Aljarafe Prehistรณrico
Aljarafe Prehistรณrico
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El patrimonio
monumental de
la provincia de Sevilla es el más abundante e importante de Andalucía. No en vano, según el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz, nuestro territorio cuenta con más de 350 inmuebles declarados Bien de Interés Cultural entre monumentos, conjuntos y sitios históricos, zonas arqueológicas y lugares de interés etnológico. Así, nuestra provincia es uno de los primeros destinos andaluces para los turistas que viajan interesados en la historia, la cultura y el patrimonio. Pero, al mismo tiempo, el inmenso patrimonio material e inmaterial de la provincia de Sevilla supone un enorme caudal de recursos que demanda una puesta en valor constante para su mejor rendimiento desde el punto de vista cultural y turístico. Esta guía propone un viaje al corazón de la Sevilla Prehistórica, cuyos vestigios más relevantes, se encuentran, según los investigadores, en la comarca del Aljarafe. Un conjunto de yacimientos arqueológicos entre los que destaca el poblado calcolítico que se extiende entre Valencina de la Concepción y Castilleja de Guzmán, el yacimiento prehistórico más extenso de España y uno de los mayores de Europa Occidental. Toda una joya visitable, que podemos descubrir, junto al conjunto del legado prehistórico del Aljarafe, a través de esta completa publicación de la Mancomunidad de municipios de la comarca.
Fernando Rodríguez Villalobos Presidente de la Diputación
Aljarafe Prehistórico
Aljarafe Prehistórico
Antes
de la existencia de la propia
capital, antes de que Sevilla existiese como ciudad, ya existía el Aljarafe. La historia más antigua conocida de la civilización en nuestra provincia se encuentra en el Aljarafe. No podemos desaprovechar la oportunidad que esta riqueza histórica nos ofrece. Una vez más, nuestra comarca la hacemos atractiva, la ponemos en valor y la difundimos y presentamos como producto turístico visitable, tangible y real. “Aljarafe prehistórico” nos va a llevar no solo a conocer su historia, sino a poder visitar el mundo prehistórico en la edad de cobre, los famosos dólmenes que se conservan aún de manera excepcional en nuestra tierra y además, presentamos una oferta turística de lo más atractiva y sugerente para el visitante en torno a esta porción de la civilización prehistórica en al Aljarafe. Nos adentraremos y conoceremos la forma de vida de aquellos primeros habitantes de nuestra provincia, los visitaremos en su cotidianidad acercando a los más pequeños y a los adultos el modo de vivir de las familias de aquella época. Esta guía complementa múltiples recursos turísticos que se han actualizado, como infografías, recreaciones en 3D y vídeos histórico-pedagógicos. Esta oferta turística es una realidad consolidada a la que hemos querido dar significatividad acercándola al turista, como oferta complementaria a todas las que ya hemos creado y difundido en el Aljarafe y por supuesto, a la de la Capital. Estamos seguros que tras este trabajo resultará irresistible no pensar en visitar el Aljarafe y conocer, paseando por la prehistoria, sus municipios y sus gentes.
Raúl Castilla Gutiérrez Presidente de la Mancomunidad de Desarrollo y Fomento del Aljarafe
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ÍNDICE
Aljarafe Prehistórico
El Aljarafe prehistórico: un paisaje costero
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La línea del tiempo
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Un paseo por la Prehistoria
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Un yacimiento abierto al público
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Albaida del Aljarafe
2 Almensilla 3 Aznalcázar 4 Benacazón 5
Bollullos de la Mitación
6 Bormujos 7 Camas 8
Carrión de los Céspedes
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Castilleja de Guzmán
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Castilleja de la Cuesta
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Castilleja del Campo
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Coria del Río
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15 Gines 16
Huévar del Aljarafe
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Isla Mayor
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Mairena del Aljarafe Palomares del Río
21 Pilas
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19 Olivares
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SEVILLA
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14 Gelves
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13 Espartinas
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Puebla del Río
23 Salteras 24
San Juan de Aznalfarache
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Sanlúcar la Mayor
26 Santiponce 27 Tomares 28 Umbrete 29
Valencina de la Concepción
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Villamanrique de la Condesa
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Villanueva del Ariscal
Puede encontrar toda la información sobre alojamiento y gastronomía en nuestra web:
www.aljarafe.com www.aljarafe.com/turismo/enlaces_de_interes.php 0
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20 km
El Aljarafe prehistรณrico: un paisaje costero
Con el topónimo Aljarafe se hace referencia
al territorio conformado por una plataforma rectangular alargada e inclinada en sentido norte-sur, localizada al oeste de la vega baja del Guadalquivir y que se extiende entre el sur de Sierra Morena y las marismas de Doñana, con las que termina enrasando. Dicha rampa natural queda nítidamente delimitada a occidente y a oriente por dos escarpes naturales: la falla del Guadiamar y la del Bajo Guadalquivir, respectivamente. Esta última alineación natural es la responsable, además, del cambio de trazado que experimenta el curso del Guadalquivir a la altura de Alcalá del Río, orientándose en sentido norte-sur desde este punto hasta su desembocadura en el Atlántico. No puede entenderse la historia de los antiguos habitantes del Aljarafe sin profundizar en el territorio que habitaron. El entorno aljarafeño ha sufrido a lo largo de los últimos milenios cambios significativos, por acciones naturales y antrópicas, que han dado como resultado el paisaje que podemos observar hoy en día y que difiere mucho del que aquellos disfrutaban. De hecho, durante la Prehistoria el sur de la actual comarca del Aljarafe estaba bañada por las saladas aguas atlánticas (sumergiendo las tierras aljarafeñas al sur de las poblaciones de La Puebla del Río y Villamanrique de la Condesa). Una entrada de mar que conformaría un golfo, conocido en la antigüedad como “golfo tartésico”, al que desembocarían tanto el Guadalquivir como el Guadiamar (que entonces no estaban conectados). Mientras que el escarpe occidental lindaría con una superficie lacustre de poca profundidad favorecida por las crecidas del río, pero que en momentos de menos caudal dejaría ver diferentes brazos, conformando la antigua desembocadura del Guadalquivir. Esta realidad geográfica tendría continuidad hasta época romana, cuando la desembocadura del río Betis aún se encontraba a la altura de la actual Coria del Río.
