Plenilunio

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PLENILUNIO de Antonio Muñoz Molina. Plenilunio, escrita por Muñoz Molina y publicada en 1997, es una historia acerca del mal y de las distintas formas que reviste en nuestro tiempo, una novela de personajes que evolucionan y cambian bajo la mirada del lector y la presión de los acontecimientos en los que intervienen. TEMAS. La violencia. Aparecen en la novela dos tipos de violencia: la ejercida sobre niños, que aparece en el abuso y la muerte de Fátima, en el secuestro e intento de asesinato de la segunda niña y en el recuerdo del Padre Orduña sobre un fraile que perdió la razón y mató a un niño de las escuelas gratuitas; y la del terrorismo de ETA. Esta se ejerce con las pistolas y las bombas, pero también con las amenazas, con las llamadas. Y no solo se ejercita contra los policías o los cargos políticos, sino contra la gente que nada tiene que ver con la política, como la esposa del policía. Muñoz Molina sitúa en el mismo plano el crimen sádico y el terrorismo: el propio asesino se asimila a un terrorista, la persecución telefónica es el terrible destino de la familia de las víctimas, la caza del inspector por los terroristas se pone en paralelo con la búsqueda del asesino. Idénticas vanidad y brutalidad pueden detectarse en vulgares asesinos y en terroristas. El novelista realiza una honda meditación sobre el mal, indescifrable, omnipresente. Somos conscientes de las débiles fronteras entre la bondad y la ignominia, no queda claro dónde comienza el límite de la maldad. En todo caso, en la novela, el mal se mantiene como un enigma difícil de entender. Muñoz Molina insiste también en un aspecto del mal que cada vez se produce más en las sociedades modernas: los grandes grupos humanos anulan la personalidad, no dejan que se vea lo individual y característico de cada uno, los individuos se confunden con el grupo sin que aflore la responsabilidad personal. De ahí que las tendencias a realizar actos reprobables permanezcan muchas veces en el secreto. Es este un tema recurrente, que funciona como leitmotiv de la novela: el secreto que cada uno lleva consigo. Relacionado con el anterior, aparece el tema de la mirada, el viejo mito de que la cara es el espejo del alma: hay que encontrar una mirada, descifrarla para conjurar el horror. Pero, ¿la forma de su mirada descubre al asesino?, ¿el aspecto exterior de un hombre denuncia el mal que lleva dentro? El mal y el bien se mezclan y a lo mejor el asesino tiene rostro de buen chico. Finalmente se demuestra que la cara no es el espejo del alma. En general, la novela gira en torno a lo que vemos: ¿vemos la verdad en un mundo de apariencias, el acontecimiento en la rutina, lo monstruoso en la normalidad? Es necesario aprehender la verdad oculta bajo las evidencias, las cosas y los seres no son como parecen, las apariencias engañan. Nada es como nos muestran los sentidos, todos somos unos desconocidos para los demás. A todo esto hay que unir el desinterés, tan frecuente en nuestras ciudades, por la vida del prójimo. Cuando el asesino entra en el bar, aunque lleva rastros de sangre y la 1 PLENILUNIO de Antonio Muñoz Molina.


