Una semana en el Alto Tajo

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Una semana en el Ato Tajo Santiago Delgado Agosto de 2022 1

Tarde estival en El Descansillo En la hondonada baten furiosos fresnos. El sol de agosto cede violencia y gesto. Elongadas sombras caminan

humanosencilloquequedicelapaisajeBalconesdeamenazanalláYsuPíanrompenLascomodiscretamentepresto,lentas,enentierro.hojasdelasfrondassilencios.lospajarillosimparconcierto.reciosnubarrones,alolejos,.tormentaslluviaytruenos.deEscalera,abierto,brisavesperalensecretonohaynadamejorloqueesesto:paraísoynuestro.

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Soledades del Sistal Entré en el Monasterio, al filo del puro mediodía de una jornada de agosto, cuando el verano parece infinito. En el portón, un discreto letrero pedía silencio, y abstención de cámaras. Dentro, compañero del silencio y la soledad, reinaba lo oscuro. Un oscuro románico, puramente francés, del tiempo de Alfonso I el Batallador. Alguna vela votiva, pero nada más. Al poco, la vista se acomoda, fácil y tiernamente. Comienzo a distinguir bultos. Se va descubriendo que la soledad no es tal. Un número pequeño de fieles, sentados unos, genuflexos otros, ayudan al silencio a respetar la soledad oscura, con su oración. Me siento en un banco, porque no soporto mi propia curiosidad, cuando los demás rezan o meditan. Es entonces cuando empiezo a escuchar cierto dulce susurro, que, al poco trato de identificar con la reminiscencia en mi cerebro, o en mi alma, no sé, de unas notas musicales, muy conocidas, tañidas por mano experta. Provienen del fondo recto del coro. Acaso, pienso, sea una guitarra tenue, española y clásica, que se va abriendo paso con respeto a la oscura soledad del templo. Paulatinamente, voy reconociendo, a la vez, el calmoso gorgoteo de agua que cae como sin querer sobre alguna tersa superficie cercana, que ella misma provoca. Y ocurre que los ecos, ya inequívocos, de la fuente no compiten con los acordes del Adagio del Concierto de Aranjuez, interpretado por Narciso Yepes, que fue mi intuición sonora. Ambos inundan mi alma. La luz clara sin estridencias del rosetón del coro pone naturalidad al completo interior del templo cisterciense. Sistal es trasunto fonético del francés: Cister, que no Císter, en castellano. Un año de principios de este siglo XXI, el insigne guitarrista lorquino Narciso Yepes fallecía en Murcia, la capital de la provincia donde naciera, en una pedanía lorquina. De inmediato, y según disposición testamentaria, sus restos viajaron hasta el Sistal, donde él había encontrado tantas veces sustento a su fe, paz a su alma, y fortaleza a su espíritu. Sus actuaciones benéficas en la misma capilla donde pergeño estos párrafos fueron numerosas. Con ellos contribuyó a la reparación y mantenimiento del enclave. Sus cenizas fueron delicadamente esparcidas por el atrio de 4

Eso me pasó allí.

clausura, interdicto para los que seguimos en el siglo. Pero es igual, el leve gorgoteo de la “Buena Fuente” –en el interior al mismo templo– y las notas del Adagio siguen, y habrán de seguir, juntamente, entonando acordes en mis oídos.Entonces, saco de mi mochila, la libreta de viaje, el lápiz bien afilado, me siento a la luz inmediata del claro rosetón y me precipito a ponerle cuerpo a todas estas vibraciones que me han rodeado amablemente, desde que me destocara al entrar en el románico templo de las monjas clausas.

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Letanías silvestres a Santa María del Sistal (Escrito en la capilla del Monasterio de la Madre de Dios, Buenafuente, Guadalajara) Santa María del Sistal, Ruega por nosotros. Entre montañosos yermos olvidados, y sobre el Manantial milagroso, Ruega por nosotros. En los fríos del invierno y en los calores de agosto, Ruega por nosotros. Señora de los pegujales, de las sabinas y los robledos, Ruega por nosotros. Señora de los Azules infinitos, y los altos cielos nubosos, Ruega por nosotros. Señora de las Águilas y los halcones, las golondrinas, perdices y torcaces, Ruega por nosotros. Pastora de los ciervos, los corzos y los gamos, Ruega por nosotros. ¡Oh, Señora del Sistal de la Buena Fuente, y de la Paz de los montes solos, Ruega por nosotros!

