El sueño de Estrella1 Durante la mañana solía levantarse dispuesta a llegar a la oficina, su cuerpo bañaba ritualmente, lo que le permitía adornar con una serie de enseres su rostro y cabello. Una mañana, luego del rutinario baño, atendió el llamado de la puerta, tímidamente se cubrió con una toalla, al abrirla un adolescente insistía a su puerta, anunciando la llegada del verano. Ella estrepitosamente se repuso del susto descuidando la toalla que mostraba celosamente su cuerpo esbelto. No sabía que hacer frente aquél joven que con su mirada recorría todo su cuerpo lentamente, haciendo estaciones en donde su respiración nacía. Con sus manos temblorosas se colocó una bata, el joven presintió el temor en ella y no era para menos, puesto que con su mirar la había desnudado. Estrella le pidió que se retirara de la puerta, nada debía hacer allí, Javier insistió en quedarse, incluso pretendía ingresar a la casa, qué quieres, inquirió Estrella, conversar contigo fue la respuesta que recibió. Conversar, si ni siquiera nos conocemos insistía Estrella, mira mi cara, te recuerdas de ella, Javier le respondía. No, lárguese que no le conozco. Javier le dijo: yo soy aquel niño que cuidaba tu mamá y que juntos jugábamos por las tardes después de clases. Tú, tú eres aquél niño que compartía las tardes conmigo y hasta que terminábamos agotados dejábamos el juego, si Estrella, soy Javier, el niño que desde pequeño te admiraba. Claro, pero yo nunca me fijé en ti, aunque en el fondo Estrella anhelaba que Javier la abrazara. Intuía en aquel hombre las malas intenciones, pero no se atrevía a sacarlo de su casa. Lárgate de mi casa repetía Estrella, pero Javier no pretendía hacerlo, había planeado por muchos años ese encuentro, como un signo de venganza por los tratos recibidos por parte de la mamá de Estrella y los desplantes de ella hacia él. Su intención era clara, por la lujuriosa mirada Estrella lo sabía, pero algo en el fondo le hacía no despedirlo de casa, aun arriesgándose a estar a solas con él. Estrella en su interior temblaba con sentimientos encontrados, él recorría su cuerpo de forma tal que sentía que esas miradas penetraban todo su cuerpo, por algunos momentos el impulso la llevaba a querer abrazar a Javier, su razón la detenía. Estrella le gritaba, vete, vete no eres bienvenido en esta casa, nada tenemos que hablar, lo que pasó, pasó y no veo la necesidad de recordar algo que quedó atrás. 1
Demetrio Pérez Ordoñez
Javier insistía porque debían conversar, pero ella se negaba, resistiéndose a él, algo que no se explicaba porque, quizás sus instintos femeninos le traicionaban, pero su infancia quería olvidar, desde aquel día cuando Javier apenas cruzados los 10 años de edad intentó besarla por la fuerza. Javier al notar la fragilidad de Estrella se acercaba acosándola e intimidándola, casi obligándola a ceder ante sus presiones. La miraba de forma amenazante, ella retrocedía tropezando con la alfombra y se desplomó sobre el sillón de la sala que los cobijaba, sus piernas lucidas quedaron al descubierto, clavó su mirada sobre ella, queriendo correr para abrazarla. En ese momento Estrella sintió una atracción especial por Javier, su corazón se llenó de emociones encontradas, se sentía atrapada por las miradas de Javier, se sentía poseída avivando las miradas de él. Desde el fondo de su corazón quería ser abrazada y acariciada, sentir el roce de sus dedos por su cuerpo, sentir sus labios besándola y quemar el calor que los invadía. Quería sentir la sensación de estar en los brazos de Javier, inventarse la forma de los besos, luchaba con ese sentimiento el cual no podía creer que en ella surgiera, se sentó en la cama y dejó su mundo de lado, mientras Javier le desataba la bata, su respirar se alteraba, dejándose llevar por el deseo que desde su interior brotaba. Javier acarició el vientre de Estrella con la yema de sus dedos, ella se resistía y con una escueta voz le pidió que se detuviera, él cumplía su obsesión que por muchos años, en su mente llevó. La veía tan hermosa como la venus del Nilo, tan atractiva, con un cabello rebosante de aromas tiernos, las facciones de su rostro lo quebraban, la imaginó en esa situación por tantos años, desnuda frente a él, con un deseo ardiente que “sólo él podía llenarlo”. Se sintió embriagado por el halo de su respirar. Javier perdió el control de sí, se sintió en el valle de cuerpo, bebiendo delicadamente cada parte de ella, llegando al punto álgido del corazón de su corazón que la hizo temblar, ante lo cual se llenó por completo de él. Estrella estaba estremecida y sin voluntad para detener el tumulto de pasión, cediendo a la presencia del cuerpo desconocido de Javier, ella flotaba sobre el mar de sus sentidos, quería que fluyera todo en ella. Al levantarse de la cama, su cuerpo tocó, su mirada fijo en la habitación, presurosa encendió la luz para ver de frente a Javier, sola en aquella habitación se encontraba, despertando a la realidad de aquel sueño que en toda la noche le había invadido.