mirada huidiza, no merece del camarero más que la atención indispensable para servirle y, a continuación, sigue atento el desarrollo de un partido en la televisión. Para rematar el tema de la violencia y la maldad, hay que destacar que en Plenilunio se da una gran importancia a las víctimas. Hay una clara defensa de la inocencia de las víctimas opuesta a la culpabilidad de los verdugos. La novela adquiere una dimensión de tragedia clásica, pues sentimos piedad por la víctima, y el horror no tiene reparación posible: es un homenaje a las víctimas de la violencia. Como contrapunto al odio y la maldad, el otro tema importante de la novela es el amor. Por un lado, el amor conyugal del Inspector hacia su esposa, un amor que está hecho de costumbre y de lástima y que parece ya excluir la pasión. El inspector se siente obligado hacia su esposa no solo por el vínculo matrimonial, sino porque se siente responsable directo de haberla llevado al País Vasco, donde las continuas amenazas y la vida de sobresalto ha afectado seriamente a su salud. Frente a esa historia se alza la relación con la maestra Susana Grey. Es ella la que toma la iniciativa; en contraste con la mujer recluida en el psiquiátrico, esta maestra es una mujer culta, aficionada a la lectura y a la música, que ha tenido una experiencia matrimonial negativa y que ahora, a los cuarenta años, quiere rehacer su vida, aunque en la novela queda en el aire si esta historia tendrá o no un final feliz. También encontramos en Plenilunio una problemática muy frecuente en la novelística de Antonio Muñoz Molina, que se puede cifrar a grandes rasgos en que para adquirir una identidad propia hace falta reconciliarse con el pasado y abrirse a una existencia plena. Solo así se puede salir adelante. Este mensaje está plasmado fundamentalmente en la historia de amor entre el inspector y la maestra Susana, aunque más bien como una posible perspectiva del futuro, pues Muñoz Molina nos ha dejado con un final tan abierto que ni siquiera sabemos si el inspector va a sobrevivir al atentado, ni si, en el caso de que lo haga, se atreverá a dar el paso definitivo hacia una nueva vida. Un tema que adquiere importancia a lo largo de toda la novela es la presencia en la sociedad actual de los medios audiovisuales. Cuando se da la noticia del asesinato, la plaza cercana a la comisaría se llena de cámaras para transmitir los acontecimientos, pero esa presencia se desvanece en cuanto pasa el tiempo y la noticia deja de estar en el primer plano de la actualidad. La televisión está presente en las reflexiones de los protagonistas e incluso el asesino puede conocer al inspector que lo persigue a través de una imagen que aparece fugazmente en un telediario. Los padres del asesino conocen a la niña a través de la televisión que están contemplando permanentemente, con esa costumbre tan actual de tener el aparato siempre encendido. La televisión está también funcionando permanentemente en los bares que el asesino visita. Pero no es solo la televisión. En la casa de Fátima guardan una gran cantidad de fotografías y de vídeos de la niña. El inspector no puede por menos de señalar la diferencia que existe entre los tiempos de su niñez, cuando solo había unas pocas fotografías de determinados momentos, y el mundo de hoy en que los testimonios de todos los momentos de la vida son comunes en la casa de cualquier niño. Además, las pulsiones que arrastran al asesino a cometer su horrible delito tienen mucho que ver con su educación, con su adicción a determinadas películas marcadas por la violencia sexual.

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Otros motivos presentes en la obra son: la justicia, el sufrimiento, la crueldad (como fuerza instintiva cuya primera consecuencia en la víctima es la anulación de la identidad, luego la animalización), el horror, la lujuria, el azar, el odio, el mundo de los niños y los adolescentes, la comunicación entre generaciones…

PUNTO DE VISTA DEL NARRADOR. La mayor parte de la novela está narrada por un narrador externo, que no participa en los hechos y utiliza, por tanto, la 3ª persona. Es un narrador distanciado y objetivo, casi oculto, un narrador no personaje, una especie de “testigo sin rostro”. En cuanto al dominio de los hechos narrados, es un narrador omnisciente, pues no se limita a narrar lo que un observador externo puede ver, sino que penetra en el interior de los personajes para decirnos lo que sienten. Pero este narrador omnisciente se centra cada vez en un solo personaje, se identifica con él y reduce sus explicaciones de la historia a lo que este conoce: puede precisar sus pensamientos y deseos, pero evita “penetrar” en los de otros personajes. Se trata, por tanto de un narrador identificado, que se acerca a cada uno de los personajes, se impregna de su voz, permite la impresión de estar en sus mentes y saber hasta sus pasiones más oscuras. Este narrador identificado adopta un tono uniforme con la perspectiva de cada uno de los personajes, actúa como un foco que va iluminando sucesivamente el interior de cada uno de ellos, dándonos diferentes perspectivas a lo largo de la novela. El narrador nunca juzga. No descubre ante el lector lo que sabe, acaso tampoco él conoce todos los hechos y duda, lanza hipótesis o realiza con inseguridad posibles interpretaciones de los hechos. En todo caso, maneja estratégicamente el suspense propio del género. Otra voz distinta hace acto de presencia en los documentos que en la novela se intercalan entre comillas: la voz en tercera persona de un narrador personaje impersonal, una especie de testigo o narrador objetivista que solo conoce que lo que ve, no puede penetrar en los pensamientos de los personajes, ni saber cuáles son las razones de sus actos. Estos fragmentos pertenecen a los terroristas que espían al inspector, cuya acción brutal cierra de manera sorpresiva la novela, sumiendo al lector en el desconcierto. En definitiva, Plenilunio es una novela compleja, formada por varios planos narrativos que hacen que el lector tenga que ordenar el relato como en un proceso de reconstrucción, de investigación. Destaca además la variedad de modalidades discursivas. Así, para reproducir los pensamientos de los personajes: 

