VEN A CRISTO - OCTUBRE

Page 1

NĂşmero 95

El dilema de $er rico


Rico e insatisfecho (Marcos 10:17–27, NVI)

Todos le admiraban y trataban con mucha consideración y respeto. Era una persona joven de correcto proceder, noble e influyente que, con su inteligencia y capacidad para los negocios había logrado amasar una considerable fortuna. Sin embargo, de alguna manera, portaba una recóndita insatisfacción, como una dolorosa llaga que torturaba su alma. Él se consideraba a sí mismo una buena persona y, en el concepto general de sus vecinos y amigos, lo era. Pero algo faltaba en su vida. Había sido educado en los principios religiosos de su familia, era un asiduo asistente a la sinagoga, generoso en sus ofrendas, pero no lograba tener paz en su corazón. Mantenía periódicas charlas con algunos maestros de la ley y sacerdotes, indagaba seriamente temas espirituales en profundidad, y se atenía con rigor a sus consejos acerca de la vida religiosa, pero aun así no hallaba una respuesta adecuada a sus inquietudes. Había oído hablar con frecuencia de Jesús, el profeta de Galilea; se decía de Él que en-

señaba con una autoridad tal que asombraba, superior a la de los fariseos y maestros de la ley (Marcos 1:22). Sabiendo que ese día estaba cerca de su aldea, decidió que era su oportunidad para buscar en Él la respuesta que necesitaba. “El Maestro acaba de marcharse”, le dijeron, “tal vez aún puedas alcanzarlo antes que cruce al otro lado del Jordán”. Corrió, anhelante y tembloroso de emoción, hasta llegar al Maestro y Sus discípulos. Marcos lo cuenta así: Cuando Jesús estaba ya para irse, un hombre llegó corriendo y se postró delante de él. —Maestro bueno —le preguntó—, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna? —¿Por qué me llamas bueno? —respondió Jesús—. Nadie es bueno sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos: “No mates, no cometas adulterio, no robes, no presentes falso testimonio, no defraudes, honra a tu padre y a tu madre”. —Maestro —dijo el hombre—, todo eso lo he cumplido desde que era joven.


Jesús lo miró con amor y añadió: —Una sola cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme”. El joven quedó sin aliento, pues no esperaba semejante propuesta. Por un lado veía el amor en el rostro de Jesús, Sus ojos brillantes de vida y felicidad, pero también veía a Sus desarrapados discípulos, sin dinero ni posesiones, ¿cuánto tardaría él, un hombre rico e importante en su comunidad, convertirse en uno más de ellos, un trashumante de ropas raídas y sandalias rotas y gastadas? “Al oír esto, el hombre se desanimó y se fue triste porque tenía muchas riquezas”. Conteniendo sus lágrimas, pensando en la insólita propuesta de Jesús, el joven sintió que una tristeza infinita se apoderaba de su ser, una tristeza que no iba a dejarlo jamás. El problema de las riquezas Jesús miró alrededor y les comentó a sus discípulos: — ¡Qué difícil es para los ricos entrar en el reino de Dios! Los discípulos se asombraron por sus palabras. —Hijos, ¡qué difícil es entrar en el reino de Dios! —repitió Jesús—. Le resulta más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios. Los discípulos se asombraron aún más, y decían entre sí: “Entonces, ¿quién podrá salvarse?” ¿Demasiado rico para servir a Dios? ¿Se puede ser tan rico que impida servir a Dios? Aparentemente esa era la causa por la que ese joven se alejó de Jesús. Los discípulos estaban perplejos y asombrados. En una cultura que había hecho de la prosperidad sinó-

nimo de bendición divina, ¿cómo es posible que un rico pudiera ser excluido del cielo por el hecho de serlo? Para los hombres es imposible —aclaró Jesús, mirándolos fijamente—, pero no para Dios; de hecho, para Dios todo es posible. Jesús aclara y marca los límites de este conflicto: Imposible para los hombres. ¡Posible para Dios! Jesús no dijo imposible, sino “difícil”, y que Dios —en su misericordia—, lo hacía posible. Pero el joven claudicó frente al panorama de enfrentar una vida diferente, sin aquellas cosas que —en cierta manera— constituían el andamiaje de su vida. Riquezas, posesiones, respeto social. No intuía él que el Señor lo invitaba a despojarse de lo temporal e intrascendente, para revestirlo de riquezas y posesiones con valores trascendentes, ¡hasta la eternidad! Que era justamente lo que él estaba buscando. “No acumulen para sí tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido destruyen, y donde los ladrones se meten a robar. Más bien, acumulen para sí tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido carcomen, ni los ladrones se meten a robar. Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón” (Mateo 6:19–21, NVI).


Disyuntiva “Porque el amor al dinero es la raíz de toda clase de males. Por codiciarlo, algunos se han desviado de la fe y se han causado muchísimos sinsabores” (1 Timoteo 6:10, NVI).



