Domingo 20 de diciembre 2015 Semana IV de Adviento
Ven Espíritu Santo a nuestras vidas, dispón nuestro corazón para hacer la voluntad del Padre y haz que al escuchar ésta Palabra se acreciente en nosotros el amor hacia Dios y hacia nuestros hermanos. Inspíranos al iniciar, acompáñanos al progresar y danos acierto para cumplir sabiamente tus enseñanzas. Amén.
Lucas empezó por reelaborar ciertos materiales derivados de la fuente relacionada con el Bautista, que presentaban el anuncio de la concepción y nacimiento de Juan según un esquema veterotestamentario. Luego, a imitación de ese modelo, compuso su propio anuncio de la concepción y nacimiento de Jesús. Finalmente, para establecer una correlación más íntima entre los dos relatos añadió el episodio de la visita de María a Isabel. Aquí ubicamos el texto en su contexto. Aquí ubicamos el texto en su contexto. Aquí ubicamos el texto en su contexto. Aquí ubicamos el texto en su contexto. Aquí ubicamos el texto en su contexto. Aquí ubicamos el texto en su contexto.
Fitzmyer, J. Evangelio según Lucas, volumen II, p. 133.
Lc 1, 39, 45. En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea, y entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la creatura saltó en su seno. Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo, y levantando la voz, exclamó: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor”. Palabra del Señor, Gloria a ti, Señor Jesús.
Para entender mejor… Puesto que María ha aceptado la palabra de Dios con fe profunda, como reconoce Isabel, demuestra su fe a través de la caridad y va a visitar a su parienta. María aparece como la creyente. Este encuentro de las dos madres es en realidad el encuentro de los dos hijos. Juan inaugura su misión anunciando por boca de su madre el señorío de Jesús, manifestación de su mesianismo y de su profunda relación con Dios. Guijarro S., Comentario al Nuevo Testamento, p. 194.
«Hay que considerar que el superior fue al inferior para ayudarle: María a Isabel, Cristo a Juan. Y, al punto de llegar María, se ponen de manifiesto los beneficios de la presencia divina. Fíjate de qué modo tan distinto en cada uno de ellos. Isabel oye primero la voz, pero Juan lo primero que siente es la gracia. Aquella percibió según el orden natural, éste se alegró con el misterio sobrenatural. Aquella notó la llegada de María; éste, la del Señor. Y cuando el hijo estuvo lleno del Espíritu Santo, entonces se colmó también la madre (...). » ¿De dónde a mí tanto bien que venga la Madre de mi Señor a visitarme? (Lc 1, 43). Es decir: ¿por qué me llega esta felicidad, que venga la Madre de mi Señor a verme? Reconozco que no tengo nada que esto exija. ¿Por qué justicia, por qué acciones, por qué méritos? (San Ambrosio de Milán, exposición del Evangelio según san Lucas).
Señor, Tú que te humillaste visitando a través de tu madre a quien fue tu precursor, dame humildad para que yo también busque siempre buscar y acompañar a los demás. Que al mismo estilo de Isabel, pueda yo alabarte y bendecirte siempre, tanto con palabras, como con hechos. Amén.
«!Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!» ¿A qué me invita hoy la Palabra de Dios? Procuraré visitar a una amistad durante estos días. Procuraré visitar a algún enfermo durante estos días.
« Una invitación personal respecto a la Palabra»