Utiliza abundantemente el estilo indirecto libre (habla el narrador en 3ª persona pero con las peculiaridades lingüísticas propias del personaje; no lleva verbo introductorio), que permite incorporar dentro de la intervención del narrador el punto de vista de un personaje. En otras ocasiones, los pensamientos de un personaje se plasman a través de un discurso muy próximo al monólogo directo, que irrumpe en el texto sin marcas

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diferenciadoras. En este tipo de monólogo el personaje realiza un relato coherente y ordenado en 1ª persona. El novelista recurre al monólogo tradicional para caracterizar a los personajes racionales y equilibrados, es decir, Susana (cap. 18) y el inspector (cap. 26). También aparece la psiconarración, o monólogo en estilo indirecto, cuando se presentan en tercera persona los pensamientos de la segunda niña atacada para traducir el ambiente de pesadilla, entre el sueño y la realidad, en que Paula vuelve a la vida. Y, por último, el caso más extremo lo encontramos en el capítulo 12, pues los pensamientos del asesino llegan al lector bajo una modalidad cercana al “stream of consciousness” o monólogo interior. Este pretende reproducir los pensamientos del personaje, tal como surgen en su mente, antes de que sean sometidos a la lógica. De ahí el desorden y las asociaciones ilógicas de palabras, propias de este monólogo.

En cuanto a la reproducción de los diálogos, en muchas ocasiones se intercalan las palabras textuales de un personaje sin que exista transición ni marcas tipográficas entre la voz del narrador y la de ese personaje concreto. Ya con comillas, aparecen las palabras en estilo directo de los personajes cuando el narrador rememora una conversación interrumpida o un encuentro apenas esbozado en una secuencia anterior.

TIEMPO Y ESPACIO. El tiempo externo de la historia debe situarse entre 1991 y 1997. A pesar de que no existe una referencia clara al año de los hechos narrados, los acontecimientos aludidos en la novela (las alusiones a la actividad de ETA, a los sacerdotes obreros, al conflicto entre serbios y bosnios...) nos permiten concluir que el tiempo externo del relato no está muy alejado, en el tiempo, de la fecha de publicación de la novela. En cuanto a la duración, la novela cuenta lo sucedido en un tiempo que va desde mediados del otoño hasta el final de la primavera: el asesinado de Fátima tiene lugar en octubre, el ataque a Paula un mes después y la detención del criminal a principios de diciembre, cuando, según Paula, faltan más de dos semanas para las vacaciones de Navidad. Después, un salto temporal nos lleva hasta mayo, cuando tiene lugar la ruptura entre Susana y el inspector. En lo referente al orden temporal, el discurso sigue, en general, un orden cronológico; pero hay alteraciones temporales, casi imperceptibles, que tienen lugar entre capítulos. Por ejemplo en el cuarto ya está investigando el inspector, pero en el quinto todavía la niña escribe en casa; en el capítulo ocho se nos narran hechos que corresponden a lo sucedido a principios de noviembre (Susana rememora su pasado mientras espera la visita del inspector) y en el capítulo nueve se nos cuentan hechos sucedidos en el mes de octubre (El inspector y el forense charlan en la cafetería Monterrey. Ferreras, el forense, le entrega una copia del informe de la autopsia al inspector). Entre secuencias vuelve a percibirse ese desorden temporal: la entrevista entre la maestra y el inspector aparece en 4 PLENILUNIO de Antonio Muñoz Molina.


