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Paraísos artificiales

Los escritores han sido asignados por sus comunidades para augurarles sus pesadillas. En 2019 apareció la novela Máquinascomoyo de Ian McEwan, una historia de amor y soledad en los tiempos de la inteligencia artificial. El protagonista del libro es Charlie, que gasta su dinero en comprar a un robot llamado Adán para uso doméstico. Adán es inteligente, servicial, fuerte y por supuesto bien parecido. Charlie está enamorado de Miranda, una vecina a la que invita una noche a cenar. Lo que ocurre poco después de esa cena dará inicio a un triángulo amoroso. La novela está llena de preguntas o cuestionamientos sobre la naturaleza del amor y de la convivencia.

Estas fueron también las preguntas que nos hizo Spike Jonze en 2013 cuando estrenó su fabulosa película Ella, que había escrito y dirigido. El protagonista de la película es Theodore Twombly (vaya nombre simbólico). La única relación de amor gratificante y sostenida de Theodore es con la voz de un ser virtual que se hace llamar Samantha. El trabajo de Theodore es escribir cartas de amor a pedido. Está deprimido por la separación de su esposa y amiga de infancia. Samantha, la voz digital que parece un cuerpo y alma, se convierte en su confidente, asesora y amante (llegan a hacer el amor verbalmente si tal cosa es posible). Samantha deja de ver a Theodore pues está ocupada mejorando sus capacidades. Luego, le confiesa a Theodore que tiene a cientos de amantes como él.

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Jonze y McEwan nos hicieron las imágenes y las palabras de la inteligencia artificial convertida en seres “perfectos”. Hoy sus predicciones se han cumplido. El Chatbot y todos los sistemas parecidos parecen estar a nuestro servicio. Desde hace pocos meses, podemos pedirle a la inteligencia artificial que nos ofrezca una estrategia de mercadeo o nos escriba el guion de una película si le damos un argumento. Eso supone que pronto veamos imágenes y videos manipulados (un presidente puede aparecer haciendo una declaración que nunca hizo, por ejemplo), lo que llevará a una explosión de mentiras y falsedades. No es difícil adivinar lo que dictadores y delincuentes harán con esa herramienta.

Hace pocos días, el doctor Geoffrey Hinton, quien difundió el diseño del algoritmo de backpropagation en el origen de la inteligencia artificial, renunció a su puesto en Google. Su renuncia nos recuerda la frase que el físico Robert Oppenheimer, el padre de la bomba atómica, dijo sobre su invento: “Me he convertido en la muerte, el destructor de mundos”. Según Hinton, estos robots en pocos años podrían ser más inteligentes que nosotros. Cuando le preguntaron si era imaginable un universo dirigido por robots que han sojuzgado a los seres humanos, dijo que sí. Todo lo que hacen las máquinas es acumular información sin descanso. Según Hinton, cuando sean más inteligentes que nosotros, todo habrá terminado. Tendremos un universo regido por robots con seres humanos a su servicio. Habrá sido nuestra obra. Y estaba escrito. _

¿Qué sucedió con Amat Escalante? Pareció desaparecer en 2016, luego de ganar el León de Plata por Laregiónsalvaje (disponible en Prime). Estaba dirigiendo, claro, una serie de narcos, pero ¿acaso un hombre con tantos anhelos había dejado el cine por dinero? No. Próximamente, Escalante estrenará en Cannes Perdidosenlanoche, de modo que sus anhelos siguen en pie con ese cine que gusta a los exquisitos que en La regiónsalvaje hallaron la relación entre Escalante y la violación con tentáculos del Shokushu Goukan, tópico que nos remonta hasta el Japón dieciochesco, cuando pintores como Katsukawa Shunsho iniciaron la tradición. El tema llegó a su clímax con Elsueñodelaesposadelpescadorde Katsushika Hokusai. De hecho, en esta pintura japonesa del XIX están expresados todos los anhelos de Escalante en Laregiónsalvaje; tanto que, en el clímax, el director calca el grabado de Hokusai. Pero hay que decir que el gran cine está hecho de ideas y no de anhelos, de modo que ¿es necesario entrar en la truculencia de La regiónsalvaje? Si uno está interesado en el cine, claro que sí. Y, sobre todo, para refrescar lo que será el regreso triunfal del director al tema que más ha meditado: la “denuncia social”. No es que en Laregiónsalvaje

HOMBRE DE CELULOIDE

Anhelos

no haya “denuncia”; al contrario, en México los hombres son todo lo malo que pueden ser. Las mujeres no. Porque Escalante es, claro, un feminista. Ellas se interesan más bien en el sexo. Es aquí donde encontramos otro de los anhelos de Amat Escalante, ser un Lars von Trier. La región salvajeanhela el imaginario, la teología del Anticristo, pero las ideas se le confunden y uno se pregunta varias veces: ¿qué es exactamente lo que el director me está queriendo decir? En Bastardos le sucedió. Terminaba diciendo que los migrantes mexicanos éramos unos bastardos. Y ni siquiera en el sentido de Paz en su Laberinto; más bien en el de gente malévola.

Laregiónsalvaje cuenta la historia de cuatro tristes personajes que están por relacionarse con un pulpo extraterrestre cuyos tentáculos producen mucho placer. A las mujeres, al menos. Y hasta cierto punto porque, como con el peyote, no hay que abusar. El caso es que uno de estos cuatro mexicanos llenos de prejuicios y maldad se atreve, borracho, por supuesto, a coquetear descaradamente con otro hombre en el baño de un bar. En el espejo el director ha ordenado que se escriba este nombre ominoso: Satanás. ¿Qué está queriendo decir? El problema, me parece, está en esto, en que el cine está hecho de ideas que, a menudo, nos hieren con el placer dulce de la contemplación estética en lo que Barthes llamaba punctum. Pero, otra vez, aquí no hay ideas sino, más bien, anhelos: ser como este o aquel otro grande, hacer un homenaje al giallo y también al slasher, pero detenerse también un tiempo largo a contemplar un perro que puede significar cualquier cosa y conseguir el anhelo de sentirse un Tarkovski. Sin duda, Amat Escalante es un autor persistente. En una secuencia el científico loco de la película dice este diálogo interesante: “Eso que está en la cabaña (el pulpo) es la parte primitiva, lo básico del ser humano en su estado más puro. Materializado. Y nunca se va a extinguir, solo se va a perfeccionar”. Ojala que realmente este diálogo se vuelva profético y Amat Escalante llegue a perfeccionar sus anhelos y convertirlos, por fin, en gran cine, ese que está hecho de ideas que penetran con más contumacia que el pulpo de La región salvaje inspirado en una pintura de Hokusai. _

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