¿Puede un Papa ser Hereje?

Page 1

多Puede un Papa ser Hereje?

por Santiago Grasso

1


Lo que era l贸gico y evidente para un simple e ignorante juglar medieval, es hoy complejo y alambicado para las retorcidas mentes de nuestros intelectuales.

2


C

antaban los Romances Castellanos en las Juras del Rey Don Sancho impuestas por el Cid, como condición previa para constituirse en Rey, y ante la duda del príncipe Alfonso...: «Allí habló un caballero que del rey es más privado: – Haced la jura, buen rey, no tengáis de eso cuidado, que nunca fue rey traidor, ni papa descomulgado.» Si la escasa información de un juglar, junto con el pueblo que ignoraba la escritura y cantaba estos versos de memoria, pueden llegar a sacar una conclusión, tan elemental, como es la que no existen papas excomulgados, ni reyes traidores; es hoy, en nuestra edad bien moderna, lo que algunos intelectualoides, parecen no distinguir, pues contrariando la tradición plasmada en un vulgar romance literario, nos plantean la hipótesis del Papa excomulgado; pero esto que podría ser una vulgar hipótesis, lo dan ya como tesis demostrada. – ¿Excomulgado por quién?, – me pregunta el simple fiel; y respondo: – Por el razonamiento de un puñado de intelectuales de elit, doctores, canónigos y pensadores que adornan sus paredes con títulos de toda índole. – ¿Cuál es la causa de dicha excomunión?, – me vuelve a preguntar el simple fiel, y le respondo, que en este caso me gusta hacer un breve relato fantástico, como una mejor forma de explicación. Comencemos. *** El Papa, llama a toda la Iglesia para hacer un Concilio Ecuménico, antes de comenzar afirma taxativamente que este no es un Concilio dogmático, sino pastoral, para “aggiornare la chiesa al

3


mondo d'oggi” 1. Es decir que por su convocatoria y ecumenidad es un Concilio; pero por el objeto que se propone tratar, no es infalible. – ¿Pero esto es un relato fantástico?, – me interrumpe Sócrates Preguntón, un oyente muy atento que escucha el relato, hasta el punto de quedar dormido algunas veces. – No, esto es realidad, – le respondo a Sócrates – el Papa es Juan XXIII y el Concilio es el Vaticano II. Continuemos con el cuento. El Concilio, tratándose de un objeto pastoral, deja algunos temas interesantes, y otros controvertidos, mal tratados y a veces a modo de consejos a seguir, si el caso y el buen criterio lo hacen posible. Luego de algunos años, habla el teólogo Janskín en un reportaje periodístico, ante un fondo lleno de libros, tomados de la biblioteca más cercana, vistiendo saco y corbata, pues la sotana la tiró hace tiempo. Como el hábito no hace al monje, tampoco el saco y la corbata hacen al hombre sensato. Así disfrazado, Janskín muy lúcido afirma, que todo el Concilio es un dogma; por lo tanto, si un Papa no lo sigue, es un hereje. Un colega suyo de profesorado de Teología es elegido Papa y busca resolver un problema creado con algunos que afirman tener problemas con el Concilio en cuestión, pues ciertas afirmaciones no les parecen tradicionales. Por lo tanto, afirma Janskín dando un puñetazo en el escritorio, si el Papa se aparta del Concilio, es un hereje y ya no merece ser obedecido. – Pero esto es un relato fantástico, – me corta Sócrates Preguntón. – No Sócrates, esto es realidad, el teólogo se llama Hans Küng y el Papa hereje es su colega de profesorado, Benedicto XVI. No me cortes y continuemos con el relato: El Concilio trajo muchas peleas internas, la cuales continuaron afuera del Concilio. Un día llaman a la puerta de casa. Abro y me reencuentro con el antropólogo y naturista Bones, habíamos sido muy amigos en tiempos pasados, pero luego desapareció sin dejar rastros, hasta que lo tenía nuevamente en el umbral de mi puerta. – ¿Pero esto es realidad? 1 – Adaptar la Iglesia al mundo actual.

