Nuestra Cultura Nº 5

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junio/julio de 2010 | año 2 | nro. 5 revista de distribución gratuita

La crítica cultural El análisis de Schoo, Del Mazo, Sendrós y Lebenglik.

Colecciónhomenaje al rock argentino

LA PATRIA FUTBOLERA

200 temas de 40 artistas y grupos que hicieron historia.

Reflexiones sobre fútbol y cultura. Opinan Sacheri, Abraham, Apo, Braceli, Verea, Morresi, Caparrós y Alabarces.

Pancartas por los derechos humanos Las Madres de la Plaza evocan a sus hijos.

Arte en las Cárceles Acordes de guitarra en el penal de Ezeiza.

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AUTORIDADES NACIONALES PRESIDENTA DE LA NACIÓN Cristina Fernández de Kirchner SECRETARIO DE CULTURA DE LA NACIÓN Jorge Coscia SUBSECRETARIA DE GESTIÓN CULTURAL Marcela Cardillo JEFA DE GABINETE Alejandra Blanco JEFE DE COMUNICACIÓN Y PRENSA Manuel Socías

Staff NUESTRA CULTURA ES UNA PUBLICACIÓN DE LA SECRETARÍA DE CULTURA DE LA NACIÓN. AV. ALVEAR 1690, (C1014AAQ) CIUDAD AUTÓNOMA DE BUENOS AIRES. PRENSA@CULTURA.GOV.AR / WWW.CULTURA.GOV.AR REALIZACIÓN INTEGRAL: ÁREA DE COMUNICACIÓN Y PRENSA. STAFF. DIRECTOR: MANUEL SOCÍAS / REDACCIÓN: SOFÍA ARUGUETE, BETTINA BARBIERI, IRINA JOROLINSKY, PAOLA MOLINA, ALEJANDRO OBEID, LETICIA POGORILES, MARTÍN REYDÓ, BÁRBARA SCHIJMAN, FÁTIMA SOLIZ, LAURA SPINELLI, GABRIEL TRIPODI Y MARÍA JOSÉ VERNA / DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN: ORLANDO GOLDMAN, MARTÍN MAROTTA, GUSTAVO WALD Y ARIEL ZALECHAK / FOTOGRAFÍA: SILVINA FRYDLEWSKY Y MARIANA RUSSO / LOGÍSTICA Y COLABORACIÓN: MARCELO D'AMATO, ADRIANA DAOIZ, ALEJANDRO GIMÉNEZ, PABLO MALDONADO, NAHUEL MOROZ, SEBASTIÁN PEREYRA Y JUAN PABLO RUIZ NICOLINI / ADMINISTRACIÓN: GEORGINA IBARROLA ISSN 1852-8651

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EL BICENTENARIO, EN NÚMEROS

6.000.000 15.000 1200 250.000 2.000.000

SON LOS VISITANTES QUE RECORRIERON LOS 117 STANDS DEL PASEO DEL BICENTENARIO. PERSONAS PARTICIPARON DE LOS DESFILES. ARTISTAS SE PRESENTARON EN 140 ESPECTÁCULOS. PERSONAS DEGUSTARON LAS PROPUESTAS GASTRONÓMICAS. DE BANDERAS ARGENTINAS SE DISTRIBUYERON ENTRE EL PÚBLICO.

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EDITORIAL

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Sumario 04

LA PATRIA FUTBOLERA SACHERI, ABRAHAM, APO, BRACELI, VEREA, MORRESI, CAPARRÓS Y ALABARCES REFLEXIONAN SOBRE FÚTBOL Y CULTURA.

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PANTALLAS DE PASIÓN GRANDES PELÍCULAS ARGENTINAS QUE HABLAN DE FÚTBOL.

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PÓKER DE CRÍTICOS DEL MAZO, SENDRÓS, SCHOO Y LEBENGLIK DESGRANAN EL OFICIO.

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POSTALES DEL BICENTENARIO IMÁGENES DE LOS FESTEJOS SOBRE LA AV. 9 DE JULIO.

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AFICHES DE VIDA LAS PANCARTAS QUE LAS MADRES DE LA PLAZA HICIERON PARA BUSCAR A SUS HIJOS.

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“EL DISCURSO DE LOS MEDIOS DISCRIMINA” ENTREVISTA CON MARÍA LAURA PARDO.

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ODA AL ROCK ARGENTINO UNA MIRADA SOBRE LA COLECCIÓN-HOMENAJE CON CLÁSICOS DEL GÉNERO.

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TOCANDO EL TIEMPO ARTE EN LAS CÁRCELES: TALLERES DE MÚSICA PARA INCLUIR.

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LA VIDA, EN PUNTAS DE PIE PAULA GARCÍA BRUNELLI Y BETTINA QUINTÁ, BAILARINAS DE PROFESIÓN.

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EL CENTENARIO, EL MITO DEL “PARAÍSO PERDIDO” Y LOS TRABAJADORES ESCRIBE HERNÁN CAMARERO.

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NUESTROS ARTISTAS “LA VERGÜENZA DE HABER SIDO Y EL DOLOR DE YA NO SER”, POR EDUARDO IGLESIAS BRICKLES.

Jorge Coscia Secretario de Cultura de la Nación No hay nada más ajeno al pensamiento y a la reflexión que el sentido común. Este va penetrando capilarmente el cuerpo social, y transforma definiciones discutibles, o falsas incluso, en verdades reveladas. La relación antagónica entre fútbol y cultura es una, entre tantas, de estas máximas del sentido común. El fútbol, se dice, es ajeno a la cultura. El fútbol, nos aseguran, es cosa de los Otros. Este número mundialista de Nuestra Cultura apunta a desandar el lugar común, nocivo por donde se lo mire, que disocia el deporte más popular en el país del ámbito espiritual de la cultura. Basta respirar el aire de estos días para concluir que pocas cosas deben de ser más propias de la cultura argentina que la pasión por el fútbol. Contra esa noción aristocratizante, elitista y antipopular, desde esta gestión, sostenemos que el fútbol es cultura. Y que, en ese sentido, lo que logró el “Fútbol para todos” es la redistribución de bienes culturales, absolutamente necesaria y complementaria de la otra, la de los bienes materiales y de los servicios, que venimos encarando desde 2003. Quienes oponen fútbol a cultura, por el contrario, respiran todavía el aire anacrónico de los 50, aquel de la falsa antinomia entre alpargatas y libros. Muy por el contrario, la apuesta de esta administración es integrarlos, jamás oponerlos. Antes de terminar, no puedo dejar de resaltar la enorme fiesta popular que se vivió durante la Semana de Mayo en todo el país, en cada pueblo y en cada ciudad del territorio, y que tuvo su epicentro en el Paseo del Bicentenario, montado sobre la Avenida 9 de Julio. Como dijo Horacio González, el pueblo se festejó a sí mismo. Con el mismo espíritu festivo, a sabiendas de que “los pueblos deprimidos no vencen”, según advertía Jauretche, les deseamos lo mejor a nuestros muchachos allá, en Sudáfrica. Para que los argentinos y las argentinas sigamos dando la batalla todos los días, con una sonrisa en la cara.

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NOTA DE TAPA

OPINAN SACHERI, APO, BRACELI, ABRAHAM Y VEREA

La Patria futbolera ¿QUÉ PAPEL OCUPA EL FÚTBOL PARA LOS ARGENTINOS? ¿CUÁNTO DE NUESTRA IDENTIDAD CULTURAL SE EXPRESA ALLÍ? ¿CUÁNTO HAY DE CIERTO EN AQUELLA IMAGEN QUE HABLA DE UN FÚTBOL DE IZQUIERDA Y OTRO DE DERECHA? ¿QUÉ NOS SUCEDE DURANTE LOS MUNDIALES? ¿QUÉ NOS REPRESENTA MARADONA? HOMBRES DEL PERIODISMO, LA LITERATURA Y EL PENSAMIENTO ENTRAN A LA CANCHA PARA APORTAR SUS MIRADAS SOBRE ESTOS VIEJOS INTERROGANTES. SIN PROMESAS DE TRIUNFO, CON SACRIFICIO, MÁS ALGUNA GAMBETA AISLADA, OTRA VEZ ARRANCA EL PARTIDO INTERMINABLE DEL DEBATE FUTBOLERO.

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FOTOGRAFÍAS: LETICIA POGORILES.

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“¿EN QUÉ SE PARECE EL FÚTBOL A DIOS? En la devoción que le tienen muchos creyentes y en la desconfianza que le tienen muchos intelectuales”. Eduardo Galeano

“El fútbol es un elemento constitutivo de nuestra identidad, es decir, de nuestra cultura. Aquí nacemos y crecemos jugando al fútbol, viendo fútbol (hasta soportando fútbol aquellos y aquellas que no lo disfrutan). Como cualquier amor, como cualquier pasión, si ponemos el fútbol por delante de todo lo demás, si le damos un valor desmesurado, claro que corremos el riesgo de engañarnos y adormecernos, y perder de vista cosas más esenciales y definitivas. Pero, si eso ocurre, no es culpa del fútbol. Es culpa nuestra”. El escritor Eduardo Sacheri zanja así el viejo dilema que plantea si este deporte es un elemento constitutivo de la cultura o, simplemente, opera como “opio de los pueblos”. Sabido es que el fútbol fue muchas veces despreciado como fenómeno cultural por reconocidos hombres de las letras y la cultura. El caso más paradigmático es el de Jorge Luis Borges, quien supo decir: “El fútbol es popular porque la estupidez es popular”. Parado bajo la bandera de los amantes del balón, es decir, en la tribuna enfrentada a la de Borges, el escritor Rodolfo Braceli también advierte una relación especular entre el fútbol y los argentinos, aunque con otro brillo: “Aparte de un juego prodigioso, es el espejo que mejor nos espeja. Es una extraordinaria herramienta para conocer lo que somos y lo que no somos”. Enumera para explicar: “Si queremos conocer los modos de nuestra violencia explícita e implícita, si queremos saber de nuestro exitismo y derrotismo (tan cultivado por los elefantes medios de des-comunicación), de nuestro fuerte racismo de piel y subcutáneo, de nuestras supersticiones convertidas en religión y de nuestra religión convertida en superstición, el fútbol lo espeja. Como todo espejo, no es inocente ni es culpable de nada. Romperlo contra el piso es una reverenda güevada; muchas veces, una huyente cobardía”. Para el extraordinario relator de cuentos futboleros Alejandro Apo, también periodista, este deporte transmite ideas que están en nuestra formación. “Los futboleros no sólo somos personas que hablamos de fútbol; nos involucramos en la cultura popular. Y no solamente discutimos sobre el juego, porque el juego representa muchas cosas que tienen que ver con la educación, el barrio, la amistad, los afectos, el compromiso frente al otro, la memoria como recuerdo de los futbolistas que enriquecieron nuestra historia, nuestra vida, una batalla finalmente ganada al olvido”. Autor de los memorables cuentos “De chilena” y “Los traidores”, Sacheri revela que se vale del fútbol para hacer literatura. “Es un vehículo para explorar otras cosas. Por ejemplo, qué valores está decidido a inculcarle un padre a su hijo”. Y por eso será que el fútbol profesional le gusta “del alambrado para afuera, donde se encuentran los únicos amateurs dentro de un mundo hiperprofesional”. Fútbol y cultura no son dos cosas ajenas tampoco para el filósofo Tomás Abraham: “El fútbol es parte de la cultura de un pueblo, como lo son la gastronomía, la escultura y la política. Tiene su idioma, que se difunde por cientos de horas semanales de programas referidos a la actividad. Tiene su farándula. Es un eslabón de grupos de interés, políticos y económicos. Produce ídolos y es protagonista del mundo del espectáculo”.

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FÚTBOL Y ESTADO Claudio Morresi Secretario de Deporte de la Nación.

EL VALOR DEL DEPORTE Muchas veces se habla de los valores asociados al deporte, pero lo que importa es establecer el sentido de estos valores. En este momento histórico que vivimos, existe un proyecto de país con un plan nacional de deportes que entiende que las disciplinas deportivas son herramientas para el desarrollo humano. Hoy, hay mucha coherencia cuando se les dice a los jóvenes y a los niños que deben cumplirse las reglas. FÚTBOL PROFESIONAL En la actualidad, el fútbol profesional toma mensajes de los que antes no se hacía eco. Hubo equipos que salieron a la cancha con banderas de Abuelas de Plaza de Mayo, de Aerolíneas Argentinas o en defensa de la educación pública. EL ROL DE LOS CLUBES En la Argentina, los clubes fueron fundamentales a la hora de fomentar la sociabilidad. Sin embargo, el neoliberalismo, como su visión lo dicta, quiso que esos lugares desaparecieran para transformarlos, por ejemplo, en negocios inmobiliarios. Hoy los apoyamos y los sostenemos: llevamos adelante el programa Nuestro Club, que brinda subsidios y capacitación a más de 4000 entidades en todo el país. Y vamos a seguir acompañando al sector porque valoramos el voluntariado que se produce en el ámbito barrial, y la construcción de identidad y de protagonismo democrático que se da en un club entre los grupos de padres y de chicos. 6

16 DE MAYO DE 1901 Ese día, se disputó el primer partido oficial de la Selección argentina. Contra Uruguay, ganó la Argentina 3 a 2.

