Domingo 15 de noviembre, 2015
Semana XXXIII del Tiempo Ordinario
Ven Espíritu Santo, dispón nuestro corazón para hacer la voluntad del Padre y haz que al escuchar ésta Palabra se acreciente en nosotros el amor hacia Dios y hacia nuestros hermanos. Inspíranos al iniciar, acompáñanos al progresar y danos acierto para cumplir sabiamente tus enseñanzas. Amén.
Es
evidente
la
huella
del
Antiguo
Testamento en la serie de frases tomadas especialmente de los profetas, a través de los cuales se han vuelto a expresar algunas palabras de Jesús acerca de la venida del Hijo del hombre. En el cuadro de las reflexiones teológicas y de
la
estructura literaria, dentro de la cual Marcos
desarrolla
el
discurso
escatológico, este pasaje constituye el momento
fundamental
de
todo
el
capítulo como un eje alrededor del cual giran los otros pasajes. En él, según el esquema
tradicional
apocalípticos,
están
de los escritos unidas
tres
descripciones: los prodigios del cielo (w. 24b-25), la aparición del Hijo del hombre (v. 26) y la reunificación de los elegidos (v. 27).).
Marcos 13, 24-32. En ese tiempo, después de esta tribulación, el sol se oscurecerá, la luna dejará de brillar, las estrellas caerán del cielo y los astros se conmoverán. Y se verá al Hijo del hombre venir sobre las nubes, lleno de poder y de gloria. Y él enviará a los ángeles para que congreguen a sus elegidos desde los cuatro puntos cardinales, de un extremo al otro del horizonte. Aprendan esta comparación, tomada de la higuera: cuando sus ramas se hacen flexibles y brotan las hojas, ustedes se dan cuenta de que se acerca el verano. Así también, cuando vean que suceden todas estas cosas, sepan que el fin está cerca, a la puerta. Les aseguro que no pasará esta generación, sin que suceda todo esto. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. En cuanto a ese día y a la hora, nadie los conoce, ni los ángeles del cielo, ni el Hijo, nadie sino el Padre. Palabra del Señor, Gloria a ti, Señor Jesús.
Para entender mejor… La venida del Hijo del hombre constituye el corazón del discurso escatológico y muestra el sentido final de la historia, que vuelve a ser conducida bajo el señorío de Dios en el Hijo del hombre, Jesús. Los w. 242 5 expresan, en un tono dramático y muy usado en la literatura apocalíptica, la convicción profunda de la caducidad del universo que se halla bajo la señal del mal. El mundo sin duda tiene su consistencia propia, pero no es Dios: es una criatura, es finito y, por tanto, caduco. Contra toda idolatría naturalista, reconocemos que él es él mismo sólo en relación con el Creador, y que su destino natural es acabarse, "la apariencia de este mundo pasa" (lCo 7, 31; cf. Is 13,10; 34,14; 51, 6; Ez 32 78). Antes bien, su destino actual es acabar mal, porque rechaza a Dios. En estos versículos se asume en escala cósmica lo que ya se dijo en los versículos 7, 8.14-20, donde se habla de guerras, terremotos, carestías y desolación extrema. Se trata de las constantes negativas de la vida y de la historia humana que, al llegar al colmo de la violencia, llegan finalmente a la autodestrucción. En estos versículos se afirma que todo lo negativo que existe en el universo desaparecerá y cesará para siempre. Luego aparecerá la salvación de Dios.
•Dios ya no está presente en el templo, lugar cerrado de su presencia en el mundo y de su ausencia de Él. En cambio, está presente donde antes estaba ausente, en los que lo niegan, es decir, en la carne maldita de su Hijo, en los condenados de la tierra que continúan su historia y en la pena cotidiana de quienes pagan los costos por un mundo rescatado del mal. •El evangelio nos habla del regreso de Cristo: su resultado es el señorío de Cristo, la glorificación del Crucificado y en Él la de todos los crucificados. •La fatiga del hombre no es inútil ni sin sentido. Tiene un éxito seguro, porque Jesús, el Mesías crucificado, es su Señor. Si Él es el sentido, la dirección, la finalidad, la meta –esto significa que es Señor-, entonces se disuelve la tiniebla y brilla la luz para todos los crucificados. ¡Es el rescate del mal! Esta es la gran esperanza que nos ha sido revelada. •La revelación del Crucificado como Señor de la historia nos muestra el éxito, el resultado final de quien ha cargado con la cruz. En Él se coagula toda la historia de la humanidad, que vuelve a encontrar toda su plenitud. En Él -como a Él-serán entregados al hombre los frutos de su fatiga. •Cuando la oscuridad se hace más densa y el mal alcanza su paroxismo, el cristiano no se desespera: sabe que el sol nace en el punto más avanzado de la noche y que la cosecha se realiza en el período más lejano del de la siembra. Por eso va adelante con valor y confianza sin rendirse nunca.
REALIZA UNA ORACIÓN ESPONTÁNEA Y TERMÍNALA CON EL REZO DEL SIGUIENTE SALMO Salmo responsorial
Sal 79, 2ac y 3b. 15 16. 18 19
Señor, Dios nuestro, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve. Pastor de Israel, escucha, tú que te sientas sobre querubines, resplandece. Despierta tu poder y ven a salvarnos. Señor, Dios nuestro, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve. Dios de los ejércitos, vuélvete: mira desde el cielo, fíjate, ven a visitar tu viña, la cepa que tu diestra plantó y que tú hiciste vigorosa. Señor, Dios nuestro, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve. Que tu mano proteja a tu escogido, al hombre que tú fortaleciste. No nos alejaremos de ti; danos vida, para que invoquemos tu nombre. Señor, Dios nuestro, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve
« Entonces verán al Hijo del Hombre » El templo de Jerusalén debe ser destruido y con él deben perecer todos los ídolos fabricados por nuestras manos: se perfila un tiempo de espera y nuestra vida queda confiada en las manos de Dios. Está a punto de cumplirse en Cristo la muerte a una religión farisaica y la posibilidad definitiva de una resurrección a la fe de Abrahán que creyó aun en contra de toda lógica. Imagina por un momento que el momento definitivo en que te encuentras con Dios y Él te dice con amor que lo mucho que le importas y que tu fe nunca fue en vano.
Actio Me comprometo a compartir estas meditaciones con alguna otra persona.
Autor consultado: Silvano Fausti, Libro : Una comunidad lee el Evangelio de Marcos