NÚMERO 547 - AÑO XIII
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LUNES 27 DE FEBRERO 2017
El Carnaval de
Veracruz
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PERIODISMO CON ÉTICA
Cultura
Los comienzos del Carnaval
en Veracruz
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director general Dr. Carlos García Méndez / director editorial Mtro. Oscar García Soberano jefe de información/redacción Nallely Martínez Reyes / diseño y formación Ricardo Abraham Trejo Hernández parte de redacción Briseida Montes, Joanna Nava, Lina Rodríguez, Ana Paula, Zeus Fabre corrección de estilo Ulises Monfil / reportera Berenice Arellano / colaboradores Naldy Rodríguez, Hilario Barcelata Chávez, Miguel A. Elorza-Vásquez, Hugo Jair Ortiz Landa, José Francisco Báez Corona
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n la ciudad de Veracruz se tiene noticias de los carnavales desde el siglo XVII, mojigangas y bailes, nos comenta Don Miguel Lerdo de Tejada en sus Apuntes Históricos de la Ciudad de Veracruz que en el año de 1790, se pasaba por la hacienda de “Malibrán” propiedad de la afamada y temida Doña Beatriz Real para ir al llamado la “Tejería del Carnaval”, donde había mojigangas y comparsas y danzas, la señora Calderón de la Barca quien pasa por la ciudad amurallada de Veracruz en el año de 1849 comenta en su diario: “ muchos hombres disfrazados de mujeres”; en el mismo año, el pintor austriaco Johan Salomón Hegi plasma en bellas acuarelas la vida cotidiana de nuestro puerto, entre estas imágenes aparece un “Baile de Máscaras” y en sus escritos describe los “Fandangos”, a mediados del siglo XVIII aún en época colonial la pertenencia religiosa de las fiestas comienza a perder su fuerza para liberarse ejemplo de ello es que en 1731 se prohibió “eternamente” el uso de máscaras, o que los hombres se vistieran de mujeres y las mujeres de hombres pues se presentaban delitos y actos escandalosos, esto se castigaría hasta con doscientos azotes y dos años de presidio a españoles, y a otras castas el castigo era mayor… Durante el Siglo XIX, se celebraba como una “fiesta de máscaras” y se trataba de bailes de disfraces en los mejores salones de la ciudad que los participantes aprovechaban para desfilar por las calles cuando se dirigían a estos, a la vez que pobladores y curiosos, participaban del júbilo y bullicio. Desde el inicio del siglo XX, los Carnavales son organizados por un Comité integrado por ciudadanos voluntarios. presidente Carlos García Méndez/ vicepresidente Estela García Herrera/ vocal Isabel Soberano de la Cruz/ director fundador Carlos García Herrera/ contralor Erik García Herrera
Correo electrónico/ semacropolis@gmail.com Página web/ www.acropolismultimedios.com TODAS LAS OPINIONES SON RESPONSABILIDAD DE QUIENES FIRMAN LOS ARTÍCULOS PUBLICADOS POR ESTA CASA EDITORIAL.
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música danza teatro letras cine pintura 1925 Se conformó el primer Comité Directivo del Carnaval de Veracruz designando como presidente a Don Ildefonso Consejo; Vicepresidente Rafael Loperena; Tesorero, Federico Varela; Secretario José Troncoso. 1 de febrerode 1925: Nombramiento del Primer Comité Directivo del Carnaval de Veracruz, y la primera Reina fue la señorita Lucha Raigadas. 1926 Nace la figura del Rey Feo del Carnaval, hoy Rey de la Alegría, siendo en ese año Carlos Puig “Papiano”. Y las comparsas van adquiriendo relevancia, en detrimento de las estudiantinas, como las agrupaciones habilitadas para la participación de los sectores populares y trabajadores. 1942 Se eligió por primera vez a la Reina Infantil. 1945 Se aprobó por primera vez el proyecto de iluminación de los carros alegóricos. Siendo Gobernador del Estado Adolfo Ruiz Cortines, realizándose así el primer desfile nocturno por las principales calles de la ciudad. 1946 La artista invitada fue Yolanda Montes “Tongolele”. 1953 El Carnaval recibió al ídolo de Guamúchil, Pedro Infante; sin embargo, Agustín Lara fue el único artista que estuvo presente en varias coronaciones junto con Toña la Negra. 1970 Se establece la Quema del Mal Humor, tal como se conoce hoy en día, en donde se quema un monigote relleno de fuegos artificiales. Antes se realizaba el Entierro del Mal Humor, en donde se “perseguía”, “capturaba”, “juzgaba” y “sentenciaba” a un personaje, pero debido a los excesos que generalmente se cometían sobre el personaje es que se transformó. 1974 Desfile de carros en el 50 aniversario del carnaval de Veracruz, en 1974. Los recorridos ya se hacían en el boulevard Manuel Avila Camacho. Aunque los festejos eran exclusivamente en los salones, al dirigirse a ellos aprovechaban para desfilar por las 80’s calles, lo que era festejado por las personas que se situalos desfiles de carnaval se realizaron en el centro de la ciudad, que ya no cabía la gente en las ban en las aceras para participar de la bullanga. banquetas y bocacalles en donde a veces se armaba una batalla campal que se aventaban huevaDon Domingo Bureau logró que se formulara un reglazos de una acera a otra”, cuenta Ricardo Cañas. mento para la celebración de los Carnavales, es ahí donde nace la tradición de los famosos Desfiles del Carnaval 2010 de Veracruz. Carnaval del Bicentenario – En esta épocas, los jarochos siempre dados al buen humor, solicitaEn dicho reglamento se permitían disfraces, máscaron a Domingo Bureau, prefecto superior de Departamento, permiso para celebrar la “Fiesta de ras y antifaces. Para poder participar, los ciudadanos se Máscaras”, que eran bailes de disfraces realizados en los principales centros sociales de la época, tenían que registrar, inscribiéndose en ese entonces mil tales como: el teatro y en algunos salones donde el pueblo daba rienda suelta a su alegría y buen 246 enmascarados. Dicha costumbre siguió por 4 décahumor. das consecutivas, siendo el antecedente del carnaval contemporáneo. Después de 40 años, los carnavales fueron creciendo en sus características y aspectos, incorporándose más gente, con más ideas y entusiasmo, carros y comparsas. A partir de este siglo los Carnavales fueron creciendo en sus características y aspectos, siendo organizados por un Comité, inicia con la Quema del Mal Humor y finaliza con el Entierro de Juan Carnaval. No obstante, el carnaval veracruzano, como lo conocemos hoy en día, se concibió desde 1925 y desde esos días ha evolucionado y trascendido, adquiriendo nuevas características. Se ha realizado desde hace 93 años, en sus inicios recorría la Av. Independencia en el centro histórico de la ciudad, actualmente se realiza en el boulevard Manuel Ávila Camacho. Antes de que naciera el Carnaval, en los albores de la civilización los pueblos antiguos ya usaban las máscaras, los atuendos y el concepto de alegría y festividad en los diferentes períodos del año, por lo que esta costumbre puede ser considerada como el origen de aquella fiesta. Hoy en día las fiestas carnestolendas son organizadas por un comité que procura obtener fondos para destinarlos a fines benéficos. Al día de hoy, el Carnaval de Veracruz es considerado el más alegre y bullanguero de los carnavales que se llevan a cabo en México y el segundo en importancia en Latinoamérica, después del de Río de Janeiro en Brasil. Este año 2017 celebra su edición número 93 y llega al puerto con un derroche de alegría y diversión sin límite para el pueblo jarocho y sus visitantes.
