19 minute read

Texto Nombramiento de la Reina del Encuentro Glorioso y Ángel de Resurrección 2019

Texto nombramiento de la Reina del Encuentro y Ángel de la Resurrección 2019

SERAFINA SILLA AGUSTÍ

Advertisement

“¡QUÈ GUAPA QUE VA LA REINA, QUÈ BÉ LA ROBA LI PARA…!”

He querido empezar con estos dos primeros versos de una poesía dedicada a la Reina del Encuentro que nos recitaba una tía nuestra. Por desgracia, solo recuerdo esos dos versos.

Cristina, María, autoridades eclesiásticas y civiles, Junta de Hermandades, Hermano Mayor Supremo, camareras Blanca y María, pajes, estimados asistentes y padres de “Sus Majestades”.

No, no he querido hacer mofa de la palabra “Majestades”.

Según la R.A.E. de la Lengua, el término “Majestad” alude al “aspecto o condición de una persona que, por su grandeza, solemnidad y honor es capaz de infundir admiración y respeto”.

Creo que todos estarán de acuerdo conmigo en que estas son cualidades inherentes a la figura de la Reina del Encuentro de nuestra Semana Santa.

Bien. Reconozco que, cuando me propusieron intervenir en este acto, me sentí a la vez que honrada, sorprendida y abrumada. Dije que tenía que pensarlo, porque entrañaba mucha responsabilidad y no sabía si estaría a la altura.

Tras mucho pensar, me dije: “Es tu sobrina y todas las palabras que pronuncies van a salirte del corazón”.

Suena “cursi”. Pero es la veritat.

Así que, acepté… y aquí estoy.

Me gustaría hacer un pequeño repaso por la historia de la Hermandad, en concreto por sus inicios y su fundación. De cuando un grupo de jóvenes, amantes de la Semana Santa torrentina, decidieron ilusionados, fundar una nueva hermandad.

Fue el Domingo de Ramos de 1946 cuando surge la idea, que va tomando cuerpo a lo largo de la semana. El mismo Jueves Santo se reúnen por primera vez y el Domingo de Resurrección crean la primera junta provisional.

Con la ayuda y la guía de Ricardo Rodríguez López, Isidro Romeu Mora y Vicente Romeu Mora y bajo el amparo del Padre consiliario, superior de los Terciarios Capuchinos; los jóvenes: Francisco Romeu Planells, Francisco Puig Garrigues, Francisco Mora Lerma, Pascual Ricart Mesado, Francisco Carratalá, José Ánchel Ortí, José Llópez Piles, Francisco Moreno March y José Silla Torrent (abuelo de María), están presentes en el acto oficial de constitución de la hermandad, que tiene lugar en el Convento de Ntra. Sra. de Monte-Sión, el 30 de mayo de 1946.

Allí queda aprobado el nombre de la Hermandad: “Oración del Huerto” y la participación, de la ya constituida Hermandad, en la Semana Santa del siguiente año.

Antes de finalizar el año 1946, en el mes de diciembre, acuerdan establecer el hábito definitivo: blanca la túnica y verde la capa y el capuchón y el distintivo de la hermandad, formado por un cáliz y dos ramas de olivo.

El nombre de la hermandad: “Oración del Huerto”, acertado y apropiado, porque prácticamente la Pasión del Señor comienza con ese temor de Jesús, a lo que sabía le esperaba: “Padre, si es posible, aparta de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”.

Y el distintivo: el Cáliz de la Pasión con las dos ramas de olivo que se cruzan y se entrelazan como nuestras manos cuando elevamos una plegaria al cielo.

El Domingo de Ramos de 1947, sale por primera vez la Hermandad desde el domicilio del Hermano Mayor, Francisco Romeu Planells, acompañados por la Hermandad del Santo Sepulcro y acuden a por el banderín a casa de la madrina del mismo, Consuelo Barberá González, que lo había confeccionado y bordado con primor.

