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Desde Rectoría

REC TO RÍA

Escuchando la esperanza en medio de la pandemia

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Estén siempre dispuestos a dar razón de su esperanza, a todo el que se las pida. (Cfr 1 Pe 3,15).

Todos recordamos la incertidumbre que vivíamos los primeros días en que se anunciaba lo que sucedía en el mundo. El panorama era sombrío, una nube de incertidumbre y angustia cubría los cielos, como sucedió aquél primer Viernes Santo en que colgaba de un madero el cuerpo del Mesías.

En el Seminario, ante esta incertidumbre, había que tomar decisiones sin demora y decidimos que los seminaristas se fueran a sus casas y que apoyaran en todo (cuidando a sus hermanitos, a sus abuelos, trabajando, saliendo al mandado, etc.).

Después de varios meses en casa, había que hacer un nuevo y difícil discernimiento: ¿Convenía que regresaran ya? Animados por nuestros obispos, decidimos convocar a los seminaristas al nuevo ciclo escolar que estaba por iniciar, y el Señor, como siempre, nos sorprendió. A pesar de los sufrimientos y dificultades, incluida la muerte por Covid de algunos de nuestros familiares, regresamos con una esperanza renovada. Ya no éramos los mismos, algo estaba cambiando. Sin duda el Espíritu Santo nos había fortalecido y la obscura niebla se convirtió en una nube luminosa, como la que conducía a Israel de noche por el desierto.

Aún no salimos de la pandemia y no tenemos claro cuándo terminará esta contingencia, pero, lo que si tenemos muy claro, es que esta experiencia pascual, ya está dando frutos en cada uno de nosotros: formadores y alumnos ahora nos sentimos más cercanos.

Antes orábamos como de costumbre y participábamos en las actividades con cierta inercia, ahora valoramos más la oración, la meditación, el estudio y todas las actividades del Seminario; antes no valorábamos del todo el esfuerzo de nuestras familias y sus dificultades, ahora, habiendo vivido en casa, bendecimos a Dios por abrirnos los ojos y ver lo que les cuesta ayudarnos. Además, el Seminario se ha abierto a nuevas formas de formar y acompañar, no solo en lo virtual, sino adaptando el modelo formativo a las necesidades de cada familia y seminarista.

Me faltan palabras para agradecer a Dios, con esperanza lo que ha cambiado y los frutos que ya comienzan a verse, como una nueva primavera vocacional.

Mons. Juan Carlos Arcq Guzmán Rector

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