tiva a partir época romana aceleraría el proceso de colmatación del antiguo golfo, hasta conformar la línea de costa actual con la desembocadura del Guadalquivir en Sanlúcar de Barrameda. A partir de los vestigios arqueológicos hasta ahora encontrados, así como de los estudios del medio geográfico, podemos atestiguar la existencia de poblaciones de cazadores, pescadores y recolectores, a partir de un momento indeterminado del Paleolítico Inferior. Estas poblaciones aprovecharían los recursos de un entorno cercano a la costa, con abundancia de ríos y arroyos (junto al carroñeo, la caza menor y la pesca, no sería descartable la caza de grandes mamíferos como hipopótamos, rinocerontes o elefantes, documentados para esta época en las vecinas terrazas del Guadalquivir). Este paisaje tendría continuidad durante el Neolítico y el Calcolítico (IV-III milenio a.n.e.), con humedales excelentes para la caza, la pesca y la recolección y un entorno de
Valencina Coria del Río
Golfo Tartésico OCEANO ATLÁNTICO
La actividad humana propiciada por el desarrollo agrícola desde el Neolítico y sobre todo su intensificación produc-
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Golfo Tartésico
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vegas y pequeñas lomas que proporcionaba un paisaje a salvo de las crecidas del Guadalquivir, con una importante masa forestal de gran riqueza faunística y vegetal. Un contexto geográfico en el que dominaban encinas, alcornoques y acebuches, además de plantas arbustivas como el lentisco, la jara y el romero entre otras. La conservación hasta la actualidad de estas asociaciones botánicas de tipo mediterráneo, sólo modificadas por la potenciación humana del pino y la introducción reciente del eucalipto, tiene su explicación más lógica en la pobreza de los suelos del extremo sur del Aljarafe. Esta baja calidad agrícola de la tierra ha llegado a afectar históricamente al poblamiento humano, impidiendo en toda la cornisa meridional de la meseta aljarafeña la consolidación de poblaciones prehistóricas estables, que sólo empiezan a abundar desde La Puebla del Río y Aznalcázar hacia el norte, siguiendo aguas arriba los cauces del Guadalquivir y del Guadiamar respectivamente. En cuanto a la fauna, los restos óseos recuperados en diversas excavaciones arqueológicas (principalmente en el yacimiento de Valencina de la Concepción / Castilleja de Guzmán), han posibilitado documentar la presencia de diferentes especies animales: ciervo, caballo (probablemente salvaje), uro (antepasado del toro), conejo y jabalí, que confirman la existencia de un paisaje abierto entremezclado con bosques o al menos con matorral espeso. Junto a ellos, también se han documentado especies de menor porte, como zorros o gatos monteses, así como testimonios no muy abundantes de aves salvajes, destacando la presencia de ánsares, cigüeñas y grullas, que encontrarían su alimento en las estribaciones del cercano Guadalquivir y Guadiamar. También se han recuperado restos óseos puntuales de buitres, águilas reales, alcatraces, pelícanos y cisnes. Otras referencias señalan el consumo de diferentes especies marinas como navajas, almejas, ostras o vieras, lo que permite presumir una diversificación importante en la dieta.
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La lĂnea del tiempo
PALEOLÍTICO
PALEOLÍTICO Los primeros indicios de la presencia de grupos humanos en el entorno del Aljarafe se remontan al Paleolítico Inferior. La secuencia estratigráfica para este dilatado período se ha obtenido a partir del estudio de las terrazas del Bajo Guadalquivir. Los hallazgos en las estribaciones aljarafeñas han sido puntuales y aislados, quizás debido a la poca atención por los estudios arqueológicos de este período, pero también podemos achacarlo a la dificultad de localizar las evidencias arqueológicas para esta época. Los primeros moradores del Aljarafe eran grupos nómadas de cazadores – recolectores, que iban modificando su hábitat en función de las estaciones del año y de los flujos migratorios de algunas de sus piezas de caza. Este aspecto limita el registro arqueológico, ya que los “asentamientos” por su carácter temporal y su ubicación al aire libre no han dejado huellas arqueológicas reconocibles (muy distintos son los hábitats bien estudiados, con restos evidentes y “almacenados” estratigráficamente en abrigos y cuevas, que por desgracia no se encuentran en la comarca del Aljarafe). La mayoría de las huellas de la actividad de estos grupos al aire libre ha llegado a nosotros a tra-
Canto tallado por una cara (Paleolítico Inferior. Dibujo de J. M. Benito)
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vés de su tecnología, unos rudimentarios pero eficientes tallados que se elaboraban sobre soportes pétreos, principalmente sílex, de mediano y gran tamaño. Los útiles se tallaban en el entorno en el que aparecían estas materias primas, en Reconstrucción fisionómica de un Homo Antecessor (Museo de la Evolución Humana, las graveras, localizaBurgos). das en los márgenes de los ríos. Se usaban habitualmente en esos mismos entornos (desechando las herramientas con poco uso, ya que no eran cómodas de trasladar y eran relativamente sencillas de fabricar). Siguiendo las nuevas hipótesis sobre la evolución humana, estos primeros grupos que habitaron el Bajo Guadalquivir pertenecerían probablemente a la especie identificada en el yacimiento burgalense de Atapuerca como Homo Antecessor, que provenía de África y cuyos restos más antiguos datados en ese yacimiento se remontan a hace unos 800.000 años.
Canto tallado por ambas caras (bifaz) del periodo Achelense (350.000 a.n.e. Dibujo de J. M. Benito)
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La particular evolución de esta especie en Europa Occidental desembocará en el Homo Neanderthalensis. (230.000 – 40.000 a.n.e.), protagonista del Paleolítico Medio en estas tierras y responsable de una tecnología lítica normalizada, la industria musteriense, que permitía el mejor aprovechamiento de los nódulos de cuarcita y sílex, a partir de la extracción controlada de lascas (se estandariza el uso de la técnica Levallois, originada a finales del Paleolítico Inferior). Esta técnica permitió elaborar herramientas especializadas de menor tamaño, para la caza, el despiece, el curtido de las pieles o para realizar incisiones decorativas (raederas, raspadores, puntas, buriles…). Esta tendencia basada en la especialización de las herramientas y en la reducción del tamaño medio de las mismas, continuaría a lo largo del Paleolítico Superior (entre los 40.000 y 10.000 a.n.e.), de manos del Homo Sapiens,
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una nueva especie que surgiría también en África y cuya expansión por el resto del mundo comenzaría hace algo más de 100.000 años. Poco a poco los grupos de sapiens irían suplantando en el territorio a los neandertales. Esta nueva especie, a la que aun pertenecemos, será además la protagonista de numerosas representaciones simbólicas y artísticas, desarrolladas en las paredes de las cuevas, en figuras de piedra o hueso. Como venimos diciendo, los vestigios paleolíticos en la comarca del Aljarafe son limitados y se concentran en las estribaciones del escarpe oriental, a cuyos pies se encuentran las paleoterrazas del Guadalquivir, con sus inagotables graveras para fabricar sus útiles líticos (se han documentado yacimientos adscritos al paleolítico inferior y medio en los términos municipales de Coria del Río, La Puebla del Río, Camas o Valencina de la Concepción).
Recreación de Homo Neandertal (ilustración de J.E. Toro - Museo del Complejo Humo, Málaga).
