La filosofía para chicos

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AULA XXI LA FILOSOFÍA PARA CHICOS


AULA XXI

La filosofĂ­a para chicos

Ideas para el trabajo en el aula

ALEJANDRO ROZITCHNER

Santillana


LA FILOSOFÍA PARA CHICOS

Aula XXI Santillana/Argentina Proyecto editorial: Emiliano Martínez Rodríguez Dirección: Herminia Mérega

LIBRO DE EDICIÓN ARGENTINA

© 2000 Ediciones Santillana S.A. Beazley 3860 - 1437 Buenos Aires - Argentina

ISBN: 950-46-1001-3 Hecho el depósito que indica la ley 11.723 Impreso en Argentina. Printed in Argentina Primera edición:

Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, ni registrada en o transmitida por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma y por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo por escrito de la editorial.


ÍNDICE

PRÓLOGO A LA SEGUNDA EDICIÓN

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PRÓLOGO A LA EDICIÓN ORIGINAL

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1. LAS PREGUNTAS ¿Siento ser?

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2. PERSPECTIVAS Unas palabras dichas como si todo fuera muy serio

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3. DESCRIPCIÓN DE SÍ MISMO Me gustan los sonidos y los pájaros

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4. LA FILOSOFÍA Y EL PENSAMIENTO Poner a los chicos en el indisciplinado lugar del filósofo

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5. LO QUE ENTIENDO Y LO QUE NO ENTIENDO A veces entiendo la vida pero casi siempre no la entiendo

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6. CÓMO LLEGUÉ A TENER UN GRUPO DE FILOSOFÍA PARA CHICOS Saber o no saber, o qué saber 45 7. LAS NEGACIONES Mil veces no

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8. LOS ENEMIGOS DEL PENSAMIENTO La actitud crítica no es la base del pensamiento La conciencia

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La filosofía para chicos

La crítica La angustia La filosofía

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9. CARTA A MÍ MISMO DENTRO DE VEINTE AÑOS Odio la berenjena y me encanta el mar

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10. DESORIENTACIÓN Y HALLAZGO A veces sentía que todo era una ridiculez

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11. LAS TEORÍAS Un método útil, lindo y sencillo

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12. SALIDAS AL MUNDO Un nene andando en triciclo sin saber adónde va

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13. CUATRO ASPECTOS DEL PENSAMIENTO Formulaciones para pensar el pensamiento

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14. VIDA Y OBRA DE PASCUAL GÓMEZ Que los padres escapen de su hijo

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15. SI YO GANARA 117.000.000 DÓLARES Me haría un monumento

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16. SENTIDO Y UTILIDAD DE TODO ESTO Todo muy lindo, pero ¿de verdad sirve para algo esto?

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17. PENSAMIENTO FILOSÓFICO A ver si nos aclaramos un poco las cosas

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18. LA FILOSOFÍA PARA CHICOS Un laboratorio del sentido

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Apéndice I. BASES PARA LA REALIZACIÓN DE EXPERIENCIAS EN LA ACTIVIDAD FILOSOFÍA PARA CHICOS Definición de la actividad Miniexperiencia filosófica habilitante Coordenadas metodológicas Ejercicios sugeridos

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Apéndice II. INVENTARIO DE TÉRMINOS CONCENTRADOS USADOS EN EL LIBRO

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BIBLIOGRAFÍA

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PRÓLOGO A LA SEGUNDA EDICIÓN

Fue mi primer libro. Daba explicaciones sobre cada posición que tomaba, me justificaba en exceso, no decía las cosas tan directa o claramente como siento que puedo decirlas ahora. ¿Qué iba a hacer, corregirlo hasta rehacerlo? ¿Quemarlo bajo la luz de la luna? Aclaré algunas frases que me parecían oscuras, volví a deslumbrarme con los textos de los chicos, me di cuenta de que hacer experimentos de este tipo es bueno tanto para el que los plantea como para quien sigue el juego. Las cuestiones del pensamiento me siguen pareciendo esencialmente bien dichas, aunque ahora diría otras cosas. Me alegro mucho de que se reedite, ya que en su primera edición se agotó, y quiero que el libro siga su camino (y yo quiero seguir el mío, también, razón por la cual no quiero reescribirlo) Se trata del primer libro editado en el país sobre filosofía para chicos. Lo único que quiero enfatizar en este prólogo es esto: No demos por sentado que la filosofía para chicos es una nueva disciplina con jerarquías y métodos definitivos. Lo bueno de esta actividad es que en ella está todo por inventarse, que se propone como un campo experimental y no como una nueva rama académica. Propongo y apoyo esta vía, la de una aproximación lúdica e incierta y no la del seguimiento de


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programas minuciosos. El programa sólo debe establecer los pasos de una experiencia abierta y variable. Docentes: ¡a inventar, a jugar, a crear, a despreocuparse y dar libertad al entusiasmo! Es el único capaz de conectar con el de los alumnos. Finalidad actual de la pedagogía: incrementar el entusiasmo de los docentes y los alumnos. Aflojar el equívoco crítico, que consiste en valorar el juicio por sobre la acción, el desencanto “lúcido” por sobre el encanto “lúdico”. No hace mucho tiempo se publicó un libro de conversaciones que hicimos entre Andrés Calamaro y yo. Allí utilizamos un truco que repito en éste: el subtítulo en cursiva. Viene a ser como un comentario íntimo que completa o refresca la seriedad del título. Quiero advertir también que le pegué al texto unos hachazos que el lector agradecerá. Y que lo hice más sencillo. Al final del libro se describe una propuesta concreta para que otros docentes interesados en hacer experiencias de este tipo cobren coraje y las hagan. Si alguien se quiere poner en contacto conmigo puede hacerlo por correo electrónico a: rozitchner@yahoo.com. Si alguien quiere encargar algún trabajo en filosofía para chicos para alguna institución educativa, tanto para chicos como para docentes, puede hacerlo por correo electrónico a Ximena Ianantuoni (mi esposa), a: ximenaianantuoni@yahoo.com. Ojalá les guste el libro.


PRÓLOGO A LA EDICIÓN ORIGINAL

Lo que me propongo en este libro es contar la experiencia realizada durante dos años con un grupo de filosofía para chicos y al mismo tiempo desarrollar una mirada sobre el sentido de la filosofía y el pensamiento. Como se ve, es un tema que abarca tanto problemas pedagógicos como problemas que involucran el sentido más general de la cultura y de la vida; ¿se podría acaso esperar un campo más acotado tratándose de la filosofía? Decimos que los chicos son filósofos naturales, que al construirse, un pensamiento recrea los interrogantes fundamentales, e incluso que esta experiencia infantil tiene el valor de ser un llamado al ya demasiado instalado pensamiento de los padres. ¿Qué problemas hay implícitos en la simultánea cercanía y distancia que existe en realidad entre los chicos y la filosofía? La filosofía para chicos, ¿es un campo, una actividad, algo que pueda volverse terreno pedagógico sistematizado, o se trata de una combinación que sólo puede ser abordada a través de experimentos? La indefinición del campo fue en este caso asumida como una cualidad definitoria y positiva, y el resultado final de la experiencia realizada valora esa opción. Sin embargo, esa indefinición puede resultar una carga, ya que ella propone un


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camino sin categorías precisas ni marcos conceptuales tan definidos como los querrían los planes de estudio, cosa que puede desmerecer el trabajo o hacerlo parecer poco serio. Es lo que hace que este texto suene por momentos tan alejado de las prosas que transitan campos más determinados de la experiencia del conocimiento. No debe olvidarse que en este caso el punto de partida es filosófico y, como tal, vago, difuso, incierto y lleno de licencias. Coincidiremos seguramente en la necesidad de la existencia de tales experimentos en el conjunto del saber y el pensamiento humanos. Los filósofos, mejor dicho, los egresados de las facultades de Filosofía, solemos ser capaces de todo y de nada al mismo tiempo. Como el pensamiento mismo, podemos ahogarnos en la imposibilidad o desarrollar algún camino real. El camino que muestra este libro es un intento de superar el límite que impone una excesiva seriedad. El libro concluye proponiendo una cierta sistematización de la actividad filosofía para chicos con la intención de promover la realización de otras experiencias similares. En el Apéndice I se propone, en consecuencia, una mini experiencia filosófica habilitante para la coordinación de grupos de filosofía para chicos. El interés despertado por la idea de una experiencia de filosofía para chicos ha sido enorme. Creo que la clave de ese interés no es otra que la mezcla de alivio y satisfacción con la que se recibe la posibilidad de que los chicos realicen una adquisición temprana, y de manera más informal que la acostumbrada, de lo que con el pasar del tiempo fue reconocido por muchos como un campo apasionante y fundamental. El acceso a la filosofía, o a lo que vagamente se supone podemos encontrar en ella, suele ser buscado con interés pero infructuosamente: la filosofía es escurridiza. Se la busca en donde no está, o a través de un estilo que al mostrarla la oculta. En los primeros capítulos de este libro se trabaja con una noción negativa de la filosofía, como si su única versión posible fuera la versión académica, pero la experiencia con los


Prólogo a la edición original

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chicos ayuda a rearmarla de otra manera. Ésa es una de las historias de este libro, y no quiero adelantarla. Lo que se expone son resultados parciales de una investigación que continúa. No todo es precisamente claridad y coherencia. Me pareció más importante que el conjunto fuera dinámico, es decir, que funcionara y resultara sugerente, a que fuera un ejemplo de orden. El orden excesivo es, en el pensamiento y en cualquier otro campo, la muerte. El pensamiento es en cambio un ir y venir, un querer y no saber cómo, un llegar y retroceder. Los chicos que han formado parte del grupo son: Nadina Goldwaser, Nicolás Scabini, Lucas Méndez, Mercedes Solanas, Julieta Racket, Lara Feldman y Emanuel Rozitchner (mi primo). También pasaron por él, en distintos momentos, Catarina Spinetta y Natalia Zampicchiatti. Este libro es nuestra obra conjunta. A lo largo del desarrollo del libro se alternan capítulos teóricos explicativos con capítulos dedicados a reproducir y tratar de comprender los textos realizados semana a semana por los chicos. En los primeros seguí la evolución que mis ideas tuvieron durante el proceso de trabajo, respetando las formulaciones parciales de los distintos momentos, con el fin de repetir en el libro el camino que siguió la experiencia. Si hay tantos capítulos que reproducen la escritura de los chicos es porque la experiencia del pensamiento a la que me refiero se capta mejor frecuentando el contacto con su pensamiento y tratando de reflexionar sobre él que de cualquier otra forma.


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LA FILOSOFÍA Y EL PENSAMIENTO Poner a los chicos en el indisciplinado lugar del filósofo

¿Qué es la filosofía? ¿El saber más general, un saber de lo absoluto? ¿Una dimensión metafísica del conocimiento ya abolida por el avance del conocimiento científico? La filosofía es eso que nadie sabe muy bien qué es, y que los filósofos tratan de determinar a través de respuestas diversas y muchas veces contrapuestas. La filosofía es en los hechos una incertidumbre vuelta ejercicio sistemático. Ella es incluso uno de sus principales temas, ya que dentro de su campo está promovido el debate acerca de su sentido y su posibilidad. Pero fuera de su campo, observada por quien tal vez la estudió al pasar en el bachillerato, ¿qué es y qué ofrece la filosofía? Querer juntar esta materia escurridiza con los chicos puede interpretarse en primer lugar como un afán cultural excesivo, como un deseo de intelectuales de sumergir a sus hijos en la incertidumbre que ellos mismos cultivan como signo de inteligencia. O puede parecer simplemente una ridiculez, una problematización que va en contra de los principales valores de la niñez: la inocencia y la sencillez. Uno de los padres de los chicos que formaron parte del grupo recibió incluso comentarios advirtiéndole sobre la posibilidad de que tras la fachada del curso de filosofía para chicos se ocultara alguna secta que quisiese adoctrinarlos.


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La filosofía para chicos

Si la filosofía es algo ya de por sí considerado innecesario, o al menos algo que encuentra su valor puesto en duda por el sentido común, ¿qué podría justificar su utilidad para los chicos? ¿Por qué habría de convenir promover este encuentro entre una materia ardua y difícil y aquellos que precisamente parece que todavía no pueden a causa de su edad entender muchas cosas? Por lo general, de todas maneras, la reacción frente a la mención de la existencia de un grupo de filosofía para chicos ha sido sorprendentemente favorable. Resulta necesario aclarar de alguna manera de qué hablamos cuando hablamos de filosofía para mostrar qué es lo que se va a poner al alcance de los chicos y por qué es interesante hacerlo. Tenemos dos posibles contextos para acercarnos a la comprensión de la experiencia filosófica y su sentido. El primero de los contextos es el del hombre, su historia y sus intereses. Todos somos hombres, ejemplos de este extraño animal, pero al proponer al hombre como contexto intento definir un cierto sentido que se presenta alrededor de su existencia. En este registro del hombre al que intento aludir actúa, por ejemplo, la filosofía académica. Ella se dedica a tratar de hacer avanzar el conocimiento de este absoluto humano que nos incluye a todos y a resguardar las condiciones de posibilidad de tal avance. Es una disciplina seria, compleja, erudita, que concibe al estudio y al trabajo como sus modalidades fundamentales. En el campo académico, la filosofía tiene básicamente tres posibilidades: se consagra a la observación detallada de su propia historia, se dedica al planteo estricto de las posibilidades del conocimiento, es decir, a la epistemología, o investiga rigurosamente los problemas éticos y morales buscando una especie de realidad trascendente del valor. El segundo de los contextos posibles sería el de una vida particular, es decir, hablaríamos sobre UN hombre en vez de sobre EL hombre. Cambiamos entonces de ámbito, entramos


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en la escena de una vida y sus problemas. Aquí se haría necesario decir que todo hombre es en cierta medida filósofo, lo cual es de alguna manera un lugar común y al mismo tiempo una verdad. No todo hombre maneja los conceptos básicos de la historia de la filosofía, ni todo hombre asume el desafío que puede plantearse como propio de la filosofía; ¿qué decimos entonces al decir que la filosofía está presente en la existencia de cualquier hombre particular o que la involucra? El panorama se aclara con la introducción de otra palabra, esencial y orientadora: pensamiento. La diferencia es importante. No todos hacemos filosofía, pero sí todos pensamos constantemente. Por más que algunas disciplinas místicas orientales se lo propongan, sabemos que no es posible no pensar, que cada minuto o segundo de nuestra vida está enredado con esa materia extraña que es el pensamiento y al que más adelante trataremos de definir. La filosofía propiamente dicha, es decir, lo que académicamente se reconoce como filosofía, no es más que una particular experiencia de esta actividad universal del pensamiento. Ayudados por esta noción más amplia de pensamiento, podemos decir que la filosofía académica piensa sobre el pensamiento de los filósofos, y que al hacerlo lo traiciona. Esos filósofos que constituyen la materia prima del trabajo de la filosofía fueron ellos mismos pensadores, pero su materia prima era la realidad. Si bien es cierto que puede resultar muy útil el contacto con semejante tradición para el trabajo de comprender la propia experiencia, la consideración académica da lugar a un campo de pensamiento vacío. Los filósofos hablaron del mundo, pensaron el mundo, pero un estudiante de filosofía tiene como primera tarea proceder a la eliminación de ese mundo al que aludían los filósofos. No se habla de las cosas, eso resulta demasiado ingenuo y hasta estúpido en el universo filosófico académico. Se produce así la experiencia de un pensamiento sin desagüe, sin realidad y sin sentido. Sólo importa el pensamiento de aquellos que tenían la auto-


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ridad para poder intentar el acto de la comprensión, y un estudiante, desautorizado, no sirve sino para lograr una observación minuciosa y fascinada del pensamiento del otro. ¿Los filósofos señalaron la realidad? Un estudiante de filosofía sólo es preparado para observar el señalamiento del filósofo, sin poder dirigir sus ojos a la realidad concreta, es decir, teniendo que eliminar cualquier contenido personal o directo de su relación con el mundo y esterilizando al mismo tiempo el decir de los filósofos, que también apuntaba al mundo y encontraba su sentido en él. Cuando comencé a asistir a clases en el primer semestre de la carrera de Filosofía –fue en Venezuela y hace unos cuantos años–, recuerdo haber quedado deslumbrado por la capacidad y el poder del pensamiento. Me pareció increíble que pudiese hablarse de cada cosa, que fuera posible llegar a comprender y a organizar una imagen de lo real tan certeramente, y sentí que esa posibilidad era capaz de tener una influencia directa en mi capacidad de vivir. La decepción no tardó. El poder del pensamiento allí presente era inmenso, sí, pero estaba congelado, adormecido. Las facultades o escuelas de Filosofía funcionan como una experiencia disuasiva del pensamiento. Vamos hacia la filosofía con el deseo de entender y pensar, pero ella nos transforma en cambio en eruditos, nos hace refinados y escépticos. Una experiencia que buscaba pensar termina asumiendo un papel estéril de presunción cultural. Como las lámparas de luz violeta que atraen a las moscas para matarlas, las escuelas de Filosofía atraen a quienes sienten por la actividad del pensamiento un interés especial para marearlos en una estructura de abstracciones desarticuladas que sostienen su apariencia de efectividad gracias a la sumisión en la que colocan a sus alumnos. Pero, ¿es verosímil esta crítica al hombre, esta caracterización de lo humano como un ámbito despojador de sentido para la experiencia particular? Evidentemente, no es posible