“EL FÚTBOL ES EL REINO DE LA LEALTAD HUMANA EJERCIDA AL AIRE LIBRE”. Antonio Gramsci

ARMANDO A MARADONA “Nadie es la patria, todos lo somos”. Palabras de Borges. En absoluta sintonía, terminante, Abraham continúa el argumento: “Ningún individuo simboliza una sociedad. Esa idea que dice que Maradona simboliza lo bueno y lo malo de la Argentina es una estupidez”. Desde el terreno adversario, Braceli desafía: “Aun con sus exabruptos, con sus derrapes verbales, Maradona sirve para ‘descaretarnos’. Creo que su personalidad incluye las virtudes y los defectos del argentino promedio”. Autor de tres ficciones sobre el actual director técnico de la selección argentina, agrega: “Maradona, dentro de la cancha, ha sido la personalidad más rica, más única de nuestro fútbol. Y afuera de la cancha también. Porque ha metido el dedo en todas las llagas habidas y por haber, desde el sumo Papa, pasando por El Gráfico, los periodistas panqueques, los Neustadt y los sumos mafiosos de la fifadora FIFA”. Ocupan el mediocampo los que no mezclan los tantos y sólo juzgan por lo que Maradona hizo con la redonda en las canchas. “Cuando veo a Diego, veo a un futbolista, uno de los cuatro más excepcionales que dio la Tierra”, sentencia Norberto “El Ruso” Verea, ex jugador y ahora periodista. “Fue el mejor jugador del planeta. Como entrenador, le tengo una enorme fe”, se juega Apo. Con devoción, Sacheri confiesa: “En mi cuento ‘Me van a tener que disculpar’, hablo de la gratitud que tengo por lo que hizo en la Selección argentina, sobre todo, en el Mundial 86. Me limito a contar eso; más allá de que haya cosas que puedan no gustarme, la gratitud hace que me las calle. Siento que le debo esa minúscula lealtad”.

FÚTBOL, ¿REFUGIO ÚLTIMO DE LA NACIONALIDAD? La fibra nacional vibra en los mundiales, se sabe. Recientemente, sin embargo, los festejos por el Bicentenario en la Avenida 9 de Julio (que encontraron sus réplicas en muchas otras ciudades del interior) han demostrado que no sólo por el fútbol se agita el sentimiento nacional. Las banderas celestes y blancas por todos lados, el entusiasmo cívico, la alegría del pueblo en la calle han restaurado una dimensión patriótica profundamente democrática y pluralista, adelantando quizá lo que se verá este mes (si los muchachos no nos decepcionan, claro).

En esta línea, Braceli sostiene que la relación entre mundiales y patriotismo es un fenómeno innegable, no sólo en la Argentina: “Los ‘fríos’ alemanes o los ingleses pierden el eje durante los mundiales. Los franceses, por poco, sacaron de cuajo la Torre Eiffel y la llevaron en andas. Entre nosotros, ni hablar. Cuando digo que el fútbol es una patria más intensa que la patria misma, me suelen objetar que incurro en exageración, en blasfemia. Pero comparemos las banderas que se ven en casas y edificios durante las fechas patrias, aun la del Bicentenario, con el aluvión de banderas que brotan por el Mundial”. Pero advierte también que el shock patriotero no está exento de riesgos: “Esta exacerbación sucede al compás de los medios que fogonean el nacionalismo ‘nacionaludo’, que confunden a Mascherano con el sargento Cabral y a Messi con el Mesías”, asegura. El filósofo Abraham, de agudos comentarios sobre el patrioterismo beligerante, admite: “El argentinazo me sale con los mundiales; si no, soy cosmopolita”, y cede así a la tentación. Apo, a su vez, pone las cosas en perspectiva histórica y resalta que “muchas veces los gobiernos, sobre todo los dictatoriales, han usado el fútbol para tapar cosas. No me parece que sea el caso; la gente ha madurado y aprendido. Creo que, equilibradamente, vamos a darle al fútbol el lugar que le corresponde”. Sacheri, en tanto, defiende la parada y advierte: “No está mal que nos embanderemos todos por el Mundial, lo que está mal es que nos embanderemos sólo por eso”. Hablaba antes de los festejos de Mayo.

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Fútbol y patria, revisitado Pablo Alabarces Doctor en Sociología, profesor de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA e investigador principal del CONICET.

En 2002 publiqué mi libro Fútbol y Patria, reeditado y ampliado en 2008. Allí analicé las relaciones entre fútbol, identidades y nacionalismo en la Argentina a lo largo de la historia del fútbol local: la primera edición cerraba en el Mundial de Corea-Japón, la segunda se ampliaba hasta Alemania 2006. El paso del tiempo y la llegada de otra Copa del Mundo han hecho poco por desmentir mis afirmaciones; por el contrario, se empeñan en confirmarlas. Todas las investigaciones sobre las relaciones entre el fútbol y el nacionalismo coinciden en que es imposible formular una teoría general: que sobre la base de ciertas coincidencias, los modos en que el fútbol –el deporte, en general– ha permitido la aparición más o menos estruendosa de los relatos nacionalistas se modifica en función de múltiples variaciones. El fenómeno es distinto en Brasil o en la Argentina, en Costa Rica o en México, en España o en Escocia. Las coincidencias son a esta altura más o menos obvias: el fútbol –nuevamente, los distintos deportes– es un mecanismo típico de articulación de fenómenos de identidad, desde el nivel micro del barrio hasta el mayor de la nación. También ha sido largamente estudiado que, en ese sentido, el deporte ha tendido a cumplir funciones anteriormente reservadas a los mecanismos de la modernidad: la etnia, la clase, la política, el trabajo. Y que ello responde a la reestructuración feroz que han sufrido las sociedades luego de la era neoconservadora –si es que puede afirmarse que ella ha terminado–: el saldo de desintegración y fragmentación se cobra en desafiliaciones de las viejas identidades estables de la modernidad, y en nuevas afiliaciones afirmadas sobre consumos simbólicos. Allí, el deporte –el fútbol a la cabeza– ha revelado su eficacia: por su calidez, por su baratura, por su omnipresencia a través de los mass media, por la facilidad con la que encarna el poderoso discurso de lo pasional –nada aparece tan indiscutible como lo sentimental, y el fútbol es un territorio fértil para esos argumentos. Pero con esto, insisto, no estoy siendo novedoso. Estas son las cosas que la antropología y la sociología latinoamericanas han trabajado largamente en los últimos veinticinco años, al punto de que ya se han vuelto vulgata. Lo que resta, en esa dirección, es producir más investigación que revele las diferencias, los particularismos; la manera en la que un hincha mexicano difiere de un colombiano, en la que un hincha del ascenso se diferencia del hincha de un equipo grande; sus relaciones con las clases sociales –correlación que es hasta hoy mítica, porque nadie la ha estudiado–; los modos en que los públicos femeninos se están incorporando de manera acelerada; entre tantos otros temas que quedan sin indagar. Respecto de la relación del fútbol con los nacionalismos, no hallamos más que particularismos: la idea de que el mundo entero entra en una fiebre nacionalista en cada Copa del Mundo es una mala interpretación publicitaria. Es imprescindible atender a cada caso local, y también a cada momento histórico. Los brasileños son más nacionalistas que los argentinos: pero la Copa de 2002 fue celebrada como una “Copa gaúcha”, y los clivajes regionales brasileños tienen una enorme envergadura, difícil de superar. Los argentinos aparecen como históricamente más ligados a los avatares de sus selecciones: pero esto se comprueba apenas en el período de esplendor de Maradona, mientras que después de la Copa de 1994, los hinchas se replegaron a sus aficiones locales, dejando la selección en un modesto segundo plano (que puede activarse, claro, con una buena campaña). El peso de los tribalismos hinchísticos por sobre una presunta “pasión argentina” es una necesaria consecuencia de la fragmentación y desarticulación de nuestras sociedades: la propuesta de una presunta “hinchada argentina” es una abstracción, difícil de construir frente al peso irrefutable de la pasión local –digamos: ser hincha de Racing es, aún, mucho más fácil–. Lo que domina hoy el panorama es aquello con lo que concluye Fútbol y Patria: la pasión argentina es apenas un argumento publicitario, un nacionalismo de mercado que transforma las expectativas más o menos deportivas en fanatismos ofrecidos como mercancía. La pasión no se compra ni se vende, dicen los hinchas: los sponsors oficiales de la selección lo desmienten cotidianamente, con prepotencia y perseverancia.

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HINCHAS Boca: 40,4% River: 32,6% Independiente: 5,5% Racing: 4,2% San Lorenzo: 3,9% Encuesta realizada por la Consultora Equis.

¿FÚTBOL DE IZQUIERDA Y DE DERECHA? Los argentinos tienen dos pasiones marcadas: el fútbol y la política. Y no pocas veces, las dimensiones se entremezclan, potenciando los clivajes, aumentando la tensión. Un lugar común bastante extendido sostiene que el fútbol defensivo, conservador y mezquino (representado, según los canónicos, por la posición bilardista) es un fútbol de derechas, mientras que el que va para adelante, arriesga y se preocupa por el buen pie es de izquierdas (el menottismo realmente existente, digamos). Uno y otro, como los aristotélicos y los platónicos, se enfrentan en la batalla perpetua que desata cada discusión sobre fútbol que se precie de tal. Nuestra Cultura les preguntó a los entrevistados si creían que esto era cierto. Y algunos fueron categóricos. “Es una burda mentira –se enoja y espeta Abraham–. Menotti concentró meses a sus jugadores y les impuso una disciplina de Gulag. Y ganó gracias a Fillol, Pasarella y Kempes, no precisamente bailarines, mientras Bochini y Alonso lo veían en las duchas. Bilardo… fíjense en su Estudiantes de Ponce y Madero”. Enervado todavía, concluye: “El fútbol de izquierda no existe, el verso de izquierda abunda. El fútbol argentino tiene de todo”. Para Verea, el problema está en la dicotomía propuesta: “Más que entre izquierdas y derechas, dividiría entre la trampa o la no trampa”, y busca así ac-

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¿CÓMO SALDRÁ LA ARGENTINA EN EL MUNDIAL?

20 DE JUNIO DE 1867 Ese día, en los bosques de Palermo, se jugó el primer partido de fútbol formalmente organizado entre habitantes del país.

“TODO CUANTO SÉ CON MAYOR CERTEZA SOBRE LA MORAL Y LAS OBLIGACIONES DE LOS HOMBRES, SE LO DEBO AL FÚTBOL”. Albert Camus

Rodolfo Braceli Escritor.

Tengo un fuerte pálpito sobre la Argentina en este Mundial, pero me lo callo por cábala. No me gustaría contribuir a la infelicidad del pueblo.

Martín Caparrós Escritor.

Las expectativas no son malas, pero no me da la sensación de que Maradona vaya a aprovechar las circunstancias. Aunque eso no quiere decir que nos vaya a ir necesariamente mal.

Alejandro Apo Periodista.

El hombre que nos llevó del potrero al Mundial nos va a poner en el mismo lugar que la Argentina no debió abandonar nunca: entre los mejores del mundo. Espero que estemos en semifinales.

Eduardo Sacheri Escritor.

Los antecedentes no marcan lo que va a pasar en esos treinta días. En ese sentido estoy tranquilo. La Argentina fue como recontra favorita al Mundial 2002, y nos volvimos en la primera ronda.

tualizar el debate. Apo le saca la roja a la pregunta: “Es un disparate muy grande”. Sacheri, en cambio, amasa un poco el interrogante, lo pisa. “Está en línea con esto de buscarle cosas nuevas al fútbol. Entiendo la rima que relaciona el fútbol que aspira a la novedad con la izquierda, y al que se basa en lo defensivo, y por lo tanto a la conservación de un resultado, con la derecha”. Pero rechaza alto y fuerte: “Me parece un exceso pretender eso. Podés ser muy de derecha aunque te guste que tu equipo juegue bien”.

FÚTBOL PARA TODOS Uno de los argumentos potentes del “Fútbol para todos” –una de las medidas más populares del Gobierno de Cristina Kirchner–, es el de la redistribución de bienes culturales: acceso a espectáculos deportivos desde la comodidad del living de casa, sin poner un peso. La cuestión podrá parecer nimia a muchos, pero sus implicancias para las clases populares no son pocas. Muy crítico del Gobierno nacional, Abraham, sin embargo, cree que está bien que el fútbol se transmita gratuitamente, aunque pone en discusión el origen de los fondos que lo financian. Braceli, por su lado, es terminante en su apoyo: “El Estado tiene la obligación de cumplir esa distribución simbólica. El fútbol para todos ya dio el primer paso: afrontar la gran mafia”. Mirando lo que viene, agrega: “Ahora tendrá que evolucionar en su administración. No hay que perder de vista que, desde la crítica sistemática, se le llama ‘gasto’ a lo que a veces es ‘inversión’. Cuando se habla de ‘la cultura’, jamás se gasta, se invierte”. Para Apo, además, implica algo más profundo: “Me parece que ahora el fútbol forma parte de un derecho a la información, no como antes, que era un verdadero show”. Y festeja porque “dejamos de ver la tribuna, en vez de la pelota. Ya no hay que pagar fortunas para ver fútbol”.

FÚTBOL Y MUJERES Tomás Abraham Filósofo.

Campeones mundiales.

