LA NOVELA ESPAÑOLA EN LAS TRES DÉCADAS POSTERIORES A LA GUERRA CIVIL: CELA, DELIBES Y MARTÍN SANTOS. El panorama cultural de los primeros años de posguerra se caracteriza por el aislamiento cultural, la falta de maestros (muertos o en el exilio) y la censura. Este contexto explica que se publicasen básicamente novelas evasivas, novelas de guerra, de carácter panfletario, y otras que entroncaban con el Realismo.
La novela existencial y tremendista de los años cuarenta. Los primeros signos de renovación de la novela llegaron de la mano de dos escritores: Camilo José Cela que publicó La familia de Pascual Duarte, y Carmen Laforet que ganó el premio Nadal con su obra Nada. La realidad que reflejaban estas novelas no era el mundo heroico y feliz que difundía la propaganda del régimen franquista, sino una realidad desgarrada, violenta u opresiva caracterizada por el dolor y la angustia existencial. La censura impedía profundizar en las causas de esa realidad problemática, pero la desesperanza que se derivaba de la lectura de estas obras transmitía la idea de que se vivía en una sociedad que no era auténtica, muy diferente del triunfalismo oficial del franquismo. En la década de los años 40 se distinguen dos tendencias: la novela tremendista y la existencial: La novela tremendista: La familia de Pascual Duarte de Camilo José Cela. Se narra en ella la historia de un campesino extremeño quien, condenado a muerte, escribe la historia de su sórdida vida, llena de acontecimientos truculentos, violencia gratuita y horrores diversos. Su importancia radica en que supone un tema y una forma originales en el ambiente general de mediocridad de la novelística de esos años. El lenguaje es directo, a veces, soez. Este concepto negativo del mundo nos recuerda a Baroja. La novela existencial: Nada (1945) de Carmen Laforet. Relato en 1ª persona de las experiencias frustrantes de Andrea, una joven estudiante universitaria que se traslada a Barcelona y convive con la asfixiante familia de su madre. Los temas son la opresión, la soledad, la falta de esperanza, la incomunicación, el aburrimiento vital, es decir, la angustia existencial. Es importante el espacio, ya que los lugares cerrados y asfixiantes reproducen esa sensación de soledad e incomunicación. También pertenece a esta corriente de novela existencial Miguel Delibes que publica en 1948 La sombra del ciprés es alargada. En esta novela se puede observar ya un rasgo que aparecerá frecuentemente a lo largo de la producción de Delibes: la visión positiva y sencilla de las realidades más habituales y humildes. La misma característica muestra su siguiente novela, El camino, donde retrata con ojos infantiles la vida de un pueblo.