el discurso después de la que mantiene con el padre Orduña en el archivo del internado; pero, en la historia, tiene lugar antes. Además, se utilizan otras técnicas que alteran el orden cronológico de la narración. Así, hay en la novela diferentes evocaciones retrospectivas, es decir, analepsis o vueltas al pasado (los recuerdos del inspector en el internado, de Susana sobre su vida de casada). Se producen entonces paradas cronológicas en el discurrir del relato primario para incorporar breves flashback que nos van explicando el pasado de algunos personajes. Hay que destacar también la simultaneidad temporal que se produce entre los capítulos centrales (20 y 21 por un lado, y 22 y 23 por otro) y que resalta el contraste entre la brutalidad y el amor: los capítulos pares se centran en la agresión a la segunda niña mientras, al mismo tiempo, en esa noche de luna llena, los capítulos impares describen la primera noche de amor entre el inspector y la maestra. En cuanto al ritmo, se utilizan técnicas ralentizadoras, como la acumulación de detalles, acotaciones sobre el ambiente, es decir, la pausa descriptiva que detiene la historia y ocupa el discurso. Pero también aparecen técnicas aceleradoras, como la elipsis o salto temporal que se produce entre los capítulos 30 y 31 y que nos traslada desde el mes de diciembre al mes de mayo. El ambiente en el que se desarrolla la trama de esta novela es fundamentalmente nocturno, y es en la noche donde los pasos del Inspector y del asesino se cruzan sin reconocerse, es la noche el ámbito del crimen y es también el momento en que se desarrolla la parte más importante de la relación del Inspector con Susana Grey. Existe además una medida lunar del tiempo. En varios lugares de la novela se señalan las fases de la luna, incluso se recuerda un truco infantil para distinguir el cuarto creciente del cuarto menguante. La presencia de la luna llena preside los momentos más inquietantes. Plenilunio transcurre, por tanto, en un eje narrativo que tiene que ver con la penumbra: los crímenes son situados en dos periodos nocturnos de luna llena y ambos son cometidos en un paraje sin iluminación. Esta incidencia temporal en la trama de la novela de la noche y la luna se percibe ya en el título: Plenilunio. En lo referente al espacio, hay que decir que el lugar donde se desarrolla la trama no se nombra. A pesar de ello, la mención de algunos lugares concretos como el parque de la Cava, la calle Mesones, la calle Nueva, etc., nos permiten decir que los hechos se desarrollan en Mágina, designación literaria que Muñoz Molina adopta para su ciudad natal: Úbeda. Los espacios exteriores tienen gran importancia, ya que dos de los personajes principales pasean a menudo por las calles de la ciudad: el inspector porque espera ver, entre los viandantes, una mirada que le revele la maldad de un hombre que ha sido capaz de asesinar a una niña, y el asesino, que sale a la oscuridad de la noche para gozar de la sensación de estar en la posesión de un secreto que nadie ha sido capaz de descubrir. Dentro de los espacios exteriores destacan: 

El parque de la Cava, lugar del asesinato de Fátima y del intento de asesinato de Paula. Es también un lugar relacionado con el pasado del asesino, que iba por las noches a espiar a las parejas.

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La plaza principal, donde confluyen todos los protagonistas. Allí se ubica la comisaría, la estatua del general Orduña y el café Monterrey, donde el inspector se cita tanto con Ferreras como con Susana, al tiempo que lo vigila el terrorista. Por esa plaza deambula también el asesino, desafiante o expectante.

Hay, en la descripción de los espacios exteriores, una censura explícita de la urbanización salvaje y del abandono del casco viejo de la ciudad. La periferia tampoco se diferencia de la de cualquier otra ciudad: caos, ausencia de gusto… Por contraste, la salida a espacios alejados de la esfera urbana, reporta a los personajes (Susana y el inspector) una espléndida sensación de vitalidad y satisfacción. “La isla de Cuba”, un agradable albergue rural, es el espacio de la tranquilidad, el sosiego vital, la plenitud personal, el amor y el deseo, la libertad. Ahora bien, cuando esa misma escapada se realiza durante el día y hacia el sanatorio en que está ingresada la esposa del inspector, los cambios subjetivos son bien notables. En el sanatorio mental se notan los estragos del paso del tiempo. Es un lugar asfixiante asociado a la pérdida de identidad y a la ausencia de memoria. De los espacios cerrados destacan por un lado, los espacios públicos como los colegios (tanto el de los jesuitas, como el de Susana), los bares, la comisaría o el mercado; por otro, los espacios privados, que simbolizan la personalidad de su dueño: 

Del colegio de los jesuitas destaca el contraste entre el pasado (“una construcción imponente”, llena de niños y voces) y el presente (“lo único que quedaba del antiguo colegio era la iglesia y el edificio donde estuvieron las aulas y los dormitorios de los internos”). El colegio de Susana, por el contrario, simboliza el inmovilismo, “el desaliento íntimo” de la maestra. En los quince años que lleva allí se transformó totalmente el entorno, pues el colegio era antes “un edificio solitario en un descampado” y ahora se ha quedado rodeado de “bloques de pisos sin orden”. Sin embargo, apenas ha cambiado nada en el interior: la mesa camilla de la sala de profesores, los estantes con libros de texto, la fotografía de los reyes, cada año más descolorida… Los muebles y los objetos permanecen inmóviles, tan solo han ido deteriorándose más con el paso del tiempo, lo mismo que la maestra. Las viviendas de los personajes principales son espacios muy narrativos, ya que hablan de sus moradores, nos cuentan cómo son estos individuos. La del padre Orduña está casi vacía y es muy pequeña pero en ella vive orgulloso en un ambiente provisto de lo mínimo, sin lujos innecesarios. En la casa del asesino sus moradores viven animalizados porque ya no queda rastro de afectividad alguna. Predomina la mugre, la monotonía, la crispación… En la del inspector no hay nada personal, como si nadie viviese allí.

