AVTO SACRAMENTAL ALEGORICO, Y HISTORIAL
COMPUESTO por Santiago Grasso
El Octubre de la Peste Rosa
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Personajes Persona 1 Persona 2 Persona 3 Mujer. Focus. Peste Rosa. Abrahán. Lot. Mujer de Lot. Hija 1 de Lot. Hija 2 de Lot. Pecador Coro
© Solo con autorización del autor.
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Acto Único Escena I. Peste Rosa. Monólogo
Peste Rosa. – Es octubre el mes octavo del viejo calendario romano, y yo soy la Peste Rosa. Llámenme como quieran, Sida, inmunodeficiencia, todo me da igual, porque el efecto es el mismo. Soy la vieja concupiscencia. Me llamaban y me llaman carne, sodomita, pederasta, pedofilia y tantos nombres más. Soy una peste, por lo contagiosa que siempre he sido. Mis gérmenes siempre son mortales y moran en la sangre de los hombres. Nadie se me resiste. Cuando transformo la locura en cordura, entro en el palacio de los ricos y en las chozas de los pobres. Fundé un alcázar para los artistas y músicos. Me paseo con regios vestidos en las grandes pasarelas de la moda. No respeto nada, ni padres ni hijos, ni hermanos. Todos caen de rodillas a mis pies para adorarme. Entre mis muertos, están príncipes, reyes, generales, sacerdotes y altos cardenales. ¿Mi rostro? Ya ese que llaman Pablo de Tarso escribió mi retrato, es la cara de la muerte, porque de la carne viene la muerte y de la muerte la corrupción de la carne. Mis gérmenes unen a mis enfermos, a mis muertos, ellos forman pandillas aguerridas de muerte y corrupción. Hoy las llaman Lobby. Y salgo por un momento, porque tengo mucho trabajo. ¿Dónde? En estos momentos, en la ciudadela cercana a Sodoma, donde habitan mis sacerdotes. Y ante la resistencia de la Fe,
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siempre digo lo mismo: El templo que más ilumina es el que está ardiendo. Escena II. Personas 1,2 y 3. Abrahán. Bajo la encina de Mambré
Persona 1. – El clamor de Sodoma y de Gomorra se aumenta más y más, y me cuentan los mensajeros que la gravedad de su pecado ha subido hasta el máximo. La Peste Rosa hizo estragos entre ellos. Abrahán. – ¿Quién te lo contó? ¡Los chusmas de siempre! No les hagas caso, siempre exageran, no creo que sea tan grave, hágase el distraído y mire para otro lado... Persona 1. – Quiero ir a ver si lo que hacen es igual a lo que me contaron en secreto. Abrahán. – Estoy seguro que no. Persona 1. – Quiero saber, si es así o no. La Peste Rosa es muy contagiosa y cuando toma una ciudad, parece que nadie puede con ella. Persona 2. – Entonces, nosotros dos vamos para Sodoma, no queda lejos. Veremos lo que sucede allí y regresamos en seguida. (Salen) Persona 1. – ¿Sigues pensando que exagero? Abrahán. – Tal vez sea como dices, la verdad que me haces dudar... Y si fuese cierto, ¿qué harías? Acaso destruirás al justo con el impío? Supongamos que se hallasen cincuenta justos en Sodoma, ¿van a perecer ellos también? ¿Acaso no perdonarás a todo el
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pueblo por amor de los cincuenta justos, que hay allí? Persona 1. – Tal vez. Abrahán. – ¡Ni se te ocurra! ¿Cómo puedes matar al justo con el impío? ¿Tratar al justo como si fuese un impío? ¿No has tomado hoy tu dosis de misericordina? Persona 1. – Sí, pero cuando me cuentan lo que está pasando, cada día me hace menos efecto. Abrahán. – No es propio de ti hacer esto: tú, el que juzgas toda la tierra, ¿cómo se te ocurre hacer este juicio? Persona 1. – Me convenciste,.. digamos que si encuentro en medio de la ciudad de Sodoma cincuenta justos, perdonaré a todo el pueblo por amor de ellos. Abrahán. – (¿Habrá cincuenta?...) Yo soy poca cosa, la verdad, es que no sé por qué hablo, pero, supongamos que no sean cincuenta,... que falten cinco para llegar a cincuenta, ¿destruirás la ciudad toda entera, porque no son más que cuarenta y cinco? Cinco más, cinco menos... Persona 1. – Tranquilo, Abrahán, no permitiré que se destruya, si encuentro en Sodoma cuarenta y cinco justos. Abrahán. – (Me parece que son menos...) Y si se encontraran cuarenta, ¿qué vas a hacer? Persona 1. – Los perdonaré, como dices tú por amor de los cuarenta.