Pasos para elaborar una lasca Levallois (según M. L. Inizan)
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NEOLÍTICO Ya bien entrado el Holoceno, con la domesticación de las especies silvestres y la progresiva estabulación de los animales, las sociedades prehistóricas neolíticas del Bajo Guadalquivir pudieron modificar su modo de vida nómada, observándose una paulatina sedentarización. Esto permitió el establecimiento de poblados de forma permanente o semipermanentes en el territorio. Este cambio de estilo de vida ha facilitado la documentación de los restos arqueológicos producidos por sus moradores, tanto por la recurrencia en los espacios habitados, como por la incorporación de útiles y herramientas de carácter no perecedero que, sumados a los ya conocidos útiles líticos tallados, sirven de forma más eficiente a las nuevas tareas agropecuarias. Entre éstos nuevos materiales, destacan las herramientas líticas pulimentadas (hachas, azuelas, gubias,…) y la cerámica, que sustituirían a recipientes hasta entonces elaborados principalmente con elementos vegetales. Las comunidades agropastoriles más antiguas del Bajo Guadalquivir han sido detectadas en la zona de Lebrija y en sus alrededores. Pero los más cercanos a la antigua desembocadura del río se hallan en el extremo suroriental de la meseta del Aljarafe, es decir, en la zona que ocupan hoy La Puebla del Río y Coria del Río.
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Cazuela neolítica (yacimiento arqueológico de “la Marismilla”). (Imagen: J. L. Escacena).
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Es el caso del yacimiento arqueológico de Puñanilla, descubierto en el término municipal de La Puebla del Río y que cuenta con pequeños instrumentos de sílex tallado, alguno de ellos del tipo que los especialistas llaman “microlitos geométricos”. Este sitio puede corresponder a un taller de herramientas líticas asociado a un afloramiento de gravas y arenas con nódulos de pedernal. Se trata de una modalidad de yacimiento arqueológico bien conocido en áreas más meridionales de las cuencas del Guadalquivir y del Guadalete. En este sentido, el hallazgo en el Cerro de San Juan, núcleo originario de Coria, de un fragmento de vasija pintada de rojo, correspondiente en este caso a una de las variedades más características del Neolítico Antiguo-Medio de Andalucía occidental, cobra mayor interés a pesar de haberse encontrado entre los restos de unas viviendas de época posterior. Esta información puede encuadrarse en un panorama cada vez más fecundo de asentamientos neolíticos fuera de cuevas en el valle inferior del Guadalquivir, que por ahora está detectado básicamente en tres ámbitos: la costa sureste de esa antigua bahía entre Lebrija y Sanlúcar de Barrameda, las cuencas de algunos afluentes de la margen izquierda, principalmente las del Guadaíra y del Corbones, y la zona aljarafeña que ahora analizamos. De este último sector se conoce además un sitio que ha entregado algunos restos atribuibles al final del Neolítico. Un interesante yacimiento arqueológico cuya excavación ha demostrado la explotación de la sal marina del antiguo “golfo tartésico” en unas fechas que pueden situarse en torno al 3000 a.n.e. si no antes. Se trata del sitio conocido como La Marismilla, pocos kilómetros al sur de La Puebla del Río y dentro de su término municipal. Como podemos observar a partir de los datos que tenemos en la actualidad, el Aljarafe no fue un espacio muy habitado durante época neolítica. Y la presencia de algunos vestigios de carácter puntual nos remiten a los últimos momentos del IV milenio, en los albores de los que se conoce como Edad del Cobre o Calcolítico.
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La Marismilla. El singular yacimiento de La Marismilla se encuentra a pocos kilómetros al sur del municipio de La Puebla del Río. Fue descubierto en 1982 en la finca de la que recibe el nombre y excavado en dos campañas arqueológicas consecutivas, en 1984 y 1985. Como su topónimo indica, se trata de un lugar situado en una zona muy próxima a las Marismas del Guadalquivir, justo en el límite meridional del Aljarafe. Siendo un yacimiento de poco más de 225 m2, llama la atención la cantidad tan importante de restos cerámicos en superficie, concentrados en varias acumulaciones. En la excavación de 1984 en poco más de 5 metros cúbicos de excavación se recuperaron casi 9.000 fragmentos cerámicos. A pesar de la enorme cantidad de restos cerámicos, la tipología no es muy variada, respondiendo en su mayoría a grandes cazuelas carenadas, sin decoración y con la superficie alisada (aunque no faltan ejemplares puntualmente decorados y bruñidos).
Se localizaron varios hogares, para los que se fabricaron fosas de unos 40 centímetros de profundidad en forma de tronco de cono invertido. En muchas ocasiones, tales oquedades de combustión coincidían con el centro de los mayores conglomerados de fragmentos de vasijas y en su interior se conservaban morillos de adobe, enteros o fragmentados. Los arqueólogos responsables de su excavación interpretan este yacimiento como una salina explotada con carácter temporal por grupos que no vivían permanentemente por aquellos parajes. El sistema utilizado para la obtención de sal fue hervir agua en cazuelas, lo que explica los numerosos hogares, la gran cantidad de cazuelas de gran tamaño, así como los morillos de adobe que se utilizarían para sostener las cazuelas al fuego. La presencia de algunos fragmentos de orzas que no son adecuadas para hervir agua salada, podría indicar que además de la extracción de sal marina, también se desarrollaran otras tareas en este espacio, como podría ser la salazón de carne o pescado.
Hipótesis sobre la elaboración de sal en La Marismilla (J. L. Escacena).