Y, desde entonces, hasta hoy.

Bien, después de este trocito de historia, quiero saludar de una manera especial y con mucho cariño a uno de sus protagonistas, a un miembro fundador de la Hermandad, que sigue con nosotros trabajando con la misma ilusión del primer día: Francisco Puig Garrigues, el tío Paco “el de Chimo”.

Dicho esto, y en primer lugar, quiero dar la enhorabuena a Cristina, Reina del Encuentro del 2018 y a sus padres, Jesús y Encarna.

Y, con el permiso de todos ustedes, voy a dirigirme en especial a María, a Mari Carmen y Alfredo, que depositaron su confianza en mí. Espero no defraudaros.

Voy a intentar plasmar con palabras, lo que ha significado y significa la Hermandad de la Oración del Huerto dentro del entorno de nuestra familia.

María, voy a intentar contarte algunos recuerdos de mi infancia que me vienen a la mente, relacionados con la Hermandad de la Oración del Huerto.

El yayo, durante toda su vida tuvo muy presentes esas palabras que Jesús pronunció dirigiéndose a Dios. Sobre todo, cuando sufrió esa larga enfermedad que le llevó al cielo.

En casa del yayo “cachet” y de la yaya Loli, estaba presente la Hermandad, durante todo el año.

Todos los meses se reunía allí la Junta, porque el yayo era el encargado de las cuentas, el tesorero.

La yaya les preparaba una “picaeta” y a los niños nos mandaban a dormir, porque la reunión se hacía de noche. Pero nosotros abríamos bien los oídos para oír lo que decían:

Que si había un montón de parches de tambor rotos. “¿Qué hacemos, los reparamos o los compramos nuevos?”

Que si las imágenes del paso estaban para restaurar.

Que si el altar tiene goteras y se tendrán que reparar.

Que si pintamos la cúpula.

Que si incorporamos gaitas a la banda.

Y otras cosas, propias de las Juntas.

Pero recuerdo con especial cariño la lotería de la “Oración del Huerto”.

Y tú, dirás: ¿la lotería?

Pues sí, el yayo se encargaba también de la lotería y nos dejaba poner el cuño de la Hermandad en las papeletas. Todos queríamos estampar el sello. Y él, nos decía: “medio sello en la matriz del talonario y el otro medio en la papeleta”.

Al final, nos cansábamos y tenía que terminar él.

Pero bien, te he dicho que recuerdo con especial cariño la lotería, no solo por el cuño, sino porque cuando se acercaba la Navidad, el yayo sacaba la caja de las figuritas del Belén y cada una estaba envuelta en un décimo del sorteo de Navidad o del Niño del año anterior. Por supuesto porque no había salido premiada.

Y, cuando pasaba la Navidad, volvía a guardar las figuritas, protegidas por los décimos de ese año. Recuerdo el cariño y cuidado que ponía en cada una, porque eran de barro y las apreciaba mucho. Se las habían regalado cuando era pequeño.

Otro bonito recuerdo: “les cachetes”, confeccionando los hábitos de las hermandades.

Nada más pasar el verano, venía gente de todas las hermandades para que les cosieran la “vesta”.

Allí tenías a la tía Concha, arrodillada, cortando las capas; la tía Mercedes y la tía Rosario, que, por cierto, fue camarera de la Reina del Encuentro allá por el año 1925. Pues ella y la tía Mercedes, redondeando la orilla de las capas. Y la tía Fina bordando el escudo o emblema de cada hermandad en el capuchón.

Después, allá por el mes de Febrero, tu padre con la corneta, y el tío Fran con el tambor, cuando regresaban del colegio se ponían a ensayar en la terraza. No sé, si para gusto o disgusto de los vecinos.

Y, conforme nos íbamos acercando a la Semana Santa, la casa se vestía de verde, ese verde esperanza que luce nuestra Hermandad.