¿Cuál es el problema? ¿Problema? ¿Ser rico es un problema? “¡Cómo quisiera tener ese problema!”, dirían muchos. ¿Quién no ha soñado alguna vez, aun despierto, en ser rico? Que por alguna magia de la fantasía ¡llegara a ser millonario! Así hemos “gastado” millones en esos sueños fantasiosos, dándonos toda clase de gustos y placeres imposibles. Pero la realidad puede ser muy distinta. Así como no hay ninguna virtud en sí misma en la pobreza, tampoco hay garantía de felicidad en la abundancia. Murat Morrison se forró en dinero cuando vendió su empresa camionera a finales de los 90. Dice que una cosa que aprendió le acompañará siempre. “El dinero compra comodidad”, y añade: “Comodidad no es felicidad o satisfacción. En pocos años me sentí tan vacío como un tambor. Está bien vivir cómodo, pero es más satisfactorio ser feliz”. El joven rico, entre estas opciones, decidió vivir en las comodidades y el lujo, antes que ser feliz con una vida plena y realizada al lado de Jesús. La trampa de las riquezas ¿Trampa? “Es imposible renunciar al dinero”, escribe otro empresario exitoso. “Alcanzar la riqueza a lo mejor no vale la pena. Pero una vez que lo logras, quieres quedarte ahí para siempre”. Si alguna vez el joven rico pensó que la vida eterna era algo adquirible, o negociable me-

diante obras humanas (“haciendo qué cosas heredaré…”), se equivocó rotundamente. La salvación y la vida eterna se reciben cuando por fe aceptamos el perdón de nuestros pecados confiando en la obra de Cristo. Dice el apóstol Pablo: “Es cierto que con la verdadera religión se obtienen grandes ganancias, pero sólo si uno está satisfecho con lo que tiene. Porque nada trajimos a este mundo, y nada podemos llevarnos. Así que, si tenemos ropa y comida, contentémonos con eso. Los que quieren enriquecerse caen en la tentación y se vuelven esclavos de sus muchos deseos. Estos afanes insensatos y dañinos hunden a la gente en la ruina y en la destrucción. Porque el amor al dinero es la raíz de toda clase de males. Por codiciarlo, algunos se han desviado de la fe y se han causado muchísimos sinsabores” (1 Timoteo 6:6–10, NVI). “¡Tengan cuidado! —advirtió Jesús a la gente—. Absténganse de toda avaricia; la vida de una persona no depende de la abundancia de sus bienes” (Lucas 12:15, NVI) El desmedido afán por las riquezas se convierte en una idolatría que enceguece e impide ver en su justa perspectiva la posesión de tanta abundancia. Este concepto es resaltado en Mateo 6:24 cuando dice: “Nadie puede servir a dos señores, pues menospreciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. No se puede servir a la vez a Dios y a las riquezas”.


Malas riquezas Muchas fortunas han sido mal habidas, mediante la explotación del hombre por el hombre, lo que ha ocasionado desgracias y dolores inauditos, miseria y pobreza injustificados. Dios también tiene algo que decir sobre esto: “Ahora escuchen, ustedes los ricos: ¡lloren a gritos por las calamidades que se les vienen encima! Se ha podrido su riqueza, y sus ropas están comidas por la polilla. Se han oxidado su oro y su plata. Ese óxido dará testimonio contra ustedes y consumirá como fuego sus cuerpos. Han

amontonado riquezas, ¡y eso que estamos en los últimos tiempos! Oigan cómo clama contra ustedes el salario no pagado a los obreros que les trabajaron sus campos. El clamor de esos trabajadores ha llegado a oídos del Señor Todopoderoso. Ustedes han llevado en este mundo una vida de lujo y de placer desenfrenado. Lo que han hecho es engordar para el día de la matanza. Han condenado y matado al justo sin que él les ofreciera resistencia” (Santiago 5:1–6, NVI).


¿Deseas conocer más del Señor? Nos reunimos todas las semanas para estudiar la Biblia y aprender más del Evangelio. Estaremos muy contentos de recibirte entre nosotros.

Ven a Cristo hoy es publicado por Hispanic Word 58 Steward Street Mifflintown, PA 17059 hispanic@en-marcha.org 717–436–9275 Declaración Internacional de Misión El Ejército de Salvación, movimiento internacional, es una parte evangélica de la Iglesia Cristiana Universal. Su mensaje está basado en la Biblia. Su ministerio es motivado por amor a Dios. Su misión es predicar el Evangelio de Cristo Jesús y tratar de cubrir las necesidades humanas en Su nombre, sin discriminación alguna.

Consejos sobre las riquezas “A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos” (1 Timoteo 6:17, NVI).

“Más vale tener poco, con temor del SEÑOR, que muchas riquezas con grandes angustias” (Proverbios 15:16, NVI).


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.