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CALCOLÍTICO El Calcolítico (III - inicios del II milenio a.n.e.) está marcado por el inicio de la explotación del cobre. Aunque la explotación de este metal no es, ni mucho menos, el único cambio respecto a la forma de vida de sus antecesores, de hecho la explotación sistemática del cobre vendría avanzado ya éste período. Las herramientas estarían elaboradas en su mayor parte de piedra tallada, entre las que destacan las piezas laminares relacionadas con la siega, así como los ejemplares pulimentados para las tareas agrícolas y las puntas de flecha vinculadas a la caza, que alcanzan un importante desarrollo tecnológico y estético durante esta época. También es importante el repertorio cerámico con cazuelas y con grandes platos de borde engrosado. No faltan los útiles elaborados en hueso. Es una época caracterizada por la intensificación y mejora de las técnicas de explotación agraria y ganadera, cuyos excedentes van liberando a parte de la población de las tareas meramente agropecuarias, favoreciendo una pro-
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gresiva especialización artesanal y minera. Las sociedades van complicando sus vínculos internos, detectándose diferencias evidentes entre algunos de sus miembros, que serán el embrión de las desigualdades sociales que marcarán posteriormente el desarrollo de las sociedades estatales. Estas desigualdades no se reflejan arqueológicamente al analizar los núcleos poblacionales. Hemos podido distinguir diferentes espacios con funcionalidades diversas: domésticos, artesanales, defensivos, pero no muestran diferencias sensibles en cuanto al rol jerárquico de las poblaciones que los habitaban. Sin embargo, sí que son evidentes al afrontar la muerte. En los yacimientos calcolíticos del Aljarafe (como ocurre en todas las sociedades megalíticas), podemos apreciar una amplia gama de contextos funerarios, siempre a modo de inhumaciones, mayoritariamente colectivas, que van desde los grandes monumentos megalíticos a simples fosas o basureros, pero que demuestra el surgimiento de una jerarquía social evidente. La riqueza ornamental y simbólica de muchos elementos recuperados en su mayor parte en ámbitos funerarios (cuentas de collar, placas perforadas, colgantes o brazaletes), así como una amplia gama de ídolos interpretados como representantes de divinidades (ídolos placa de pizarra, ídolos falange, ídolos tolva o ídolos troncocónicos), contribuyen a ponderar la complejidad social, política, económica, religiosa y simbólica de las sociedades calcolíticas. De esta época encontramos evidencias arqueológicas en varios municipios de la comarca del Aljarafe (La Puebla del Río, Coria del Río, Camas, Sanlúcar la Mayor o Villamanrique de la Condesa entre otros), que en su mayoría responden a pequeños asentamientos. Pero, por encima de todos, destaca la Zona Arqueológica de Valencina de la Concepción - Castilleja de Guzmán, tanto por sus dimensiones como por la riqueza de su patrimonio arqueológico.
Repertorio cerámico calcolítico (Museo de Valencina de la Concepción, Sevilla).
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Este yacimiento, que posee algunos de los más imponentes monumentos megalíticos de la Península Ibérica, sorprende por su extensión que, según estimaciones recientes, se sitúa en torno a las 260 hectáreas (cuando el tamaño más habitual de los poblados de este periodo se sitúa en torno a 1 ó 2 hectáreas). A juzgar por las dimensiones del yacimiento, así como por la cantidad y magnitud de las construcciones megalíticas levantadas por sus habitantes, esta comunidad debió tener una significativa relevancia demográfica, social y económica en toda la región de Andalucía occidental. El poblado estaba formado por cabañas circulares semiexcavadas en el sustrato y con paredes y cubiertas vegetales con emplastes de barro. No se aprecian elemen-
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tos defensivos evidentes, siendo absoluta la ausencia de murallas o torres, tan habituales para este período en poblados del oriente andaluz (las numerosas zanjas documentadas en el yacimiento aún no han podido vincularse con seguridad a usos de carácter defensivo). También es destacable la abundancia de silos de almacenamiento, como consecuencia de la intensificación de la producción agrícola. Las actividades agroforestales y metalúrgicas entre el III y el II milenio a.n.e. contribuyeron a la modificación del paisaje favoreciendo la deforestación al menos en el entorno de los asentamientos, como se aprecia en los últimos estudios polínicos realizados en este yacimiento.
Corredor del Dolmen de la Pastora (Valencina de la Concepción, Sevilla).
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Zona Arqueológica de Valencina de la Concepción - Castilleja de Guzmán. Este yacimiento se extiende por los actuales Términos Municipales de Valencina de la Concepción y Castilleja de Guzmán. Su excepcional tamaño, en torno a las 260 hectáreas, y la monumentalidad de algunas de sus estructuras funerarias lo han convertido en una referencia fundamental del Calcolítico en la Península Ibérica. Su investigación arqueológica comenzaría en 1868 de la mano de Francisco María Tubino y Oliva, con la excavación de una estructura funeraria localizada ocho años antes durante la realización de unas tareas agrícolas en la finca de “la Pastora” en Valencina. A partir de entonces, y hasta mitad del siglo XX, las intervenciones se centraron en los dólmenes que paulatinamente se iban conociendo (Matarrubilla, Ontiveros,…). En la década de los años 70 el interés se centraría en localizar el hábitat vinculado a estos monumentos funerarios, sacando a la luz vestigios de
silos, cabañas, fosos y otras estructuras del poblado prehistórico. Hasta la actualidad se han superado con creces la centena de intervenciones arqueológicas en el yacimiento, por lo que se ha convertido en uno de los más excavados en el contexto de la Prehistoria Reciente peninsular. La densidad más importante de estructuras domésticas y productivas se localiza en la mitad noroeste, mientras que se observa un cinturón principal de enterramientos en el arco sureste. No obstante, intervenciones recientes han venido ofreciendo estructuras habitacionales y productivas en ámbitos originalmente considerados funerarios y viceversa. Lo que no es de extrañar, ya que en sus aproximadamente 1.500 años de ocupación continua, poblado y necrópolis han podido ir desplazándose y, por lo tanto, no habrían compartido estos espacios simultáneamente. El yacimiento fue declarado Bien de Interés Cultural en el año 2010, bajo la categoría de Zona Arqueológica, englobando en su delimitación a varios monumentos funerarios que ya habían recibido esta protección con carácter individual.
Excavación de La Pastora en 1963.
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EDAD DEL BRONCE La transición hacia el Bronce en el Suroeste de la Península Ibérica (a inicios del II milenio a.n.e.), sigue mostrando el auge económico que caracterizó al Calcolítico, sobre todo a partir de su fase de plenitud, debiendo destacar además la explotación intensiva de los recursos marinos existentes en el vecino golfo. Es frecuente la localización de importantes concheros en los poblados. Peces, moluscos y mariscos debieron constituir un pilar básico dentro de la dieta alimentaria de las poblaciones asentadas en torno al golfo y en las márgenes del antiguo estuario del Guadalquivir, desde Coria del Río hacia el Norte. Por otra parte, la explotación de sal marina completaría el conjunto de actividades vinculadas a la depresión atlántica como ya se venía haciendo desde el Neolítico, además de la navegación y del comercio, que se verían favorecidos por una extensa red fluvial que vertía sus aguas en el golfo y que estaba directamente afectada por las mareas oceánicas, lo que hacía posible la penetración de las embarcaciones hasta zonas bastante al interior. Para algunos investigadores la causa principal del despegue económico y la jerarquización social durante el Bronce radica en el desarrollo metalúrgico. Aunque naturalmente en dicho despegue influyeron poderosamente otros hechos, sobre todo la revolución de la agricultura y del comercio. El desarrollo agrícola y ganadero en el Aljarafe, que comenzó con el Calcolítico, se intensificará, con el consiguiente aumento de la superficie de terreno acondicionado para el cultivo y el pastoreo. A comienzos del II milenio a.n.e. se produjo una contracción climática con escasez de lluvias y altas temperaturas, que obligó a intensificar las actividades productivas para compensar la merma de los recursos naturales. Pese a la intensificación agropecuaria, la caza, al igual que en la etapa previa, seguiría siendo importante en la economía de las sociedades del Bronce.