4


– No Sócrates, esto es un relato fantástico. Continúo: Bones me relató esa tarde, entre mate y mate, que conoció al abate Traditio, que había sido ordenado obispo por un prelado vietnamita, llamado Xong Muchon Liong. Traditio había estudiado la tesis de cassiciacum, a la cual había prestado fe y seguía contra viento y marea. – En el relato fantástico, por supuesto. – No, en la realidad. – ¿Qué dice dicha tesis? – Que existe un papado material y otro formal. Es decir, según Traditio, materialmente existe un Papa, pero como el Papa es hereje de modernismo, formalmente no existe papado. Es la tesis de cassiciacum o materialiter-formaliter. Todos lo papas, incluido Juan XXIII, según él, habrían caído en herejía, por lo cual formalmente la sede de Pedro está vacante. – Perdone mi interrupción y continúe con la narración, – se disculpa Sócrates. Bones me contó que se había ausentado mucho tiempo de Buenos Aires, pues se internó en la Patagonia. Me dijo que residía en el Bolsón, allí fue donde conoció a Traditio. Salía con su camioneta hacia la cordillera, donde acampaba por semanas. Por ciertos relatos de los mapuches, se aventuró una noche y halló en una caverna lo que hacía años estaba buscando. Lo atrapó y dentro de una jaula sin vista al interior lo trajo para su casa quinta en las afueras, al oeste de Buenos Aires. – ¿De qué se trata?, – le pregunto. – Quiero que lo veas, si me puedes acompañar, hoy es el día ideal. Subimos a su automóvil y tomó una ruta, luego se adentró por unos laberintos de caminos de tierra, hasta que llegamos, ya entrada la noche, a un tranquera, que conducía a un caserón por un camino de pinos. Miré el hermoso cielo estrellado, era una noche sin luna y las estrellas se reflejaban muy distintas al opaco cielo de la Capital, donde sus mortecinas luces, impiden ver la belleza de todas las estrellas que adornan este cielo puro.

5


Entramos en el caserón y al sentarme en un sofá, veo un cuadro en la pared que representa un reptil comiendo su propia cola. – ¿Por qué pusiste esta bestia en la pared?, – le pregunto extrañado. – Mirá, – me dice en un porteño muy fluido, – este es el uróboros, una xilografía que usó Lucas Jennis, un alemán impresor de libros, buen ilustrador. Esto lo empleó en uno de sus libros de alquimia: De Lapide filosófico. Representa al reptil que con su cabeza busca comer su cola. – Eso ya lo sé, pero ¿cómo se te ocurrió ponerlo de adorno en la pared? – No es un adorno, es lo que buscaba en la Patagonia, lo encontré y lo traje vivo hasta aquí. – ¿Fue difícil capturarlo? – Nada de eso, ha sido una caza sumamente sencilla. Creo que es un hallazgo fantástico, – le dije emocionado – ¿porqué no lo publicaste? – Mirá, Santiago, vos sabés como es esto en la Argentina, primero tenés que triunfar afuera y después tenés que mostrarlo adentro. Estoy escribiendo toda la historia para una revista alemana, cuando la publiquen, seguramente me harán algún reportaje. Ya sabés que las noticias de esta clase, no tienen lectores. Si fuera un escándalo, o un robo, o una conspiración política tendría periodistas todos los días esperándome en la tranquera, pero encontré un uróboros, es decir, la nada del periodismo. Decía todo esto, mientras tomaba en su mano una larga linterna. – ¿Vamos a verlo?, – me dijo indicando la puerta. Rodeamos la casa y nos aventuramos en las sombras hasta un oscuro bosque. – Te pedí que vengas hoy, porque en las noches donde la luna no existe en el cielo, el uróboros, sufre ligeras metamorfosis, – me dijo mientras buscaba con la linterna la llave en un llavero que sonaba como un racimo de campanillas, anunciando la próxima

