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EL SALVACIONISTA
“Situaciones que atentan para mantenernos unidos a Dios en estos tiempos" En estos últimos meses el mundo está viviendo tiempos complicados y difíciles, de pronto todo se volvió un caos, desde grandes y poderosos gobiernos llenos de recursos, hasta los más pequeños y vulnerables resintieron el impacto de esta pandemia.
Mayora Vilma Concha
Saltaron todas las alarmas, se produjo inestabilidad en la economía, salud y bienestar de las personas. Ante esta realidad, para la cual el mundo no estaba preparado, los verdaderos creyentes encuentran fortaleza y seguridad en aquel que es poderoso para guardar sus almas. Es en estos tiempos cuando cobra fuerza y valor lo que significa permanecer anclados en Dios, unidos y fortalecidos en el poder de su fuerza. Sin embargo no podemos dejar de reconocer que hay situaciones que atentan, obstaculizan o nos afectan para que podamos desarrollar una permanencia constante y firme en Dios. Entre todas estas, la tecnología es una de las que más está impidiendo que podamos alcanzar este propósito de permanecer unidos a nuestro Padre Celestial. El desarrollo tecnológico ha tenido un avance impresionante en las últimas décadas. Todavía las personas no aprenden a usar la última versión de un IPhone cuando ya está a la venta un nuevo modelo con la última tecnología para reemplazarlo.
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Es casi impensable para las nuevas generaciones vivir sin un teléfono de última generación que les permite estar conectado con todo el mundo y a solo un clic de conseguir todo lo que se desea. Vivimos en un mundo de acciones rápidas e instantáneas. Hoy puedes comprar todo lo que imagines por internet y lo tienes en poco tiempo en la puerta de tu casa sin haberte movido de tu asiento.
Soy de la generación del televisor con pantalla en blanco y negro y con perilla manual para cambiar los pocos canales existentes. Cómo podría imaginar que pasados tan solo cuarenta años viviría en un mundo virtual, con pantalla táctil, sistemas que funcionan con simplemente darles una orden para escuchar música o que encienden las luces de toda la casa.
Si bien es cierto el desarrollo tecnológico ha sido beneficioso en el mundo de la medicina, las comunicaciones y las investigaciones científicas, no podemos desconocer que también ha contribuido a fomentar una sociedad individualista, poco solidaria, consumista y completamente alejada del concepto de la espiritualidad y de la existencia de un Dios Soberano que gobierna y sustenta todas las cosas de su creación. Las Personas se han acostumbrado a no depender de nadie, porque la tecnología ha puesto todo a su alcance para encontrar soluciones y respuestas. Además, se ha convertido en un elemento con un poder distractor que adormece los sentidos de aquellos que no se mantienen alertas.
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En contraste a todo esto, es necesario recordar la Palabra de Dios, que nos dice que El creyente que se mantiene unido a Dios reflejara el fruto del Espíritu: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza, lo cual no lo dejará estar indiferente al entorno que le rodea. Reaccionará ante las injusticias, abusos y todo aquello que degrade al ser humano en cualquiera de sus formas. Por esta razón, estando conscientes que somos parte de este mundo y sus distracciones, creo que es responsabilidad de cada creyente permanecer anclado en la Verdad que es Cristo, resistiendo la tentación y siendo luz en medio de una generación que se empeña en dejar a Dios fuera de sus vidas. •
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No estar comprometidos con Dios nos llevará a vivir envanecidos en nuestros propios razonamientos (Romanos1:21) No estar comprometidos con Dios nos llevará a vivir continuamente cambiando la verdad de Dios por la mentira (Romanos 1:25 ) No estar comprometidos con Dios nos llevará a mantener la dureza de un corazón no arrepentido (Romanos 2:5)
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Empeñarnos en vivir como todo el mundo vive, solo erosionará nuestra relación de unidad con Dios. Él nos invita a desarrollar vidas cuyas costumbres sean sin avaricia, contentos con lo que tenemos ahora, no mirando por nosotros mismos, sino por lo de los demás.
