Poema castellano quijote definitivo

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En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme, vivía hace mucho un hombre majadero, loco, tenaz y con tal renombre que hasta los pájaros de India a Monforte lo conocían por sus hazañas y su uniforme: pelo gris, esqueleto tuerto y bigote acorde, era pues un caballero hecho don Quijote. Para mostrarle su valor a la del Toboso concertó con el rey Felipe III el piadoso, viajar en el tiempo a su reino próximo. Así fue como nuestro héroe con alegría se dirigió hacia tal empresa sombría buscando sabiduría que complacería a Dulcinea, a los Austrias y a su cartilla. Empezó el viaje en su tierra natal, la Mancha la notó tan angosta y sacrificada a luces de una sociedad no jerarquizada pero sí ruda, insensible y enjaulada. Era quizás su necesidad de dinero o sus prisas por ir a comprar el sano tabaco siguiendo: hielo que se fugaba del Ártico, animales que exterminaron como trofeo, ecosistemas destruidos por el petróleo, Prestige, Chernóbil, Urquiola, Bhopal, Mar Egeo, recortes continuos en el empleo público, la extensión aceptada del Imperialismo: negros, blancos, chinos, mujeres, por el racismo. Las piernas sustituidas por los vehículos, tantos estudiantes de letras sin sus títulos y tantas víctimas a causa del terrorismo. Tantos poderosos que buscan la ambrosía para tener más y gastarlo en tecnología que luego utilizarían en la Guerra Fría. Quieren ser inmortales, vivir de fantasía: es corrupción y casos nuevos cada día. Con todas esas cosas construyeron un museo donde explotación, control, violencia y miedo eran los grandes amos del Universo. Ocultaron sus deseos bajo un apodo, un nombre así temido por el diablo mismo, adoraron e idolatraron al capitalismo. Y ante tanto magnicidio don Quijote repitió: “Si yo hice tal mundo que el demonio me lleve” Mas la época del Quijote no era diferente:


reinaba en aquel entonces la famosa peste, pescaderas que olían peor que los salmonetes, la cualidad de objeto de las mujeres, sangrías que atraían como moscas la muerte y algún cristal opaco en lugar de mente. Siempre tratando de apartar las pulgas del colchón lo que establecía la Santa Inquisición, ahora lo favorece la Globalización que además suicida alma e imaginación. Recuerda así los matrimonios concertados don Quijote, también criticaba los validos, cuya tacañería creaba analfabetos e impedía la emancipación de los foros en los que entraban bobos y salían más bobos. Pero nuestro héroe por primera vez cansado después de haber visto todo lo necesario de comprender al yanki, hippie, emo y vegano, de bajar más hondo y de subir más alto, nadar con el delfín y volar con el pájaro llegó a la conclusión: no se puede ser barroco y vivir durante la Era Contemporánea. Así pues, el hidalgo loco como un cencerro volvió de su viaje tan sano y tan cuerdo que hasta la princesa Dulcinea del Toboso no volvió a ser princesa sino Aldonza Lorenzo prometida en la Mancha con Alonso Quijano. A la boda acudió como niña de arras Sancho, la sobrina dio gracias a Dios por el milagro y bien lo acogieron el cura y el barbero. Aunque no come más que palominos y queso, don Quijote asegura, damas y caballeros que en su tierra las cosas se hacen con el seso. El rey Felipe III el Piadoso fue informado de que el mundo al Quijote había cambiado frente a todos aquellos que lo intentaron, se propuso entonces cambiar lo estipulado para así legarnos un futuro mejorado. Cervantes decía: fue el espantajo y coco del mundo en tal coyuntura lo que acreditó su ventura de morir cuerdo y de vivir loco… “in hac lachrymarum valle” Victoria Iglesias, 1º Bachillerato



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