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Los hombres que no disfrutan del juego viven días aciagos. O muy tranquilos. De ir al cine casi vacío, pasear por las calles sin tránsito, disfrutar de los espacios más holgadamente. Pero ¿qué ocurre con el universo femenino? ¿Le escapan aquellas muje-

res a las que no les gusta el fútbol a la transmisión de los partidos? Con Perfume de gol, su nueva antología de cuentos sobre fútbol y mujeres, bajo el brazo, un desprejuiciado Braceli asevera que hay novedades en este aspecto. “El nuevo fenómeno es que hay mujeres, muchas, que ante la inevitabilidad del fútbol, lo miran, pero desde otro ángulo: el erótico”. Maduró la idea durante el Mundial de Italia, cuando era el único varón en la redacción de una revista femenina. “Unas pocas compañeras entendían de fútbol, pero la mayoría no sabía nada. Sin embargo, miraban concentradas, con fruición. Ahí empecé a comprender qué ven muchas mujeres cuando miran fútbol: ven, por así decir, los cuerpos, los organismos. Los comentarios que hacían se referían a las ‘manazas’ del arquero, la cola de Maradona o la nariz anunciadora, prometedora de Caniggia”, detalla, para finalmente teorizar: “La mujer ya no es la resignada, la marginada, la víctima del fútbol: o lo disfruta como juego, o lo disfruta desde esa venganza o indemnización por abandono que son el erotismo y la sensualidad”. Las voces se van apagando. El Mundial ya está entre nosotros. Las banderas colgadas en Mayo no dejaron los balcones, con la esperanza de que un buen desempeño se estire hasta el 11 de julio. Ahora, la redonda tiene la última palabra. Esperemos que los once gladiadores la traten con cariño y que esta les responda, obediente, al gol y al delirio.

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“El fútbol es uno de los grandes fenómenos del siglo XX” Entrevista con Martín Caparrós –Hay quienes sostuvieron que el fútbol es “el opio de los pueblos”. ¿Qué relación creés que existe entre fútbol y cultura? –La idea era un lugar común en los años 60 y 70, en los que muchos intelectuales veían el fútbol con celo, ya que creían que el pueblo debía ocuparse de la revolución en vez de ocuparse de Boca o de River. Hoy es más difícil encontrar esa postura. De a poco se va entendiendo y aceptando que el fútbol es un hecho cultural significativo, que es uno de los grandes fenómenos del siglo XX. Es interesante pensar ¿por qué el fútbol? Hacia fines del siglo XIX, estaban dadas las condiciones para que los deportes ocuparan un lugar importante del tiempo libre entre las clases trabajadoras, y otros deportes habrían podido ocupar un lugar de privilegio. Entonces, ¿por qué se impuso el fútbol tan absolutamente?

trarlo. La “alta cultura” se fue complejizando, y las nuevas clases altas no tenían ni el entrenamiento ni la educación necesarios para entenderla. Durante un tiempo, sostuvieron un “deber ser”, simularon que les interesaba la novela rusa del siglo XIX. Un día “revolearon la chancleta”, contrataron grupos de cuarteto o cumbia villera para sus fiestas, y pudieron dedicarse a ir a la cancha tranquilos. Un ejemplo de esto es la revista Caras, que mostraba las casas de los poderosos. En esas fotos, nunca aparecían bibliotecas; en algunas, tal vez había cuadros. Creo que veinte años antes, la misma persona se habría hecho comprar seis metros de libros por el decorador. No importaba que no los leyera, pero pensaba que en su “deber ser” de rico estaba la posesión de una biblioteca. Esto dejó de suceder durante el menemismo.

–¿Cuál es tu hipótesis al respecto? –Me parece que la diferencia básica del fútbol con otros deportes es el gol. Además, es un deporte colectivo. Esto era importante a principios del siglo XX porque los inmigrantes que fundaron los clubes de fútbol en la Argentina crearon lugares de asociación para sentir que “pertenecían”. Pero insisto en que lo importante es el gol. El fútbol es un deporte en el que se fracasa sistemáticamente porque el 98 por ciento del tiempo no se consigue aquello que se busca. Por eso, la llegada del gol es un momento extraordinario, de explosión absoluta. –Cuando hablás de la “plebeyización” del fútbol, ¿a qué te referís? –Durante los 90, en la Argentina, ciertos sectores de las clases altas empezaron a exhibir un consumo semejante al del resto de la población; eso es lo que definimos como “plebeyización”: el consumo que antes consideraban desdeñable empezó a parecerles divertido, y salieron a mos-

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–Pensando en Maradona, ¿qué te genera como mito y como técnico? –Algunas veces lo usé como definición del genio, como alguien que hace lo mismo que millones de personas, pero distinto. Está claro que lo era. Además, era un tipo interesante, se daba cuenta de cosas que requerían de una gran inteligencia. Por ejemplo, cuando gritó a la cámara el gol contra Grecia: a nadie se le había ocurrido que el público estaba “ahí”, del otro lado. Pero ya me aburrió. –¿Cómo caracterizarías la pasión que desata el mundial en la sociedad? –El fútbol genera un “efecto patria”: la idea de que los nuestros son los mejores, de que todos somos iguales y queremos lo mismo. Para eso está hecho el patriotismo; y el fútbol lo expresa en este momento más que cualquier otra actividad. Entre otras cosas, porque la idea de patria estuvo cargada de sentido a principios del

siglo XX, cuando ser argentino significaba algo más que gritar un mismo gol: significaba que tenías derecho al trabajo, a la vivienda. Ahora eso no está nada claro, entonces, la idea de patria se refugia en lo puramente simbólico porque aquello concreto que conllevaba ya no sucede. –¿Creés que hay un fútbol de izquierda y otro de derecha? ¿Qué relación guardan estos posicionamientos ideológicos con el buen juego? –Hay una paradoja en esa definición. Porque, en realidad, los que juegan el fútbol “de derecha” son los pobres y los de “izquierda” son ricos, porque si comprás a Cristiano Ronaldo y a Kaká en un solo verano, podés jugar bonito. En cambio, Excursionistas tiene que jugar con los muchachos que van al entrenamiento después del laburo. Hay una serie de preconceptos sobre lo que consideramos bello en el fútbol. ¿Por qué pegarle con la parte trasera del pie es más bello que pegarle con la parte de adelante? Sin embargo, estamos de acuerdo en que “el taco” es mucho más elegante. O nos parece bello que la pelota pase por entre las piernas del jugador de enfrente, en vez de pasar por el costado. No hay ninguna razón intrínseca para eso. Se podría rastrear y tratar de entender cómo se fue armando el canon de belleza en el fútbol.

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CINE

LAS GRANDES PELÍCULAS SOBRE LA N.° 5

Pantallas de pasión MODERNIDAD MEDIANTE, ALLÁ POR LOS AÑOS 30, EL FÚTBOL RIOPLATENSE SE CONSAGRÓ ESTRELLA Y PROMESA DE UN CINE TAN INCIPIENTE COMO PUJANTE. CUADROS DE GOLES, PARA EL RECUERDO. Caprichos del destino, casualidad o coincidencia han hecho que el cine y el fútbol tuvieran su debut profesional casi a la par. Las películas con sonido incorporado ven la luz en 1933, mientras que los primeros partidos de fútbol unificados bajo la tutela de la Asociación del Fútbol Argentino se remontan a 1935 (incluso hay un antecedente fechado en 1931, momento en el que se formó la Liga Argentina de Football). Cierto es que tanto el cine como el fútbol ya se practicaban con pasión y fervor (la primer exhibición fílmica pública en el país ocurrió en 1896; y tres años antes, ya se había fundado la AFA), pero es recién a comienzos de los años 30 del siglo pasado cuando uno y otro logran dar un salto cualitativo. De hecho, uno de los largometrajes inaugurales de la pantalla nacional estuvo estrechamente vinculado al fútbol. “Los tres berretines” es una de las películas precursoras del cine sonoro (la segunda estrenada luego de “Tango!”). Dirigida por Enrique Susini (también pionero de la radiofonía local), con su equipo del sello Lumitón y con Luis Sandrini como protagonista, la historia plasma las grandes pasiones porteñas: el tango, el cine y el fútbol. Tres años después, en 1936, se estrena “¡Goal!”, una comedia de enredos de Luis José Moglia Barth, en la que un futbolista y un oficinista intercambian roles. Una década más tarde, en 1948, llega “Pelota de trapo”, de la mano de Leopoldo Torres Ríos y con Armando Bó en la piel del “Comeuñas”, un pibe de barrio que “la rompe en el potrero y sueña con jugar en Primera”. Recién de grande tiene la chance de probarse en el Atlético, y a pesar de sufrir una deficiencia cardíaca, lo arriesga todo por el fútbol. En su debut, marca tres goles y logra firmar un contrato por $50.000, con un sueldo mensual de $1500 más pri-

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Discépolo inmortaliza en "El Hincha" (1951) algunas frases futboleras, como "primero son los colores, después los macaneos amorosos".

mas por goles, que no para de convertir hasta que su equipo sale campeón y logra jugar en la Selección el Campeonato Sudamericano. Claro que el corazón le dice basta en su último partido, y se retira triste pero glorioso para formar una familia. En esta película, participa Guillermo Stábile, otrora goleador del equipo argentino y, por entonces, director técnico (sabía a la perfección su papel). También lo acompañan varios futbolistas profesionales, entre los que se destacan Vicente de la Mata y Tucho Méndez. En 1949, se estrena “Con los mismos colores”, de Carlos Torres Ríos. Como en “Pelota de trapo”, el guión es de Ricardo Lorenzo (Borocotó). En este caso, aparecen en escena jugadores de la talla de Alfredo Di Stéfano y Mario “El Atómico” Boyé. Un año más tarde, Armando Bó vuelve a jugar a la pelota en “Sacachispas”, otra historia de Borocotó (que, en 1963,

volverá a escribir para “Pelota de cuero”, con Bó en la dirección, además). Y es en 1951 cuando Enrique Santos Discépolo inmortaliza “El Hincha”, dirigido por Manuel Romero, y brinda todo su clamor en aquellas frases luego convertidas en estandarte para varias generaciones: “Primero son los colores del club, después los macaneos amorosos”, “¿Y para qué trabaja uno si no es para ir los domingos y romperse los pulmones en las tribunas hinchando por un ideal? ¿O es que eso no vale nada?”, “¿Qué sería del fútbol sin el hincha? El hincha es todo en la vida”. Este quinquenio de películas melodramáticas futboleras se cierra en 1953 con otra vuelta al asunto del fracaso: en “El hijo del crack”, dirige nuevamente Leopoldo Torres Ríos, junto con su discípulo Leopoldo Torre Nilsson y Armando Bó como el malogrado jugador Balazo, que es recordado en un gran flashback

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de su hijo en las tribunas, mientras se hace un minuto de silencio por su ausencia, causada por una falla pulmonar. Aquí prima el punto de vista del hijo, protagonizado por Oscar Rovito, quien tiene bien claro que no cualquiera juega al fútbol y que “hay que tener un corazón así de grande” para hacerlo. Entre los muchos futbolistas que aparecen, sobresalen Ángel Labruna, Walter Gómez, Pedro Dellacha y el relator Fioravanti.

El Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) organiza el ciclo "Fútbol argentino, fútbol para todos", una muestra de cine temática que puede verse en los Espacios INCAA, los cinemóviles, las escuelas y los clubes de fútbol. + info: www.incaa.gov.ar

Son años signados por la supremacía de River Plate y su Máquina, y puesto que este equipo cuenta con el estadio más vistoso y “cinematográfico”, la mayoría de las películas incluyen escenas rodadas en el Monumental de Núñez. Contracara de esto, en 1969, “Invasión”, de Hugo Santiago, con guión de Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares, tendrá a la Bombonera como escenario principal del conflicto. Los nuevos aires y las nuevas olas de 1960 ven surgir “El crack”, de José Martínez Suárez. Allí, Jorge Salcedo interpreta, una vez más, a un futbolista que quiere triunfar y salir de su precaria condición social. En esta ocasión, la mirada es más crítica: se muestran los “tejes y manejes” del fútbol, un deporte que, por entonces, ya es “el espectáculo más grande del mundo”. A pesar de que convierte un gol en su debut, Osvaldo Castro sufre una doble fractura expuesta de tibia y peroné que cercena su carrera profesional. Entre los deportistas en pantalla, figura José Manuel Moreno; también aparecen un joven José María Muñoz y Pipo Mancera. Un año después, René Mugica sorprende con varias de las mejores tomas futboleras en el comienzo de “El centrofoward murió al amanecer”. Aquí Cacho Garibaldi, interpretado por Luis Medina Castro, es la estrella del club y debe decidir entre quedarse para salvar a su equipo del descenso o ser transferido a Italia. Finalmente, vende su alma al diablo y pasa a formar parte de un excéntrico desfile de trofeos humanos de un millonario, pero esa ya es otra historia. Una década más tarde, en 1971, Néstor Paternostro dirige “Paula contra la mitad más uno”, donde, en tono de farsa, una banda de secuestradores al estilo de las comedias italianas se esmera por raptar a todo el plantel de Boca justo antes del último partido del campeonato con River, previo a la consagración. La película puede verse como un reconocimiento al mundo xeneize y también al fanatismo en extremo. Será Federico, un taxista boquense, quien salve al equipo de sus amores, para gritar los goles junto con su flamante esposa. Entre los jugadores que participan, descuellan Silvio Marzolini, Antonio Rattín, Ángel Rojas, Rubén Suñé, Norberto Madurga, Antonio Roma y el entonces presidente del club, Alberto J. Armando, quien incluso negocia con los secuestradores. En el filme de Paternostro, en cinco minutos, se cuenta toda la historia del fútbol en formato de cómic, secuencia que bien vale toda la película: “El fútbol se fue contagiando a la muchachada de aquí

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En otro clásico del cine, "Con los mismos colores" (1949), participan los jugadores Alfredo Di Stéfano y Mario “El Atómico” Boyé.

tanto que si se terminara el fútbol donde nació, aquí seguiría viviendo eternamente”. Como corolario, se explica el amor-odio por el azul y amarillo, y también la rivalidad Boca-River: “Hay goles que se gritan más que otros: los que hace Boca y los que le hacen a Boca... con River existe un partido infinito, inacabable”. Vista en perspectiva, la película muestra la incipiente violencia de la década del 70. Ya en tiempos de dictadura, “La fiesta de todos”, de Sergio Renán, aborda “aquellos días felices” del Mundial 78, jugado en la Argentina y organizado por el gobierno de facto, cuando, fuera de cuadro, se multiplicaban los crímenes y se silenciaban las violaciones a los derechos humanos. En Brasil, este cruce dio pie a una verdadera joya: “El año que mis padres salieron de vacaciones”, un relato en tiempos de dictadura a la par del Campeonato Mundial de 1970 en México, rodada por Cao Hamburger en 2006.