Mi madre, la yaya Loli, arreglando el largo de las túnicas y las capas, porque tu padre y el tío Fran, se empeñaban en crecer un palmo todos los años. La Junta, ultimando detalles: - ¿De dónde cortarían la rama de olivo para la carroza? Porque antes era natural. - ¿Cuántas ramitas de olivo tendrían que preparar para que las llevaran los hermanos el Domingo de Ramos? - Si a las ruedas de la carroza les faltaría aire… - Si las cadenas para la Procesión del Miércoles Santo tendrían que revisarlas…

Y, me emociono mucho, cuando recuerdo que, cada Martes Santo, mis hermanas y yo acompañábamos a mi padre a poner a punto las imágenes del paso.

El paso, ese paso tan precioso obra del torrentino Vicente Pallardó Latorre, que adaptó la obra de Salcillo, de la Semana Santa murciana a su estilo, consiguiendo hacer las cinco figuras de una talla perfecta y delicada.

Los tres apóstoles: San Pedro (el que a mí me gustaba limpiar, porque no tenía pelo y era más fácil sacarle brillo), Santiago y Juan, los tres durmiendo. Jesús con la mirada elevada al cielo y el ángel con las alas desplegadas como brindándole protección.

Después, íbamos con el “tío Kiko”, a recoger: romero, tomillo, manzanilla y otras hierbas aromáticas y silvestres, características de nuestra tierra que, junto a la rama de olivo, hacían que la carroza pareciera, en verdad, el Monte de los Olivos.

Y el Miércoles Santo, el día especial de la Hermandad, mi madre, casi al alba, planchaba las telas que cubrían la carroza, para que, por la noche, en la “Procesión de las Cadenas” lucieran bien bonitas.

Jueves y Viernes Santo, los “Oficios” propios de la Semana Santa, en la Iglesia del Convento de Monte-Sión con los laterales invadidos por los distintos pasos, a punto para desfilar.

Y por la noche, “el Santo Entierro”… las puertas de casa, abiertas de par en par, para mostrar el respeto a las imágenes y revivir, en cada una de ellas, los momentos de la Pasión de Nuestro Señor.

Y el Día de Pascua….emocionados y ansiosos por ver pasar a la Reina del Encuentro.

Y después, cómo no, a comernos la mona y a volar el “cachirulo”.

Pero un momento que recuerdo con especial emoción es el primer Miércoles Santo en que mi padre, tu abuelo, ya no estaba entre nosotros.

Cuando la “Procesión de las Cadenas” pasó por casa, el paso de la “Oración del Huerto” se detuvo y todos los miembros de la Hermandad elevaron una oración por él, por su alma. ¿Quién le iba a decir a “Pepe el Cachet”, miembro fundador de la Hermandad, que de su casa saldrían dos Reinas?... La tía Monte, y ahora, tú. La tía Monte, Reina del Encuentro de 1992 para orgullo y alegría de todos los suyos. Y, con ella, camareras y pajes de dentro de la familia y de dentro de la Hermandad.

Por cierto, que algunos de los pajes que te acompañarán son hijos y sobrinos de los que, en su día, acompañaron a Monte. Hasta llevarás a tu lado una camarera que también se llama Blanca, como una de las que acompañó a Monte y ahora, madre de uno de los pajes.

Esto que te he contado, María, son algunos de mis recuerdos, buenos recuerdos que han hecho que quiera y que me sienta tan vinculada a la Hermandad de la “Oración del Huerto”.

Tan solo tengo un recuerdo que no fue tan bueno: …y es que un año me empeñé en ponerme la “vesta” de mi padre en la Procesión de las Cadenas, porque él iba manejando la carroza y no se la iba a poner.

Bueno, pues entre las cadenas, el paso lento y los agujeros de los ojos del capuchón, acabé más mareada que un “all i oli”.

Así que, si pensabas dejarme tu vesta este año, porque tú no la vas a usar, te lo agradezco, pero no…Yo, detrás del paso, como siempre.

