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¿Qué lecciones son éstas?
ALONSO CUETO
En el inicio de Lecciones (Alfred
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A. Knopf), la nueva novela de Ian McEwan, Roland, un joven de once años, contempla a su profesora de piano. “De cabeza redonda, erecta, perfumada, estricta”, su atractivo tiene algo que ver con su naturaleza enigmática. Este enigma se disuelve en parte con lo que ocurre poco después. La profesora, la señorita Miriam Cornell, de poco más de 20 años, le da un coscorrón en la pierna a su alumno. Se trata de un estimulante reproche a una falta suya en la interpretación de Bach. Más adelante vendrá un beso, y en un reencuentro tres años después, empezarán las sesiones eróticas, alimentadas por una obsesión mutua. Luego, Miriam le extenderá en la mesa los papeles para el matrimonio. Por entonces Roland ya ha comprendido que se trata de una desquiciada. Quizá por eso mismo, la bella y monstruosa Miriam le anuncia que la relación entre ellos va a influir a lo largo de su vida.
Entremezcladas con los recuerdos de su relación con Miriam, aparecen las escenas del presente de un Roland criando solo a un bebe de siete meses. Su esposa alemana Alissa lo ha abandonado, con una nota contundente: “Estoy bien. No es tu culpa. Te amo pero esto es definitivo. He estado viviendo la vida equivocada”. Alissa le manda postales. Le dice que la maternidad la hubiera hundido. Luego que se va a dedicar a lo que de veras le importa: escribir una novela.
Lecciones, que Anagrama publicará este año, es digresiva, larga, y está muy bien escrita.
Repite la marca de McEwan: la mezcla de lo grotesco y lo bello, lo banal y lo trascendente. El sexo es un componente esencial de su mundo. Pero al final, lo que queda del libro es la implacable vulnerabilidad de Roland. Uno se pregunta si su naturaleza pasiva es el resultado del dominio que Miriam ejerció sobre él o de los silencios cerrados de su madre. Esta pasividad define su actitud ante los principales hechos de su tiempo (de la crisis de los misiles al Covid). También nos preguntamos si su elección de Alissa es un intento por recuperar a la poderosa Miriam. ¿Es culpable Alissa? ¿Lo es él? ¿Es posible que Roland sea feliz con su última esposa, Daphne? La aparición de un policía que investiga el abandono de su esposa, muchos años después de ocurrido, no parece echar muchas luces sobre estos asuntos. La novela ofrece muchas relaciones entre la historia del personaje y del propio McEwan, entre ellas la aparición de un hermano desconocido y el hecho de que el protagonista sea hijo de un militar que, como el padre de McEwan, volvió a Londres después de una misión en el extranjero. Roland es un alterego que vive una situación común a todos: nunca comprende lo que le ocurre. Vive entre los enigmas de cualquier vida. La nieta de Roland le ofrece una frase reveladora: “Sería terrible arruinar una buena historia convirtiéndola en una lección”. Sigo pensando que McEwan nunca ha podido igualar Amor perdurable, pero Lecciones es un libro que se disfruta de principio a fin. _
HOMBRE DE CELULOIDE