EJERCITO DE SALVACION Territorio Oeste de Sudamérica Avda. España 46 – Teléfono 26957005 – Santiago de Chile (Circulo de la Amistad – www.ejercitodesalvacion.cl) Abril 2016 Queridas amigas, Al iniciar la carta el mes pasado, escribí que en Marzo terminan las vacaciones y la vida vuelve a la normalidad en general. No me agrada mucho, porque ‘normalidad’ significa que volvemos a estar inmersos en bullicio, ruido. Como vivo sola, no hablo mucho y tal vez por eso me gusta el silencio. Hay gente que habla demasiado. En una oficina me senté junto a dos señoras. Una no paraba de hablar. La otra evidentemente no se sentía muy bien y al final dijo: Por favor termina tu cháchara… no me importa si tienes razón al discutir, pero me cansa escucharte. Cuántas veces cuando uno camina por la calle tiene que soportar a una persona hablando y hablando, muy fuerte, en su teléfono celular, hablando de cosas que a uno por supuesto no le interesan. Esas personas sin duda ni se dan cuenta que están molestando a los demás. En Proverbios 29:30 leemos algo que escribió Salomón y creo deberían leer y aprender todos los que tienen la mala costumbre de hablar demasiado: “¿Te has fijado en los que hablan sin pensar? ¡Más se puede esperar de un necio que de gente así!” Está bien hablar cuando uno tiene algo importante que decir o comunicar, pero debemos cuidar de no ofender o cansar a los que nos rodean, repitiéndonos sin sentido. Un refrán muy conocido dice: “Es mejor mantener cerrada la boca, aunque algunos piensen que eres un poco tonto, que abrirla y permitir que ellos comprueben que eres muy tonto.” En un libro escrito por la Comisionada Flora Larsson encontré la siguiente oración: Señor, ninguna radio a transistores rompía el silencio de tus montes en Galilea. Al alejarte de las multitudes tú podías oír el canto de las aves, el zumbido de los insectos, el suave rumor del viento acariciando los árboles, y, en el silencio, podías escuchar la voz de Dios. Pero yo vivo en tiempo de tensiones, velocidad y ruido. Mi generación le teme al silencio, no quiere escucharlo. Estamos sintonizados al ruido, ahogados por música estridente, perseguidos por voces persistentes. No sé si es por eso que estamos todos tensos y nerviosos En la Biblia, Juan, tu discípulo vidente dice que habrá silencio en el Cielo que durará como por media hora: “Cuando el Cordero rompió el séptimo sello, hubo silencio en el cielo como por media hora” (Apocalipsis 8:1). ¡Qué bueno que en el Cielo va a haber algo de silencio! Una media hora completa de silencio, profundo, reparador. Mientras llegue ese día, Señor, ayúdame a serenarme, a aquietarme en el silencio de mi espíritu, encontrando ahí fuerza y reposo, aislándome del torpe bullicio de mi mundo. Un oasis de quietud. Y ahí, en ese silencio, me encontraré contigo y volveré nuevamente a ser fortalecida.” ¿Te has dado cuenta? Las visitas siempre dan placer Unas cuando llegan, otras cuando se van.