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ara el cristiano medieval, el Carnaval constituía un período de permisividad, de crítica social, en el que se ridiculizaban a los gobernantes, a los nobles y al clero. Los orígenes del Carnaval son inmemoriales. El vocablo proviene del término carnevale, propio de las lenguas romances o neolatinas y que en italiano no ha sido modificado. El italianismo “carnaval” ha desplazado las formas tradicionales españolas “carnal”, “antruejo” y “carnestolendas”. Cervantes relata el siguiente suceso en El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha: “... y allí, puesto Sancho en mitad de la manta, comenzaron a levantarle en alto y a holgarse con él como con perro por carnestolendas”. Es decir, “por carnaval”, cuando era costumbre mantear a perros o a peleles. Los términos “carnaval” o carnevale derivan de la expresión latina carnem levare, esto es, “quitar la carne”, la prohibición de comer carne durante los cuarenta días de la Cuaresma. El martedì grasso, el último
Los orígenes del Carnaval día de Carnaval, se celebraba un banquete desenfrenado -y la carne precisamente era un símbolo de estos excesos- previo al período de ayunos y abstinencias de la Cuaresma, un tiempo de purificación y penitencia que culmina en la Pascua. Representación del paganismo Para el cristiano de la época medieval, el Carnaval era la representación del paganismo: el pueblo se ocultaba bajo máscaras y disfraces, se celebraban desfiles, bailes y comilonas, ardían las hogueras y se sacrificaban animales para atraerla fortuna. Era un período de permisividad, de crítica social, en el que se ridiculizaban a los gobernantes, a los nobles, al clero e incluso la moral religiosa. Esta festividad pagana probablemente hunde sus raíces en las antiguas Saturnales romanas y en las celebraciones orgiásticas en honor a Baco, tan relacionadas a su vez con la finalización de la siembra de invierno, la entrada del equinoccio de primavera y la fertilidad de un nuevo ciclo.
Historia de las máscaras de carnaval
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os romanos continuaron la tradición griega y asimilaron el dios griego Dioniso al latino Baco, por eso el carnaval es continuación de las bacantes o fiestas protagonizadas por las sacerdotisas de Baco. Dichas sacerdotisas corrían desnudas campo a través con el pelo suelto y antorchas en las manos, con un cinturón de hojas de parra como único atuendo. Daban gritos, acompañadas por una procesión de flautistas, tamborileros y cimbalistas, de modo que cuantos se cruzaban con esta comitiva se entregaban a los mismos excesos. A las bacantes las seguía una multitud disfrazada de ninfas y sátiros coronados de pámpanos, con el rostro embadurnado y haciéndose los borrachos, si es que no lo estaban. El carnaval se parece mucho a las fiestas Lupercales romanas porque ambas eran fiestas de regocijo celebradas para honrar al Fauno Luperco en una cueva del Palatino, donde se dice que la loba amamantó a los fundadores de Roma. La fiesta comenzaba con el sacrificio de un perro o una cabra macho en presencia de las Vestales. Los doce sacerdotes de Fauno Luperco lucían taparrabos de piel de cabra, llevaban máscara (en ocasiones máscaras de calaveras) y echaban a correr portando correas o zurriagos de piel del animal sacrificado con los que azotaban a las mujeres que se prestaban gozosas a ello porque existía la creencia de que así se aseguraban la fertilidad.
Origen de los disfraces de carnaval Agencias
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n cuanto a los disfraces, hay que decir que parece que la palabra disfraz procede de la voz freza= huella, pista y la partícula negativa /dis/:borrar, quitar huellas. Es decir, el disfraz oculta el rostro de quien lo lleva: ésa es la naturaleza de la fiesta a la que sirve. Al caer el sol el disfraz era pieza importante, los esclavos imitaban así el atuendo de sus señores mientras éstos se disfrazaban de esclavos. Era el mundo al revés en el que predominaba la extravagancia, la licencia y la locura. Era natural que la autoridad tendiera siempre a abolir estos desmadres tanto en el antiguo Egipto como en la historia reciente.
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música danza teatro letras cine pintura Los 10 mejores Carnavales del Mundo Agencias
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l carnaval se ha convertido en una de las fiestas más espectaculares y populares del planeta. La diversión, la fiesta, locura y el desenfreno junto con sus bailes, se mezclan con las tradiciones e invaden las calles. Son muchos los viajeros que planifican sus vacaciones para poder disfrutar de algunos de los más destacados carnavales del mundo. No siempre es fácil elaborar un ranking de los diez mejores carnavales del mundo. Sin embargo desde aquí os presento mi elección:
10- CARNAVAL DE VERACRUZ Este famoso carnaval se celebra en la ciudad mexicana de Veracruz. Es celebrado desde 1866, tiempos de la Colonia, cuando el país soportaba la imposición del Imperio de Maximiliano. Actualmente se realiza en el boulevard Manuel Ávila Camacho. 9- CARNAVAL DE REPÚBLICA DOMINICANA Celebrada en este bonito país caribeño, el carnaval de República Dominicana es una de las tradiciones más coloridas y divertidas del país. La gente lo celebra bailando por las calles, sin duda todo un espectáculo y uno de los mejores carnavales del mundo. 8- CARNAVAL DE NOTTING HILL Este peculiar carnaval se celebra en el barrio londinense de Notting Hill. A diferencia del resto de carnavales, se celebra en el último fin de semana del mes de Agosto. Con un carácter caribeño y abierto, se ha convertido en el carnaval más grande de Europa y en el segundo del mundo después del de Río de Janeiro. Además de ser considerado uno de los mejores carnavales del mundo, es una de las fiestas más importantes de la ciudad de Londres. 7- CARNAVAL DE NIZA El carnaval de Niza es el más grande de su país y es uno de los más atractivos de Europa. Se lleva a cabo en el mes de febrero y dura dos semanas. Charangas y cabezudos desfilan junto a carrozas gigantes revestidas de flores, mientras que varios jóvenes van lanzando capullos a los espectadores en la denominada “Batalla de las Flores”. Todo ello lo convierten en uno de los mejores carnavales del mundo. 6- CARNAVAL DE SANTA CRUZ DE TENERIFE Declarado Fiesta de Interés Turístico Internacional, el Carnaval de Santa Cruz de Tenerife, aspira a convertirse en Patrimonio de la Humanidad. Esta fiesta atrae a miles de turistas de todo el mundo y se divide en dos partes: el carnaval oficial, que cuenta con más de 100 grandes grupos de murga, comparsa, rondallas; y el carnaval de calle, donde participan los ciudadanos y los turistas disfrazándose, bailando y divirtiéndose en las calles durante más de una semana de una forma desenfrenada. 5- CARNAVAL DE BARRANQUILLA Celebrado en la ciudad colombiana de Barranquilla, y con más de cien años de antigüedad, en 2003 consiguió la consideración de Patrimonio de la Humanidad. Comienza el sábado con la Batalla de Flores, lo que supone el pistoletazo de salida de cuatro días de fiesta, desenfreno y diversión, en los que desfiles de carrozas, comparsas y grupos de baile se suceden. Por todo es considerado uno de los mejores carnavales del mundo. 4- CARNAVAL DE ORURO La celebración de este fantástico carnaval se realiza en la ciudad de Oruro, la cual es considerada la capital folclórica de Bolivia. Declarado en 2001 Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad por la Unesco, la ciudad celebra una fiesta mitad religiosa, mitad pagana, que mezcla tradiciones indígenas y españolas. Sin lugar a dudas uno de los mejores y más imponentes carnavales del mundo. 3- CARNAVAL DE MARDI GRAS Este llamativo y espectacular carnaval se celebra el día antes del Miércoles de Ceniza en la ciudad estadounidense de Nueva Orleans. Sus inicios se remontan a principios del siglo XVIII. La influencia francesa y los colores púrpura, verde y dorado, que simbolizan justicia, fe y poder, están muy presentes en la puesta en escena de una de las grandes citas del estado de Luisiana. 2- CARNAVAL DE VENECIA El carnaval de Venecia no es solo considerado el carnaval más elegantes, sino también uno de los mejores y más populares del mundo. Durante diez días, la elegancia y el buen gusto están presentes en los espectaculares desfiles de disfraces de la plaza San Marcos, en los grandes bailes públicos y privados y en las procesiones de barcos tradicionales por los principales canales de la ciudad. 1- CARNAVAL DE RÍO DE JANEIRO Carrozas, disfraces, color, música, sensualidad y mucha samba son los principales ingredientes del mejor y más conocido carnaval del mundo. Miles de personas desfilan por el sambódromo en medio de una multitud venida de todos los rincones, convirtiendo el desfile en algo único. El visitante quedará maravillado ante este grandioso carnaval que reúne a cada año a más de cinco millones de personas.
