¡Tris tras, tris tras!
Mullo seguía atento al eco metálico y al corte firme de las tijeras de su padre en aquella piecita (Peluquería Ideal) de la avenida Cuauhtémoc en la colonia Americana. Tris tras, ágil, seco, contra el cabello húmedo del cliente en turno. La mirada inquieta veía todo, sin perder detalle: los pelos cayendo, los dedos hábiles pero cansados de don Romualdo. José Romualdo Cruz Castañeda, Mullo como cariñosamente le llamaba su familia (mote que le quedó tras emitir de pequeño un balbuceo al llamar a su padre: ¡Mullo!), nace el 7 de octubre de 1963 en la ciudad y puerto de Tampico; hijo de José Romuldo Cruz Sánchez y Margarita Castañeda Chávez y hermano mayor de Dora Obdulia Cruz Castañeda. Estudió en la Primaria Cinco de Mayo de la colonia Americana; y ya desde niño gustaba de admirar el arte y técnica del toreo, a tal grado, que le decía a doña Margarita: de grande seré uno. Tomaba la toalla para dar unos pases, lances y verónicas. Pero inteligentemente su madre, sabiendo el alcance de sus sueños, le compró un amplio petate donde jugar y un cuaderno para pintar con sus crayolas.
2
“Se tumbaba boca abajo y empezaba a hacer sus dibujos y sus rayones. Este gusto por pintar y dibujar siempre lo tuvo, aunque solo fue autodidacta”, confiesa su hermana Dora, quien junto a su madre revivió con cariño aquellos momentos, durante la entrevista. Aseguran, aquel niño ya revelaba el estuche de monerías que llevaba dentro. Esta herencia, dijo su hermana, viene de familia; su tío José María Cruz Sánchez, pintor radicado en Inglaterra, supo de las habilidades artísticas de su pequeño sobrino. Cuando Romualdo le obsequió un dibujo que había hecho, lo enmarcó y presumió con sus colegas pintores, contestando cuando indagaban de qué artista era aquella obra: ¿No saben en verdad qué artista pintó esto? —les preguntaba—, Para rematar con orgullo: ¡fue Mullo, mi sobrino!
José Romualdo cursó la secundaria en la Esc. Sec. Fed. Nº2 de Tampico en donde tomó el taller de Dibujo Técnico Industrial. Estuvo en la Preparatoria Francisco Medina Cedillo. Perteneció al Grupo Juvenil Filántropos del
templo de María Auxiliadora en la misma colonia (donde conocería a su alma gemela José Guadalupe Tristán Andrade con quien realizó proyectos), era parte del coro de la iglesia, además de monaguillo con los párrocos Govea y Carranza en aquel tiempo. Allí es cuando participa en el montaje de pastorelas y Vía Crucis, y donde reconoce su verdadera vocación al iniciarse como actor y director de teatro, y a la vez como diseñador de vestuario y escenografía, nos cuenta Dora con emoción. Formó parte de la primera generación de la carrera de licenciado en Ciencias de la Comunicación en la Universidad Autónoma de Tamaulipas dentro de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales. Y es ahí, cuando ingresa al Grupo de Teatro Bocana dirigido por Refugio Hernández Ledezma, donde consolida su vocación y pasión por el Teatro. Participó en innumerables montajes, en los que destacó “Amor de don Perlimplín con Belisa en su Jardín” de Federico García Lorca, con el que participaron en 1984 en el Tercer Concurso Estatal de Teatro, logrando dos premios: Mejor Obra de Teatro y Mejor Primer Actor.
3
En 1985 participaron en el III Congreso Nacional de Teatro Amateur del Centro Mexicano de la Asociación Internacional de Teatro Amateur AITA/ IATA, en el cual fueron seleccionados para representar a México dentro de la IX Bienal de la Chaux-de-Fonds en Suiza.
Otro de los encuentros que lo marcarían fue el conocer a la “tía Olga”, como cariñosamente le llamaban a Olga Decanini de Solbes, destacada artista y cantante de nuestro puerto, con la que participó en la obra “Hombre pequeño”, con la que confirmaría su amor al arte dramático. En 1988, se incorpora al Instituto de Estudios Superiores de Tamaulipas, ahora IEST Anáhuac, en donde dirigió el taller de teatro en preparatoria y profesional, montó diversas obras, y participó en diversos concursos estatales y nacionales, con los que obtuvo diversos premios y reconocimientos. Se caracterizó por ser un gran formador de jóvenes a lo largo de los 33 años en que ejerció la docencia; era exigente en los escenarios, amigo incondicional fuera de los salones; humilde por naturaleza y poseedor de una gran nobleza.
“Fue un apasionado de la Trova, de las cosas sencillas y bellas de la vida, del buen vino y del buen comer, de la naturaleza, la pintura y un enamorado de la luna. Le gustaba plasmar en lienzos lo que volaba por su imaginación al igual que creaba cosas hermosas con todo tipo de material que reciclaba”, recuerda su hermana.
Este mes de octubre cumpliría 59 años. Hace dos años, Romualdo “bajó el telón” un viernes 28 de agosto a las 18:18 horas del 2020. Hoy lo recordamos con cariño desde la Secretaría de Cultura de Tampico.
“Amor, amor, que está herido,/ herido,/ de amor huido./ Herido,/ muerto de amor./ Decid a todos que ha sido/ el ruiseñor./ Herido,/ muerto de amor…”. F.G.L.
Don Perlimplín, duerme tranquilo…
Agradecimiento a la familia de José Romualdo Cruz y la entrevista a Dora Obdulia Cruz Castañeda, quien facilitó el material fotográfico.
4
5