Y ahora me voy a centrar en ti, María, como Reina del Encuentro.

Desciendes de dos familias arraigadas y muy ligadas a la Semana Santa torrentina.

Por parte de la yaya “Sunsión”, a la Hermandad de la Santa Cena y por parte del yayo “Cachet”, a la Oración del Huerto.

Tu padre, tu hermano y tú, desde que nacisteis, habéis estado dentro de la Hermandad. Y tu madre, al casarse con tu padre, entró a formar parte de la familia de la “Oración del Huerto” con todas sus consecuencias. Y, esta es una de ellas. Una bonita consecuencia. ¿No, Mari Carmen?

Recuerdo que el día que tu madre, embarazada de ti, nos dijo que llevaba una niña nos pusimos a contar los años que le quedaban a la Hermandad para sacar Reina; unos en broma y otros en serio.

Y, ya ves, quince años después, en casa de las tías, cuando toda la familia estaba ensayando la Misa de las Bodas de Plata de Fran y Amparo, tus padres nos soltaron la gran noticia: “Un momento de silencio, por favor, tenemos que deciros una cosa: María va a ser la Reina del Encuentro”.

Como tú estabas allí, sabes el jaleo que se armó. Después de los aplausos y vítores hacia tu persona, empezamos todos a decir tonterías: los tíos querían ser pajes, las tías camareras…, en fin, esas cosas que se dicen cuando uno está emocionado y contento.

María, desde pequeña has estado muy unida a la Hermandad. Cuando aún no levantabas un palmo, ya vestías el hábito con mucho orgullo. Primero, heredado de tu hermano o de alguno de tus primos, hasta que te tuvieron que hacer uno a medida porque les habías alcanzado en altura.

Siempre orgullosa de pertenecer a la “Oración del Huerto” e ilusionada por participar en todas las procesiones, sin quejarte de cansancio. Tus ilusiones han ido cumpliéndose: del tambor de juguete pasaste a uno de verdad y después te incorporaste a la sección de gaitas de la banda. En el año 2013 fuiste Hermana Mayor y, este año, se hace realidad tu sueño y el de las jóvenes torrentinas vinculadas a cualquiera de las hermandades: ser Reina del Encuentro Glorioso.

Sé, porque me lo han contado, que fuiste tú la que les insinuaste a tus padres el deseo de ser Reina. Y, tus padres, después de sopesar los pros y los contras y proponerlo a la Junta de la Hermandad, que aceptó de buen agrado, te lo concedieron.

Desde entonces has vivido y vivirás un tiempo lleno de emociones: las Bodas de Plata de tus padres, el nombramiento como Reina del Encuentro, hoy, tu presentación oficial como tal, dentro de unos me-

TU TIENDA DE MUSICA EN TORRENT

C.C. Las Américas. Planta Alta 46900 Torrent. Parking gratuito Teléfonos: 961551402 - 685288393 Email: latraviata@gmx.es

ses recibirás el Sacramento de la Confirmación, también vas a ser clavariesa de tu querida Virgen María Auxiliadora y, cómo no, recordarás de un modo muy especial el Domingo de Gloria de Resurrección como Reina del Encuentro Glorioso.

Què més es pot demanar?

Reina del Encuentro Glorioso, figura muy importante dentro de la Semana Santa torrentina. Nunca pudo imaginar Doña Germana de Foix la trascendencia y repercusión que iba a tener su presencia, como representante de la Casa Real, en el acto de nuestro Encuentro Glorioso.

Y, este año, vas a ser tú la que rememore ese acontecimiento y siga la bonita tradición que perdura a lo largo de los años.

Sé, que a pesar de tu juventud, eres una persona muy madura y que vas a desempeñar tu cargo poniendo el alma y el corazón.

