Revista Fuete y Verguilla Vol. 13 #1 abril 2019

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Volumen 13, Número 1

Fuete y Verguilla abril 2019

Programa de Colegio Sea Grant y el Centro Interdisciplinario de Estudios del Litoral (CIEL) de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Mayagüez

Alabanza a las familias pescadoras


Volumen 13, Número 1

abril 2019

Alabanza a las familias pescadoras Por Manuel Valdés Pizzini

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ucha gente imagina que los pescadores son hombres solitarios que se lanzan al mar, a veces con un acompañante (un proel), a retar los vientos y los marullos en busca del peje nuestro de cada día. Lo que no se ve es que la pesca es el producto del esfuerzo de familiares quienes ponen todo su empeño por alimentar a sus hogares y comunidades, y suplir a muchos negocios con pescado fresco. Esa ha sido la historia de nuestra gente pescadora, por siglos. La cosa ha cambiado bastante, pero podemos encontrar entre cada cabo, ensenada y playa de nuestro país a pescadores que ejercen su oficio gracias a la familia. ¡Papi!

Tal vez la figura central en la faena pesquera lo es el padre, papá, o el viejo. Los pescadores suelen enseñarle a sus hijos e hijas (hemos visto muchísimos ejemplos de eso) cómo pescar, asunto en el que se inician alrededor de los doce años de edad. Pero desde antes, esos niños y niñas van tirando sus cordelitos, ponen trampas para las cocolías, trajinan con botes de juguetes y meten las narices en todo lo que tiene que ver con la pesca. 2


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Jonathan Gómez, Mickey Gómez y Yolanda Whalton

A diferencia de la escuela, esos jóvenes aprenden observando el oficio, viendo las manos, repitiéndo sus movimientos, poniéndole el ojo a la reparación del arte, en los lances, en la preparación de la carnada, practicar el levar de las nasas, sentir la picada en el cordel y en perfeccionar el desembuche, el descamado y el fileteo. Se aprende también escuchando las lecciones sobre el mar y sus señales—los marullos, la calma, el cabrilleo, el sureste, el bayao, las tijerillas—y sobre los peces, con sus corridas, agregaciones, movimientos, colores, tamaños, comportamientos y cómo se alimentan. Esuchan también cuentos fantásticos que le añaden un toque de misterio al mar. Papá empieza llevando a pescar a los mayores y luego sigue con los menores. Esa relación entre padre e hijos, e hijas, va creciendo en una conversación extendida entre las generaciones, y de esa manera se sostiene y sostendrá en el futuro este oficio. De esa manera, se transmite el conocimiento sobre el mar, la costa, sus hábitats y sus especies.

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¡Los hermanos! Los censos de pescadores realizados por el Laboratorio de Investigaciones Pesqueras del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales nos indican que, en años recientes, la mayoría de los pescadores, capitanes y dueños de sus embarcaciones, pescan con un proel que no es parte de su familia. Esto es una práctica relativamente reciente, pues por mucho tiempo la pesca era entre padres e hijos, o con los hermanos. La pesca de nasas, por ejemplo, era realizada por padre e hijos, o entre hermanos y de esa manera se sostuvo y evolucionó a través de los años. Pero… ¿y si no había hermanos o hijos disponibles? ¿Con quién se pescaba? Pues con los primos, o con los sobrinos, quienes también tenían la obligación de pescar con los suyos, pero si podían ayudaban en la faena y cooperaban con la familia. Si estos no podían, había otra alternativa…

Mickey Gómez

Los yernos y los cuñados La sangre pesa más que el agua, pero las familias pescadoras han integrado también a quienes vienen a formar parte de sus familias a través del matrimonio. Era común ver a pescadores con sus cuñados o a pescadores mayores con sus yernos, a quienes se quería tanto como a los hijos. Tanto que hay muchas historias de yernos (algunos muy exitosos en esos negocios) quienes “heredaron” la sabiduría de sus suegros, así como sus artes y embarcaciones y se mantuvieron pescando por muchos años. Estoy seguro que en su comunidad usted puede reconocer algunos de estos casos.

Magaly Colón

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David, Santiago y José Gómez