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Abrahán. – (Me parece que todavía son muchos...) Te suplico, Señor, que no te enojes si sigo hablando. Persona 1. – Yo no me enojo. Abrahán. – ¿Y si se encuentran allí treinta? Persona 1. – No lo permitiré, si encuentro allí los treinta. Abrahán. – Ya que empecé a hablar, seguiré hablando. ¿Y si fuesen veinte? Persona 1. – No lo permitiré, por amor de los veinte. Abrahán. – (Dudo que haya veinte, estos sodomitas están más corrompidos que un cadáver...) Te pido, Señor, que no te enojes, si todavía hablo una vez más. ¿Y si fuesen diez? Persona 1. – Realmente eres muy pesado. No lo permtiré por amor de los diez. Escena III Lo mismo que la Escena anterior
Persona 2. – (Regresando) Estuvimos en Sodoma. Vimos, realmente de todo. Abortos, asesinatos, pederastas, matrimonios igualitarios. Sodoma es un estado con leyes que protegen la homosexualidad como si se tratase de un derecho natural. Persona 1. – ¿Y la Peste Rosa? Persona 2. – La Peste Rosa tiene una oficina oculta en la ciudadela y vive plácidamente. Persona 1. – ¡Cómo! ¿Ya entró dentro de los sacerdotes vestidos de rojo?
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Persona 2. – De rojo o de negro, ¡qué más da! Los hemos visto y están muy bien larvados. Pederastas, amancebados, pedófilos, y hasta lo llaman el Lobby Gay... Abrahán. – No creo que sea para tanto, pero a ustedes no les pasó nada, ¿no es cierto? Persona 2. – ¿Nada? Llegamos, nos recibió Lot, pero una muchedumbre de sodomitas, querían que fuésemos con ellos para pasar la noche... ¿Prosigo? Persona 1. – ¡Suficiente! ¡Qué asco! díganme cuantos justos encontraron.
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Persona 2. – Lot, el único, con su mujer y sus hijas. Creo que no llegan a cinco en Sodoma, en la ciudadela hay algunos más. Persona 1. – Lo siento Abrahán, no llegamos ni a cinco. Manden un mensajero a Lot y a los que viven en la ciudadela, para que se vayan de allí, antes que les caiga el fuego. Persona 2. – Y también le avisamos a Focus, para que se prepare con los carbones. (Salen Personas 2 y 3 ). Abrahán. – Te pido, Señor, que no te enojes, si todavía hablo una vez más. Y prometo que esta es la última. Persona 1. – ¿Qué se te ocurrió ahora? Abrahán. – ¡No puedes dejar que destruyan Sodoma! Persona 1. – ¿Por qué? ¿A ver?
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Abrahán. – Porque se produjo un profundo cambio en la ciudadela ante los pederastas y las parejas de hecho. Persona 1. – ¿No me digas...? Abrahán. – Mira lo que publicaron de una reunión de sacerdotes en la ciudadela (leyendo un diario): Las personas homosexuales tienen dones y cualidades para ofrecer a la comunidad cristiana. ¿Estamos en grado de recibir a estas personas, garantizándoles un espacio de fraternidad en nuestras comunidades?... Señor, como ves, esto cambió todo. Persona 1. – ¿Ah sí? ¿Desde cuándo la Peste Rosa cambia las cosas? ¿Acaso da vida? Abrahán. – ¿Se contagiaron ellos también? Persona 1. – Que te conteste quienes vienen. Escena IV (Lo mismo que la escena anterior)
Persona 2. – (Entrando) ¿Podrías leerme ese pasquín? Abrahán. – Las personas homosexuales tienen dones y cualidades para ofrecer a la comunidad cristiana... Persona 3. – (Interrumpiendo) Acá el que da los dones soy yo, y a estos que solo usan la marcha atrás, no les di nada.