Tampoco podemos olvidar la omnipresencia espacial de la luna llena o plenilunio asociado al crimen, el horror, la crueldad. Acaba vinculada a la imagen del círculo porque los hechos se han repetido y duplicado. Pero también adquiere otro valor bien distinto cuando preside el encuentro amoroso entre el inspector y Susana.

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Por último, decir que aunque el nombre de Mágina se omite, sí aparecen nombradas dos ciudades, Bilbao, que representa el pasado del inspector, y Madrid, relacionado con el pasado de Susana y símbolo también, en cierto modo, de su futuro.

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PERSONAJES. Los personajes principales son personajes redondos, que evolucionan a lo largo de la novela. El protagonista y, al mismo tiempo, el personaje que establece más relaciones en el conjunto de la trama, es un innominado y cincuentón inspector que ha huido del horror del País Vasco y encuentra el horror absoluto del crimen sádico cometido con pequeñas escolares. Por una parte es un personaje activo que lleva el peso de la investigación sobre el asesinato; por otra, es sujeto paciente del acoso y la persecución por parte de los miembros de la banda terrorista ETA. El tercer hilo argumental, el amoroso, también tiene su centro en el Inspector. Él es el que une a los personajes de la esposa –internada en un sanatorio de enfermedades mentales porque no ha podido resistir el asedio telefónico al que fue sometida en el País Vasco– y de la maestra de la niña asesinada. Es un individuo solitario, con un profundo sentimiento de culpabilidad, consciente de sus fracasos vitales y poco comunicativo, avergonzado de muchos aspectos de su vida (por ejemplo de su juventud, durante el franquismo, cuando colaboró con la policía pasando información sobre estudiantes con vinculaciones políticas) y con serias dificultades para relacionarse. Sus hábitos de trabajo como policía en Bilbao, donde aprendió a estar siempre a la defensiva (se sienta en las cafeterías de cara a la puerta, vigilando las entradas; intenta evitar a los fotógrafos y, sobre todo, jamás hace confidencias sobre su vida personal) han influido en su personalidad esquiva; pero la tendencia a la introversión era ya una característica del niño que fue acogido por el padre Orduña en el colegio de los Jesuitas cuarenta años antes. Su incapacidad para comunicar sus sentimientos es la constante de su matrimonio y una de las causas de la depresión de su mujer. La influencia de Susana hace que, por primera vez, confiese abiertamente ante el padre Orduña: “No es digno seguir mintiendo y escondiéndose con más de cincuenta años que tengo”. Aunque finalmente, es incapaz de sincerarse, precisamente con la propia Susana, porque “Había pasado su vida adulta callando y postergando las cosas, cubriendo de silencio o dejando para más tarde íntimas decisiones y deseos”. El antagonista es el asesino. Tiene apariencia de ciudadano corriente, de buen chico, pasa por ser alguien dócil y callado. Pero en realidad es un obseso sexual con una personalidad paranoica. En los monólogos se manifiesta su obsesión por dos partes de su cuerpo: el pene (tan pequeño que provoca las burlas, tanto de las prostitutas, como de los soldados que hacían la mili con él) y las manos (oliendo a pescado permanentemente, con las uñas siempre negras y cuarteadas). El pene y las manos simbolizan la doble frustración del criminal, sexual por un lado (envidia a los actores porno, pero él es impotente) y social por otro (trabaja como pescadero y vive en un barrio decadente cuando le gustaría ser un abogado de manos cuidadas, con despacho propio y un apartamento moderno en el centro, tal como se presenta ante la prostituta). Aborrece a sus propios padres, a quienes mentalmente insulta y desprecia, dado que las relaciones familiares están completamente degradadas. Odia también a sus clientas, es un misógino, un homófobo, un ser antisocial que oculta su desagrado y su recelo hacia todos. Como todos los asesinos, siente una atracción fatal hacia el lugar del crimen, y se excita ante el peligro convencido de su impunidad. Carece de cualquier sentimiento de 8 PLENILUNIO de Antonio Muñoz Molina.


