Aljarafe y Japรณn. Ruta Hasekura
Ruta Hasekura
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Fernando RodrĂguez Villalobos Presidente de la DiputaciĂłn de Sevilla
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RaĂşl Castilla GutiĂŠrrez Presidente de la Mancomunidad de Desarrollo y Fomento del Aljarafe
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ÍNDICE
Presentación
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La Embajada Keichō
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Japoneses en el Aljarafe
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Aljarafe: Patrimonio vivo
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Tras las huellas de Hasekura
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Glosario
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Albaida del Aljarafe
2 Almensilla 3 Aznalcázar 4 Benacazón 5
Bollullos de la Mitación
6 Bormujos 7 Camas 8
Carrión de los Céspedes
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Castilleja de Guzmán
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Castilleja de la Cuesta
11
Castilleja del Campo
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Coria del Río
26 19
15 Gines 16
Huévar del Aljarafe
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Isla Mayor
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Mairena del Aljarafe Palomares del Río
21 Pilas
27 24 18 20
21
19 Olivares
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SEVILLA
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14 Gelves
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29
31
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13 Espartinas
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22 30
Puebla del Río
23 Salteras 24
San Juan de Aznalfarache
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Sanlúcar la Mayor
26 Santiponce 27 Tomares 28 Umbrete 29
Valencina de la Concepción
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Villamanrique de la Condesa
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Villanueva del Ariscal
Puede encontrar toda la información sobre alojamiento y gastronomía en nuestra web:
www.aljarafe.com www.aljarafe.com/turismo/enlaces_de_interes.php 0
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20 km
Presentaciรณn
El Aljarafe es un espacio geográfico singular,
localizado en el sector occidental de la provincia de Sevilla y limitado al norte por las estribaciones de Sierra Morena, al sur por las Marismas del Guadalquivir, al este por el valle del Guadalquivir y al oeste por el valle del Guadiamar y la transición hacia la comarca del Condado y la Tierra Llana de Huelva. Su nombre, de origen árabe (al-Šaraf) se traduce como “elevación, altura u otero”, y viene motivado por su formación geológica, que eleva las tierras del Aljarafe sobre el territorio circundante. Esta elevación da origen a algunos de sus paisajes más característicos, como los escarpes oriental y occidental, tránsito erosivo hacia los valles fluviales que rodean a la comarca. Actualmente la comarca del Aljarafe engloba a 31 municipios, y se encuentra en la primera corona del área metropolitana de Sevilla. Este carácter metropolitano, presente en muchos de sus núcleos urbanos, se combina
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con el mantenimiento de amplias zonas naturales y abundantes recursos culturales, fruto de su dilatada historia. La ocupación humana en esta zona arranca en la Prehistoria, con enclaves señeros como el poblado calcolítico de Valencina de la Concepción y Castilleja de Guzmán (III m. a.C.). En época protohistórica (s. VIII a.C.), el Cerro del Carambolo en Camas es testigo de los primeros contactos comerciales entre el suroeste peninsular y los comerciantes del Levante mediterráneo. Bajo el Imperio Romano, la ciudad de Itálica (Santiponce) llegaría a ser cuna de los emperadores Trajano y Adriano (s. II d.C.), desarrollando en su entorno una amplia ocupación agrícola del territorio, reflejo de la intensa dedicación agrícola de la comarca a partir de ese momento. A finales del período andalusí (ss. XII / XIII), la principal producción del Aljarafe sería su famoso aceite, surgido de las extensas plantaciones de olivares que configuraron un paisaje característico, enriquecido durante la baja Edad Media (ss. XIV / XV) con
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la plantación de viñedos y el desarrollo de la producción vitivinícola, que conocería una gran expansión durante la Edad Moderna (ss. XVI / XVIII) gracias fundamentalmente al mercado sevillano y el comercio con el Nuevo Mundo y las “flotas de Indias”. Es precisamente en ese contexto de la comarca agrícola del Aljarafe, estrechamente vinculada con Sevilla y el Puerto de Indias, donde encuentra su escenario la Embajada Keichō (1613 / 1620). Se trata de la segunda embajada japonesa a territorio europeo durante la Edad Moderna, planteada principalmente con el objetivo de establecer acuerdos comerciales con la Monarquía Hispánica. Promovida por Date Masamune, daimyō [señor] de la ciudad japonesa de Sendai, la Embajada realizó el trayecto entre Japón y España a través de las posesiones españolas del Nuevo Mundo, dado que el principal objetivo comercial era precisamente el Virreinato de Nueva España. Emerge en este momento la figura de Hasekura Rokuemon Tsunenaga, samurái [servidor/vasallo] de Date Masamune y cabeza visible de la misión diplomática japonesa. Tras su periplo inicial, la Embajada llega a España en 1614, siendo recibida en Sevilla a finales de ese año. Es precisamente en el contexto de la estancia sevillana de Hasekura Tsunenaga y su séquito cuando tiene lugar su primer contacto con la zona del Aljarafe, en concreto con las lo-
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Retrato de Hasekura Tsunenaga durante su estancia en Roma (Archita Ricci, 1615).
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calidades de Coria del Río y Espartinas, entre cuyos términos se repartió el alojamiento del contingente japonés, formado por una treintena de personas, antes de su recibimiento oficial en la ciudad de Sevilla. A su regreso de Italia, donde se encuentra con el Papa Paulo V en 1615, la Embajada recaló de nuevo en Sevilla, a la espera de su vuelta a Japón. Entre 1616 y 1617, Hasekura residió en el Monasterio de Loreto (Espartinas), desde donde embarcaría finalmente de regreso hacia Nueva España y Japón, donde llegó finalmente en 1620. La singular historia de la Embajada Keichō nos permite adentrarnos en el pasado de la comarca del Aljarafe, un territorio donde buena parte de los usos y costumbres tradicionales encuentran su origen precisamente durante la Edad Moderna. Fiestas populares, celebraciones religiosas, gastronomía propia de la tierra aljarafeña… Todos estos elementos se combinan actualmente en un rico patrimonio inmaterial, pero también se acompañan de un amplio abanico de espacios, paisajes y monumentos que se conservan en la zona y fueron escenario de este episodio histórico. A todo lo cual se suma la recuperación del legado de la Embajada Keichō por parte de las localidades de Espartinas y Coria del Río, a través de una amplia oferta de actividades, efemérides y eventos culturales que destacan la relación entre Japón y el Aljarafe sevillano. La huella japonesa en el Aljarafe, por tanto, nos permite en la actualidad disfrutar de un amplio conjunto de recursos turísticos, así como de la recuperación del camino tradicional entre Coria del Río y Espartinas, la Cañada Real de las Islas. Un corredor ambiental y paisajístico estrechamente vinculado al Río Pudio, corazón verde del Aljarafe y espacio privilegiado para disfrutar de los la naturaleza y los paisajes aljarafeños.
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Monasterio de Loreto. Espartinas.
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La Embajada Keisho
Japón en el s. XVI. Durante la Edad Moderna, el territorio de Japón, gobernado nominalmente por el tennō [“Soberano Celestial” / Emperador], se componía en realidad de una serie de dominios feudales controlados por los daimyōs [“grandes apellidos” / señores], generalmente bajo la autoridad de un caudillo militar en quien el Emperador delegaba sus poderes terrenales. Estos caudillos recibieron diversas denominaciones a lo largo de la Historia, siendo la más habitual la de shōgun [“comandante del ejército”]. A finales del s. XVI, el kanpaku [“Regente Imperial”] Toyotomi Hideyoshi consigue reunificar Japón tras casi un siglo de “estados en guerra”, iniciando una política expansiva hacia el continente asiático, con el objetivo último de conquistar el Imperio chino. El s. XVI supuso asimismo el comienzo de la presencia europea en Japón, tanto comercial (portugueses, holandeses, ingleses y españoles) como muy especialmente evangelizadora. La presencia de misioneros cristianos (jesuitas, franciscanos y dominicos) fue alentada por algunos daimyōs, tanto por el papel de los misioneros en la llegada de comerciantes europeos como por la posibilidad de usarlos como contrapeso frente a los rebeldes monasterios budistas. El comercio con Europa tuvo como principal consecuencia la introducción de las armas de fuego en Japón, monopolizadas inicialmente por algunos daimyōs y posteriormente generalizadas. Por el contrario, la tolerancia hacia los misioneros cristianos iría decreciendo conforme se produce la reunificación del país, pues los sucesivos caudillos militares terminarían viendo en la influencia cristiana una posible injerencia extranjera en el delicado equilibrio de los señores feudales. En 1603 se produce el nombramiento como shōgun de Tokugawa Ieyasu, señor de Edo [actual Tokio]. El shōgunato Tokugawa se convertiría en el más dura-
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Carraca portuguesa en un biombo de estilo nanban (hacia 1600). dero de la Historia de Japón, manteniéndose hasta 1868, en buena medida gracias a la obra del fundador del protectorado. El gobierno de Tokugawa Ieyasu se extendió hasta su muerte en 1616, pues mantuvo el poder incluso tras delegar el título en su hijo Hidetada. Con Tokugawa Ieyasu comienza el denominado “período Edo” de la Historia de Japón, denominado así por ser dicha ciudad la residencia principal de los Tokugawa. Durante el s. XVII, la relativa paz posterior a la reunificación del país permitió consolidar la estructura social, basada en tres niveles: la clase gobernante de los samuráis, los campesinos y las clases urbanas (artesanos, mercaderes y comerciantes). Tanto el desarrollo agrícola como el comercio interior permitieron un avance de la economía agrícola, e incluso en algunos sectores los comerciantes superaron en riqueza a parte de los samuráis. El comercio exterior, por el contrario, experimentó un importante retroceso a comienzos de siglo. Pese a iniciativas como la Embajada Keichō, tendentes a aumentar el comercio
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con el Virreinato de Nueva España, a partir de 1616 se restringieron los puertos japoneses de comercio a dos (Hirado y Nagasaki), a la par que comenzaban las persecuciones contra los cristianos. Todo ello culminaría en 1639 con el aislamiento de Japón, la expulsión de los europeos y la prohibición del cristianismo. Comenzaba de esta forma el sakoku [cierre del país], que limitó estrictamente los intercambios entre Japón y el mundo exterior, siempre bajo la supervisión del gobierno del shogun, política que duraría hasta mediados del s. XIX.
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Derecha: Retrato de Tokugawa Ieyasu realizado por Kanō Tannyō a principios del período Edo.
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¿Por qué “Embajada Keichō”? La división tradicional del tiempo en Japón se realiza por “eras” [nengō], que comienzan a partir del s. VII y se asocian habitualmente a la sucesión de emperadores (aunque no se corresponden con sus reinados). Por su parte, los “períodos” se corresponden con la división académica de la Historia de Japón desde la Prehistoria hasta la actualidad. El año de inicio de la embajada comandada por Hasekura Tsunenaga (1613) se incluye dentro de la “era Keichō” (1596 / 1615), de ahí el nombre habitualmente usado para denominar la expedición, que finalizó con su regreso en 1620, ya dentro de la “era Genna” (1615 / 1623). A su vez, la duración completa de la Embajada Keichō se sitúa dentro del “período Edo” de la Historia de Japón, que comienza en 1603 (inicio del shōgunato de Tokugawa Ieyasu) y perdura hasta 1868 (fin del shōgunato Tokugawa y comienzo de la Restauración Meiji). Emblema del Clan Tokugawa.
Antecedentes. La llegada de europeos a Japón a partir de 1543 inicia la época del “comercio nanban” siendo ese el nombre genérico que se le daba a los “bárbaros del sur”, ya que portugueses y españoles llegaban desde la zona de Filipinas, al sur del archipiélago japonés. Inicialmente la iniciativa fue portuguesa, combinando las acciones comerciales con la
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presencia de misioneros jesuitas, que centraron su labor evangelizadora en la isla de Kyūshū, en torno a la factoría comercial de Nagasaki. La oportunidad de fortalecer las relaciones comerciales con los europeos favoreció incluso la conversión de varios daimyōs de Kyūshū, y dio pie a la primera embajada japonesa a tierras europeas. Realizada Felipe II recibe a los miembros de la Embajada Tenshō (1584). entre 1582 y 1590, se conoce como “Embajada Tenshō”, por iniciarse en el décimo año de la “era Tenshō” (1573 / 1592), y fue promovida por el jesuita Alessandro Valignano en colaboración con los daimyōs cristianos de Kyūshū. Compuesta por cuatro jóvenes samurái conversos al cristianismo, la expedición viajó hasta Europa a través de las posesiones portuguesas, siendo recibidos en audiencia por Felipe II y el Papa de Roma, aunque con escasos resultados efectivos. A finales del s. XVI se producen nuevos intentos de establecer relaciones comerciales y evangelizadoras de Europa hacia Japón, aunque en este caso promovidas no por los comerciantes y misioneros portugueses, sino por los españoles, competidores directos de Portugal incluso tras la integración de Portugal en la Monarquía Hispánica a partir de 1580. Rodrigo de Vivero, gobernador de Filipinas, llegaría a proponer un acuerdo directamente al shōgun Tokugawa en 1609, y en 1611 el gobernador del Virreinato de Nueva España enviaba asimismo un emisario al shōgun para profundizar estos contactos, investigar el potencial comercial de Japón y de paso intentar localizar las míticas “islas de oro y plata”, que se suponían cerca-
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nas a las costas japonesas. En este contexto, frente a los daimyōs de Kyūshū, los que más se habíam beneficiado con el comercio europeo, otros señores feudales de Japón también querían aprovechar la presencia de los extranjeros. Surgía así la idea de la Embajada Keichō (1613 / 1620).
Los personajes. Date Masamune (1567 / 1636): Daimyō de Ōshū, provincia al noreste de la isla principal de Honshū, aliado de los Tokugawa y asentado desde 1600 en la ciudad de Sendai. Conocido con el sobrenombre de Dokuganryū [Dragón de un solo ojo] debido a que era tuerto. En 1612, y por intermediación del franciscano Luis Sotelo, Date Masamune decidió promover una expedición hacia Nueva España y Europa, con el objetivo de obtener de la Monarquía Hispánica un acuerdo comercial que le beneficiase frente a los señores del sur. El clan Date se había aliado con los Tokugawa durante el período anterior al establecimiento del shōgunato, siendo recompensados con el dominio de Sendai, previamente una modesta aldea que los Date convirtieron en próspera
Estatua de Date Masamune en la ciudad de Sendai.
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sede del clan. El interés de Date Masamune por reforzar sus dominios con el comercio europeo explica principalmente su apoyo a la expedición promovida por el franciscano Sotelo. Dada la posición de Ōshū, en la ruta del “tornaviaje” o corriente de regreso hacia Nueva España, esta posesión española sería el objetivo principal de la propuesta comercial de Date Masamune, y primera escala de la embajada en su viaje hacia Europa. Luis Sotelo (1574 / 1624): Franciscano nacido en Sevilla, misionero en Filipinas entre 1600 y 1608. Cuando el Papa Paulo V autoriza la entrada en Japón de dominicos y franciscanos (en detrimento de la exclusividad anterior de los jesuitas) se traslada a Tokio, donde forma una comunidad cristiana que perduraría hasta la primera prohibición del cristianismo en los territorios del shōgunato (1612). Refugiado en Luis Sotelo con Hasekura Tsunenaga y otros miembros de la embajada (fresco del Palacio los territorios del clan del Quirinal, Roma, 1616 / 1617). Date (tolerante con los cristianos), Sotelo volvería a Tokio en 1613, desatando la ira del gobierno central, y provocando la persecución y martirio de los cristianos de la zona. Sotelo, salvado por la intercesión del daimyō Date Masamune, volvería al territorio de este clan, participando en la organización de la Embajada Keichō. Entre sus objetivos estaría obtener el respaldo de la Monarquía Hispánica para, a través del refuerzo de los lazos comerciales, favorecer la evangelización cristiana, y así contrarrestar el creciente rechazo de los Tokugawa a las injerencias europeas.
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Sebastián Vizcaíno en un grabado del s. XVII. Sebastián Vizcaíno (1547 / 1627): Soldado, aventurero y diplomático español, tras su participación en la invasión de Portugal en 1580 se trasladó al Nuevo Mundo, realizando diversas expediciones entre 1583 y 1610, destacando la exploración de las costas de California. En 1611 sería el primer europeo nombrado embajador ante el shōgun por el monarca español Felipe III, dentro del interés español por desarrollar contactos comerciales con Japón. Junto con la embajada, Vizcaíno aprovechó su estancia en Japón (1611 / 1613) para inspeccionar los puertos de la costa oriental japonesa y realizar una expedición para buscar las míticas “islas de oro y plata”, con la intención explícita de anexionarlas a la Corona española. El fracaso de esta expedición y el creciente recelo del shōgunato hacia los extranjeros se tradujo en la retirada del embajador de la corte japonesa, debiendo incorporarse a la embajada hacia Europa promovida por Date Masamune para poder regresar a Nueva España.
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Retrato de Hasekura Tsunenaga en un grabado de Raphaël Sadeler (1615). Hasekura Rokuemon Tsunenaga (1571 / 1622): Se conoce poco sobre su origen y juventud, aunque parece que participó activamente en las campañas contra Corea realizadas entre 1592 y 1597 bajo el gobierno del taikō Toyotomi Hideyoshi. Samurái a las órdenes del daimyō Date Masamune, fue elegido por éste para comandar la expedición hacia Europa, asistido por el franciscano Luis Sotelo.