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Género Periodístico: Crónica
Pasta de campeón Jhonnatan Torrez Casanoba
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parring: Cuatro segundos sin aire. Uno, dos, tres, cuatro… (como si fueran eternos) 1: El golpe preciso en la boca del estómago me quita el aire. 2: Pierdo el equilibrio. Intento respirar, no caer, meter aire. Caigo. 3: Desde el lodo puedo ver a estos hombres de uniforme, sin identificaciones. Uno sigue en la motocicleta negra, destartalada y sin placas; esperando a ver qué hago. 4: El aire vuelve con dolor, quiero hablar para pedir ayuda. Apenas puedo aferrarme a mi mochila e intento alcanzar la grabadora que cayó a menos de un metro del anónimo uniformado. Esto lo enfada más. —No estarás grabando, ¿no? —No… —Bueno, cojudito, mejor que aprendas a no meter tu nariz donde no debes. Los testigos reclaman por qué me golpearon (benditos sean). El conductor de la motocicleta sentencia: —Ya sabes, última vez. Se van. Segundos después aparece una patrulla. Les cuento que intentaron quitarme la mochila, mis notas, la grabadora y cuando me negué, recibí el golpe. Un policía joven y de trato torpe, me dice: —Si no hay placa o nombres, no podemos hacer nada. Vamos a estar atentos, pero ¿te das cuenta de que esto es una advertencia? Una advertencia por meter la nariz donde no debo. Un canal de drenaje donde venden droga. Sí, y qué. Con una mezcla de enojo e impotencia, recuerdo esa tarde en que me metí en este lío. Todo había empezado con un apretón de manos. Así nada importante. Dos meses antes de ese gancho al estómago, mientras trataba de entender cómo funcionaba esta ciudad que estructurada en anillos, devora a quien no puede seguirle el ritmo, conocí a Miguel. Miguel es un hombre viejo, delgado, que oculta las canas en una gorra desgastada y que tiene la mirada fija sobre mí. Nada extraordinario. Un tipo en la calle. Alguna vez me contaron que dar la mano al saludar era una forma de demostrar que no tenías un arma y que podías ser confiable. Fue lo único que se me ocurrió cuando lo tuve en frente, extenderle la mano. Él hizo lo mismo. —Buenas ¿qué hace por mi humilde barrio? -me dice en tono de broma. Ese día, y así, conocí a Miguel Medina, quien a sus 56 años tenía las arrugas que te dejan la nostalgia, unos pantalones blancos y la autoconfianza de quien ha recibido muchos golpes en la vida. —Yo fui boxeador, creo que por eso sigo vivo -dice El boxeador Miguel nació en Riberalta, es el sexto de siete hermanos. El negocio de la familia eran la castaña y la venta de madera.
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música danza teatro letras cine pintura Cuando cierra los ojos y recuerda el monte puede oler la tierra mojada. Miguel cuenta que aprendió a pelear en su pueblo. Para cuando se trasladó a Santa Cruz de la Sierra a estudiar Ingeniería Civil, una de las primeras cosas que hizo fue buscar un gimnasio dónde entrenarse. Quería ser boxeador. —Es que al toro hay que darle con qué torear, pues -dice riendo, aún con los ojos lejos, 35 años atrás. Era 1980. Por esos años el deporte preferido de la ciudad era el básquetbol. Ser boxeador era algo extraño. Entrenar para pegarle a la gente iba en contra de la voluntad civilizadora de los tiempos. Sin embargo, en esa época se forjaron leyendas del boxeo nacional, como Hugo “Pacho” Olivares, el primer boliviano en lograr el título latinoamericano de los pesos medianos de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB). Ese año llegó un promotor de la AMB. Y eligió a unos cuantos. Para estar en esa selección había que hacer más que pelear. Había que ganar. Miguel estaba decidido. Entre golpe y golpe atrajo las miradas de los demás boxeadores y así consiguió su apodo. —Me pusieron ‘Escocés’. No es un gran apodo. Al principio me daba vergüenza, pero como en todo, uno se acostumbra. —¿Y por qué la vergüenza? —Yo tenía un short rojo con negro, a cuadros. Lo usé en una de mis primeras peleas. Cuando estaba arrinconado contra las cuerdas, recibiendo golpes, me di cuenta que solo podría salir de un salto. Esperé que lance un golpe largo y levanté la pierna. El short se rompió y quedó como una falda. Y qué te puedo decir. Ese día no llevaba calzones. Cuando el público comenzó a corear: “Escocés” (bis), el oponente se distrajo. Miguel combinó golpes al hígado, el estómago y la mandíbula, esa serie de golpes se convertirían en su marca personal. El oponente, de quien nadie recuerda el nombre, cayó y Miguel ganó la pelea, su apodo de boxeador y un lugar en el grupo. Hay días en que la suerte se hace querer. El campeón Hugo “Pacho” Olivares desde su hogar, siete anillos lejos del ruido, dice que hace mucho que no habla del boxeo, porque si bien le trajo muchas alegrías, también le trajo dolor. Él fue implicado en un caso de narcotráfico que le costó la pelea por el título mundial que debía disputar con el francés Gilbert Delé en Francia. Estuvo un tiempo preso en el extranjero y aunque al final se probó su inocencia, recuerda el episodio con amargura. Eran los 80 pues, el narcotráfico había sentado sus reales en Bolivia. Se había extendido hasta los más altos niveles de gobierno. Entonces teníamos incluso nuestro “Rey de la Cocaína”, un hombre que no solo financió un golpe de Estado, sino que se convirtió en el principal proveedor de Pablo Escobar, según el libro “Mi vida con Roberto Suárez Gómez y el nacimiento del primer narco-Estado”, escrito por la esposa de Suárez, Aida Levy. Durante esa década, la coca se había convertido en el 12% del Producto Interno Bruto del país. Para 1983 el tambor de coca (100 libras) costaba 800 dólares. Una obscena cantidad de plata. Para el final de la década, Bolivia producía cerca de 1.200 toneladas de pasta base de cocaína. Esos días el narcotráfico no solo se había convertido en un negocio rentable y peligroso, sino que había abierto la puerta sin salida para el consumo interno, en todos los estratos sociales. En esa época, Miguel consumía cocaína. Al principio porque le ayudaba a beber más tiempo, a ser el que más aguantaba, a ser el campeón. En 1983, tuvo la oportunidad de hacer que su nombre tenga peso en el mundo del boxeo. Se embarcó en una gira nacional con otros boxeadores, entre ellos, “Pacho”. Una de las paradas era Tarija. Allá Miguel debía enfrentarse a Rogelio Jimenez, “La Perla Negra”, un boxeador grande, bailador, con pegada bestial. —Yo estaba nervioso. El negro era fiero, pero yo no me iba a dejar. Estaba mareado cuando subí al ring, pero una vez lo tuve en frente, fue o él o yo. Lo que nadie le había dicho a Miguel era que habían programado la pelea para que “La Perla Negra” lo despedace. Era el chanchito del sacrificio. Se acordaron 6 rounds. “La Perla”, un boxeador ya reconocido en esa época, de esos que bailan en el ring, que tienen las manos en baja guardia, que juegan con el oponente y dan ganas de darle un tiro, estaba listo para la que se supone