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Persona 2. – Los dones en mi Ciudad la traen los santos y los mártires. Abrahán. – ¿Estamos en grado de recibir a estas personas, garantizándoles un espacio de fraternidad en nuestras comunidades?... Persona 2. – ¡Jah! ¿Para qué? ¿Para que se contagien ellos también? Persona 1. – ¡Esto es inaudito! ¿Quién se lo hubiera imaginado? Persona 3. – ¡No vayan a decir ahora estos imbéciles, que esta basura la inspiré yo! Persona 2. – Un muerto no puede dar vida; y un muerto solo puede dar el regalo de la corrupción. Abrahán. – Pero estos son los aires nuevos, de renovación, de la reforma en continuidad... Persona 2. – Dejate de estupideces. ¿Desde cuándo un lobby infectado de Peste Rosa me va decir a mí lo que tengo que hacer? ¡A mí, que soy su fundador! Yo puse su Roca, sobre ella con mis manos puse miles de piedras para sus profundos cimientos y edifiqué sus muros y sus palacios, junto a sus templos. Persona 1. – (Dirigiéndose al Persona 2) ¡Debes avisar a Focus que puede empezar cuando dé la señal! Abrahán. – ¿No será hora de cambiar estos capítulos del Génesis, así como se cambió el padrenuestro ? Persona 2. – ¿A qué viene tanta defensa? ¿Eh? ¿O acaso eres uno de ellos?
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Abrahán. – ¡Oh, no, por favor que no se me confunda con uno de ellos! Ahí esta Sara, mi mujer, que les está preparando unos panes. Pregúntale a ella, si dudas de mí. ¡Faltaba más! Persona 2. – La Peste Rosa debe ser decapitada en la ciudadela. (Saliendo) Escena V Focus y Personas 2 y 3
Persona 2. – ¡Focus, estás autorizado para tirar fuego sobre Sodoma! Focus. – ¡Bravo! ¿Ya está la señal? Persona 2. – Como ves, ya la Luna está teñida de sangre. Llegó la hora. Focus. – De acuerdo, todos esos son míos. Persona 2. – No todos, Lot, su mujer y sus dos hijas se están escapando y no son tuyos. Tampoco los que se retiran de la ciudadela. Focus. – Dije que eran todos míos, pero si no se convencen,... ya van a ver lo que pasa. Al final me darán la razón, al menos en parte. Escena VI Lot, Mujer de Lot e Hijas. Salida de Sodoma
Lot. – Vamos, apúrense, ya va a caer el fuego sobre Sodoma. Mujer de Lot. – Siempre apurado, siempre apurado... ¿Desde cuando cae fuego sobre una ciudad, eh? ¿Qué clase de lluvia es esa? ¡Qué viejo sonámbulo! ¿Adónde me llevás ahora?
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Lot. – A Segor. Mujer de Lot. – ¡A Segor! ¿Y hasta ahí querés que camine? ¿A que tuviste una aparición? Lot. – Sí tuve una aparición. Mujer de Lot. – No te dije, ¡cómo te conozco! Y es otra más, y ya van... ¿Y a que se te apareció una Persona? Lot. – No, dos. Mujer de Lot. – ¡Jah! Van aumentando. Acordate que yo no creo en el aparicionismo. Lot. – ¡Caminen sin mirar atrás! Mujer de Lot. – Basta de estupideces, ¿por qué sin mirar atrás? Lot. – Porque quien mira atrás es el que añora lo que deja. Mujer de Lot. – ¿Y qué? ¿No dice el documento inicial de la reunión de sacerdotes de la ciudadela que las personas homosexuales tienen dones y cualidades para ofrecer a la comunidad cristiana? No seas ridículo. ¿Acaso los sodomitas no nos daban dones y cualidades? ¿Un lobby gay no gobierna secretamente en la ciudadela? Lot. – No mires atrás, no lo hagas. Mujer de Lot. – Yo me doy vuelta cuando quiero, soy feminista, ningún hombre me domina, soy un par al hombre, y para demostrarte que no pasa nada, y que hago lo que se me da la gana, ya mismo me doy vuelta a ver si te gusta...
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Escena VII Focus y Personas 2 y 3
Focus. – Ja, ja, ja,... ¿No te dije que esa era mía? ¡Mirá qué linda estatua de sal dejamos acá! Persona 2. – Vaya con las feministas, siempre son las convidadas de sal. Escena VIII Hijas de Lot. En la cueva de Segor
Hija 1. – Mirá nena, tenemos un problemita. Se acabaron los hombres. ¿No sé si te diste cuenta? Hija 2. – ¡Ay! Es verdad. ¡Con todo ese fuego! ¿Y ahora qué hacemos? Nosotras no somos lesbianas. Hija 1. – Lejos de nosotras la Peste Rosa. Solo queda una salida. ¿No la adivinás? (Señalando a Lot) Hija 2. – ¡Ah, ah! Hija 1. – Le damos esta noche al viejo de este vino de Borgoña y no se dará cuenta de nada. Hija 2. – Pensará que está de juerga en Sodoma. Hija 1. – Sí, y ahí aprovechamos nosotras. Escena IX Focus y Persona 2
Focus. – ¡Qué te dije! ¡Qué te dije! ¿Por qué los dejaron salir?, si también estos son míos, ¡todos míos!