En el terreno del documental, en 1990, “Fútbol argentino”, de Víctor Dínenzon, vino a zanjar deudas. Basado en un trabajo de Osvaldo Bayer, el filme espeja esta pasión de multitudes. Otro hallazgo es el mediometraje realizado en 2000 por Nicolás Malowicki, “Evita capitana”, un viaje a la final de RacingBanfield en 1951, en la que Eva vuelve a ponerse del lado de los humildes, en este caso, Banfield, aunque el vencedor fue el club vecino. En esta lista, seguramente falten algunos títulos (queda afuera “Héroes”, por ejemplo) y muchos cortometrajes en donde la pelota sigue rodando y la cámara gira a la par del balón. Pero como en la vida, en el cine, el fútbol también da revancha. Pablo Hofman Periodista. Coordinador de ciclos de cine.

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MEDIOS

Póker de críticos MARIANO DEL MAZO, ERNESTO SCHOO, PARANÁ SENDRÓS Y FABIÁN LEBENGLIK, CUATRO CRÍTICOS POR OFICIO QUE OPINAN SOBRE MÚSICA, TEATRO, CINE Y ARTES VISUALES. DESDE SU PROPIA CONCEPCIÓN DEL ARTE, CADA UNO DESTACA LAS CARACTERÍSTICAS DE UNA OBRA, SUS MANERAS NOVEDOSAS Y RUPTURISTAS, O LOS CONDIMENTOS QUE EMOCIONAN, DIVIERTEN O ENSEÑAN. Durante años, la figura del crítico fue asimilada a la de un juez que, desde cierta altura, dictaba sentencia; o a la de un superhéroe que, poseedor de un saber, revelaba con rayos X eso que, de otra manera, no podríamos percibir en una obra de arte. Hoy, las cosas parecen haber cambiado. La función del crítico, en apariencia, se acerca más a la de un traductor de intenciones y procedimientos, un detective profesional que colecta pistas y escribe una posible resolución del misterio. Con la mirada siempre en el lector, a través de un lenguaje sencillo o una redacción más cercana a lo poético, ofreciendo libertades o cercando lecturas, el crítico es un guía: procesa, conecta los datos dispersos, y de ese ordenamiento o recorrido, surge una explicación posible, una interpretación tan artificiosa –construida– como la obra misma.

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Mariano Del Mazo

Paraná Sendrós

Periodista. Especialista en música popular.

Periodista y docente. Especialista en cine.

“YA NO EXISTE LA CRÍTICA”

“PIENSO EN LOS QUE PAGAN LA ENTRADA”

Mariano Del Mazo acaba de renunciar a Clarín. Durante quince años, fue jefe de la sección Música, en Espectáculos. Su métier es la música popular, y se ha enfrentado cara a cara con casi todo el abanico nacional. Arranca sin preámbulos: “No existe la crítica. Hoy, lo que se hace es difusión. La crítica corporizada en los grandes medios no sirve”.

“Suena pedante llamarme ‘crítico’; porque averiguo las intenciones del realizador, no sentencio”, dice Paraná Sendrós, quien lleva a cuestas una larga trayectoria como cronista de cine en el diario Ámbito Financiero, y pasó gran parte de su vida entre rodajes, festivales y charlas con el mundillo del séptimo arte.

Al desgranar esta cuestión, señala que la crítica musical entra en colisión con diversos factores –discográficas, negocios, enojos– y, al final, resulta en “una bondad a medias”. El también autor de la biografía Sandro: El fuego eterno analiza el universo en el que se movió durante años y dispara: “El artista, el lector y el crítico entran en un juego dialéctico, que cuando se da, está buenísimo. En los hechos prácticos, no hay tal juego; sí hay una suerte de condescendencia muy profunda, una complicidad entre la industria, el ambiente y el crítico, en la cual nadie crece porque se ocultan cosas”.

Conoce bien las mañas y los gustos de muchas glorias de la pantalla gigante local, pero se jacta de entender mejor a sus lectores, en definitiva, “los que pagan la entrada”. “Me debo al lector antes que a las amistades”, manifiesta Sendrós, quien también trabaja en el Museo del Cine y ha dictado clases en casi todas las escuelas porteñas dedicadas a esta disciplina.

–¿Por ejemplo? –Hoy nadie está en condiciones de criticar a los popes del rock argentino, como La Bersuit, Los Piojos, Fito Páez, Divididos. No porque se trate de críticos comprados, sino porque hay un microclima tan perverso en el ambiente que cada línea crítica implica que no te den nunca más una nota. Dentro de lo que Del Mazo ya pasó a llamar “negocio”, también hay luces al final del túnel. “El desafío del crítico es descubrir dónde está pegando un artista. ¿Por qué una canción de Piti Álvarez conmueve como no lo hace una de Los Tipitos?”, se pregunta. En este mundo de consideraciones, donde cada género musical tiene su modus operandi, el periodista rescata lo que sí hay que evaluar para emitir juicios: “En una crítica de música popular, deben aparecer el contexto y la intención del artista. No se puede criticar un concierto de Palo Pandolfo con una idea de entonación o prolijidad, sino desde su historia y lo que quiere decir”.

La clave de la crítica cinematográfica, para Sendrós, es la mediación. “Uno es una especie de intermediario. ‘El director, señores, va por este lado, sigámoslo’. Ahora, si el tipo mete la pata, lo digo, como así también destaco sus méritos. En el cine argentino, muchas veces, uno elogia más las intenciones que los logros”. Uno de los consejos que siguió Sendrós, además de leer las críticas de los legendarios Leo Sala y Jaime Potenze, fue el de un amigo que le preguntó qué comida le gustaba. «Lomo al champignon, si paga otro –le respondí–, y me contestó: “Pero hay gente a la que le gusta el choripán. Entonces, tu trabajo es decir: ‘Vea, el choripán está medio grasoso, el pan está bien tostado, el boliche es un poco mugriento’”. Eso es lo que a la gente le interesa. El que le gusta el lomo no lee mi comentario». Es que, para él, al espectador no le interesa la teoría. “Lo que le importa es si la película le llega al corazón o no; si a la salida del cine, la mujer le va a decir: ‘¿Qué porquería me trajiste a ver?’. Prefiero siempre contar que una película es buena, y que luego el espectador opine que es mejor de lo que prometía el diario”. Cuando un filme no lo convence, simplemente escribe “está bien hecha”. Lo justifica con una analogía futbolera: “Hay partidos que son buenos, pero que son aburridos, y hay otros que son una torpeza, pero hay pasión”. Y confiesa en tono burlesco: “Si uno tiene ganas de reírse, elige una película extranjera, así el director ni se entera”.

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Ernesto Schoo

Fabián Lebenglik

Periodista y escritor. Especialista en teatro.

Periodista y editor. Especialista en artes visuales.

Cecilia Rossetto Actriz y cantante.

“Las críticas me ayudaron a teorizar sobre mi trabajo”

“LA CRÍTICA ES PARTE DE LA CONSTELACIÓN DEL CHISME”

“INTUYO CUANDO ALGO DESBORDA”

Comenzó a escribir reseñas de teatro cuando, en La Nación, no podía decirse “Mecha Ortiz” o “Pepe Arias”, sino que debía mencionárselos como “la señora Mercedes Ortiz y el señor José Arias”. Ernesto Schoo ya pisa los 85, y su primer recuerdo va de la mano de sus dos pasiones, las letras y las tablas: apenas rasguñaba los tres años cuando aprendió a leer y lo llevaron al Colón.

Rodeado de los títulos que pueblan su oficina en la editorial Adriana Hidalgo, Fabián Lebenglik enarbola la bandera de la teoría para convocar la atención sobre la obra de arte y las herramientas aplicadas a la crítica. “Su rol es parte de un dispositivo fundamental: el del pensamiento crítico. Básicamente, se trata del análisis y la toma de distancia del objeto”.

Descubridor de Alfredo Alcón en 1958, hoy, Schoo cree que nadie es intocable, ni siquiera el consagrado actor argentino. “Si algo no me entusiasma, utilizo un lenguaje más burocrático y distante, pero no complaciente. Encuentro la vuelta para que la ironía sea captada por el lector”, revela.

Así en el arte como en su oficio, la ruptura es el comienzo. “Hasta los años 80, había una vaguedad absoluta en la lectura de las artes visuales”. Por entonces, el también editor de la sección de Arte de Página/12 vino a quebrar los códigos: “Mi llegada a la crítica de arte tenía que ver con la aplicación de sistemas más rigurosos prestados de la teoría literaria, la semiología y la lingüística”, cuenta.

En el país, en noviembre pasado, me causó gracia que Norma Dumas escribiese de mí: “Toma por asalto el escenario (…) portando una carta de presentación del Cielo y una credencial de Satanás”. Y sobre “Concierto amoroso”, que presenté en el Teatro Nacional Cervantes, un crítico finalizó su comentario así: “No vayan porque me pongo celoso”.

“Analizar algo mientras sucede no es fácil”, dirá Lebenglik. Sin embargo, se anticipó a muchos otros cuando detectó las dos puntas que renovarían el campo de las artes: Guillermo Kuitca, sobre el que escribió un libro, publicado en 1989; y el Centro Cultural Ricardo Rojas, donde Lebenglik puso el ojo, el lápiz y, más tarde, la dirección.

Sólo en un par de ocasiones hablaron mal de alguna actuación. En 1969, cuando debuté con “Una pasión arrabalera” en el Teatro Payró, interpretaba a una vitrolera que se desmayaba cuando escuchaba a un cantor de tangos. Despatarraba con humor toda mi descarnada humanidad (medía 1,80 y pesaba 45 kilos). El público se reía muchísimo. Un crítico dijo que le parecía muy desagradable que alguien hiciera reír con sus “defectos físicos”… Evidentemente, por aquellos días, estaban de moda las gorditas y petisas.

Custodio férreo de la cultura, este periodista multipremiado confesó haberse quedado dormido mientras veía una obra en el Instituto Di Tella. El director nunca se lo perdonó. Entre sus reseñas, escribió algo como “es la primera vez que, al terminar el primer acto de una pieza, me voy porque sé que va a empeorar”. Un lenguaje accesible para los lectores es el ideal de crítica que aún busca Schoo. “Soy un escritor que va a ver un espectáculo y cuenta lo que vio. Los críticos del periodismo tenemos el trabajo de conectar al público con las representaciones artísticas. Atendemos ese reclamo inmediato del lector que, ante todo, pregunta ‘¿de qué se trata?’ y ‘¿cómo está hecho?’”, explica de forma pedagógica. –¿Es necesario criticar? –Diría que es inevitable. Porque la crítica, de algún modo, forma parte de la constelación del chisme, que está en el origen de toda literatura. Hablar de esas historias es participar de un cotilleo universal. Y en esta teoría del chisme, Schoo propone nuevos puntos de vista sobre la realidad y su reflejo teatral. “Hay mucha gente que va al teatro a entretenerse y a sufrir, lo que me parece muy legítimo. Entonces, por qué no decirle: ‘Usted está viendo esto como un drama, pero también puede ponerse en la vereda de enfrente y verlo como una comedia’”. Como a veces sucede en la vida.

–¿Cómo sabés que un descubrimiento va a impactar? –Tengo la intuición de que, cuando un objeto desborda por alguna parte, se da un encuentro feliz si uno tiene la capacidad de ver dónde está lo que se va de madre. Para Lebenglik, la crítica conjuga la mirada distante y analítica sobre un objeto, y la búsqueda por aportarle a la gente la mayor cantidad de herramientas posibles. “La crítica periodística no debe rebajar objetos ni ideas, ni tirar preconceptos o prejuicios. Hay que tender un puente hacia el público”, sentencia. La continuidad en el oficio –cree– está dada por la relación con sus lectores. “El pacto tiene que ver con tratar de ser entendible. Ser generoso con el lector, no dar nada por sentado. Si uno publica notas y no se entiende nada, rápidamente te cambian de sección”, explica sobre ese campo de batalla cotidiano que es el diario. “Buscar, aprender de los artistas y aportar un discurso crítico es la intención”, sintetiza Lebenglik. Y después, que “el lector asuma el reto de ver si ese mundo que le ofrecen le interesa o no”.

Me he sentido siempre muy mimada por la crítica. Conservo casi todos los comentarios que aparecieron en mis cuarenta años de carrera. Los catalanes son muy generosos y, a veces, divertidos. Ponen titulares graciosos, como “Te queremos, Cecilia”, o zarpados, por ejemplo, “Ver a la Rossetto es como subir a una montaña rusa pasado de coca”.

A menudo, las críticas me ayudaron a teorizar sobre mi trabajo. Mis espectáculos son el resultado de una honda introspección en búsqueda de las emociones, pero en ello es como si actuase intuitivamente. En esas circunstancias, los críticos, en cambio, aplican otro tipo de conocimientos y suelen desarrollar teorías que son útiles para el artista. Por supuesto, estamos hablando de gente formada y sabia, humana y profesionalmente. Luego, abundan también los sectarios, prejuiciosos y frívolos, que son a los que –les rogamos mil disculpas– no atendemos.

