MÚSICO, ARREGLISTA, LETRISTA,PEDAGOGO Y PUBLICISTA DESTACADO DE NUESTRA CIUDAD.
Los sonidos. Notas del papá que con su serrucho en la madera y con un cepillo, gubia o formón de ebanista, talle que talle, creaba; o de la mamá al piano, al interpretar grandes compositores de música barroca; inconsciente o conscientemente algo influyó desde niño e influye actualmente en forma de ecos en la vida del maestro Ramón René Alarcón Lozano.
Su padre Alberto Alarcón Olavide fue ebanista y su madre Alicia Esther Lozano González, pianista, de quien recibe su influencia musical. La escucha al piano y en esta resonancia de gotas que apaciguan el alma su hechizo fue determinante; ahí surge la apertura y la fuga a un mundo lleno de preguntas relacionadas con la música y el deseo de respuestas de todo aquello que experimentaba.
Su madre era pianista concertista. Estudió en la academia Ludwig Van Beethoven que existió en el siglo pasado en Tampico, misma que dirigía Toñita Alanís(1) de donde saldrían muy buenos maestros de oído absoluto —señala con total seriedad el maestro—, una característica importante para los músicos, los cuales pueden escribir e inmediatamente determinar la música que escuchan.
A los festejos de cumpleaños de su madre llegaba Óscar Lozano, un primo que se desarrollaba como coreógrafo en el Instituto Nacional de Bellas Artes, entre los dos tocaban al piano obras a cuatro manos para los invitados: ¡Era algo muy impresionante!, recuerda Alarcón.
“Mi mamá toda su vida la dedicó a la música, gracias a ella escuché, en especial desde pequeño, música barroca de Bach y eso me trajo ese impulso de examinar, por qué esto, por qué el otro, sentándome en el piano, analizándolo, tomando la guitarra, concretando las dos cosas desde muy chico. Creo que tendría trece cuando comencé a agarrar la guitarra, tenía poco menos en el piano. Mi madre me envió con su maestra, Toñita Alanís que todavía vivía, durante un tiempo”, nos cuenta. También asistió a clases en el Instituto Regional de Bellas Artes con el maestro Hurtado de Alva; desde primaria cantaba en un coro y no se diga en secundaria, siempre tomando un instrumento para buscar ejecutarlo, primero quizá como un juego.
Pero su realidad corría por una senda diferente. Sus padres lo mandaron a estudiar abogacía a la ciudad de Monterrey en el vecino estado de Nuevo León, y así fue hasta que terminó la carrera. “Me hicieron estudiar la carrera de Derecho, como para protegerme, si no me iba bien ante el camino que tendía a tomar rumbo a la música” explica.
La preparatoria la estudió en el Tecnológico de Tampico, donde conoció a José Gibler, quien tradujo al español Jesucristo Súper Estrella de Andrew Lloyd Webber misma que habrían de montar por primera vez en Latinoamérica, en la cual Alarcón se hizo cargo de la música de la obra y Gibler de la producción. “Musicalmente fue como inicié”, explica.
Su familia vivió, hasta antes de la inundación, en la privada Chelo en el centro de Tampico, en la calle Díaz Mirón 909 oriente, hasta mudarse a su domicilio actual en lo alto del Cerro de Andonegui en
la colonia Obrera pues la inundación del 55 no los trató muy bien. Ahí se halla su estudio actualmente. Junto a cuatro jóvenes amantes de la música, creó el grupo Shalom 74, el cual tuvo gran éxito dentro de la población; también hizo mancuerna con Víctor Humberto Espínola, letrista, antes de irse a estudiar a la Sultana del Norte en el año 75; en Monterrey alternó la música con sus estudios de Derecho, hasta que terminó y regresó al Puerto. “Terminé mi examen, me dieron mi título, vine aquí, lo entregué y me despedí de la familia; me fui a la ciudad de México, eso fue en los 80”, recuerda.
Allá, junto a sus inseparables amigos del Puerto y de Monterrey, crea el grupo músico-vocal Aranjuez. Él ya había conocido aquí a Ernesto Cortázar en el festival de la canción que llevaba su nombre, en el que participó y ganó; pero fue en México donde tuvo la oportunidad de acercarse a su trabajo, colaborar un poco en hacer música para películas mexicanas.
Tras muchas peripecias, le toca estar en una compañía que todavía no se conformaba bien; “ahí me tocó por vez primera escribir para toda una orquesta en Miami, en ese tiempo no había internet, ningún instrumento de apoyo y era puro oído, papel y llevarlo para ser tocada la pieza. Hice los arreglos, los entregué, estaba nervioso; se trataba pues de músicos de la Filarmónica de la Ciudad de México con mucha experiencia. Me voy tras cabina, luego me hablan y me dicen: aquí hay una nota que está a medio tono de ésta, se equivocó, ¿la pongo en el tono de la otra? Respondí: ¡no! tóquenla así. Se rieron los dos y me puse más nervioso, empezó la orquesta y se escuchó
perfectamente bien todo; después de esto, me llamaron maestro, cambió el trato, fue mi primera experiencia con orquestas”.
Ramón René Alarcón Lozano, nace en Tampico un 31 de agosto de 1953, actualmente da cátedra en la Facultad de Música y Artes “Mtro. Manuel Barroso Ramírez” su esposa Gabriela Müller, inicia en el canto desde muy pequeña; su hija Gabriela Alarcón Müller, canta, toca el violín y otros instrumentos; su hijo Ramón Alarcón Müller es pianista y amante del Jazz.