culpa, es un personaje cruel y despiadado. Su última conversión, su forma de expresarse vienen a completar la imagen de un ser inestable psíquicamente, que pasa con facilidad de un extremo al otro. La maestra Susana Grey justifica, en principio, su presencia en la novela como maestra de la primera niña desaparecida, pero va a ser el centro de una de las tramas de la novela: la amorosa. Muchos de los rasgos que posee el personaje son los tópicos de una buena maestra; pero conforme van avanzando las páginas el personaje se va haciendo más complejo. Es el único personaje de la trama del que se proporciona la filiación completa (nombre y apellido) porque, a diferencia del inspector, el asesino y el terrorista, no oculta nada. Se caracteriza por la sinceridad y por su capacidad de influir a su alrededor: deja su huella sobre la casa que ocupa, sobre su alumna favorita (Fátima y su madre la consideran el modelo a imitar) y, por supuesto, sobre el inspector. Abandonada por su primer marido, educando ella sola a su hijo hasta los catorce años, se nos presenta como una mujer fuerte y decidida. En sus relaciones con el inspector es ella la que toma la iniciativa en numerosas ocasiones; por otro lado, frente a la personalidad del Inspector, un funcionario sin excesivas inquietudes culturales, Susana es aficionada a la música, y la mesilla de noche de su casa está llena de autores literarios bien seleccionados. Es una mujer sensible, culta e inteligente, y resulta una figura encantadora y sutil en medio de una realidad sombría. En Plenilunio destacan, además, una serie de personajes secundarios formidablemente elaborados: El Padre Orduña, excura obrero y exprofesor del inspector, es el lúcido guardián de una memoria reducida al silencio. A través de este personaje está presente el pasado de la posguerra (la represión, la pobreza, la orfandad, la injusticia, las reuniones clandestinas). Siente indiferencia hacia todo lo material y se asemeja a un asceta solitario rechazado socialmente por el sector más reaccionario y conservador. Tampoco comprende el horror, la explotación y la crueldad, ni acepta que Dios los permita. Su función en la novela es doble: por un lado, su existencia y sus recuerdos sirven para explicar la vida infantil del policía, hijo de un rojo represaliado, que pasó a estudiar en un colegio de curas y acaba convirtiéndose en policía. Cumple además la función de escuchar al inspector, de ser aquel en quien este deposita, en una especie de confesión laica, sus dudas morales y los defectos de sus actuaciones. Ferreras además de su papel en la investigación, tiene también un papel importante al recordar a la Susana Grey de hace años, una mujer hermosa que sufrió como él el abandono de su pareja. Este médico forense que, por razón de su cargo tiene que servir de contertulio del Inspector, sirve también para establecer un contraste de carácter con él: uno es callado, reflexivo, introspectivo; el otro es mucho más charlatán, más impulsivo, más volcado hacia fuera. El novelista lo presenta como alguien que dice habitualmente todo la que se le pasa por la mente. No siente piedad hacia los seres humanos, sino incomprensión, desconcierto. Este ilustrado moderno cree en el trabajo bien hecho, en el orden y en la razón, pero prefiere aislarse de la sociedad y refugiarse en su quehacer cotidiano. Un papel importante dentro de la novela, el de víctimas, lo desempeñan las dos niñas. La primera, Fátima, solo será conocida por el Inspector después de su muerte, a través 9 PLENILUNIO de Antonio Muñoz Molina.


de fotografías, vídeos, recuerdos gráficos. Encarna la dulzura, la inocencia, la bondad, sacrificadas. La segunda, Paula, llega a mantener una relación personal con el inspector, con lo que da un nuevo relieve a este personaje, que se muestra con ella cuidadoso, incluso cariñoso. La mujer del inspector viene a explicar, en cierto modo, la soledad de este. Entre uno y otro parece haber habido, desde ya hace años, un grave problema de incomunicación. Aparece como una víctima indirecta del terrorismo.

