Cristianos
En Marcha
Una revista de discipulado cristiano del Ejército de Salvación Año 17 No. 2
¡Misericordia!
“Ten compasión de mí, oh Dios, conforme a tu gran amor; conforme a tu inmensa bondad, borra mis transgresiones. lávame de toda mi maldad y límpiame de mi pecado” (Salmos 51:1–2, NVI)
Cristianos
EN MARCHA Año 17 Número 2
Cristianos en Marcha es preparado por Hispanic Word y publicado por el Departamento de Programa del Ejército de Salvación, Territorio Este de Estados Unidos.
“Soy una buena persona” Esta es una frase que escucho a menudo y que me incomoda bastante. Puede que en la mayoría de los casos sea verdad, pero existen para mí dos razones que nos dejan descolocados. En general, parece haber en ella una connotación defensiva. Alguna acusación hacia nuestra persona o una situación en que nuestra honorabilidad es puesta en duda, de ahí entonces nuestra “aclaración”, sólo por las dudas: “Soy una buena persona”. La segunda razón es que, bíblicamente, el Señor considera que el testimonio de sí mismo, no es legítimo (Juan 5:31). Jesús mismo se preocupaba de que Su ministerio fuera reconocido como válido a través del testimonio de otros y no sólo de sí mismo. Pablo dice: “Si nos examináramos a nosotros mismos, no se nos juzgaría”. Este es un recomendable y práctico ejercicio. A veces doloroso, pero ejercido con sinceridad de corazón, nos permite tener un conocimiento equilibrado y saludable de nuestra condición espiritual. Sin duda todos tenemos un concepto propio que guardamos celosamente, por eso Pablo nos recuerda amablemente: “Por la gracia que se me ha dado, les digo a todos ustedes: Nadie tenga un concepto de sí más alto que el que debe tener, sino más bien piense de sí mismo con moderación, según la medida de fe que Dios le haya dado” (Romanos 12:3, NVI).
Manuel O. de los Santos
Comisionados Bill y Lorraine Banford Líderes del Territorio
Coronel William Bamford III Secretario en Jefe
Mayor Manuel de los Santos Editor
Brenda Lotz
Directora de producción
Marisol Lalut Diseño gráfico
Nuestro propósito
El propósito de Cristianos en Marcha es proporcionar material cristiano que inspire, informe y desarrolle a los salvacionistas de habla española para que continúen en su tarea de honrar a Dios, salvar almas y servir al prójimo.
Declaración Internacional de Misión
El Ejército de Salvación, movimiento internacional, es una parte evangélica de la Iglesia Cristiana Universal. Su mensaje está basado en la Biblia. Su ministerio es motivado por amor a Dios. Su misión es predicar el Evangelio de Cristo Jesús y tratar de cubrir las necesidades humanas en Su nombre, sin discriminación alguna.
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Artículos 4 Jehová es mi Pastor (Salmo 23). “La promesa de Su presencia”. Estudio bíblico por la Tte. Coronela Marlene Chase. De todas las promesas incluidas en esta eterna oración, ninguna es más dulce o definida que la seguridad de la presencia de Dios con nosotros.. 8 Siervos. Serie de artículos publicados en la revista Salvationist, del Territorio de Gran Bretaña. Necesitamos la ayuda del Espíritu Santo morando en nosotros, que una Su voluntad con la nuestra. 15 Estudios sobre la santidad (Capítulo IX), por Ed Read. “¿Significa esto que Dios nos llama a una perfección absoluta? Tal perfección la encontró en Cristo pero, obviamente, no la habrá encontrado en ningún otro”. 20 Estudio de la vida y ministerio de Jesús, por el Mayor Bruce Power. En el Evangelio de Mateo, Jesús insta a Sus seguidores a entender una realidad radicalmente nueva: el Reino de Dios. 27 Un Embajador extraordinario: George Scott Railton, por H. Benjamín Blackwell. Su inmensa compasión por las almas lo hizo sentir que los atrevidos métodos que se empleaban para llegar hasta las multitudes eran cabalmente lo que él deseaba hacer como embajador de Dios.
Para meditar 2 “Soy una buena persona”
13 Aunque las montañas se derrumben
7 No soy bueno
14 Arrepentimiento y perdón
11 Nadie es tan justo
32 Lo que agrada a Dios
Hispanic Word 58 Steward Street, Mifflintown PA 17059 hispanic@en-marcha.org
Jehová es mi Pastor Estudio bíblico sobre el Salmo 23 Tte. Coronela Marlene Chase Publicado en The War Cry Traducción de Mary Salvany
La promesa de su presencia “Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores, unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebozando”. De todas las promesas incluidas en esta eterna oración, ninguna es más dulce o definida que la seguridad de la presencia de Dios con nosotros. Sin el Pastor, somos un rebaño desvalido y perseguido a merced de cualquier influencia egoísta o capricho. Esa era la condición de la gente con la que Jesús se encontraba. Eran oprimidos por jefes políticos que abusaban de ellos, por líderes religiosos que los manipulaban para ganancia personal. Había poca esperanza de salir de la pobreza y la esclavitud en que se encontraban. “Al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor” (Mateo 9:36). La mesa es un lugar figurado para la parte donde Jesús cena en forma íntima con los suyos. Sobre la mesa hay muchas cosas —protección, alimento, confort, descanso, aliento— y el Pastor mismo, irreemplazable, compasivo, está al centro de ella. Es importante honrar a Dios y no a los dones que Él ha dado, pues Satanás es capaz de falsificar la mayo4 CRISTIANOS EN MARCHA
ría de las cosas que solemos atesorar. Hamlet, en la obra de Shakespeare, dice del fantasma que asechaba su pena: “El espíritu que he visto puede ser el diablo: y el diablo tiene poder para asumir un aspecto placentero; sí, y tal vez, por mi debilidad y mi melancolía; ya que es muy potente con tales espíritus, puede abusar de mí para condenarme”. Una promesa potente Escondida en un rincón del apasionante libro de los Hechos de los Apóstoles encontramos una breve referencia que da a entender una asombrosa verdad. “Esta noche ha estado conmigo el ángel del Dios de quien soy y a quien sirvo, diciendo: Pablo, no temas” (Hechos 27:23–24). Eso sucedió cuando Pablo viajaba a Roma, estaba rodeado de sus enemigos para responder a las acusaciones de sedición y traición. Pablo, el siervo obediente de Dios, contaba con la atención del más potente protector de todos, Dios mismo. Pero ¿no es acaso esa la certeza que puede tener todo cristiano? ¿Acaso no nos dijo Jesús: “He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta al fin del mundo” (Mateo 28:20)?