Ref. Bíblicas: -1 Tes.5:23 - Efesios 6:10 - Gálatas 5:22 -Hebreos 13:5
ANCLA DE ESPERANZA
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Capitán Esteban Figueroa
Cuando joven tuve la oportunidad de navegar hasta el extremo sur de Chile en un buque de la Armada, y me llamaba la atención cada vez que el buque recalaba en un puerto, el Capitán comenzaba con el proceso de lanzar el ancla, pero primero evaluaba con mucho cuidado el lugar y las circunstancias, como por ejemplo, la secuencia de la marea, la profundidad de las aguas y la distancia a obstáculos peligrosos, una vez satisfecho, recién echaba el ancla para que el buque fondeara seguro y firme. Un Capitán no tiene el ancla lista por “si viene una tormenta”, no, se ancla el buque como medida preventiva para evitar que se mueva a aguas peligrosas o para evitar que lentamente se vaya a la deriva. Pablo utiliza este elemento en Hebreos 6:19 “Esta esperanza mantiene nuestra alma firme y segura, como un ancla…”
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Cuando vivimos con una Esperanza bíblica, vivimos una vida anclada. En el mar cuando tiras un ancla al agua desde un bote se siente el tirón cuando el ancla se engancha en el fondo, porque el ancla tiene ese propósito “estabilizar el bote” mantenerlo firme. Para sobrellevar los malos tiempos de la vida, necesitas un ancla que se enganche firmemente a algo mas grande y seguro, que sea ¡mas fuerte que la tormenta! No importa si el barco es pequeño o un gran buque el ancla se enganchará en la tierra del fondo submarino con tanta fuerza que ni los vientos ni las tempestades lo moverán.
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El Salmo 62:5-7 dice “Sólo en Dios halla tranquilidad mi alma; sólo en él he puesto mi esperanza. Sólo Dios es mi salvación y mi roca; porque él es mi refugio, no resbalaré. Sólo Dios es mi salvación y mi gloria; ¡Dios es mi roca fuerte y mi refugio!” A fines de 1735, Juan Wesley, famoso pastor y teólogo inglés, viajó en barco de Inglaterra a Norteamérica. En este viaje se alzó una gran tormenta, que rompió el mástil del barco. Mientras que los ingleses se morían de miedo, los Menonitas (un grupo de cristianos alemanes) se mantenían tranquilos mientras cantaban himnos, y oraban. Esta experiencia llevó a Wesley a pensar que los menonitas tenían una fuerza interior, que él no tenía. La falta de miedo de los Menonitas inquietó al joven Wesley, más que la tormenta misma. ¿Cómo podían estar tan tranquilos cuando su barco se enfrentaba a una catástrofe? ¿Cómo podían estar en paz cuando sus vidas estaban en peligro? ¿Por qué era la esperanza de los Menonitas tan fuerte, y la de Wesley tan débil? Todos, en aquel barco golpeado y zarandeado, estaban agotados por la misma tormenta embravecida. Todos aventados por las mismas olas, chocando y golpeando. Algunos pasajeros estaban asustados. Pero otros… ¡no lo estaban! ¿Cómo así? Porque la vida de los Menonitas estaba anclada en Cristo. Y ellos sabían que su ancla se mantendría firme. Estos Menonitas que claramente tenían “la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento” (Filipenses 4:7), demostraron su esperanza, era como si estuvieran hablándole directo al Señor en el Salmo 56:3, “Pero yo, cuando tengo miedo, confío en ti.”
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Lo que un ancla es para un barco… ¡la esperanza es para el alma! Ambas estabilizan a aquellos que necesitan mantenerse estables en medio de las tormentas de la vida. Esta ancla se engancha… ¡no en un bote, o en una persona, o en una posesión! ¡NO! esta ancla está amarrada a la misma presencia de Jesús, nunca se zafará, nunca se romperá. Romanos 8:35 “¿Qué podrá separarnos del amor de Cristo? ¿Tribulación, angustia, persecución, hambre, desnudez, peligro, espada?” El año 1934 el matrimonio John y Betty Stam eran misioneros en China y ambos estaban siendo llevados para ser ejecutados por los comunistas, alguien le preguntó en el camino ¿Dónde vas? Y John echó mano de la esperanza puesta delante de él y dijo “¡vamos al cielo!” Nada podrá separarte del amor de Cristo si has anclado tu Esperanza y Confianza en Jesús.