TÉCNICAS NARRATIVAS. En lo que respecta a la estructura interna, hay que decir que esta novela sigue la técnica del contrapunto, que consiste en la alternancia de varias tramas narrativas cuyos protagonistas coinciden en el espacio y/o en el tiempo. En efecto, Plenilunio presenta tres grandes ejes argumentales que se relacionan entre sí por medio de la figura del inspector: el que gira en torno al asesinato, la historia de amor y la trama terrorista. A este respecto, llama la atención que los protagonistas de los tres ejes temáticos son los únicos personajes principales de la novela que no han sido provistos de nombre propio. Deben conformarse con las denominaciones genéricas de "el inspector" y "el asesino", mientras que el terrorista, el más anónimo de los tres, ni siquiera se nombra como tal. Salta a la vista que este anonimato no es casual, que viene a decirnos que lo importante no es la identidad sino las vivencias de las personas. La conexión entre ellos se desprende también de un detalle curioso: en el capítulo 14, en un mismo párrafo, el narrador se refiere sucesivamente a los tres bajo el pronombre indefinido "alguien". Además, los tres ejes tematizan una relación conflictiva con el pasado: el asesino con su rechazo tajante de las propias raíces representadas por los padres, el terrorista con una fijación obsesiva por agravios lejanos, y el inspector que parece llevar camino de reconciliarse con su pasado en vez de encerrarse defensivamente en la culpabilidad. Otra técnica destacada es la del suspense. Sabemos que el criminal anda suelto, que puede actuar nuevamente y que el inspector va a encontrarse con él, aunque no sabemos cuándo. Además, los lectores somos los únicos que conocemos al culpable y quisiéramos poder echarle una mano al inspector, al que le toca aclarar el crimen. El suspense se redobla gracias a que el lector también se entera de algo que el propio policía ignora: el acecho al que es sometido por otro asesino que lo busca, no como a alguien individual, sino por haber sido un policía nacional destinado en Bilbao. Que años después haya sido enviado a un nuevo destino no basta, como él mismo cree, ingenuamente, para que se libere del peligro. Ambos suspenses se unen: sabemos que el asesino de la niña circula libremente y puede atacar de nuevo, sabemos que un asesino acecha al policía. El riesgo bajo el que vive este aumenta por el hecho de que el crimen de Fátima se convierte en foco de la televisión. Eso hace posible que ETA se entere del lugar adonde ha sido trasladado, volviendo inútil lo conseguido con la mudanza y con el secreto que la policía mantiene sobre los destinos. La muerte del inspector está en aplazamiento, un aplazamiento del que vamos sabiendo muy poco, pues no más de cuatro o cinco veces se menciona, sin 10 PLENILUNIO de Antonio Muñoz Molina.


nombre, a ese alguien, tan desconocido como el asesino de Fátima, que acecha al inspector. Este doble suspense se resolverá al final de la obra, pues el asesino acabará entre rejas y el terrorista conseguirá su objetivo de atacar al inspector. Pero entonces, se abren para el lector dos nuevas incógnitas que no se resolverán al cerrar la novela: por una parte, no sabemos si el inspector saldrá con vida del atentado y, en caso de que lo logre, no sabemos si su relación amorosa tendrá continuidad. Para lograr el suspense aludido, el autor utiliza recursos como la manipulación del tiempo y el espacio y, sobre todo, la interrupción del relato en un momento culminante, tenso, critico, como estratagema para conseguir que el lector continúe su lectura (final de los capítulos 20, 21 y 22). También cabría citar, por su originalidad, la utilización de la penumbra, la noche y la luna como elementos vertebradores de la novela: los crímenes son situados en dos periodos nocturnos de luna llena y ambos son cometidos en un paraje sin iluminación. Esta incidencia temporal en la trama de la novela de la noche y la luna se percibe ya en el título, Plenilunio, aludiendo a un hecho bien conocido como es la influencia de la luna llena en los comportamientos extraños de la gente, y tiene constante presencia en la novela, apareciendo, en los momentos culminantes, en forma de luna llena: en la presentación del asesino en el capítulo 12, fumando boca arriba alumbrado por la luz de la luna; en su segunda salida, cuando repite todos los movimientos de la primera vez, el asesino se percata de la presencia, también repetida de la luna llena, cuando perpetra el golpe contra Fátima... Pero no solo los actos que competen al asesino están dominados por la luz de la luna; también la relación amorosa entre el inspector y Susana Grey están sometidos a su influjo, tanto real como metafórico: la luna entra por la ventana tras su encuentro sexual y cuando van en el coche suena Moonlight in Vermont. Es decir, la presencia de la luna llena funciona como nexo entre los protagonistas y los acontecimientos relevantes de la obra. Y también, en lo que respecta a la caracterización de los personajes, destacar las descripciones que el narrador (o el personaje con el que el narrador se identifica en cada caso) hace de ellos. Abundan, sobre todo, las prosopografías, que describen el aspecto físico del personaje, y llaman la atención las descripciones metonímicas por medio de objetos o prendas que identifican y definen a los personajes. Así, el inspector lleva siempre un anorak, Ferreras “la cazadora, las botas y el casco”, etc. Además, la novela tiene un comienzo in media res, puesto que el asesinato ya se ha producido cuando empieza la novela. Este comienzo in media res afecta solo a la primera trama argumental, la del asesinato. Esta trama es, en cambio, la única que tiene un desenlace: la detención del asesino. Con respecto a las otras dos tramas, la amorosa y la relacionada con el terrorista, hay que decir que la novela tiene un final abierto.

