PONENCIAPacoGlezLara

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RETRIBUCION GUARDIAS

La farmacia española es paradigma del modelo mediterráneo y contribuye a su mantenimiento en un mundo en el que predominan los partidarios del modelo anglosajón. Nuestro modelo tiene más prestigio y exhibe un pasado más brillante, mientras que el modelo anglosajón es más pragmático y toma sus decisiones en función de la eficiencia. El modelo latino presenta un currículo intachable: las oficinas de farmacia forman parte del sistema sanitario, son establecimientos sanitarios privados de interés publico sometidos a planificación, su propiedad es siempre farmacéutica, tiene la exclusividad de la dispensación de todos los medicamentos y ofrecen una amplia cartera de servicios en una red de distribución por toda España. Pero a pesar de sus bondades, el modelo latino también presenta sus contradicciones y deficiencias: la dificultad para conseguir ser titular de una oficina de farmacia y el deterioro económico que están sufriendo las farmacias más modestas, muy numerosas, a pesar de lo que piensan en general. La farmacia actual en España ha evolucionado a partir de esa farmacia profesional y liberal de principios del siglo pasado y tiene unas características propias que le confieren su identidad. Una de las características inseparables del modelo actual de la farmacia españolas es la planificación, que a pesar de lo que muchos pueden pensar es algo reciente, hasta la publicación del Decreto de enero de 1941, existía la libre apertura de oficinas de farmacia por el principio de libre concurrencia. Este decreto limitaba el establecimiento de farmacias por criterios de habitantes y distancias. Este paso del libre establecimiento a la limitación del número de farmacia se explica por varios factores, sociales, económicos y de control sanitario. Históricamente las farmacias habían tendido a establecerse en el centro de la ciudad, dejando sin asistencia a los barrios periféricos y a muchos pueblos. Una vez finalizada la guerra civil y bajo la influencia de ministros falangistas, el gobierno de España comienza a implantar el sistema nacional de salud. Y


para lograr una mejor asistencia farmacéutica, nada mejor que la planificación que obligaba a las farmacias a establecerse en los barrios periféricos y en los pueblos donde anteriormente no llegaba la atención farmacéutica. Paradójicamente, si consultamos las revistas profesionales de la época, encontramos muchas opiniones contrarias a esta planificación, hoy uno de nuestras características más queridas. En España hasta los años 40 del siglo pasado, solo los pueblos de cierta entidad tenían farmacia. Una de las finalidades de la planificación instituida en 1941, era obligar a los farmacéuticos a establecerse en el medio rural. Fenómeno que tiene su culminación con el Real Decreto 909/78 que al simplificar los criterios de planificación, impide la apertura en los grandes núcleos de población y obliga a una generación de farmacéuticos a ejercer en el medio rural, en pueblos con un número de habitantes tan pequeño que por entonces parecía una locura trabajar en ellos. Este fenómeno ha originado que prácticamente ningún pueblo quede sin farmacia por pequeño que sea, y que farmacias establecidas anteriormente en el medio rural que atendían varios pueblos mediante botiquines, los hayan perdido por nuevas aperturas. Este fenómeno ha llevado a un panorama totalmente nuevo en el modelo español, se ha formado una bolsa importante de farmacias establecidas en pequeñas poblaciones con escasos recursos, muchas obligaciones y pocas expectativas profesionales de mejorar. Se ha proletarizado la profesión hasta límites inimaginables y la diferencia entre las farmacias más rentables y las más deficitarias cada vez se hace mas grande. Según los últimos datos de las 20939 farmacias abiertas en España, 5704 (el 27,2%) están situadas en el medio rural. Existen 2078 (el 9,9%) situadas en poblaciones de menos de 1000 habitantes, y 1076 (el 5,1%) en poblaciones de menos de 500 habitantes. En Andalucía de las 3523 farmacias, 700 son rurales (el 19,86%) de las cuales 463 (el 13,1%) son únicas en su municipio y 150 (el 4,25%) están en municipios de menso de 500 habitantes. Por tanto la planificación ha tenido en el modelo español una influencia beneficiosa:


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El modelo español de farmacia asegura una distribución eficiente de la red de oficinas de farmacia en todo el territorio.

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Está considerado como uno de los mejores del mundo debido a la proximidad y accesibilidad de las oficinas de farmacia al ciudadano.

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El 99,9% de la población española dispone de la menos una oficina de farmacia en su municipio o términos colindantes

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El 94,5% de la población residente en medio rural dispone de, al menos, una oficina de farmacia en su lugar de residencia.

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En muchos casos, la farmacia es el único establecimiento sanitario al que tiene acceso el ciudadano en zonas rurales o escasamente pobladas.

Y también influencias desfavorables sobre todo para las farmacias establecidas en pequeños municipios: -

La proletarización de la profesión, pues el pequeño ratio de habitantes por farmacia, tan favorable a los ciudadanos tiene la contrapartida desfavorable para nuestro sector, de que casi el 40% de las farmacias se mantiene con sus propios titulares y colaboradores familiares con una remuneración inferior a la de un farmacéutico adjunto.

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Esta reducción continua de los recursos generados impide cubrir un servicio de farmacia a la población atendida con una calidad mínima.

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Un elevadísimo número de guardias sin ninguna remuneración que implica aparte de un inaceptable desgaste profesional, un importante sacrificio personal.

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Una reducidísima capacidad de maniobra para encajar las medidas de las diferentes administraciones sanitarias encaminadas a reducir el gasto farmacéutico.

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Un continuo movimiento de la población de medio rural al urbano, que reduce el tamaño de las poblaciones atendidas.


La planificación, implantada en nuestro

modelo en época reciente ha

introducido un factor nuevo en el panorama farmacéutico español, especialmente desde la publicación Real Decreto 909/78, pues hemos pasado de un panorama relativamente homogéneo desde el punto de vista económico a otro muy heterogéneo en la actualidad. Las 21000 farmacias existentes en España se pueden agrupar, para simplificar, en tres grandes tramos en función de su facturación. Un primer bloque de farmacias con una facturación superior a 1500000 euros, que representan el 30%. Un segundo grupo de farmacias medianas con una facturación media de 770000 euros, que son el 34% aproximadamente. Y un tercer bloque de farmacias pequeñas con una facturación inferior a los 300000 euros que son el 36% restante. Este último grupo de 7500 farmacias con facturación inferior a 300000 euros anuales, garantizan el acceso a los servicios farmacéuticos a millones de ciudadanos, en condiciones de igualdad en todos los municipios, incluso en las zonas más desfavorecidas y aisladas, donde no existe otro tipo de servicio sanitario accesible para esa población. Lógicamente son este grupo de farmacias las más castigadas por todas las medidas de control de gasto que se viene tomando desde el año 2000 por la administración. Si antes de las últimas medidas, y según diversas fuentes, sus ingresos podían estar comprendidos entre 2000 y 1000 euros mensuales, con la aplicación de los RDL 4/2010 y 8/2010, su beneficio se verá reducido a unos ingresos de entre 1300 y 700 euros al mes. Es decir, estas 7500 farmacias van a ver reducidos su beneficio prácticamente a la mitad. Dentro de este grupo de farmacias están las 2000 establecidas en el medio rural, aproximadamente el 10%, que además están obligadas a un servicio continuado de servicio de guardia, contabilizando la mayoría de ellas entre 365 y 187 días de guardias al año. La realización de un servicio de guardia en zona rural puede oscilar según diferentes apreciaciones entre 150 euros (Colegio de Sevilla) y los 200 euros (Colegio de Barcelona), derivado del coste que suponen los honorarios del profesional y los propios del funcionamiento del establecimiento. Estaríamos hablando de un coste


promedio entre 60000 y 30000 euros, para farmacias que no superan los 15600 euros de beneficios netos en la actualidad. Este panorama, ciertamente desalentados, propiciado por las últimas medidas anti-crisis, refleja la vulnerabilidad del modelo pago por margen. Aunque hasta ahora el pago por margen suponía un sistema garantista, que le daba al farmacéutico la seguridad de unos ingresos ligado a las ventas, un seguro, que hacia a una mayoría reacia a contemplar cambios en el modelo de pago. Las últimas medidas pueden modificar esa percepción, los recortes de precios reflejan la vulnerabilidad del pago por margen y quizá deberían hacer que la botica valore algún tipo de pago por servicio. Para enfrentarnos a estos momentos de inestabilidad, necesitamos afianzar la legitimación social, porque solamente con el respaldo de la sociedad civil podrá la farmacia, incidir sobre los cambios. Y para esta legitimización uno de los factores que más influencia pueden tener es revisar el modelo de retribución, parece inadecuado y decadente que nuestros beneficios estén ligados a un porcentaje sobre el precio de unos medicamentos que no elaboramos, porque si nuestra labor tiene una orientación sanitaria, centrada en el medicamento y en la educación sanitaria, que los beneficios estén ligados exclusivamente a un margen sobre las ventas lleva a planteamientos más mercantilistas que sanitarios y entonces la sociedad puede pensar que proteger el modelo actual de farmacia es inaceptable. Por otra parte un porcentaje importante de la profesión, aquellas farmacias más desfavorecidas, muchas de ellas en el medio rural o en barriadas marginales y periféricas, obligadas por la planificación a ejercer su labor en esta ubicación, y que garantizan la tan cacareada capilaridad del modelo, con los continuos recortes de la administración, en este caso su cliente único, las está llevando a una situación límite en su rentabilidad y por tanto en su viabilidad en el tiempo. Para este tipo de farmacias, es urgente, que se explore un posible cambio del modelo retributivo, sea exclusivo por servicios o mixto, como ocurre en otros países Europeos. Simplificando mucho y dejando fuera el actual modelo, o uno ligado a pagos fijos (lo que supondría una socialización de la farmacia), habría dos vías básicas mixtas, para plantear un cambio en la retribución.


La primera seria renunciar a parte del margen y sustituirlo por pagos ligados a la actividad y corregidos por las circunstancias de las oficinas y también a los servicios añadidos. La segunda mantendría el margen actual y aspiraría a un pago por servicios añadidos. Si tenemos en cuenta que el único servicio que en la actualidad es obligatorio, universal y cuantificable son los servicios de urgencias, la retribución de los mismos en el primer escenario planteado anteriormente, renuncia a parte del margen y pagos ligados a la actividad, sería una solución posible y aplicable a corto plazo, permitiría corregir los desajustes que perjudican a algunos que tiene que soportar un esfuerzo desproporcionado mediante una justa compensación. Pensamos que debería ser la administración quien sufragara este servicio, pero tampoco descartamos un modelo mixto de aportaciones, costeado por la administración, la profesión y los usuarios. Este sistema tendría las siguientes ventajas. -La administración al ser consciente del costo de este servicio, no sería tan reacia a la racionalización del mismo. -Los usuarios serian conscientes del esfuerzo que supone y lo utilizarían de una manera más racional -Por ultimo la profesión podría utilizarlo como una forma de compensación hacia aquellas farmacias más desfavorecidas, al límite de la sostenibilidad, asegurando su viabilidad, lo que atenuaría las tensiones en el modelo y permitiría seguir asegurando uno de los pilares básicos del mismo, la capilaridad. Para finalizar, la situación actual, como toda crisis se me antoja una oportunidad para la farmacia, no cometamos uno de los errores más frecuentes en aquellos, que no quieren tomarse la molestia de reflexionar sobre su realidad, que están cómodamente asentados en un universo que consideran inamovible, creer que la repetición de un prejuicio puede llevar a configurar la realidad. Como nuestros antecesores ante situaciones de agotamiento y crisis busquemos soluciones nuevas e imaginativas, quizás el futuro de la farmacia pasa por dejar en el camino una parte del equipaje que nos ha acompañado durante generaciones, corregir los desajustes que perjudican a algunos que tiene que soportar un esfuerzo desproporcionado mediante una justa compensación y mantener una red farmacéutica


privada, que permita a nuestra sociedad mantener un sistema sanitario universal, gratuito y equitativo. FRANCISCO GONZALEZ LARA


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