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Día del Seminario
Les presentamos la segunda parte de algunos escritos reflexionando sobre la vocación y el llamado al sacerdocio por algunos seminaristas, con motivo del Día del Seminario.
"Todo mundo se ha ido tras él" (Jn 12,19)
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Por J Odilón
Hoy la Iglesia de Querétaro celebra el día del seminario en algunas parroquias, motivo de nuestra presencia entre ustedes. ¿Qué es el día del seminario?
Es el día en que todos aquellos que hemos escuchado el llamado de Dios a consagrar nuestra vida al servicio de su pueblo, nos hacemos presentes entre ustedes para que nos conozcan, además para compartir la alegría de esta vocación y motivar a la oración por las vocaciones.
Toda vida es una vocación. En cada vida se hace presente la grandeza del amor de Jesús y de la salvación que el Padre nos ha regalado. La vocación al sacerdocio no es por designación de los hombres, ni por mediación humana, sino por
Donde yo sea feliz
Por C Rodríguez
Tecontaréunpocomihistoria,en octubre de 2008 viví mi encuentro con Cristo, un Dios vivo y resucitado, en la comunidad quédate con nosotros. Un fin de semana que cambió mi vida, marcando un antes y un después. Sin embargo, no pensaba aún en una vida consagrada a Dios en el seminario, de hecho, en aquel momento mi novia iba junto conmigo al momento de adoración que pasábamos cada semana delante del Santísimo Sacramento.
Así continuó el tiempo y yo me fui a la universidad. Estando en el primer semestre de la carrera había una fuerte inquietud en mi corazón y una espinita que no me dejaba en paz. Un día le hablé al Padre y le dije: “necesito hablar con usted”.
Él me dijo “si quieres vamos por unas alitas o a un café”, pero le dije
Jesucristo y Dios Padre (cfr. Ga. 1).
Quiero compartirles que Dios sigue llamando a Jóvenes que quieran conocer a su Hijo Jesús, como lo hizo en otro tiempo, “llamo a los que él quiso para que estuvieran con él”. Hoy, por medio de nosotros, también está haciendo esta llamada a cada uno de los jóvenes que están aquí presentes, les hago la invitación a conocer el seminario, es el mejor lugar para conocer a Jesús y discernir a qué vocación está llamando Dios, Él quiere lo mejor para nosotros, que seamos felices, que nos sintamos amados, y dejar de mendigar cualquier falso amor que el mundo nos ofrece.
San Agustín dice: “Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón esta inquieto, hasta que descanse en ti”, por tanto, les invitó a que todos vayamos tras de él y vivamos con él.
¿Sacerdote? La duda que se volvió don... confesión de un corazón de seminarista Por C. A. Mata L.
Cuando me preguntan ¿Cómo vas en tu vocación? me inunda un sentimiento de alegría y nostalgia al recordar tantas experiencias que Dios me ha concedido vivir, es algo tan especial que más que narrar hechos me gusta describir los sentimientos y pensamientos que brotan de mí: Dios, realmente has querido estar cercano en mi vida. Desde pequeño había sentido que tu presencia me había acompañado en cada momento de mi vida y siempre me llenaba de ilusión saber más de ti, preguntarte ¿quién eres?
Conforme crecía y me adentraba entre las tramas de la sociedad y del tiempo, cuántas veces me pregunté ¿dónde estás? ¿Cómo buscarte en medio de mis días de felicidad y tristeza, en la brisa y la tormenta, en la compañía y la soledad…? que lo que quería decirle necesitaba un mejor lugar, por lo que fuimos a una iglesia, nos sentamos en una banquita frente a la capilla del Santísimo en una iglesia, que ahora sé, era la Iglesia Catedral. Ahí fue la primera vez que dije: “quiero ser sacerdote” y lloré de la emoción.
Y ahora que he emprendido esta aventura, descubro que mi vida tiene ansias de ti, han sido tantas las gracias y gestos de amor que has tenido conmigo que en mi corazón sólo resuena, con plena confianza, la pregunta ¿cómo te puedo servir?
Sabes… tras unos cuantos años vivir en tu casa, en el corazón de tu Iglesia, he corroborado que eres un excelso padre y amigo, que tus extraños planes tienen más sentido que mis propias certezas. Quiero ser música de ti para los demás, llevar tu esperanza a un mundo resignado a la frustración, pero, sobre todo, quiero ser un testigo fiel del amor que tienes para con todos.
¡Seguirte cuesta la vida, pero me doy cuenta de que duele más vivir alejado de ti!
Ha habido momentos de grande consolación y momentos de grande desolación, sigo caminando poniendo en las manos de Cristo mi vida y que él me lleve a donde sea su voluntad, donde yo sea feliz y le dé mayor gloria. La vida, y la vida de fe, son un continuo sube y baja donde se entremezclan claroscuros, pero donde uno debe tener la certeza de que el Señor siempre busca nuestra felicidad y plenitud, en donde sea que nos ponga para ser felices, y no gente frustrada, sino plena y alegre. ¡Ánimo, es Él quien cree en ti!
A ser como árbol, Dios me llamó
Por C. A. Mata
Siempre he considerado que la vocación es como un árbol. Dios ha puesto una semilla de amor y santidad en cada uno de nosotros, para eso estamos llamados. Pero esa semilla hay que ayudarla a crecer y, sin duda, los mejores nutrientes los encuentra en la familia.
Crecer implica un doble movimiento, por un lado, echar raíces fuertes, que debe ser afianzar valores y virtudes de humanos y, por otro lado, crecer en la caridad como cristianos. Dios es como el sol que da luz y calor a nuestro actuar y, a la vez, agua que da vitalidad y sentido a nuestro día a día.
Así, a lo largo de nuestra existencia estamos invitados a ser testigos de Dios en medio de nuestro mundo, dando frutos de santidad, mismos que en muchos otros hará germinar la semilla de la confianza para vivir con plenitud su vida a la luz del amor de Dios.
Entonces, pues, he de decir que el seminario ha sido, gracias a Dios y a ustedes, un árbol fecundo del que todos hemos sido responsables y beneficiados. Cada quien aporta desde sus posibilidades, la ayuda espiritual y material que necesita para seguir dando frescura y frutos a un mundo tan necesitado de Dios.
Los jóvenes que allí nos formamos tenemos, pues, un fuerte sentimiento de gratitud, primero con Dios por permitirnos descubrirle en tan especial camino y, en segundo, con cada uno de ustedes que no deja de alentarnos y sostenernos en las necesidades que se van presentando.
Que nunca se nos olvide: en nuestra vocación particular, a pesar de las adversidades que podamos encontrar, el anhelo de santidad debe fundarse en el encuentro con Dios.