SUPREMO CONSEJO MASONICO DE SANTA CRUZ - BOLIVIA Deus Meumque Jus Ordo Ab Chao GIICJulio David Pérez Chacón Valdivieso MANU En la decoración del Templo para la Ceremonia de Iniciación del Gr.31, en el Septentrión se colocan tres columnas espaciadas igualmente. La primera, ubicada cerca al Occidente y al sitial del Primer Gran Inspector, lleva el nombre de MANU y el delantal de grado segundo. De esa manera sobre cada columna ocho en total se coloca el nombre de los sabios más notales de la Humanidad. Mi impresión al respecto es de alto valor ya que reconozco a tan notables personajes y respetados aun por religión, que sus mandiles forman parte de obreros que trabajamos en el Templo juntos. El Primer Gran Inspector desde su Trono, cuando somos conducidos delante de las columnas, nos señala a MANU. La Palabra sanscrita MANU significa hombre. Como nombre propio, designa al hombre primordial, ancestro mítico del género humano. En la mitología hinduista, Manu es el nombre del primer ser humano, el primer rey que reinó sobre la Tierra, y que fue salvado del diluvio universal. Es llamado Vaivasuata, porque su padre fue Vivasuat (el dios del Sol Vivasuán o Suria); su madre fue Saraniu. También es llamado Satiavrata (en sánscrito satia: ‘verdad’, y vrata: ‘voto, promesa’). En sánscrito, manu proviene de manas: ‘mente’, y significaría ‘pensante, sabio, inteligente’ (según el Vayasanei samjita (sección del Iáyur-veda) y el Shata-patha bráhmana) y ‘criatura pensante, ser humano, humanidad’ (según el Rig-veda). También se cree que proviene de un vocablo indoeuropeo que habría dado lugar al término inglés man (hombre varón) y a los términos españoles “humano” y “humanidad”. “Las leyes de Manu” es la designación Inglesa aplicada comúnmente al "Manava Dharma-sastra", un métrico compendio Sánscrito de las antiguas leyes y costumbres sagradas mantenidas en la más alta reverencia por los adherentes ortodoxos del Brahmanismo. Los propios Brahmanes atribuían a la obra origen divino y una remota antigüedad. Su supuesto autor es Manu, el mítico sobreviviente del Diluvio y padre de la raza humana, el maestro primitivo de los ritos y leyes sagrados, que disfruta ahora en los cielos de la dignidad de una omnisciente deidad. Los versos de apertura de la obra
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relatan cómo en tiempos antiguos se acercaron reverentemente a Manu diez grandes sabios y le pidieron que les manifestara las sagradas leyes de las castas y cómo él graciosamente accedió a su requerimiento haciendo que el erudito sabio Bhrigu, a quien él había enseñado cuidadosamente enseñado los institutojs métricos de la ley sagrada, les entregara esta instrucción preciosa. La obra por lo tanto pretende ser el dictado de Manu a través Bhrigu; y como Manu mismo las había aprendido del autoexistente Brahma, su autoría se pretende divina. Esta pía creencia Brahmánica con relación al origen divino de las “Leyes de Manu” no es naturalmente compartida por los especialistas en estudios Orientales del mundo occidental. Aún la bastante remota fecha asignada a la obra por Sir Willam Jones, 1200-500 A.C., ha sido generalmente abandonada. Los arios indos no son los primeros habitantes del Valle del Ganges. Vinieron del Norte, y maravillados de la belleza del país, en él se instalaron. Es preciso imaginarse cómo es aquella comarca en todos sus aspectos diversos y opuestos: montañas inmensas, las más altas del Globo, de las que descienden torrentes aprisionados en el fondo de lúgubres gargantas; después, pantanos y espesuras siniestras; en la parte oriental del Sind, el desierto con sus soledades fantásticas; luego, el rico valle del Ganges, de soberbia vegetación; el Ganges mismo, río sagrado "cuyo origen está en el cielo", según dicen las leyendas. Los arios debieron identificarse con ese estado natural; debieron amar sus manifestaciones deslumbradoras, terribles, suaves, melancólicas, poéticas siempre. Aquellos amantes de lo maravilloso, aquellos contempladores de lo infinito, debían de adorar el sol, la lluvia, el aire, el agua. Sus dioses debían de ser el dios del fuego, el dios de la luna, el dios de los vientos, el dios de las pedrerías, de los cuales, en línea descendente, se derivó una innumerable cohorte de divinidades secundarias; de 33 dioses el número pasó a 3 300; después a 33 000; más adelante a 330 000 000. Los dioses supremos se desdoblan en divinidades femeninas, apsaras, cortesanas de los dioses, bailarinas. Los sacerdotes, que formaban entre los arios una casta poderosa, dieron a sus antepasados, los richis o risis, el rango de dioses. Esos richis llegaron a ser considerados por la leyenda como los hijos de Mjanú Suayambú, el más grande de los 14 Manús: ese Manú, especie de regenerador de la humanidad después del diluvio, les dio una ley sagrada que él había recibido de Brahma, creador del universo.