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España en el Pacífico. Durante el s. XVI Portugal construyó una amplia red de enclaves comerciales en el sureste asiático, amparado por el Tratado de Tordesillas firmado con Castilla en 1494, que le garantizaba el monopolio comercial en la zona. De esta forma la presencia comercial portuguesa sería un hecho en la Península Arábiga (Bahrein, 1510), en la India (Goa, 1510), China (Catón, 1517), Papúa (1526), y alcanzando Japón en 1542. Inicialmente el papel de los comerciantes portugueses con los señores feudales japoneses fue el de intermediarios, dada la prohibición de comercio establecida entre Japón y China como consecuencia de la piratería japonesa en el Mar de la China. El intercambio de plata japonesa por seda y otros productos elaborados chinos daría paso a una importante ruta comercial (el Viagem do Japão o “Viaje del Japón”), creada a partir de 1550 entre Goa (capital de las posesiones portuguesas en la India) y Nagasaki, factoría comercial fundada por los portugueses en el extremo occidental de la isla japonesa de Kyūshū. Por su parte, la Corona castellana también buscó los territorios asiáticos a partir de sus posesiones en el Nuevo Mundo a través del Pacífico, como forma de evitar el rodeo del continente africano, territorio de comercio portugués. A partir de la expedición de Magallanes y Elcano (1519 /1522) se consolida la presencia española en las Filipinas, convertidas en 1574 en Capitanía General dependiente del Virreinato de Nueva España. El proceso de conquista de las Filipinas se consolidó gracias al establecimiento de la ruta conocida como “Galeón de Manila”, que permitía el comercio habitual entre Filipinas y Nueva España, a través de la ruta de retorno a través del Pacífico conocida como “tornaviaje”, que empleaba la corriente marítima Kuro Shio y que fue descubierta en 1565 por el navegante español Andrés de Urdaneta. El paso del “tornaviaje” por las costas orientales de Japón facilitó los primeros contactos entre españoles y japo-
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Detalle de la Carta Náutica del Mar Pacífico (Hessel Gerritsz, 1622/1634). neses, traducidos en la presencia de comerciantes y misioneros. En 1580 (durante el reinado de Felipe II de España) se produce la integración de Portugal en la Monarquía Hispánica, situación que duraría hasta 1640 (bajo el reinado de Felipe IV de España), con la consiguiente unificación de ambos imperios territoriales. No obstante, ello supuso una cierta decadencia de las antiguas posesiones portuguesas en el sureste asiático, como consecuencia de la escasa defensa ejercida sobre las mismas por las tropas españolas. Es así como otras potencias europeas, principalmente Holanda, empezarían a tener un papel relevante en el comercio asiático en detrimento de las rutas portuguesas. En la corte española de comienzos del s. XVII, la posibilidad de abrir rutas propias de comercio y obtener influencia política a través de la evangelización iría cobrando peso, siendo asimismo determinante la presencia en la administración castellana de veteranos de la conquista de Filipinas. En 1609 se permite el paso de misioneros franciscanos desde Filipinas hacia Japón, y serían precisamente estos últimos los que sirvieron de mediadores a las iniciativas que desde Filipinas y Nueva España buscaban alcanzar nuevos acuerdos comerciales con los gobernantes feudales de Japón, contexto en el que se inscribe la Embajada Keichō.
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Desarrollo de la Embajada (1613 / 1620). Para el tramo inicial de la expedición (Japón / Nueva España a través del “tornaviaje”) se autorizó la construcción de un galeón de estilo europeo, el Date Maru (posteriormente conocido como San Juan Bautista). El barco partió del puerto de Ishinomaki, al noreste de Sendai, con un pasaje de cerca de doscientas personas, incluyendo comerciantes, criados, samurái del shōgun, samurái de Date Masamune, españoles y portugueses.
Inicialmente las relaciones con las autoridades españolas fueron muy favorables, pero las noticias sobre las persecuciones a los cristianos en Japón hicieron temer por el fracaso de la embajada. Pese a esta situación, Sotelo y Hasekura deciden partir hacia España con un séquito reducido (una treintena de personas), pasando por el puerto de Veracruz en junio de 1614 y afrontando la travesía del Atlántico tras escalar en La Habana. La llegada a Sanlúcar de Barrameda se efectuó en octubre de 1614, siendo recibidos por el duque de Medina Sidonia, señor de Sanlúcar y remitiendo cartas de presentación tanto al rey Felipe III como al Cabildo de la ciudad de Sevilla.
El Date Maru sale de Ishinomaki en Octubre de 1613, alcanzando las costas de California a través de la corriente del “tornaviaje”, y costeando posteriormente hasta Acapulco, donde llega en enero de 1614. La embajada sería recibida personalmente por Diego Fernández de Córdoba, virrey de Nueva España, quien les aprovisionó para el tránsito por los territorios españoles y les atendió nuevamente a su llegada a Ciudad de México en marzo de 1614.
Una vez en tierras españolas, la embajada fue recibida en Sevilla a finales de octubre de 1614, alojándose en Coria del Río, Espartinas y la propia capital hispalense antes de su partida para Madrid, donde se produjo la audiencia con Felipe III en enero de 1615. Para reforzar las peticiones realizadas al monarca español, en Febrero de 1615 se producía el bautismo de Hasekura Tsunenaga bajo el apadrinamiento del Duque de Lerma, tomando el samurái los
Recreación del Date Maru / San Juan Bautista (puerto de Ishinomaki).
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Vista de la bahía de Acapulco (1628).
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El Bajo Guadalquivir a finales del s. XVI (Hispalensis Conventus Delineatio, 1579).
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nombres de Felipe Francisco Hasekura. Pese a todas estas demostraciones, la embajada no recibiría respuesta de la Corona española, cautelosa en cerrar cualquier trato comercial ante la situación de los cristianos en Japón y la escasa confianza en el poder real de Date Masamune para mantener las condiciones comerciales ofrecidas.
Desde Madrid, la embajada planeó viajar a Roma, a fin de obtener la mediación papal en sus demandas ante Felipe III. El viaje, autorizado (aunque no bien visto) por la Corona española les llevaría a Roma en octubre de 1615, siendo recibidos por el Papa Paulo V, quien si bien accedió al envío de más misioneros a Japón encomendó el asunto al rey de España, sin pronunciarse sobre el aspecto comercial de la misión.
Retrato de Hasekura tras su conversión al cristianismo (hacia 1615, Museo de la Ciudad de Sendai).
En España, mientras tanto, el interés por la Embajada Keichō era cada vez menor, recomendando el Consejo de Indias que a la vuelta de Roma la expedición fuese directamente a Sevilla sin pasar de nuevo por Madrid, descartando así cualquier respuesta oficial. Pese a esto, Sotelo y Hasekura optarían por ir nuevamente a la capital española, donde llegan en abril de 1616, para ser finalmente enviados de vuelta a Sevilla, con idea de su embarque inmediato para el Nuevo Mundo. Empeñados en obtener
Vista de Sevilla hacia 1640.
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una respuesta, Sotelo y Hasekura permanecerían en Sevilla y sus inmediaciones (Espartinas) entre abril de 1616 y julio de 1617, en vana disputa con el Consejo de Indias, saldada con la promesa de recibir carta de Felipe III una vez llegasen a Filipinas. El viaje de vuelta de la fracasada misión diplomática llevó a sus protagonistas desde Sevilla (julio de 1617) a Filipinas (junio de 1618), esta vez sin ningún recibimiento ni reconocimiento oficial. Durante su estancia en el convento franciscano de San Francisco del Monte, en Luzón, recibieron finalmente carta de Felipe III, en la que sin embargo no se establecía acuerdo comercial alguno, ni compromiso de envío de misioneros, salvo algunas generalidades protocolarias. Tras este último fracaso, Hasekura decide regresar a Japón, arribando a Sendai en septiembre de 1620. Finalizaba así la Embajada Keichō, cuyos principales conductores morirían pocos años más tarde, Hasekura Tsunenaga en 1622 y Luis Sotelo en 1624, tras su vuelta en secreto al Japón y su martirio dentro de las persecuciones contra los cristianos, que culminarían pocos años más tarde en la completa expulsión de los europeos y el comienzo del aislamiento japonés.
Derecha: Firma autógrafa de Hasekura Tsunenaga en la carta al Duque de Lerma que anuncia su embajada ante Felipe III (1614).
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MADRID (1614/1616) SENDAI (1613/1620) NAGASAKI (1620)
C. DE MÉXICO (1614/1617)
ROMA (1615)
SEVILLA (1614/1617)
MANILA (1618) ACAPULCO (1614)
ITINERARIO DE LA EMBAJADA KEICHO (1613 / 1620)
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Los samuráis. El surgimiento de los samuráis [literalmente “los que sirven”] como una casta guerrera se produce progresivamente a partir del s. X, estableciéndose definitivamente como cabecera del gobierno japonés a partir del establecimiento del shōgunato Kamakura en el s. XII. En origen constituían una élite guerrera con funciones militares y policiales en sus territorios, pero cada vez irían asumiendo mayor poder político, como consecuencia de la debilidad del gobierno imperial. Esta situación se completó con el establecimiento de una relación señor/vasallo de tipo feudal entre los diferentes clanes de samuráis, en paralelo a una progresiva apropiación de las tierras que anteriormente eran propiedad estatal, inicio de los feudos que caracterizarían al territorio japonés prácticamente hasta el establecimiento del shōgunato Tokugawa a comienzos del s. XVII. Los ejércitos samuráis presentaban una estructura jerárquica muy fuerte, en la que el elemento central era la lealtad del samurái a su señor. En el vértice de la sociedad samurái se situaban los daimyōs, rodeados de su familia directa y parientes cercanos. Un segundo nivel lo constituían los sirvientes vitalicios, así como los vasallos por herencia o victoria militar. Finalmente, los ashigaru [“pies ligeros”] constituían la fuerza principal de soldados rasos: arqueros, arcabuceros, lanceros o portaestandartes. Tras la reunificación Tokugawa, la mayor parte de los samuráis quedaron bajo el vasallaje de los daimyōs o directamente del shogun, aunque la relativa pacificación del país hizo que muchos dejasen su actividad militar y se integrasen en la clase campesina. Aquellos samuráis que no se mantuvieron bajo vasallaje pero tampoco se reconvirtieron en campesinos pasaron a ser rōnin, frecuentemente usados como mercenarios y objeto de numerosas leyendas de la narrativa popular japonesa.
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Bajo el gobierno Tokugawa, la sociedad samurái estaba rígidamente organizada en el conocido como Baku Han [gobierno militar de los dominios], en el que el Emperador delegaba sus poderes terrenales en el shōgun, quien a su vez ejercía el control del territorio a través del gobierno central [bakufu], con el vasallaje territorial de los daimyōs. Cada daimyō, señor de un dominio [han] controlaba a su vez a sus vasallos samuráis desde la sede del dominio (habitualmente un castillo), del que a su vez dependían las aldeas agrícolas. La producción agrícola, principalmente de arroz, constituía la base del poder económico de los samuráis, siendo de hecho el koku [medida de grano] el valor usado para medir la riqueza de los feudos y el estipendio de los samuráis de menor rango. Como rasgos característicos de los samuráis, reflejo de su status social, pueden señalarse la indumentaria y el armamento . En el campo de batalla los samuráis llevaban una armadura, ricamente trabajada en el caso de los de mayor rango. A lo largo del s. XVI se generalizan las tōsei gusoku o “armaduras modernas”, con protecciones para los muslos y la cara. Una variante de estas armaduras, las Sendai-dō, fueron encarga-
Samuráis armados (fotografía coloreada de Kusakabe Kimbei, finales del s. XIX).
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das por el poderoso daimyō de Sendai Date Masamune (promotor de la Embajada Keichō) para equipar a todo su ejército. Como elementos singulares de las armaduras destacaban el casco [kabuto] y la máscara [mempō], cuya amplia variedad simbolizaba asimismo el rango del samurái que los portaba. Respecto al armamento, junto con los arcos y las lanzas, destacaban las espadas de hoja cortante, especialmente la combinación conocida como daishō, compuesta por una espada de hoja larga [nihontō o katana] y otra de hoja corta [wakizashi]. En lo que respecta a la indumentaria ceremonial, el atuendo más habitual de los samurái era el kamishimo, combinación de pantalón [hakama], kimono y chaquetilla con hombreras [kataginu].
Esquema simplificado del sistema Baku Han vigente en Japón durante el Periodo Edo
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Mapa de los dominios feudales [han] de la zona norte de Japón a comienzos del período Edo (hacia 1600), con el dominio de Ōshū de donde partió la Embajada Keichō
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Japoneses en el Aljarafe
La presencia
de la Embajada Keichō en el Aljarafe sevillano se produce en dos momentos muy concretos, en 1614 y 1616/1617. En octubre de 1614, entre el desembarco en Sanlúcar de Barrameda y la partida hacia Madrid, la expedición se repartió entre Coria del Río, Espartinas y Sevilla. Entre mayo de 1616 y julio de 1617, tanto Hasekura Tsunenaga como Luis Sotelo y los miembros de su séquito que permanecían con ellos volvieron a alojarse en Sevilla y Espartinas, antes de la partida definitiva de regreso a Nueva España y Japón. Los lugares y fechas de la estancia de la embajada en tierras sevillanas las conocemos gracias a la documentación conservada, así como a las investigaciones que poco a poco van revelando nuevos datos sobre este singular episodio de la historia del Aljarafe.
Primera estancia (octubre / noviembre de 1614). El arribo a la embocadura del Guadalquivir se produjo hacia el 30 de septiembre de 1614, cuando se fecha la carta “de la mar” escrita por Luis Sotelo en nombre de Hasekura Tsunenaga para presentar la Embajada Keichō al Cabildo de la ciudad de Sevilla. El desembarco en Sanlúcar de Barrameda se realizaría el 5 de octubre, siendo recibidos por orden del duque de Medina Sidonia, señor de la ciudad. El 8 de octubre el Cabildo sevillano tomaba noticia de la carta de la embajada, constituyendo una comisión para que se encargase de atender a la expedición. Al mando de la misma se puso al caballero veinticuatro Diego Caballero de Cabrera, hermano del propio Luis Sotelo.
El Guadalquivir entre Sanlúcar de Barrameda y Sevilla (mapa de Pedro Teixeita, 1662).
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Los regidores sevillanos mandaron instancia al duque de Medina Sidonia para que facilitase el traslado de la embajada Guadalquivir arriba hasta Sevilla, lo que se resolvió armando dos galeras que transportaron a Hasekura, Sotelo y su séquito hasta Coria del Río. Con la llegada a Coria del Río (en fecha imprecisa en torno al 15 de octubre), las tierras del Aljarafe sevillano entran en el relato de la Embajada Keichō. El alojamiento en Coria se alargó aproximadamente una semana, hasta la recepción oficial en la ciudad de Sevilla, realizada probablemente el 23 de octubre.
“Se llegó por fin a salvo, después de algunos peligros y tempestades al puerto de Sanlúcar de Barrameda el 5 de octubre, donde residiendo el Duque de Medina Sidonia y avisado del arribo, envió carrozas para honrarlos, recibirlos y acomodar en ellas al Embajador y a sus gentiles hombres (...) y después de haber cumplido con esta obligación como correspondía, y de regalarlos con toda liberalidad, a instancias de la ciudad de Sevilla hizo armar dos galeras, las cuales llevaron a los embajadores a Coria, donde fueron hospedados por orden de la dicha Ciudad por Don Pedro Galindo, veinticuatro, el cual se ocupó con gran diligencia en tener satisfecho el ánimo del Embajador con todos los placeres y regalos posibles, procurando este entretanto que preparasen ropas nuevas a su séquito y ayudantes para resplandecer con más decoro y pompa a la entrada en Sevilla (...) Sobre esto, quedó el Embajador contentísimo, agradeció mucho a la Ciudad que por su generosidad se complacía en honrarle, y departió con los dichos caballeros mostrando mucha prudencia en su trato”. Scipione Amati, Historia del regno di Voxu, 1615.
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Vista de Sevilla en el Civitates Orbis Terrarum (1588, detalle de la entrada desde Triana por el Camino Real de Huelva y el puente de barcas sobre el Guadalquivir). Tras la recepción en Sevilla, la embajada se alojó en el Alcázar de la ciudad, aunque por la documentación conservada sabemos que probablemente entre el 5 y el 15 de noviembre Hasekura y toda o parte de la delegación residieron en una casa de campo a una legua de Sevilla, a fin de preparar su vestuario para el viaje hacia Madrid, dada la proximidad del invierno. Esta casa de campo se ha identificado con la Hacienda de “Mexina” (actual Mejina) en término de Espartinas, cercana al monasterio de Loreto, donde también es posible que Luis Sotelo residiese algunos días antes de la partida hacia Madrid. Ésta se produjo desde Sevilla el 25 de noviembre, cerrando así este primer episodio aljarafeño de la Embajada Keichō.
Segunda estancia (octubre 1614). Tras las fracasadas negociaciones con el Papa y la Corona española, la Embajada Keichō regresó a Sevilla en abril de 1616, con orden expresa del Consejo de Indias de embarcar hacia Nueva España. Sin embargo, en la flota que zarpó el 5 de julio únicamente se encontraban trece japoneses y dos franciscanos, ninguno de ellos Hasekura ni Sotelo. Ambos se quedarían aún varios meses en tierras sevillanas, alegando diversos problemas de salud pero en realidad buscando una última oportunidad de respuesta favorable a sus pretensiones por parte de Felipe III.
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Sevilla y el Aljarafe. Caminos y lugares transitados por la Embajada Keichō (base cartográfica: Mapa del Reynado de Sevilla de Francisco Llobet, 1748): 1. Camino de Coria a Sevilla 2. Cañada Real de las Islas de Espartinas a Coria 3. Camino Real de Huelva a Sevilla
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Entre julio de 1616 y julio de 1617 los restos de la embajada se alojaron de nuevo en el monasterio franciscano de Loreto (Espartinas). Es probable que alguno de los miembros del séquito residiese en la cercana Hacienda de Mejina, así como en las casas sevillanas de la familia Caballero de Cabrera, en la collación de San Lorenzo. Finalmente, en julio de 1617 Hasekura, Sotelo y cinco acompañantes japoneses embarcaban de regreso a Nueva España. Por el camino, junto con las pretensiones fallidas de la embajada, se quedarían varios miembros de la expedición, probablemente en el entorno de la familia Caballero de Cabrera. Es así como, en relación directa o indirecta con el Embajada Keichō y sus componentes, a partir de estos años empezamos a encontrar diversas referencias a personas que, bajo el apellido “Japón”, son la señal inequívoca de la presencia japonesa en tierras sevillanas tras la partida de Hasekura: •
En 1616 se produce en Sevilla el matrimonio entre Juan Agustín “Japón” y Ana de Barahona, actuando como testigos otros dos japoneses, todos ellos miembros de la embajada. Más adelante se registraría el nacimiento de Juan, hijo del matrimonio.
•
En 1617 se verifica el matrimonio entre Juan de la Cruz “Japón” y Gracia de Torres.
•
Entre 1632 y 1640 se documenta la muerte en Sevilla de Pedro “Japón”, vecino de la misma collación (San Lorenzo) que Juan Agustín Japón.
•
A partir de 1646 comienza a registrarse el apellido “Japón” en Coria del Río, y en 1667 se documentan dos bautizos de “japones”, descendientes a su vez de varones con el apellido “Japón”.
De esta forma se mantuvo la huella japonesa, probablemente vinculada a la permanencia de japoneses conversos que temían retornar a un Japón cerrado a los cristianos, y que arraigaron en Sevilla y sus alrededores mediante el establecimiento de lazos familiares o relaciones de servidumbre con familias sevillanas como los Caballero de Cabrera.