También sé que no vas a ser, simplemente, la persona que recuerda y representa a Doña Germana. Estoy segura de que cuando presidas las procesiones serás consciente de lo que representa cada imagen, cada paso; y que vas a ser la voz y la presencia de todo un pueblo que acompaña a Nuestro Señor en todos los momentos de la Pasión:

La alegría del Domingo de Ramos, la solemnidad de esa Santa Cena, la angustia de Jesús al saber el sufrimiento que le espera, la impotencia de los que le seguían sin poder hacer nada por Él, el dolor de una madre sabedora del destino de su hijo…

Pero todo esto dará paso a un momento grandioso, ese momento en el que se olvidan los sufrimientos y las penas, porque Jesucristo, el Hijo de Dios, ha vencido a la muerte y nos ha llenado de esperanza.

Este año, cuando se acerque la Semana Santa, la casa de la yaya, como cada año, volverá a vestirse de verde, albergando esos trajes que esperan preparados y a punto para que todos los llevéis con cariño y respeto a lo que representan.

Este año toda la familia y, en especial, vosotros, Alfredo y Mari Carmen, padres orgullosos de vuestra hija, y tú Alfredo, su hermano, viviréis la Semana Santa de una manera diferente y la recordaréis toda la vida con mucho cariño y emoción.

Sé que te acordarás más especialmente del yayo Ernesto y del yayo “Cachet”, que desde el cielo soltarán alguna lagrimita de alegría.

Este año, la “Oración del Huerto” se viste de gala porque tú, María, al frente de tu Hermandad, vas a ser la que anuncie a todo el mundo que Jesucristo ha resucitado; por algo, además de Reina del Encuentro Glorioso, eres Ángel de Resurrección.

Vive, con toda la intensidad con que seas capaz, cada momento y piensa en lo afortunada que eres por poder desempeñar este cargo que engrandece esta fiesta tan nuestra.

Me gustaría que, mientras vayas bajando “el carrer del Convent” enseñando esos “clotets” que aparecen en tus mejillas cuando sonríes y el corazón se te acelere por la emoción, pienses por un instante en ese grupo de jóvenes, entre ellos el yayo “Cachet”, que al abrigo y ayudados por sus mayores, quisieron formar parte de la Semana Santa torrentina desde dentro y fundaron la Hermandad de la “Oración del Huerto”.

A ellos les debes el estar hoy aquí. A ellos y a todos los que han trabajado por la Hermandad. A los que ya no están entre nosotros y a los que siguen al pie del cañón.

Y ahora, vuestro turno, Blanca, María, las camareras. Una a cada lado de la Reina, como protegiéndola y apoyándola.

Las camareras eran mujeres que pertenecían a la nobleza y contaban con la total confianza de la Reina. Se encargaban de servirla en todo lo que necesitara y de asesorarla. Eran sus amigas, sus confidentes.

El de camarera de la Reina era un cargo muy importante, igual que el que vosotras vais a desempeñar.

Las dos venís de familias muy comprometidas con la Semana Santa:

Blanca, tú de dentro de la hermandad del Santo Sepulcro por parte de tu familia materna. Y por parte de la familia de tu padre, “dels Puchades”, toda la vida entregados a la Hermandad del Ecce-Homo.

Y María, tu abuelo paterno, y aunque no de las hermandades torrentinas, es miembro de la Cofradía San Pedro de los Californios de la Semana Santa de Cartagena; y el padre de tu yaya Encarna, fue fundador de la Hermandad del Santo Sepulcro. Y, si hablamos de la familia “dels Chimos”, fundadores de la hermandad de la “Oración del Huerto”: bisabuelo, abuelo, tíos, primos y tu madre siempre han estado dentro del corazón de la Hermandad.

Fijaos si tenéis las dos antecedentes y motivos para que os guste estar muy presentes en la Semana Santa de Torrent.

María, Blanca, vosotras y vuestras familias ya habéis sentido la emoción de lo que es participar como protagonistas en el Encuentro Glorioso.

Blanca, tu tía María Teresa fue Reina del Encuentro en el año 2008; tu hermana Inma, paje dos veces y camarera el año 2014; tú también has sido paje y este año eres camarera.