sería una pelea sencilla. “Pacho” recuerda el episodio con emoción y risa: —Le hizo la vida imposible a “La Perla”. Entró directo a arrollarlo, sin ver, sin pensar. Fue una pelea hermosa. “La Perla” quería jugar con Miguel, pero no tenía tiempo para nada. Cuando se dio cuenta ya estaba arrinconado recibiendo. Tres veces lo tumbó Miguel ¡tres veces! ¡Nadie podía creerlo! “La Perla” cayó por primera vez. No era un chiste. No estaban para bailar, lo iban a romper. Entonces comenzó a subir las manos, a cubrirse la cara, se olvidó del estilo. Por cada golpe que daba, recibía tres. Miguel no era un hombre fácil de tumbar. Era un toro que arrasaba con todo. “La Perla” recibe un golpe al hígado, cae, los golpes siguen y el público comienza a aullar. Miguel recibe un golpe tras otro, pero para él lo importante es no caer. Lo importante es “fajar” y protegerse. Luego “La Perla” cae por tercera vez. La pelea termina por puntos. Miguel Medina Roca, el beniano que habían llevado para que otro boxeador se luzca, ganaba ahí donde nadie daba un peso por él. Ya entonces hacía lo que le daba la gana. Ganaba. Se sentía campeón. Miguel fue el sparring de “Pacho”. —Era bueno, aguantaba, no era fácil de doblar. Cuando atacaba, pegaba fuerte, era “fajador”, entraba y no le importaba nada, ni cuánto recibía; solo le importaba dar, ganar. Miguel peleaba para el público, le gustaba escuchar a la gente gritando. Un fajador es un boxeador que combate a corta distancia intercambiando
golpes hasta que alguien se desmorona. Digamos, Rocky Balboa. Todo lo contrario de un estilista, que prefiere el combate a distancia y el desplazamiento continuo sobre el ring. Como Floyd Mayweather. —¿Y usted qué tipo de boxeador era? -le pregunto a “Pacho”. —Con esa pregunta hemos confundido a muchos (ríe). A mí me entrenaron en los tres estilos básicos: fajador de corta distancia, el de media distancia, el contragolpeador y el estilista. En las peleas había aprendido a jugar y cambiar los estilos. Por eso perdí pocos combates, y nunca me noquearon. —Entonces, ¿cambiar de estilo le ayudaba a confundir a su oponente? —¡Claro! Como la pelea de Miguel con “La Perla”. Uno era fajador y el otro estilista, y cuando comenzaron a atacarse, Miguel lo sacó de esquema. “La Perla” quería cambiar de estilo, pero no podía y acababa cayendo. Al final, como boxeas es como vas a acabar tu vida. —…Como boxeas, vas a acabar tu vida… —Sí, mira, Miguel fajaba, le iba de frente como un toro, no pensaba, ese era su defecto. Todos los fajadores que conozco terminaron mal, dañados, porque son pues toros, ¿y como acaban los toros? Muertos. —¿El fajador sólo gana en el ring? —Mira, había boxeadores grandes aquí. Por ejemplo, un argentino que ahora es peluquero en Montero. Él era fajador, un gran boxeador, pero ahora se pierde, no puede mantener una charla porque se va… los golpes le dañaron la cabeza. Otros acabaron muertos o alcohólicos. —¿Y cómo es cuando dos fajadores se encuentran? —¡Un espectáculo! Eso le gusta a la gente, que se den, que se partan la cara. Pero no es bueno, uno no debe pelear para el público. En el ring hay reglas y técnica, el público no importa. Pero Miguel peleaba para el público, igual que uno que era cargador en la estación argentina. “Mata toros”, le decíamos y venía a entrenar, un fajador terrible, un día se agarraron con Miguel y paralizaron a todo el coliseo. Se daban como si el cuerpo fuese ajeno. La pelea no iba a terminar nunca. “Mata toros” golpeaba fuerte, imagínese un tipo que se pasa ocho horas al día cargando peso y Miguel… (hace una pausa y los ojos se llenan de nostalgia, traga saliva) y Miguel lo mejor que sabía hacer era atacar y aguantar, aun cuando uno pensaba que se iba a caer, aguantaba. —El día que conocí a Miguel, lo primero que me contó es que él había sido boxeador, y que quizá por eso seguía vivo... Continúa en la página 8
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“Pacho” se percata que llevábamos mucho tiempo hablando de Miguel, del boxeo, de los 80, y que si bien habían pasado 33 años, aún sentía la adrenalina. No podía contar un solo episodio sin hacer la mímica perfecta de los movimientos de boxeador. Toma un sorbo de café y me pregunta: —¿Y qué es de la vida de Miguel? —Tiene 56 años, trabaja reciclando aluminio, plástico y vendiendo algunas cosas de segunda mano, vive en un canal de drenaje y es drogadicto. Hugo “Pacho” Olivares, hoy un hombre de pelo blanco, de esos seres humanos con los que podrías sostener una charla sin mirar el reloj, el hombre que pudo vencer a casi todos sus oponentes por knock-out, se queda en silencio, tratando de digerir el golpe. Me pregunta. —Pero, ¿está bien? —Bueno, en la medida de lo que su forma de vida lo permite, se ha ganado el respeto de la gente ahí abajo. —Es pues un guerrero, no era fácil doblar a Miguel. Fajar y resistir Miguel tenía 19 años la primera vez que probó la pasta base. —Vomité todo, no podía creer que me haya caído tan mal, y probé una segunda y una tercera vez hasta que bueno, me gustó. —Pero si le cayó mal ¿por qué seguir intentado? —En esa época, bueno, desde que me acuerdo, las relaciones sociales se hacían bebiendo, y fumar me ayudaba a beber más tiempo, a aguantar más. —¿Y consume desde los 19 años hasta ahora? —Sí, al principio solo para beber, luego… bueno me hice vicioso. Lo que al principio simplemente fue acercarse al vendedor de droga para consumirla, se fue convirtiendo en desaparecer del mundo por tres días, una semana, entrando y saliendo del submundo en el canal de drenaje. Había comenzado a vender todo lo que había heredado: tierras, vacas y el negocio familiar. Unos primos decidieron ayudarlo enviándolo a vacunar vacas en el municipio beniano de Reyes. —A la estancia que me mandaron solo se llegaba en avioneta. No había nada alrededor. Yo estaba a cargo de los peones, me mandaron ahí porque pensaban que no podría conseguir la droga. Ja. —¿Pensaban? —Sí, es que (suelta una risa de triunfo y casi en secreto) yo aprendí a fabricármela solo. —Fabricar cocaína ¿en medio de la nada? —Sí, una vez un vendedor me llevó donde la preparaban, y mientras esperábamos, yo comencé a preguntar cómo se hacía esto y aquello, y bueno luego me di cuenta que tenía todo lo necesario. El ácido de las baterías para los equipos, el querosén de las lámparas, el diésel del generador de electricidad, la coca que nos mandaban para los trabajadores y… la cal. En la noche, oculto en el monte comenzó a pisar la coca, a mezclarla con los químicos, armó su propio laboratorio. —La primera vez me salió una cosa horrible, casi me muero al probarla, me quemó todo el pecho. —Y siguió intentando, como cuando fumó la primera vez… (un fajador) —¡Claro! El cuerpo pide, y estaba comenzando a desesperarme. A la tercera vez me salió algo más o menos, ya luego fui sabiendo qué había que mejorar, y al final por cada tres libras de coca, sacaba unos 50 gramos de pasta. Me alcanzaba para al menos una semana.