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El Aljarafe a comienzos del s. XVII. Durante la Edad Moderna (ss. XVI / XVII) las tierras del Aljarafe experimentaron un acentuado proceso de señorialización. Esto quiere decir que si a finales de la Edad Media casi tres cuartas partes del Aljarafe estaban adscritos a tierras de realengo (ciudades libres, señoríos dependientes de la Corona o adscritos a la jurisdicción de Sevilla), tan solo un par de siglos más tarde la proporción se había invertido, de forma que la propiedad de la tierra en la comarca se encontraba fundamentalmente en manos de señoríos nobiliarios. El ejemplo más conocido de este proceso es la constitución del señorío de Olivares, que tendría su mayor desarrollo entre 1623 y 1641, de manos de Gaspar de Guzmán, Conde-Duque de Olivares y valido de Felipe IV. Siguiendo la línea emprendida por sus antecesores, Gaspar de Guzmán llegaría a poseer más de la mitad del Aljarafe, un extenso señorío personal que sería conocido como los “Estados de Olivares”. Dentro del régimen señorial, la mayor parDiego de Velázquez “Conde Duque de Olivares”, 1623. te de la población estaba adscrita a la clase de campesinos y jornaleros (prácticamente tres cuartas partes del total), siendo el resto de pobladores artesanos, comerciantes y miembros de las élites locales y el clero.
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No obstante, se produce durante estos siglos un desarrollo demográfico, amparado por el desarrollo comercial de la comarca, fundamentalmente como consecuencia de su relación de dependencia con el mercado sevillano y las exportaciones a las posesiones europeas y americanas de la Monarquía Hispánica. Esta atracción del Puerto de Indias también incidió en un cierto flujo migratorio hacia el Nuevo Mundo, si bien siempre regulado por el control ejercido por la Corona. En relación con la red de asentamientos, la mayor parte de los núcleos urbanos del Aljarafe durante la Edad Moderna se consolidan a partir de enclaves medievales, culminando un proceso de concentración poblacional iniciado con la conquista castellana del s. XIII. A comienzos del s. XVI, los municipios más occidentales concentraban el mayor volumen de pobladores, con Sanlúcar la Mayor a la cabeza, si bien durante los siglos siguientes destacaría el desarrollo de Coria del Río, entre otros motivos por su papel en relación con el tráfico comercial hacia el puerto sevillano. En 1534, Coria del Río contaba con 188 vecinos (casi 1000 habitantes), población que prácticamente se doblaría a mediados del s. XVIII. Desde la conquista castellana, Coria pasó a ser población de realengo, adscrita al “alfoz” (territorio) de Sevilla. Su término se encuentra desde ese momento marcado por la presencia del Guadalquivir, que lo atraviesa. Es así como la localidad combinó la dedicación agrícola (huertas y tierras de siembra en la margen derecha del río, el entorno de la población y las inmediaciones del río Pudio) y la ganadería (dehesas de la margen izquierda, en la vecindad de Dos Hermanas) con un importante papel de control del paso hacia y desde el puerto de Sevilla.Esta última actividad incluía presencia de tropas para proteger el acceso a la capital, uso de las riberas como fondeadero y espacio de reparación de barcos y control de aduana de las embarcaciones antes de su arribada al puerto sevillano. A lo que se uniría el papel de Coria como punto de cruce del Guadalquivir, permitiendo la comunicación entre el Aljarafe y las tierras onubenses con los caminos hacia Cádiz.
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Esta situación de villa de realengo se mantuvo hasta 1636, fecha en la que Coria del Río se incorpora al señorío de Olivares, pasando sus habitantes a partir de ese momento a ser vasallos del Conde-Duque. Esta situación duraría hasta el siglo XVIII, cuando la localidad volvió al realengo, si bien el señorío se mantuvo bajo la Casa de Altamira hasta la supresión de los señoríos ya en el siglo XIX.
En este espacio geográfico, las áreas portuarias serían varias. Al sur de Coria, la desembocadura del Pudio ofrecía un fondeadero para embarcaciones de poco calado, probablemente barcas de pesca. De hecho, conocemos la existencia de un barrio de pescadores en torno a la ermita de Nuestra Señora de la Soledad, levantada a finales del s. XVI en el denominado “Prado del Concejo”. El principal espacio de fondeo y reparación de barcos de calado se situaría al norte del casco urbano, sobre la ribera del Guadalquivir y un poco antes del torno de Coria, en las inmediaciones de la ermita de La Magdalena. Por su parte, el pasaje de la “barca de Coria” que cruzaba el Guadalquivir comunicando el Aljarafe con el camino hacia Cádiz se situaría a la altura del “Prado de La Magdalena”, zona ribereña entre el núcleo urbano y la margen fluvial, en las inmediaciones de la iglesia de Nuestra Señora de la Estrella.
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A comienzos del s. XVII, la villa de Coria se desarrolla al sur del Cerro de San Juan, enclave fundacional del asentamiento desde época protohistórica. El área urbana quedaría delimitada al norte por los cerros de San Juan y Cantalobos, al sur por el caño del río Pudio en su confluencia con el Guadalquivir y al este por el propio cauce del Guadalquivir, con un trazado sinuoso distinto al actual, especialmente al norte de la población, donde se encontraba el amplio meandro hoy anulado y conocido precisamente como “torno de Coria”. El límite oeste de la villa sería inicialmente el arroyo Carrascalejo, si bien es probable que en esta época ya se hubiese producido crecimiento urbano sobre su margen derecha, en dirección al camino de Almensilla.
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Coria en época de la Embajada Keichō: 1. Núcleo urbano 2. Cerro de San Juan 3. Cerro de Cantalobos 4. Camino de Palomares y Sevilla 5. Camino del Sequero 6. Camino de Almensilla 7. Camino de Puebla a Isla Mayor 8. Camino de Cádiz 9. Canal antiguo del Guadalquivir 10. Torno de Coria
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11. Torno de Merlina 12. Arroyo Carrascalejo 13. Río Pudio 14. Ermita de la Magdalena 15. Ermita de San Juan 16. Iglesia de Ntra. Sra. de la Estrella 17. Ermita de la Soledad 18. Puerto del Pudio 19. Barca de Coria 20. Puerto de La Magdalena
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Por su parte, Espartinas se consolida durante la Edad Moderna como villa de realengo, en parte debido a la despoblación de otros enclaves de su término como Paternilla de los Judíos. A comienzos del s. XVI contaba con unos 350 habitantes, y al igual que otras poblaciones del Aljarafe vería aumentar su población durante los siglos siguientes, doblando dicho número a mediados del s. XVIII. La situación de la villa, prácticamente sobre el cruce entre la Cañada Real de las Islas y el Camino Real de Huelva a Sevilla, facilitó un crecimiento lineal en sentido hacia el oeste a partir del cruce del Camino Real con el río Pudio, trazado urbano que se mantendría prácticamente durante toda la Edad Moderna, con la “Calle Real” como eje principal de la localidad. Con una población fundamentalmente campesina, en la sencilla trama urbana de Espartinas destacaban las casas de algunas familias principales de hacendados, junto con el edificio de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, construcción mudéjar cuyas primeras referencias datan del s. XVI. En el término de la villa se documentan asimismo durante la Edad Moderna varias haciendas de olivar, entre las que destacan las de Tablantes, Mejina y Loreto . Esta última precisamente sería el núcleo fundacional del convento franciscano fundado a comienzos del s. XVI, y en el que se alojarían Hasekura Tsunenaga y Luis Sotelo probablemente en 1614 y con toda seguridad en su estancia de 1616 / 1617. Respecto a la Hacienda de Mejina, sabemos que en 1527 se componía de 272 aranzadas de tierra, con dos molinos de aceite, bodega, lagar y otro molino adscrito en la propia villa. Esta descripción nos da una buena idea de la dedicación agrícola de Espartinas, centrada durante la Edad Moderna en la producción de aceite y vino, junto con la “sembradura”, tierras dedicadas al cultivo de cereal.
“Patio Grande” del Santuario de Loreto. En primer plano, la torre medieval, núcleo fundacional del enclave (imagen: José Becerra).
Al igual que la mayor parte de localidades del Aljarafe, Espartinas pasaría en estos años de villa de realengo a villa de señorío, siendo adquirida en 1631 por Diego Caballero de Cabrera, precisamente propietario de la Hacienda de Mejina y estrechamente vinculado al episodio sevillano de la Embajada Keichō.
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¿Por qué Coria del Río y Espartinas? El arribo de la embajada a Coria del Río antes de su entrada en Sevilla se explica por el papel de la localidad en el acceso al Puerto de Indias de la capital hispalense, así como por la necesidad de realizar los preparativos oficiales para la recepción por parte del Cabildo sevillano. A comienzos del s. XVII, el puerto de Sevilla era el corazón económico de la Monarquía Hispánica,
Debido a la presencia de un importante meandro (o “torno”) del Guadalquivir, justo antes de llegar al puerto de Sevilla, Coria del Río se convertiría durante la Edad Moderna en fondeadero habitual del tráfico fluvial, llegando incluso a contar con una importante tradición de carpintería de ribera, a lo que se sumaba su papel como punto de cruce del Guadalquivir, a través de la denominada “barca de Coria”. No es por tanto extraño que dentro de este papel de antesala del puerto sevillano, la localidad albergase a la embajada japonesa (3). En el caso de Espartinas, son dos las localizaciones relacionadas con la Embajada Keichō. El Monasterio de Nuestra Señora de Loreto es una fundación franciscana, que entre los ss. XVI y XVII tuvo una estrecha relación con la evangelización del Nuevo Mundo. Este hecho, junto con el carácter especialmente austero de la comunidad franciscana allí asentada, explica la presencia en Loreto de Luis Sotelo. Por su parte, en las cercanías de Loreto se sitúa la Hacienda Mejina, propiedad desde 1527 de la familia Caballero de Cabrera, cuya cabeza en 1614 era el caballero veinticuatro Diego Caballero, hermano de Luis Sotelo.
Coria del Río en un mapa de los tornos del Guadalquivir entre Sevilla e Isla Mayor (1753). cabecera de las rutas al Nuevo Mundo y zona de atraque y desembarco de las Flotas de Indias, obligadas al estricto control de la Casa de Contratación. Hubiese sido por tanto lógico que la expedición de Hasekura y Sotelo desembarcase allí, pero el protocolo de las recepciones diplomáticas hacía más recomendable una entrada por tierra, a través de alguno de los caminos principales de acceso a Sevilla, en este caso el “Camino Real” de Huelva a Sevilla.
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Aljarafe: Patrimonio vivo
La época de la Embajada Keichō a su
paso por el Aljarafe (1614 / 1617) supone un momento clave en la formación de la comarca. Sus paisajes característicos, su sistema urbano, la red de caminos y la estructura social y económica que perdura prácticamente hasta el s. XX se conforman a lo largo del s. XVII, con una cierta herencia medieval pero importantes transformaciones y nuevos procesos que terminan por asentar la imagen moderna del territorio. De esta forma, Hasekura pudo ver espacios, paisajes y costumbres que llegan hasta nuestros días, en algunos casos con pocas transformaciones. Un Patrimonio vivo al que podemos acercarnos y del que podemos disfrutar en la actualidad, como parte de la herencia cultural del Aljarafe.
La producción agrícola: almazaras, lagares y sembradura. Un ejemplo singular es precisamente la transformación de la propiedad de la tierra, con el proceso de señorialización por el que la mayor parte de las tierras aljarafeñas pasa a propiedad de señoríos familiares, el más destacado de los cuales fue el de los Guzmanes de Olivares, cuyos “estados” llegaron a ocupar más de la mitad del Aljarafe a mediados del s. XVII. Aunque este proceso se invirtió en parte durante el s. XVIII (momento en el que varios municipios vuelven al realengo), la propiedad de la tierra en la comarca mantuvo un carácter señorial, organizado en torno al sistema de haciendas de olivar.
Detalle de labores agrícolas (Civitates Orbis Terrarum, hacia 1600).
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Si bien en las zonas meridionales de la comarca del Aljarafe se van asentando usos ganaderos y forestales durante la Edad Moderna (caso de las dehesas de Coria del Río y los pastos de Isla Mayor), la mayor parte del Aljarafe presentaba en el s. XVII una dedicación agrícola que conforma el paisaje característico que llega a nuestros días. Una economía agrícola basada en el cultivo de “sembradura” (cereal de secano), olivar y vides, complementado, en las inmediaciones de los núcleos urbanos, con espacios de huerta. En el desarrollo de la economía agrícola del Aljarafe tuvo un papel destacado el comercio con el Nuevo Mundo. La cercanía de la comarca aljarafeña a Sevilla, capital del comercio trasatlántico durante la mayor parte de la Edad Moderna, permitió que se convirtiese en uno de los principales abastecedores de las flotas americanas. Aceite, vino y mosto experimentan en estos años un importante crecimiento en su producción, que también se haría extensiva a otros espacios geográficos, principalmente el mercado europeo en el caso del aceite. Un aceite producido en las almazaras del Aljarafe, y envasado en grandes recipientes, como los tinajones elaborados en los alfares de Coria del Río, donde incluso se documenta una calle Tinajerías en las inmediaciones del antiguo cauce del arroyo Riopudio. La industria del aceite se tradujo en el alto número de almazaras activas en el Aljarafe durante la Edad Moderna. Buena parte de ellas han llegado hasta la actualidad, pudiendo distinguirse entre almazaras integradas en haciendas de olivar y almazaras urbanas, caso de la que consta adscrita a la Hacienda Mejina de Espartinas en el s. XVI. Es precisamente la hacienda de olivar el elemento arquitectónico definitorio del paisaje agrícola del Aljarafe sevillano, que aunque presenta un origen medieval, desa-
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rrolla su estructura clásica durante la Edad Moderna y el tránsito al s. XIX. Las haciendas de olivar se caracterizan precisamente por el tipo de propiedad de la tierra, el señorío, vinculado a la explotación agrícola extensiva. Siendo el olivo el elemento más destacado, suele acompañarse de producción vitivinícola en combinación con ganadería de corral, quedando la ganadería extensiva para las fincas adehesadas o la trashumancia de pastos. Desde la Edad Moderna, las haciendas de olivar se organizan en torno a dos núcleos principales, el “patio del señorío” y el “patio de labranza”. El señorío albergaba las zonas productivas (almazara, lagar, almacenes y bodegas), así como la residencia de la familia propietaria, habitualmente “absentista” (con ocupación estacional de la hacienda y casa principal en Sevilla). También se situaban en esta zona otras instalaciones, como la capilla. Por su parte, en la zona de labranza se
situaban las viviendas de jornaleros y trabajadores eventuales (“gañanía”), así como los corrales, pajares, graneros y en general aquellas actividades agrícolas más molestas. Como elementos singulares en las haciendas, dentro del señorío destacaban las torres, habitualmente ligadas a actividades productivas (caso de las torres de contrapeso de las almazaras), pero habitualmente adecuadas en su parte superior como miradores usados en exclusiva por la familia propietaria.
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Esta estructura básica, ya presente a comienzos de la Edad Moderna, se consolidaría en los siglos siguientes, con variaciones debido a la diversa importancia de las propias haciendas. Así por ejemplo, mientras que en las más modestas se producía una unificación de todas las actividades en torno a un único núcleo, en las haciendas más significadas se multiplicaban los patios, especialmente en la zona del señorío, convertido en auténtica residencia campestre de las familias de la nobleza sevillana.
Uno de los ejemplos más conocidos y relacionados con la presencia de Hasekura Tsunenaga es precisamente la Hacienda Mejina, situada sobre el “camino de Coria” en las inmediaciones del núcleo urbano de Espartinas. Sobre su origen, sabemos que en el repartimiento castellano de 1253 ya existe un lugar conocido como “Mexina”, adscrito al término de San Juan de Aznalfarache y con una superficie de 860 aranzadas (unas 1500 Ha), repartido entre caballeros aragoneses que habían colaborado en la conquista de Sevilla y su entorno. En esta época se señala la presencia de “cuarenta mil pies de olivar y dos mil pies de higueras”. Ya en 1527 es adquirida por la familia Caballero (posteriormente Caballero de Cabrera), constando entonces de 272 aranzadas de tierra (unas 145 Ha), con olivares, viñas y huerta, dos molinos de aceite, bodega y lagar, así como otro molino de aceite adscrito en el núcleo urbano de Espartinas. A comienzos del s. XVII, la Hacienda de Mejina sería una de las propiedades principales de los Caballero de Cabrera, que pocos años más tardes llegarían a convertirse en señores de Espartinas. En las inmediaciones de Espartinas y Mejina, la Hacienda de Loreto también presenta un origen medieval, y un amplio desarrollo durante la Edad Moderna, integrada a partir del s. XVI con el convento franciscano en el que residieron Hasekura Tsunenaga y Luis Sotelo durante parte de sus estancias sevillanas. En 1253, al igual que Mejina se adscribe al término de San Juan de Aznalfarache, presen-
Hacienda Mejina, Espartinas .
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Vista aérea del Convento y Hacienda de Loreto, Espartinas (imagen IAPH).