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desgajarse de la experiencia del hombre, nos realizamos en ella y en ella encontramos también sentido. Sin embargo, al presentar la diferencia entre el hombre y el sujeto como una oposición alumbramos un juego de sentidos fundamental para comprender las opciones de nuestra vida concreta y las de la misma cultura general. Como concepto, el hombre se construye con la suma de todos los hombres particulares, es la idea que abarca y sintetiza la particularidad de cada hombre. Pero en su existencia concreta, el hombre y su proyecto reproducen también esta operación conceptual, y su existencia objetiva se arma de igual modo, con la suma de todos los hombres particulares en su proyecto general. Y por ello, en lo concreto de cada experiencia se opone la existencia particular de un hombre a la existencia concreta de lo humano. Se trata en todo caso de una elección: o hago lo que el hombre necesita, lo que esa idea y ese proyecto reconocen como su necesidad, o hago lo que está marcado e implícito en mi sentido particular. Dicho en la esfera que nos interesa: o despliego mis preguntas y desarrollo el sentido inevitable de mi pensamiento o me hago eco de los problemas señalados por la cultura como importantes y hago “investigación” en ellos, dejando de lado los problemas abiertos en mi sensibilidad. Es cierto que estos sentidos no son necesariamente siempre opuestos, pero también es cierto que la organicidad de una experiencia que busca su camino percibiendo su particularidad como su determinación fundamental es muy distinta de la experiencia que plantea su camino a partir de lo que el hombre le comunica idealmente, conceptualmente, como necesidad universal. Para el registro del hombre el querer es secundario, y también lo es lo estrictamente individual y particular. Es decir, para que el proyecto del hombre, esencialmente contenido en la idea de progreso, tenga éxito, cada hombre debe despojarse en lo concreto de sus sentidos particulares y armar su forma copiando el modelo que el hombre le propone como verdad. EL hombre no elabora formas, repro-


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duce un modelo. UN hombre elabora la forma propia a partir de su querer. EL hombre no piensa, UN hombre, cada hombre o cada mujer, no puede evitar hacerlo. La educación filosófica convencional no admite la expresión de lo particular ni la experiencia constructiva del saber porque debe dedicarse a sostener una existencia universal idealizada para la que esas formas no son relevantes. Una experiencia de filosofía para chicos como la que intento desarrollar pide precisamente la puesta en juego de esos sentidos cuya elaboración concierne en primer lugar al individuo. Es cierto que desde otra perspectiva la oposición desaparece y los elementos en ella enfrentados se compaginan, que la educación avanza cada vez más en ese sentido, pero eso no quiere decir sino que la experiencia humana está abordando la construcción de una forma de hombre menos universal y menos limitante de lo individual. Una forma en la que el deber deje paso al querer en muchos aspectos fundamentales. ¿No es eso visible? Recapitulando, si concebimos la filosofía como una disciplina y la ubicamos en el contexto humano, es decir, como una actividad del hombre a la que cada uno de nosotros debe sumarse –con temas ya preestablecidos y sistemas ya determinados–, damos lugar a una experiencia de pensamiento abortada. En ella hay pensamiento, pero éste tiene disminuido su poder fundamental, el de la elaboración concreta de las formas del mundo en el lugar subjetivo en el que el sentido es realmente posible. Si concebimos la filosofía, en cambio, como pensamiento, y a éste lo ubicamos en el marco aparentemente más estrecho de la vida de un hombre particular, nos abrimos a la experiencia de un campo dotado de sustancia real y, por lo tanto, pleno de sentido. Aquí la elaboración puede producirse porque las ideas tienen el respaldo de una experiencia llevada por el querer. Para aportar una primera conclusión al problema del acercamiento de los chicos a la filosofía, podemos decir que si


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bien es lógico suponer que la filosofía según su funcionamiento académico es algo que no corresponde acercar a los chicos –porque hacerlo equivaldría a enfrentarlos con un sistema que no sostiene la experiencia particular de su pensamiento–, podemos afirmar en cambio que hacerlos partícipes de una experiencia de pensamiento es algo que puede considerarse valioso desde muchos puntos de vista. Pero vayamos por partes. Leamos algo escrito por ellos para relajar un poco esta insoportable tensión teórica.


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