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Persona 2. – Pero estos no tienen la Peste Rosa. Focus. – Y ahora, sigo con el fuego a todos los habitantes de la tierra. Persona 2. – No, basta. Esto es suficiente. Focus. – ¡Qué decepción! Y yo que quería incendiar todo... Escena X Personas 1,2. Abrahán. Bajo la encina de Mambré
Abrahán. – (Mirando el horizonte) No puedo dejar de contemplar la tierra, donde solo quedan pavesas ardientes, y todo el humo se eleva hacia las nubes, como la humareda de una caldera. Persona 1. – Por desgracia me toca verlo. Focus, más empecinado que un Nerón, arrasó Sodoma y las ciudades con el país limítrofe. ¡Qué pena! Allí estaban los moradores que yo puse en esas ciudades, y todas las verdes campiñas del territorio que he creado, con las hermosas flores que surgían en primavera de mis propias semillas. Todo lo ha transformado en un Mar Muerto, donde las aguas no se mueven por el peso de las sales y de los minerales. Escena XI Los mismos, más Persona 3, Focus, Peste Rosa, Pecador y Mujer. Bajo la encina de Mambré
Focus. – (Entrando con Peste Rosa) ¡Protesto! Persona 1. – ¿Por qué?
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Focus. – Ahí traen a uno que es mío, ¡esto no es justo! Lo mío es mío. (Entran Persona 3 trayendo al Pecador atado) Persona 2. – ¿De dónde vienes? Pecador. – De una ciudad vecina a Sodoma. Persona 2. – ¿Es tuyo? Peste Rosa. – A este no logré inyectarle mis gérmenes, aunque nunca es tarde. Quien está sano, cuídese de que no lo toque. Focus. – Pero sí que vivió con mujeres, cantos y vino. ¡Y qué vida se dio el desgraciado! Persona 2. – ¿Cómo te salvaste? Pecador. – Invoqué la ayuda de una Señora y Ella me indicó el camino de una cueva, y esta madrugada salí al desierto, corrí hasta que este monstruo me capturó. Focus. – De mí nadie se escapa, tunante. Persona 1. – ¿Y quién es esa Señora? Mujer. – (Entrando) Soy yo Padre mío, nunca dejo sin auxilio a quien me llama. Persona 1. – A ti Hija mía, no puedo negarte nada, eres la pupila de mis ojos. Mujer. – Gracias, Padre mío, por eso siempre canto a mi Persona (Dirigiéndose a Persona 3), con el amor más dulce de sus labios, aquellos que destilan el néctar de la vida y la ambrosía de mi eternidad:
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Tu izquierda está bajo mi cabeza Y tu derecha me abraza. (Cantar 2,6) Tú, que me invocaste, toma este sayal (le coloca sobre los hombros un vestido rústico), harás penitencia en la soledad de los montes y en la aridez de los desiertos, hasta que yo te vaya a buscar para las bodas del Cordero. Persona 2. – Y ustedes dos, portadores de destrucción y muerte, fuera de aquí, donde reina la vida. (Mostrando la hostia) Focus y Peste Rosa. – ¡Ay!, no, ¡ah!...(huyen) Persona 2. – Este es mi Cuerpo, ese mismo Cuerpo que hoy se mancilla con las manos profanas. El mismo Cuerpo que profanan diciendo que no estoy en las pequeñas partículas. Ese Cuerpo que arrojan a las sucias aguas del pecado, donde viven las almas que no se confiesan. Ese Cuerpo que no puede ser medicina porque han renunciado a la penitencia. Ese Cuerpo que no puede despertarlos, porque no desean abrir los ojos. Ese Cuerpo que reciben de pie, en vez de arrodillarse ante mí. Solo se arrodillan ante los ídolos, como la Peste Rosa. Adórenme y canten para que cure vuestras heridas y los sane de todas las enfermedades. Coro. – Este es el pan de los Ángeles, convertido en alimento de los peregrinos: es el verdadero pan de los hijos, que no debe tirarse a los perros.
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Lo reciben los buenos, y lo reciben los malos: pero con desigual fruto: para unos la Vida, para otros, la muerte. (Lauda Sion) Pecador. – (Desatándose) ¡Gracias, porque has roto así mis ligaduras! Coro. –Publica, lengua, y canta el misterio del cuerpo glorioso y de la sangre santa que dio por mi reposo el fruto de aquel vientre generoso.
Señor,
(Pange Lingua)
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