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tando una superficie de 812 aranzadas (unas 460 Ha) y un total de sesenta mil pies de olivar e higueras. A comienzos de la Edad Moderna pertenecía a María Ortiz, esposa de Enrique de Guzmán, siendo ella la que fundaría el convento en 1525, cediendo parte de las tierras a la comunidad franciscana para culto de Nuestra Señora de Loreto, imagen titular de una ermita allí situada al menos desde el s. XIV. Desde 1540, la hacienda pasó a manos de la familia Arias de Saavedra, quienes mantenían la propiedad en el s. XVII . Mejina y Loreto son dos ejemplos característicos de haciendas de olivar, aunque en su estado actual presentan numerosos añadidos y transformaciones contemporáneas. En el área de Espartinas se documentan otros ejemplos, caso de las haciendas de Marchalomar o Tablantes, esta última llegó a albergar hasta cinco prensas de viga, indicio de su potencia productiva. Asimismo, en el espacio extensivo que une Espartinas con Coria del Río a través de la Cañada Real de las Islas encontramos otros ejemplos destacados de haciendas de olivar. Es el caso de Majalcófar en Almensilla, documentada como un extenso latifundio señorial a partir de 1444, cuando contaba con “casi mil aranzadas [aproximadamente 570 Ha] de olivar, tierras calmas, granadales, chaparrales, casas suntuosas y cuatro molinos de aceite”, como se recoge en la escritura de compraventa. Un caso similar sería la Hacienda de Rebujena, en Bollullos de la Mitación, constituida como extenso latifundio entre los ss. XV y XVI, si bien durante el s. XVII parece experimentar un proceso de reparto por herencia que disminuyó considerablemente su extensión anterior. Esta hacienda mantiene el esquema habitual, compuesto por “casas, huerta, molinos de aceite y tinajas para aceite y olivares, y almarjales y tierras y dehesas, y montes y pastos y prados, y ejidos con agua”. Una estructura, por consiguiente, que agrupa en una única propiedad extensiva una amplia variedad de funciones agrícolas, ganaderas y productivas. El ejemplo más acabado de este modelo multifuncional lo constituye la Hacienda de San Ignacio de Torrequemada, perteneciente a Gelves aunque enclavada en el término
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de Bollullos de la Mitación, en las inmediaciones de la Cañada Real de las Islas, camino de comunicación entre Coria del Río y Espartinas. Al igual que el grupo principal de haciendas de olivar del Aljarafe, San José de Torrequemada ya aparece en los repartos posteriores a la conquista castellana del s. XIII, incluyendo inicialmente una superficie de 270 aranzadas (unas 150 Ha) y cinco mil pies de olivo e higueras. Esta envergadura inicial, no demasiado extensa en relación con otras haciendas que conocemos, experimenta un considerable desarrollo entre la Edad Media y la Edad Moderna, pasando por diversos propietarios, entre los que destacarían la Orden de Santiago en la Edad Media y el conde de Gelves y señor de Villanueva del Ariscal ya en el s. XVI. Propiedad jesuita durante el s. XVIII, llegaría a alcanzar una superficie de 340 aranzadas (casi 200 Ha), dedicadas a actividades ganaderas (dehesa y pastos) y olivar. De la riqueza y productividad de esta hacienda da idea el hecho de que su venta en el s. XVIII se realizó por casi tres cuartos de millón de reales, una cantidad inédita en este tipo de transacciones. Su configuración actual, principalmente de comienzos del s. XVIII, responde al esquema habitual de patio de labor y patio del señorío, junto con las estancias y dependencias productivas y residenciales que ya hemos visto en otros enclaves similares.
Interior de la bodega de la Hacienda Torrequemada.
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Dentro del sistema de haciendas de olivar, la sembradura o agricultura del cereal también tuvo su papel, llegando a ocupar en términos como el de Espartinas más de un 30% a comienzos del s. XVIII, o cerca de un 45% en Coria del Río por las mismas fechas. No obstante, aunque los espacios productivos de cereal pudieron estar incorporados en las haciendas, se documenta una evolución hacia otro tipo de edificios, los cortijos, de dedicación principalmente cerealística y que tendrían un mayor desarrollo a partir del s. XVIII.
exclusivamente dedicada a esta función, instalada en 1682 en la Hacienda San Rafael de Villanueva del Ariscal bajo el patrocinio de la familia Góngora, y centrada en la crianza y envejecimiento de vinos finos y generosos. La Bodega Góngora inaugura en cierto modo la “edad moderna” de las bodegas del Aljarafe, y con diversas transformaciones mantiene su producción hasta la actualidad.
El último vector del paisaje agrícola del Aljarafe que vio Hasekura es la producción vitivinícola. La mayor parte de haciendas de olivar incorporaban en sus tierras amplios espacios de viña, Vendimia y pisada en un manuscrito del s. XIV. empleada en la producción de uva pasa y de mesa pero sobre todo en la elaboración de vino. En este caso, de nuevo el mercado americano fue un importante aliciente para el desarrollo de la producción vinícola del Aljarafe, dada la necesidad de incluir en la carga de las flotas de Indias “productos de la tierra”, que en parte se componían de vino y mosto. Las descripciones de haciendas nos hablan de la presencia de lagares y bodegas, que por ejemplo tenemos atestiguado en el caso de la Hacienda de Loreto y en la Hacienda Mejina, en Espartinas. En ambos casos, la dedicación vinícola se incluye dentro del carácter multifuncional de la explotación. No sería hasta finales del s. XVII cuando se documenta la creación de la primera bodega
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Bodegas Loreto.
Gastronomía popular del Aljarafe. Es precisamente el carácter agrícola de la comarca del Aljarafe el que da lugar a una rica tradición gastronómica de origen medieval pero que se desarrolla y consolida durante la Edad Moderna, y de la que disfrutarían los miembros de la Embajada Keichō. Dentro del séquito de Hasekura existían diferentes clases, incluyendo al propio embajador y sus asistentes más inmediatos en un primer nivel, pero asimismo a un variado grupo de criados. Por tanto es lógico que tanto su alimentación como sus circunstancias fuesen distintas, aunque dentro del rango especial que al menos al
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comienzo les ofrecía su carácter diplomático. Sin embargo, sabemos que durante su segunda estancia en tierras sevillanas (1616 /1617) los miembros restantes de la embajada experimentaron una situación de cierta escasez económica, debido fundamentalmente al fracaso de sus iniciativas, y el rechazo de las autoridades españolas a su permanencia en España. De forma que en 1617 Hasekura se veía obligado a mantenerse a costa de lo que le podían proporcionar los franciscanos de Loreto por intermediación de Luis Sotelo, así como probablemente la asistencia de Diego Caballero de Cabrera, hermano del fraile. En la cocina sevillana de comienzos del s. XVII tiene un importante papel tanto el carácter agrícola de la sociedad como la herencia de la Edad Media, aunque poco a poco se introducían nuevos alimentos procedentes del mercado americano. Este sería el caso del tomate, empleado en sopas frías y calientes, así como en mezcla con otras verduras. Por el contrario, la patata no se populariza hasta al menos el s. XVIII, ya que inicialmente se la tenía por poco comestible, siendo empleada principalmente como alimento para el ganado. En lo que respecta a la dieta y cocina populares, casi tres cuartas partes del consumo se centraban en los cereales (pan y gachas o sopas de harina), así como en diversos tipos de cocido, entendido como sopas de legumbres con esporádico acompañamiento de carne. A diferencia de otras regiones europeas, en el área sevillana la abundante producción de trigo y harina de trigo favoreció el desarrollo de la panadería de “pan blanco”, si bien también se usaron otros tipos de harina, así como harinas integrales que conservaban parte de la cascarilla, dándole al pan un aspecto oscuro. El pan se consumía conjuntamente con otros alimentos de acompañamien-
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to: ajos, aceite, cebollas, tocino… Las elaboraciones de harina con leche, huevos o mezclada con otros alimentos también fueron de uso común por las clases populares, y hay que destacar a partir de la Edad Moderna las sopas de tomate, mezcladas habitualmente con restos de comida o pan del día anterior, con diverso grado de elaboración y denominaciones, siendo la más popular el gazpacho. Sopas, caldos y cocidos empleaban verduras y hortalizas de producción hortícola, con añadido frecuente de pan del día anterior. Siempre realizando un consumo habitual de los productos del olivar, tanto el aceite como las aceitunas de mesa con diferentes aliños. En los platos cotidianos, la carne era fundamentalmente algún tipo de tocino salado, con acompañamiento ocasional de carne de gallina o pollo. Precisamente la carne de corral era la más consumida de forma habitual, junto con la caza menor y el cerdo, así como el cordero en ocasiones señaladas. Carnes de mayor calidad, como la ternera o el buey, eran fundamentalmente consumidas por las clases superiores, que también contaban entre sus platos con versiones más elaboradas de los cocidos populares, incorporando mayor variedad de ingredientes. En lo referente a los productos derivados, el desarrollo de la ganadería porcina facilitó la aparición de salchichas y embutidos (morcillas, chorizos), en los que tenían un especial papel los aliños con especias y la incorporación de otros productos como los piñones y las pasas. Por otra parte, a partir de la baja Edad Media se produce una amplia difusión del cultivo de viñedos, fundamentales en el auge de la producción vinícola y de mostos, así como de uva de mesa y uvas pasas. Heredado de la época andalusí se mantuvo el consumo de pescado en aquellas zonas cercanas a la costa o a cur-
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sos fluviales, caso del Aljarafe en relación con el Guadalquivir, el Guadiamar y otros cauces menores. De hecho, el pescado cobraba un papel relevante en aquellas épocas del año en las que no se podía consumir carne por motivos religiosos, principalmente durante la Cuaresma. En el área sevillana, al igual que ocurriese siglos atrás, la producción de aceite favoreció el consumo de frituras de pescado, alimento popular en casi todas las clases sociales. En el caso del monasterio de Loreto tenemos documentado por ejemplo el consumo tanto de bacalao en salazón como de pescados de río, con especial relevancia de los “zollos” o esturiones.
San Francisco de Asís y Santo Domingo de Guzmán en el refectorio (Felipe Gil de Mena, 1644). Precisamente un aspecto singular de la gastronomía durante la Edad Moderna es la alimentación y cocina en los monasterios y conventos, entre los que destacan, en el Aljarafe sevillano, el monasterio de San Isidoro del Campo (Santiponce), el convento de San José (Sanlúcar la Mayor) y el convento de Nuestra Señora de Loreto (Espartinas), lugar este último de estancia para Luis Sotelo, Hasekura Tsunenaga y otros miembros de la Embajada Keichō, probablemente de forma puntual durante la estancia de 1614 y con seguridad durante la estancia de regreso en 1616 / 1617. Las posesiones terrenales de estas instituciones les permitían disponer de una amplia variedad de fuentes de alimentación, si bien matizadas por los votos religiosos que imponían cierto nivel de austeridad y disciplina.
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Era frecuente el uso de procedimientos de conservación como el secado (para las carnes y legumbres) o la salazón (para carnes y pescados), si bien la parte fundamental de la dieta monástica y conventual la componían las sopas y cocidos, así como productos elaborados como el queso y el pan. Por otra parte, en los conventos y monasterios o en relación con ellos se situaba un cierto número de seglares ocupados en diversos oficios vinculados a la institución, no ligados por los votos religiosos y cuya dieta se asemejaba más a la de las clases populares. Asimismo, la función de caridad de estos enclaves supuso igualmente el desarrollo de una “cocina pobre” elaborada con los restos de comidas anteriores o derivados de ellos: migas, “sopeaos”, gachas, “sopa boba”… Buena parte de los platos y elaboraciones procedentes de la Edad Moderna siguen degustándose actualmente en la zona del Aljarafe, especialmente reconocida por su peculiar gastronomía así como por la abundancia de establecimientos de restauración. A modo de ejemplo podemos señalar en el caso de Espartinas la caldereta de ternera, el arroz con perdiz o las aceitunas aliñadas, y en el caso de Coria del Río las frituras de pescado, con especial relevancia para los albures y camarones. Un apartado singular lo constituye la repostería tradicional, muy ligada en el Aljarafe a la cocina popular y al ciclo festivo, sobre todo en relación a la Navidad y la Semana Santa. Entre las recetas tradicionales que llegan hasta nuestros días cabe destacar en la zona que nos ocupa los “frutos de sarten”, nombre que reciben diferentes elaboraciones a base de masa dulce frita en aceite y posteriormente azucarada o enmelada: orejas de habas o de abad, rosquitos, pestiños… Así como otros productos de repostería que ya encontramos en la documentación antigua, caso de los bizcochos (pasteles cocidos “dos veces”) y torrijas.
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CALDERETA DE TERNERA
1 kg y medio o 2 kg de ternera (a trocitos) • 2 tomates grandes maduros • 1 pimiento grande verde • 1 pimiento mediano rojo • 2 zanahorias • 2 cebollas medianas • 5 dientes de ajo • 3 o 4 hojas de laurel • ½ cucharadita de orégano • ½ cucharadita de jengibre (opcional) • 2 pastillas de caldo concentrado de carne • 1 vaso grande de vino blanco • ½ vaso de manzanilla • 1 vaso de aceite de oliva virgen extra • Agua Majao: 6 granos de pimienta negra • 2 dientes de ajo sin pelar • 1 rama de perejil • Sal
E
n una cacerola se calienta el aceite y se rehoga la carne con el laurel, el orégano y jengibre.
Cuando la carne haya soltado toda el agua y empiece a dorarse le añadimos el vino blanco. Mientras picamos la cebolla, la zanahoria, los pimientos y los 5 dientes de ajo pelados y troceados, por último se añade el tomate pelado y troceado. En el mortero machacamos la pimienta, los 2 dientes de ajos con piel y el perejil y las 2 pastillas de caldo, le añadimos 1/2 vaso de manzanilla y agregamos todo a la carne, dejando unos 5 minutos que se evapore el vino. Cubrimos la carne con agua y la cocemos durante unos 45 minutos aproximadamente. Se deja una salsita espesa y se puede acompañar con patatas fritas al bastón.
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ACEITUNAS ALIÑADAS
Aceitunas ralladas (rajás) Para la salmuera: Agua • Sal Para el aliño: Comino • Orégano • Pimiento molido • Tomillo • 8 o 10 dientes de ajos • Vinagre
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na vez ralladas o rajadas las aceitunas, las echamos en agua hasta cubrirlas. Cambiamos el agua todos los días hasta que estén tan dulces como se quiera (4 o 5 días). Les quitamos el agua y hacemos una salmuera a punto de huevo. Para la salmuera: En un cubo lo llenamos más de medio de agua y echamos 1 kg de sal. Lo movemos hasta que se disuelva. Introducimos un huevo crudo y esperamos hasta que se venga arriba. Si no se viene arriba hay que añadir más sal al agua. Introducimos la salmuera en la cántara con las aceitunas, las tapamos y las dejamos 1 o 2 días. Pasados estos días, le quitamos la salmuera y las aliñamos. Para el aliño: Echamos un poquito de comino, orégano, pimiento molido, tomillo y 8 o 10 dientes de ajos machacados en el mortero y majamos. Echamos el majao, 1 mortero de vinagre y 2 de agua hasta cubrir las aceitunas. Las dejamos con el aliño, probándolas hasta que gusten (4 o 5 días). Si están muy fuertes, añadir trocitos de pimiento.
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TORRIJAS
Pan de torrijas • Aceite • 6 huevos • 1 litro de leche • 1 kg de azúcar (alternativamente miel) • Cáscaras de limón y naranja • Canela en rama y molida
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oner a cocer la leche con 3 cucharadas de azúcar, una rama de canela y una pizca de canela molida, junto con las cáscaras de limón y naranja. Remover continuamente para que no hierva ni se pegue al recipiente. Dejar que la leche temple, para a continuación ir mojando el pan en ella y colocar las rebanadas en una bandeja. Poner el aceite a freír con las cascaras de limón y naranja, cuando esté caliente retirar las cascaras y empezar a freír la torrijas mojadas en huevos no muy batidos. A continuación mojar cuando todavía están calientes en azúcar mezclada con canela, y meter en un recipiente con tapadera para que suden y salga el almíbar. Alternativamente, mojar con miel rebajada con agua al gusto.
Es una receta ampliamente extendida por los pueblos del Aljarafe, ligada a la repostería de Cuaresma y Semana Santa. Dentro de la receta estándar encontramos variantes como las torrijas en salmuera, en las que el pan es previamente remojado en agua levemente salada en lugar de en leche aromatizada.
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PESTIÑOS
1 kg de harina • 1 vaso de aceite de oliva • 1 vaso de vino blanco • 1 vasito de anís • 2 clavos • 2 cucharadas soperas de matalahúva • 3 cucharadas soperas de ajonjolí • 1 cucharadita de levadura en polvo • 1 pizca de sal • La cáscara de una naranja • Aceite de oliva • Miel
Las primeras menciones al pestiño son del s. XVI, aunque su similitud con la shebbakiyya, dulce típico marroquí, podría indicar un origen común anterior.
S
e fríe el aceite con la cáscara de naranja. Se aparta del fuego. Se retira la cáscara y se le añade el ajonjolí y la matalahúva (para que se dore pero que no se queme). En un recipiente, se echa la harina, los 2 clavos majados, la levadura y una pizca de sal. Se revuelve todo y se hace como un volcán. Añadimos los líquidos: vino blanco, anís, el aceite (que todavía estará caliente) y se empieza a trabajar la masa, primero con la espátula y luego con las manos. Cuando está la masa hecha, se pone en un bol, se cubre y se coloca donde no vaya a perder el calor.
Se van haciendo los pestiños. Se toma un poco de la masa haciendo una bola, se extiende hasta que esté muy fina, se toman las puntas, se vuelven sobre sí mismas y se pegan. Se fríen en abundante aceite de oliva. Se colocan en un plato con papel de cocina para que absorba el aceite sobrante. En un cazo se calienta la miel; se van en echando los pestiños, se les da la vuelta y se sacan. También pueden rebozarse con azúcar y canela.
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El ciclo festivo religioso: Hermandades y cofradías. El Aljarafe que vieron Hasekura y sus acompañantes se sitúa en el ámbito católico de la Monarquía Hispánica, en la que la religión y sus ceremonias tenían un papel predominante. Frente a los movimientos reformistas de los países centroeuropeos, España y la mayor parte de sus posesiones lucharían durante la Edad Moderna por mantener la ortodoxia de la fe católica, plasmada en las disposiciones del Concilio de Trento (1545 / 1563), base de la denominada “Contrarreforma”. A un nivel básico, la Contrarreforma sirvió para reforzar la posición social de las órdenes religiosas y el clero, así como para alentar diversas expresiones de la religiosidad popular, dando lugar a un auge de las hermandades y cofradías, así como un especial desarrollo a celebraciones como la de la Semana Santa y el culto a las imágenes consagradas.
Sesión del Concilio de Trento. En el caso sevillano, a comienzos del s. XVII se produce un auge de las cofradías, con especial significación en la celebración de la Semana Santa. Esto llevaría, en Sevilla capital, a una primera regulación en 1604, que supuso entre otras normas la obligación de las hermandades de procesionar a la Catedral. Es importante asimismo en esta época el carácter “disciplinante” de numerosas herman-
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dades, en las que se congregaban penitentes “de luz” (portacirios) y penitentes “de sangre” (disciplinantes que se autoflagelaban o se imponían otras dolorosas disciplinas durante la estación de penitencia anual). En la comarca del Aljarafe, son numerosas las hermandades que, teniendo un origen medieval o a lo largo del s. XVI, se consolidan durante el s. XVII, dando lugar a buena parte de las actuales cofradías de Semana Santa y hermandades dedicadas al culto de imágenes consagradas. Dentro del ámbito aljarafeño más directamente relacionado con la Embajada Keichō, tenemos ejemplos tanto en Espartinas como en Coria del Río. En el caso de Espartinas, desde 1591 tenemos atestiguada la existencia de la Hermandad de la Vera-Cruz, con estación de penitencia el Jueves Santo, teniendo de titulares al Señor de la Sangre y a Nuestra Señora de la Soledad. La cofradía tenía su sede en la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, y ya en el s. XVII incorporaría cultos a San Bartolomé, con procesiones en mayo (día de la Santa Cruz) y agosto. También en agosto procesionaba la Hermandad de Nuestra Señora de Agosto, existente ya en 1539 y cuya imagen titular sería el origen de la advocación de la iglesia parroquial de la localidad. Actualmente, las imágenes de la Santísimo Cristo de la Sangre (Espartinas). Hermandad de la Vera Cruz (ya desaparecida) se encuentran adscritas a la Hermandad Sacramental, que continúa realizando estación de penitencia en Espartinas. El Señor de la Sangre, aunque de fecha y autor desconocidos, probablemente se corresponda con la imagen primitiva de la Hermandad de la Vera Cruz, pudiendo situarse su creación en la primera mitad del s. XVII.