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—¿Nunca se dieron cuenta? —No, uno sabe, aprende cuándo drogarse. Yo fumaba de noche, me iba a andar al monte a caballo, toda la noche, iba a cazar. —¿Qué cazaba? —Lo que haya. A veces uno acaba cazando a sus demonios. —¿Y pudo atrapar alguno? —A varios (se ríe, pero inmediatamente cambia el semblante) he visto y he vivido muchas cosas. Cosas feas a veces. Miguel cuenta que a los meses de llegado a la estancia descubrió que estaban robando el ganado. Cuando informó de esto, le pidieron que se hiciera cargo del problema. —Y me hice “cargo” del ladrón. —Entonces usted… —Sí, pero no quiero hablar de eso. —¿Eso fue lo que hizo que vuelva a Santa Cruz? —Sí, vine a ocultarme, me fui a La Frontera. La Frontera era un “barrio” detrás del Parque Industrial de la ciudad. Hace 32 años, los primeros adictos a las drogas formaron su propio barrio un lugar donde podían drogarse hasta morir, construyeron pequeñas casas con maderas y lonas. Ahora no existe, fue loteado. Miguel vivía ahí, reciclando plásticos que vendía en una empresa del Parque Industrial. Tenía una casucha y unas bolsas para recolectar. Miguel ya tenía 40 años. Llevaba 21 consumiendo pasta base y al menos 18 de ellos, de forma diaria. Para cuando nos conocimos tenía 56 años y aunque el deterioro de la edad y la calle habían pasado por su cuerpo, extrañamente no presentaba el daño que los expertos esperarían de un consumidor como él. Ariel Rojas, psiquiatra del Hospital Psiquiátrico Benito Menni, explica que el mecanismo de acción de la droga varía en cada sujeto. Es por eso que el efecto mismo de la pasta base es tan variable como las personas. A algunos los pondrá eufóricos, a otros depresivos, a otro le pegará más fuerte y le producirá síntomas psicóticos. La pasta base de cocaína (conocida también como paco, bicha, bazuco o carro) se produce con los residuos de la cocaína y es procesada con químicos como el diésel, queroseno y ácido sulfúrico. Los efectos secundarios de la droga van desde la destrucción del aparato respiratorio hasta la taquicardia, (los manuales médicos suman alrededor de una treintena de efectos secundarios). Pero el caso de Miguel es tan particular como su historia. Dice que aprendió a regular su consumo, porque sabe que la droga, la pasta base que fuma, hace daño y así, como en su pasado de boxeador, ataca y resiste. No se deja fajar. —En algún momento ¿quiso salir de aquí? —Pude. De hecho ahí está una de las historias más increíbles que me pasaron en la vida, pero usted no me va a creer. —A ver… —Mi ayudante y yo estábamos recolectando plásticos, y en el basurero de un banco encontramos una bolsa que estaba llena de algo. Más tarde, cuando nadie nos miraba, abrimos el paquete y estaba lleno de plata. Nos fuimos a un alojamiento de esos que hay en el mercado Los Pozos y comenzamos a contar y repartirnos como si estuviéramos jugando cartas. —¿Cuánto había? —Cuarenta y cinco mil dólares y quinientos bolivianos. Sí ¿suena increíble no? Nos repartimos una cantidad para mi ayudante, y una parte más grande para mí, porque era el maestro y el que encontró el paquete. —¿Y qué pasó?
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música danza teatro letras cine pintura —El muchacho se volvió a La Frontera. Parece que quiso imponérsele con la plata al jefe de ahí y lo mataron. Apareció muerto. Todo normal. —¿Y usted qué hizo con su parte? —Me compré una ropa bonita, luego me fui a la ‘La Playa’ (el lugar donde venden autos usados) y me compré una vagoneta, y ¡listo! —Listo para… —Para hacer trabajar la plata, ahora sí podía salir de pobre… Para Miguel, “hacer trabajar la plata” significó ir al Chapare a comprar ladrillos de pasta base para venderla y convertirse en distribuidor. Comenzó a comprar armas para protegerse, joyas. Comerció con ellas, claro, seguía fumando. Según él, tenía el plan perfecto para salir de esa vida, de sentar cabeza. Iba a vender droga. —¿Y qué pasó con el plan? —Yo tenía mi mujer, y también mi amante. Con mi amante íbamos a Cochabamba a comprar la droga, y parece que alguien me denunció con mi mujer. Ella fue a la Policía. Me agarraron justo cuando hacía una entrega, me encontraron con siete kilos de cocaína y fui a la cárcel. La cárcel le tocó a los 50 años. El primer día, él y tres más fueron arrojados al pabellón de máxima seguridad, donde domina un grupo llamado ‘La Pesada’. Le dieron la “bienvenida”. Ésta consistía en una pelea con otro interno más antiguo. Miguel fue el primero en pelear. Su primer oponente fue un brasilero musculoso quien se reía al verlo viejo, flaco y asustado… pero una vez más, como en 1983, ser subestimado se convertiría en su ventaja. Esta vez no había guantes, ni ring, réferi ni reglas. —Al primero le gané en dos golpes. Se enojaron y me trajeron a otro que tampoco aguantó mucho y me mandaron un tercero. No podían creer que yo aguante. Igual lo tumbé. Yo creía que me iban a matar, así que recibía y repartía golpes como loco. Pero con estilo. En la cárcel de Palmasola todo aquello de lo que se pueda sacar un rédito, es aprovechado. Miguel se convertiría en una buena fuente de ingresos para los apostadores que le daban algo de dinero por hacerlos ganar. Ahí hacían pelear gente por dinero, como se hace pelear a los gallos. —Yo no quería pelear, pero comenzaron a amenazarme. Uno de los jefes, “El Gordo Killi”, me dijo que si no peleaba me iban a apalear; además, el primer día que llegué me quitaron todo, mi ropa, mis pertenencias, todo. —¿Tuvo que seguir peleando? —Claro, pero les puse una condición: Yo peleaba unas cuantas más, pero que con la plata que gane, quería irme a Régimen Abierto. —¿Cuántas peleas fueron hasta eso? —Unas cinco. En la última, la bolsa de la pelea era de tres mil dólares ¿Se imagina? Presos apostando tres mil dólares en una pelea. Me gané unos pesos y pagué mi cuota para que me dejen salir a Régimen Abierto. —¿A quién le pagó? —Ni a usted le conviene saber ni a mí decirlo. Pagué y me pasaron a Régimen Abierto, eso es lo que importa. —¿Cuántos meses estuvo en máxima seguridad? —Dos meses, a la merced de los de La Pesada. —¿Y en Régimen Abierto, peleaba? —No, ahí tuve la suerte de dormir solo dos días en pabellón. Luego me hice amigo de un narco poderoso y me convertí en su seguridad a cambio de dormir en su departamento y comer comida de restaurante. Tenía que cuidarlo, lavar su ropa y mantener limpio el apartamento. —¿Y cuánto tiempo estuvo preso? Porque si lo agarraron con siete kilos de pasta base usted debería haber recibido mínimo quince años de cárcel. —Sí, estuve cuatro meses más en Régimen Abierto, seis meses en total en la cárcel. Mi exmujer me hizo un trato: le firmaba un papel en blanco para que se quede con todo lo que yo había acumulado, terrenos, joyas, armas, todo, y ella me daba lo que yo necesite para pagar y salir. —¿A quién le pagó? —El abogado, la fiscal y el juez se repartieron doce mil dólares. —¿Por qué puede decirme a quién le pagó para salir de
la cárcel y no a quien le pagó para cambiarse de pabellón? —No dije nombres, además esos doce mil dólares también borraban el rastro de la causa. La relación de Miguel con la droga es una constante. Él entiende que salir de la droga es con droga, que transformada en dinero, puede convertirse en una nueva vida. Es el único mundo que conoce. —Y al salir de la cárcel ¿siguió en el mismo negocio? —Claro, es a lo que le sé, además salí de la cárcel a la calle, no tenía dónde ir, hacen años que mi familia no sabe nada de mí, este negocio lo conozco, en esto soy… —¿El campeón? —Sí, ¡el campeón de la pasta! (risas) ¿Ve? Por eso me decían que yo tenía “Pasta pa´ campeón”. El Canal Náuseas. Las náuseas son el anuncio de la llegada del vómito, una advertencia, quizás uno de los mecanismos de supervivencia más primitivos que conservamos como especie. Nos anuncia el peligro cuando hemos comido algo en mal estado, cuando hay algo podrido, cuando el cuerpo ya no puede resistir el miedo. La náusea es la forma en la que el cuerpo te arrastra lejos de lo que cree te puede hacer daño. Dicen los expertos, los que aprendieron a domesticar las náuseas, que hay un truco de engañar al cerebro para que se olvide de que viene el vómito. El truco es sonreír. El gesto de la sonrisa puede estimular los pares nerviosos y hacerle creer al cerebro que todo está bien. La primera vez que bajé al canal de drenaje fue un día infernal de 33 grados centígrados a la sombra, justo un día después de dos días de lluvia. El olor era tan penetrante que se podía sentir en la nuca. La náusea, yo intentando sonreír y esa realidad más fuerte que el hedor. Santa Cruz de la Sierra tiene 300 kilómetros de canales de drenaje, y pese a que no hay cifras actuales, en 2010 se reportaba que existían 11.200 “hombres topo” (nombre con el que se conoce a quienes viven en los canales). De esa cifra se considera que un 35% son “indigentes esporádicos”, es decir, que cada cierto tiempo regresan con sus familias. Duberty Soleto, director de la Secretaría de Políticas Públicas del Gobierno Departamental de Santa Cruz, dice que el año 2015 se realizaron 40 operativos de rescate, en los que se retiró a las personas que viven en los canales de drenaje y en las riberas del rio Piraí. Dice que los enviaron a hogares o centros de rehabilitación de administración delegada, (iglesias o a oenegés a los que la Gobernación aporta con dinero), ya que no se cuenta con centros propios. Javier, un teniente de Policía que pidió llamarse así, cuenta que los operativos más grandes que se realizaron fueron durante la Cumbre G77 +CHINA, y la llegada del Papa Francisco. En ambas ocasiones, el problema no era social, era estético. “Esa gente” daba mal aspecto a la ciudad, entonces la orden era de cargarlos en camiones y dejarlos lo más lejos posible. —Incluso una vez los fueron a botar en la carretera a Samaipata -dice el policía entre risas. Intenté hablar sobre el tema con el Municipio, pero ese día el Oficial Mayor de Desarrollo Humano renunciaba, y en la Policía, los altos mandos estaban muy ocupados en la organización de la seguridad durante el Carnaval. Daban ganas de ir a llorarle a Gardel. Pero acá no tenemos eso. Un Gardel. Continúa en la página 10
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Las versiones extraoficiales que pude recabar no variaban demasiado de las planteadas por la Gobernación. Hay un juego de poder, y todo apunta a la legislación y a la falta de una política de Estado sobre el tema de los hombres topo. Y aunque la Policía reporta haber incautado en 2015 casi 12.383 kgs de cocaína, aprehendiendo a 846 personas; el microtráfico sigue cobrando más y más vidas. Microtráfico. Esa es la palabra. En esa red está atrapado Miguel. Pero, ¿cómo se organizan estos grupos, estos “gremios”? A esta pregunta, tanto los policías como el personero de la Gobernación, me dicen que no pueden responder. Que sí saben que existen sistemas de comunicación para prevenir la llegada de los operativos o la presencia policial, pero que desconocen que haya una organización como tal. Total, son gente sin hogar. Drogadictos. Qué organización van a tener. Olvidan que son humanos. Y los humanos nos organizamos. Siempre. Para la mayoría de la gente, el vivir en el canal de drenaje solo es una extensión de la adicción, y que este espacio es un escondite para después de robar, o para consumir la droga. Es el Wonder world de los perdidos. Quise saber cómo vivía Miguel, y él me sirvió de guía en este submundo, este otro mundo. —¿Quién manda aquí? —Aquí en el canal hay un jefe que tiene varios apodos: “El Luci” (por Lucifer), “El one”; cuatro subjefes, cada uno tiene mínimo dos personas que hacen de guardaespaldas. También están los campaneros, que son siempre muchachos, chicos que están en la superficie, fuera del canal, atentos, varios repartidos por la extensión del canal, pero al menos cuatro cuidando la rotonda donde vive el jefe. —¿Él es el que pone orden? —No, ese es “El Disciplina”, es como un comisario, él se encarga de que las reglas se cumplan y de arreglar los problemas entre la gente. —¿Cómo que problemas? —Deudas, robos, cosas así. Si vos me debes plata, en lugar de pelear, vamos donde “El Disciplina” y él dice como solucionamos. Existen reglas que todos, incluso los visitantes como yo, deben cumplir. • No se puede entrar al canal de drenaje en cualquier momento, menos aún si se lo hace desde el punto central, la rotonda, que tiene como adorno una fuente de aguas danzantes, perfecta para distraer. Se debe esperar a que los automóviles estén en movimiento. • No se puede robar al menos a 500 metros dentro del radio del canal, y si se lo hace, no se debe escapar al canal. • No se le pega a las mujeres (esta regla es la que tiene la máxima pena, quien incurra será golpeado y pasará por “la calle de la amargura”). En fin, las reglas de convivencia se basan en pagar las deudas, cuidarse entre ellos, y ser invisibles ante la gente. Llamar la atención lo menos posible, porque atención significa policías y policías a veces significa extorsión. La moneda básica es la pasta base, las deudas se pagan en droga, y el estatus se obtiene con dinero para manejar droga. Los cuatro subjefes (tres hombres y una mujer) son distribuidores que “hacen trabajar” la mercadería. Los
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campaneros y seguridad trabajan por droga. La moneda máxima es una caja de fósforos que contiene aproximadamente 50 gramos. Cada uno de ellos trabaja por la cuarta parte de una caja. Miguel no está en la estructura. Pero es respetado por sus años y sus puños y puede estar cerca de los jefes sin problema. Los compradores son variados. No solo los que viven en el canal la consumen. Autos de lujo se acercan, dan dinero, van al punto contrario de la rotonda y hacen el intercambio de manos. Albañiles, chicos bien, camioneros, taxistas, chicas bien, hombres de oficina, artistas, malabaristas callejeros. A todos les gusta la miel. En dos meses de observación, siempre entre las 18:00 y las 19:30, vi intercambiar dinero por droga delante de los ojos de la ciudad. —¿Y la pasta sólo es de la misma o hay categorías? Digo, porque la que compra el tipo del Munstang negro no debe ser la misma que la que compra “El trauma” (un mecánico que religiosamente va de “shopping” a las 19:15 de todos los días, a comprar su dosis). —Hay pues. Hay tres tipos de pasta, y los precios varían. Están por ejemplo: “La pela ojos”. La cajita de fósforos de eso cuesta como Bs 300. “La que enamora” cuesta Bs 200 la cajita. Y está “la cafecita”, que es la más barata. Cuesta Bs 100 la cajita. —¿Por qué esos nombres? —“La pela ojos”, porque es la más pura, su efecto es poderoso. “La que enamora”, porque es la que se invita, la que sirve de gancho para que vengan. Y “La cafecita”, porque es la más sucia, lo último en el refinado, esa es la que más se vende al raleo, cuesta 10 Bs la dosis, el sobrecingo. El día 14 que voy a la rotonda, espero en el mismo semáforo de siempre. En cuanto soy detectado por los campaneros, hay una rotación casi sincronizada dejando libres a tres, que vienen directamente hacia mí. Tres flacuchos de cara chupada, con las manos que les cuelgan casi llegando a las rodillas. —Vamos abajo que el jefe quiere hablar con usted. – Me dice “El eléctrico”, un moreno que tiene los pelos parados de tan sucios. —¿Y de qué? – Digo tragando tanta saliva que apenas puedo acabar la frase. —Usted viene mucho, no compra y le parece raro, vamos tranquilo, no va a pasar nada. En la entrada al túnel desde donde gobierna “Luci”, hay un tipo alto y robusto. Me pide que me saque los zapatos para entrar a un túnel de un metro de altura. Voy agachado hasta que me encuentro a un hombre cuarentón, armado, con el torso desnudo, moreno y con el tono pausado como un profesor de escuela que habla para que cada palabra sea comprendida. —Dicen que ya lleva días rondando por aquí, y quería saber si podíamos servirle de algo. -Ambos sabíamos que era una falsa cortesía, que la pregunta era clara. —Escribo un artículo, sobre Miguel, el que era boxeador antes. -Digo masticando cada vocal. —¡Ah! El viejo Miguel es famoso. ¿Va a salir en la prensa? Si es así, vaya