6


apertura de este misterio, bajo el manto de esas profundas tinieblas nocturnas. Abrió una cancela tejida de alambres muy tupidos entre sí y al caminar un rato sentimos algunos gruñidos. Luego buscó con la linterna entre el follaje y entonces pude divisarlo. – ¿Pero qué es esto? ¡Un reptil con la cabeza de Janskín y la cola remata en la cabeza de Traditio! Así era la escena. Janskín quería comer su cola cuyo extremo ostentaba la cabeza de Traditio y Traditio buscaba morder el cuello de Janskín. – En este momento es el ser más estúpido que existe, – me acota en voz baja Bones, – pues está tan entretenido en herirse a sí mismo, que se puede atrapar sin inconvenientes. Cuando la luna se encuentra en cuarto creciente, desaparecen sus cabezas y se transforma en un ser muy peligroso y altamente venenoso. ¿Satisfecho? – No, perplejo. Emprendimos la vuelta para el caserón. – El uróboros, – reflexionaba Bones mientras regresábamos a la casa, – es el icono del esfuerzo permanente por llegar a la eternidad en una constante lucha consigo mismo, dividido en contrastes superfluos, pero de la misma sangre fría de una realidad amarga, sustentada en el esfuerzo inútil, por querer alcanzar lo que sabe que es totalmente imposible. Cree que renace, pero en realidad, nunca nace, sino que muestra el instante de su eterna muerte. – ¿Siempre posee estas dos cabezas? – Oh, no. Varía de formas, a veces son políticos, otras veces escritores, otras militares, en fin, ya pude observarle varias. En este novilunio eligió estas dos, por eso hablé contigo de Traditio antes de venir. Entramos en la casa y me pidió que me quedara esa noche, pues se le complicaba llevarme de vuelta a esas horas. Accedí, me dio unas mantas y me acomodé en un sofá, durmiendo algo incómodo pero sin inconvenientes serios. A la mañana siguiente, no sé como, ni por qué, me desperté en casa sobre un

7


sillón. – Profesor, saliendo del cuento, porqué ambas cabezas se encuentran en un mismo animal. – No es un animal, Sócrates, es la Bestia apocalíptica, de muchas cabezas, ellas buscan herirse, pero no se dan cuenta que son parte del mismo cuerpo del Dragón. Observa que Traditio, es una palabra latina y puede significar tanto traición, como tradición. – No entiendo la razón por la cual tanto Janskín como Traditio se encuentren como cabezas de la Bestia. – Porque ambos juzgaron al Papa de hereje, Janskín por el dogma del Concilio y Traditio porque afirma que el Concilio, en sus discusiones que parecen eternas, rompió con la Tradición. Es el cuerpo del sedevacantismo, con cabezas enfrentadas, pero todas de la misma esencia y sangre fría del reptil. – Pero de acuerdo con mis conocimientos históricos, creo recordar que el Papa Honorio I fue condenado como hereje por el concilios de Constantinopla III, en el Siglo VII. – Mi buen Sócrates, no seas ingenuo. San Roberto Belarmino, 2 al estudiar el caso, nos dice que los griegos acostumbraban falsificar las actas de los concilios. San León II aprueba las actas de dicho concilio y modifica la condena efectuada contra el Papa Honorio I. *** Finalizado mi relato fantástico, el simple fiel me pregunta: – ¿Puede alguien juzgar un Papa? – Nadie, solo lo puede hacer Jesucristo, ya manda el evangelio no juzgar a nadie 3, mucho menos a un Papa. Esto ha sido una norma invariable dentro de la larga Tradición de la Iglesia: jamás fue un papa juzgado, pero, algunos tradicionalistas, parecen 2 – San Roberto Belarmino (1542-1621) . 3 – Mateo 7,1.

8


olvidar esta tradición elemental. – Pero hoy no hacemos otra cosa que oír errores y afirmaciones que nunca fueron enseñadas por la Iglesia, – me reclama el simple fiel. – Es preciso distinguir un error de una herejía. Para que exista herejía se debe ver un orden herético formal contra la fe. Por esta causa preguntamos, ¿cómo sería posible, que un Papa, cabeza de la Iglesia, pueda constituir un cuerpo formal herético paralelo? El Papa no es un uróboros que devora su iglesia. Es la afirmación del sentido común, reflejada en el romance medieval. Muchos son los errores que hoy pululan dentro del catolicismo, pero la prudencia nos manda no hablar de herejía, hasta tanto no se haya manifestado de modo formal. Por eso, en nuestras novenas, tomadas de los Mensajes de San Nicolás, dice Nuestra Señora, como Mater Boni Consilii, es decir, Madre del Buen Consejo:

«En la tierra, el Vicario de Mi Hijo es el responsable de que ese Cuerpo siga en pie; por eso, seguid junto a vuestro Papa, siguiendo su enseñanza, que es en definitiva la enseñanza de Cristo.» (Del Mensaje 1273 de San Nicolás.)

9


10


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.