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Compartir la Palabra que es vida
Compartir la Palabra
que es Vida
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El día viernes 22 de enero he recibido mi Admisión a las Órdenes Sagradas y el sábado 23 de enero el ministerio del Lectorado. Estos días quedaran muy marcados en mi vida y van siendo una gran señal y luz para mi proceso vocacional con vistas al sacerdocio.
Cinco meses atrás, en el mes de septiembre, iniciamos el trámite para la petición de los mismos. Desde este momento me empezó a parecer algo increíble y sorprendente, pues en mi camino vocacional que he empezado un 9 de octubre del 2014, se comienza a ver cada vez más cerca la meta: el sacerdocio.
Este proceso. consiste en dialogar con el Director Espiritual, con el Coordinador de Instituto de Teología y con el Rector del Seminario para platicar sobre nuestro proceso vocacional; tanto lo que ellos como padres formadores ven en nosotros, como el compartir como nos hemos sentido al respecto. Después redactamos a mano una carta para la petición dirigida a nuestro Arzobispo, donde expresamos nuestro querer y libertad al realizar la petición de los mismos. Posteriormente, entregamos una papelería básica y una vez hecho esto, viene algo muy interesante y que le da sentido a la Admisión, “la aprobación y buen visto de la Iglesia para con nosotros y la petición a la Candidatura”. Durante este tiempo, que duró aproximadamente el mes de octubre, se mandan encuestas a diversas parroquias en donde hemos participado, así como a hermanos seminaristas, los cuales dan su comentario respecto a nuestro proceso vocacional. Después de esto, nos queda esperar a que Monseñor Rogelio nos diga si tenemos o no la admisión y el ministerio.
El día 18 de diciembre, Solemnidad de Nuestra Señora del Roble, Patrona de nuestra Arquidiócesis de Monterrey, previo a la Celebración Eucarística en la Basílica del Roble, Monseñor nos citó a los cuatro seminaristas, media hora antes, y ahí, dentro de un diálogo completamente fraterno e iluminador, nos dijo que “sí” nos daría aquello que hemos pedido. El día viernes 22 de enero, nuestra Admisión a las Órdenes Sagradas estaban a cargo del Obispo Auxiliar Monseñor Juan Armando Pérez Talamantes, que, dentro de las Vísperas del mismo día, nos exhorto a vivir esta experiencia con gran fervor y que nos diéramos cuenta de la gran importancia que tenía este momento para nuestra vocación y para toda nuestra Iglesia.
Ese día, desde que estábamos formados en la procesión de entrada, me sentía tan alegre y algo disperso pues aún me parecía algo increíble, no fue hasta que se entonó el canto de entrada “Pueblo de Reyes” y empezamos a caminar rumbo al altar que todas estas sensaciones expresadas se hicieron una en mí: pequeñez. Pues me sabía indigno de esto, pero visto por Dios y con la confianza de mi Iglesia, una pequeñez que en mi corazón se expresaba con un gran amor.
Al día siguiente, sábado 23 de enero, Monseñor Rogelio Cabrera presidió la Santa Misa y nos dio el ministerio del Lectorado, de este momento lo que más marco mi corazón fue que, al estar arrodillado frente a Monseñor y con mis manos extendidas sujetando la Palabra de Dios, Monseñor me dijo: “recibe el libro de la Sagrada Escritura y transmite fielmente la Palabra de Dios, para que sea cada día más viva y eficaz en el corazón de los hombres” a lo cual yo respondí con un “AMÉN”, con un así sea. Una palabra que expresa toda mi gratitud y mi responsabilidad de hacer eso que se me ha invitado a realizar.
Esto para mí ha significado una muestra visible de mi llamado vocacional, es como si el Señor me estuviera mostrando que este camino es mi vida a la felicidad y a la santidad. Desde esos días, no me he dejado de sentir alegre, grato, con una gran labor que es compartir la Palabra de Dios y, como Monseñor nos decía ese sábado, no solo es compartir sobre la Biblia, sino que compartir la Palabra que es Vida: Jesús.
Abraham Rodrigo Oliva Espinosa Segundo de Teología
Renunciar, para CRECER
“Si quieres ser perfecto, anda, vende todos tus bienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos. Luego sígueme.” Mt 19, 21
El tema central de estas palabras de Jesús es la renuncia y el seguimiento. La palabra “renuncia” golpea duro en nuestra vida. ¡Qué difícil es renunciar a lo que tenemos! ¡Qué difícil renunciar a nuestros gustos y deseos! ¡Qué difícil renunciar a sí mismo! Pareciera que Jesús no se da cuenta de la dificultad que implica la renuncia. Pareciera que a Jesús no le interesa lo que podamos sentir ante lo que dejamos.