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En Coria del Río, desde finales de la Edad Media se habían ido gestando una serie de cofradías, que se consolidan durante el s. XVI y se encuentran en pleno desarrollo a comienzos del s. XVII. Es así como se forma una de las manifesSantísimo Cristo de la Vera Cruz (Coria del Río) taciones más conocidas del ciclo religioso del Aljarafe, como es la Semana Santa de Coria, cuya popularidad alcanza hasta la actualidad. Centrándonos en las hermandades de penitencia, destaca en primer lugar la Hermandad de la Vera Cruz, fundada a comienzos del s. XVI y cuyo carácter penitencial presenta una clara inspiración franciscana, al ser esta orden la propietaria de la ermita de San Juan Bautista, sede de la hermandad. Al primitivo culto del Cristo de la Vera Cruz (conservado hasta la actualidad) se incorporó a comienzos del s. XVII el culto a la Inmaculada Concepción, dentro de la devoción concepcionista auspiciada asimismo por la orden franciscana. Al sur del núcleo urbano de Coria, en el entorno del fondeadero situado en la desembocadura del arroyo Riopudio y el barrio de pescadores localizado en esta zona se construyó a finales del s. XVI la ermita de La Soledad, asociada a la cofradía del mismo nombre, muy vinculada originalmente a su
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Nuestra Señora de la Soledad Coronada (Coria del Río).
humilde barrio. El culto a la Virgen de la Soledad (cuya imagen se conserva hasta la actualidad) forma parte de la organización primitiva de la Semana Santa coriana, con un importante papel en la ceremonia del “descendimiento” de Cristo así como en la celebración de la Resurrección, ambas documentadas al menos desde el s. XVII, si bien con imágenes del Cristo Yacente y el Resucitado distintas a las actuales, de creación contemporánea. Como tercera hermandad significada en la Semana Santa de Coria del Río durante la Edad Moderna es necesario señalar la Hermandad del Cristo de la Misericordia, radicada originalmente en la ermita de La Magdalena y que junto a las demás hermandades consolidadas durante la Edad Moderna componían el argumento visual del auto sacramental y la devoción popular (Cristo con la Cruz a cuestas [Misericordia], Cristo Crucificado [Vera Cruz], La Soledad y Cristo Yacente y Cristo Resucitado [La Soledad]). Aunque la Nuestro Padre Jesús Cautivo, Coria del Río imagen primitiva del (imagen Ana Suárez). Nazareno de Coria (actualmente adscrita a la Hermandad del Cautivo) se talla ya a mediados del s. XVII, es probable que sustituyese a una imagen anterior. Actualmente la mayor parte de estas imágenes siguen procesionando, incorporadas a la Semana Santa del Aljarafe, una de las más singulares de la provincia de Sevilla, objeto en las últimas décadas de un interesante proceso de renovación y consolidación, y que cuenta con diversos momentos que constituyen un atractivo turístico y cultural de gran valor popular..
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Tras las huellas de Hasekura
El relato de la Embajada Keichō nos ofre-
ce el marco histórico para una aventura apasionante que tuvo entre otros diversos escenarios en el Aljarafe sevillano. La recuperación de este legado, junto con la valoración de la presencia japonesa en tierras sevillanas, nos permite adentrarnos en un territorio en el que se conjugan los recursos turísticos con una amplia variedad de espacios naturales, monumentos y otros enclaves y elementos de valor cultural. Tomando como referencia los datos históricos conocidos, sabemos que Hasekura Tsunenaga pasó por el Aljarafe tanto en su viaje de ida (1614) como en el de vuelta (1616 / 1617), con dos escenarios fundamentales: Coria del Río y Espartinas. En ambos municipios se conservan actualmente elementos y espacios existentes a comienzos del s. XVII, y que en algún caso tenemos constatado que fueron visitados o constituyeron el alojamiento de Hasekura y su séquito. Podemos hablar por tanto de un Patrimonio monumental relacionado con la época de la Embajada Keichō, que llega hasta el presente, aunque habitualmente transformado y evolucionado.
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Pero junto con los recursos culturales, un elemento fundamental en el paisaje cultural heredado de la Edad Moderna lo constituyen las vías de comunicación del Aljarafe. En su mayor parte, los principales caminos se mantienen actualmente dentro de la red viaria general, cuyo principal exponente es el antiguo “Camino Real” de Huelva a Sevilla, que todavía comunica en sentido este – oeste buena parte de los municipios del área central de la comarca. Pero asimismo se conserva una densa red de vías pecuarias y caminos rurales, que en numerosas ocasiones hunden sus raíces en la Edad Media, cuando no en épocas anteriores. Precisamente entre Coria del Río y Espartinas se desarrolla la Cañada Real de las Islas, popularmente conocida como Vereda de Carne, nombre habitual de este tipo de caminos, usados como medio de desplazamiento de la ganadería trashumante desde la Edad Media. En el caso concreto de la Cañada Real, su nombre extenso es Cañada Real de Medellín a Isla Mayor, y nos indica precisamente el trazado de una de las principales vías de trashumancia desde las dehesas extremeñas, atravesando Sierra Morena y bajando hasta los pastos del Bajo Guadalquivir.
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Aljarafe y
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A la hora de seguir las huellas de Hasekura por las tierras del Aljarafe, por tanto, nos vamos a centrar en dos ámbitos diferentes pero a la vez complementarios: la comunicación entre Coria del Río y Espartinas a través de la Vereda de Carne y el legado cultural y monumental que todavía hoy podemos encontrar y disfrutar en el entorno de esta histórica vía de comunicación.
2 ESPARTINAS
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3
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4 AUTO V
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La “Ruta Hasekura”: De Coria del Río a Espartinas a través de la Vereda de Carne. Entre Coria del Río (cruce con la carretera Coria – Almensilla) y Espartinas (cruce con la carretera Gines – Espartinas), la Vereda de Carne discurre por un trazado de 10,6 km, paralelo a la margen derecha del arroyo del Riopudio, la principal arteria fluvial del Aljarafe interior. En la Edad Moderna sabemos que era ampliamente utilizada, no solo por el ganado trashumante (un uso por otra parte estacional), sino también para la comunicación entre las localidades del Aljarafe (Coria del Río, Almensilla, Bormujos, Bollullos de la Mitación, Espartinas, Salteras, Olivares y Palomares del Río), gracias a su conexión con el resto de la red de caminos rurales y vías pecuarias de la comarca. Especialmente relevante era el cruce con la Vereda de los Carboneros de Camas a Salteras, el Cordel del Patrocinio
C 5 6 RO YO
AR DE L DIO
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RIO
ALMENSILLA PALOMARES DEL RÍO
RUTA HASEKURA / VEREDA DE CARNE Longitud del trazado: 10,6 Km. Duración del trayecto (solo ida / a pie): 2h 40’ h. Dificultad: Baja.
D
Vereda de Carne / Cañada Real de las Islas MONUMENTOS: 1
Santuario de Loreto
4
Hacienda Mejina
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Ermita de San Juan Bautista
2
Iglesia de la Asunción
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Puente ”romano”
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Iglesia de la Estrella
3
Hacienda de los Remedios
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Hacienda Torrequemada
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Monumento a Hasekura Tsunenaga
EQUIPAMIENTOS (SENDERO CHG): A
Área de Descanso ”Espartinas” Área de Descanso ”Keicho”
C D
Área de Descanso ”Puente Romano” Área de Descanso ”Almensilla”
GU AD AL QU I
CORIA DEL RÍO
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de Gines a Villanueva del Ariscal y el Cordel de Triana a Villamanrique de la Condesa. Pero junto con este papel de tránsito habitual entre las localidades de sus alrededores, la Vereda de Carne permitía un intenso tráfico comercial. El sistema de haciendas de olivar, en pleno desarrollo durante el s. XVII, permitía el abastecimiento de aceite, vino, mosto y otros “productos de la tierra” a las flotas de Indias, con fondeadero y puerto de carga no solo en Sevilla, sino también en Coria del Río. Asimismo, en la confluencia del arroyo del Riopudio y el Guadalquivir se localizaban enclaves de fabricación cerámica, centrados principalmente en producciones de almacenamiento y uso común, cuya huella ha quedado en la actual zona de Tinajerías del núcleo urbano de Coria. Buena parte de estas producciones cerámicas eran importadas al Aljarafe interior, tanto para el uso cotidiano como para el almacenamiento de los lagares y almazaras, como tenemos atestiguado por ejemplo en la Hacienda Mejina, propiedad a comienzos del s. XVII de Diego Caballero de Cabrera, hermano del franciscano Luis Sotelo, compañero de viaje de Hasekura Tsunenaga e introductor de la Embajada Keichō tanto en Mejina como en Loreto.
Actualmente, la Vereda de Carne sigue siendo un eje de comunicación rural de primer orden en sentido norte / sur a través del Aljarafe interior, incorporando asimismo en sus márgenes diversos enclaves urbanizados. Pero también constituye una singular vía ambiental y paisajística, que nos permite disfrutar del ecosistema aljarafeño y sus transformaciones humanas. El camino discurre prácticamente en paralelo al arroyo del Riopudio, arteria fluvial a nivel comarcal desde su nacimiento en Olivares hasta su desembocadura en Coria del Río. Un espacio que en los últimos años se ha visto sensiblemente enriquecido gracias a las actuaciones de restauración ambiental y adecuación para su uso público, de forma que entre la Vereda de Carne y el arroyo encontramos un sendero señalizado y dotado de espacios de descanso, zonas de aparcamiento y otros equipamientos que facilitan el acceso y la visita a la zona. En nuestro recorrido entre Coria del Río y Espartinas, siguiendo las huellas de Hasekura Tsunenaga y sus acompañantes, transitaremos por varios tramos de la Vereda de Carne, cada uno de los cuales nos ofrece diversos paisajes, recursos y posibilidades de visita.
Sendero en las inmediaciones de la Urbanización “La Alegría”.
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El arroyo Riopudio. El valle del arroyo Riopudio se sitúa al oeste de Sevilla, ocupando una amplia extensión de la comarca del Aljarafe, que atraviesa de forma longitudinal de norte a sur, desde su nacimiento en el municipio de Olivares, hasta su desembocadura en Coria del Río. Se encuentra separado de Sevilla por el río Guadalquivir y las terrazas fluviales, que sirven de límite entre la zona del Aljarafe y la capital. El arroyo y sus afluentes se caracterizan por su carácter marcadamente temporal pasando de caudales prácticamente inexistentes en verano a grandes avenidas en los meses más lluviosos. Durante las últimas décadas del s. XX se produjo un importante proceso de degradación natural a nivel comarcal, como consecuencia de los intensos cambios de los usos del suelo, así como del crecimiento demográfico del Aljarafe. La restauración ambiental del arroyo Riopudio, realizada durante los últimos años, ha permitido reforzar la calidad urbana del Aljarafe recuperar parte del patrimonio territorial (naturaleza, cultura y paisaje). Actualmente, el Riopudio constituye uno de los pocos entornos naturales cercanos a Sevilla, inserto en plena área metropolitana del Aljarafe. Su recuperación y mejora ha supuesto así la generación de un importante valor ambiental y social para el territorio. El ámbito del Riopudio comprende espacios de valor paisajístico, ecológico y patrimonial. En lo referente a fauna, es la propia de zonas agrícolas del ámbito sevillano: mamíferos (erizos, topos, liebres), aves (cigüeñas, garzas, ratoneros, milanos, mochuelos, palomas torcaces, tórtolas, abubillas, vencejos, golondrinas, aviones) y reptiles (culebras y lagartijas), así como gran cantidad de insectos y otros invertebrados. En lo referente a fauna acuática, tanto la degradación previa del cauce
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del Riopudio como su estacionalidad han mermado sensiblemente las especies, habiendo constancia hasta hace algunas décadas de la presencia de peces de río (barbos, carpas) junto con reptiles y anfibios acuáticos. Sí mantiene su importancia la avifauna migratoria, dada su situación inmediata a las marismas del Guadalquivir y Doñana.
La vegetación y usos del suelo presenta actualmente una interesante combinación entre terrenos cultivados (olivar, vid, cereales, frutales) y manchas lineales de vegetación de ribera en las márgenes del arroyo: álamos blancos y eucaliptos, formaciones arbustivas (juncos, esparragueras) y plantas diversas (amapolas, jaramagos, romero, cardos). Por último, el carácter transversal de la cuenca del Riopudio a través del Aljarafe acerca su curso a buena parte de los principales recursos patrimoniales y monumentos de la zona. Empezando por las haciendas de olivar, testimonio vivo de la dedicación agrícola de la comarca desde la Edad Media. Pero también los principales núcleos urbanos, que atesoran iglesias, conventos, casas
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palacio y otros edificios históricos y singulares. Así como la arquitectura rural dispersa: ermitas, torres defensivas, etc. El Proyecto de Restauración Ambiental del Arroyo Riopudio, promovido por la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, comprende una longitud de 18,7 Km desde cabecera hasta el inicio del encauzamiento existente en la desembocadura en el comienzo del suelo urbano de Coria del Río. Afectando a los términos municipales de Olivares, Salteras, Espartinas, Bormujos, Bollullos de la Mitación, Mairena del Aljarafe, Palomares del Río, Almensilla y Coria del Río, y marcándose los siguientes objetivos generales: •
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Redimensionamiento del cauce del Arroyo, llevándolo a una situación de mayor estabilidad hidráulica e hidrológica, pero con el condicionante de llevar a cabo un diseño próximo a la estructura natural de un río.
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•
Recuperación de la vegetación natural asociada a este entorno: vegetación de ribera, vegetación climatófila propia del medio donde nos encontramos y vegetación de transición entre ambas.
•
Proteger las márgenes del Riopudio de la ocupación privada.
•
Fomento del uso público y social del área restaurada.
Tras la realización de las actuaciones de regeneración, se ha intervenido sobre un total de 140 Ha, con la introducción de aproximadamente 100000 unidades de especies vegetales, y la creación de una red de senderos adecuados para su uso público con una longitud total de cerca de 35 km.
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ALMENSILLA
Tramo 1: Del cruce con la carretera Coria del Río / Almensilla al cruce con la carretera Almensilla / Palomares del Río.
PALOMARES
Este primer tramo arranca en el cruce de la Vereda de Carne con la carretera entre Coria del Río y Almensilla. Llegamos por tanto al inicio del trazado a través de una carretera asfaltada, entrando a partir de ese momento en un tramo de pista que pasados unos 300 m vuelve a encontrarse perfectamente asfaltado, ya que entramos en la calle principal de la Urbanización “La Alegría”, perteneciente al término de Almensilla. Si optamos por dirigirnos hacia el arroyo del Riopudio alcanzaremos el comienzo del sendero habilitado en sus márgenes, que a partir de ese momento va a discurrir entre la Vereda de Carne y el cauce fluvial sin solución de continuidad. Mientras que la vereda es transitable tanto a pie como en automóvil y otro tipo de vehículos, el sendero únicamente es transitable a pie o en bicicleta, estando prohibido su tránsito en vehículos a motor o a caballo.
ÁREA DE DESCANSO ”ALMENSILLA” URBANIZACIÓN ”LA ALEGRÍA”
En este tramo del recorrido nos encontramos un paisaje típicamente periurbano, con presencia de urbanizaciones semiconcentradas a ambos lados de la
RUTA HASEKURA: TRAMO 1 Vereda de Carne / Cañada Real de las Islas Sendero del arroyo Riopudio (margen derecha) 0
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franja compuesta por la Vereda de Carne y el arroyo del Riopudio. Todavía se conserva alguna hacienda, caso de la Hacienda de Regla, al este del arroyo y perteneciente al término de Palomares del Río, si bien presenta importantes transformaciones contemporáneas y una dedicación principalmente hortofrutícola. A la altura de la Urbanización “La Alegría”, entre la Vereda de Carne y el sendero del Riopudio, encontramos un área de descanso, que nos permite asimismo acercarnos al cauce del arroyo y comenzar a apreciar sus valores ambientales. Los trabajos de restauración ambiental realizados en los últimos años se han centrado en varios aspectos fundamentales, entre los que cabe destacar el redimensionamiento del cauce, la reforestación de las márgenes y recuperación del paisaje fluvial, las actuaciones de adecuación en la conexión con la Vereda de Carne y el resto de vías pecuarias de la zona así como la conservación del paisaje agrícola asociado al cauce fluvial, a través Álamo blanco en las márgenes del Riopudio. del mantenimiento de los cultivos herbáceos, las plantaciones de olivar y otras plantaciones singulares, caso de los higuerales.
Tramo 2: Del cruce con la carretera Almensilla / Palomares del Río al cruce con el Cordel de Villamanrique. Se trata de un tramo en el que las condiciones de conservación de la vía pecuaria no permiten un tránsito adecuado, debido a la estrechez de la traza conservada y a la circulación de vehículos agrícolas, que en temporada de lluvias dejan profundas rodadas en el terreno. Por tanto si realizamos el itinerario con vehículo es más conveniente rodear el tramo bien por el este (Mairena del Aljarafe), bien por el oeste (Almensilla), hasta enlazar con el Cordel de Villamanrique y desde aquí alcanzar nuevamente la Cañada Real de las Islas. Por el contrario, para itinerarios pedestres o de cicloturismo, el sendero del arroyo del Riopudio constituye una buena alternativa para mantener nuestra ruta en el sentido deseado. Durante la mayor parte de este tramo, el cauce del Riopudio discurre, en su margen derecha, a través de campos sembrados de olivos, que forman una amplia corona periurbana en torno a Almensilla. Si nos desviamos un poco de nuestra ruta, hacia el noroeste sobre el Cordel de Villamanrique encontramos la Hacienda San Ignacio de Torrequemada, perteneciente al término de Gelves aunque enclavada en tierras de Bollulos de la Mitación, uno de los principales ejemplos comarcales de hacienda de olivar.