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Las leyes teocráticas indas provienen, pues, de Dios mismo, según los brahmanes. La introducción de ese Código grandioso, llamado Darma-Sastra, es la historia de la génesis del mundo: Manú, en reposo, se entrega a la meditación... El mundo yacía entonces envuelto en espesas tinieblas y sumergido en sueño por todas partes. Entonces Suayambú, el Ser existente por sí mismo, en cuanto los sentidos extremos pueden comprender, hizo perceptible el universo mediante los cinco elementos primitivos, se manifestó, y, resplandeciendo con la claridad más pura, disipó la oscuridad... Habiendo decidido él solo, el Ser Supremo, hacer que todas las cosas emanaran de su propia sustancia (de la sustancia del Ser), hizo que surgieran las aguas y en ellas depositó un germen fecundo. Ese germen se transformó en huevo de oro, brillante como astro de mil rayos luminosos, y en el cual el Ser Supremo se reveló en la forma de Brahma... Después de haber creado el universo de esa manera, Aquel cuyo poder es incomprensible desapareció de nuevo, absorbido en su alma y remplazando el tiempo que pasa por el tiempo que viene. Cuando ese dios vela, el Universo realiza sus actos; cuando duerme, su espíritu queda absorbido por un profundo letargo y el Universo se destruye a sí mismo. Y por medio de esos sueños y de esos reposos alternativos el Ser inmutable, sin cesar y sin fin, hace vivir o morir al conjunto de criaturas inmóviles o vivientes. Un día de Brahma comprende más de 4 000 millones de años humanos y se divide en 14 épocas: cada una de esas épocas está presididas por un Manú y terminada por un diluvio que todo lo destruye. Cuando el día de Brahma concluye, la noche de Brahma comienza: entonces el mundo no existe porque todo entra en la nada (en lo indeterminado). Un día y una noche de Brahma forman un Kalpa, 360 Kalpas constituyen un año divino. Al término de cien años de esa clase, el Universo se disolverá de nuevo y el mismo Brahma entrara en la nada (en lo indeterminado) del Ser Supremo, del Ser que sólo existe en Sí.
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Después, el Ser que existe en Sí da nacimiento a un nuevo Brahma, y las creaciones comienzan de nuevo. El primer cuidado de la ley es el establecimiento de las castas. Cada una tiene sus deberes perfectamente definidos: a los brahmanes corresponde el estudio de los Vedas y la celebración de los sacrificios; los chatrías o guerreros deben proteger al pueblo; los Vaisías, labrar la tierra y criar los animales domésticos; los Parias no tienen más que un deber, y es el de servir a las clases precedentes. El Vedanta expone los deberes de los anacoretas; cuando el jefe de familia ve que su piel se arruga y sus cabellos blanquean, debe retirarse a la selva confiando antes su mujer a sus hijos. Una vasija de barro, el tronco de grandes árboles por habitación, un traje humilde, una soledad completa, una manera de portarse igual con todos, tales son los signos que distinguen a un brahmán que espera el término final. El brahmán no debe desear la muerte ni la vida... Que purifique el agua de beber filtrándola en un paño, si bien con el temor de que perezcan los animalículos que en ella se encuentren, que purifique sus palabras por medio de la verdad... y si le dirigen injurias, que responda con dulzura... Desde el punto Esoterico la sabia Helena Blavatsky en su famosa obra la Doctrina Secreta estudia a Manu. Nos proponemos los ocultistas de la Sociedad Teosófica consultar brevemente los Vedas, los Upanishads, los Libros de la Ley de Manu y particularmente la Vedânta, a fin de demostrar que todos éstos apoyan nuestra creencia. Aun en su esoterismo vulgar aparece claramente la afirmación de la división septenaria. Pasaje tras pasaje podría citarse como prueba de ello, y no sólo puede leerse el misterioso número en cada página de las más antiguas Escrituras Sagradas arias, sino también en los libros más antiguos del zoroastrismo, en los anales que pudimos salvar de las antiguas Babilonia y Caldea, en el Libro de los Muertos y Rituales del antiguo Egipto y hasta en los libros mosaicos, sin hacer mención de las obras secretas judías, tales como la Kabalah. ¿Quién era Manu, el hijo de Svâyambhuva? Nos dice la Doctrina Secreta que ese Manu no era hombre, sino la representación de las primeras Razas humanas, evolucionadas con el auxilio de los Dhyân–Chohans (Devas) al principio de la Primera Ronda.
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Personalmente considero que conocer la mitología de los grandes Iniciados, confunde mi entender sobre la misma Fe que tenemos, ya que cada Sabio o Iluminado en este caso Manu, representa los inicios de un orden moral de comportamiento y reglas de comportamiento con la disciplina y rigidez que para nuestra epoca es dificil de entender con la Libertad de pensamiento y Libre Albedrio que tenemos. Algunas leyes de Manu
“Piensa bien antes de actuar, habla de acuerdo con la verdad, mira por dónde caminas y filtra el agua que has de beber” (6.46).
Deben hablarle dulcemente y proveerle comida, buena ropa y adornos, y así
mantenerla contenta. Los hombres que quieran conseguir una gran prosperidad y felicidad nunca deben hacer sufrir a una mujer” (3.55). MANU le asignó a la mujer cama, asiento, adornos, deseos impuros, rabia, deshonestidad, malicia y mala conducta” (9.17). “Aunque el esposo carezca de virtudes, o busque sexo [en otras personas] o esté desprovisto de buenas cualidades, la esposa fiel debe adorarlo constantemente como a un dios” (5.154).
Castigos
“La primera vez que se descubre a un ladrón se le deben amputar dos dedos. La segunda vez, una mano y un pie. Al tercer robo, el ladrón debe sufrir la muerte” (9.277). “Si el ladrón hurta de noche, el rey debe cortarle ambas manos, y empalarlo por el ano con una estaca puntiaguda” (9.276).
BIBLIOGRAFIA
Manu (hinduismo)Las Leyes de Manu De Enciclopedia Católica CHARLES F. AIKEN Transcripto por Joseph P. Thomas
QUE ES INDUISMO https://www.youtube.com/watch?v=ueRukxFyick
https://www.youtube.com/watch?v=usOl2pcmfdw
Los grandes iniciados De Schure
Doctrina Secreta Helena Blavatsky
Ritual de Grado XXXI Consejo Supremo de Santa Cruz Bolivia 5