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Brazal de arquero. Cerro de San Juan (Coria del Río). (Imagen: J. L. Escacena). En el área del Guadalquivir se asiste a una relativa generalización del uso del cobre arsenical, así como a la difusión de la metalurgia del cobre (accesibles en los cercanos yacimientos de las estribaciones de Sierra Morena), de su aleación con el estaño, del oro y la plata (explotada ya en esta época en Aznalcóllar).
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La Edad del Bronce en la península refleja varias áreas que muestran diferentes peculiaridades (Cogotas I, Bronce del Levante, el Algar,…), la meseta aljarafeña estaría enmarcada en el área de influencia conocida como Bronce del Suroeste, que engloba Andalucía Occidental, parte de Extremadura y el sur de Portugal. Éste es un período muy deficientemente conocido en toda la meseta del Aljarafe, desconocimiento que se hace extensible a sus inmediaciones del Bajo Guadalquivir, pero que viene marcado por un cambio en el modelo territorial. Disminuyen los asentamientos, que se establecen por lo general en cerros y se intensifican los recursos defensivos. Las expresiones simbólicas, tan numerosas y diversas en la Edad del Cobre, apenas existen ya en el Bronce antiguo, además los ritos funerarios también cambian, abandonándose progresivamente los enterramientos múltiples en la calcolíticos (fosas, cuevas artificiales, megalitos, etc.), por inhumaciones individuales (fosas, cis-
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tas y covachas), como las que se han localizado entre los Términos Municipales de Salteras y Gerena (yacimientos SE-B y SE-K, donde se han documentado evidencias de un asentamiento del Bronce Pleno). Éstos abruptos cambios sociales y rituales han hecho pensar a algunos investigadores en un paulatino reemplazo de las sociedades del Bronce antiguo (a partir del primer cuarto del II milenio a.n.e.) sobre las calcolíticas. Con la fundación de nuevos poblados y el abandono progresivo de los antiguos. A mediados del II milenio a.n.e. se observa un abandono progresivo de muchos asentamientos. Una crisis demográfica relacionada probablemente con la sobreexplotación de los recursos agroganaderos. Este despoblamiento del territorio se mantendrá hasta comienzos del I milenio a.n.e., cuando empieza a notarse un aumento poblacional de la mano del Bronce Final.
Inhumación en cista. Yacimiento SE-K (Intervenciones Arqueológicas en el Área del Proyecto Minero Cobre Las Cruces entre 1996-2011).
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Cerro de San Juan.
El Carambolo.
El cerro de San Juan es una meseta del borde oriental del Aljarafe, ubicada dentro del actual municipio de Coria del Río. Ofrece vestigios arqueológicos relacionados con la antigua Caura, pero que arrancan en el Calcolítico. Para la época del Bronce inicial presenta datos muy interesantes que ayudan a comprender la transición desde la Edad del Cobre, ya que conservaba una estratigrafía vertical con niveles calcolíticos directamente infrapuestos a los del Bronce Antiguo.
El yacimiento de El Carambolo (Camas) fue descubierto a partir del hallazgo casual de un tesoro, formado por 21 piezas de oro de 24 quilates, en 1958 durante unas obras en las instalaciones de la Real Sociedad de Tiro de Pichón de Sevilla. El tesoro y las estructuras más relevantes del yacimiento corresponden a época protohistórica (primer tercio del I milenio a.n.e.), sin embargo las últimas intervenciones realizadas entre 2002 y 2005 han sacado a la luz vestigios de la Edad del Cobre y del Bronce.
A juzgar por los arqueólogos responsables de su excavación, no existe continuidad con los niveles precedentes, lo que reforzaría la “hipótesis de reemplazo”, que contempla el abandono paulatino de los asentamientos calcolíticos y la fundación exnovo de nuevos poblados de sociedades vinculadas al Bronce Antiguo (estos asentamientos serían menos numerosos que los anteriores y se ubicarían principalmente en cerros como el que alberga este yacimiento).
Estructuras correspondientes al Bronce Tardío. Yacimiento “El Carambolo” (Camas, Sevilla). (Imagen: Álvaro Fernández Flores).
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Para el Bronce, la intervención ofreció una serie de estructuras circulares excavadas en el sustrato e interpretadas como silos colmatados a modo de basurero (aunque no se ha podido descartar el carácter ritual de algunas de ellas). Las dataciones por carbono 14 han ofrecido una orquilla cronológica entre los años 1.401 y 1.131 a.n.e.
Estructuras correspondientes al Bronce Tardío. Yacimiento “El Carambolo” (Camas, Sevilla). (Imagen: Álvaro Fernández Flores).
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Un paseo por la Prehistoria: El poblado de Valencina/Castilleja de Guzmรกn
El único yacimiento prehistórico visitable ac-
tualmente en la comarca del Aljarafe es el poblado prehistórico de Valencina/Castilleja, un poblado calciolítico, que tendría continuidad durante el Bronce Antiguo. Antes de recomendar un itinerario de visita, que desarrollaremos en el siguiente capítulo, vamos a ofrecer una serie de claves que nos ayudaran a entender el yacimiento, descubriendo cómo era la vida cotidiana y cómo afrontaban la muerte sus antiguos moradores. Con sus más de 250 hectáreas de superficie es el yacimiento prehistórico más extenso de España y uno de los mayores de Europa Occidental, se extiende mayoritariamente por el municipio de Valencina de la Concepción, alcanzando el extremo occidental del vecino municipio de Castilleja de Guzmán. Sus excepcionales dimensiones y la magnitud de algunos de sus imponentes recintos funerarios ha llevado a algunos investigadores a considerarlo la capital suroccidental de la Península Ibérica durante el III milenio a.n.e. Sin embargo, la escasez de evidencias defensivas, elementos militares o coercitivos hace que muchos autores duden de la veracidad de esta afirmación, indicando que lo más probable es que funcionara como un lugar central. Es decir, una referencia en el territorio circundante y un espacio de encuentros periódicos y recurrentes con grupos provenientes de los asentamientos cercanos. Este extenso yacimiento engloba diferentes espacios domésticos, productivos, artesanales y funerarios. La mayor densidad de estructuras domésticas, productivas y artesanales se ha registrado en el centro y el noroeste del mismo, mientras que por lo general la necrópolis se locali-
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za alrededor de aquél, pero mostrando una evidente predilección por el arco sur y sureste (los restos localizados en el extremo norte son escasos y en el occidental muy puntuales). Sin embargo, a medida que ha ido avanzando el conocimiento del yacimiento, esta separación funcional establecida a priori está siendo cuestionada. En el extremo oriental del yacimiento en el entorno del Dolmen de Montelirio (Castilleja de Guzmán), se han localizado en los últimos años numerosas estructuras relacionadas con tareas productivas y artesanales. Lo que indica que en sus cerca de 1500 años de historia, el poblado se ha ido moviendo por el territorio, dilatando y contrayendo sus límites, a la vez que iba modificando sus áreas funcionales.