En este sector de la ruta, el entorno del cauce del Riopudio presenta una combinación de vegetación de ribera (eneas, juncos, álamos blancos) junto con presencia de herbáceas y arbolado de reforestación. El carácter semirural del entorno nos permite también empezar a disfrutar de la fauna, principalmente aves de pequeño tamaño, atraídas por la vegetación de ribera y por las extensiones de herbáceas de las márgenes fluviales.
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Ruta Hasekura
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Los olivares de este sector del Aljarafe se desarrollan sobre suelos rojizos, perfectamente diferenciables de los suelos albarizos o amarillentos que encontraremos conforme avanzamos hacia el norte. Es un paisaje calmo, en el que las hileras de pies de olivar se suceden en ordenada disposición.
ÁREA DE DESCANSO ”PUENTE ROMANO”
VILLAMANRIQUE
PUENTE ”ROMANO”
Una de las características del entorno del Riopudio es la forma cerrada de su cuenca, lo que otorga una visibilidad reducida, dada la cercanía de lomas y espacios cultivados que ocultan los núcleos urbanos inmediatos, salvo aquellos instalados directamente sobre la cuenca. Ello se traduce en una elevada impresión de ruralidad para la mayor parte de los paisajes visibles, incluso transitando por una zona metropolitana como es el sector oriental del Aljarafe por el que nos movemos. En este tramo, el cauce discurre flanqueado por una densa cubierta vegetal, compuesta principalmente por juncos y carrizos, en combinación con abundantes herbáceas de ribera, lugar idóneo para la contemplación de aves y fauna terrestre.
RUTA HASEKURA: TRAMO 2 Vereda de Carne / Cañada Real de las Islas Sendero del arroyo Riopudio (margen derecha) 0
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ALMENSILLA
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La conexión con el Cordel de Triana a Villamanrique marca un punto importante en la ruta. Si la Vereda de Carne es el principal eje histórico de comunicación norte – sur del Aljarafe oriental, el Cordel de Villamanrique constituye uno de los principales ejes de comunicación este – oeste, enlazando la orilla derecha del Guadalquivir con la zona de la marisma onubense a través del Aljarafe. Actualmente uno de los principales usos que recibe esta vía pecuaria es estacional, debido a su tránsito anual por parte de las hermandades que peregrinan a la aldea de El Rocío. Pero junto con este uso puntual, constituye una vía ampliamente usada para la conexión de los municipios circundantes, así como para actividades de ocio, principalmente senderismo, cicloturismo y actividades hípicas.
En el cruce entre ambas vías pecuarias confluye asimismo el sendero del Riopudio, y es en este punto donde nos encontramos con una amplia área de descanso, en la que espacios de aparcamiento y merendero se sitúan bajo un pinar de gran porte, que aporta sombra y frescor a la parada. Si nos acercamos al Riopudio, podremos apreciar el conocido popularmente como “Puente Romano”, en uso actualmente tras su restauración. Sobre su cronología, probablemente nos encontremos ante una construcción del s. XVIII, descartando un origen clásico. Aun así, constituye un curioso ejemplar de ingeniería fluvial, junto al que se sitúa asimismo un vado natural del arroyo, que permite el cruce por vehículos agrícolas.
Puente “romano” sobre el Riopudio tras su reconstrucción.
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ELVA
A / HU AUTOVÍA SEVILL
Tramo 3: Del cruce con el Cordel de Villamanrique al cruce con la Autovía Sevilla / Huelva. Partiendo del área de descanso “Puente Romano”, en el cruce entre la Vereda de Carne y el Cordel de Villamanrique, continuamos hacia el norte por la cañada, o alternativamente por el sendero del Riopudio. En el caso de la Vereda de Carne, el tránsito es sencillo, dado el buen estado de la pista rural. Progresivamente, el paisaje de olivares que nos había acompañado desde las inmediaciones de Almensilla va dando paso a un paisaje de hábitat rural disperso, adscrito al término de Bormujos pero que constituye un interesante ejemplo de cómo la Cañada Real ejerce de atractor para el poblamiento, de forma que en su entorno se organizan espacios rurales con tendencias urbanizadoras, dando así un paisaje más transformado que el que habíamos venido disfrutando hasta el momento.
S JO MU
R BO
BOLLULLOS
Higuerales junto al Riopudio.
RUTA HASEKURA: TRAMO 3 Vereda de Carne / Cañada Real de las Islas Sendero del arroyo Riopudio (margen derecha) 0
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ÁREA DE DESCANSO ”PUENTE ROMANO”
PUENTE ”ROMANO”
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La presencia de los espacios urbanizados aparta la Cañada Real de la margen del Riopudio, por la que discurre el sendero paisajístico. Aun así, se mantienen manchas de olivar en la mayor parte de las parcelas, junto con cultivos cerealísticos de secano, que empiezan a aparecer con mayor frecuencia. Como elemento de singular interés dentro de este paisaje en transición, a escasos 300 metros al norte del área de descanso “Puente Romano”, en la confluencia entre la Vereda de Carne y el sendero del Riopudio, nos encontramos una de las escasas parcelas de higueral conservado en el entorno, que nos remite a un paisaje prácticamente perdido pero que recogen los documentos históricos medievales, en los que las extensiones de olivar que se reparten entre los conquistadores castellanos del s. XIII siempre aparecen vinculadas a plantaciones de higueras igualmente extensas, aunque actualmente muy disminuidas.
Al este del arroyo del Repudio se extienden las tierras situadas entre este cauce fluvial y su afluente el arroyo Sequillo. Esta zona, aun perteneciendo a la corona periurbana de Bormujos, presenta un menor desarrollo urbano que el tramo que seguimos de la Vererda de Carne, por lo que se puede apreciar en mayor extensión la combinación de parcelas extensivas de cereal y olivar. Hacia el norte, el tramo finaliza en el cruce con la Autovía Sevilla / Huelva, salvado mediante un túnel fácilmente transitable. El Riopudio queda encauzado bajo la autovía mediante un pequeño viaducto, por lo que en este punto el sendero se une a la Vereda de Carne antes de retomar su trazado independiente.
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Ruta Hasekura
Tramo 4: Del cruce con la Autovía Sevilla / Huelva al cruce con la carretera Gines / Espartinas. El último tramo antes de alcanzar Espartinas nos devuelve a un paisaje mixto de extensiones de olivar y cereal de secano, en el que las visuales se amplían, alcanzando nuestra mirada buena parte del arco norte del Aljarafe. Se trata de un terreno suavemente ondulado, desde el que no se intuye el escarpe que se desarrolla al norte y noreste, pasadas ya Salteras y Valencina de la Concepción, y que nos enlaza, hacia el norte con las primeras estribaciones de Sierra Morena una vez pasado el campo de Gerena, siempre con el valle del Guadalquivir a nuestra derecha.
En todo este tramo la Vereda de Carne presenta un firme ancho y adecuado, que permite su tránsito sin mayores dificultades. Una vez pasado el cruce con la Autovía Sevilla / Huelva, el sendero del Riopudio vuelve a tomar su camino independiente, permitiéndonos un acercamiento al cauce fluvial, en recorrido pedestre o cicloturista. A unos 450 metros del cruce con la autovía, la Vereda de Carne se encuentra con el Camino de Coria, procedente por el oeste desde Espar-
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ESPARTINAS GINES
tinas. El interés de este camino es doble. Por una parte nos permite enlazar directamente con el núcleo urbano de Espartinas, abandonando aquí el trazado de la cañada y el acompañamiento del Riopudio. Por otra parte, antes de llegar a Espartinas por este camino alcanzamos la Hacienda Mejina, histórica hacienda de olivar propiedad en el s. XVII de la familia Caballero de Cabrera, de la que procedía el franciscano Luis Sotelo, compañero de viaje de Hasekura Tsunenaga. Aunque actualmente la propiedad se encuentra dividida, el caserío conserva todavía trazas que remontan a la Edad Moderna, y que nos sitúan directamente en la época de la Embajada Keichō. Por lo que sabemos actualmente, la presencia de varios miembros de la expedición en Mejina pudo darse ya en 1614, así como durante la estancia de Hasekura en Loreto a su regreso de Roma, en 1616 / 1617.
ÁREA DE DESCANSO ”ESPARTINAS”
HACIENDA MEJINA
ÁREA DE DESCANSO ”KEICHO”
Justamente en el encuentro entre la cañada y el Camino de Coria, el espacio de uso público del sendero del Riopudio se complementa con una nueva área de descanso, precisamente denominada “Keicho” en honor de la embajada japonesa. Si optamos por continuar nuestro recorrido por la Vereda de Carne, alcanzaremos el final de
RUTA HASEKURA: TRAMO 4 Vereda de Carne / Cañada Real de las Islas Sendero del arroyo Riopudio (margen derecha) 0
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A / HUELVA
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nuestro recorrido en el cruce con la carretera Gines / Espartinas, aprovechando este último tramo para disfrutar nuevamente de la ribera del Repudio a través del sendero habilitado, así como de la posibilidad de aparcamiento y descanso en un agradable entorno de merendero al interior de una plantación de olivos. Saliendo a la carretera, un breve trayecto nos acerca a Espartinas, desde donde podemos reiniciar nuestro recorrido, esta vez centrándonos en los monumentos y espacios singulares con valor histórico que nos devuelven a la época de la embajada japonesa por tierras del Aljarafe.
Monumentos en la Ruta: de Espartinas a Coria del Río en seis paradas. La Ruta Hasekura nos introduce en un territorio de alto valor ecológico y paisajístico. Olivares, bosques de ribera, campos de cereal y caminos históricos se conjugan para ofrecer numerosas opciones de recorrido, tanto a través de la Vereda de Carne como siguiendo los senderos habilitados en las márgenes del Riopudio. Pero junto con esta vertiente medioambiental, los enclaves urbanos que conecta la ruta también nos permiten disfrutar de un rico patrimonio monumental, estrechamente relacionado con la época de la Embajada Keichō y la estancia de Hasekura Tsunenaga en tierras sevillanas. Así como la conmemoración de este episodio histórico, que actualmente se integra en la memoria e identidad colectiva tanto de Coria del Río como de Espartinas. Podemos centrar la vertiente monumental de la Ruta Hasekura en una serie de elementos singulares. Seis paradas que nos permiten cerrar nuestro viaje entre Espartinas y Coria del Río, a través de enclaves y espacios emblemáticos. En Espartinas: el Santuario de Loreto, la iglesia de La Asunción y la Hacienda Mejina. En Coria del Río: la ermita de la Vera Cruz, la iglesia de La Estrella y el monumento a Hasekura Tsunenaga.
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Santuario de Nuestra Señora de Loreto. Santuario de Nuestra Señora de Loreto. Ctra. Sevilla / Huelva s/n (Espartinas). 954 11 39 12 http://www.santuarioloreto.org/ Accesibilidad: Además de los horarios de culto y celebraciones religiosas, el Santuario ofrece horario de visitas previa reserva.
Se trata probablemente de uno de los espacios del Aljarafe más claramente vinculados a los miembros de la embajada japonesa. Gracias a la documentación conservada sabemos que al menos Luis Sotelo, el franciscano acompañante de Hasekura Tsunenaga, residió en Loreto antes de la partida de la expedición para Madrid en 1614. Igualmente, durante los meses previos a la partida de vuelta para Nueva España (1616 / 1617), tanto Sotelo como el propio Hasekura se alojaron también en Loreto. Sobre las razones de esta relación hay que señalar el carácter de enclave franciscano del monasterio, así como la relación de cercanía con las posesiones de Diego Caballero de Cabrera, hermano de Luis Sotelo y pocos años más tarde instituido señor de la villa de Espartinas. Sobre el origen de Loreto contamos con información relativa a la aparición milagrosa de una imagen de la Virgen María en 1384, quedando establecido un pequeño santuario inicialmente en la torre medieval de Loreto, y después en una ermita anexa, en un modelo similar al de la ermita de Villadiego en Peñaflor. Sobre el origen de la torre, su estilo constructivo parece situarla en la segunda mitad del s. XIII, sin descartar un posible origen anterior a la conquista castellana, indicado por el propio topónimo, probablemente de origen romano.
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En 1525 se fundaría un monasterio para asistencia del culto mariano de Loreto, promovido por María Ortiz Manuel, esposa de Enrique de Guzmán, propietaria de la hacienda en la que se localizaban la torre y la ermita. Referente a esta hacienda, su origen se sitúa precisamente a media-
dos del s. XIII, cuando se reparte “Loret”, del término de San Juan de Aznalfarache, con una extensión de sesenta mil pies de olivar e higueral. La fundación de 1525 posibilitó el establecimiento de un monasterio de frailes menores de la orden de San Francisco de Asís, bajo cuya observancia continúa el actual santuario. La construcción del primitivo monasterio se fecha entre 1525 y 1528, si bien de esa época únicamente se conserva el denominado “Claustro del Aljibe”. El resto de la edificación se fecha en diversas épocas, así por ejemplo sabemos que en 1607 se construye una nueva iglesia, correspondiente con la actual sacristía, mientras que el actual templo es una obra barroca realizada entre 1716 y 1733. Por su parte, el Claustro Mayor es de la segunda mitad del s. XVIII, y el resto de dependencias conventuales son fruto de numerosas reformas y añadidos entre los ss. XVIII / XX. Por consiguiente, únicamente una reducida parte de las edificaciones que han llegado hasta nosotros se corresponden con el monasterio en el que residieron Luis Sotelo y Hasekura Tsunenaga, al lógico por otra parte dados los numerosos episodios históricos que ha vivido este lugar.
Compás del Santuario de Loreto
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Actualmente, el Santuario y Convento de Loreto presenta una organización compleja, en la que junto a los edificios conventuales se integra el elemento singular de la torre medieval, junto con una explotación agrícola (hacienda) que a su vez incorpora una bodega de especial fama en la producción vitivinícoLoreto: Retablo Mayor (imagen José Becerra). la del Aljarafe sevillano. Centrándonos en el área conventual, se accede a ella a través de un amplio compás edificado en el s. XVIII, en
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cuyo centro destaca un crucero de azulejos de la misma época, y al fondo del cual se alza la fachada del santuario. Este edificio, de una sola nave con cinco tramos separados por pilastras, se fecha entre 1716 y 1733, y consta al interior de seis retablos, el principal fechado en 1749 y el resto de 1757, todo ellos del taller de Manuel García de Santiago. En un Nuestra Señora de Loreto (imagen Santuario camarín incorporado de Nuestra Señora de Loreto). al retablo mayor se encuentra la imagen de Nuestra Señora de Loreto, Virgen sedente con el Niño en brazos fechada a finales del s. XIII, aunque restauradas en 1732 y retocadas en diversas ocasiones durante los siglos siguientes. El culto a la Virgen de Loreto, mantenido desde la Edad Media, experimentó un importante auge a comienzos del s. XX, especialmente a partir de la fundación de la Hermandad de Ntra. Sra. de Loreto en 1925 y de la proclamación de la Virgen como Patrona del Aljarafe por el papa Juan XXIII en 1959. Las dependencias propiamente conventuales se articulan en torno a tres claustros principales. El Claustro del Aljibe, así denominado por la presencia de un pozo y depósito de agua, es el único resto conservado del monasterio primitivo de comienzos del s. XVI. Es una edificación de estilo mudéjar, realizada en ladrillo, con dos niveles de arquería, la inferior de arcos de medio punto peraltados sobre pilares y la superior de arcos escarzanos. Desde la galería lateral de este claustro se accede al refectorio, así como al más interior Patio de los Naranjos, pequeño claustro con abundante vegetación presidido en su zona central por una fuente de rocalla.
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Loreto: Claustro del Aljibe (imagen José Becerra). Por último, el Claustro Mayor se fecha en la segunda mitad del s. XVIII, y se encuentra parcialmente porticado con grandes arcos de medio punto, siendo en su frente occidental donde se sitúa la torre medieval de Loreto. Adyacente a las edificaciones conventuales se conserva la Hacienda de Loreto, fundación medieval cuyas evidencias constructivas sin embargo nos sitúan a finales del s. XVIII, de acuerdo a la fecha de 1775 recogida en un azulejo de su portada principal. No presenta una distribución estándar de hacienda de olivar, aunque sí se produce la organización en torno a dos patios y un extenso corral o zona de labor.
Loreto: Galería lateral del Patio de los Naranjos (imagen José Becerra).
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Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. Iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción. C/ San Francisco de Asís, 1 (Espartinas). 954 11 32 56 http://parroquiaespartinas.jimdo.com/ Loreto: Pórtico del Claustro Mayor (imagen José Becerra). En el área del señorío se concentran la vivienda del propietario y la del capataz, mientras que en la zona de labor se localiza una torre de contrapeso, asociada en origen a una almazara o un lagar. Al igual que ocurre en otras haciendas del Aljarafe, la torre se remata con un mirador, de forma que usos del señorío se combinan con usos propios de las labores agrícolas. El conjunto se completa con las instalaciones de la bodega, construida a comienzos del s. XX, así como espacios de corral y huerta. Tanto el Santuario y Convento de Loreto como la hacienda anexa han sido declaradas Bien de Interés Cultural por la Junta de Andalucía en el año 2007, en reconocimiento a su valor monumental, su recorrido histórico y su pertenencia al Patrimonio Histórico de Andalucía.
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Loreto: Portada principal de la hacienda.
Accesibilidad: En horario de culto.
El término de Espartinas se forma durante la Edad Media a través de la progresiva agregación de varias heredades procedentes de los repartimientos posteriores a la conquista del s. XIII. Al núcleo principal de Espartinas se le iría sumando la población de otros enclaves como Cazalla Almanzor o Paterna de los Judíos, de forma que el hecho urbano en Espartinas se deriva de la agregación de poblaciones previamente existentes. Por otra parte, durante la mayor parte de la Edad Media y la Edad Moderna, Espartinas presenta una traza urbana estrechamente ligada al Camino Real de Huelva a Sevilla (actual travesía del núcleo urbano), sobre el que se construyen la mayor parte de las casas. A partir de esta disposición lineal se organizarían más tardíamente otros crecimientos transversales, relacionados también con caminos históricos, como el de Coria o el de Villanueva del Ariscal. Es por tanto sobre la “Calle Real”, principal arteria del núcleo urbano de Espartinas, sobre la que se construyen la mayor parte de los edificios principales, caso de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción. El origen de la iglesia de La Asunción hay que buscarlo en la ermita de Santa María de Consolación, probablemente de origen bajomedieval y cuya titular todavía recibe culto. Sin embargo, los restos más antiguos conservados nos sitúan en el templo mudéjar levantado en 1556, compues-
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to por tres naves separadas por arcos de medio punto sobre pilares, y con cubierta de tejas, a un agua las naves laterales y a dos aguas la nave central. No se conserva la capilla mayor de esta iglesia primitiva, ni tampoco la fachada principal, sobre la que se situaría la torre campanario en el lugar ocupado actualmente por una espadaña.