¡Mami! ¡Mamá! La vieja! Ha sido un elemento importantisimo en la gestión pesquera. Muchos pescadores recuerdan de enantes como todos en la casa se reunían a trabajar con su mamá en la costura de guantes y otras piezas para los talleres de la región en lo que fue la próspera industria de la aguja. La madre hacía la mayor parte del trabajo, para obtener efectivo para sostener a toda la familia, mientras que el resto de la familia ayudaba a trabajar más piezas, pues por esas piezas era que les pagaban. A través de la historia de la pesca, las mujeres han desempeñado un papel importante en las finanzas de la casa, en la compra de embarcaciones y en el manejo del negocio. (Por ejemplo, uno de los negocios más prósperos de Cabo Rojo se forjó con embarcaciones compradas por la madre.) La pesca no era posible sin esas manos que limpiaban el pescado, que lo preparaban en sabrosuras gastronómicas, o empleaban sus manos en la construcción y reparación de las redes, como los trasmallos. Muchas madres y mujeres también se lanzaron al mar para pescar, bregar con las redes, subir los cordeles y levar las nasas. Que no se nos olvide. Todos y todas en la brega En este artículo hemos descrito, superficialmente, el papel que han desempeñado nuestros familiares en la pesca, yendo uno por uno. Pero esas descripciones no le hacen justicia al esfuerzo colectivo de la familia entera en hacer que la pesca sea posible. El trabajo de las mujeres fuera de la casa ha hecho posible que haya dinero para invertir en la pesca y a sostener a toda la familia en tiempos de bravata o de escases. No podemos seguir adelante sin señalar que el trabajo en la casa ha sido y es esencial en la pesca y en otros sectores. Gracias a todo ese trabajo se sostienen los esfuerzos pesqueros en muchas de nuestras costas y sin embargo, no le hemos dado todo su crédito, a esa categoría llamada “ama de casa”.

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Hacer y reparar las artes, preparar y darle mantenimiento a la embarcación, preparar el rancho y el arte, surcar el mar, pescar, volver, desembarcar, vender el pescado, limpiar el arte y la embarcación y estar listo para mañana. En toda esa cadena de quehaceres participa, en muchos lugares, toda la familia—hombres, mujeres, adolescentes y niños—cada uno desempeñando la faena que le toca. Un arte que ya ha caído en desuso, el chinchorro de arrastre, requería de todo el trabajo y la voluntad de todas y todos en la familia, esfuerzo al que se unía esa otra familia: los vecinos y vecinas, para halar el chinchorro, con la esperanza de algunos pejes para la sartén de su casa. Los mayores Que no se nos queden los abuelos, la gente mayor. Sí, la gente de esa llamada tercera edad, los viejos pescadores y esas ancianas que han sido testigos de la rica historia de las familias pescadoras. Gente que recuerda y nos quiere alertar sobre la importancia de la solidaridad. Es decir, de cómo ayudarnos mutuamente, tal y como se hacía décadas atrás en muchas de nuestras comunidades. Gente que trabajó en la caña, en las salinas, en Nueva York, en las embarcaciones, tejiendo redes, armando nasas de bejucos, o en las talas de maíz y gandules. Sí, porque las familas pescadoras han tenido que sostenerse con la costura, recogiendo tomates en Estados Unidos, sembrando y chiripeando. Haciendo de todo un poco, y en muchas ocasiones en familia. Gente que se acuerda cómo era la pesca antes y nos alienta a conservar nuestros recursos.

Hermenegildo Gómez

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¿Cuántos pescadores hay en Puerto Rico? Como sabemos hay varias respuestas a esa pregunta, pero… tal vez la pregunta más importante es: ¿cuánta gente hay involucrada en las pesquerías? Es decir, cuántas personas participan en todas las dimensiones de la pesca, incluyendo todo lo que sucede en tierra, en la casa o en los negocios relacionados, como restaurantes o los llamados “chinchorros”. En esa mirada podemos apreciar la participación y el poder de las familias pescadoras de nuestras costas. Gente que mantiene viva, con su esfuerzo y trabajo, esta actividad económica tan importante para todos. Para reconocer su aportación colectiva les dedicamos este número de Fuete y verguilla. Pescadería Chuíto en Naguabo

Otros números de Fuete y Verguilla relacionados con este tema: La importancia de los chinchorros de arrastre. Volumen 2, Número 1, febrero 2008. Las mujeres en la pesca: descubriendo lo que siempre ha estado ahí. Volumen 5, Número 3, agosto 2011. Viejo pescador. Volumen 6, Número 4, noviembre 2012.

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La misión de Sea Grant consiste en promover la conservación y el uso sustentable de los recursos y los ecosistemas marinos y costeros. Para alcanzar su misión, el programa cuenta con proyectos de investigación, de educación y de extensión marina.

El Centro Interdisciplinario de Estudios del Litoral (CIEL) es un centro de investigación adscrito al Departamento de Ciencias Sociales, de la Facultad de Artes y Ciencias del Recinto Universitario de Mayagüez. A partir del estudio interdisciplinario y de la investigación aplicada, CIEL investiga, educa y disemina información acerca de procesos sociales costeros con énfasis en la relación entre el ser humano, la sociedad y el medioambiente. https://cieluprm.weebly.com

Créditos Dirección Ruperto Chaparro Serrano René F. Esteves Amador

Diagramación y diseño gráfico Cynthia L. Gotay Colón Jannette Ramos García

Contacto

Redacción

Fotografías Jannette Ramos García José Gómez

Correo electrónico: seagrant@uprm.edu comepezleon@gmail.com

Manuel Valdés Pizzini Edición Cristina D. Olán Martínez Revisión Ruperto Chaparro Serrano Cristina D. Olán Martínez René Esteves Armador

Impresión Imprenta del Programa Sea Grant Puerto Rico

Teléfono: (787) 832-8045 Fax: (787) 265-2880


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