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ARTURO ESQUIVEL BRANDT Concertino de la Orquesta Sinfónica de la Universidad Autónoma de Tamaulipas
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a magia de unas manos al piano, el sonido de unas teclas que no cesan, pero tampoco cansan, por el contrario, vibran hasta alcanzar lo profundo de un espíritu transparente, fue el origen de una conciencia nueva. La melodía “Para Elisa”, quizá la obra más popular de Ludwing Van Beethoven, hechizó al niño Arturo Esquivel Brandt. Una seducción de la que nunca pudo reponerse. En uno de los viajes de la familia a Veracruz, para visitar a la abuela, lo dejaron al cuidado de su prima, quien vivía a unas casas de allí. “Todo estaba tan tranquilo y para mi sorpresa empezó a tocar el piano, me acerqué y senté junto a ella para escucharla embelesado. Después de interpretar
aquellas notas simplemente se levantó del teclado para enseguida enseñarme cómo se jugaba a los palillos chinos”, - una leve sonrisa de nostalgia se asoma —. Nunca más volvió a verla, murió joven. Tras este encuentro entendió en seguida la importancia de la música en su vida. Actualmente, el maestro Arturo Esquivel Brandt es el rostro de los primeros violines de la Orquesta Sinfónica de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, quien además de Concertino está al frente de la Camerata Cortinas, fundada por la maestra y directora de orquesta María Teresa Cortinas del Riego. Fue Cortinas del Riego quien le prestó un violín por años, lo arropó al iniciar clases con ella, pues por parte
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de su familia era difícil adquirir uno. Fueron diez hermanos y ya resultaba complicado para los padres la sola manutención. “Con la maestra inicié este viaje, ella me puso el violín en las manos con 11 años; fui también el primer niño que aceptó la Facultad de Música. El maestro Manuel Barroso (*), me hizo el examen como a cualquier otro estudiante”, recuerda con orgullo.
También, la directora de orquesta, lo acercó a entender lo que hacía, a participar de sus agrupaciones, a tocar con ellos y enseñar a los niños de igual forma: “poco a poco me fue cobijando, es la verdad, siempre fue muy amable, muy cuidadosa conmigo, estoy muy agradecido”, recuerda.
A la sinfónica se integró a los 15 o 16 años, sin entender en su momento por qué le dieron la oportunidad de participar a tan corta edad, por lo que supone tuvieron mucho que ver las cartas de la maestra Cortinas.
Lleva trece años encargado de dirigir la Camerata Cortinas de la maestra María Teresa; y ocho años como asistente y director en la Orquesta Sinfónica de Universidad Autónoma de Tamaulipas, además de haber participado en muchos conciertos.
Desde entonces ha crecido y ha continuado su aprendizaje con la búsqueda de nuevos horizontes en lugares como Xalapa, Monterrey, Puebla y la Ciudad de México, en donde ha participado en la Orquesta Juvenil de Xalapa, en la Orquesta Regiomontana, en la del estado de Puebla, por citar algunas.
Durante la pandemia experimentó por cinco meses la compleja tarea de dar clases en línea a la par de atender a su padre, que se encontraba enfermo y a quien acompañó durante el recorrido de sus estaciones hasta dejar este plano existencial. “Fue un proceso difícil, bueno para mí; hice lo que nunca había hecho por mi padre, entendí muchas cosas, toda esta parte fue buena para mí”; su mirada tranquila revela el gran amor.
Posteriormente, ya con un hijo, regresa a Tampico al seno familiar, y a la OSUAT como concertino; es cuando la maestra decide darle la oportunidad de dirigir la Camerata y dar continuidad al trabajo que había emprendido.
Esta experiencia lo preparó para aguzar los sentidos, ser más paciente que de costumbre, adaptar la enseñanza a los más de veinte alumnos con los que cuenta la Camerata, de manera grupal o en esquemas todavía más pequeños e incluso de manera individual, y hacer funcionar esta nueva modalidad de aprendizaje en línea con la pandemia.
Esquivel Brandt nació un 9 de julio de 1964; y aunque la maestra María Teresa Cortinas le puso su primer violín en las manos también lo ha marcado el trabajo de cada uno de los maestros al frente de una orquesta.
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no tiene tanta conciencia, llegas te sientas, tocas y te vas a jugar; a mí me encantaba andar en bicicleta. La maestra Cortinas estaba dirigiendo la sinfónica. Detiene la obra y voltea a verme, y me dice con seguridad: ‘¿Está listo? Arranca otra vez el movimiento y de ahí hasta el final’… solo bastó eso”.
A su memoria llega una imagen imposible de apartar; hay quienes dicen fue una de las primeras obras donde se reunió toda la instrumentación de la sinfónica, con toda la dotación de alientos, percusión y cuerdas. Era un jovencito de 15 años como solista al piano. Un maestro de apellido Williams compuso “El niño”, concierto para piano y orquesta, una obra exprofeso para él.
Esta experiencia le dejó algunas secuelas, un proceso que fue superando para poder salir adelante en todos sus retos. Pero, nunca perdió la oportunidad de aprender, de aprovechar las oportunidades:
“Recuerdo cuando se tocó, todo fue bien; estuve ensayando al máximo, todo lo que un niño pudiera soportar… y fue una vez, al volver a presentar la obra, que se me olvidó el tercer movimiento. ¡Fue horrible! Sentí una presión tal, no tienes ni una idea, nunca me había pasado. Un niño
“¡Me gusta tomar al toro por los cuernos!”
* Manuel Barroso Ramírez, fundador de la Facultad de Música y Artes de la Universidad Autónoma de Tamaulipas del año de 1972. Entrevista y fotografías por Jesús Guerrero.
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