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tranquilo nomás, que voy a dar la orden de que ninguno de estos pendejos le toque un pelo. Vaya nomas gordito, eso sí, Miguel le va a decir cuándo puede y cuando no puede venir. Usted sabe, a veces el negocio se pone fuerte. El “Departamento” de Luci, es claramente más cómodo que el de cualquiera que viva en ese mundo. Incluso tiene divisiones para que duerman los encargados de su seguridad. El día 16, descalza y drogada, “Genesis”, como pidió que la llame, me ofrece sus servicios, e incluso me detalla un tarifario que va desde sexo oral en la plaza cercana, hasta una noche en el alojamiento “de preferencia del cliente”. Marketing total. Me niego, se enoja, se desespera. —Ya pues, mira que no hice nada de plata y ya no tengo ni para comer. No tarda mucho en conseguir un cliente. Un taxista a quien no le importa parar el tráfico para embarcarla. Cerca de una hora después, cuando la trae de vuelta, le pregunto al taxista por qué llevarse a esa chica si no muy lejos hay un conocido prostíbulo en la ciudad. —Es que estas no son como las putas normales. Esas son escogedoras, que no hagas esto, que no así, que así me duele. A estas le vas subiendo unos pesos y hacen lo que quieras. – Dice orgulloso. Y se va. Según el doctor Ariel Rojas, el efecto de la pasta base es tan corto (5 minutos en promedio) y el proceso de abstinencia tan largo, que el sujeto intenta acortar los periodos de abstinencia, consumiendo cada vez más y más. Y el efecto es el deterioro no solo físico, sino también social, ya que todo lo que ha construido, hogar, familia, trabajo, ya no tiene más valor, porque el adicto se vuelve muy disciplinado con la substancia. Tan disciplinado que puede dejar de lado incluso el propio cuerpo con tal de cumplirle a quien manda ahora: la droga. Es mi visita número 17. Se supone que este día no debo venir. Hablo con un vecino, quien con algo de miedo, acepta dejarme subir a la terraza del 5to piso de su casa. Quiero ver lo que pasa. Ahora desde arriba. A las 15:30, una vagoneta Toyota blanca sin placas ni marcas distintivas, aparece cerca de “la puerta trasera del jefe”. Un hombre, con una mochila negra se baja del auto y en cuanto el tráfico se mueve entra al canal. Sale cinco minutos después sin la mochila, pero con un pequeño paquete envuelto en periódico. Espera a la vagoneta y sube, avanzan un poquito. Paran cuenta algo, quizás dinero. A las 17:30 un auto nuevo, con vidrios obscuros y también sin placas, para en el mismo lugar. Dos hombres con chalecos negros, y corte de pelo militar, bajan del auto. Uno se queda afuera esperando al otro. Tres minutos después sale bromeando con la seguridad del canal, suben al auto y se van. Días antes Miguel me decía. —Los días de entrega, primero viene el proveedor y un rato después, vienen los verdes a cobrar sus verdes.
Pura poesía. Todo. A las 18:00, como todos los días, comienzan a llegar cual hormigas al azúcar los clientes internos y externos. Es casi una danza coordinada entre el tráfico, los campaneros y los compradores. Mientras la luz del sol da paso a las de las luminarias, este baile tiene fin a las 19:30. A esa hora, si usted se detiene en el puente desde donde puede mirar a ambos lados del canal de drenaje, podrá ver chispazos de luz intermitentes, como las luciérnagas en esas carreteras oscuras. Uno a uno, hasta donde la vista llegue, habrá una pipa encendiéndose, alumbrando por un instante tan fugaz como el efecto mismo de esa fumada. Es la horita feliz. También para Miguel. Ahí, en el canal, cuatro anillos lejos del poder, sazonadas con la droga está mezclada la miseria, la adicción y la enfermedad mental, pero a la mirada de la ciudad no son más que un problema estético a resolver, un dolor de cabeza para los policías. —Hay mucha gente a la que le conviene que esto siga así. Desde oenegés que reciben fondos, hasta distribuidores de droga. Es un negocio grande, advierte el Dr. Soleto, desde su oficina en la gobernación del departamento. Son las 19:50 del día en que vería por última vez a Miguel. Me dice que ojalá alguien de su familia lea esto, así sabrán que está vivo, y que va a seguir peleando. —Fajar y resistir -le digo. —Aguantar hasta que no se pueda más, hasta que uno quede frío y ojalá lo entierre su familia, y no que un tipo de la morgue lo arroje a uno a la fosa común. Como si fuera un perro. Nos despedimos y mientras camino pienso en la gente que vi beneficiándose directa o indirectamente de la miseria. El vendedor de drogas; Doña Carmela, que les vende comida que prepara recogiendo las verduras de la basura del mercado y comprando la carne que se está a punto de tirar; el hombre de chaleco negro que cobra dinero; los Albertos, que son quienes compran cosas robadas; los hombres de uniforme que les quitan plata, las tiendas de barrio. Sí, es un negocio muy grande. Cien metros después de la despedida con Miguel, unos hombres de uniforome, sin identificaciones, en una moto negra y china, sin placas. Frenan de golpe y me preguntan qué hago tanto en la rotonda. Apenas preguntan, uno se baja e intenta quitarme la mochila y vuelve a preguntar: —¡Qué mierda haces todos los días en la rotonda! —¡Escribo sobre el ex boxeador! Entonces viene el gancho directo al estómago, la falta del aire, el reclamo de la gente por el abuso, la advertencia. Y pienso en ese momento que Miguel ha aguantado más que esto. Pienso en fajar y en resistir. Pienso en su pasta de campeón.
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Género Periodístico: Crónica
Un fin de semana con
Pablo Escobar Parte Final
Juan José Hoyos
C
uando íbamos por el camino, Pablo Escobar dijo algo que me dejó helado: —Escribí el libro. Salite del periódico. Yo te doy una beca. Llegamos a la hacienda Nápoles casi a las tres de la madrugada. La casa estaba en silencio. Había ranas por todos los rincones. Juan Sebastián, mi hijo, todavía estaba levantado y trataba de capturar una viva. Casi no logro convencerlo de que se fuera a dormir. Escobar y yo llevamos al guardaespaldas hasta la cama. Antes de cerrar la puerta le quité los zapatos. Al día siguiente, muy temprano, la casa volvió a animarse. En el aeropuerto de la hacienda se oían aterrizar y despegar los aviones. Por los preparativos en la cocina parecía que los invitados de ese día eran muchos y muy importantes. Yo me senté junto a la piscina y me puse a mirar cómo el técnico traído de Bogotá acababa de reparar el toro mecánico. Sabía por la esposa de Pablo Escobar que él no se iba a levantar antes de la una o las dos de la tarde. —Él siempre se acuesta tarde y se levanta tarde.