¡Qué difícil es entonces el seguimiento de Jesús! ¡Qué difícil es responder a su invitación de seguimiento! Pero, ¿acaso solamente Jesús nos pide renunciar a algo?, ¿solamente el camino de Jesús es exigente? ¡No! Hay que reconocer que la vida está llena de renuncias; en la escuela, en la profesión, en el trabajo, en la familia. La vida siempre nos pide renunciar a algo y no porque sea cruel, sino porque es necesario para seguir avanzando. ¡Qué difícil sería caminar toda la vida con los mismos zapatos, con las mismas cosas, con nuestros mismos pecados, errores y problemas! La misma vida nos enseña a renunciar a aquello que nos impide crecer, para así poder emprender nuevos caminos de realización. Del mismo modo, Jesús que conoce nuestra vida y corazón sabe lo que necesitamos y también conoce lo que debemos dejar atrás. A veces, nos da miedo confiarnos en el Señor, pareciera que quisiera quitárnoslo todo, pareciera que nos arrebata la libertad y nos prohíbe seguirlo con todo lo que tenemos. Ante estos miedos que surgen frente al seguimiento de Cristo, el Papa Benedicto XVI decía en la homilía de inicio de su pontificado: “¿acaso no tenemos todos de algún modo miedo –si dejamos entrar a Cristo totalmente dentro de nosotros, si nos abrimos totalmente a él–, miedo de que él pueda quitarnos algo de nuestra vida? ¿Acaso no tenemos miedo de renunciar a algo grande, único, que hace la vida más bella? ¿No corremos el riesgo de encontrarnos luego en la angustia y vernos privados de la libertad? ¡No! quien deja entrar a Cristo no pierde nada, nada –absolutamente nada– de lo que hace la vida libre, bella y grande. ¡No! Sólo con esta amistad se abren las puertas de la vida. Sólo con esta amistad se abren realmente las grandes potencialidades de la condición humana. Sólo con esta amistad experimentamos lo que es bello y lo que nos libera” (Homilía inicio de pontificado. Benedicto XVI).
Es cierto que también habrá momentos en que se tenga que renunciar a lo que se ama, no porque no sea valioso o sea algo malo, sino porque crece en el corazón la certeza de alcanzar la felicidad con mayor plenitud. Tal cual le sucedió al vendedor de perlas finas en el evangelio de Mateo: “El Reino de los Cielos es semejante al caso de un mercader que anda buscando perlas finas. Cuando encuentra una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra” (Mt 13, 45-46). El mercader vende las otras perlas no porque no sean valiosas, sino porque ha encontrado una que le resulta más valiosa que todas las demás. Lo mismo sucede con el seguimiento de Cristo, quien decide seguirlo ha reconocido la grandeza de su llamado, el cual nos conduce a plenitud. Quien decide emprender este camino ha descubierto que Jesús es la perla preciosa que enriquece y da sentido a la propia vida.
Así pues, solamente quien posee un corazón libre y generoso es capaz de responder al llamado que Jesús le hace a seguirle. La renuncia siempre desemboca en la generosidad, sólo quien posee un corazón generoso es capaz de renunciar por amor, de responder a la exigencia del camino del discípulo. La vida será más vida en la medida en que no la guardemos para nosotros mismos, sino que la gastemos para los demás. Esto es la mayor generosidad que puede existir, donar nuestra propia vida por amor. El amor es el motor que todo lo mueve. El corazón que ama siempre está dispuesto a ser generoso ante la llamada que Dios le hace.
Jesús nos invita a seguirlo, no tengamos miedo de abrirle y entregarle nuestro corazón. Antes bien, respondamos con generosidad y entrega a Aquel que ha entregado su misma vida en la cruz, por amor a nosotros. El ir siguiendo los pasos de Jesús nos hace ser conscientes de que nuestra vida tiene sentido y dirección. No caminamos sin rumbo, avanzamos sabiendo que aspiramos a una realidad que nos supera, pero que Aquel que es nuestra meta, también es nuestro camino y fortaleza.
Erick Alfonso Rivera Ortiz Tercero de Filosofía
¡Estamos en la Red!
¡Estamos en la Red!, porque desde que inició la pandemia y hubo cierres de Iglesias muchos grupos juveniles, sacerdotes, obispos, seminaristas, religiosas… hemos buscado evangelizar en estos nuevos areópagos virtuales.
Sabemos que la misión primordial de la Iglesia es anunciar a todo el mundo el Evangelio, y que el mismo Jesús nos envía como lo vemos en el Evangelio de Marcos “Jesús llamó a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos” (Mc 6, 7) y los envío con una misión, anunciar la Buena Nueva, anunciar el gran amor que Jesús nos tiene. En los últimos diez meses hemos visto una gran influencia de personas transmitiendo el mensaje de amor que Jesús nos dejó para anunciarlo a los demás. Hemos utilizado nuestras redes sociales para transmitir a un Dios cercano y un Dios que permanece con nosotros hasta los últimos días de nuestras vidas (cfr. Mt 28,20).
El Seminario de Monterrey tampoco nos hemos quedado atrás, hemos hecho nuestro apostolado de manera virtual, sabemos que no es la misma experiencia el estar detrás de una pantalla que de manera presencial, extrañamos subirnos al camión e ir con el pueblo de Dios que tanto nos quiere y nos ama, y créanme que muchos ya queremos que esto muy pronto termine para estar nuevamente con ustedes. El Papa Francisco nos dice; “Hay que reconocer que, por un lado, las redes sociales sirven para que estemos más en contacto, nos encontremos y ayudemos los unos a los otros (…)” y es por eso que buscamos estar, buscamos ayudar y buscamos orar los unos por los otros. Llevar el Evangelio por las redes no ha sido tarea fácil, pero seguimos confiando en Jesús en que Él es quien habla por medio de nosotros.
Sigamos echando las redes, sigamos cuidándonos y sigan pidiendo a Dios por nosotros.
Juan Jose Barbosa Reyna Segundo de Teología
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