Alos ocho años, lo más cercano al baile para Gil Alberto Martínez Carreón era la danza de un balón dentro de las canchas en un parque o un campo deportivo. Nada atesoraba más que estar frente a una portería, medir el espacio, calcular los movimientos para detener un buen cañonazo. La danza no estaba en sus planes de vida, definitivamente. No contaba que el destino lo llevaría por esos caminos
desconocidos, y hasta extraños, que vienen a definir todo lo que uno es y que llegan a ser prioritarios.
“En un principio no me gustaba, yo me dedicaba al futbol, era portero, pero luego mi hermano Armando me influyó, a él sí le gustaba mucho la danza. Mis padres nos inscribieron (en danza,) dijeron, vamos a meterlos al IRBA”, nos confía durante el inicio de una amena charla en su oficina.
Gil Alberto Martínez Carreón, es coreógrafo destacado dentro de la danza folclórica, director general del Ballet Folclórico “Yacatecuhtli” de la Universidad Autónoma de Tamaulipas. Profesionista titulado en la carrera de contaduría pública, egresado de las filas de la Facultad de Comercio y Administración de Tampico del Centro Universitario Tampico-Madero en el sur de Tamaulipas. Formaba parte de una familia de nueve hermanos, donde cuatro eran varones y cinco mujeres. Armando Martínez Carreón, un poco mayor que él y también excelente coreógrafo, fue su primera influencia y contacto directo con el baile. Reconoce que a él no le gustaba para nada la danza y además resultaba costoso trasladarse de Ciudad Madero a Tampico; era tomar dos vehículos del transporte público para llegar al entonces Instituto Regional de Bellas Artes (IRBA).
“Entramos a estudiar con la maestra Inés Orellano en el año del 72, dentro de las clases normales del IRBA; ahí duramos un año. Éramos como cuatro hombres y ochenta mujeres con una maestra muy entusiasta; yo no le echaba muchas ganas, porque no era de mi agrado, la verdad de las cosas”, dice con sinceridad el hombre de cabellos rizados de rostro con mucha energía que asemeja un sol. Al llegar el fin de curso, su hermano,
quien sí estaba apasionado por la danza, le exige a su papá que le comprara varias cosas para bailar y él simplemente guardaba silencio; hasta que su padre lo miró y le dijo: “Oye Gil y tú ¿qué vas a bailar?”.
“A mí no me incluían porque yo no le echaba ganas y la maestra me tenía contemplado en una o dos cositas, por no dejar; ahí me cayó el veinte y en la siguiente clase le dije a la maestra: Métame a todo porque mi papá me va a regañar”, exclamó al recordar, antes de empezar a reír.
Su primera presentación infantil fue en el teatro El Farol, con la danza de “Los Parachicos” y “Sones de Sotavento”.
Después, su hermano ensayaba en el Ballet Folclórico “Umalayapen” del maestro Juan Antonio López Andrade, mientras el maestro Gil estaba en el infantil; hasta que poco a poco se fue integrando al legendario grupo, forjador de los ballets más representativos del sur de Tamaulipas. Juan Antonio López, director general del grupo, y Juan Gabriel Chávez, destacado coreógrafo, invitaban a diversos maestros del Ballet Folclórico del Típico Tamaulipeco, entre otros para perfeccionar técnicas de baile. Entre los recuerdos agradables se encuentran las becas que gestionó el maestro Juan Antonio López para que fuera al Instituto Nacional de Bellas Artes con quince años, ya con el nivel de director de grupo, coreógrafo y bailarín, a pesar de que en un inicio dudaban tuviera esas
categorías siendo tan chico, por lo que le aplicaron pruebas que sorteó con excelencia.
“Me dijeron, tú estás muy chico, no puedes estar aquí, pero iba bien preparado por el maestro Juan López, él nos traía así; realmente técnicas de baile las aprendí con el maestro Juan. Él fue mi maestro, todo lo que aprendí lo aprendí de él; el modo de trabajar, la manera de coordinar, la forma de dirigir, yo observaba al maestro, cómo trabajaba, su energía, todo eso lo aplico hasta hoy”, señala con orgullo. Aunque tuvo muchos maestros, asegura, su ejemplo y quien despertó la pasión por el baile, fue por el maestro Juan Antonio López, a quien le guarda un gran respeto.
Dirigió el Ballet Folclórico “Cuauhtli” de la Sección Uno del Sindicato Petrolero, en la época de Joaquín Hernández Galicia, durante varios años. Además, conformó el Ballet Folclórico “Yacatecuhtli” hace 40 años, el cuál sigue dirigiendo y por lo que este 2022 la Secretaría de Cultura de Tampico rindió un homenaje al maestro por su trayectoria. Gil Alberto Martínez Carreón espera retomar los festejos a mayor escala para el próximo 2023.
Este 17 de noviembre la Universidad Autónoma de Tamaulipas llevó a cabo el primer Encuentro de Polkas por Parejas a iniciativa de un proyecto realizado por el maestro Gil Alberto Martínez Carreón.
Martínez Carreón nace en Ciudad Madero un 9 de noviembre de 1962, iniciando sus estudios en la danza en los años de 1972 a 1974. Cuenta con un largo currículum. Ha sido jurado en la gran mayoría de los concursos de danza folclórica entre los que destacan el Concurso Nacional de Huapango de San Joaquín, Querétaro, por citar uno. Además de contar con múltiples reconocimientos en el país y el estado.
Es miembro del Instituto de Investigación y Divulgación de la Danza Folklórica Mexicana, delegación Tamaulipas; de la Asociación de Directores de Grupos de Danza Folclórica de las Huastecas A. C. y del Instituto de Investigación y Divulgación de la Música y Danza de Tamaulipas A. C.
Entrevista: Jesús Guerrero Valdez. Fotografías proporcionadas por el maestro Gil Alberto Martínez Carreón.