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Textos de Plenilunio, de Antonio Muñoz Molina.

Texto 1. Indica en qué momento tiene lugar esta escena, a qué espacio se hace referencia (explica su importancia en la obra) y quiénes son los protagonistas de este diálogo: Este era mi barrio —le dijo al inspector. Habían recogido todas las muestras y la ropa de la niña y las estaban guardando en el maletero—. Aquí estaba el cine de verano al que me traían mis padres todas las noches. (…) Me acuerdo de cuando inauguraron esta mierda de parque, quién te ha visto y quién te ve (…). Era la última moda, venirse a pasear un domingo a los jardines (…). Mira en lo que ha quedado todo: jeringuillas y cristales de litronas.

Texto 2. Tres personajes de la obra carecen de nombre propio y, en un mismo capítulo, el narrador los denomina “alguien”. Da los rasgos fundamentales del personaje al que se alude como “alguien” en el fragmento: Alguien recuerda los años lejanos en que fue un espía entre los otros, un estudiante con aspecto de becario pobre y voluntarioso, reservado pero atento y sin duda leal, […] una voz falsa hecha con el metal de la voz verdadera, adiestrada para repetir nombres, conversaciones, números de teléfono, letras de escalera y de piso cuya puerta era reventada a las cuatro de la mañana por policías con gabardinas o con uniformes grises.

Texto 3. Indica quién es el personaje del que se habla en el fragmento y explica su función e importancia en la obra: Parecía más pequeño, pero no mucho más viejo, usaba unas gafas de cristales muy gruesos y montura anticuada pero su pelo seguía siendo fuerte y casi todo oscuro, y si caminaba algo encorvado y arrasando los pies no era del todo por culpa de los años, porque también había caminado así cuando era mucho más joven, a causa no de su torpeza sino de su desaliño y su ensimismamiento. Aún sorprendía que no vistiera una 12 PLENILUNIO de Antonio Muñoz Molina.


sotana, que no tuviera afeitada la coronilla ni extendiera la mano para que se la besara el recién llegado.

Texto 4. Analiza el/los tema/s de la novela presentes en el fragmento: Alguien lleva un secreto, lo alimenta dentro de sí mismo como si fuera un animal que lo está devorando, un cáncer, las células multiplicándose en la oscuridad absoluta del interior del cuerpo, en la oscuridad blanda y húmeda, estremecida rítmicamente como por un hondo tambor, una conciencia que nadie más conoce y en la que proliferan igual que tejidos cancerosos los recuerdos obsesivos, las imágenes secretas que él no puede compartir con nadie, que nunca lo abandonarán, que lo aíslan sin remedio de los demás seres humanos. Texto 5. Identifica y analiza al narrador del fragmento y explica con qué eje argumental se relaciona: “De diez a diez y media sale a tomar un café con leche y un croissant a la cafetería Monterrey, a unos 100 m de la comisaría, al otro lado de la plaza. Tiene salida posterior a callejón. Muchos policías desayunan allí o toman cañas al salir del servicio. Desayuna de pie en la barra, de cara a la puerta de entrada. Se encuentra con otros inspectores que no lo saludan con mucha confianza, se ve que aquí tampoco se hace muy simpático. Con el que desayuna más veces es con un médico forense. Por ahora no tiene más relaciones que se le puedan comprobar, aparte de las profesionales.”

Texto 6 Explica la importancia del espacio que se cita: —Mire qué nombre tiene —dijo Susana, deteniéndose frente al arco de la puerta, ya excitada por la inminencia de la cena, de las copas de cristal sonoro y los cubiertos de plata, de la delicia del primer sorbo de vino tinto- La isla de Cuba.

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