El 27 de junio a las 18, Cecilia Rossetto presenta junto con Daniel Binelli y César Angeleri el espectáculo “Rojo tango” en el ciclo Música al Atardecer, organizado por la Secretaría de Cultura de la Nación. Palais de Glace. Posadas 1725. Buenos Aires. Gratis.

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Postales del Bicentenario

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EXPOSICIONES

TATI ALMEYDA Y HAYDÉE GARCÍA CASTELÚ TEJEN RELATOS DE IMÁGENES

Afiches de vida POR INICIATIVA DE LAS MADRES DE PLAZA DE MAYOLÍNEA FUNDADORA Y LA SECRETARÍA DE CULTURA DE LA NACIÓN, SE RECUPERARON LAS PANCARTAS CON LOS ROSTROS Y LAS HISTORIAS DE LOS DETENIDOSDESAPARECIDOS. Memoria es asumir la lucha de los que se fueron, pero también de los que siguen, de los que continúan en la búsqueda de la verdad y la justicia. En mayo, en el Paseo del Bicentenario, alrededor de medio millón de personas revivieron la biografía de cientos de detenidos-desaparecidos, a través de pancartas que sus madres confeccionaron hace quince años. Vidas con pasado. En 1995, la periodista Nora Anchart les propuso a las Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora que armaran carteles para contar la historia personal de sus hijos: sus trabajos, sus estudios, sus familias, sus compañeros. Así, con pequeños recuerdos bien atesorados, como fotocopias de fotos, cartas, dedicatorias o boletines escolares, cada familiar fue plasmando, en el papel, la descripción amorosa de aquellos 30 mil. El resultado fueron 400 afiches que se exhibieron en cientos de marchas y actividades. Hoy queda poco más de la mitad. “Cada pancarta cuenta una historia. Ahí están sus pequeños escritos, los mensajes de las maestras; las fotos con sus hermanos. Nosotros, por ejemplo, pusimos la última foto que le sacamos cuando era conscripto. Mi marido se la sacó parado en el balcón de la casa, como una broma. No hubo tiempo para otras. A la semana, se lo llevaron”, evoca Haydée García Castelú, mamá de Horacio, uno de los noventa soldados secuestrados durante la última dictadura. “Nora Anchart nos dijo que buscáramos todos los recuerdos que tuviéramos, hasta los más mínimos. Cada una rastreó lo suyo. En mi caso, fueron fotos de mi hijo, Alejandro, cuando era chiquito, poemas que dejó, estampitas de la primera comunión, el boletín de primer grado. Fue muy conmovedor porque cada detalle, cada cartita con errores de ortografía, nos generaba cosas. Después nos juntábamos en una casa y armábamos las pancartas”, cuenta Tati Almeyda. La conmoción no fue sólo de ellas: “Cuando las presentamos por primera vez en una radio abierta –recuerda Tati–, venían muchachos con sus hijos y les mostraban las fotos. ‘Este era compañero mío’, decían. Por ahí, se abrazaban, lloraban. Eso es lo que causan las pancartas, porque demuestran que nuestros hijos fueron personas y que no dieron la vida, se las arrancaron. Ellos querían vivir, querían luchar por un mundo mejor”. Junto con la bandera gigante en la que se despliegan miles de fotos de los desaparecidos, las pancartas se convirtieron en mascarón de proa de la lucha

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contra las leyes y los decretos de impunidad. Son, además, testimonio de la inclaudicable causa de las Madres.

PANCARTAS INDELEBLES El paso del tiempo y el uso hicieron que cientos de estas cartografías de vida se arruinaran. “Estaban próximas a deshacerse. Hemos sufrido mucho por eso, porque hay madres que las pueden rehacer, y las han rearmado, pero otras ya no están”, explica Haydée. Con el apoyo de la Secretaría de Cultura de la Nación, los afiches fueron digitalizados e impresos en lonas vinílicas para preservarlos y facilitar su traslado. Son estas nuevas pancartas las que se exhibieron en la celebración del Bicentenario, las mismas que, a lo largo del año, también se verán en muestras por todo el país: “Vamos a viajar para que conozcan a nuestros hijos –adelanta Tati y añade–: hay muchos lugares donde los vecinos nunca han tenido contacto con una Madre. Creemos que es importante el valor del pañuelo, lo que despierta”. ¿Por qué mostrarlas ahora? Haydée responde: “Porque la lucha sigue y tiene que seguir, porque la desaparición de personas fue negada muchos años. Hay una juventud que, por miedo, nunca se acercó, una camada que nunca quiso saber. Ellos tienen que ver, vivenciarlo. Fue una generación especial en un momento especial del mundo, y es lo que reflejan sus expresiones”.

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Cultura y Derechos Humanos Las pancartas reimpresas son parte de la muestra “Camino al Bicentenario... ellos quieren contarnos”, que organiza la Secretaría de Cultura de la Nación junto con las Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora. En este marco, se desarrollan concursos y talleres que motivan la reflexión sobre los derechos de todos. + info: www.cultura.gov.ar

Las fotos como estrategias del movimiento de Derechos Humanos Ana Longoni. Investigadora (UBA/CONICET).

Las Madres de Plaza de Mayo exhibieron las fotografías de sus hijos desde el inicio de su desesperada búsqueda. Así, con enorme intuición, inauguraron una prolífica genealogía: esas imágenes de los desaparecidos se han convertido en una de las formas más recurrentes y potentes para evocarlos.

FOTOGRAFÍAS CON NOMBRE Al pensar en las movilizaciones contra la dictadura militar, lo primero que asalta la memoria son los rostros de los desparecidos, sus imágenes ampliadas en carteles y banderas que portaban los manifestantes. Las Madres de Plaza de Mayo utilizaron entonces un recurso de alto valor simbólico e impacto en la sociedad. “Queríamos demostrar que nuestros hijos no eran NN –argumenta Haydée–. Buscábamos rebatir a quienes nos decían que no habían existido, que no los habíamos parido, como si los hubiéramos soñado”. Esos rostros siempre vivos en el papel son también una compañía. “Cada vez que llevamos la bandera gigante con sus imágenes, sentimos que nos están observando. Nos advierten que la búsqueda de justicia continúa”, asume Tati, que también recuerda que, cuando se sancionaron las Leyes de Punto Final y Obediencia Debida, varias Madres y Familiares se congregaron en el Congreso, y desplegaron en el palco un gran pañuelo con fotos y un cartel que decía “Los estamos mirando”. Nuestra Cultura: ¿Se sienten representantes de un grupo social más amplio? Tati Almeyda: Al principio, el terror paralizó a la gente. Las Madres no existíamos, éramos transparentes. Pero no aceptamos que nos digan que somos heroicas, porque hicimos lo que cualquier madre haría por un hijo. Hoy tenemos a las madres contra el gatillo fácil, a las madres contra el paco. Emociona. Tienen la edad que teníamos cuando desaparecieron a nuestros hijos. Dicen que han aprendido de nosotras y, seguramente, así ha sido. Estas nuevas madres muestran una fuerza enorme.

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Algunas fotografías provienen de álbumes familiares, otras son fotos carné, tomadas del documento de identidad o de alguna cédula institucional. Las primeras, en general, muestran personas felices o despreocupadas, en medio de acontecimientos dignos de ser retratados por constituir hitos de la historia de cada familia. Pero las provenientes de los documentos llevan inscripta la dimensión despersonalizadora propia de la burocracia estatal. Al elegirlas, las Madres interpelan al propio Estado que registró a esas personas y les otorgó un documento de identidad, para luego convertirse en un Estado desaparecedor. Cada foto demuestra que los representados eran sujetos con un nombre, un rostro, una identidad, y expresa los lazos familiares o afectivos que unen a las víctimas con aquellos que reclaman por su aparición. Se trata de fotos con un valor probatorio frente a la incertidumbre reinante. Pero también exponen al fuero público un retazo de lo que constituía un orden familiar antes de que fuera quebrado por la violencia del Estado. Así, las imágenes pasan a ser un dispositivo colectivo. Una herramienta de lucha. Esas conmovedoras presencias se alzan a una altura desde la que muchos se sienten interpelados y “mirados”. Los rostros de los desaparecidos devienen en un signo colectivo inequívoco. Cada foto representa simultáneamente a todos los desaparecidos, a la vez que es huella de una vida singular. Quizá no recordemos la mayoría de los nombres o desconozcamos su biografía puntual, pero –en ciertos contextos– esos rostros nos remiten inexorablemente a un tiempo histórico, a una gesta y a una tragedia.

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SOCIEDAD

ENTREVISTA CON MARÍA LAURA PARDO

“El discurso de los medios es discriminatorio” LA POBREZA COMO ESPECTÁCULO TELEVISIVO, EL PENSAMIENTO DICOTÓMICO Y LA POLARIZACIÓN OMNIPRESENTE EN LOS MEDIOS, LA ESTIGMATIZACIÓN DE LA HOMOSEXUALIDAD Y LAS CUESTIONES DIFÍCILES DE HABLAR EN LA SOCIEDAD ARGENTINA. SOBRE ESTOS TEMAS DIALOGA CON NUESTRA CULTURA MARÍA LAURA PARDO, ESPECIALISTA EN ANÁLISIS DEL DISCURSO DE LOS MEDIOS. –¿Existe discriminación desde los medios de comunicación en la Argentina? –Junto con mi grupo de investigación de la Universidad de Buenos Aires, me ocupo de ver qué tipo de discriminación hacen los medios vinculada con la pobreza. Tomamos noticieros e informes especiales de ciertos canales y, lamentablemente, vimos que en muchos de los casos, más allá de las buenas intenciones, el uso discursivo es discriminatorio, o termina revelando que hay discriminación contra los pobres en esas vinculaciones que se hacen entre las villas o los asentamientos, y los ladrones: una persona pobre es enseguida catalogada de “ladrón”; en cambio, un funcionario, hasta que no se pruebe lo contrario, sigue siendo un funcionario. O es un corrupto, que es otra cosa. Indudablemente, para la sociedad argentina, un corrupto es más tolerable que un ladrón, aunque sea un ladrón de gallinas. El que roba, asalta, siempre viene de lo marginal.

llas. La crónica no dice “son jóvenes pobres”, pero la forma de describir su vestimenta, de informar dónde viven, produce una vinculación de la cual el medio no tiene que hacerse cargo explícitamente, pero genera un modelo mental. –¿Esto que describe responde a intereses o se relaciona con la lógica de los medios? –Ocurren dos cosas. Por la forma en que se abordan estos temas, se desprende que hay gente que está a cargo de los medios que no tiene la formación que debería. Y en el último tiempo, se ha exacerbado todo lo que genere temor, inseguridad y demás, como una forma de oposición al Gobierno. Es un uso doble: un uso de los pobres y un uso de la ciudadanía. Están siendo usados para oponerse al Gobierno. –¿La espectacularización de la pobreza es lo que vende? –Sin duda. Y si no, hay que ver Policías en acción. Y ahora, Policías en América Latina: se hace en Brasil, Venezuela y Colombia. Genera una correlación no solamente con la delincuencia, sino también con la locura. En muchos programas, aparece gente muy pobre que está en situación de calle porque tiene algún problema psiquiátrico, o chicos sin familia que también están vinculados con la droga o padecen violencia intrafamiliar. Ahora, cuando la hija de Susana Giménez se pelea con el marido, no es vista de la misma forma. Se la muestra bonita, como una mujer independiente que va a hacerse cargo de su marido. No tiene el mismo estigma.

–¿Cómo se manifiesta esta discriminación?

–¿Cómo se construyen las clases altas en los medios? ¿Son lo que los otros no son?

–Por ejemplo, en la forma de las crónicas. Tácticamente, para cada asalto, encuentran una villa cercana. La asociación es directa. En la crónica de los diarios, se da por sentada: “cerca de la villa 21 o 31 hubo tales asaltos”. Me recuerda el mapa que hacía De Narváez, donde estaban ubicadas todas las vi-

–La representación de ciertos sectores sociales está construida a partir de la oposición nosotros/ellos. Esta construcción por oposición (y no en armonía, en un espacio para el otro) es bastante argentina, latinoamericana incluso, más allá de las clases sociales. Sin duda, está ligada a esta cuestión occiden-

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MARÍA LAURA PARDO Doctora en Letras y especialista en Análisis Crítico del Discurso de los Medios. Dirige el Departamento de Lingüística del CIAFIC-CONICET y es profesora de Análisis de los Lenguajes de los Medios Masivos de Comunicación (Facultad de Filosofía y Letras, UBA). Sus temas de investigación versan sobre el discurso acerca de la indigencia y la pobreza extrema, el embarazo adolescente en mujeres sin recursos y la droga entre los menores.

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La TV argentina, en números Fuente: Sistema de Información Cultural de la Argentina.