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música danza teatro letras cine pintura El primero que llegó a Nápoles ese día fue el senador Alberto Santofimio Botero. Media hora después llegaron en su orden los congresistas Ernesto Lucena Quevedo, Jorge Tadeo Lozano y Jairo Ortega Ramírez. No reconocí a ninguno de los otros, pero había visto sus fotos en la prensa. Todos se sentaron a tomar whisky bajo unos parasoles en los alrededores de la piscina. Pablo Escobar no salió a recibirlos sino hasta las dos de la tarde. Cuando se acercó a la mesa donde los congresistas conversaban y bebían en forma animada, todos sin excepción se levantaron como si fuera el 20 de julio y el presidente de la república acabara de hacer su entrada al Salón Elíptico del Capitolio Nacional. Una hora después, una caravana de carros partía de Nápoles hacia una de las fincas de Escobar situada cerca del Río Claro. La casa era una cabaña de troncos construida alrededor de un lago donde el delfín que él había mandado traer desde Miami lloraba y daba vueltas asomándose de vez en cuando a mirar la concurrencia que lo observaba como si fuera un animal del otro mundo. Después de una corta visita a la finca del delfín, la caravana de carros se dirigió hacia otra finca situada sobre la margen izquierda del Río Claro. Era otra cabaña de madera escondida en medio de un bosque tupido. Los trabajadores de Pablo Escobar iban y venían por la casa y sus alrededores preparando un fogón donde se iba a asar media res para todos los invitados. De pronto, uno de los guardaespaldas de Escobar bajó por el río manejando un extraño bote que parecía un caballo de agua dulce. El aparato tenía casco de acero y estaba impulsado por una hélice de avión Twin Otter instalada en la cola. El aire que desplazaba la hélice impulsaba el bote por el agua, por los pantanos, por la tierra, como si no existiera para él ningún obstáculo que lograra detenerlo. —Esto es para atravesar los Everglades y todos esos otros putos pantanos de la Florida —me dijo en voz baja uno de los trabajadores de Escobar cuando notó mi curiosidad por el aparato. Pablo Escobar ordenó que el bote se arrimara a la orilla y se montó en él como un jinete avezado. Uno de sus hombres le cubrió las orejas con unos tapones de corcho para que el ruido del motor de la hélice no lo ensordeciera. Los congresistas fueron invitados a abordar el aparato. Ellos lo hicieron en orden: primero Santofimio, después Lucena y por último Jairo Ortega. Tadeo Lozano se quedó en la orilla. Apenas me vio observándolos desde la orilla, Escobar me hizo señas con la mano para que les tomara una foto. Yo disparé mi cámara, entre sumiso y regocijado. Los congresistas se asustaron cuando vieron la cámara. Pablo Escobar les dio un paseo por el río. Cuando regresaron, llamó aparte a Alberto Santofimio Botero y le dijo: —Venga, doctor, le presento a un amigo. Él es periodista de El Tiempo. Santofimio me dio la mano a regañadientes, tragando saliva y sin mirarme a la cara. —¿Y usted qué está haciendo por aquí, hombre? —me preguntó con un gesto de disgusto. Yo le contesté: —Lo mismo que usted, doctor...
A renglón seguido Pablo Escobar tomó en sus brazos a mi hijo Juan Sebastián e insistió en que les tomara una foto. El asado terminó poco después de las cinco de la tarde. Me despedí de Escobar y de su guardaespaldas con cara de asesino y regresé directamente a Medellín sin volver a la hacienda Nápoles, donde los aviones iban a recoger a los congresistas y al resto de los invitados. Al día siguiente fui a la oficina del periódico y llamé por teléfono a Enrique Santos Calderón. —¿Cómo le fue? —me preguntó. —Muy bien —le contesté entusiasmado. En forma breve le conté algunos episodios de la historia. Él se rió cuando escuchó ciertos pasajes . Después me dijo: —Yo creo que podríamos publicar el reportaje el próximo domingo. Esa misma tarde la revista Semana empezó a circular con un reportaje sobre Pablo Escobar titulado “Un Robin Hood paisa”. La nota era producto de la ofensiva de relaciones públicas que habían comenzado a desplegar los hombres de Escobar y destacaba las cualidades humanas y filantrópicas del nuevo congresista antioqueño elegido en las listas del Movimiento de Renovación Liberal. El escritor del texto decía, poco más o poco menos, que los pobres de Medellín por fin habían encontrado su redentor. Al día siguiente toda la prensa del país se fue en contra de Semana. Un día después, en su editorial, Hernando Santos, en el periódico El Tiempo, recriminó a Semana en términos muy duros y dijo que reportajes como ése sólo contribuían a glorificar a los capos del narcotráfico. Al mediodía recibí una llamada urgente de Enrique Santos Calderón. —Olvídate del reportaje con Pablo Escobar... ¡Y te pido por favor que jamás le vayas a mencionar este asunto a mi papá! Mi reportaje nunca fue publicado y quedó convertido en unas cuantas notas apuntadas en una libreta que luego perdí. Las fotos de los congresistas quedaron muy bien. Yo las guardé celosamente durante varios años. Mientras tanto en el país las cosas de la política se volvieron cada vez más sórdidas debido al dinero que entraba a montones a las arcas de los partidos por cuenta de los traficantes de drogas. Durante el gobierno de Belisario Betancur, la situación se tornó más tensa cuando el ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla decidió enfrentarse públicamente con Escobar, luego de ser acusado de recibir dinero de la mafia. Un tiempo después, Lara Bonilla fue asesinado y un juez de la república dictó auto de detención contra Pablo Escobar y otros capos del narcotráfico por su posible participación en el asesinato del ministro. Desde entonces, Escobar desapareció de la vida pública. Aunque lo intenté varias veces, con la idea de que me contara unas cuantas historias más, no pude volver a verlo. Luego vinieron la pelea con el cartel de Cali, las bombas, los asesinatos de policías y toda esa larga historia de terror que rodeó a Escobar por el resto de su vida, hasta el día en que fue acribillado a balazos por un comando del Cuerpo Élite de la Policía Nacional, el 2 de diciembre de 1993, un día después de su cumpleaños.
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¿Quieres saber la razón por la que somos zurdos o diestros?
Agencias
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ntre un 10% y un 15% de la población es zurda. Su existencia no está determinada por la raza, el sexo, ni por lugar de origen. El halo de misterio que envuelve a los que escriben con la mano izquierda les ha relacionado con la pintura, la música y la introversión, mitos que la ciencia se ha ido encargando de borrar con el paso del tiempo. La explicación de por qué algunas personas muestran destreza con una mano y el resto con la contraria, o con ambas, hasta ahora se antojaba un enigma. Aunque se relacionó durante mucho tiempo con el resultado de la actividad que registraba el hemisferio derecho o izquierdo del cerebro durante el desarrollo del feto, un nuevo estudio ha desechado esta causa y ha resuelto el misterio. Los investigadores de la Universidad Ruhr de Bochum en Alemania, señalan que, aunque esta habilidad sí se desarrolla en el vientre materno, su causante no es el cerebro, sino la médula espinal. Los científicos detectaron que a las ocho semanas de gestación ya existen marcadas diferencias genéticas entre zurdos y diestros. La expresión de ciertos genes de la médula espinal, encargados de controlar el movimiento de las piernas y los brazos es distinta para cada uno de estos grupos.
Waist training:
el secreto de la cintura Kardashian Agencias
E
l objetivo de hacer la cintura más pequeña parece tener solución. Después de ver la nueva silueta de las Kardashians y Kylie Jenner, no podemos negar que pensamos que el corsé es lo que nos hace falta para lograr esa figura clásica como de reloj de arena. Aunque realmente nos cuestionamos si el waist training es una medida algo excesiva para lograrlo. Tenemos la duda de qué tan sano es usar un corsét durante todo el día y qué tan permanente son sus resultados. Lo que sí es un hecho, es que llevar un waist trainer por 12 horas al día puede ser algo doloroso, la misma Kim Kardashian lo confesó en una entrevista para The Insider. Así que si todavía quieres hacer la prueba y crees tolerar el dolor, te revelamos algunas cosas que debes saber sobre el waist training: El tiempo para ver resultados varía, pueden ser desde 2 semanas hasta 1 año. Si es tu primer día con un waist trainer, úsalo durante 1 hora y media o 2 horas, solamente. Después puedes incrementar gradualmente el tiempo durante los siguiente 10 a 14 días, hasta llegar a alrededor de 6-8 horas al día. Ve despacio. Su propósito no es la pérdida de peso, sólo de medidas. Sin embargo, si se pierde peso es porque el corsét no da lugar para comer en grandes cantidades. Es como un tope para tu estomago.
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Es importante usar la talla correcta. Una talla pequeña no logrará resultados más rápidos, sólo te hará sentir incómoda y puede ser peligroso. Cuando se vuelve más y más apretado un corsét, se pueden dañar algunos órganos internos. Esto es porque el corsé puede tirar de las costillas para reacomodar órganos como los pulmones, riñones, hígado o el bazo, para reducir con eficacia la cintura. Debes usarlo de la forma correcta. El waist trainer ayuda a mejorar la postura y tener un mejor soporte en la espalda pero, si se usa por tiempos prolongados, puedes hacerte dependiente de él y debilitar los músculos de tu espalda así como el core. Como en todo, necesitas un día de descanso. Debes llevar una alimentación saludable y hacer ejercicio si quieres optimizar los resultados.