La iglesia mudéjar que pudo contemplar Hasekura Tsunenaga durante sus estancias en Espartinas experimentó diversas reformas a partir del s. XVII, destacando la construcción de la capilla sacramental hacia 1695, espacio donde todavía hoy se rinde culto al Señor de la Sangre y a la Virgen de los Dolores.
Es precisamente durante el s. XVI cuando tenemos las primeras noticias documentales sobre la aparición de hermandades en Espartinas. En 1539 existía ya la Hermandad de Nuestra Señora de Agosto, centrada en los cultos anuales dedicados a la Asunción de la Virgen María, cuya función principal era la procesión de la imagen de la Virgen el 15 Iglesia de la Asunción: Portada lateral. de agosto. Por su parte, en 1591 hay constancia de la existencia de la Hermandad de la Vera Cruz, dedicada inicialmente al culto de la Santa Cruz (con procesión en el mes de mayo) y de San Bartolomé (con procesión en el mes de agosto).
Pero las principales actuaciones se fechan a partir de 1727, cuando como consecuencia de la necesidad de disponer de más espacio se procede a redefinir toda la cabecera del templo, ampliando la capilla mayor e incorporando dos nuevos espacios, la sacristía (actual capilla de la Virgen de Consolación) y la capilla del Sagrario. Esta Iglesia de la Asunción: Espadaña. intervención permitió también la apertura de un nuevo acceso directamente sobre la Calle Real, de estilo neoclásico y compuesto por un vano central de medio punto entre dos pilastras dóricas sobre pedestales, un friso superior y un gran frontón triangular.
La Hermandad de la Vera Cruz experimentaría posteriormente una evolución hacia hermandad de penitencia, siendo ya en el s. XVII cuando se incorporarían las imágenes de Nuestro Señor de la Sangre (primera mitad del s. XVII), y Nuestra Señora de los Dolores (finales del s. XVII o comienzos del s. XVIII). Ambas imágenes siguen recibiendo culto en la actualidad, dentro de la Hermandad Sacramental de Espartinas, y formando parte sustancial de la Semana Santa espartinera.
Otro espacio singular de la iglesia es la capilla bautismal, que conserva una pila labrada en mármol blanco fechada en 1627. En la nave central, el retablo mayor alberga la imagen de la Virgen de la Asunción, titular de la parroquia, flanqueada por San José con el Niño Jesús y San Antonio de Padua. Al exterior, destaca la espadaña que alberga las campanas, reformada en el s. XVIII pero probablemente originaria del s. XVII, y caracterizada por su gran porte.
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Hacienda de Mejina. Hacienda San Luis de Mejina.
Hacienda Mejina.
Camino de Mejina s/n (Espartinas).
Camino de Mejina s/n (Espartinas).
696 12 64 23
686 932 894
http://haciendasanluisdemejina.blogspot.com.es/
http://www.haciendamejina.es/
Accesibilidad: El edificio está dedicado a la celebración de eventos. Acceso con previa cita.
Accesibilidad: El edificio está dedicado a la celebración de eventos. Acceso con previa cita.
Se trata de uno de los ejemplos más destacados de hacienda de olivar de Espartinas. Su relación con la Embajada Keichō se debe a su propiedad a comienzos del s. XVII por Diego Caballero de Cabrera, hermano del franciscano Luis Sotelo, acompañante de Hasekura Tsunenaga. Tal como recoge la documentación conservada, a fin de 1614, tras la recepción oficial de la embajada en Sevilla, parte de sus componentes se retiraron a una “casa de
campo” para componer su vestuario antes de la partida hacia Madrid, ante la expectativa de la recepción en la corte de Felipe III, pero también ante el inminente invierno. Todo parece apuntar a que dicha casa de campo sería Mejina, algo probable por la relación familiar entre Luis Sotelo y Diego Caballero de Cabrera, que además había sido comisionado para organizar la recepción de la embajada, en su calidad de caballero veinticuatro de Sevilla.
Hacienda Mejina: Patio de acceso principal.
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Hacienda San Luis de Mejina: Patio interior (imagen Fernando Romero). Si la estancia en Mejina en 1614 no es explícita pero sí probable, otro tanto ocurre con la estancia de los restos de la embajada en tierras sevillanas en 1616 / 1617. Es seguro que Hasekura Tsunenaga residió en Loreto, siendo asimismo probable que parte de su séquito se alojase en Mejina, como ya lo hiciesen en el viaje inicial. Sobre la historia de la Hacienda de Mejina conocemos diversos episodios, que comienzan con el repartimiento en el s. XIII del lugar de “Mexina”, adscrito al término de San Juan de Aznalfarache y con una superficie de 860 aranzadas (unas 1500 Ha), repartido entre caballeros aragoneses que habían colaborado en la conquista de Sevilla. En esta época se señala la presencia de “cuarenta mil pies de olivar y dos mil pies de higueras”. Ya en 1527 es adquirida por la familia Caballero (posteriormente Caballero de Cabrera), constando entonces de 272 aranzadas de tierra (unas 145 Ha), con olivares, viñas y huerta, dos molinos de aceite, bodega y lagar, así como otro molino de aceite adscrito en el núcleo urbano de Espartinas. A comienzos del s. XVII, la Hacienda de Mejina sería una de las propiedades principales de los Caballero de Cabrera, que pocos años más tardes llegarían a con-
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Hacienda San Luis de Mejina: Salón “de los arcos” (imagen Fernando Romero). vertirse en señores de Espartinas. La evolución de la hacienda iría dando primacía al cereal sobre el olivar, como se refleja en los datos con los que contamos para el s. XIX, cuando se documentan 53 aranzadas de olivar frente a 120 de “sembradura” o cultivo cerealístico. La Hacienda de Mejina se localiza sobre el llamado “Camino de Coria”, que conecta el núcleo urbano de Espartinas con la Cañada Real de las Islas o Vereda de Carne, el eje pecuario que atraviesa en sentido norte / sur el Aljarafe interior hasta alcanzar los pastos del Bajo Guadalquivir. Actualmente se compone de dos propiedades diferenciadas, debido a la partición de la heredad a comienzos del s. XX. En la propiedad actualmente denominada “San Luis de Mejina” se conserva la almazara con torre de contrapeso, mientras que los patios primitivos (de labor y señorío) se reparten entre ambas propiedades. Las dos propiedades de Mejina son privadas, dedicadas a la realización de eventos, y presentan diversas reformas y transformaciones, debido a la evolución desde las labores agrícolas y residenciales primitivas hasta los usos actuales, que han favorecido la conservación de ambas explotaciones y de los inmuebles principales de las mismas.
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Ermita de la Vera Cruz.
titular de la hermandad del mismo nombre. Pero también es conocida como “ermita de San Juan Bautista” y “ermita del Cerro”, respondiendo en este último caso a su localización geográfica en la zona topográficamente más elevada de la localidad.
Ermita de la Vera Cruz. C/ San Juan (Coria del Río).
Se trata de uno de los edificios de mayor antigüedad de Coria del Río, localizado en el emblemático Cerro de San Juan, que constituye el enclave fundacional de la localidad. El área, declarada Zona Arqueológica, conserva restos desde la Prehistoria, si bien todos los elementos premedievales son de carácter arqueológico, habiendo sido documentados en excavación y no siendo actualmente visibles.
El edificio presenta actualmente elementos de diferente cronología, aunque la fase más primitiva conservada puede fecharse durante el último cuarto del s. XV. Tanto la construcción de esta fase como el comienzo del culto al Cristo de la Vera Cruz y la fundación de la Hermandad de la Vera Cruz se relaciona con la presencia en el Cerro de San Juan de una casa conventual de la Orden Franciscana. El edificio original presenta una traza mudéjar muy sencilla, con una sola nave dividida en cinco tramos por arcos transversales apuntados sobre pilares adosados a los muros laterales. Exteriormente presenta grandes contrafuertes, que aportan solidez a la construcción. Toda la obra se construye en una mezcla de ladrillo y piedra, quedando los muros actualmente blanqueados a la cal.
La ermita de la Vera Cruz recibe este nombre por la presencia en su interior del Santísimo Cristo de la Vera Cruz,
De fecha más tardía probablemente es la espadaña situada en el centro del muro de los pies de la iglesia. Cons-
Accesibilidad: Acceso para visitas en horarios de culto y de acuerdo a su catalogación como Bien de Interés Cultural (http://www.archisevilla.org/).
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ta de un vano de medio punto destinado a la campana, rematado por una cornisa sobre la cual se disponen tres remates piramidales, coronando el del centro una veleta con cruz de forja. Bajo la espadaña se puede observar un arco de herradura apuntado, resto de la construcción mudéjar. Por su parte, el camarín se fecha en el s. XVIII, y a diferencia del resto del edificio (cubierto con tejado), se cubre con bóveda sobre pechinas. Al interior el acabado es también muy sencillo, destacando la azulejería de las gradas del altar mayor, con una cronología entre los ss. XV / XVII. El retablo mayor es del siglo XVII y tiene en la parte superior una cruz de Malta, evocando la hipotética relación entre la ermita y la Orden Hospitalaria de San Juan (Orden de Malta), que podría haber dado el nombre primitivo al Cristo de la Vera Cruz templo. En la hornacina principal del retablo se encuentra el Cristo de la Vera Cruz. Otras imágenes presentes en la ermita son la Virgen de la Concepción y San Juan Bautista (ambas del s. XX), co-titulares de la Hermandad de la Vera Cruz, así como un Ecce Homo y una imagen de la Virgen del Carmen, ambas del s. XVIII. Al exterior destaca el enlace con la calle San Juan, que asciende con acusada pendiente desde el centro urbano de Coria del Río. Un pequeño ensanche de la calle a la altura de la ermita genera una placita en la que encontramos un crucero, que junto con el templo y el paisaje circundante generan una imagen de gran belleza.
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Leyenda del Cristo de la Vera Cruz. La imagen del Cristo de la Vera Cruz presenta en la tradición oral de Coria del Río una interesante relación con el Nuevo Mundo, reflejo del papel de la localidad como antepuerto de Sevilla durante la Edad Moderna. Siendo el culto a esta imagen parte de los elementos más señeros de la Semana Santa de Coria en la época del paso de la embajada japonesa encabezada por Hasekura Tsunenaga. De acuerdo con el relato legendario, a comienzos del s. XVI un barco tenía previsto partir de Sevilla con un grupo de franciscanos destinados a la evangelización de tierras americanas, incluyendo en su carga tres tallas con la figura de Cristo crucificado. Ante la imposibilidad de zarpar por causas desconocidas que impedían moverse al barco, para aliviar la carga dejaron a un Cristo en Sevilla, pudiendo iniciarse entonces la travesía. Este primer crucificado sería el actual Cristo de la Vera Cruz de Sevilla. El navío se paró de nuevo a la altura de San Juan de Aznalfarache, por lo que se decidió repetir la operación, desembarcando un segundo Crucificado en la Hacienda Valparaíso (actualmente en la iglesia de Porta Coeli de Sevilla). Reiniciada de nuevo la singladura, a la altura de Coria del Río volvió a suceder lo mismo, quedando aquí el tercer Crucificado y pudiendo finalmente retomar su curso el barco. El Cristo de la Vera Cruz de Coria es una obra fechada en 1500, atribuida a la escuela de Gil de Siloé. Sigue formando parte fundamental de la Semana Santa de Coria del Río, procesionando el Jueves Santo. Es singular la bajada y posterior subida desde la ermita de San Juan hacia las calles del centro de Coria, dado que el importante desnivel ofrece perspectivas de gran habilidad y situaciones de gran recogimiento.
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Iglesia de Nuestra Señora de la Estrella. Iglesia parroquial de Santa María de la Estrella. C/ La Iglesia s/n (Coria del Río). 954 77 00 55. Accesibilidad: Acceso para visitas en horarios de culto y de acuerdo a su catalogación como Bien de Interés Cultural (http://www.archisevilla.org/).
El origen de la actual población de Coria del Río hay que buscarlo en el reparto que realiza Alfonso X en 1265 sobre 150 pobladores catalanes. El carácter fluvial de la población, desde un primer momento, tuvo como consecuencia una importante dedicación marinera de sus pobladores, pero también un papel de “guarda de Sevilla”, debido a la presencia del vado sobre el Guadalquivir (la “balsa de Coria”), pero también por la situación de Coria antes de los “tornos” o meandros del río en dirección a la capital hispalense. Esta población medieval contó pronto con una iglesia parroquial, con culto a Santa María de la Estrella. Sobre la advocación de la Virgen de Coria, parece probable una relación con la época alfonsí y su devoción mariana, mezclada con el carácter portuario de Coria y una posible vinculación con la Orden de Santa María de la Estrella que fundó el monarca castellano. Esta iglesia mudéjar, que combinaría elementos propios del gótico castellano con elementos procedentes de la tradición constructiva andalusí, se fecha en un momento indeterminado entre finales del s. XIII y mediados del s. XIV, llegando hasta nuestros días con importantes transformaciones posteriores. Se trata de un edificio compuesto por tres naves, más alta la central que las laterales, separadas entre sí por arcos de medio punto de ladrillo construidos sobre columnas
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Iglesia de Nuestra Señora de la Estrella. toscanas. Por lo que sabemos, esta estructura se correspondería con la iglesia primitiva, aunque hay constancia de la sustitución de arcos y pilares de separación hacia 1620. La nave central se cubre con armadura de madera, mientras que las laterales presentan colgadizo con azulejos sobre tabla con rombos y estrellas de ocho puntas. El elemento que sí se mantiene desde la época fundacional es el ábside o cabecera, de planta poligonal, construido con gruesos muros de ladrillo y con contrafuertes que terminan exteriormente unidos entre ellos formando
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grandes arcos apuntados. La cubierta del ábside es una bóveda gótica de nervaduras de dos secciones, la primera rectangular y la segunda ochavada. Los nervios son de piedra y originalmente apeaban sobre pequeñas columnitas con ménsulas situadas hacia la mitad de los muros. La separación de la nave se realiza a través de un gran arco ojival gótico de piedra sobre baquetones, que tiene en la clave tallada una estrella de ocho puntas. Las características de las partes conservadas del templo primitivo, así como la distribución espacial de las naves, arrojan paralelos con otras iglesias del mudéjar inicial se-
villano: San Isidoro del Campo (Santiponce), La Asunción (Huévar), San Antón de Trigueros (Huelva), Santa Ana (Sevilla). Un rasgo característico, actualmente perdido por Santa María de la Estrella, sería la cubierta plana del ábside rematada por un almenado, que al igual en en las iglesias de San Isidoro del Campo, La Puebla del Río o La Rinconada reforzarían el papel defensivo del edificio, ante los peligros de la tierra sevillana en las décadas posteriores a la conquista castellana. La portada principal a los pies del edificio presenta un hueco adintelado flanqueado por pilastras y rematado por frontón curvo con hornacina. La portada lateral correspondiente a la nave norte es semejante a aquella y en la cabecera de dicha nave se alza la torre de dos cuerpos que remata en chapitel cubierto de azulejos, habiéndose construido todo ello en el último tercio del siglo XVIII. Entre las imágenes adscritas a la iglesia no se encuentra la titular original del templo, que ya aparece mencionada en la documentación de comienzos del s. XVI, pero que fue destruida en 1931. La imagen actual de Nuestra Señora de la Estrella es obra “de candelero”, en la que se tallan las manos y la mascarilla, realizada por Castillo Lastrucci. Otro espacio singular lo constituye la capilla de la Hermandad de Jesús del Gran Poder, que aunque construida en el s. XX, alberga las imágenes de una de las hermandades más significadas de la Semana Santa coriana.
Iglesia de Nuestra Señora de la Estrella (imagen: Manuel Franco).
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Capilla de la Hermandad de Jesús del Gran Poder
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Monumento a Hasekura Tsunenaga. Monumento a Hasekura Tsunenaga. Parque Carlos de Mes (Coria del Río). Accesibilidad: En horario de apertura del parque.
El actual Parque Carlos de Mesa surge a comienzos del s. XX en el Prado de la Soledad, franja adyacente a la margen derecha del Guadalquivir en las afueras del núcleo urbano de Coria del Río. Inicialmente se denominó “Paseo del Río”, siendo urbanizado con bancos, plantación de diversas especies, parterres y kioscos. El nombre actual se le otorgaría en 1928, en homenaje a Carlos de Mesa, alcalde de la localidad. Constituye uno de los principales espacios verdes de Coria, que combina la presencia de una amplia diversidad de especies vegetales con espacios de ocio y uso público, amenizados por la presencia inmediata del cauce del Guadalquivir. Precisamente junto al paseo fluvial se encuentra el monumento a Hasekura Tsunenaga. El origen de este monumento se encuentra en una donación de la ciudad de Sendai, realizada en el año 1992.
Se trata de una estatua en bronce sobre un pedestal de fábrica revestido de piedra. El samurái se presenta vestido con las tradicionales vestimentas, la hakama [pantalón largo con pliegues] y el kimono [túnica]. Porta la combinación de armamento conocida como daishō, compuesta por la katana [espada larga] y la wakizashi [espada corta], y en su mano derecha ofrece un documento, que remite a las cartas de presentación remitidas por su señor feudal al rey de España. Tras la estatua se alza un torii realizado en acero corten. Estas construcciones japonesas constituyen habitualmente arcos de entrada a los templos sintoístas, y representan la frontera entre el espacio sagrado y el espacio profano. Constituye además un símbolo de prosperidad y buena suerte, y su forma habitual es la de dos pilares que sostienen dos travesaños paralelos. En la zona central de los travesaños puede aparecer algún texto, característica que en el caso del torii de Coria del Río se ha mantenido, aunque ubicando en este punto del portal la expresión gnosce te ipsum [conócete a ti mismo], versión latina de la que según el historiador Pausanias estaba inscrita (en griego) en el acceso al santuario de Apolo en Delfos. En el entorno inmediato del monumento nos encontramos varios ejemplares de cerezos [sakura], plantados con ocasión de visitas singulares, como la realizada en 2013 por el príncipe Naruhito, heredero al trono imperial de Japón.