El poblado. El hábitat, donde se desarrolla la vida cotidiana de los habitantes del poblado, debió ser un espacio de carácter mixto, donde podrían realizarse diversas actividades. Cabañas donde cocinar, comer y descansar, silos para almacenar alimentos, zonas de pasto, corrales para guardar a los animales y pozos convivirían de una manera relativamente ordenada. Muchas de estas construcciones, aunque elaboradas en su mayoría con elementos perecederos, han dejado huella arqueológica (estructuras excavadas o semiexcavadas en el sustrato arcilloso sobre el que se asienta el poblado). Sin embargo, su amortización como basureros una vez abandonadas o la reutilización posterior en algunos casos, dificulta la comprensión completa de éstos ámbitos. Hay que tener en cuenta además que a medida que se abandonaran unas, se pondrían en uso otras (por lo que muchas de ellas no serían coetáneas).
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VALENCINA DE LA CONCEPCIÓN B
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CASTILLEJA DE GUZMÁN
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Zona Arqueológica de Valencina de la Concepción y Castilleja de Guzmán. Elementos visitables: A Museo de Valencina de la Concepción. B Dolmen de La Pastora. C Dolmen de Matarrubilla. Elementos no visitables: D Dolmen de Ontiveros. E Conjunto dolménico de Montelirio. F Dolmen de Señorío de Guzmán (P.P. 2 “Divina Pastora”).
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Las viviendas, denominadas genéricamente cabañas o “fondos de cabaña” (ya que sólo ha llegado a nosotros la huella negativa de la superficie excavada de la misma), son muy variadas. Desde cabañas “simples” con forma circular o tendente a ella, a “complejas” formas polilobuladas, en las que se cortan diferentes circunferencias, mostrando un interior excavado a diferentes niveles. Las paredes, parcialmente enterradas, se fabricarían con elementos vegetales revocados con barro, al igual que la techumbre. En algunos casos se ha identificado un zócalo de piedra o de adobes, incluso alguna conserva una pequeña zona cuadrada que ha sido interpretada como una probable entrada. En el interior de algunas cabañas se han localizado restos de hogares, algunos recipientes cerámicos en su posición original, utensilios de molienda y bancos apoyados a las paredes.
Reproducción infográfica de una cabaña (Imagen: EnEfecto 3D). Sin embargo, las estructuras más abundantes en el poblado son los silos subterráneos para almacenaje. Son de planta circular con la base más ancha que la boca y unas profundidades que oscilan entre 1 y 1,5 m (aunque en la mayoría están actualmente parcialmente seccionados, por lo que no sería de extrañar que alcanzasen profundidades cercanas a los 2 m). El perfil suele ser troncocónico con el suelo recto y las paredes irregularmente convexas, se ha documentado algún ejemplar de silo geminado.
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En algunos casos se observan extensas áreas reservadas para ellos, conformando auténticos campos de silos. Estos campos, junto a la abundancia de restos líticos adecuados para la siega y los numerosos molinos de mano ilustran la incidencia del cultivo cerealístico y con ello la relevancia de la producción agrícola y la acumulación de excedentes en estas sociedades. Aunque no hay que obviar la importancia de la ganadería en el desarrollo económico y social. El acceso a agua potable para los vecinos del poblado estaría garantizado. Se ha constatado la existencia de pozos de un metro de diámetro y hasta 10 metros de profundidad, que aprovecharía el agua de los manantiales naturales que se encuentran en el subsuelo de la cornisa. Algunos de estos pozos conservan un sistema de huecos contrapuestos en las paredes que posibilitan el descenso por los mismos. Quizás las estructuras más difíciles de interpretar en el yacimiento son las numerosas zanjas excavadas en el sustrato natural, que suelen presentar planta lineal o ligeramente sinuosa (registrándose ejemplares que alcanzan los centenares de metros de longitud) y perfiles de sección en “V” o “U”. Sección de una zanja excavada en el Podemos distinguir yacimiento dos grandes grupos. Por un lado, aquellas con unas profundidades medias reducidas, en torno a 1 m, que probablemente tuvieran la función de cimentación tanto para zócalos de piedra como para empalizadas o cercados de material perecedero y que ejercerían de lindes internos del poblado. Por otro lado, se encuentran las zanjas y fosos de gran tamaño con una anchura variable que alcanzan valores máximos de 7 m, con profundidades también variables
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entre los 2 y los 4 m. Algunos investigadores han propuesto una funcionalidad defensiva para estas estructuras, aunque teniendo en cuenta la gran cantidad de silos documentados y la necesidad de mantener el cereal en ambientes secos para evitar su fermentación y garantizar su correcta conservación, otros autores las han considerado estructuras hidráulicas. Las zanjas excavadas siempre por debajo de la cota más profunda de los silos ayudarían a desecar el terreno y encauzarían el agua de la lluvia, facilitando su drenaje. De todos modos, lo más razonable es evaluar cada caso concreto por separado. Por ejemplo, en una intervención recientemente realizada en una parcela contigua al Dolmen de la Pastora, se han registrado una serie de zanjas (con alineaciones que en algún caso superan los 300 metros de longitud), que han sido interpretadas como hitos de separación entre espacios bien diferenciados en esta zona del poblado, al menos durante la primera mitad del III milenio a.n.e. Ámbitos productivos para la zona occidental y funerarios para la oriental.
La necrópolis. Hasta la actualidad se han localizado más de una veintena de agrupaciones constructivas megalíticas de carácter funerario. Los monumentos funerarios de mayor entidad se distribuyen por el sur y el oeste del yacimiento.
una fábrica elaborada a base de mampuestos de piedra. La techumbre del corredor se cierra mediante la alineación de grandes lajas de piedra de pizarra, arenisca o granito dispuestas horizontalmente. El espacio circular de la cámara, se cubre mediante la construcción de una falsa cúpula por aproximación de hiladas de piedra. En los monumentos de mayor envergadura, el hueco central de la cubierta de la cámara se sella con una laja de piedra de grandes dimensiones. El granito para estos monumentos proviene seguramente del actual municipio de Gerena, a unos 20 km de distancia, lo que nos habla del nivel de organización y esfuerzo que supondría el transporte de las piezas de mayor porte. El conjunto quedaría cubierto por un túmulo a modo de pequeño cerro artificial. El enterramiento de los individuos sepultados en estas estructuras sigue un mismo patrón: Inhumaciones en posición fetal que se distribuyen principalmente en las cámaras, pero también en los corredores. Los grandes monumentos se acompañan con otros muchos de menor tamaño que atestiguan una amplia y variada ocupación de la necrópolis. También se han documentado, distribuidos por cualquier sector del poblado, un buen número de individuos que aparecen entre los rellenos de los fosos, cabañas o silos reconvertidos en basureros. No suelen mostrar ajuares y son escasas las evidencias rituales, lo que unido a su contexto de aparición, entre vertidos de la época, contrasta con los enterramientos monumentales, con ricos ajuares asociados.