9,5 de cada

47% de los argentinos

50% de las empresas vinculadas

60% de la programación

10 hogares argentinos poseen televisión.

mira entre 3 y 5 horas diarias de televisión. 12% lo hace, al menos, 6 horas.

a la comunicación y la cultura están controladas por 6 multimedios. El sector privado comercial maneja el 92,05% de esas empresas.

de los 49 canales de aire del país proviene de los 5 canales metropolitanos.

tal y canónica de “civilización o barbarie”: hay algo que representa la civilización, que hay que alcanzar, y algo que representa la barbarie. Así como los pobres representan la barbarie, las clases altas representan la civilización. Durante el conflicto con el campo, la gente se identificaba con la supuesta civilización, o sea, el campo, la oligarquía, los valores de familia, patria, Estado, república, que me parece que son más expresiones de deseo que realidades. Esto colocaba al Gobierno dentro de la barbarie. En el “cacerolazo” de 2001, en cambio, a la clase media le tocó estar “un poco más del lado de la barbarie”, justificada por la causa (le habían tocado el bolsillo). Fue una de las pocas veces que tomó ese otro lugar. –¿Qué consecuencias trae esta dicotomización? –Para mí, el problema radica en que el esquema de pensamiento es totalmente simplista: por sí o por no. No hay términos medios. Una discusión por los grises no tiene sentido. O estoy en contra o estoy a favor. Amor-odio con el Gobierno, amor-odio con el campo. Es el Gobierno y “la oposición”. La oposición es toda contra el Gobierno. No hay matices, no hay una educación que permita la voz crítica, no hay diálogo verdadero. –Polarizar es, justamente, lo que los medios dicen que hace el Gobierno… –La polarización viene de muchos años atrás. Hablamos de la época de Sarmiento. Creo que gran parte de la sociedad argentina se mueve en esa visión simplificada, salvo algunos sectores que pueden tener otro tipo de formación. A mí modo de ver –algo que no había visto antes en otros gobiernos– los medios hoy buscan esta polarización. Probablemente, esto esté motivado por la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Es mucho el poder de los medios, más aún cuando es tan monopólico. El resto, la ciudadanía, ¿dónde se ubica? Salvo contadas excepciones, como 6, 7, 8, TVR o Duro de domar, existe una suerte de demonización del Gobierno, lo que no contribuye a fortalecer la pluralidad de las voces en los medios y, por lo tanto, tampoco la democracia.

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–¿Qué piensa respecto de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual? –Estoy a favor de esta Ley. Creo que lo que busca –y eso es lo que debería discutirse– es cómo hacer para que exista realmente una pluralidad, para que las emisoras pequeñas puedan tener su espacio, para que haya un respeto por la diversidad cultural, tan necesario, y para que realmente se ponga coto a que todos escuchemos la opinión de dos grupos que responden a intereses económicos corporativos, que tienen una concepción ideológica similar. –¿Los medios “reflejan” lo que somos o aportan a la construcción de la sociedad? –Aportan para bien o para mal. Nada refleja nada. La sociedad coconstruye con el medio. Hay una parte de la responsabilidad que tiene que ver con los medios, y otra que tiene que ver con la sociedad y sus elecciones. Si el 30 por ciento de la gente ve Showmatch y no un programa cultural por Encuentro, también eso dice algo de nosotros como sociedad. El problema es la falta de diversidad ideológica y de pensamiento crítico tanto en los medios como en la sociedad. –Respecto del matrimonio gay, ¿qué surge de su análisis? –En la materia que dicto en la Facultad de Filosofía y Letras, entre las opciones planteadas a los alumnos para trabajar, es el que se llevó los laureles, junto con el travestismo. Son temas que sirven para observar claramente la discriminación y la naturalización de algunas ideas –muchas, equivocadas– acerca de qué es la homosexualidad. ¿Qué es lo natural? Como si el matrimonio fuese algo natural y no cultural. En la televisión, las apariciones freaks del tipo de Zulma Lobato muestran sólo una parte del mundo gay. Después el “discurso del gay” se estigmatiza, como si el gay tuviera que hablar siempre estereotipadamente. El hecho de hacer esa diferencia entre lo hetero y lo homosexual ya implica discriminación.

LOS TABÚES DEL DISCURSO “EL ABORTO ES UN TEMA DRAMÁTICO Y TREMENDAMENTE DIFÍCIL DE ABORDAR EN LA CALLE, EN LOS MEDIOS Y TAMBIÉN EN LA FACULTAD. ESTOY TRABAJANDO EN HOSPITALES EL TEMA DE EMBARAZO ADOLESCENTE Y ME PREGUNTO: ¿QUIÉN ESCUCHA A ESAS CHICAS? NO HAY UNA ESCUCHA PORQUE ESTÁ MUY NEGADO EL PROBLEMA. LA NEGACIÓN ES IMPUESTA: EL ABORTO AQUÍ ES UN CRIMEN, ESTÁ MUY MAL VISTO POR LA IGLESIA, POR LA SOCIEDAD, POR QUIENES DEFIENDEN ‘LA VIDA’. HASTA LOS MÉDICOS TIENEN OPINIONES DIFERENTES, Y ES ARDUO LLEGAR A UNA IDEA NO OPOSITIVA –SÍ O NO– Y TRATAR DE ENTENDER MÁS PROFUNDAMENTE LA SITUACIÓN. OTRO TEMA TABÚ: EL ABUSO COTIDIANO, SILENCIOSO, EN EL ENDOGRUPO, EL INCESTO. NO HAY UN LUGAR ESPECÍFICO DONDE ESTO PUEDA TRATARSE”.

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MÚSICA

Oda al rock argentino Por Cristian Vitale Periodista Los números son de una contundencia imposible de sistematizar al detalle: si se incluye el volumen VII (artistas varios y dedicatorias), los homenajeados llegan a 40. Los homenajeantes, por su lado, son 105 si es que no se le suman los 200 que participan como instrumentistas en cada sesión. Los temas, 200, y los discos-volúmenes, 9. Una tarea titánica propia de un titán del rock argentino: Litto Nebbia. La imposibilidad, entonces, de explayarse, de individualizar cada número en su valor (apenas un atisbo habrá a continuación) obliga a virar la atención hacia otro lado. ¿Qué significa, en esencia, este trabajo que salió al mundo con el nombre de “Una celebración del rock argentino”? Varias cosas: una es elocuente y habla de una linealidad histórica en el movimiento del rock argentino que no reconoce –al fin– fronteras generacionales. Que grupos y solistas como Fernando Blanco, Diego Boris, Gabo Ferro, Flopa, Los Grillos, Jingo, Ariel Minimal, El Otro Yo, Pez, Richter, The Tormentos o Zorros Petardos Salvajes encaren con pasión militante canciones que remiten a una época que ellos no han vivido (1963-1973) dice mucho sobre una atemporalidad vital: el rock argentino, el gestor en este caso, es música genuina que no precede ni procede a ninguna moda. Que es auténtico y, como tal, expresa una cosmovisión directamente enfrentada con la comodidad de la industria que, muchas veces, tiene que ver con la comodidad de un período. Otra cosa, igual de vital: la constatación definitiva de que otras músicas –y luego de descartar este sonido universal por “poco serio” o por no tener medida (Nebbia dixit) en el pasado– al fin se han entregado a su disfrute. Lo han revisado. Se han apropiado de él. No es dato menor que el Quinteto Ventarrón o Pablo Agri, desde el tango, o Fats Fernández o Ricardo Lew, desde el jazz –por nombrar algunos casos– hayan aportado versiones lúcidas, lucidas de “Yo soy tu voz” (Huinca), “Caminando” (Santaolalla), “Marian” (Nebbia) o “Muchacha” (Almendra). No hace más que confirmar, en concreto, una noble vuelta de boomerang: fue el rock, en su época de oro, el que hermanó –o intentó hermanar– con esos géneros más herméticos, cerrados, casi clausurantes en su orgullo. Caprichosos o resistentes. Una realidad que esta colección muestra, pero que el devenir de la música popular argentina, en general, goza como férreamente instalada a través de infinitas expresiones estéticas: son miles, hoy, los pibes y pibas que enriquecen con matices de colores –eléctricos, rockeros– toda la gama imaginable de géneros autóctonos. Tanto que hay más para decir desde allí que desde el rock estancado de hoy. Y una tercera cosa: el tesón irreprochable de Nebbia por generar, por una vía que –conociéndolo– no pasa más que por el sentimiento y las ganas, una base de datos renovada de un acervo histórico que, pese a la rapiña de las compañías discográficas que se “reservaron” másters, cintas o “permisos” de reedición, no puede ser ocultado. Solo hace falta una intención, y fue la suya. Por estos tres ejes fundamentales pasa la sustancia del trabajo. Un trabajo que, por su cantidad industrial de canciones, pareceres musicales, intérpretes y cruces, no puede gustar en su totalidad. Al cabo, el gusto es algo que definen la subjetividad, las vivencias o la sensibilidad de cada quien. Aquí, a manera de licencia arbitraria, apenas expondremos el nuestro.

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Volumen I: Gatos y Gatos Salvajes La atmósfera atemporal de Spinetta (“El rey lloró”), el fraseo melodioso de Calamaro (“Madre, escúchame”), el tacto blusero del Black Amaya Quinteto (“Mujer de carbón”), la voz aguda y fina de Gabo Ferro (“Soy de cualquier lugar”) y la minicumbre entre Pablo Agri y Claudio Gabis para perpetuar a Oscar Moro, más el toque onda Booker T que The Tormentos le imprime a “Ruta a go go”, determinan el brillo central de este volumen que rinde honor a dos de las bandas primeras.

Volumen II: Almendra Dos versiones de “Muchacha” abren y cierran el disco. Una con esa voz de terciopelo que sólo Jorge Fandermole puede alcanzar. Y otra, delicada, moderna y “menos clásica”, a cargo de Lalo de los Santos. Entre el resto, sobresale el salvajismo y la electricidad de Pez para reinterpretar “Parvas”; la interesante búsqueda de Diego Zaldivar en un maravilloso lado B (“Un pájaro te sostiene”) y otra vez Gabo, íntimo y vital, en “Para ir”.

Volumen III: Moris, Cantilo, Narvaja, Arco Iris De la boca de Moris a la de Nebbia, se traslada la bohemia “Muchacho, pronto amanece”, y resulta bien. Tanto como el otro muchacho –el del taller a la oficina–, que encara Beto Satragni con sus Montevideo Groove, y lo comulga con “El mendigo del Dock Sud”. Dos gemas de Santaolalla (“Caminando” y “Río de las penas”) reviven hermosas. La primera, piazzolliana, entre el violín de Agri y las teclas de Nebbia; y la segunda, en forma de zamba aggiornada, por Laura Ros.

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UNA MIRADA SOBRE LA COLECCIÓN DE NUEVE DISCOS CON CLÁSICOS DEL ROCK ARGENTINO QUE EDITÓ LITTO NEBBIA CON EL APOYO DE LA SECRETARÍA DE CULTURA DE LA NACIÓN. PARA CELEBRAR.

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Volumen IV: Manal, Vox Dei, Pappo’s Blues “Una casa con diez pinos”, versión Pappo, fue, es y será insuperable, pero Pez, por riesgo y tacto, merece un punto extra. Igual que Carlos Bruno y su bandoneón chillón para tornar instrumental a “Moisés”, y lo impecable de Claudio Kleiman para reivindicar al Carpo con “El viejo”.

Volumen VII Es el volumen de los lados B por excelencia. “No estoy solo”, de El Reloj, por Engranaje; el impecable blues “La rusa se fue con los basureros”, de Avalancha, por Ciro Fogliatta; el trasvasamiento eléctrico que Los Grillos hacen de “Natural” (Tanguito) y la contundencia de Zorros Petardos Salvajes en “Ahora me amas”, de Los Walkers, operan como eficaz revival.

Volumen V: Pescado Rabioso, Aquelarre, Huinca y Color Humano El cruce entre Bazterrica, Nebbia, Medina y García para encarar “Cruzando la calle” es de antología. Una gran juntada –espontánea, además– para un gran tema, de los mejores del período. “Chocolates”, por Nube 9; “La tierra del gitano”, por La Negra –que le imprime la densidad apropiada del viejo y querido Color Humano–; “Nena boba”, por cuatro nenas que no lo son (The Beladies); y “Silencio marginal”, por Diego Boris, suman para tornar este volumen en el más sólido.

Volumen VIII: Spinetta Axial: no es fácil meterse con un genio. El piano agrio, intenso y bello de Fito (“A Starosta, el idiota”), el clima de remanso de Daniel Homer (“Barro tal vez”), la imponencia sonora de Javier Vargas (“Post-crucifixión”), los matices pianísticos de Leo Sujatovich (“Maribel”) y la versión instrumental de “Muchacha” de Lew –que seguramente gustaría al peor enemigo de su letra (el mismo Luis)– lo logran.

Volumen VI: Sui Generis, Gieco, Charly Calamaro y Nebbia en tándem se lucen, íntimos y flamencos, con un tema de vena folk: “Hombres de hierro”; Nito Mestre brilla cómodo con una enésima –pero convincente– versión de “Confesiones de invierno”; Daniel Homer sorprende con una despojada, heterodoxa e instrumental –sólo con guitarra– de “Sólo le pido a Dios”; y Gonzalo Aloras, acompañado por Claudio Cardone, redime “Cinema verité” –que excede el 73– del paso del tiempo.

Volumen IX: Litto Nebbia Inevitable homenaje al ideólogo. El nutrido acervo cancionero de Litto se vio favorecido por Páez, que salió airoso del cambio de acordes (“Un ratón en vacaciones”); por César Franov y su delicada revisita al “Bazar de los milagros”; por Miguel Cantilo, que se le atrevió a “Fuera de la ley”; por León Gieco (“El rey lloró”); y por Emilio Del Guercio, que no ha perdido nada de su poética voz (“Gloria y guitarra”).

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INCLUSIÓN SOCIAL

PROGRAMA ARTE EN LAS CÁRCELES: MÚSICA Y EXPERIENCIAS

Tocando el tiempo SON MUJERES PRIVADAS DE LA LIBERTAD. SON TAMBIÉN MADRES, AMIGAS, ALUMNAS. LA GUITARRA ES, PARA ELLAS, UN MODO DE EXPRESIÓN QUE BARRE MUROS, DISIPA TRISTEZAS Y APLACA ROCES. CON RAÚL MALOSETTI COMO GUÍA, CANTAN MIENTRAS ESPERAN.

