletín Salesiano en tres lenguas: italiana, francesa y española; además, ensayos de dibujo y de todo lo que se refería a escuelas elementales, técnicas y de bachillerato clásico.

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Todo este material fue colocado en estantes de elegante estructura, donde se destacaban muy bien variadas y preciosas encuadernaciones. Todo este conjunto estaba ya preparado, cuando tuvo lugar la inauguración. Pero, más adelante, el plan primitivo tomó mayores proporciones. El honorable villa, de viaje por suiza durante el otoño anterior para visitar la exposición de Zúrich, fue a ver una de las más renombradas fábricas de Don Bosco y la Exposición Nacional de Turín la ciudad y le impresionó una valiosa máquina, que estaba en construcción pan la fabricación de papel. Preguntó para quién se construía y al oír que para el señor Bosco de Italia, replicó el diputado: -Diga usted mejor para Don Bosco, porque no hay quien no conozca a este hombre. Y, en realidad, Don Bosco había encargado aquella nueva máquina para su fábrica de papel en MathiTorinese. A su regreso a Turín, villa instó para que la estupenda máquina luciera en las galerías de la Exposición. Don Bosco, sin titubear un instante, asintió, poniendo como única condición que se le asignase una galería entera, donde colocaría y haría funcionar también las máquinas necesarias para la producción del libro. Aunque al principio pareció excesiva su exigencia, dejó de serlo cuando explicó detalladamente su grandioso plan; es más, la Comisión determinó construir una galería a propósito en un patio a lo largo de la inmensa galería del trabajo. La nueva gatería medía cincuenta y cinco metros de longitud por veinte de ancho. Sobre la puerta de entrada se leía: DON BOSCO FABRICA DE PAPEL, TIPOGRAFÍA, FUNDICION, ENCUADERNACIÓN Y LIBRERIA SALESIANA. No se equivocaba el señor Villa al decir que Don Bosco era conocido; sin embargo, para aquellos tiempos, parecía un verdadero anacronismo un cura expositor en una exposición nacional y en la sección del trabajo. Por eso muchos, al pasar por delante y leer aquella inscripción, sonreían, imaginando que se iban a encontrar con objetos de sacristía, que no les interesaría lo más mínimo. Pero, cuando superando ras prevenciones, se decidían a entrar, quedaban a punto impresionados por dos novedades: el trabajo y los obreros. Esos, jóvenes de diversas edades, se ganaban a simpatía de los visitantes por a aplicación, compostura y serenidad (templanza) con que cada uno atendía a cumplir bien su papel. El trabajo a su vez cautivaba la atención general desde el primer momento hasta el fin. De suerte que aquel departamento constituyó para el público una de las más interesantes atracciones en la gran exposición. (Memorias Biográficas, Tomo XVII pá9. 21 4, 275) (CERIA, 1936). Este hecho de la vida de Don Bosco nos muestra cómo pudo hacerse valer o ganar espacio social, entre aquellos sectores no eclesiales, no por un discurso pietista barato y populista, como el de muchas pastorales en la actualidad y movimientos pentecostales, al contrario lo hizo con su trabajo por el desarrollo integral de los jóvenes de su tiempo, su capacidad de actualizar Formaciones Rumbo al Bicentenario - 43


sus procesos pedagógicos con mucho esfuerzo, para garantizarles las capacidades y competencias necesarias para una vida digna y honesta, así como un compromiso cristiano con una profunda convicción. Esto es lo que impacto al diputado Tomás Villa, quien vio en el trabajo de Don Bosco un proceso educativo diferente, alterno , que no se comunicaba de manera populista, sino por el esmero en el trabajo arduo que consistía dicho proceso educativo; un dato relevante es comprender que para que Don Bosco triunfara con su imprenta y editorial, fue indispensable que fallara y quebrara en dos ocasiones en el intento de crear su imprenta, de manera que el trabajo implica también, aprender de las experiencias de fracaso, aprender a re enrumbar el esfuerzo, para poder tener éxito en cualquier iniciativa. Dice Eugenio Ceria en este relato de las Memorias Biográficas, que los visitantes a la Galería del trabajo eran impresionados por la aplicación, compostura y serenidad (templanza) con que cada uno atendía a cumplir bien su papel, de manera que el trabajo realizado por Don Bosco era comprobable, en el mismo desempeño de sus muchachos, callejeros que ahora eran técnicos con una profunda formación ética y moral, que desembocaba en un trabajo de calidad, determinado por esa ascesis de santificación en las labores cotidianas, haciendo lo ordinario extraordinario. De igual manera Don Bosco impacto con su trabajo apostólico a Urbano Ratazzi, así como al Carlos Farcito, el primero que promulgó una ley que suprimía algunas congregaciones religiosas, así como la fundación de las mismas, y que, impactado por el santo , le explicó cómo hacer una sociedad, a manera de personería jurídica, para fundar su sociedad y evadir la misma ley que él redactó; el segundo el prefecto de la policía impactado por su labor pastoral con los presos de la Generala, a quienes saco a pasear sin que se le escapara ninguno1, hecho que dejó perplejo a Ratazzi y al mismo prefecto de la policía (WAST, 2002) el esfuerzo la entrega y la laboriosidad de su método preventivo le hizo ganarse el respeto y admiración en sectores no solo religiosos sino anticlericales, siendo fiel al mandato del señor “por sus frutos reconocerán que son mis discípulos” (Jn 15, 8). Dimensión carismática Trabajo y templanza en la posmodernidad. Nuestros tiempos sufren un cambio de época, a la que los filósofos han denominado “posmodernidad”, y este cambio epocal determina las relaciones sociales, económicas y hasta las religiosas. Este cambio de epocal ha traído sus complicaciones, con las que hay que lidiar desde nuestra espiritualidad del trabajo y la templanza; el padre Alejandro El hecho pedagógico excepcional de la «Generala» (MBe V, 165 ss.), tiene visos de leyenda y está, sin embargo, garantizado por la historia y por los documentos: lo que permite afirmar que el Sistema Preventivo parece hecho a medida para muchachos difíciles. 1

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Hernández afirmaba que debemos prevenir los síntomas de esta época: Se sustituye la fundamentación por la interpretación (ROTRY, 1989)se prioriza lo individual ante la totalidad, se transforma la experiencia del tiempo poniendo énfasis en el momento presente, en lo fugaz y en lo transitorio en lo que está de moda, frente a lo permanente y lo estable (LIPOVETSKY, 1988), se proclama el declive del deber y se lo sustituye por el cuidado de sí (FOCAULT, 1987); y finalmente la sustitución de la ética por la estética2. El pensamiento débil es otra característica de este tiempo que con frecuencia afecta también nuestra dimensión de fe, con manifestaciones con poca profundidad y convicción, que se manifiestan en una fe poco madura y poco formada (CEDES, 2002), estudiantes que se limitan a la ley del mínimo esfuerzo para lograr “pasar” las asignaciones académicas y no aprender, cristianos que desde sus jornadas laborales pierden el tiempo revisando redes sociales, enviando correos masivos con cadenas que insultan la inteligencia de cualquiera, los esposos que contraen nupcias de manera experimental sin un compromiso real a largo plazo y como proyecto conyugal de vida, y que ve a los hijos como impedimento del desarrollo individual, religiosas, religiosos y sacerdotes con una vida demasiado cómoda y de poco testimonio evangélico (FRANCISCO, 2013) que erosiona el campo vocacional, y la abundancia de “opiniones personales “ en los medios de comunicación, que se transmiten como conocimiento de manera descarada, pintando una realidad sobredimensionada o espectacularizada, que no difunde los problemas reales de nuestra sociedad. Lo anterior podría suponer un negativismo radical, pero en ese mar de lamentos, estamos llamados a continuar siendo sal y luz, fermento y levadura en la masa, desde los valores de nuestra espiritualidad, y la riqueza de cada una de las ramas del gran Árbol de la familia Salesiana, y para ello la carta de identidad nos ayuda a comprender mejor como nuestro carisma puede ser una propuesta vocacional. Por ello nuestra forma de vivir debe ser intensa, con esmero y trabajo, independientemente del estado de vida o vocación a la que se ha decidido responder, la coherencia y la convicción son los dos elementos con los que la fe entrará en aquellos a los que debemos evangelizar, así nos lo dice el papa: “La iglesia no crece por discurso, sino por atracción del testimonio” (FRANCISCO, 2013). Trabajar juntos como Familia Salesiana Don Bosco mostró en toda su acción de educador, pastor y fundador una gran capacidad de intuir las posibilidades y las dotes de cada uno, de corresponsabilizar aun a los más jóvenes entre sus colaboradores, de armonizar en el trabajo apostólico competencias muy diversas, distinguir para cada uno un trabajo adecuado a su índole, a su ingenio, a su formación. Fue siempre consciente de la necesidad de una caridad cooperativa en el servicio educativo y pastoral, convencido de que el Espíritu Santo suscita los carismas Discurso para la entrega del doctorado Honoris Causa al rector Emérito Pascual Chávez, en la Universidad Don Bosco, Octubre de 2010. 2

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en beneficio de toda la iglesia. Así, trabajar juntos intensifica la eficacia del testimonio, hace más convincente el anuncio del Evangelio, favorece una caridad apostólica más viva, permite profundizar los rasgos característicos de cada Grupo mientras manifiesta y potencia la identidad de la Familia en la comunión y en la misión. Por esto, aun respetando la autonomía de cada Grupo, hay que custodiar y, si es necesario, inventar formas posibles de colaboración. (Carta de identidad Carismática, art. 19). La templanza es precisamente, es ese dominio de sí, que sirve de antídoto de una cultura hedonista, que idolatra el emocionalismo estéril, que privilegia y justifica la satisfacción propia aún a costa de los demás, que se concretiza en políticos, funcionarios, religiosas y laicos, involucrados en escándalos financieros que le ponen los pelos de punta a cualquiera; la templanza nos ayuda a tener ese balance para comprender que lo más importante es el bienestar de los demás, sobre todo el de aquellos más desfavorecidos, y no solo el propio, que la vida es un servicio y no una manera de servirse, que el poder de conducir y de guiar a otros, es un privilegio y un don para vivirlo en la humildad y en el servicio como lo hizo Jesús. La templanza es esa virtud salesiana que debería caracterizarnos para no perder la amabilidad y la dulzura en las relaciones interpersonales, para no ceder a nuestras pasiones e inclinaciones más bajas, de poder trabajar con esfuerzo en el día a día dando lo mejor de mí, y para nunca descansar en la perfección propia en un camino de ascesis y crecimiento constante de manera espiritual y humana, que nos permite ser mejores cada día, la templanza nos ayuda a trascender, a ser mejor cada día, es decir santos y santas. ¿Qué nos dice al respecto la carta de identidad de la Familia Salesiana? Art. 34. Trabajo y templanza. El ejercicio de la caridad apostólica incluye la exigencia de conversión y de purificación, es decir, la muerte del hombre viejo para que nazca, viva y crezca el hombre nuevo que, a imagen de Jesús, Apóstol del Padre, está dispuesto a sacrificarse cotidianamente en el trabajo apostólico. Darse es vaciarse y vaciarse es de7’arse colmar por Dios, para regalarlo a los demás. Desapego, renuncia, sacrificio son elementos irrenunciables, no por gusto de ascetismo, sino simplemente por la lógica del amor. No hay apostolado sin ascética y no hay ascética sin mística. Quien se pone a sí mismo totalmente al servicio de la misión no necesita penitencias extraordinarias; bastan, si se acogen con fe y se ofrecen con amor, las dificultades de la vida y las fatigas del trabajo apostólico. La ascesis recomendada por Don Bosco tiene diferentes aspectos: ascesis de humildad para no sentirse más que siervos ante Dios; ascesis de mortificación, para hacerse dueños de sí, custodiando los sentidos y el corazón y vigilando para que la búsqueda de lo cómodo no agoste la generosidad; ascesis de /a valentía y de la paciencia para poder perseverar en la acción cuando se choca con la dura realidad; ascesis del abandono cuando los acontecimientos nos llevan más cerca de la cruz de Jesús. (Carta de la identidad Carismática de la Familia Salesiana).

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Para reflexionar “La Iglesia crece por atracción, y no por discurso” (Francisco, EG) Recursos Bíblicos para la profundización y oración comunitaria y personal: Trabajo Ex.20, 9; Gen. 2, 15; Sir. 7, 15; Sal. 126, 5-6; Eclesiastés 5, 11; prov. 14,23, Se exhorta: He.20, 35; Ef. 4,28; lTes.3, 10; Mc, 6,3; He. 18, 3; Lev. 19, 13. Templanza Sir.31, 12-24; 37, 29, Sab.8, 7; Pro.25, 28; 29, 11; Ec.7, 9; Sir. 32, 23; 33, 23; 37, 27. ¿Qué me dice Dios de manera Personal? ¿Qué nos dice Dios como rama de la Familia Salesiana? ¿Qué lecturas nos tocan el corazón? A continuación se plantean unas preguntas generadoras para la reflexión personal y grupal: ¿Cuáles son los elementos de esa cultura posmoderna que afectan mi vocación y me impiden dar lo mejor de mí? ¿Cómo deberíamos traducir en acciones concretas los valores de la templanza el trabajo en nuestra vida cotidiana, y según mi estado de vida u opción vocacional? ¿Qué compromisos debería adquirir desde ahora para mejorar como persona de manera espiritual y personal, desde los valores del trabajo y la templanza. Metodología Didáctica Opción 1: Después de ver el vídeo Posmodernidad y Cristianismo, se procede a una lectura por grupos del documento, para representar en un esquema o mapa conceptual, las ideas centrales de la lectura, así como los retos comunitarios que se podrían asumir para prevenir una conducta marcada por la corriente de la posmodernidad. Opción 2: Se reparte el material a los asistentes y con la técnica 4 esquinas (grupos de 4) se les entrega un papelografo, y se les pide que expongan su forma de entender el texto como grupo, y los retos que plantea a la comunidad. Opción 3: Se le reparte a cada asistente una copia del texto, y se trabaja de manera personal a manera de lectio divina, para realizar una puesta en común para verbalizar las ideas personales. Bibliografía CEDES. (2002). Testigos de Jesucristo y de la Iglesia en el mundo. San Salvador: Criterio. CERIA, E. (1936). Memorias Biográficas, tomo XVII. Turín: CCS. FOCAULT, M. (1987). La inquietud de sí. Madrid: Siglo XXI.

FRANCISCO. (2013). Evangelii Gaudium. Roma: Editorial Vaticana. LIPOVETSKY, G. (1988). La era del vacío. Barcelona: Anagrama. ROTRY, R. (1989). La filosofía y el espejo de la naturaleza. Madrid: Cátedra. WAST, H. (2002). Don Bosco y su tiempo. Madrid: PALABRA. Formaciones Rumbo al Bicentenario - 47


10. Estilo de Relación Fraterna: El Espíritu de Familia Dimensión bíblica ¡Qué bueno y qué tierno es ver a los hermanos vivir juntos! Es como un aceite refinado que desde su cabeza desciende hasta la barba, la barba de Aarón, hasta el cuello de su túnica. Es como un rocío del Hermón, que baja sobre las montañas de Sión. Allí el Señor otorgó su bendición, la vida para siempre. (Sal. 132) Dimensión espiritual La llamada de los hermanos Era una de esas personas que se dicen buenas, me gustaba alegrar la vida de los demás y compartir con ellos la felicidad y las risas. Pero me preguntaba a mí mismo ¿Qué querrá Dios de mí, si ya soy bueno? Un día, por despiste, se me ocurrió asomarme a la ventana de mi felicidad y descubrí la mirada triste del que está solo y marginado, el llanto del niño que tiene hambre, el dolor del enfermo, la lucha del que no tiene trabajo, la tristeza del que no tiene quien le ame… Todos me tendían sus manos, pero yo no entendía sus quejas, y les decía: - Yo ya soy feliz y bueno, ¿Qué queréis? Desde la ventana de mi felicidad yo te preguntaba: - Dios, ¿Qué hay que hacer para seguir siendo bueno? Y tú respondías siempre: - Escucha a tus hermanos, escucha a tus hermanos. - Miré sus manos, Señor, y oí el gemido de su voz: Sé la carrera del cojo, la vista del ciego, la voz del que no habla.

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Sé el pan del hambriento, la fuerza del que lucha, la alegría del triste, llora con el desconsolado y sonríe con el alegre. Y yo pregunté: - ¿Y mi alegría, mi felicidad, mi comodidad? Y tú respondías siempre: - Escucha a tus hermanos, escucha a tus hermanos. Decidí dejar la ventana de la felicidad; hice de mi tiempo, el tiempo de ellos, de mis días, nuestra vida; de mi sonrisa, nuestra alegría, de mi fe, tú presencia. Señor, hoy me presento ante ti, con las heridas, el hambre y los problemas de mis hermanos. Señor, que no me falten nunca ellos para poder seguir siendo feliz. Dimensión crítica Vivir el espíritu de familia, no es simplemente una opción pastoral estratégica, hoy tan urgente, sino una modalidad de realizar nuestro carisma y un objetivo que privilegiar en nuestra misión apostólica. “Como rasgo carismático característico, nosotros, salesianos y miembros de la Familia Salesiana, vivimos el espíritu de familia; como misión prioritaria compartimos con las familias, que nos confían a sus hijos, el deber de educarlos y evangelizarlos; como opción metodológica educativa, trabajamos recreando en nuestros ambientes el espíritu de familia” Don Bosco quería que en sus ambientes cada uno se sintiera como en su propia casa. La casa salesiana se convierte en una familia cuando el afecto es correspondido y todos, hermanos y jóvenes, se sienten acogidos y responsables del bien común. En un clima de mutua confianza y de perdón diario, se siente la necesidad y la alegría de compartirlo todo, y las relaciones se regulan no tanto recurriendo a la ley, cuanto por el movimiento del corazón y por la fe. Un testimonio así suscita en los jóvenes el deseo de conocer y seguir la vocación salesiana” En su “Comentario” al Aguinaldo 2006 el Rector Mayor se fija en este aspecto, relacionándolo con todo el marco más amplio de la familia. Éstas son algunas reflexiones que él nos presenta sobre el “espíritu de familia”: * “Para nosotros, hijos de Don Bosco, la familia no puede parecer un tema extraño a nuestra vida y a nuestra misión. Como animadores, conocemos bien la importancia de crear un clima de familia para la educación de los niños, adolescentes y jóvenes. Con tal fin, el ambiente mejor es el que toma como modelo base la familia: el que reproduce “la experiencia de la casa”, donde los sentimientos, las actitudes, los ideales, los valores se comunican vitalmente, con frecuencia con un lenguaje no verbal y, sobre todo, no sistemático, pero no menos eficaz y constante. * Como rasgo carismático característico, nosotros, salesianos y miembros de la Familia Salesiana, vivimos el espíritu de familia; como misión prioritaria compartimos con las familias, que nos confían a sus hijos, el deber de educarlos y evangelizarlos; como opción metodológica educativa, trabajamos recreando en nuestros ambientes el espíritu de familia” Formaciones Rumbo al Bicentenario - 49


La amabilidad es uno de los elementos indispensable para hacer que el joven viva la experiencia de una familia, que le ayuda a superar las dificultades en un clima de confianza y amistad, de apertura y de diálogo. Estamos llamados a ser en nuestros ambientes salesianos esa presencia amable y amiga, ese querer estar y participar de la misma vida de los jóvenes. Don Bosco vivió una rica experiencia de familiaridad con los muchachos a tal grado que todos se sentían felices con su sola presencia. Pero, ese espíritu de familia también abarca nuestras relaciones como parte de los diferentes grupos que componen esta gran familia. Es necesario que reflexionemos a profundidad, que momentos tenemos para encontrarnos como hermanos para compartir experiencias y animarnos mutuamente en esta misión que aunque con diferentes carismas, formamos un solo espíritu en Don Bosco. La carta de identidad de la familia salesiana en su artículo 10 nos hace una reflexión al respecto: “La historia, relativamente breve, de la Familia Salesiana testimonia que sin una comunión real se presenta el peligro de un progresivo empobrecimiento hasta la infidelidad al proyecto de Don Bosco. Advertir que sin los otros, los miembros de un determinado Grupo no pueden ser ellos mismos, debería ser una convicción cultivada por todos, inspirando lenguajes coherentes y actitudes concretas”. Si vivimos la comunión entre los diferentes grupos, sin duda convertiremos nuestros espacios de apostolado en una verdadera casa que acoge, que anima, que vive el espíritu de una verdadera familia, la familia de Don Bosco. Es importante que reflexionemos sobre nuestras formas de acercarnos a los jóvenes. Hoy está de moda la comunicación en las redes sociales, que si no estamos atentos puede llevarnos al aislamiento en nuestras comunidades y lo que es peor a no querer estar en contacto directo con los jóvenes, pues creemos que es suficiente el comunicarnos con un mensaje en el teléfono o en el Facebook. El Papa Francisco en su exhortación apostólica Evangelii Gaudium, nos hace conciencia en cómo debe ser nuestra actitud de evangelizadores de la gente, nos invita estar con nuestros destinarios, es decir a compartir su misma vida, para poder comprender sus necesidades tanto materiales como espirituales. “Mientras tanto, el Evangelio nos invita siempre a correr el riesgo del encuentro con el rostro del otro, con su presencia física que interpela, con su dolor y sus reclamos, con su alegría que contagia en un constante cuerpo a cuerpo. La verdadera fe en el Hijo de Dios hecho carne es inseparable del don de sí, de la pertenencia a la comunidad, del servicio, de la reconciliación con la carne de los otros. El Hijo de Dios, en su encarnación, nos invitó a la revolución de la ternura” (Evangelii Gaudium # 88)

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Ser cercanos al otro es un compromiso de todos los que hemos sido insertados en la Iglesia de Jesucristo, pues el primero que nos dio ejemplo de cercanía y convivencia fraterna es El. Según el Papa Francisco el desafío más grande que tenemos los cristianos es demostrar que nuestra vida tiene sentido cuando no aislamos al hermano, sino que la unión que tenemos con el mismo Jesucristo nos lleva a comprometernos en el servicio a los demás. Nunca debemos tratar de escapar de los demás, se trata más bien de aprender a descubrir el rostro de Cristo en el hermano necesitado. Termino con algunas de las características del corazón de Don Bosco que, nos hacen ver su manera de ser padre: Un padre de corazón tierno y fuerte … ternura, porque a los jóvenes de la calle les faltaba cariño … fuerte, porque necesitaba soportar tanto sufrimiento y dolor Un padre de corazón acogedor y realista … acogedor, porque les quería tal y como eran … realista, porque les preparaba para la vida Un padre de corazón misericordioso y exigente … misericordioso, para darles mil y una oportunidades … exigente para ayudarles a descubrir que madurar en la vida supone esfuerzo, responsabilidad y trabajo sacrificado. Un padre de corazón apasionado por Dios y por los jóvenes. Un padre… eso fue Don Bosco para aquellos jóvenes, no muy diferentes a muchos jóvenes que hoy viven en nuestras ciudades… en nuestro mundo. Se propone para profundizar más sobre este tema, hacer una reflexión sobre la carta del 10 de mayo de 1884, enviada por Don Bosco desde Roma, para animar a que en el Oratorio de Valdocco, jóvenes y salesianos volvieran a vivir un ambiente de familiaridad y confianza, presentado como indispensable para crecer en santidad. (Queda a la creatividad de cada grupo, la reflexión) Preguntas de reflexión 1. Partiendo de tu experiencia dentro de tu grupo. ¿Consideras que se vive verdaderamente un clima de familia y acogida tanto para los mismos miembros del grupo, como para los destinatarios? 2. ¿Podrías enumerar momentos específicos en los que se ha sentido el clima de familia dentro de tu grupo? 3. ¿Qué aspectos de la familiaridad de Don Bosco hace falta potenciar en la convivencia de tu grupo? 4. Don Bosco quería que nuestros ambientes estuvieran llenos de familiaridad y confianza. ¿Qué propones para mantener este ambiente de familia en la vida y misión de tu grupo?

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Oración final (Se puede hacer esta oración o también se propone el video o el audio: “me identifico con Don Bosco”) Qué bueno sentirse hermanos, hermanas, los unos de los otros. Qué bueno sentir la experiencia de la Fraternidad. Qué bueno, Señor Jesús, sentirse parte de una comunidad contagiosa de fraternidad. Todos unidos en comunidad somos piedras que sostienen la casa. Todos unidos en comunidad somos como las hojas que crecen en un gran árbol. Ésta es nuestra meta, nuestro reto, nuestro camino… Tú nos quieres, Jesús, miembros de un mismo grupo. Nos quieres sentados alrededor de tu Palabra y de tu pan. Tú nos has reunido con la fuerza de tu Espíritu de amor. Tú eres el centro y la fuerza de nuestras vidas. Tú llamaste a los Doce a juntarse como amigos a tu lado. Y les diste como norma el servicio y el compartir. Les diste el reto de olvidarse cada cual de sí mismo. Les desafiaste a ocupar el último lugar como norma en el vivir. Tú nos diste una ley para vivir en comunidad y ser hermanos y hermanas. Tu ley es para corazones que saben amar sin pedir nada a cambio. Tú nos diste el mandamiento nuevo para corazones nuevos. Tú hiciste del amor la norma esencial de tu Reino. Tú hiciste comunidad, Jesús, en la cruz alzada en alto. De tu pecho abierto en agua y sangre hemos nacido. Tú nos amaste hasta el extremo de dar tu vida sin medida. Tú nos hiciste de nuevo, en la casa de Dios, hijos. Tú nos dijiste, Jesús, que nadie tiene amor más fuerte que aquél que de verdad da la vida por el amigo. Danos saber buscar fecundidad en nuestras relaciones y que muramos, como muere para ser fecundo, el grano de trigo. Qué bueno sentirnos hacedores de comunidad fraterna. Qué bueno, Señor Jesús, tenerte a ti como centro de nuestra Comunidad.

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Anexo: dimensión histórica A la comunidad salesiana del Oratorio de Turín-Valdocco Sac. Gio. Bosco Roma, l0 mayo 1884 Mis queridísimos hijos en Jesucristo: Cerca o lejos siempre pienso en ustedes. Uno solo es mi deseo: el de verlos felices en el tiempo y en la eternidad. Este pensamiento, este deseo me animaron a escribirles esta carta. Siento, queridos míos, el peso de la lejanía de ustedes y no verlos y no oírlos me ocasionan una pena que no pueden imaginar. Por eso habría deseado escribirles esta carta hace una semana, pero las continuas ocupaciones me lo impidieron. Sin embargo, aunque faltan pocos días para mi vuelta, quiero anticipar mi ida entre ustedes, al menos por carta, al no poder hacerlo en persona. Son las palabras de quien los ama tiernamente en Jesucristo y tiene el deber de hablarles con la libertad de un padre. Y ustedes me los permitirán, ¿no es verdad? Y me prestarán atención y pondrán en práctica lo que voy a decirles. He afirmado que ustedes son el único y el continuo pensamiento de mi mente. Pues bien, una de las noches pasadas, me había retirado a mi habitación y, mientras me disponía para ir a descansar, había empezado a decir las oraciones que me enseñó mi buena madre. En aquel momento, no sé exactamente si vencido por el sueño o fuera de mí por una distracción, me pareció que se me ponían delante dos de los antiguos jóvenes del Oratorio. Uno de estos dos se me acercó y después, de haberme saludado afectuosamente, me dijo: - Oh, Don Bosco, ¿me conoce? - Claro que te conozco: respondí. - ¿Y se acuerda todavía de mí?, añadió aquel hombre. - De ti y de todos los demás. Tú eres Valfré, y estabas en el Oratorio antes de 1870. - ¡Vaya! continuó Valfré, ¿quiere ver a los jóvenes que estaban en el Oratorio en mis tiempos? - Sí, házmelos ver, respondí yo; me dará un enorme placer. Y Valfré me mostró a todos los jóvenes con las mismas facciones y con la estatura y la edad de aquel tiempo. Me parecía estar en el antiguo Oratorio a la hora del recreo. Era una escena llena de vida, todo movimien¬to, toda alegría. Uno corría, otro saltaba, otro hacía saltar. En un sitio se jugaba a la rana, en otro a la barra rota y al balón. En un lugar se había reu¬nido un grupo de jóvenes que estaban pendientes de los labios de un sacerdote que les contaba una historieta. En otro lugar un clérigo en medio de otros jóvenes jugaba al burro vuela y a los oficios. Se cantaba, se reía por todas partes y en todas partes clérigos y sacerdotes, y alrededor de ellos los jóvenes alborotaban alegremente. Se veía que entre los jóvenes y los superiores rei¬naba la mayor cordialidad y confianza. Yo estaba encantado con aquel es¬pectáculo, y Valfré me dijo: Formaciones Rumbo al Bicentenario - 53


- Mire: la familiaridad produce afecto, y el afecto produce confianza. Esto abre los corazones y los jóvenes manifiestan todo sin temor a los maestros, a los asistentes y a los superiores. Son francos en la confesión y fuera de la confesión y se ofrecen con docilidad a todo lo que les quiera mandar aquel del que saben con seguridad que los quiere. En aquel momento se acercó a mí el otro antiguo alumno mío que tenía la barba blanca y me dijo: - Don Bosco, ¿quiere ahora conocer y ver a los jóvenes que están ahora en el Oratorio? (Éste era Giuseppe Buzzetti). - ¡Sí!, respondí yo; ¡porque hace ya un mes que no los veo! Y me los señaló. Vi el Oratorio y a todos ustedes que hacían recreo. Pero no oía ya gritos de alegría y cantos, no veía ya aquel movimiento, aquella vida como en la primera escena. En los actos y en las caras de muchos jóvenes se leían un tedio, un cansancio, un disgusto, una desconfianza que apenaban mi corazón. Es verdad que vi a muchos que corrían, que jugaban, que se movían con una feliz espontaneidad, pero veía a otros, y no pocos, que estaban solos, apoyados en las columnas, dominados por pensamientos tristes; otros estaban por las escaleras o en los pasillos o en la barandilla de la parte del patio para sustraerse al recreo común; otros paseaban lentamente en grupos, hablando en voz baja entre ellos, echando miradas alrededor, sospechosas y malignas. A veces sonreían, pero con una sonrisa acompañada de miradas que hacían no sólo sospechar, sino creer que San Luis habría enrojecido si hubiese estado en compañía de ellos; también entre los que jugaban había algunos tan desganados, que hacían ver claramente que no encontraban agrado en los juegos. - ¿Has visto a tus jóvenes?, me dijo aquel antiguo alumno. - Los veo, respondí suspirando. - ¡Qué diferentes son de como éramos nosotros entonces!, exclamó aquel viejo alumno. - ¡Por desgracia! Cuánta desgana en este recreo. - Y de aquí proviene la frialdad de muchos en acercarse a los santos sacramentos, el descuido de las prácticas de piedad en la iglesia y en otras partes; el estar a disgusto en el lugar en el que la divina Providencia los lle¬na de todo bien para el cuerpo, para su alma, para la mente. De aquí que no correspondan muchos a su vocación; de aquí las ingratitudes hacia los superiores; de aquí los secretos y las murmuraciones, con todas las otras consecuencias deplorables. - Entiendo, comprendo, respondí yo. Pero ¿cómo se puede animar a estos mis queridos jóvenes, para que vuelvan a tener la viveza antigua, alegría, expansión? - ¡Con el amor! - ¿Amor? ¿Pero no se ama bastante a mis jóvenes? Tú sabes que yo los amo. Tú sabes lo que he sufrido y soportado a lo largo de cuarenta años y lo que aguanto y sufro aún ahora. Cuántos fastidios, cuántas humillaciones, 54


cuántas oposiciones, cuántas persecuciones para darles pan, casa, maestros y, especialmente, para procurarles la salvación de sus almas. He hecho cuanto he sabido y podido por ellos que constituyen el afecto de toda mi vida. - ¡No hablo de ti! - ¿De quién, entonces? ¿De los que hacen mis veces? ¿De los directores, prefectos, maestros, asistentes? ¿No ves que son mártires del estudio y del trabajo? ¿Cómo consumen sus jóvenes años por los que les confió la divina Providencia? - Lo veo, me doy cuenta; pero esto no basta: falta lo mejor. - ¿Qué falta entonces? - Que los jóvenes no sólo sean amados, ¡sino que ellos mismos se den cuenta de que son amados! - ¿Pero no tienen ojos en la cara? ¿No tienen la luz de la inteligencia? ¿No ven que lo que se hace por ellos es todo por amor a ellos? - No, lo repito; eso no basta. - ¿Qué hace falta entonces? - Que amándolos en las cosas que les agradan, participando en sus inclinaciones infantiles, aprendan a ver el amor en las cosas que naturalmente les agradan poco; como son la disciplina, el estudio, la mortificación de sí mismos, y que aprendan a hacer estas cosas con amor. - ¡Explícate mejor! - Observa a los jóvenes en el recreo. - Observé y después repliqué: —¿Y qué hay de especial que ver? - ¿Hace tantos años que está educando y no entiende? ¡Mire mejor! ¿Dónde están nuestros Salesianos? Observé y vi que muy pocos sacerdotes y clérigos se mezclaban entre los jóvenes y menos aún tomaban parte en sus diversiones. Los superiores no eran ya el alma del recreo. La mayor parte de ellos paseaban hablando entre ellos, sin fijarse en lo que hacían los alumnos; otros miraban el recreo sin preocuparse de los jóvenes; otros vigilaban así, de lejos, sin llamar la atención al que cometía alguna falta; alguno sí llamaba la atención, pero con actitud amenazadora y eso raramente. Había algún salesiano que hubiera querido meterse en algún grupo de jóvenes, pero vi que aquellos intentaban estudiadamente alejarse de los maestros y de los superiores. Entonces aquel amigo mío prosiguió: - En los viejos tiempos del Oratorio, ¿no estaba usted siempre en medio de los jóvenes y especialmente a la hora de los recreos? ¿Se acuerda de aquellos hermosos años? Era una alegría de paraíso, una época que recordamos siempre con amor, porque el amor era lo que servía de regla, y nosotros no teníamos secretos para usted. - ¡Es verdad! Y entonces todo era alegría para mí y en los jóvenes un impulso para acercarse a mí para hablarme, y un ansia viva de oír mis consejos y ponerlos en práctica. Pero veo que ahora las audiencias continuas y los asuntos multiplicados y mi salud me lo impiden.

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- Está bien; pero si usted no puede, ¿por qué los salesianos no se convierten en imitadores suyos? ¿Por qué no insiste, no exige que traten a los jóvenes como los trataba usted? - Yo hablo, echo los pulmones, pero por desgracia muchos no se sienten con ganas de trabajar como entonces. - Y, por tanto, descuidando lo menos pierden lo más y este más son sus fatigas. Que amen lo que gusta a los jóvenes y los jóvenes amarán lo que gusta a los superiores. Y de este modo será fácil su fatiga. La causa de este cambio en el Oratorio es que un cierto número de jóvenes no tiene confianza con sus superiores. Antes, los corazones estaban todos abiertos a los superiores, a los que los jóvenes amaban y obedecían prontamente. Pero ahora se considera a los superiores como superiores y no ya como padres, hermanos y amigos; por tanto se les teme y se les ama poco. Por eso, si se quiere hacer un solo corazón y un alma sola por amor de Jesús, hace falta que se rompa esa barrera fatal de la desconfianza y sustituya a ésta una confianza cordial. Que la confianza guíe, por tanto, al alumno como la madre guía a su hijito. Entonces reinarán en el Oratorio la paz y la alegría antigua. - ¿Qué hacer, pues, para romper esa barrera? - Familiaridad con los jóvenes, especialmente en los recreos. Sin fa¬miliaridad no se demuestra el amor y, sin esta demostración, no puede ha¬ber confianza. El que quiera ser amado hace falta que haga ver que ama. Jesucristo se hizo pequeño con los pequeños y cargó con nuestras debilida¬des. He ahí el maestro de la familiaridad. El maestro al que se ve sólo en la cátedra es maestro y nada más, pero, si comparte recreo con los jóvenes, se hace como hermano. Si se ve a uno sólo predicar desde el púlpito, se dirá que no hace ni más ni menos que su deber, pero si dice una palabra en el recreo es la palabra de uno que ama. Cuántas conversiones provocaron al¬gunas palabras suyas hechas oír de improviso al oído de un joven, mientras se divertía. El que sabe que se le ama, ama; y el que es amado, obtiene to¬do, especialmente de los jóvenes. Esta confianza introduce una corriente eléctrica entre los jóvenes y los superiores. Los corazones se abren y hacen conocer sus necesidades y manifiestan sus defectos. Este amor hace sopor¬tar a los superiores las fatigas, los tedios, las ingratitudes, las molestias, las faltas, las negligencias de los jóvenes. Jesucristo no partió la caña rota, ni apagó la mecha humeante. El es nuestro modelo. Entonces no se verá ya quien trabaje por vanagloria; quien castigue sólo para vengar el amor propio ofendido; quien se retire del campo de la vigilancia por el ce¬lo de una preponderancia que teme de otro; quien murmure de los demás queriendo que los jóvenes le aprecien y quieran, excluidos todos los demás superiores y ganándose desprecio e hipócritas zalamerías; quien se deje robar el corazón por una criatura y, por hacerle la corte, descuide a todos los demás muchachos; quien por amor a la propia comodidad no aprecie el deber estrechísimo de la vigilancia, quien por un vano respeto humano se abstenga de llamar la atención a quien se deba. Si hay ese amor verdadero, no se buscará más que la gloria de Dios y la salvación de las almas. Cuando languidece ese amor es cuando las cosas no van ya bien. ¿Por qué se quiere sustituir el amor con la frialdad 56


de un reglamento? ¿Por qué se alejan los superiores de la observancia de las reglas de educación que les ha dado Don Bosco? ¿Por qué el sistema de prevenir con la vigilancia y el cariño los desórdenes se va sustituyendo poco a poco por el sistema menos pesa¬do y más rápido para el que manda de establecer leyes que se mantienen con los castigos, encienden odios y producen disgustos; si se descuida ha¬cerlas observar, producen desprecio hacia los superiores y son causa de gravísimos desórdenes? Y esto sucede necesariamente si falta la familiaridad. Si se quiere, pues, que el Oratorio vuelva a la antigua felicidad, póngase en vigor el antiguo sistema; que el Superior sea todo para todos, dispuesto a escuchar siempre cualquier duda o queja de los jóvenes, todo mirada para vigilar paternalmente su conducta, todo corazón para buscar el bien espiritual y temporal de los que la Providencia le ha confiado. Entonces los corazones no estarán ya cerrados y no reinarán ya ciertos secretos que matan. Sólo en caso de inmoralidad sean los superiores inexorables. Es mejor correr el peligro de echar de casa a un inocente que retener a un escandaloso. Que los asistentes consideren un estricto deber de conciencia referir a los superiores todas las cosas que conozcan que son de cualquier modo ofensa de Dios. Entonces le pregunté: - ¿Y cuál es el mejor medio para que triunfen esa familiaridad y ese amor y confianza? - La observancia exacta de las reglas de la casa. - ¿Y nada más? - El mejor plato de una comida es el de la buena cara. Mientras terminaba de hablar de este modo mi antiguo alumno, y yo seguía observando con vivo disgusto aquel recreo, me fui sintiendo poco a poco oprimido por un gran cansancio que iba creciendo cada vez más. Esta opresión llegó al punto de que no pude resistir más, me sentí sacudido y me desperté. Me encontré de pie junto a la cama. Mis piernas estaban tan hinchadas y me dolían tanto, que no podía estar de pie. Era muy tarde y, por tanto, me fui a la cama, decidido a escribir estas líneas a mis queridos hijos. Yo deseo no tener estos sueños porque me cansan demasiado. Al día siguiente me sentía deshecho y no deseaba más que llegase la hora de poder descansar la noche siguiente. Pero he aquí que apenas me acosté, volvió a comenzar el sueño. Tenía delante el patio, los jóvenes que están ahora en el Oratorio, y el mismo antiguo alumno del Oratorio. Yo empecé a preguntarle: - Lo que me dijiste lo haré saber a mis salesianos; pero a los jóvenes del Oratorio, ¿qué debo decirles? Me respondió: - Que se den cuenta de todo lo que los superiores, los maestros, los asistentes sufren y se esfuerzan por su amor, porque si no fuese por su bien no se someterían a tantos sacrificios; que recuerden que la humildad es la fuente Formaciones Rumbo al Bicentenario - 57


de toda tranquilidad; que sepan soportar los defectos de los demás porque en el mundo no se encuentra la perfección, sino que sólo se da en el paraíso; que dejen las murmuraciones porque enfrían el corazón; y sobre todo que procuren vivir en la santa gracia de Dios. Quien no tiene paz con Dios no tiene paz consigo, no tiene paz con los demás. - Entonces, ¿tú me dices que hay entre mis jóvenes algunos que no están en paz con Dios? - Ésta es la primera causa del mal humor, entre las otras que tú sabes, a las que debes poner remedio, y que no hace falta que te diga ahora. Efectivamente, no desconfía más que el que tiene secretos que guardar, más que el que teme que estos secretos lleguen a conocerse, porque sabe que sufriría por ello vergüenza y desprecio. Al mismo tiempo, si el corazón no está en paz con Dios permanece angustiado, inquieto, no sufre la obediencia, se irrita por nada, le parece que toda va mal y, ya que él no tiene amor, cree que los superiores no le aman. - Y, sin embargo, querido mío, ¿no ves cuánta frecuencia de confesiones y comuniones hay en el Oratorio. - Es verdad que la frecuencia de las confesiones es grande, pero lo que falta radicalmente, en muchos jóvenes que se confiesan, es la fidelidad a los propósitos. Se confiesan, pero siempre de las mismas faltas, de las mismas ocasiones próximas, de los mismos malos hábitos. Las mismas desobediencias, los mismos descuidos de sus deberes. Así se va adelante por meses, y hasta por años así siguen algunos hasta la 5ª de segunda enseñanza. Son confesiones que valen poco o nada; por tanto no dan paz y, si un joven fuese llamado en ese estado al tribunal de Dios, sería un asunto serio. - ¿Y hay muchos de éstos en el Oratorio? - Pocos en relación con el gran número de jóvenes que hay en la casa… Observe. Y me los señalaba. Yo miré y vi a esos jóvenes uno a uno. Pero en estos pocos vi cosas que amargaron profundamente mi corazón. No quiero ponerlas sobre el papel, pero, cuando esté de vuelta, quiero decírselas a cada uno de los que allí estaban. Aquí les diré sólo que es tiempo de rezar y de tomar firmes resoluciones; proponer no con palabras sino con hechos, y hacer ver que los Comollo, los Domingo Savio, los Besucco y los Saccardi viven todavía entre nosotros. Por último pregunté a aquel amigo: - ¿Tienes algo más que decirme? - Predica a todos, grandes y pequeños, que recuerden siempre que son hijos de María Santísima Auxiliadora. Que ha sido ella misma la que los ha reunido aquí para alejarlos de los peligros del mundo, para que se amen como hermanos y para que den gloria a Dios y a ella con su buena conducta. Que es la Virgen la que les provee de pan y de medios para estudiar con infinitas gracias y portentos. Que recuerden que están en la víspera de la fiesta de su Santísima Madre y que con su ayuda debe caer esa barrera de desconfianza que el demonio ha sabido levantar entre los jóvenes y los 58


superiores y de la que sabe valerse para la ruina de algunas almas. - ¿Y lograremos eliminar esa barrera? - Sí, sin duda, con tal de que mayores y pequeños estén dispuestos a sufrir alguna pequeña mortificación por amor de María y pongan en práctica lo que les he dicho. Mientras tanto, yo seguía mirando a mis jóvenes y, ante el espectáculo de los que veía encaminados hacia la eterna perdición, sentí tal angustia en el corazón, que me desperté. Desearía contarles aún muchas cosas importantísimas que vi, pero el tiempo y las circunstancias no me lo permiten. Concluyo: ¿Saben qué desea de ustedes este pobre viejo que por sus queridos jóvenes ha consumido toda su vida? Nada más que, hechas las debidas proporciones, vuelvan los días felices del antiguo Oratorio. Los días del amor y de la confianza cristiana entre los jóvenes y los superiores; los días del espíritu de condescendencia y sufrimiento por amor de Jesu¬cristo de los unos hacia los otros; los días de los corazones abiertos con to¬da sencillez y candor, los días de la caridad y de la alegría para todos. Ne¬cesito que me consuelen, dándome la esperanza y la promesa de que harán todo lo que deseo por el bien de sus almas. Ustedes no saben bien qué suerte han tenido al haber sido recibidos en el Oratorio. Ante Dios les aseguro: basta que un joven entre en una casa salesiana para que la Vir¬gen Santísima lo tome inmediatamente bajo su protección especial. Pongámonos, pues, todos de acuerdo. La caridad de los que mandan y la caridad de los que tienen que obedecer hagan reinar entre nosotros el espíritu de San Francisco de Sales. Queridos hijos míos, se acerca el tiempo en el que ten¬go que separarme de ustedes y partir para mi eternidad (Nota del Secretario. En este momento, Don Bosco dejó de dictar; los ojos se le llenaron de lágrimas, no por sufrimiento, sino por la inefable ternura que transparentaba su mirada y el sonido de su voz: después de algunos momentos continuó). Por tanto, yo deseo dejarlos, sacerdotes, clérigos, jóvenes queridísimos, en el ca¬mino del Señor en el que él mismo les desea. A este fin el Santo Padre al que vi el viernes, 9 de mayo, les envía de todo corazón su bendición. El día de la fiesta de María Auxiliadora me encontraré con ustedes ante la efigie de nuestra amorosísima Madre. Quiero que esta gran fiesta se celebre con toda solemnidad y que D. Lazzero y D. Marchisio piensen en que también estemos alegres en el comedor. La fiesta de María Auxiliadora debe ser el preludio de la fiesta que debemos celebrar todos juntos unidos un día en el paraíso. Su afmo. amigo en J. C., Sac. Gio. Bosco

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Dimensión Fraterna

11. Comunión, participación y corresponsabilidad en la Familia Salesiana “En la mente y en el corazón de Don Bosco la Familia Salesiana es UNA, de una unidad que se fundamenta en la comunión del espíritu y de la misión, al servicio total de la juventud y del pueblo. Realiza así, a nivel superior, una verdadera comunidad en la cual todos los miembros están integrados según sus propios dones, sus funciones específicas y las diversas formas de vida posibles en el seno de la Iglesia” (Don Luis Ricceri-VI Sucesor de Don Bosco)

Dimensión Bíblica Romanos 12, 4 - 6 Porque así como en un solo cuerpo tenemos muchos miembros y no todos los miembros tienen una misma función, así también nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo al quedar unidos a Cristo, y somos miembros los unos de los otros. Puesto que tenemos dones diferentes, según la gracia que Dios nos ha confiado.

Dimensión Carismática CARTA DE LA IDENTIDAD CARISMÁTICA de la Familia Salesiana de Don Bosco Art. 19. Comunión y colaboración en la misión El lazo que une a los miembros de nuestra Familia es el de una «comunión misionera». Los diversos Grupos, por eso, están llamados a vivir el don 60


de la comunión que procede de Dios, desplegando el servicio evangélico, común y sin embargo diferenciado según los destinatarios específicos, los objeticos peculiares y los diferentes estilos. Don Bosco mostró en toda su acción de educador, pastor y fundador una gran capacidad de intuir las posibilidades y las dotes de cada uno, de corresponsabilizar aun a los más jóvenes entre sus colaboradores, de armonizar en el trabajo apostólico competencias muy diversas, distinguir para cada uno un trabajo adecuado a su índole, a su ingenio, a su formación. Fue siempre consciente de la necesidad de una caridad cooperativa en el servicio educativo y pastoral, convencido de que el Espíritu Santo suscita los carismas en beneficio de toda la Iglesia. La comunión entre los Grupos en y para la misión se está mostrando cada vez más indispensable para el compromiso educativo y misionero; en efecto se advierte como urgente la necesidad de conectar las intervenciones, de proponer diversos modelos de vida cristiana y de garantizar ministerios complementarios. Así, trabajar juntos intensifica la eficacia del testimonio, hace más convincente el anuncio del Evangelio, favorece una caridad apostólica más viva, permite profundizar los rasgos característicos de cada Grupo mientras manifiesta y potencia la identidad de la Familia en la comunión y en la misión. Por esto, aun respetando la autonomía de cada Grupo, hay que custodiar y, si es necesario, inventar formas posibles de colaboración. Art. 21. Corresponsabilidad apostólica La corresponsabilidad requiere, como condición previa, que cada Grupo asegure una capacidad autónoma en cuanto a su desarrollo, a la formación de los socios, a las iniciativas apostólicas y que realice, con el mayor esfuerzo posible, la vocación y misión específicas garantizando, dentro de sí mismo, la vitalidad que es fruto de fidelidad y creatividad. Son deseables además: 1. Las colaboraciones entre Grupo y Grupo para realizar la misión salesiana en sus diversos sectores y campos y en las diferentes clases de obras; 2. La colaboración de los Grupos que viven y trabajan en el mismo territorio, en unión con las estructuras pastorales de la Iglesia local y las instituciones civiles, de modo que se ofrezca la aportación salesiana, variada en sus riquezas y contenidos, para la construcción común de la civilización del amor. Es obvio que la realización de un proyecto común impone un camino de convergencia que puede llevar consigo, a veces, la renuncia a puntos de vista especiales o a perspectivas ligadas sólo al Grupo de pertenencia.

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La corresponsabilidad requiere, en todo caso, el esfuerzo común por alcanzar algunos objetivos compartidos. Todos los Grupos están llamados a difundir, con los valores del Evangelio, los rasgos característicos de la identidad carismática y espiritual de la Familia apostólica de Don Bosco. Ellos cualifican a toda la Familia y por eso no pueden ser preocupación sólo de algunos Grupos. Todos, también cada miembro, son responsables, en primera persona, de animar y promover la herencia espiritual recibida. Los objetivos que deben reconocer como propios y perseguir cada Grupo son: 1. Compartir la preocupación educativa en el contexto histórico actual, buscando los caminos más oportunos para educar a los jóvenes en los valores fundamentales de la vida y en el encuentro con el Evangelio.

2. Hacer conocer el Sistema preventivo: representa la síntesis de la sabiduría pedagógica de Don Bosco y constituye el mensaje profético que ha dejado a sus herederos y a toda la Iglesia. Es una experiencia espiritual y educativa que se vive sobre la razón, la religión y el cariño. Razón subraya los valores del humanismo cristiano, como la búsqueda de sentido, el trabajo, el estudio, la amistad, la alegría, la piedad, la libertad no exenta de responsabilidad, la armonía entre sensatez humana y sabiduría cristiana. Religión significa dejar sitio a la Gracia que salva, cultivar el deseo de Dios, favorecer el encuentro con Cristo Señor ya que ofrece un sentido pleno a la vida y una respuesta a la sed de felicidad, insertarse progresivamente en la vida y en la misión de la Iglesia.

Cariño expresa la necesidad de que, para mantener una relación educativa eficaz, no sólo se quiera a los jóvenes sino que ellos sientan que se los quiere; es un estilo especial de relaciones y es un querer que despierta las energías del corazón juvenil y las hace madurar hasta la entrega. Razón, religión y cariño son hoy, más que ayer, elementos indispensables para la acción educativa y fermentos preciosos para dar vida a una sociedad más humana, en respuesta a las expectativas de las nuevas generaciones.

3. Difundir con el testimonio y la palabra el espíritu salesiano: el humanismo salesiano apuesta por cada persona, y compromete a los educadores a trabajar incansablemente por su crecimiento, aun en condiciones tal vez difíciles; es la premisa para una nueva civilización del amor. 62


4. Promover el Movimiento salesiano: Don Bosco implicaba a muchos en su designio educativo y misionero; pedía, en todos los niveles, atención hacia sus muchachos y hacia la gente necesitada. Un amplio Movimiento salesiano y la unión entre las múltiples fuerzas que trabajan en él son un ofrecimiento útil para todos.

Dimensión histórica En una carta a Juan Cagliero (27 de abril de 1876) Don Bosco escribía: “Antes podría ser suficiente unirse en la oración, pero hoy en día, que existen tantos medios de perversión, sobre todo como amenazas a la juventud, es imprescindible unirse en el campo de la acción y actuar”. Lo repite en el Boletín Salesiano de enero de 1878, dirigiéndose a los Cooperadores: “Necesitamos unirnos dirigiendo nuestra mirada al mismo fin y usando los mismos medios para alcanzarlo. Unámonos, pues, como una sola familia con los vínculos de la caridad fraterna”:

Para reflexionar-compartir ¿Cuál es mi actitud con los demás miembros de la Familia Salesiana? ¿Qué elementos específicos de mi vocación ofrezco a ellos? ¿Qué riquezas recibo de los demás Grupos?

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12. Nuestra presencia y apostolado se caracteriza por ser amable y bondadosa, optimista y alegre “Se puede pagar por una carga de oro, pero morimos en deuda con aquellos que son amables” (Antiguo proverbio Maya) Don Bosco se inspiró en San Francisco de Sales para llevar adelante su apostolado en favor de los jóvenes pobres, abandonados y en peligro. Su caridad pastoral y la amabilidad de su bondad fueron determinantes en el estilo que Don Bosco vivió y transmitió a sus muchachos en los mismos orígenes de la fundación de la Congregación Salesiana. Como nos ha dejado escrito Don Rua, el 26 de enero de 1854 don Bosco propuso a cuatro jóvenes del Oratorio de San Francisco de Sales, hacer un «ejercicio práctico de caridad». «Desde ese día, escribe don Rua, fue puesto el nombre de salesianos a los que se propusieron y se propondrán dicho ejercicio». Inspirados en la bondad y en el celo pastoral del santo de la caridad, Don Bosco nos ha dado el nombre de salesianos y nos ha indicado un programa de vida en la máxima “Da mihi animas, cetera tolle”. Y en Don Bosco, inspirado en San Francisco de Sales, tiene origen un vasto movimiento de personas, que en diferentes modos, trabajan por la salvación de los jóvenes: La Familia Salesiana. Esta es nuestra fuente y nuestra inspiración: la mansedumbre, la amabilidad, la pasión pastoral. Rasgos distintivos de amabilidad del salesiano y la salesiana La amabilidad demostrada no son ideas o “slogans”, se trata más bien de actitudes concretas como parte de un diario vivir; ser amable no es ser cortés u ofrecer algo a una visita, ceder el asiento en el autobús; por amabilidad entenderemos una manera de relacionarnos con los demás de forma sincera

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e íntegra, demostrada en actitudes concretas como hábitos concretos del comportamiento salesiano (PERAZA, 2013): 1. El interés por el otro 2. La búsqueda 3. El acercamiento 4. La acogida 5. La relación 6. El respeto 7. La sinceridad y la franqueza 8. La atención a las personas en: sus síntomas, sus modos de ser y de manifestarse, sus carencias y búsquedas, sobre todo a los jóvenes. 9. El aprecio 10. La confianza 11. La escucha 12. La paciencia, la disculpa y el perdón 13. El diálogo 14. El acompañamiento solidario Quienes optamos por vivir nuestro cristianismo al estilo “Salesiano” nos distinguimos por vivir coherentemente con lo enumerado. Si lo vemos de manera profunda nos damos cuenta que es seguir el mandato de Jesús: “Amar al prójimo, como a uno mismo” (Marcos 12, 28-34) Entonces, ¿qué es ser amable?: Es hacernos fáciles de amar...es hacernos amar...y supone ser familiares, confiables, capaces de amar incondicionalmente, capaces de demostrar amor... para que los demás se acerquen con facilidad, sobre todo nuestros destinatarios y familiares, quienes deberían encontrar en nosotros siempre la acogida cálida. (PERAZA, 2013). La amabilidad demostrada debe ayudarnos a ser signos de encuentro, respeto, tolerancia y corresponsabilidad, en una sociedad muy polarizada entre izquierdas y derechas, maniqueista por lo que unos creen bueno y malo, nuestra presencia debe ser sensible, significativa para poder realizar lo que nuestros acuerdos de paz mandaron: la reconciliación, el sistema preventivo deberíamos poderlo proyectar no solo a través de la educación de nuestros destinatarios, por medio de un proyecto de vida inspirado en el que deberíamos a la vez poder permear los ambientes en los que nos desenvolvemos, siendo puntos de conexión, de corresponsabilidad, para la formación de una sociedad más humana, por medio de un tejido social diverso Don Bosco y la Alegría En los primeros años en los que Don Bosco da comienzo a su Oratorio, muchos sacerdotes, cerca y lejos de él, tienen el mismo empeño: hacer el bien a los muchachos pobres. Su actitud tiene una característica común, que podemos llamar «afabilidad seria». Basta leer los reglamentos de San Luis Pavoni, fundador de los Oratorios de Brescia, los Manuales de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, el Reglamento que Monseñor Gastaldi dio al Seminario de Turín. Hay que ser amables con los jóvenes pero no permitir que alcen Formaciones Rumbo al Bicentenario - 65


demasiado la voz, que tengan una alegría rumorosa. Hay que imponerles silencio, recogimiento; de lo contrario, se desencadena en los muchachos la «fierecilla». La amabilidad de Don Bosco tiene una característica diversa: es «alegre». El, que ha correteado de niño por las colinas de I Becchi, que, de joven, ha hecho excursiones por las colinas de Turín, conoce el valor de la alegría rumorosa, del desencadenamiento alegre de las energías encerradas en aquel cartucho explosivo al que llamamos juventud. El mismo invita a los jóvenes con las palabras de Felipe Neri: «Jugad, saltad, armad jaleo. A mí, sólo me interesa que no cometáis pecados.» Algunas frases de Don Bosco sobre la Alegría: • Muéstrate siempre alegre, pero que tu sonrisa sea sincera. (Me.B. VI, 697). • Dios favorece al hombre alegre. (IX, 819). • El demonio no puede resistir a la gente alegre. (X, 648). • Alegría, oración y comunión son el secreto de nuestra resistencia (fortaleza). (X, 1178). • Si Mientras conserveis vuestra alegria, os alejareis del pecado. (III, 603). • Quieres una vida alegre y tranquila, procura estar siempre en gracia de Dios. (XII, 133). He querido citar al propio Don Bosco para comprender su concepción de la alegría. La alegría que el santo enseña a sus jóvenes no es una alegría solamente basada en la mera diversión, o meramente un momento de buen humor que desata carcajadas hasta hacerlos llorar de la risa !que es algo que recomiendo!; Don Bosco comprende que una alegría serena, como él le llamo, proviene de un corazón con una fuerte relación con Dios, es decir, no se puede pensar en alegría sin estar en gracia de Dios, ya que, es de la coherencia cristiana con la que se vive de donde brota la alegría. La alegría en Don Bosco como el mismo lo enseñó, no es la ausencia de problemas o una vida sin dificultades, la alegría vista como la felicidad, que es la actitud con la que se enfrenta la vida, con determinación y pasión, es decir “El Saber por qué se vive”. Julio Barberis uno de sus oratorianos y luego salesiano afirmaba; “cuando Don Bosco anda más alegre ¡es cuando más problemas tiene!; Don Pascual Chávez nos lo recuerda: Ayudar a los jóvenes a encontrar el sentido de la vida, la vida como vocación (CHÁVEZ, 2011), sobre todo en un mundo convulsionado. Por ello solo aquel o aquella que sabe por qué vive, es capaz de experimentar la alegría de la vida como un lugar donde encontrar a Dios en los detalles, en las pequeñas cosas, y no en la tormenta espiritualista de esta época, marcada por el emocionalismo y la falta de razón. Pero el papa Paulo VI nos hace una actualización de la alegría cristiana en nuestros tiempos, que se experimenta en la armonía con la naturaleza, y sobre todo en la experiencia del encuentro, la participación y la comunión con los demás (MONTINI, 1975).

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Don Bosco entendió desde sus contexto histórico la alegría de estar con el Señor, pero después del Concilio Vaticano II ¿cómo deberíamos entenderla?. Para ello es importante releer la encíclica del papa Paulo VI sobre la alegría: Gaudete in Domino, publicada en 1975 y que nos contextualiza la alegría del cristiano en un nuevo escenario, diferente y con aspectos comunes al de Don Bosco. En este documento el papa Montini nos revela que el objetivo de la alegría es preparar con ardor una tierra más habitable y más fraternal; a realizar sin tardanza la justicia y la caridad para un desarrollo integral de todos, no puede olvidarse el deber primordial de amar al prójimo, sin el cual sería poco oportuno hablar de alegría. ¿Pero qué entenderemos por alegría? Enraizarse en Cristo y conformarse a Él es la alegría más profunda para un hijo de Don Bosco. (Carta de Identidad de la Familia salesiana Art. 24) Harold Koenig afirma en sus investigaciones, que la alegría es diferente de las emociones buenas como la felicidad, la satisfacción, el alivio e incluso el bienestar. La alegría es diferente de la felicidad, la cual es una emoción positiva temporal ligada a las circunstancias, el aumento del salario, cuando un hijo llega de la escuela con una excelente calificación, pero es difícil experimentar felicidad en medio del sufrimiento y el dolor, pero si podemos sentir alegría en estas situaciones. La alegría es distinta de la satisfacción con la vida. La satisfacción es una emoción duradera asociada con estar complacidos o no tener sentimientos negativos, al igual que la felicidad está relacionada con circunstancias positivas de la vida, ella no incluye el gozo, un sentimiento celestial característico de la alegría. La alegría es diferente del alivio, el cual es un sentimiento que se experimenta después de enterarnos de que algo que temíamos o nos molestaba se ha resuelto con una consecuencia favorable, el bulto en el seno de mi esposa no era cáncer, mi hija no salió fuertemente herida en el accidente, no voy a perder mi trabajo, al igual que la felicidad, la satisfacción el alivio está fuertemente ligado a eventos personales. La alegría es distinta del bienestar, el bienestar es un sentimiento de felicidad perdurable que está relacionado con una percepción general de que las cosas están bien. La experiencia de bienestar se queda corta ante la alegría, porque el bienestar es 100% una vivencia terrenal, no necesita estar conectada a lo trascendente, a lo espiritual, como por ejemplo un funcionario corrupto, un narcotraficante, o gente honesta con mucha fortuna, que tiene todo resuelto. La alegría es la emoción positiva más pura y sublime que pueden sentir los seres humanos. Imaginemos el nacimiento del primogénito profundamente deseado por una pareja de esposos, emerge del vientre, estalla en llanto, luego después de estar acostada en el pecho de la madre por un momento deja de llorar, y abre los ojos mirándolo todo en silencio, ese sentimiento que Formaciones Rumbo al Bicentenario - 67


experimentan los padres se llama alegría, ser cooperadores del creador de la vida. Imaginémonos la sensación de una religioso o religiosa la hacer su opción de vida de entrega al señor, y confirmarla en la misión de atender a aquellos jóvenes que nadie quiere, los abandonados donde encuentra al Dios que le eligió, es allí donde se vive la alegría. Podemos también imaginarnos aquellos esposos que por alguna razón no pueden tener hijos, y que han descubierto la vocación desde su conyugalidad como fermento para una sociedad más humana, fraterna y responsable. La alegría es especial porque las personas pueden percibirla en circunstancias difíciles e incluso sentir pequeñas dosis de alegría en medio del sufrimiento o de otras emociones negativas como la depresión. La fuente de la alegría según Koenig, en sintonía con el papa Paulo VI, es de naturaleza espiritual (KOENIG, 2010). La alegría es motivada por el espíritu, y por ello está disponible para todos. La alegría es una experiencia espiritual que a menudo resulta de hacer algo verdaderamente bueno o experimentarlo, ayudar a los pobres, acudir en ayuda de aquel que nos necesita, ello nos eleva nos “trasciende”, es lo más cercano a la experiencia del cielo. “Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo he cumplido los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho todas estas cosas para que mi alegría esté en ustedes y su alegría sea completa.” (Jn. 15, 10-11) La alegría se genera cuando nos conectamos con Dios y le experimentamos en nuestra vida cotidiana, nos despierta la fe. Esta brota cuando estamos en gracias de Dios, y nos ayuda a enfrentar con determinación las situaciones difíciles de la vida con optimismo y esperanza. Como Familia Salesiana es preciso formar en nuestras ramas esta actitud alegre, motivarla y suscitarla, pero sobre todo con nuestro ejemplo, y nunca darla como una acción o procesos terminados. Pero no podemos ser ilusos, ¿Cuál es el contexto que nos reta a no perder la alegría? Los técnicos del Banco Interamericano de Desarrollo, capaces de traducir en dinero la vida y la muerte, calculan que América latina pierde cada año 168 mil millones de dólares por el auge del delito. Estamos ganando el campeonato mundial del crimen. Los homicidios latinoamericanos superan en seis veces el promedio mundial. Si la economía creciera al ritmo que crece el crimen, seríamos los más prósperos del planeta. ¿Paz en El Salvador? ¿Qué paz? Al ritmo de un asesinato por hora, El Salvador está duplicando la violencia de los peores años de la guerra. La industria del secuestro es la más lucrativa en Colombia, Brasil y México. En nuestras grandes ciudades, ninguna persona puede considerarse normal si no ha sufrido, al menos, una tentativa de robo. Hay cinco veces más asesinatos en Río de Janeiro que en Nueva York. Bogotá 68


es la capital de la violencia, Medellín es la ciudad de las viudas. Los policías de elite, miembros de los grupos especiales, han empezado a patrullar las calles de algunas ciudades latinoamericanas: están equipados, de la cabeza a los pies, para la tercera guerra mundial. Llevan visor nocturno de infrarrojos, audífono, micrófono y chaleco antibalas; en la cintura cargan cápsulas de agresivos químicos y municiones; un fusil ametralladora en la mano y una pistola en el muslo (GALEANO, 1998); en donde el enfoque y los esfuerzos preventivos están condicionados por un paradigma de prevención del delito, basado únicamente en la “seguridad”, y no en el desarrollo de las personas, lo que provoca la criminalización de los pobres, sobre todo de los jóvenes (DAMAS, ARCHILA, & DRIOTEZ, 2013). El Salvador un país clasificado como el más violento contra la niñez, según el informe de UNICEF de 2014, afirma que 7 de cada 10 niños sufre violencia en su hogar y el 42 % de los hogares con niñas, niños y adolescentes, vive en pobreza en el área rural. Los jóvenes no confían en la clase de políticos actuales, y por ende no participan en política, autoexcluyéndose de su responsabilidad social delegándola en los militares para que gobiernen y pongan orden, o en Dios desde una fe infantil y poco formada; solamente un 19.3% de los jóvenes están interesados en la política, y Siete de cada 10 afirmaron formar parte de alguna organización, el 44.6% de éstas eran instituciones religiosas , mientras que solo el 7% se trataba de organizaciones políticas. Ante el problema de la inseguridad en el país un 82% de los jóvenes piensa que debe haber presencia del ejército en la seguridad pública mientras que un 52% considera que para solucionar los problemas de violencia es necesario que los sectores militares estén a cargo del gobierno, un 92% considera que las leyes deben ser endurecidas, un 61% cree necesaria la implementación de la pena de muerte y un 36% piensa que los ciudadanos deben hacer justicia por su propia mano (ZETINO, BRIOSO, & RAMOS, 2013), por ello la educación en ciudadanía de la juventud desde nuestra pastoral, es la emergencia educativa que debemos atender como nos lo indicara el rector mayor emérito Don Pascual Chávez en el discurso del doctorado honoris causa que le entregará la Universidad Don Bosco en octubre de 2010. El crimen organizado y la corrupción son otros elementos que minan la confianza de la ciudadanía debido a la falta de institucionalidad para perseguir delincuentes y criminales de “cuello blanco”, muchos de ellos en las esferas políticas y las instituciones que procuran justicia y brindan seguridad. El desempleo y el sub empleo que afecta a la familia, provoca relaciones tensas y violentas al interior de esta institución fundamental de la sociedad, trabajos mal remunerados, jornadas de trabajo extenuantes provocan relaciones muy superficiales que terminan con matrimonios y familias, incuso creyentes y comprometidas; no falta el dinero, el confort, la seguridad social, sin embargo el tedio la aflicción, la tristeza forman parte, por desgracia, de muchos, ¡tantos hambrientos, tantas víctimas de combates estériles, tantos desplazados y migrantes! La población de salvadoreños residentes en USA es de más de 1, 214, 049 salvadoreños (CERVANTES, 2012), cuya remesa sostiene una economía de consumo, que no produce nada y que se convierte en el principal factor de riesgo para el trabajo informal.

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Es el hombre, en su alma, el que se encuentra sin recursos para asumir los sufrimientos y las miserias de nuestro tiempo. Estas le abruman; tanto más cuanto que a veces no acierta a comprender el sentido de la vida; que no está seguro de sí mismo, de su vocación y destino trascendentes. Él ha desacralizado el universo y, ahora, la humanidad; ha cortado a veces el lazo vital que lo unía a Dios. El valor de las cosas, la esperanza, no están suficientemente asegurados. Dios le parece abstracto, inútil: sin que lo sepa expresar, le pesa el silencio de Dios. Sí, el frío y las tinieblas están en primer lugar en el corazón del hombre que siente la tristeza (MONTINI, 1975). El optimismo como mecanismo de trasmisión de la alegría. Lo anterior es abrumante, pero nos ayuda a comprender el contexto que urge y necesita de nuestra alegría, optimismo y amabilidad. La manera más segura de experimentar a Dios es realizar el mandato que él nos ordenó hacer: Amar a Dios y amar a los demás. Alguien dijo alguna vez que si quieres conocer a Dios, debes recorrer el camino que Él tomó. Porque tuve hambre y ustedes me dieron de comer; tuve sed y ustedes me dieron de beber. Fui forastero y ustedes me recibieron en su casa. Anduve sin ropas y me vistieron. Estuve enfermo y fueron a visitarme. Estuve en la cárcel y me fueron a ver. (Mt. 25, 35-36) Esa es la tarea de nuestra espiritualidad desde la alegría, la amabilidad y el optimismo, aliviar el sufrimiento, en especial de los jóvenes, pero con la determinación y convicción de vivirla entre nuestras ramas de la Familia Salesiana y dentro de nuestras propias comunidades particulares, para poder salir luego llenos para darnos a los demás. Bienaventurados ustedes, cuando por causa mía los insulten, los persigan y les levanten toda clase de calumnias. Alégrense y muéstrense contentos, porque será grande la recompensa que recibirán en el cielo. Pues bien saben que así persiguieron a los profetas que vivieron antes de ustedes. (Mt. 5, 11-12) Metodología Didáctica Distribuir por grupos CITAS DE la lectura de la exhortación apostólica del papa Paulo VI Gaudete in Domino, y por medio de carteles representar las características de la alegría del documento en que refuerzan nuestra espiritualidad salesiana. Leer el art. Art. 33. “Optimismo y alegría en la esperanza”, de la carta de Identidad de la familia Salesiana y reflexionar como esos valores pueden volverse acciones en nuestras ramas y comunidades. Recursos bíblicos Alegría: Jb. 11, 13. Sal. 100 (99), 2; 70, 5; 105, 3; Alégrense en Dios los de Corazón recto: Sal. 5, 12; 32, 11; 58, 11; 64, 11; 68, 4; 69, 33; 97, 11; 90, 14. 1Pe. 1, 6-8; Hch. 2, 46; Mt. 5, 11; Stg. 1, 2; 1 Pe. 4, 12 ss; Lc. 1, 47.

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Preguntas para el dialogo comunitario ¿Vivimos estos valores en nuestras comunidades? ¿Cómo deberíamos de cultivar en nuestras relaciones comunitarias y con los demás estos valores? ¿De qué manera nuestra espiritualidad puede llevar alegría, optimismo y esperanza en un contexto de mucha violencia, injusticia y corrupción? ¿Qué propósitos y actitudes personales puedo empezar a cultivar para que las relaciones con mis hermanos y hermanas se den en la amabilidad y la alegría?

Bibliografía CERVANTES, J. (2012). El perfil de la población de origen salvadoreño en Estados Unidos. San Salvador: CEMLA. CHÁVEZ, P. (2011). Venid y veréis. Formación Permanente, 3-29. DAMAS, R., ARCHILA, O., & DRIOTEZ, M. (2013). COMPONENTE E, CAPACIDAD DE PROTECCIÓN DE LAS INSTITUCIONES DE SEGURIDAD: Estudio de Caso Santiago Nonualco. Universidad de El Salvador, Estudios de Postgrado. San Salvador: UES. GALEANO, E. (1998). Patas Arriba la escuela del mundo al revés. Argentina: Siglo XXI editores. KOENIG, H. (2010). Amabilidad y Alegría. Bogotá: Fe y vida. MONTINI, G. (1975). Gaude in Domino: Sobre la Alegría Cristiana. Roma: Vaticana. PERAZA, F. (2013). Los estigmas de nuestro tiempo y la pedagogía de la bondad. Quito: CSRFP. ZETINO, M., BRIOSO, L., & RAMOS, C. (2013). Jóvenes Urbanos. Cultura política y democracia de posconflicto en Centroamérica. El Salvador. San Salvador: FLACSO.

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