Comisionado Torben Eliasen Vivemos en una época en que el mundo está extremamente dividido. La sociedad discuerda en relación a los ideales políticos, la iglesia diverge en relación a las interpretaciones teológicas, y la familia disuena en relación a los estándares morales. Como se esto ya no bastara, estamos viviendo toda esta situación conflictiva durante una pandemia en que tampoco hay consenso en como enfrentarla. En medio a este escenario confuso y caótico llegamos a más una Navidad y la atmosfera de amor y solidaridad que involucra esta fecha puede sonar más como una fantasía distante que una realidad presente. Pero es en esta circunstancia que el cristiano debe recordar el origen de la navidad para no perder de vista las avenidas de posibilidades que se abren. El cristiano necesita tan solamente seguir a Cristo, y para hacerlo es necesario enfocar de cerca y constantemente en la circunstancia específica y especial de la primera navidad pues es ahí que se encuentra el rastro divino que nos fue dejado que es la clave para seguir adelante con esperanza. Como escrito por el apóstol Pedro en su primera carta: “…Cristo nos dejó ejemplo, para que sigamos en sus pisadas…” (1 Pedro 2:21)