¿Alguna vez ha estado usted preocupado y no se ha dado cuenta cuando alguien ha entrado a la habitación o se le ha acercado? Muchas veces me ha sucedido que, perdido en mis pensamientos, al principio no me he percatado de la presencia de una persona. De repente me he sobresaltado al verla. ¿Puede sucedernos eso hablando espiritualmente? Si es así, ¿cómo podemos mantenernos despiertos, alertas y preparados para ser tocados por Él?
El Brigadier Josef Korbel (r) arrestado en Checoslovaquia por su fe, fue forzado a vivir en un campo para prisioneros durante diez años. Solamente las promesas de Dios lo sostuvieron a él y a otros en medio de sus enemigos. En una ocasión obligaron a Korbel a estar de pie en la intemperie en pleno invierno. Con sus manos atadas sobre su cabeza y sujeto a una cerca de alambre de púas, él repetía susurrando las promesas de su Dios. El cielo se obscureció y él pensó que no iba a poder soportar más. De repente, Korbel sintió un extraño calor. Miró hacia arriba y vio “un par de hermosas manos blancas cubriendo las suyas”. Dios le dio a ese sufriente siervo el don de Su poderosa presencia en su hora más negra.
Pensemos en las promesas de Dios Dios le dijo a Josué: “No temáis, ni tengáis miedo... porque Jehová tu Dios es el que va contigo; no te dejará ni te desamparará” (Deuteronomio 31:6). El escritor a los Hebreos nos recordó que la promesa de Dios es para todos los creyentes. “Dios ha dicho: ‘No te Promovamos el plan de Dios desampararé, ni te dejaré’” (Hebreos Nosotros podemos recibir una nueva consciencia de la presencia de Dios 13:5).
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si fielmente promovemos el plan de Dios. “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas” (Proverbios 3:5-6). Si somos realmente Sus ovejas, y escuchamos la voz del Maestro en vez de seguir adelante por nuestra cuenta, tendremos Su presencia prometida. Él siempre estará con nosotros. Somos nosotros los que nos alejamos de Él. A menudo ignoramos a Dios hasta el momento del peligro. Pero, si no aprendemos a buscarle ni a escuchar Su voz, no le reconoceremos. Al buscar la dirección del Espíritu y al vivir en obediencia a Dios, podemos experimentar Su presencia en forma real y maravillosa. Sentir la presencia de Dios “Estad quietos, y conoced que yo soy 6 CRISTIANOS EN MARCHA
Dios” (Salmos 46:10). Esto requiere una acción de nuestra voluntad. Es importante reconocer la presencia de Dios, acercarnos a Él en oración y agradecerle por estar ahí, aun en esos momentos cuando no lo sentimos cerca. Saber que el Señor estaba a su lado le permitió a Pablo enfrentar lo que había de venir, incluyendo la posibilidad de ser torturado o asesinado. Pensar en las promesas de Dios, promover Su plan y sentir Su presencia fueron medidas sanas que usaron los primeros cristianos. Ahora, como entonces, Dios está a nuestro lado en la batalla. Ese es el mensaje imperecedero del Salmo 23. Es la maravillosa realidad para todos nosotros los que seguimos al Pastor. Es la presencia del Señor lo que hace rebosar de gozo nuestros corazones.
No soy bueno “Yo sé que en mí, es decir, en mi naturaleza pecaminosa, nada bueno habita. Aunque deseo hacer lo bueno, no soy capaz de hacerlo” (Romanos 7:18, NVI).
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Siervos
Serie de artículos publicados en la revista Salvationist, del Territorio de Gran Bretaña. Traducción: Mary Salvany
8 CRISTIANOS EN MARCHA
Dueño de sí mismo Escrito por el Capitán Paul Knight, del Colegio Booth Al reflexionar sobre la Pasión, me asombra el hecho de que Jesús sabía lo que le esperaba, mas voluntariamente aceptó el plan de Dios. No hay mejor demostración de que era dueño de sí mismo que la conversación con Su Padre en el Jardín de Getsemaní. A pesar de Su temor y angustia, pudo afirmar: “No sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú” (Marcos 14:36). Luego se puso de pie para enfrentar la traición, la injusticia, la tortura y la ejecución. ¿Qué podemos aprender de los evangelios respecto a ser dueños de nosotros mismos como Jesús?
sufrimiento y al servicio: “No saben lo que están pidiendo. ¿Pueden acaso beber el trago amargo de la copa que yo bebo, o pasar por la prueba del bautismo con el que voy a ser probado?” (versículo 38). Obviamente ellos no veían nada malo en desear mejores posiciones en un reino terrenal. Pedro no sale mejor parado. Cuando Jesús les enseña a los discípulos acerca de Su sufrimiento y muerte, Pedro le reprendió (Marcos 8:32). ¡Se atrevió a decirle a su Maestro que estaba equivocado! Vemos esta misma arrogancia cuando Jesús les dice a Sus discípulos que ellos lo van a abandonar. Pedro insiste: “Aunque tenga que morir contigo, jamás te dejaré” (Marcos 14:31). Pocas horas después, esas mismas palabras le ocasionarían a Pedro gran angustia cuando se comportó tal como Jesús había vaticinado. No es extraño que Pedro muchas veces haya sido caracterizado como impetuoso, apasionado, incluso inseguro. Estas dos instancias indican que él no estaba consciente de que era propenso a hablar sin pensar, era demasiado confiado en su propia opinión y no estaba consciente de la verdadera motivación de su discipulado.
Consciencia de uno mismo Tal vez la primera cosa que un cristiano debe considerar es tener consciencia de sí mismo. ¿Tengo consciencia de mis fuerzas y de mis debilidades, de mis deseos e inseguridades, del tipo de persona que soy y lo que me motiva? Los evangelios presentan el círculo íntimo de los discípulos: Santiago, Juan y Pedro, como hombres que necesitaban conocerse a sí mismos. Jacobo y Juan deciden exigir una cercanía especial con Jesús pidiéndole: “Concédenos que en tu glorioso reino uno de nosotros se siente a tu derecha y el otro a tu izquierda” (Marcos 10:37). La respuesta de Jesús indica clara- Motivación personal mente que no habían comprendido Una de las cosas clave que el cristiano en verdad Su enseñanza respecto al tiene que conocer bien es la motivaCRISTIANOS EN MARCHA 9
ción interna para hablar y actuar. Jesús convierte Su interacción con Jacobo, Juan y Pedro en puntos de enseñanza respecto a las piadosas motivaciones que deben tener todos los discípulos: “El que quiera hacerse grande entre ustedes deberá ser su servidor y el que quiera ser el primero deberá ser esclavo de todos” (Marcos 10:43–44; ver también 8:34–35). Nada podría ser más diferente de la egoísta ambición mostrada por Sus discípulos en estos incidentes, aunque trataran de disfrazarla con el ropaje de la lealtad. Nuestra quinta doctrina dice que todos los seres humanos han llegado a ser “totalmente corrompidos”. Cuando consideramos qué ha motivado nuestras palabras y nuestras acciones y cómo eso se compara con Jesús, nos damos cuenta de la disparidad; y también de nuestra necesidad de ser “enteramente santificados”. Medios de apoyo ¿Cómo podemos nosotros, en calidad de cristianos, llegar a ser más conscientes y correctamente motivados, dueños de nosotros mismos? Si tomamos a Jesús como nuestro modelo, percibimos que eso de ser dueño de sí mismo era un producto de Su relación con Dios y con los demás. Como Dios encarnado, compartía la perfección y la motivación de Dios, pero también vivía en una perfecta relación humana con Su familia, Sus amigos y Sus discípulos. Queda muy claro en los evangelios que esa consciencia divina y esa 10 CRISTIANOS EN MARCHA
motivación impelían a Jesús, como ser humano, a entrar y desarrollar relaciones mutuamente beneficiosas con otros individuos, junto con Su eterna relación con los otros dos miembros de la Trinidad. Una verdadera comprensión de lo que somos realmente y qué nos motiva solamente puede ser descubierta en una comunión cercana con otros, porque —en cierto sentido, por lo menos— estas relaciones nos definen. Si hemos de alcanzar esa supremacía, el ser dueño de nosotros mismos, que vemos en Jesús —que le permitía aceptar y soportar el rechazo, ser abandonado y sufrir la muerte por amor a otros— veremos que nuestro esfuerzo no basta. Necesitamos la ayuda del Espíritu Santo morando en nosotros, uniendo Su voluntad con la nuestra, permitiéndonos ver dónde debemos cambiar, motivándonos a hacerlo y permitiendo el cambio mismo a través de una relación de oración transformadora (ver Juan 16:8 y 13). La Biblia así como la tradición de la Iglesia muestran que Jacobo, Juan y Pedro fueron todos restaurados y llenos con el Espíritu; por lo que pudieron seguir y demostrar que habían aprendido a ser dueños de sí mismos en sus vidas y al morir. Esa promesa del Espíritu Santo es para nosotros hoy, porque también podemos desarrollar la maestría que Jesús demostró tener: ser dueños de nosotros mismos. Es una maestría que expresará el amoroso evangelio salvador y la bondad de Dios a todos los que la observen.
Nadie es tan justo
“No hay en la tierra nadie tan justo que haga el bien y nunca peque” (Eclesiastés 7:20, NVI).
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Aunque las montañas se derrumben “Aunque cambien de lugar las montañas y se tambaleen las colinas, no cambiará mi fiel amor por ti ni vacilará mi pacto de paz, dice el Señor, que de ti se compadece” (Isaías 54:10, NVI).
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Arrepentimiento y perdón “Y en su nombre se predicarán el arrepentimiento y el perdón de pecados a todas las naciones, comenzando por Jerusalén” (Lucas 24:47, NVI).
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Estudios sobre la santidad Ed Read
Publicado por el Ejército de Salvación en Canadá bajo el título: “Studies in Holiness” Traducción por David H. Gruer Impreso en Argentina, 1980
Capítulo IX ¿Espera Dios, de nosotros, lo que es imposible?º
Los lectores del Antiguo Testamento recordarán que un animal era aceptado para sacrificio solamente si estaba “sin defecto” (Éxodo 12:5 y otras citas más). Estos sacrificios escogidos anticipaban al Cordero que habría de venir. En Hebreos 9:14 leemos: “Se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios”. Y Su sangre vertida era preciosa “como de un cordero sin mancha y sin contaminación” (1 Pedro 1:19). No es solamente Jesús, sin embargo, que debe estar sin defecto,
sino todos los otros hijos de Dios. Era Su propósito santificar y limpiar la iglesia: “a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha” (Efesios 5:27). Estar sin mancha significa estar sin culpa y podemos ver estos términos emergiendo en el Nuevo Testamento como sinónimos de santidad. Vemos también que una de las razones por las cuales Dios limpia Su pueblo, tal vez su principal CRISTIANOS EN MARCHA 15
razón, es porque solamente un pueblo santo es aceptable como sacrificio sobre su altar.
presionando a los hombres con el esplendor moral de Jesús. Henrietta Mears en una sencilla ilustración de la mortificación y vergüenza causada por una autorrevelación, habló de la ama de casa que decidió pasar una mañana limpiando. Se vistió con su ropa y sus zapatos más viejos y muy pronto su apariencia general dejaba mucho que desear; el polvo había ensuciado su rostro. Pero no pensó nada de eso cuando sonó el timbre de calle. Para consternación suya, allí estaba una amiga que había venido de lejos, vestida con su mejor ropa. La visitante no pronunció palabra alguna sobre la apariencia de la anfitriona, pero su vestido inmaculado lo decía todo de forma elocuente. El Espíritu Santo tiene normas absolutas. Convence a las personas de pecado, mostrándoles a Jesucristo. Jesús vivió en el mundo como hombre, y “fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado” (Hebreos 4:15). Pablo explica lo que esto significa: “Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne” (Romanos 8:3). Debido a que Jesús vivió de manera maravillosa, santa, victoriosa, no se puede justificar el pecado; por lo tanto, el hombre que peca no tiene excusa alguna. ¡Qué pequeños somos todos nosotros al lado de Él! Cuán lejos están aun los mejores de nosotros de lo que deberíamos ser, al compararnos con Jesús, que es sin pecado y sin culpa.
Sin pecado y sin culpa Cuando el salmista oró diciendo: “¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos” (Salmos 19:12), meditaba sobre el hecho de que había fallas de las cuales él mismo no era consciente; las fallas no eran un secreto de los demás, sino que ni él mismo había llegado a tomar conocimiento de ellas. Una de las obras dolorosas del Espíritu Santo es hacer que nos veamos a nosotros mismos a la luz de Cristo. “Convencerá al mundo de pecado, de Sin culpa aunque no sin pecado justicia y de juicio” (Juan 16:8), im- ¿Significa esto que Dios nos llama a 16 CRISTIANOS EN MARCHA
una perfección absoluta? Tal perfección la encontró en Cristo pero, obviamente, no la habrá encontrado en ningún otro. F. B. Meyer, un hombre santo, escribió: “Al ser juzgados por sus normas perfectas, lo mejor de nuestro ser estará lleno de deficiencia infinita pero, de acuerdo a la medida de nuestro conocimiento, podemos andar ante Él en santidad y rectitud todos los días de nuestra vida; nunca sin pecados en este mundo, sin embargo sí intachables… podemos andar con Dios sabiendo que no existe ninguna controversia conocida entre Él y nosotros”. Esta es una reflexión sabia. Debiera ayudar al cristiano que busca la vida de santidad, especialmente para llamarle la atención sobre la diferencia entre aquellas debilidades de las cuales no hay escapatoria posible y, consecuentemente por las cuales el cristiano no puede ser responsable, aquello por lo cual no se puede eludir responsabilidad y, por consiguiente, la culpabilidad es clara. Abordando el asunto de esta forma, ha sido indicado frecuentemente que es posible ser sin culpa aunque no se llegue a ser sin pecado. Tenemos el ejemplo de aquellos cuyas vidas han sido intachables, como los padres de Juan el Bautista (Lucas 1:6). Igualmente tenemos las exhortaciones que animan al cristiano a tener una vida sin faltas, como en Filipenses 2:15 y especialmente 1 Tesalonicenses 5:23 que afirma: “y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo”.
Tengo una carta que atesoro, me la mandó mi pequeña hijita. Se puede descifrar la frase: “Te quiero papá” escrita con letra muy despareja. Defectuosa pero irreprensible. El motivo de aquel corazoncito amoroso era perfectamente puro, aunque su caligrafía dejara mucho que desear. Únicamente cuando lo veamos a Él en el día de la resurrección y la gloria, llegaremos a ser sin pecado: “Y Aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha y con gran alegría, al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos” (Judas, vv. 24–25). Lo que es y lo que no es el pecado Así que, la santificación de la cual habla el Nuevo Testamento no es sencillamente una búsqueda de lo que es ideal e ir detrás de la gloria de la Resurrección. Enfatiza más bien, aquello que se puede alcanzar y disfrutar ahora, y al presentarnos la esperanza de una vida santa en el presente, parece decir que solamente es pecado la desobediencia consciente o el ir detrás de aquello que es de carácter dudoso. John Wesley escribió: “Hablando estrictamente, nada es pecado sino la transgresión voluntaria de la ley conocida de Dios. Por lo tanto, hablando propiamente, cada desobediencia voluntaria a la ley del amor y ninguna otra cosa, representa pecado. Podrá haber diez mil divagaciones en el pensamiento e intervalos de olvido sin que se quebrante la ley del amor”. Se podrá ver que Wesley no permitía que se llamase “pecado” a los errores y flaquezas, ya que no hay remedio CRISTIANOS EN MARCHA 17
en esta vida para las transgresiones de carácter involuntario; y calificarlas todas de pecado sería excluir toda posibilidad de una vida pura. Como escribe Orton Wiley: “El no distinguir entre lo que es pecado y las flaquezas, coloca un énfasis indebido sobre el pecado y tiene la tendencia a desanimar a los que buscan sinceramente continuar esforzándose para llegar a una completa liberación de la mente carnal. Claro está, hay los que quieren una definición más “elevada” de lo que es pecado. Ellos dicen que no es suficiente definirlo como una transgresión voluntaria de la ley conocida de Dios. Este concepto más estricto del pecado puede ser definido así: 18 CRISTIANOS EN MARCHA
“Desviarse en cualquier forma de la norma absoluta de comportamiento perfecto”. Ahora, ¿no podemos aceptar esto? ¿Acaso no está en línea con lo que hemos dicho acerca de las normas absolutas del Espíritu? ¿Acaso no será bueno para el alma reconocer todo y cualquier defecto como pecaminoso, llegando a conocer algo de las profundidades de su propia e irremediable depravación? ¿No convendría mantener este punto de vista contra el orgullo espiritual y aspirar a una dependencia más completa del Salvador? Y así se suceden los argumentos. Pero al examinarlos más de cerca no son convincentes. La falla de este concepto desde el punto de vista
del que enseña sobre la santidad es que, de acuerdo a estas definiciones, el hombre está pecando constantemente aunque esté inconsciente del mismo. Tal punto de vista quita toda esperanza de la lucha moral. W. T. Purkiser llamando a esta una “definición legalista” que no puede aceptar, sugiere que sea probada mediante la Escritura. “Primeramente tomemos una ilustración de los evangelios. En Juan 5:14 leemos: “Después le halló Jesús en el templo y le dijo: Mira, has sido sanado; no peques más para que te venga una cosa peor”. Arreglémoslas, ahora, con la definición legalista. Leeríamos entonces: “No te desvíes más en forma alguna de la norma absoluta de comportamiento perfecto, para que no te venga alguna cosa peor”. Esto colocaría al pobre individuo en una terrible encrucijada. ¿De qué manera podría evitarse el desvío de la norma perfecta, conocida o no, de modo voluntario o involuntario? Pero cuando insertamos la definición ética del pecado, el requisito del Señor llega a ser razonable y, mediante la gracia, posible: “Mira, has sido sanado, no quebrantes más la ley de Dios voluntariamente, para que no te venga alguna cosa peor”. Aunque el apóstol Santiago tal vez no estaba tratando de proponer una definición, sin embargo sustenta claramente que el pecado es un asunto de la voluntad. El pecado —como acto del cual soy culpable, por lo menos— no es tal cosa a menos que yo ceda voluntariamente a la tentación. “Cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído
y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte” (Santiago 1:14– 15). Esto es iluminador, porque enfatiza que una persona peca cuando se entrega a su corazón depravado. Aunque no se le pueda pedir cuenta al hombre por su naturaleza caída (“concupiscencia” en este contexto), es culpable cuando permite que se produzcan pensamientos de pecado y llegue a actos pecaminosos, o cuando, sabiendo de un remedio para su mal, no acepta el remedio ofrecido por Dios. Por eso, saber sobre la posibilidad de la santificación y no desearla y buscarla es abominable, es un rechazo culpable de la luz y la verdad. De ahí que el acento en el Nuevo Testamento cae sobre la purificación del lugar secreto de la personalidad, de donde surgen los objetivos y son hechas las decisiones. No podemos reclamar de todas nuestras posibles fallas, pero sí podemos reclamar la santificación de nuestras elecciones, la libertad de lo que sabemos es pecado. Pureza significa que en el lugar profundo de nuestro ser, habremos de responder positivamente ante lo que es recto, a la vez que rechazamos lo que es malo. Cuestionario ¿Por qué “sacrificio” y “limpieza”? ¿Es Cristo “útil” según Hebreos 4:15 y Romanos 8:3? ¿Qué quiere decir “sin culpa aunque no sin pecado”? Proponga una redefinición de pecado desde el punto de vista de la santificación. CRISTIANOS EN MARCHA 19
Estudio de la vida y ministerio de Jesús Serie de cuatro artículos sobre la vida y misión de Jesús de acuerdo a la perspectiva de cada uno de los evangelistas: Mateo, Marcos, Lucas y Juan.
Estos artículos fueron publicados en la edición de Navidad de 2006 de El Salvacionista del Territorio de Canadá y Bermudas. Citas bíblicas (excepto cuando se indica lo contrario), de la Nueva Versión Internacional. 20 CRISTIANOS EN MARCHA
Dios con nosotros Hasta el fin del mundo Escrito por el Mayor Bruce Power, del Territorio de Canadá y Bermudas. Traducción: Mary Salvany En el Evangelio de Mateo, Jesús insta a Sus seguidores a entender una realidad radicalmente nueva: el Reino de Dios. El Nuevo Testamento comienza con el Evangelio de Mateo, ¡y una larga genealogía que pocas veces leemos! Para los lectores actuales, el interés de Mateo en Jesús como el cumplimiento de las esperanzas expresadas hace el suyo el menos familiar y accesible de los cuatro Evangelios. Pero no siempre fue así. Mateo era considerado elegante, detallado y perspicaz, mientras que Marcos era una simple abreviación. El orden actual de los Evangelios en el canon sugiere que Mateo comienza donde termina el Antiguo Testamento en el recuento de la historia de la naciente iglesia. El Evangelio de Mateo comienza con “la genealogía de Jesucristo”. Estamos tan acostumbrados a esta combinación de los nombres Jesús y Cristo (la traducción en griego del título hebreo de Mesías) que su impacto se diluye. Mateo anuncia la asombrosa noticia de que el Mesías ha venido en la persona de Jesús, un descendiente de David y de Abraham. La genealogía divide la historia del pueblo de Dios en tres etapas: el tiempo desde
el llamado de Dios a Abraham al nacimiento de David; el período de los reyes, desde David al exilio; y la era desde el exilio al nacimiento del Mesías. El nacimiento del Mesías marca el inicio de una nueva era en la historia de Dios y Su pueblo. Profecía cumplida El nacimiento del Mesías no fue un evento ordinario: una hija de Israel virgen fue preñada por el Espíritu Santo en cumplimiento de las profecías. El niño fue llamado Jesús, la forma griega del Joshua hebreo, que significa “Dios salva”, y también es identificado como Emanuel: “Dios con nosotros”. Una señal celestial indicó el nacimiento del “rey de los judíos”, por lo que unos hombres sabios vinieron en peregrinaje para rendir homenaje y adorar al niño. Al relatar Mateo los eventos que rodearon el nacimiento de Jesús, está volviendo a contar la historia del pueblo de Dios de manera sutil. Herodes, el rey brutal y despiadado, trató de destruir al niño, lanzando una campaña de aniquilamiento de infantes que nos recuerda la acción de Faraón (ver Éxodo 1). Al igual que encontrar refugio en Egipto salvó a Israel, la familia de Jesús, liderada por otro soCRISTIANOS EN MARCHA 21
ñador llamado José, buscó seguridad en Egipto. Al enterarse de la muerte de Herodes, la familia hizo su propio éxodo a la tierra prometida. Juan el Bautista fue entonces presentado como un predicador que declaraba: “Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos está cerca” (Mateo 3:2). Mateo identificó a Juan como el que había sido profetizado que prepararía el camino para Jesús. Cuando Juan bautizó a Jesús, el narrador dijo que Jesús “vio al Espíritu de Dios bajar como una paloma y posarse sobre Él y oyó una voz del cielo que lo identificaba como ‘mi Hijo amado’” (Mateo 3:16). Guiado por el Espíritu para ir al desierto durante 40 días —como retratando los 40 años pasados por Israel en el desierto— Jesús emergió fiel a Su identidad como Hijo de Dios y fiel a Su misión de establecer el Reino de Su Padre. Mateo a continuación nos dijo que Jesús fue a vivir en Capernaum y también comenzó a predicar: “Arrepiéntanse, porque el 22 CRISTIANOS EN MARCHA
reino de los cielos está cerca” (Mateo 4:17). Mateo quería que sus lectores comprendieran que, en la persona de Jesús, el reino de Dios se había involucrado con la vida humana. El reino del cielo que Jesús llamó a la gente a abrazar vencería el poder de Satanás y establecería los propósitos de Dios para Su mundo. Las Escrituras hebreas proclamaban el reinado de Dios, pero con demasiada frecuencia la gente había dejado de ser fiel al pacto con Dios. Mas el propósito de Dios no iba a ser frustrado. Su reino sería establecido en la tierra. Citando textos y haciendo que su narración coincidiera con las Escrituras, Mateo demostró que, en las obras de Jesús, se estaban cumpliendo las promesas y las predicciones de las Escrituras. Jesús llamó a la gente a involucrarse en el reino de los cielos que Él estaba estableciendo a Su alrededor. Mateo enlazó la predicación de Jesús con la proclamación de Juan el Bau-
tista, para demostrar que los propósitos de Dios son constantes (compare Mateo 3:2 y Mateo 4:17). Dios estaba buscando formar un pueblo que practicara la justicia en la vida diaria. El juicio caerá sobre aquellos que rechazan este valor. Después de la porción que se refiere a la predicación de Jesús, leemos cómo llamó a Pedro y a Andrés, a Santiago y a Juan a seguirle. Luego Mateo resumió la misión de Jesús en Galilea, describiendo cómo Su predicación, Su forma de enseñar y de sanar atraían a grandes multitudes (Mateo 4:23–25). La Nueva Tora (Libro de la ley) Jesús entregó lo que ha sido descrito como una nueva Tora o libro de la ley. Si entendemos el término Tora como instrucción, la estructura de la enseñanza de Jesús en Mateo cobra gran sentido. Comenzando con el Sermón del Monte, el grueso de las instrucciones de Jesús fueron entregadas en cinco bloques mayores, cada
uno de los cuales concluye con un marcador estructural (Mateo 5:1–7; 10:5–11:1; 13:3–53; 18:1–19). En el Sermón del Monte, Jesús enseñó acerca de la vida en el Reino de Dios, comenzando con una serie de nueve bienaventuranzas (bendiciones) que hacen recordar los Diez Mandamientos. En este contexto, llamó a los discípulos a ser sal y luz (Mateo 5:13–16), declaró que Su obra cumple con la ley y los profetas (Mateo 5:17–20) y aclaró aún más los valores del Reino. El segundo bloque es un discurso sobre el discipulado y el tercero reúne parábolas que describen las instrucciones del Reino para la comunidad, así como también advertencias y admoniciones para los discípulos en la era final que proporcionan el enfoque para los dos últimos bloques. Hay dos puntos en la narrativa que se destacan claramente. En el primero, Mateo escribió: “Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos está CRISTIANOS EN MARCHA 23
cerca” (Mateo 4:17). Esta advertencia resume e introduce la misión y el enfoque de Jesús en Galilea. Mateo, a continuación, describió en detalle la forma en que Dios confrontó a Israel en la persona de Jesús, el Mesías, el Hijo de Dios. Cuidó de hacer notar que la misión de Jesús ante todo tenía por objetivo llamar a los israelitas que son fieles a responder al Reino de Dios, un llamado que al fin sería extendido al mundo entero. El segundo punto importante siguió a la confesión de Pedro, como culminación de la primera mitad del Evangelio. “Desde entonces comenzó Jesús a advertir a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y sufrir muchas cosas a manos de los ancianos, de los jefes de los sacerdotes y de los maestros de la ley, y que era necesario que lo mataran y que al tercer día resucitara” (Mateo 16:21). Esta predicción de la Pasión introduce y resume el resto del Evangelio, la preparación de Jesús con Sus discípulos y el viaje a Jerusalén a Su 24 CRISTIANOS EN MARCHA
muerte y resurrección. A medida que los eventos se iban acercando a una culminación, Mateo registró dos predicciones más de la Pasión de Jesús (Mateo 17:22; 20:18). Enraizados en Israel A través de su narración, Mateo demostró que el nuevo pueblo de Dios debía reconocer sus raíces en Israel. Pero también introdujo un término que no fue usado en los otros Evangelios. El vocablo “iglesia” describía la comunidad establecida y unida por la salvación. Los miembros de esta comunidad servían como proclamadores de salvación, redención y transformación ante el mundo. Les fue otorgado este estatus al aliarse con Jesús como Sus discípulos. Ahora eran hijos de Dios (Mateo 5:9, 45) y estaban autorizados a llamar a Dios “Padre” (Mateo 6:19). Esta nueva familia (Mateo 12:49; 28:10) aplicó las enseñanzas de Jesús en la vida cotidiana.
Pedro era el discípulo modelo que ejemplifica esta nueva condición en el relato de Mateo. El primer discípulo llamado a seguir a Jesús (Mateo 4:18–20), fue el interlocutor del grupo de discípulos, identificando a Jesús como el Mesías (Mateo 16:16). Pero también vemos en Pedro a una figura en que la fe y las dudas estaban presentes. En el relato de la ocasión cuando Jesús ordenó a Pedro caminar sobre las aguas (Mateo 14:22– 31), vemos esta mezcla de fe y duda. Incluso Juan el Bautista luchó contra la duda y fue reconvenido por Jesús: “Dichoso el que no tropieza por causa mía” (Mateo 11:2–6). Aun cuando las tensiones internas indudablemente persistieran en las vidas de los discípulos, ello no debía afectar ni destruir su fe. A continuación de la descripción de la crucifixión de Jesús, la observación de Mateo de que la tumba estaba cuidadosamente custodiada (Mateo 27:62–66; 28:2–4, 11–15)
era importante. La resurrección autentificó la identidad de Jesús como el Hijo de Dios, Mesías, descendiente de David prometido en las Escrituras. Mateo también detalló la manera en que Jesús reveló ser Hijo del Hombre, y la forma en que valorizó los valores del Reino y vivió en la práctica Sus demandas morales. Jesús fue modelo de la forma en que Sus seguidores deben ser sal y luz en el mundo (Mateo 5:13–16). Esta búsqueda de justicia tiene sus raíces en la tradición ética de la Biblia hebrea — de ser santo como Dios es santo (ver Levítico 19:2)— y es afirmada como la más importante de las actividades humanas. Atado a la misión A medida que Jesús ponía tanto la justicia como el juicio en el contexto de la vida diaria —en Galilea, en el viaje hacia la cruz y en Jerusalén— los discípulos también ponían justicia y juicio en su propio contexto. CRISTIANOS EN MARCHA 25
Esta comprensión de su continuada misión está demostrada por dos textos importantes que le dan forma a la presentación que Mateo hizo de Jesús. En el primero, en la mitad del Evangelio, Jesús les preguntó a Sus discípulos acerca de Su identidad. Pedro declaró: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (Mateo 16:16). Jesús replicó: “Dichoso tú, Simón… porque eso no te lo reveló ningún mortal, sino mi Padre que está en el cielo” (16:17). Pedro luego fue descrito como la roca sobre la cual será edificada la iglesia. Jesús le dijo: “Te daré las llaves del reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra quedará atado en 26 CRISTIANOS EN MARCHA
el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo” (Mateo 16:19). En la escena final del Evangelio, los once discípulos van a Galilea a encontrarse con Jesús. “Cuando lo vieron, lo adoraron; pero algunos dudaban. Jesús se acercó entonces a ellos y les dijo: ‘Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo’” (Mateo 28:17–20). En el análisis final, el nuevo pueblo de Dios debía estar atado a Jesús y a Su misión en el mundo. Los discípulos siempre estarán marcados por una mezcla de adoración, devoción y duda. Es por esta razón que ellos necesitan comprometerse unos con otros, adorar a su Señor y tratar de emularle, no importa los caminos ni los propósitos a que Dios pueda llevarles. Una fiel obediencia vencerá la duda, pues Jesús está presente en la comunidad local de la iglesia, a la que ha sido otorgada la autoridad y la misión del Mesías de transformar vidas y redimir al mundo. A través de los discípulos, Jesús llamó a todo el mundo: “Arrepiéntanse, el reino de los cielos está cerca”. Dios está con nosotros. Hombre misterioso ¿Por qué habla como lo hace? ¿Por qué come con pecadores? ¿Quién es este hombre que provoca tanto conflicto?
Un embajador extraordinario: George Scott Railton
Por H. Benjamín Blackwell Publicado en inglés con el título: Ambassador Extraordinary: George Scott Railton
—¡No puedo escribir eso, señor! El joven secretario de la sección española de una firma londinense, miró de frente a su jefe, que se hallaba sentado al lado opuesto del escritorio. La contracción de los músculos de su rostro y el tono de su voz se asemejaban a la resolución que se reflejaba en sus pupilas. —¿Que no puede usted escribir lo que le he dictado? ¿Qué quiere decir con eso?—replicó ásperamente el jefe. —No le puedo decir a Smithers y Brown que no sabemos qué valor tienen en la bolsa las cédulas españolas sabiendo, como sé, que la firma está perfectamente al corriente de ello. —No sea usted tonto, hombre, eso es sólo una actitud comercial.
—Ya sea actitud comercial o no, lo cierto es que lo que usted me ha dictado no es la verdad y no estoy dispuesto a participar de ningún engaño. —Usted está aquí para hacer lo que se lo ordene, Railton. —No, si lo que se me ordena se opone al concepto que tengo de lo bueno y lo recto. —Tiene usted una conciencia por demás sensible. ¿Va a escribir lo que le he dictado, o no? —No lo escribiré, si insiste en decir que no sabemos cuál es el estado de las cédulas. —Tendré que informar a la gerencia que es imposible trabajar con usted. Podría llegar a ser un buen CRISTIANOS EN MARCHA 27
hombre de negocios, pero no nos sirve si tiene escrúpulos de esa clase. Lo mejor es que busque trabajo en otra parte. Al cerrarse la puerta tras el joven Railton que se retiraba, el jefe de sección entró en la oficina del gerente. Este levantó la cabeza para ver quién entraba y preguntó: —¿Qué ocurre Ferguson? —Tendremos que despedir a Railton: es un joven imposible. —¿Qué sucede ahora? —Ha vuelto a rehusar escribir las cartas que le dicto. —Cosa rara — dijo el gerente, en voz baja— es un joven extraño, un poquito excéntrico. Sí, eso es, es algo excéntrico; la religión lo ha medio enloquecido. —Y añadió, en voz más alta—: Muy bien Ferguson, nos desharemos de él. El otro día le di otra oportunidad. Mándemelo acá, hablaré con él. 28 CRISTIANOS EN MARCHA
La entrevista duró pocos minutos y Railton salió de ella despedido de la casa comercial. ¡Despedido! George Scott Railton sonreía al pensar en la consecuencia de su proceder. Su padre, que había sido metodista, fue uno de los primeros “tontos” que firmaron el “pacto de templanza”. Su madre, de nacionalidad escocesa, dejó su profesión de maestra para ir en calidad de misionera a las Antillas. Al mantenerse firme en defensa de lo bueno y lo correcto, sólo seguía el ejemplo de sus padres. En camino a su alojamiento, George no pensaba buscar otro empleo. No le importaba que su patrón y el mundo lo tuviesen por loco; lo que él ansiaba era verse libre para seguir a Cristo. El mismo hecho de que lo hubiesen “despedido” era, para él, prueba de que debía ser embajador de Dios a los hombres, embajador de un nuevo régimen, del Reino del amor. Recordó que la primera vez que tuvo esa convicción fue cuando era todavía estudiante. Se reunió con otros compañeros de estudio, también convertidos como él, para celebrar una reunión de oración durante una tarde que tenían de asueto. Varios otros jovencitos estudiantes concurrieron y aceptaron a Cristo, reconociéndole por Salvador. Otros muchachos permanecieron afuera, burlándose, pero Railton los reconoció por la voz y oró especialmente por ellos. Al cabo de unas semanas, todo el internado comenzó a orar. Muchas cosas ocurrieron desde entonces. Su papá y su mamá habían fallecido. Su único hermano, Lan-
celot, había ingresado al ministerio de la Iglesia Metodista y él se había empleado en un negocio de Londres, del cual lo habían despedido. Railton sonrió al pensar en ello. Antes de llegar a su alojamiento había resuelto cuál sería su porvenir: se haría misionero. Al cabo de algunas semanas, después de tomar tal resolución, este piadoso Don Quijote desembarcó en Marruecos, lleno de entusiasmo pero con muy poco dinero en el bolsillo. No tardó en darse cuenta, a costa de dolorosas experiencias, de que aun los embajadores de Dios necesitan alimentarse y que los dueños de casa, religiosos o irreligiosos, exigen el pago de sus alquileres. Hambriento, sin un centavo y completamente solo, no sabía qué hacer ni dónde ir. Le rogó a Dios que realizara un milagro. Pero a menudo Dios enseña
Sus mejores lecciones sin efectuar milagros. Él obra por medio de seres humanos. —Ese hombre está loco —dijo el cónsul británico, al enterarse de la situación en que se encontraba Railton. —Está loco, pero no es peligroso —añadió, y tomó las medidas del caso para su traslado a Inglaterra. George Railton tuvo tiempo para reflexionar, mientras viajaba de regreso a su patria, habiendo conseguido pasaje a cambio de trabajo a bordo, y comprendió que era peligroso eso de querer convertir al mundo él solo. En Londres le fue tan difícil obtener trabajo como en Marruecos. Estaba desesperado al ver que no podía conseguir en qué ocuparse, hasta que un día se enteró de que en una compañía explotadora de minas de lata de Cornwall necesitaban empleados. CRISTIANOS EN MARCHA 29
Emprendió viaje, a pie, con destino a Cornwall, con la esperanza de encontrar empleo, pero apenas había llegado a Bridport se sintió absolutamente agotado. Echó una mirada a su sobretodo y pensó que bien podía empeñarlo. Con lo que recibió de la casa de empeño pudo pagar su pasaje hasta Exeter, y en una villa cercana de allí logró emplearse en una mina de plomo. Después de tentar trabajo en varios otros lugares, llegó, al fin, a emplearse en el negocio que tenía un tío suyo en Middlesbrough. Mientras se enteraba de lo que era el trabajo y lo que sentían los trabajadores, jamás perdió el entusiasmo que lo animaba ni el deseo de hacer que otros llegasen a conocer a Cristo. En Middlesbrough se enteró acerca de la Misión Cristiana formada por un grupo de evangelistas de Londres, capitaneados por William Booth. Escribió pidiendo informes de la obra y al cabo de unos días, por invitación de Booth, se encontraba estudiando la obra de la Misión en Shoredich. Ver escenas que, según se había imaginado, sólo podían ocurrir en tierras paganas, lo conmovió profundamente. Pero Railton vio algo más que vicio y degradación, vio hombres y mujeres, la mayoría de ellos rudos, sin instrucción ni cultura, transformados por el poder de Dios. La atracción de la Misión yacía en los propios hombres y mujeres que se habían convertido por medio de ella y que la constituían. Su inmensa compasión por las almas lo hizo sentir que los atrevidos métodos que 30 CRISTIANOS EN MARCHA
se empleaban para llegar hasta las multitudes eran cabalmente lo que él deseaba hacer como embajador de Dios. Compromisos contraídos en el negocio en que trabajaba le impidieron afiliarse inmediatamente a la Misión, pero tan pronto pudo deshacerse de dichas obligaciones, se lanzó al torbellino y conmoción de la Misión. Le nombraron como secretario y fue a vivir en la casa de la familia Booth. Durante tres años trabajó en el “Cuartel General”, organizando avances, formando parte de los consejos y conferencias y escribiendo órdenes para los evangelistas de la Misión. Se levantaba de madrugada y trabajaba hasta muy avanzadas horas de la noche —algunas veces se quedaba a dormir en una de las oficinas— planeando reglamentos para la agrupación que crecía y se desarrollaba tan velozmente. Escribía pedidos de socorro, entrevistaba a los que iban a inquirir sobre la obra y sus fines, y con su criterio claro y original contribuía a la solución de los problemas que se presentaban a los dirigentes de la Misión. Por las noches y los domingos visitaba los puestos donde estaban destacadas las misiones. Predicaba, oraba, exhortaba y, con el alma henchida de amor, hacía todo lo que estaba a su alcance para ganar a las almas para Dios. Le deleitaban las penurias. Creía en que debemos orar hasta que las rodillas se petrifiquen y predicar hasta que uno esté tan ronco que apenas
se pueda oír la voz. La comida era para él uno de los males necesarios. Podía dormir sobre el felpudo de la puerta. Una vez la señora de Booth lo encontró acurrucado, durmiendo en la cocina. Había llegado tarde y para no molestar a la familia, se quedó allí. En una ocasión, además de cumplir con sus deberes en la oficina, asumió la dirección de la Sección de Poplar. Donde iba causaba sensación. Multitudes incultas y groseras le hacían guerra. Varias veces fue lastimado y herido a pedradas. En Wapping recibió una pedrada en el ojo pero, aunque estaba cubierto de barro y sangre, siguió dirigiendo las reuniones. Lo arrastraron en la nieve, en el barro y entre la basura. Mozos malcriados lo golpearon y le untaron pimienta en los ojos. Sin embargo, nunca sintió más que amor por aquellos que lo maltrataban. No le fue mejor a Railton en las ciudades más cultas del país. Los elementos incultos de la ciudad de Salisbury se enfurecieron al ver a los misioneros en las plazas, y muy pronto se oyeron en esa culta ciudad los gritos desaforados del populacho. Railton se adelantó y levantando la mano, en señal de silencio, dijo: “Él perdona y absuelve a todos aquellos que sinceramente se arrepienten y creen firmemente en su santo Evangelio”. Esas frases de la “absolución”, tan conocidas por la gente de esa ciudad como el “Padre Nuestro”, tuvieron un efecto sorprendente. Comprendieron que el que les hablaba no era
un cualquiera, sino un hombre culto que estaba tan al corriente del ritual de la Iglesia como ellos. Se quedaron quietos, guardaron silencio y Railton aprovechó para darles el mensaje de salvación para todos; por medio del Señor Jesucristo. Railton tuvo intervención en el histórico acontecimiento que dio origen al nombre del Ejército de Salvación. Había escrito una memoria de la obra que desarrollaba la Misión Cristiana, en la que definía a esta diciendo que era “un ejército voluntario de hombres y mujeres trabajadores, convertidos”. Aplicaba así a la guerra espiritual la idea de los “voluntarios” que en aquel entonces se preparaban para resistir la invasión de Inglaterra, precursores estos de las “Fuerzas Territoriales” y de los cuerpos de defensa local, de tiempos más recientes. William Booth y su hijo mayor, Bramwell, fiel amigo de Railton durante toda su vida, estaban estudiando la frase. “¿‘Voluntario’? ¡Yo no soy ‘voluntario’ sino soldado efectivo!” —exclamó Bramwell Booth. Los soldados de Cristo, según lo entendía él, debían combatir al diablo, no sólo los domingos o en el tiempo libre, sino constantemente. William Booth, que había estado paseándose de un lado a otro del cuarto, se detuvo y miró a su hijo. Luego, con la luz de la inspiración brillándole en sus pupilas, tomó la pluma de la mano de Railton, y tachando la palabra “voluntario” escribió “de Salvación”. Continuará CRISTIANOS EN MARCHA 31
Lo que agrada a Dios “Tú no te deleitas en los sacrificios ni te complacen los holocaustos; de lo contrario, te los ofrecería. El sacrificio que te agrada es un espíritu quebrantado; tú, oh Dios, no desprecias, al corazón quebrantado y arrepentido” (Salmos 51:16–17, NVI).