Las estructuras funerarias responden mayoritariamente al tipo denominado Tholos (aunque tradicionalmente se les ha citado como dólmenes, es más preciso denominar estas construcciones funerarias de Valencina y Castilleja como tholos). Son construcciones compuestas por cámaras circulares por lo general de 2 a 3 m de diámetro (aunque en el tholos de Montelirio una de las cámaras alcanzaba los 4,75 m de diámetro) y corredores de longitudes variables, que oscilan entre los casi 46 m de La Pastora y valores inferiores a los 2 m. Tanto el corredor como la cámara se excavan en el sustrato y sus paredes se recubren con lajas verticales o con
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Sección de una zanja excavada en el yacimientoSección del Tholos de Matarrubilla según Obermaier (1919)
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Como vemos, las personas que vivieron durante el III y parte del II milenio a.n.e. en el poblado prehistórico de Valencina/Castilleja, se regían por una organización social compleja, que permitía el eficiente desarrollo de actividades productivas y artesanales. Se asistiría probablemente a la liberación total o parcial de parte de sus integrantes de las tareas de abastecimiento primario del grupo, favorecidos por la intensificación de la producción agropecuaria y la correcta conservación y acumulación de granos de cereal en los numerosos silos, así como por la caza y la riqueza de los vecinos recursos marinos. Esta liberación de las tareas subsistenciales permitiría el desarrollo de una serie de oficios (fabricantes de herramientas y ornamentos líticos, ceramistas, productores textiles o metalúrgicos, entre otros). Esta diversificación viene aparejada por una marcada jerarquía social, que lleva al grupo a realizar esfuerzos colectivos para las construcciones de gran envergadura que benefician a todos (como la construcción de las enormes zanjas), pero también a realizar otros que sólo favorecen a ciertos individuos o familias (como es el caso de las sepulturas monumentales).
Herramientas de cobre expuestas en el Museo de Valencina (Valencina de la Concepción, Sevilla).
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GRANDES MONUMENTOS MEGALÍTICOS Tholos de La Pastora. Municipio: Valencina de la Concepción. Cronología: 1.800-1600 a.n.e. Visitable en la actualidad. Fue localizado accidentalmente en 1860, durante las tareas de plantación de unos viñedos en la finca de “La Pastora” ubicada en el municipio de Valencina de la Concepción. Es la estructura de mayor envergadura localizada en este conjunto funerario. Posee una cámara de 2,6 m de diámetro precedido por un largo corredor de 45,65 m de largo (el mayor documentado en toda la Península Ibérica), con una anchura media de 1 m. La cámara, está elaborada con pequeñas lajas de pizarra en horizontal dispuestas en unas 40 capas. Sobre el tramo superior de este muro y mediante aproximación de hiladas (falsa cúpula) se disponen varias losas, en las que puede apreciarse la conformación de una hornacina central, que funcionaría como altar o recinto para ofrendas. El conjunto se remata con una gran losa granítica que cierra la falsa cúpula. El corredor se articula conforme a tres tramos separados entre sí por 4 puertas elaboradas con losas sobresalientes. Detalle de la cámara funeraria (La Pastora)
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La puerta de entrada estaría orientada al oeste. Lo que contrasta con la mayoría de las estructuras megalíticas recuperadas en el yacimiento, que suelen presentar una entrada orientada al este. De entre los restos recuperados destaca un conjunto excepcional de jabalinas, compuesta por 30 ejemplares, elaboradas en cobre. Es un tipo de arma que habitualmente se ha vinculado a la élites. Aunque en el momento de su hallazgo se consideró que se encontraba fuera del interior del recinto funerario, dentro de una urna cerámica bajo una gran piedra,actualmente se tiende a pensar que fue una mala interpretación de los restos por parte de sus descubridores y que la laja de piedra que lo cubría correspondía a una de las piedras de la cubierta desplazada.
Tholos de Matarrubilla. Municipio: Valencina de la Concepción. Cronología: En torno al 1.800 a.n.e. Visitable en la actualidad. Se descubrió en 1917, en unos terrenos de viñedos en los que se apreciaba una gran losa granítica fragmentada correspondiente a la cubierta de la cámara sepulcral, que fue dinamitada para acceder al interior. Se trata de un tholos con un gran corredor de unos 32 m de longitud y una cámara de 2,8 m de diámetro. En la galería se localizaron tres oquedades circulares para la ubicación de 3 postes centrales que sostenían las pesadas cubiertas, no sabemos si levantados en origen o colocados a consecuencia de desplomes o fracturas. En el interior de la cámara destaca la presencia de un gran monolito de forma cuadrangular con entalladura central (1,72 x 1,25 m, por 1 m de alto). En función de los escasos restos humanos conservados, se cree que los cadáveres se disponían alineados junto a las paredes del monumento y atendiendo al único que ha mantenido las conexiones anatómicas, se colocaban en
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Detalle del monolito o “mesa de ofrendas” (Matarrubilla). posición encogida, yaciendo sobre el costado y mirando hacia el interior de la galería. Pese a haber sido saqueado al menos desde época romana, el monumento aun conservaba parte de su rico ajuar, entre el que destacaban pequeñas laminitas de oro, un punzón de cobre, numerosas cuentas de collar, un colmillo de elefante o una laminita de marfil con perforaciones perimetrales interpretada como una sandalia.
Tholos de Ontiveros. Municipio: Valencina de la Concepción. Cronología: Mediados de II milenio a.n.e. No visitable en la actualidad. Los trabajos de construcción de una casa de campo y sus jardines permitieron el descubrimiento de esta construcción megalítica, que fue excavada por primera vez entre los años 1948 y 1949. Tan solo pudo investigarse la entrada del monumento y unos 10 m de corredor, ya que el sepulcro continuaba adentrándose bajo la actual casa.
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colocadas en vertical, que coinciden con el límite de los aportes realizados para la elevación posterior del túmulo y que podrían delimitar un atrio exterior. La fábrica elegida para construir el corredor se asemeja a la utilizada para el de Ontiveros, mientras que la división interior en tres tramos, separados por dinteles, nos recuerda a otros tholos del entorno, como el de La Pastora.
Vista de detalle (Ontiveros). (Imagen: IAPH). El corredor presentaba un revestimiento lateral a base de lajas de pizarra, en algunos lugares dobles o triples, y una cubierta plana de arenisca. Se localizaron restos humanos de dos individuos que estaban cubiertos por pequeñas pizarras. Entre el ajuar recuperado, destacaba un conjunto de puntas de flecha con aletas talladas en cristal de roca y con finos retoques que reflejan una gran destreza técnica.