De las cerca de 230 internas que hoy viven en el Centro Federal de Detención de Mujeres Unidad 31 de Ezeiza, unas veinte alumnas vibran, cantan y aprenden a tocar la guitarra los miércoles y viernes en el taller que, desde hace cinco años, dicta el músico y compositor Raúl Malosetti, como parte del Programa Arte en las Cárceles, una iniciativa de la Secretaría de Cultura de la Nación y el Ministerio de Justicia. La cita es en la biblioteca del penal. Este espacio, algo estrecho, con repisas altas y prolíficas en libros, es un ámbito con otra luz: aquí, las internas –madres privadas de su libertad que viven junto con sus hijos menores de 4 años– descubren y desarrollan sus potencialidades artísticas y, entretanto, se conocen, comparten y disfrutan durante 120 minutos. “La libertad es un estado de la mente”, revela un cartel que cuelga por ahí y, armada ya la ronda, da la clave de los acordes que vendrán. Para estas mujeres –la mayoría, procesada por delitos vinculados con el narcotráfico–, el taller es un “cable a tierra”, a otra tierra desconectada de su presente, que suspende por un rato la tristeza de estar lejos de la familia. Una de ellas es Ruth, peruana, que lleva dos años presa. “Este taller te saca un poco de la realidad y te ayuda a descubrirte como ser humano”, cuenta. En el caso de Ana, marca su reencuentro con la música. “Empecé a tocar la guitarra cuando tenía diez. Hice un paréntesis de cuarenta años de ausencia y acá retomé con un placer enorme”, confiesa. Para ella, “la música es el arte donde uno puede proyectarse y hacer catarsis de lo que siente. Es como apagar el audífono de la realidad y meterse en un mundo diferente”. La música las hermana. La cercanía se percibe cuando, a coro, claman “no me claves los puñales por la espalda”, jugando a ser Calamaro. O cada vez que los gestos de unas y otras aprueban lo que está diciendo su compañera. Aplauden ellas, aplaude el profesor. La clase sigue a pura cuerda. Las edades son tan variadas como las procedencias. María Alejandra es mexicana. Hace tres décadas que no rasgaba la guitarra. Ahora está empezando a recordar cómo era. “Es cosa de seguir practicando”, se entusiasma. Su elegancia corrobora un mandato femenino irrevocable: siempre hay que estar lo mejor que se pueda, no importa qué se haga ni dónde se esté.

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“Es algo que tenemos mucho los mexicanos”, justifica. Ruth la interrumpe: “No sólo ustedes, las personas a las que les gusta verse bien”. Explica entonces: “Que uno esté acá no significa que se vaya a dejar morir. Uno no ha nacido en la cárcel. Es una cosa que te pasó y te tiene que dar fortaleza para descubrirte como persona y decir: ‘Yo no pertenezco a este lugar’”. La aprendiz más joven, Zunilda, de 25 años, ingresó al penal hace ocho meses y admite que nunca imaginó que, privada de su libertad, iba a tener la oportunidad de aprender guitarra. “Hay días que estoy deprimida y no vengo. Pero siempre que puedo vengo y hacemos amigas”, concede. En su papel de docente, Malosetti reconoce que este proyecto demanda un compromiso especial. “No implica solamente llegar, dictar el taller y retirarse: es necesario cuestionarse todo lo que pasa”, analiza. Como en cualquier aula, el maestro es el pivote del grupo: “Si alguna de las chicas no llegó, uno debe preguntarse por qué y, en muchos casos, ir a buscarla: ellas disfrutan de este espacio y no faltan porque sí. Y a veces, terminamos hablando de cuestiones personales”.

“LA MÚSICA TE MEJORA” El programa se propone hacer del arte un vehículo de inclusión social. El encierro marca un antes y un después: para que ese futuro se vuelva esperanza, el durante tiene que dejar huella. Redescubrimientos. En el penal, Ruth se contactó con intereses propios que desconocía: “Aquí aprendí que me gusta un buen libro y conversar sobre temas totalmente distintos a los de antes. Antes hablaba de plata, de droga. Ahora mis temas son otros. Me encanta”. La salida es una vía individual: “Si tú quieres, mejoras como ser humano –sentencia Ruth e historiza–: vengo de una familia con una base moral muy sólida, pero he sido demasiado bandolera. Acá he aprendido que si uno quiere, se supera, si no, sigues el mismo ritmo. Y la música me cambió mucho, me mejoró como persona”. Para las internas, cada clase renueva el desafío de trasformar el encierro en un lugar abierto donde el aprendizaje y el arte son el atajo.

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ARTE EN LAS CÁRCELES ES UN PROGRAMA QUE LA SECRETARÍA DE CULTURA DE LA NACIÓN LLEVA ADELANTE JUNTO CON EL MINISTERIO DE JUSTICIA EN DISTINTAS UNIDADES PENITENCIARIAS DEL PAÍS, DONDE, DESDE HACE SEIS AÑOS, ORGANIZA TALLERES DE CORO, GUITARRA Y PERCUSIÓN. ADEMÁS DE LAS ACTIVIDADES DE CAPACITACIÓN, SE PROGRAMAN CONCIERTOS Y FUNCIONES DIDÁCTICAS PARA LOS INTERNOS. LA MANCHA DE ROLANDO, ANTONIO BIRABENT, LIDIA BORDA, CECILIA ROSSETTO, JUAN “TATA” CEDRÓN, LA ORQUESTA NACIONAL DE MÚSICA ARGENTINA “JUAN DE DIOS FILIBERTO”, LOS MUSIQUEROS, LA ORQUESTA SINFÓNICA DE ESCANDINAVIA, LAURA PERALTA Y PARRALEÑOS SON SÓLO ALGUNOS DE LOS GRUPOS Y SOLISTAS QUE SE PRESENTARON EN CÁRCELES Y UNIDADES DE MENORES DEL PAÍS A TRAVÉS DE ESTA INICIATIVA.

EL PROGRAMA, EN NÚMEROS

“Al venir al taller, se terminan los roces. Todas queremos aprender, todas queremos cantar. Las que se van del taller son las que se van en libertad”. Silvana “Con la música cambia el humor. A veces, vengo con un genio de porquería, llego acá, y Raúl (Malosetti), la sonrisa de las demás y la música me relajan”. Ruth “La música es el arte donde uno se puede proyectar, donde puede hacer catarsis de lo que siente. Me cambió mucho. Ese un placer que compartimos todas”. Ana

En el taller, no se extrañan los roces: “Todas tiramos del mismo carro, todas queremos aprender y cantar”, interviene Silvana. La química del encuentro abona el buen trato entre ellas. Describe Ruth: “La convivencia en una cárcel es muy difícil. Este espacio nos ayuda a conocernos un poquito más. A algunas las quiero un mundo”.

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La mayoría de las internas se imagina tocando la guitarra en libertad. Ruth no lo duda: “¡Claro que voy a seguir! Y nunca voy a perder contacto con la gente que quiero acá. Muchos piensan que en las cárceles están las peores personas, y no es así. Hay gente muy valiosa”. Zunilda coincide: “Cuando le conté a mi hermana que estaba en guitarra, me dijo: ‘Qué bueno, es lo que a vos siempre te gustó‘. Me encantaría seguir con la música”.

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ESCAPARLE AL ESTIGMA

ALUMNOS PARTICIPARON DE LAS ACTIVIDADES

CONCIERTOS OFRECIDOS

TALLERES DE CORO, GUITARRA Y PERCUSIÓN DICTADOS

9000

PERSONAS ASISTIERON A LOS ESPECTÁCULOS

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Aferrarse a la música hoy es, para ellas, una necesidad. “La cárcel no es solamente para el delincuente, es para cualquiera –afirma Ruth desde adentro y destaca–: yo no pertenezco a este sitio. Sí, estoy pagando algo que cometí, pero me voy a ir mejor de lo que era. Mirá (señala a una compañera): ella tiene diez años acá, es una mujer linda, culta, que se ha preparado acá, y no le escuchas el léxico de la cárcel, el léxico tumbero, horrible, dicho sea de paso”. Para Niami, sudafricana de 35 años, la clase sigue en julio en su continente, tras dos años y tres meses de reclusión. “I love Argentina”, se lee en su remera. “El profe me enseñó a tocar la guitarra y me enamoré”, dice ella, y detalla entretelones de su regreso estelar: “Mi esposo habló con mis amigos, que tocan la guitarra y me van a recibir allá. Voy a tocar con ellos. Salgo de acá con profesión: guitarra”. Suena “Vasos vacíos”. El cajón peruano y las cuerdas se apagan lentamente. En el pasillo que separa el sector de Educación de los pabellones, una de ellas saluda y cierra todo: “Se terminó esta realidad, a la reja”. Pero sólo hasta el viernes, cuando los primeros acordes de la guitarra las vuelvan a reunir.

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DANZA

CLÁSICO Y CONTEMPORÁNEO, CON PAULA GARCÍA BRUNELLI Y BETTINA QUINTÁ

La vida, en puntas de pie DOS ESTILOS, EN DIÁLOGO. BAILARINAS DE PROFESIÓN, PAULA GARCÍA BRUNELLI PONE PRIMERA, DÍA A DÍA, PARA SUMARSE A LAS OBRAS CLÁSICAS QUE PRESENTA EL BALLET DEL TEATRO ARGENTINO DE LA PLATA, MIENTRAS QUE BETTINA QUINTÁ, INTEGRANTE DE LA COMPAÑÍA NACIONAL DE DANZA CONTEMPORÁNEA, ENCARNA MUJERES CON CARÁCTER DEL REPERTORIO ACTUAL.

La historia comienza en el Colón. Empezó a bailar con apenas cuatro años de edad en el estudio de Mascha Pawlowa, una profesora rusa exiliada “por la guerra” que había decidido instalarse en Villa Ballester. Hoy, a los 34, luego de un largo camino con los maestros Wasil Tupin y Olga Ferri, Bettina Quintá llegó a codirigir la Compañía Nacional de Danza Contemporánea, que funciona bajo la órbita de la Secretaría de Cultura de la Nación. El cuerpo es la herramienta; la vida, la danza. “Es importante empezar bien, porque si aprendés mal las posturas, podés dañar tu cuerpo”, cuenta sobre la suerte que tuvo de toparse con aquella maestra rusa. “Me decía: ‘Tenés que ir al Colón’. Probaba y no podía entrar porque era alta. En el Colón, odiaban a las altas”, recuerda. Con el cambio de director en el Instituto Superior de Arte del teatro, Quintá encontró el huequito para ingresar. “Mientras terminaba la escuela, ya estaba contratada como refuerzo en el Ballet Estable”. Era en el estudio de Tupin donde Paula García Brunelli se cruzaba con Quintá. Hoy de 29, había cumplido los diez años cuando empezó a estudiar danza. Un año después, y sin haber pegado el estirón todavía, ingresó al Colón. Allí completó la carrera, pero, al terminar octavo, el último año, no pudo unirse a la compañía. Pronto las coincidencias saltaron la cordillera. Para las dos, Chile fue una posta obligada: se unieron al vecino Ballet Municipal de Santiago. Años después, el regreso a la Argentina marcó para Quintá el paso del mundo clásico al contemporáneo: “Volví al país y, en el 99, empecé en el San Martín con Mauricio Wainrot”. Allí descubrió que le gustaba interpretar contemporáneo: “No me hallaba bailando un pas de deux. Los roles de carácter me gustan más”. Y otro itinerario se impuso: “Estuve en el San Martín hasta que me echaron por pedir el cumplimiento de mis derechos laborales. Entonces, nos juntamos todos los despedidos y formamos el grupo Nuevos Rumbos. Luego presentamos un proyecto en la Secretaría de Cultura de la Nación para crear la Compañía de Danza Contemporánea, que se fundó en 2009”. La vuelta de García Brunelli, aunque de pocos meses, fue en el difícil 2001. “El país estaba en crisis, era muy complicado conseguir trabajo, así que me fui a Europa. Entré en una compañía clásica chiquita de Londres”. Tampoco allí encontró estabilidad laboral o cobros a tiempo. De nuevo en la Argentina, se largó a bailar tango. Recién en 2005 obtuvo un puesto seguro: “Se abrió un concurso en el Teatro Argentino de La Plata. Quedé seleccionada, y ahí estoy desde entonces”.

VOCACIÓN EN DANZA PAULA GARCIA BRUNELLI (29 AÑOS). Integrante del Ballet del Teatro Argentino de La Plata.

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A la exigencia, ellas responden con pasión. “Por empezar una carrera demandante desde tan chica, tenés otra mentalidad. Aprendés a seguir el caminito, y si no lo hacés por tu cuenta o no tenés a alguien que sepa guiarte, es muy difícil”, explica García Brunelli. “Cuando un adolescente ‘normal’ sale de la secundaria y piensa

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qué es lo que quiere hacer, vos ya estás ‘de vuelta’. Los 16 años son la edad ideal para entrar a una compañía. Uno sabe decidir desde muy chiquito”, redobla Quintá. Recibir miles de “no” en la vida y sortear obstáculos desde pequeñas son, según García Brunelli, los motivos que fortalecen la personalidad en el oficio. “La bailarina, por lo general, es una topadora. Conseguir trabajo no es fácil. Es duro”.

se los ve afeminados. Nuestra sociedad es bastante machista y futbolera, entonces, es raro que hagan ballet. Últimamente, hay más varones que estudian contemporáneo, y como necesitan la técnica, estudian clásico después.