Y, María, tu hermana Amparo también fue camarera en el 2016; el mismo año que tú fuiste paje. ¿Os habéis dado cuenta de que habéis ido subiendo un peldaño cada vez?

Primero pajes, ahora camareras… lo próximo que os toca es el reinado, ser Reinas del Encuentro.

Encarna, Inma, ¿qué me decís?

Bueno, y ¿quién nos falta para completar el cuadro?

Los pajes, el séquito Real. ¿Qué sería de la Reina del Encuentro sin esas personitas que le ayudan a llevar el peso de la capa?

Ya podría ser la capa más preciosa del mundo, que no luciría nada, sin el remate, los pajes; esas perlas que realzan el bordado: Ángel, Marta, Mía, Carla, Mireia, Martina, Guillermo, David, Júlia, Ana, Jordi y Elena.

Si la Reina y las camareras provocan expresiones de admiración, cuando llegan los pajes, portando la capa, se convierten en expresiones de dulzura. Porque vosotros, los pajes, niños y niñas, sois la chispa que enciende la ternura en la gente, el acabado de la obra de arte. Sois ángeles bajados del cielo que custodian a la Reina.

Os doy la enhorabuena, Mari Carmen y Alfredo, porque habéis tenido la valentía de afrontar esta responsabilidad. Y, al mismo tiempo, os doy las gracias por hacerme el honor de confiar en mí.

Enhorabuena, Alfredo, hermano de María.

Enhorabuena yaya Loli, yaya Sunsión, abuelas orgullosas de su nieta.

Enhorabuena, Blanca, María, pajes, padres y familiares del séquito real.

Enhorabuena, Fran, Hermano Mayor Supremo.

Enhorabuena también a la Junta Central de Hermandades por hacer posible que, cada año, vuelva a relucir la Semana Santa torrentina.

Y, por supuesto, enhorabuena a esa familia que viste de verde, la familia de la Hermandad de la Oración del Huerto. Pensad que cada una de vuestras familias es esa ramita de olivo, que, junto a las otras, forman el árbol entero: vuestra Hermandad y la sabia que lo alimenta: vuestra Fe.

Y termino. Termino con las mismas palabras que empecé. Pero como solo recuerdo esos dos versos, me he tomado la licencia de completar la poesía.

Què guapa que va la Reina, què bé la roba li para. En els ulls porta la llum i l’alegria en la cara. El cor, bategant ardent, perquè l’emoció l’embarga, baixa el carrer del Convent majestuosa i en calma. Entre les dos camareres, passet a passet, avança i, en pos d’ella, raere, els pajes portant la capa. Presidint la provessò i de dol vestida, encara, baixa la mare de Déu, coberta en un vel la cara. El compàs de les trompetes i dels tambors, repicant es mesclen entre la gent que a la Reina està esperant. I, en mig de tant de soroll, la Mare de Déu, s’inclina, tres reverències li fa, al fill de la seua vida. De repent, una trompeta a tot el món fa callar. Es fa el silenci en la plaça, pareix que el món s’ha parat. Pareu de tocar, trompetes, deixeu de sonar, tambors, perquè s’acosta el moment tan esperat per a tots. Les notes d’un Aleluia trenquen la pau de la plaça La Verge, se lleva el dol, i la Reina al món proclama que ha triomfat davant la mort, el que és vida i esperança. Al punt s’obri la carxofa, alcen el vol els coloms i centenars d’“aleluies” omplin el cel de colors. Torneu a sonar trompetes, repiqueu de nou, tambors Crist ha tornat a la vida, Crist ha vençut a la mort. I entre “aleluies” i traques que fan tremolar els cors, rodetjà per els seus pajes, la Reina esclata en un plor. Mireu la reina com plora, són llàgrimes d’emoció: És la Reina del Encuentro, l’Àngel de Resurrecció.

This article is from: