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«Estas AI son maravillas del machine learning. Sabemos por la ciencia de la lingüística y la filosofía del conocimiento que difieren profundamente de cómo los humanos razonan y usan el lenguaje. Tales programas están atrapados en una fase prehumana de la evolución cognitiva. Su defecto más profundo es la ausencia de la capacidad más crítica de cualquier inteligencia. Decir no solo cuál es el caso, cuál fue el caso y cuál será el caso, lo que es descripción y predicción, sino también lo que no es el caso, y lo que podría y no podría ser el caso. Esos son los ingredientes de la explicación, la marca de la verdadera inteligencia»

Noam Chomsky, en un ensayo sobre AI, coescrito con otros autores y publicado por el New York Times el pasado 8 de marzo.

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No es casualidad, subraya Lecumberry, que la popularidad y la aceleración de la tecnología se esté dando ahora. Si miramos solamente un elemento, la cantidad de datos (el dataset) que se requiere para entrenar a la IA, era necesario contar con las tecnologías de almacenamiento y transmisión de datos actuales. «El desarrollo del hardware ha ido acompañando el desarrollo de los fundamentos matemáticos y de ingeniería detrás de estos modelos de aprendizaje automático», explica. «Es un momento donde se dan todas las cosas».

El negocio de las IA

La aceleración que la tecnología vive en estos años no disminuirá; es una «carrera de armas», como la llamó el New York Times, porque detrás hay un negocio millonario: según Grand View Research, el mercado de la IA se valoró en 136.550 millones de dólares en 2022 y se prevé que se expanda a una tasa de crecimiento anual compuesta del 37,3% hasta 2030.

Empresas como OpenAI, que está detrás de ChatGPT y Dall-E, o Midjourney, creadora de la homónima AI generadora de imágenes, han visto su valor multiplicarse. OpenAI dobló su valor de mercado en el último año hasta alcanzar los 29.000 millones de dólares.

Midjourney funciona bajo un modelo de suscripción: los usuarios, que deben tener una cuenta en la plataforma de chat Discord, pueden realizar una cantidad limitada de creaciones de manera gratuita. Luego deberán elegir entre tres planes, que van de los 10 a los 60 dólares al mes.

La versión básica de ChatGPT, en cambio, se puede usar de manera gratuita. OpenAI, que nació como una empresa sin fines de lucro, genera ganancias de diferentes maneras, entre ellas ofreciendo los servicios de sus AI más avanzadas a terceros.

Junto a estos dos referentes, gigantes como Meta, Google, Amazon y Apple, luego de años de trabajar en machine learning para sus asistentes y otros servicios, hoy desarrollan sus propios proyectos de IA generativas. Lo mismo hacen miles de pequeñas empresas que se han visto impulsadas por el momento que vive la tecnología.

«Todo este impacto es positivo porque nos lleva como sociedad a hablar de temas relacionados a la tecnología que van de fondo, porque es hablar del sesgo en la inteligencia artificial, de la protección de los datos y de su impacto en el trabajo», afirma Lecumberry.

Los sesgos de los datos

La tecnología no es perfecta, y si bien ya ha sido puesta a prueba, por ejemplo, por estudiantes acorralados por la fecha de entrega de su tesis, los errores son importantes: las imágenes generadas por IA, aunque han mejorado, aún pueden tener elementos extraños -manos, dientes o dedos extras, por ejemplo-, mientras que los textos «artificiales» muchas veces desinforman con gran seguridad en sus palabras. «ChatGPT es muy

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