Tutú, rodete y zapatillas de punta. ¿Muñequita de torta o mujer con protagonismo? La danza también supone una forma de moldear el cuerpo. Para García Brunelli, “la carrera es muy exigente en ese sentido, intenta nivelar, pero todos somos distintos. A mí me comparaban con chicas mucho más bajitas y delga-

“¿Trabajás de esto?”. Desde chica, García Brunelli escucha la misma pregunta lanzada con asombro, que le demuestra cada vez que, en la sociedad, el suyo es un trabajo que no termina de aceptarse. Encima, “no se puede ser bailarina toda la vida”, reconoce. “Muchos prefiere continuar dentro de la danza como coreógrafos o profesores. Yo encontré otro camino que me atrae más: el cine. Hoy, a través de la videodanza, puedo experimentar y unir las dos cosas”.

PARA GARCÍA BRUNELLI, “LA BAILARINA, POR LO GENERAL, ES UNA TOPADORA”. “CUANDO UN ADOLESCENTE ‘NORMAL’ SALE DE LA SECUNDARIA Y PIENSA QUÉ ES LO QUE QUIERE HACER, VOS YA ESTÁS ‘DE VUELTA’”, DICE QUINTÁ. ditas”. “En el clásico, existe el estereotipo de los cuerpos etéreos, lánguidos y delgados. Cuando sos adolescente, esas cuestiones pesan, y si los docentes no tienen cierto tacto, se vuelven un problema”, comenta Quintá y agrega que el contemporáneo, en cambio, es más relajado porque la intención es mostrar el cuerpo de una mujer natural. Distintas imágenes nacen de las coreografías de uno y otro estilo: “Cuando bailaba clásico, lo que menos me gustaba era esa idea de que todas las mujeres son bondadosas. Los coreógrafos piensan en mujeres que vuelan. En el imaginario, la bailarina clásica es liviana, delicada, con alas”, describe Quintá. La clásica es la madre de todas las danzas: “Esa información básica te permite desarrollar cierto control del cuerpo que después te facilita otros tipos de movimientos totalmente distintos”, precisa García Brunelli. Con la mirada del contemporáneo, Quintá comparte: “Te desestructura. Cuando ves a un bailarín clásico que te enloquece, lo que te deslumbra es cómo transita con su cuerpo a través de esa técnica”. “La técnica del clásico es antinatural: todo hacia afuera”, sintetiza García Brunelli. “Siempre comparo la danza con la ciencia. Es matemático: tenés que poner el cuerpo en determinado lugar, de determinada forma, y todo va bien”, explica Quintá. Nuestra Cultura: Para los hombres, ¿el ballet es más fácil o más difícil? Quintá: Es más difícil. Y enseguida los tildan de gays. En los estudios, hay veinte nenas por cada varón. En el clásico, como los movimientos son más alineados,

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BAILAR ES UN TRABAJO

PRESENTACIONES DE LA COMPAÑÍA NACIONAL DE DANZA CONTEMPORÁNEA Viernes 25 de junio a las 19.30: Casa Nacional del Bicentenario. Riobamba 985. Ciudad de Buenos Aires. Gratis. Del 10 al 15 de julio: gira por el Sur, con funciones en Puerto Madryn, Caleta Olivia y Comodoro Rivadavia. + info: www.cultura.gov.ar

“Los bailarines independientes, para poder sostenerse económicamente, además de bailar, tienen que hacer otras cosas”, se resigna Quintá, aunque se siente afortunada por trabajar en el Estado. Con espíritu corporativo, ensaya: “Sería bueno generar nuevos espacios para que más bailarines argentinos tengan su lugar para trabajar. La carrera es corta. ¿Y qué hacés después? Por eso, es importante recuperar la jubilación. Si los bailarines nos concientizáramos de que el nuestro es un trabajo, tendríamos mejores condiciones laborales”.

EL MUNDO CAMBIA, EL BALLET ACOMPAÑA Aunque hoy sigue siendo un ámbito muy competitivo, todo tiempo pasado fue peor. “La sociedad cambió respecto del ballet”, asevera García Brunelli. “Antes sólo veía ballet la gente de plata. Mi abuela decía: ‘No tengo ropa para ir al ballet’. Ahora, cualquiera puede, y todos los bailarines hacen de todo. En el ballet clásico sucede lo mismo que en la sociedad: ya no es tan elitista. Hoy el trato es de igual a igual”, acompaña Quintá. Nuestra Cultura: ¿Cuál es recuerdo más lindo que conservan? García Brunelli: La primera vez que me subí a un escenario, me temblaban los deditos… Era pura emoción. Quintá: Cuando bailé por primera vez en el Colón a los 16 años. Además, son muy lindas las giras. Desde que estoy en la Compañía Nacional de Danza Contemporánea, recorrimos lugares en los que se generaron situaciones muy emocionantes. Lo nuestro es una función social. El año pasado, fuimos a la cárcel de mujeres. Cuando terminamos de bailar, había un gran silencio. Pensé: “Quiero bailar para esta gente. Si les puedo alegrar la vida…”. García Brunelli: A veces, alegrás más a los que menos tienen.

BETTINA QUINTÁ (34 AÑOS). Integrante de la Compañía Nacional de Danza Contemporánea.

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PENSAMIENTO

El Centenario, el mito del “paraíso perdido” y los trabajadores Uno de los debates sobrevenidos en la conmemoración del Bicentenario fue el de intentar comparar la situación del país de 1910 con la de la actualidad. Con cierto maniqueísmo, se galvanizaron dos posiciones. Una se articuló en torno a la defensa del presente estado de cosas, en oposición a la Argentina del Centenario, contrastando las supuestas virtudes de aquellos tiempos con sus deficiencias más evidentes: la existencia de un régimen oligárquico que bloqueaba la democracia política y de una economía que no aseguraba ni los mínimos derechos sociales. Mi objetivo no es detenerme aquí en los defectos de esta mirada justificadora del presente. Apenas me alcanza con apuntar que es una visión que debería dar cuenta de la existencia de una sociedad capitalista que aún hoy exhibe una tasa de pobreza de una cuarta parte de la población, con 40 por ciento de sus trabajadores en negro y con una regresiva distribución del ingreso, bastante peor que la exhibida hasta 1975. Frente a esta posición, desde siempre existió una suerte de leyenda rosa del Centenario, que se expresó en estos últimos meses en medios de comunicación e intervenciones historiográficas. Desde allí, se presentó la feliz experiencia de una Argentina capitalista agroexportadora y moderna en pleno crecimiento y transformación, que se ubicaba entre el reducido pelotón de países con alto PBI. Pero ¿fue aquella Argentina una especie de “paraíso perdido” al que debemos regresar o mirar como modelo deseable de sociedad? Uno de los genuinos modos para medir el progreso de una sociedad es evaluar las condiciones de vida y el goce de derechos de las mayorías productoras de la riqueza social. En este sentido, el panorama argentino del Centenario no justifica un ejercicio nostálgico. La situación de los peones agrícolas y de los trabajadores del interior era lamentable, como lo demostraba el informe oficial de Juan Bialet Massé (1904). Las elementales demandas de las primeras sociedades gremiales traslucen la explotación padecida por los más de cien mil obreros del sector manufacturero de Buenos Aires. Durante la primera década del siglo, los salarios vieron caer su poder adquisitivo, mientras se mantenían extensas jorna-

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das laborales, se vivían infrahumanas situaciones habitacionales (hacinamiento, insalubridad, carestía de los alquileres) y no había normas de seguridad en las tareas fabriles. Se alude al intento de sectores liberal-conservadores de mitigar este desamparo con la discusión, bajo el segundo gobierno de Roca, de un Código del Trabajo que prometía medidas de arbitraje y protección laboral. Pero casi nunca se recalca la nula voluntad del conjunto de la elite dirigente, que gozaba de pleno control parlamentario, por hacer que el proyecto fuera finalmente apro-

DURANTE LA PRIMERA DÉCADA DEL SIGLO XX, LOS SALARIOS VIERON CAER SU PODER ADQUISITIVO, MIENTRAS SE MANTENÍAN EXTENSAS JORNADAS LABORALES, SE VIVÍAN INFRAHUMANAS SITUACIONES HABITACIONALES (HACINAMIENTO, INSALUBRIDAD, CARESTÍA DE LOS ALQUILERES) Y NO HABÍA NORMAS DE SEGURIDAD EN LAS TAREAS FABRILES.

bado, ni se recuerda lo suficiente el rechazo casi unánime del campo proletario a dicho Código, pues contenía la intromisión estatal en las organizaciones obreras, como se argumentaba desde el anarquismo hasta la mayor parte del Partido Socialista de Justo y Repetto. Además, la creación del Departamento Nacional del Trabajo, en 1907, sólo sirvió para producir estadística sobre salarios y conflictos, pero no para promover una auténtica legislación laboral, que dio pasos insignificantes en esos años, sin cubrir casi ninguna de las reivindicaciones de un mundo del trabajo en constante expansión. Desde estas visiones, se subestima cuál fue en ese entonces la estrategia central para encarar la cuestión social: la apuesta represiva. La Ley de Residencia (fines de

1902), que fijaba la expulsión de todo extranjero que “perturbara el orden público”, fue aplicada para decapitar parte de los cuadros dirigentes del movimiento obrero en lucha, quedando como triste herencia para el medio siglo siguiente. La persecución de la actividad política de los trabajadores fue sistemática: desde las cargas policiales contra actos y manifestaciones con decenas de muertos, heridos y detenidos (como en la Semana Roja de 1909), hasta los allanamientos a locales gremiales y de organizaciones anarquistas, socialistas y sindicalistas. La norma era la prohibición legal del accionar de estos grupos y del derecho mismo a la protesta. La conmemoración del Centenario tuvo un condimento bochornoso: la turbamulta de civiles y policías narcotizados por un patriotismo xenófobo y antiobrero que, con el objetivo de aplastar la convocatoria de las centrales sindicales CORA y FORA a la huelga general del 18 de mayo, atacaron, con complicidad oficial, las sedes de las representaciones obreras. Como tantas otras veces, fue aplicado el estado de sitio, conculcando el derecho a reunión y libre expresión de los trabajadores. El epílogo: la sanción, un mes después de las fiestas del Centenario, de la Ley de Defensa Social, que incluía la prisión o deportación de quien hiciera propaganda a favor de una huelga, utilizara banderas rojas, difundiera ideas anarquistas o insultara los símbolos patrios. Se esgrime que aquellas penurias sociales y carencias de derechos eran las mismas que experimentaban otros países, o se las presenta (a veces ni eso) como una suerte de “mal menor” o detalle que no altera el balance global de un país fantástico. En estas puntuales argumentaciones, anida el contenido más regresivo de la visión de la Argentina centenaria como paraíso perdido, que acaba legitimando semejante orden sociopolítico. Una añoranza que, por cierto, no puede operar como inspiradora de nuestros actuales empeños por alcanzar una buena y justa sociedad.

Hernán Camarero Doctor en Historia (UBA). Profesor (UBA) e investigador independiente del CONICET.

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FOTOGRAFÍAS: VALERIA FORSTER

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NUESTROS ARTISTAS

La vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser A PROPÓSITO DE "FLORES NEGRAS", LA OBRA PLÁSTICA CON NOMBRE DE TANGO QUE ILUSTRA ESTA PÁGINA, EDUARDO IGLESIAS BRICKLES ESCRIBE SOBRE LA RELACIÓN ENTRE ESTE GÉNERO Y LA CIUDAD DE BUENOS AIRES.

Después de Pedro de Mendoza, Buenos Aires ha sido refundada una y otra vez a lo largo de su historia. Su calidad de puerto la hizo permeable y acomodaticia a todas las influencias, modelando el espíritu de los porteños. La introducción de esclavos africanos nos trajo el candomblé, que luego sería simplemente candombe y que sería materia decisiva en el nacimiento de esa música que conocemos como tango. Y eso se produjo en el momento de la gran oleada inmigratoria de obreros y artesanos italianos a la región central de la Argentina, sobre todo a Buenos Aires, donde, a principios del siglo XX, la mitad de la población era de origen extranjero. La generación de porteños de clase media nacidos entre 1890 y 1920, con mediaciones y en distintos grados, se pondrá en guardia ante esta nueva realidad social. Jorge Luis Borges amaba la milonga, porque pensaba que en ella estaba lo permanente de la Argentina. El tango, en cambio, era ese lamento de inmigrante nostálgico, esa queja lastimosa de resentimiento impotente, que se regodea en el individualismo, en la soledad y en el fracaso. Ese desborde sentimental que bajaba de los barcos penetró profundamente nuestra cultura, y toda Latinoamérica fue asistiendo desconcertada a nuestra transfiguración. El tango adoptó el bandoneón, y los compositores se llamaron Scatasso, Contursi, Maffia, Battistella, Tagini, a los que siguieron Di Sarli, De Ángelis, D’Arienzo, Tanturi, Stampone, Pugliese y Piazzolla, que convirtieron en arte la

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“Flores negras”, de Eduardo Iglesias Brickles.

zaga de una Argentina que cambiaba irremediablemente. Martin Heidegger dice que el arte pone de manifiesto el mundo que existe en nuestra conciencia, dando al hombre cuenta de su existencia, de su posición respecto del contexto, y a partir del cual todas las cosas adquieren su ritmo, su lejanía y cercanía, su dimensión y espesor.

El tango es una fotografía sensible de una época de la Argentina en plena transformación. Y tanto en música como en poesía, revela una profundidad que va más allá de los sentimientos individuales para abundar en la metafísica y la filosofía.

dad y la cantidad, tampoco es comparable con el de los 60. Cambió la gente, el ritmo y la manera de vivir, y la ciudad es otra. Pero hay algo, una esencia, que hace que el tango aún esté ahí, presente. Y creo que todavía no hay música que caracterice mejor a Buenos Aires.

Buenos Aires no es la misma. El tango de la década del 20 no es el mismo del de la década del 40. Y dejando de lado la cali-

Eduardo Iglesias Brickles Artista plástico.

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