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AL COLOSO DE CHEQUILLA Alto espolón erguido sobre breve,llanuraenelAlto Tajo, impar

Altooyendosobretinteroy–expresiónhabríaBuenadispuestasuhubiera–yOjaláconredactéqueaceptatraeque,niantequeesplendidabravuraygeológica,nosemudavientoytormenta,otranegruraconlasintemperies,natura:estasestrofillascomoexcusaunmesdeagosto,medialuna.DonQuijote,suventura–estadoaquí,parlapulcra,yalacecho.lecturaescritobella,puracuidada–,Cervantes,yplumamesaderoble,musas.espolónerguido:

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hermosurauniversal,fortunatuclaraúnica.

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Compendio incompleto de un viajero del Alto Tajo

Cuando leí en los 70 “Viaje a la Alcarria”, de Cela, siempre supuse que algo habría de literaturización en las conversaciones tan inmediatas y fluidas con los paisanos que topaba el entonces espigado, y creo que barbado, Camilo José Cela. Me pareció muy bien. El arte tiene derecho a enderezar la realidad, o a lo contrario, Claro que sí. Hoy, que ha andado y rodado por este país hermano de La Alcarria, pero distinto a él, puedo decir que he acabado de entender al Cela de la Alcarria. Los paisanos del Alto Tajo desean ser amables, que es más que ser amables. Se entregan al viajero que pregunta con un absoluto deseo de servir para algo, y alargan la conversación hasta exprimir de sí mismos la última gota de saber que tienen al respecto de la pregunta. Ellos son el verdadero tesoro de esta tierra. Y mira que tienen riquezas, naturales sobre todo, para presumir de ellas. También tiene Historia, con su territorio de frontera en el Moro, el Castellano y el Aragonés.

No quiero emular al gallego escribidor, memorando conversaciones con los habitantes de esta comarca, que saben quedarse en el corazón del viajero. Quede aquí mi ponderación sobre sus personas. Pero el recorrido del Tajo desde La Laguna de Taravilla hasta Poveda es un paisaje inesperado para quien viene de los campos, yermos antaño, de La Mancha.

O las ondulaciones con el trigo segado y recogido, entre formidables coníferas, descomunales robledos y las omnipresentes sabinas, que ponen el punto de sombra en ese mapa real que es el pasaje aquí. Y, para un filólogo como el cronista, es todo un placer escudriñar las toponimias celtas, romanas, ibero-vascas y otras procedencias que empezaron a construir la universal lengua española desde el recóndito castellano. No nos olvidemos de la espiritualidad tan castellana y española del Monasterio del Sistal y de la Ermita de Montesinos. O los robles con capillas en sus troncos, cerca del castro celta de Moñuz, en Olmeda de Cobeta.

Y las angosturas de más de un río, tributarios al fin del Tajo, custodiadas por las altas paredes ferruginosas de la Piedra Rodena, con un color tan específico, que marca denominación de origen. Un color híbrido 10

del rojo y del marrón, muy aterrado, acaso indefinible por las palabras.

Prueben a tocarlo: casi arde al mediodía. Y una comida tan natural como de buen sabor y presencia. No soy gastrónomo, y por eso dejo el tema para mejor pluma. Empero, hago distinción para alabar la tortilla de patata de la Señora Carmen en El Descansillo, y la ensalada del Bar “El Chozón” en la citada Olmeda. Con todo, ens verdad os digo que aquí no hay exquisiteces de chef, ni cutrerías de falso indigenismo culinario. Pura verdad de cocina. Cela decía de La Alcarria que era un hermoso país, al que la gente no le daba la gana de ir. La cosa ha cambiado un algo, por lo menos en verano, cuando los pequeños indianos de Barcelona, Zaragoza y Donosti vuelven con sus hijos y le dan vida a los pueblos todos. La pandillas de los nietos de los emigrantes de los 60 son un distintivo gozoso y festivo, muy bicicletero, en los estíos de toda la España rural, me atrevo a decir. A ver si continúa aumentando el número de visitantes, digo. Dicho queda en el título la precariedad temática de esta prosa, pero si vienen no dejen de ir a ver los chozones, del Sabinar y los gigantes de Chequilla. Y tantas y tantas otras cosas. Con Dios. 11

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