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Un legado vivo El Ojo que lo Ve http://javiernavarroantolin.blogspot.com
nuevos horizontes en las relaciones bilaterales. El conocido diseñador español Javier Mariscal fue el encargado del diseño de la mascota oficial de Año Dual, permitiendo que éste se familiarizara y se diera a conocer entre los ciudadanos de ambos países.
Diploma de concesión de la ciudadanía romana a Hasekura Tsunenaga (1615).
La recuperación del legado de la Embaja-
da Keichō es un fenómeno cultural y turístico acentuado durante los últimos años gracias a las acciones de promoción y reconocimiento realizadas entre ambas “orillas” de la expedición. En el caso de Sendai, antigua capital del señor feudal Date Masamune el amplio legado documental referente a la embajada fue conservado durante siglos, hallándose actualmente en el Museo de la Ciudad. Conjuntamente con el Ministerio de Cultura español, estos documentos junto con los conservados en el Archivo General de Simancas fueron propuestos e incluidos en el Registro de la Memoria del Mundo de la UNESCO en 2013. El recuerdo de la embajada también tuvo un lugar singular en el Año Dual España-Japón, celebrado en 2013 / 2104 y coincidente con el 400 aniversario de la expedición comandada por Hasekura Tsunenaga. Dura te esta conmemoración se llevó a cabo un activo e intenso intercambio entre personas a través de la celebración de más de 570 eventos conmemorativos en diversos ámbitos como la política, la economía, la cultura, la ciencia, la educación y el deporte. El Año Dual conseguía así impulsar el entendimiento mutuo entre Japón y España, abriendo
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El Año Dual se inauguró con la visita de Su Alteza Imperial el Príncipe Heredero de Japón a España. Durante este viaje fue recibido con una cariñosa bienvenida en Coria del Río, lugar que en su momento acogió a la Embajada Keichō, y donde numerosos ciudadanos le dieron bienvenida y acompañaron a la comitiva durante su recorrido. Esta conmemoración permitió la vuelta a tierras del Aljarafe sevillano de la familia Hasekura, gracias a la visita de Hasekura Tsunetaka, descendiente en decimotercera generación de Hasekura Tsunenaga. Durante su visita, pudo recorrer los escenarios de la embajada por el Alajrafe, tanto en Coria del Río como en Espartinas. En la zona del Aljarafe donde la embajada tuvo presencia también se ha venido recuperando el recuerdo de este episodio histórico, así como creando nuevos lazos con la cultura japonesa. Instituciones como el Archivo Municipal de Sevilla o el Archivo General de Indias han tenido asimismo un papel importante en la difusión cultural de la expedición japonesa, a través de la conservación de documentos o bien mediante la organización de eventos y exposiciones.
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En el caso de Coria del Río, la recuperación del legado de la Embajada Keichō viene de la mano tanto de la estancia de la expedición en la localidad después de su desembarco en 1614 como de los lazos populares derivados de la presencia del apellido “Japón” entre numerosos habitantes de Coria. Aunque desde 1997 se desarrollan diversas actividades de la mano de la Asociación de amistad hispano-japonesa “Hasekura Tsunenaga”, ha sido especialmente a partir del Año Dual España – Japón cuando se han activado una serie de iniciativas de difusión de la cultura japonesa, destacando la Semana Cultural Japonesa. Este evento se celebra en el mes de octubre, conmemorando la llegada de la embajada a Coria, e incluye exposiciones, actuaciones, degustaciones gastronómicas y talleres relacionados con la cultura de Japón. Pero junto con la Semana Cultural, Coria del Río ha venido organizando un programa de diversas iniciativas que inciden en la voluntad de ampliar las relaciones culturales y populares derivadas del hecho histórico de la Embajada Keichō. Así por ejemplo, desde el año 2015 viene celebrándose durante el mes de abril el Hanami, fiesta japonesa de la contemplación de la flor del cerezo. Se
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La ceremonia del Hanami. El Hanami es una fiesta tradicional japonesa cuyo significado literal es “contemplar las flores”, si bien se aplica especialmente a la contemplación de la flor del cerezo [sakura], que se produce en Japón entre los meses de marzo y abril. El origen de esta ceremonia se relaciona con el código samurái [bushidō], entendiendo las flores de cerezo precisamente como un símbolo de esta casta guerrera. Al igual que la flor del cerezo, el ideal del samurái era alcanzar la muerte en el momento de máximo esplendor, durante la batalla, al igual que la flor del cerezo cae del árbol antes de marchitarse. De la misma forma, tanto el sintoísmo como el budismo harían suya esta interpretación, ligándola a la reflexión sobre la fugacidad de la vida así como a la veneración por los ciclos de la naturaleza. Actualmente, despojado de su sentido original, sigue siendo una de las fiestas más populares de Japón, que reúne todos los años a multitud de asistentes (especialmente familias y grupos de amigos) bajo los cerezos en flor, en lugares tan emblemáticos como el Parque Maruyama en Kioto.
Fiesta del Hanami (Chikanobu Toyohara, 1894).
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trata de una actividad de marcado carácter popular, celebrado en el Parque Carlos de Mesa, donde en torno al monumento a Hasekura Tsunenaga se viene creando un espacio dedicado a la plantación de cerezos, escenario singular para esta celebración. De la misma forma, en este año 2016 se Imagen del Ayuntamiento de Coria del Río. ha realizado la primera edición de la Carrera Cultural “Coria por Japón”, una iniciativa solidaria que conjuga competiciones deportivas con actividades de marcado carácter popular, y que se plantea con vocación de continuidad dentro del interés por vincular parte de la vida cultural y de ocio de Coria a la relación sentimental con lo japonés. Todas estas acciones de promoción cultural se encaminan asimismo al desarrollo de una oferta turística que realce el atractivo de la visita a Coria del Río y su entorno natural, paisajístico y patrimonial. Dentro de esta tendencia se enmarca la creación de la Casa Museo “Sala Sendai”, una iniciativa particular en la que a través de diverso material gráfico y expositivo se pretende informar a los visitantes sobre la Embajada Keichō a su paso por Coria, así como realizar actividades culturales especialmente centradas en la relación hispanojaponesa. Asimismo el Ayuntamiento de Coria del Río ha dotado a sus actividades de una imagen singular, realizada a partir del monumento más emblemático que vincula a Coria con la embajada japonesa: la estatua de Hasekura Tsunenaga. Por su parte, la recuperación del legado japonés en Espartinas también se vincula estrechamente a la realización de actividades de marcado carácter cultural, pero asimismo con una clara vocación turística. No obstante, en este
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caso se conjuga además un singular carácter investigador, a través de la elaboración en los últimos años de diversas monografías centradas en la valoración del papel de la localidad en la estancia de la Embajada Keichō, tanto en 1614 como en 1616/1617. Dentro de las celebraciones del Año Dual España – Japón, Espartinas también recibió una atención especial, destacando la presencia del embajador de Japón en España, quien entre otros enclaves del municipio visitó el Santuario de Loreto, reivindicando así el papel del monasterio franciscano en la expedición japonesa. A partir de 2015, Espartinas se prepara para la celebración de un año conmemorativo, centrado en el 400 aniversario de la segunda estancia de Hasekura Tsunenaga en la localidad, y durante el que se plantean diferentes actividades culturales y turísticas, aprovechando tanto los recursos patrimoniales del municipio como la presencia en su término de la Vereda de Carne, conexión histórica de Espartinas con la ribera del Guadalquivir y la localidad de Coria del Río. Junto con las iniciativas municipales, otros eventos relacionados con la cultura japonesa también encuentran su hueco en la agenda cultural de Espartinas. Un caso singular lo constituye el encuentro de manga y videojuegos Japan Aljarafe, que aunque teniendo su ámbito de celebración la comarca del Aljarafe ha desarrollado dos de sus sesiones en la localidad espartinera, incorporando un carácter contemporáneo a las actividades que recuerdan el paso de un grupo de japoneses por tierras del Aljarafe a comienzos del s. XVII.
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El legado documental de la Embajada: el ejemplo del Archivo Municipal de Sevilla. El 27 de Octubre de 1614, Hasekura Tsunenaga entregaba al Cabildo de Sevilla la carta de su señor Date Masamune, en la que exponía los objetivos de su embajada. Junto a la carta se acompañaba una traducción de la misma, realizada probablemente por el fraile Luis Sotelo durante el viaje hacia España. Junto con la carta, la embajada entregó al Cabildo un conjunto de espada larga y espada corta (combinación daishō, compuesta por katana [espada larga] y wakizashi [espada corta]). Todo ello quedo custodiado en el “Archivo de las tres llaves” del Cabildo sevillano, así llamado por hallarse sellado por tres candados, cada una de cuyas llaves estaba en poder de un cargo distinto de la administración local. No obstante, ya en 1634 se señala la desaparición de una de las armas, iniciándose así una azarosa historia
de la que conocemos varios capítulos. En 1859, la carta de Date Masamune, que se creía perdida, apareció enrollada junto a su traducción en un canuto de lata enmohecida dentro de un armario. Ese mismo año apareció la espada larga, también en un lamentable estado de conservación. Los documentos fueron preservados y protegidos, y la espada restaurada, aunque pocos años más tarde terminaría por desaparecer. No ocurrió así con la carta, que pudo ser examinada en 1882 por miembros de la legación japonesa en Madrid, quienes certificaron su autenticidad, así como la conservación de otros documentos relativos a la expedición en el legado de la familia Date en Japón. Cien años después de su redescubrimiento, la carta de Date Masamune volvería brevemente a Sendai, siendo expuesta en el Museo de la Ciudad en 1989. rraba así un largo viaje pero empezaba otro, centrado en la reactivación de los lazos culturales entre Japón y España, con el referente inevitable de la Embajada Keichō.
Carta de Date Masamune entregada por Hasekura Tsunenaga al Cabildo de Sevilla (1613).
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Glosario
A
Arcabuz: Arma de fuego de avancarga con llave de mecha, antecesor del mosquete, que los portugueses introdujeron en Japón a mediados del s. XVI. Los arcabuces tuvieron un éxito inmediato y fueron adoptados en masa por los ejércitos samurái de la época.
Ashigaru: Soldados de infantería feudales atraídos del campesino o clase más común, más bien que del samurai clase del guerrero hereditaria.
B
Bakufu: El gobierno de un shōgun. Bushi: Un miembro de la clase del guerrero (un samurai). Bushidō: El código de honor del guerrero.
Casa de Contratación: Institución fundada en 1503 por los Reyes Católicos. Su función fue la de organizar y controlar todas las operaciones relacionadas con el tráfico comercial entre las Indias (América) y España. La Casa de Contratación tuvo su sede en Sevilla y realizó también funciones de tribunal mercantil y de escuela de formación de pilotos y de cartografía En 1717, fue trasladada a Cádiz y en 1778 fue suprimida cuando una Pragmática de Carlos III estableció el libre comercio y suprimió el monopolio.
C
Chōnin: Una clase social que surgió en Japón durante los primeros años del período Tokugawa. La mayoría de chō-
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nin era comerciantes, pero otros también eran artesanos.
D
Daimyō: Un señor feudal durante el período de Muromachi posterior, período de Sengoku, período de Azuchi-Momoyama y período de Edo.
E
Edo: Antiguo nombre de Tokio cuando era el asiento del shōgunato Tokugawa. La ortografía alterna anticuada incluye Yedo y Yeddo.
F G
Fudai: Un daimyō vasallo hereditario de Tokugawa antes de la Batalla de Sekigahara (1600). Se les entiende por tanto como “vasallos leales” al clan del shogun, con preferencia en los repartos de tierras y cargos públicos.
Gosho: Trono del Emperador o su residencia. La residencia de un miembro de la familia Imperial y un término para indicar a aquellos miembros. La residencia de un príncipe o shōgun y un término para príncipe o shōgun.
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H
Han: Dominios feudales; la tierra poseída y controlada por un señor noble o clan. Heian Kyō: Capital de Japón de 794 a 1185; localizado en Kyoto actual.
Kabuki: Forma de teatro que combina danza, música y pantomima, nacida hacia 1600 y que llega a su punto álgido de popularidad en plena era Edo. De estilo colorista, extravagante y exagerado, el teatro kabuki pronto se convirtió en el entretenimiento favorito de las clases populares, y sus actores eran las mayores estrellas del momento.
K
Kampaku: Regente Imperial con diversas funciones, incluso consejero principal y secretario. Katana: Espada samurái, de un solo filo y con una sutil curvatura. En tiempos de guerra nunca fue el arma principal en los ejércitos samurái, ese papel siempre correspondió, según la época, al arco o la lanza. No es hasta la era Edo que adquiere su papel preponderante. Era típico acompañarla de una espada más corta (el wakizashi); llevar esa pareja de sables al cinto era privilegio exclusivo de la casta samurái. Koku: Unidad de volumen relacionada con la producción agraria, que por extensión era la unidad de medida básica de la riqueza en el Japón feudal. Un koku vendrían a ser, aproximadamente, 150 kilos de arroz. Si bien sus medidas y valor variarán con el tiempo, se consideraba que un koku era la cantidad de arroz necesaria para mantener a una persona durante un año. La riqueza de las provincias y el
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valor los estipendios de los samuráis se medían en koku, no en monedas ni oro. Meiji (Restauración): Proceso revolucionario que culmina en 1868 con el ascenso al poder del emperador Meiji, tras el derrocamiento del shōgunato Tokugawa y la caída del régimen feudal. Al cabo de varias décadas de convulsiones y guerra civil, la restauración Meiji vuelve a poner al emperador al frente del gobierno del país después de casi 800 años, y acaba de facto con la edad media en Japón. Se abolen las castas, los samuráis desaparecen y el país se embarca en un proceso acelerado de industrialización y modernización siguiendo la estela de las potencias coloniales europeas. La restauración Meiji acaba con el mundo de los samuráis para siempre.
M
Monarquía Hispánica: Este término hace referencia a la Corona española en los siglos XVI y XVII (Monarquía de los Austrias). En ellos, la hegemonía de España en Europa y América era manifiesta. El modelo de reinado, autoritario con evolución hacia el absolutismo, tuvo como protagonista a la dinastía de los Austrias o Habsburgo. Modelo político unido por arriba, con el mismo monarca y un Consejo de Estado con representantes de los distintos reinos o Estados que componían el Imperio español; pero cada estado, reino, ducado o señorío seguía con sus Cortes, fueros, leyes e instituciones propias.
N
Nanban: Literalmente, “bárbaro del sur”; término con el que los japoneses denominaban a los europeos que empezaron a llegar a sus costas en el s. XVI. Si bien no tenía necesariamente connotaciones despectivas, tampoco
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denota un especial cariño por los extranjeros. Ninja: Uno de los muchos términos usados para designar a quienes hacían labores de espionaje e infiltración en el Japón feudal. Dentro de los ejércitos samurái, los ninja eran unidades de élite altamente especializadas, entrenadas para realizar misiones especiales.
R
Ronin: Samurái sin señor. Los samuráis son, por definición, vasallos que sirven a alguien y que reciben un estipendio por ello. No tener a nadie a quien servir dejaba al samurái sin fuente de ingresos, por lo que lo habitual era ir en pos de un nuevo amo al que servir, o dedicarse a alguno delos pocos oficios que no le estaban vetados a alguien de la clase guerrera: maestro de escuela, instructor de esgrima… Tampoco faltaban los que, incapaces de adaptarse a la vida civil, se convertían en forajidos o asesinos a sueldo.
S
Sakoku: Política “de autoaislamiento” seguida durante el período de Edo (1603-1867), bajo el que Japón permitió un comercio y comunicaciones limitados con el mundo exterior. Samurai: La clase del guerrero noble en el Japón feudal.
Sankin kotai: Política impuesta por los Tokugawa durante el período de Edo (1603-1867), bajo la cual los señores feudales (daimyō) tuvieron que viajar a la capital en Edo anualmente, así como dejar a parte de su familia en la capital durante todo el año. Este sistema fue utilizado por el shōgunato como una forma de prevenir la rebelión.
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Sekigahara: Batalla que enfrentó el 21 de octubre de 1600 a los ejércitos de los Toyotomi y los Tokugawa, con decisiva victoria de estos últimos. Cerca de 200000 hombres combatieron durante horas en una batalla en la que contingentes enteros cambiaron de bando en mitad del combate y cuyo desenlace fue incierto hasta el mismo final. La victoria total de Tokugawa Ieyasu le allanaría el camino al shōgunato y, con él, al control total de Japón. Con Sekigahara se cierra la era Sengoku y da comienzo la era Edo, bajo el gobierno de la dinastía Tokugawa. Seppuku: Suicidio ritual honorable. También llamado harakiri. Una de las penas de muerte que respetaron el honor de un samurai. El vientre era ceremoniosamente cortado por el propio guerrero, y un ayudante finalizaba el ritual cortándole la cabeza. El suicidio permitía que un samurai guardara su honor, ya que se consideraba deshonroso para un samurai el perder la vida a manos de otros. Shinto: Religión primigenia de Japón, basada en el culto a los espíritus de la naturaleza y los ancestros. Según la mitología sintoísta, el emperador es descendiente directo de la diosa del sol, Amaterasu, soberana última del universo. La llegada del budismo hacia el año 550 desplazó al sintoísmo en importancia, pero ambas religiones supieron adaptarse y complementarse para convivir más o menos pacíficamente. Shizoku: Literalmente “familias del guerrero”; el término solía referirse al ex-samurai después de la abolición del sistema de clases tras la Restauración Meiji.
T
Shōgun: Jefe militar; en diversas épocas de la historia japonesa, el dirigente real de la nación, tras obtener el poder militarmente o por herencia.
Taikō: Título equivalente al de shogun pero reservado
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para personas de procedencia humilde. El término se usa habitualmente en para referirse en concreto a Toyotomi Hideyoshi. Tokugawa: Tokugawa Ieyasu unió Japón a través de las victorias militares, especialmente tras la batalla de Sekigahara (1600), convirtiéndose en shōgun en 1603. Su familia gobernó en esa posición hasta 1867. Tozama: Un daimyō convertido en vasallo de los Tokugawa tras la batalla de Sekigahara.
Virreinato: Cargo del virrey. También designaba el territorio gobernado por él, que podía ser uno de los reinos peninsulares integrados en la Corona española o una de las colonias en América. Durante la conquista y colonización americana, España tuvo distintos virreinatos, casos del de Perú, Nueva España, Nueva Granada o del Río de la Plata.
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Wakizashi: Espada similar a la katana pero más corta. Según su longitud puede ser una daga o una espada corta. Al ser más pequeña y manejable, solía ser el arma elegida a la hora de hacerse el seppuku.