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Testimonio José Perlaza..........................................................................................................pág

Testimonio

Mi nombre es José Alberto Perlaza Nazareno, tengo 29 años nací en la provincia de Esmeraldas al norte de Ecuador. Mi madre es cristiana, así que, asisto a la iglesia desde que nací, soy el tercero de cinco hermanos. Mi primer encuentro real y personal con Dios fue a la edad de 11 años, en donde decidí servir al Señor. A partir de eso mi vida se fue moldeando dentro del liderazgo y el servicio a Dios como Oficial Local. Mi madre desde muy pequeño me enseñó la dependencia de Dios y eso se ha hecho realidad en mis años de adolescencia, en el colegio, y mucho más en mis años de joven en la universidad.

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Los desafíos en mi vida han sido muchos, como líder juvenil siempre me tuve que enfrentar con el desafío de poder mostrar el evangelio a mis compañeros de estudio. Tener un buen testimonio también ha sido un gran desafío, porque siempre debo mostrarme como ejemplo para las personas a las que he preparado en la Escuela Dominical, en la Liga de jóvenes, a los Reclutas y a los miembros adultos. Como último desafío está la Fe, porque he decidido servir a Dios a tiempo completo y siempre vienen las dudas de si soy o no llamado a servir a tiempo completo, o si puedo o no ser útil para el servicio a Dios.

Uno de los consejos que siempre doy es el siguiente: “Confiar en Dios es lo mejor que hay”. La Biblia dice “Sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que él existe, y que sabe recompensar a quienes lo buscan” , (Hebreos 11:6). No existe nada que pueda darme más felicidad de la que gozo teniendo a Cristo en mi vida; no existe nada que me dé más paz que la que gozo en Jesús, porque Dios nos permite, no solo alcanzar lo que hemos soñado, sino cosas más grandes que las que jamás hemos imaginado. Esto lo aprendí de mi madre y creo que creer y confiar en Dios es una de las mejores decisiones que podemos hacer. Dios será nuestra guía en este mundo con dudas existenciales, Dios será nuestra guía en este mundo de ausencia de identidad, Dios será nuestra guía en este mundo que poco a poco se pierde.

Candidato José Alberto Perlaza Cuerpo Cayambe, Ecuador

El Duelo

Perder a un ser amado, es una de las experiencias más desafiantes que podemos tener los seres humanos, el dolor que nos causa es capaz de remover nuestros cimientos más fuertes, sobre todo si hemos tenido que despedirnos de forma tan abrupta como fue hacerlo durante la pandemia.

Las cifras oficiales del Ministerio de Salud nos hablan de un total de 61.535 pérdidas producto de la crisis sanitaria, sin embargo, cada número representa a una persona, madre, padre, hijo, hija, hermano, hermana, abuelo, abuela y amigos/as que hoy está siendo añorado por su familia. Muchas veces en este añorar nos surgen mil preguntas y cuestionamientos, los ¿por qué? ¿pude haber hecho algo más? Y las más variadas emociones se hacen presentes, tanto que podemos llegar a sentirnos abrumados. Podemos sentir vacío, embotamiento, enojo, desmotivación y tristeza. También manifestaciones físicas que pueden ir desde el insomnio, cansancio excesivo hasta dolores como opresión en el pecho y dolor de cabeza. Esto es normal ante una experiencia tan difícil, aunque confiamos en que nuestros seres amados están en presencia del Señor, existe un proceso de duelo, que debemos reconocer y validar, nuestro dolor es real y tiene su curso, único para cada persona y muchas veces muy difícil de explicar.

Aunque no existe una única forma de transitar este proceso, el Señor siempre está con nosotros sosteniéndonos y despertando en nuestro corazón la esperanza y tranquilidad del reencuentro en la Gloria, pero debemos tenernos la misma paciencia y compasión que nuestro Padre Celestial nos tiene y dar un paso cada día. Algunas recomendaciones útiles son:

No culparte ni juzgarte, dado que la pandemia nos llevó a todos a circunstancias impensadas y muchas veces nos tocó no poder estar físicamente o no poder hacer todo lo que hubiéramos querido con nuestro ser amado.

Permitirte a ti y a otros miembros de la familia, estar tristes o experimentar emociones difíciles, está bien no estar bien todo el tiempo. Jesús nos comprende y compadece como lo hizo con la familia de Lázaro. El hecho de que tengamos dolor no es falta de fe, sino la expresión de cuanto extrañamos a nuestro ser amado. Pero también está bien estar alegres o disfrutar, tener buenos momentos no significa que los hallas olvidado.

Honrar la vida de tu ser amado, recordando sus experiencias, anécdotas y buenos momentos, nos conecta con la gratitud de los momentos vividos y nos recuerda que el amor que nos une a ellos es el lazo mediante el cual estarán presentes en nuestra vida hasta que volvamos a encontrarnos, el Señor venció a la muerte y nuestros seres amados están ahora resguardados en sus manos.

Recordar tu autocuidado, cuando estamos en el proceso de duelo es muy fácil descuidarnos, la falta de energía puede llevarnos a no atender adecuadamente nuestras necesidades básicas. Trata de alimentarte lo mejor que puedas, beber agua y no abandonar tu salud general.

Evitar el aislamiento y dejarte acompañar por tu comunidad, a veces nos aislamos porque pareciera que nadie nos va a comprender, recuerda que, aunque todos sentimos distintos, el amor y fe nos une en comunidad y desde allí nos apoyamos y acogernos mutuamente.

Por último, recuerda que, aunque el dolor es real, también lo es el amor y la paz de nuestro Señor Jesús, en sus manos, su Palabra y Enseñanzas encontraremos sosiego y renovaremos la certeza de la trascendencia eterna.

Yessica Burgos Trabajadora Social, Centro de Inmigrantes Quinta Normal

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