En el tholos de Montelirio se documentaron dos cámaras conectadas, la mayor con un diámetro de 4,75 m ejercía de nexo entre el corredor principal y un pequeño corredor, de 1,90 m de longitud, que conectaba con una cámara de menor tamaño (2,70 m de diámetro). Para el revestimiento de las paredes de las cámaras se utiliza, igual que para los pasillos, lajas de pizarras verticales. Estas lajas presentan un zócalo de color rojo. En el suelo de ambas cámaras se han localizado sendas capas de ceniza y en la cámara principal manchas de pigmento a base de cinabrio que se pueden relacionar con un acto de aspersión. Los investigadores que excavaron estas cámaras han relacionado estas cenizas con la combustión in situ de plantas arbustivas que, junto a la aspersión de pigmento, se habrían utilizado en rituales de purificación previos a la deposición de los cuerpos.
Tholos de Montelirio. Municipio: Castilleja de Guzmán. Cronología: 2800-2400 a.n.e. No visitable en la actualidad. Este monumento funerario fue localizado en 1998 y excavado sistemáticamente entre 2009 y 2010. El tholos presenta un corredor 39 m de longitud, orientado este - oeste, las paredes están revestidas por lajas de pizarra de color grisáceo oscuro y pintadas en toda su superficie de rojo, con un pigmento a base de óxido de hierro. La entrada a la estructura megalítica aparece enmarcada a ambos lados por una serie de lajas de pizarra
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Vista general del tholos. (Imagen: Álvaro Fernández Flores).
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Rituales funerarios: el ejemplo del tholos de Montelirio. El tholos de Montelirio ha sido intervenido con una metodología y unos medios auxiliares fruto de la importante evolución que en estos últimos años ha conocido la Arqueología, lo que ha permitido un registro exhaustivo de los restos (los principales monumentos megalíticos localizados hasta entonces, La Pastora, Matarrubilla y Ontiveros, se excavaron fundamentalmente entre finales del S. XIX y mediados del XX). El análisis que se haga de toda la información recuperada en Montelirio, ayudará en los próximos años a entender algunas de las cuestiones aun incomprensibles en el resto de estructuras funerarias monumentales del yacimiento. Quizás el aporte más relevante ofrecido por la excavación sea la documentación de los rituales funerarios. Se han documentado 3 grandes ámbitos. El corredor, la cámara de mayores dimensiones y, por último, la cámara menor y el pasillo de conexión de ambas.
El corredor.
Cámara principal.
A un metro del inicio del tramo cubierto, se localizó un gran vaso globular que cegaba la entrada al mismo, junto al que se documentaron dos láminas / cuchillos de sílex. Hacia el interior del corredor, a no más de tres metros se localizaría una tercera lámina.
El centro de la cámara estaba ocupado por un altar-estela realizado en arcilla verde, enlucido en blanco y decorado con una cenefa rojiza. En torno a él se disponían distintos objetos, entre los que destacan una alabarda, una espátula de marfil, un peine calado con motivos geométricos y otros elementos de marfil. Los investigadores sugieren la posibilidad de que estos elementos se depositaran sobre una mesa de ofrendas, como las que se documentan en otros enterramientos megalíticos, como Matarrubilla.
En el segundo tramo del corredor, se aprecia un conjunto ritual formado por dos altares cilíndricos de superficie ligeramente cóncava, realizados con arcilla y teñidos de rojo, una serie de ofrendas florales y 90 puntas de flecha de aletas. Relacionados con este conjunto se exhumarían dos individuos.
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Detalle de las cámaras. (Imagen: Álvaro Fernández Flores).
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En torno a este espacio central, se localizaron los restos óseos de 20 individuos y varios contenedores para ofrendas.
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rían varios fragmentos de huevos de avestruz con restos de pigmento rojo y el colmillo de un elefante fósil. En cuanto los individuos enterrados en esta segunda cámara, a raiz de las escasas evidencias óseas conservadas, ha podido reconocerse al menos la presencia de dos adultos (un hombre y una mujer). A partir de la evidente diferencia del repertorio que componen los ajuares y del número de individuos, los investigadores proponen, a modo de hipótesis, la posibilidad de que la cámara de mayores dimensiones albergara el séquito de los individuos enterrados en la segunda cámara.
Peine de marfil calado con motivos geométricos. (Imagen: Ayuntamiento de Castilleja de Guzmán).
Cámara pequeña.
Esta zona fue muy alterada y expoliada en época romana. Entre los elementos recuperados, destacan un número notable de cuentas de concha (aunque también las había de ámbar), un conjunto de figuras zoomorfas realizadas en marfil y varias puntas de flecha de sílex. También se recuperaría una lámina de oro grabada con un motivo oculado, que probablemente perteneciera a un ídolo cuyo cuerpo estaría fabricado con materiales perecederos. Por último, se localiza-
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Detalle de inhumación femenina con numerosas cuentas de concha y ámbar. (Imagen: Álvaro Fernández Flores).
Figurita zoomorfa fabricada en marfil. (Imagen: Ayuntamiento de Castilleja de Guzmán).
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Un yacimiento abierto al pĂşblico
Los únicos restos prehistóricos
visitables del poblado prehistórico de Valencina/Castilleja, se encuentran en el municipio de Valencina de la Concepción. A continuación presentamos un itinerario para la adecuada visita a los mismos.
Museo de Valencina. Antes de acudir a los diferentes espacios del yacimiento, es recomendable pasar por el Museo. Este recinto se encuentra dentro de la Casa de Cultura y está compuesto por una zona de recepción, un patio central que acoge exposiciones temporales y diversos talleres, un salón multiusos y de proyecciones audiovisuales y, por último, una sala de exposición permanente, que muestra una interesante colección de piezas arqueológicas originales, acompañadas de recreaciones históricas y paneles explicativos. A través de estos recursos expositivos se profundiza en los aspectos cotidianos del antiguo poblado, cómo fabricaban las cabañas donde organizaban su vida más doméstica, qué útiles usaban para labrar la tierra o para cazar, en qué recipientes hacían la comida, qué objetos ayudaban a adquirir un cierto prestigio social, qué símbolos lo acercaban a lo sobrenatural, cómo fundían los metales, cómo se fabricaban sus ropas o cómo afrontaban la muerte. Una valiosa información para preparar la visita al yacimiento.
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Excavaciones de la parcela municipal. La segunda parada nos sitúa en una parcela de propiedad municipal ubicada junto al Tholos de la Pastora, a la que se accede a través de una vía de servicio de la SE-525 (carretera de acceso a Valencina), y que lleva a un repetidor de TDT, que nos sirve de referencia visual. En esta parcela recientemente se han realizado excavaciones arqueológicas (aun no concluidas), que han dejado al descubierto una serie de estructuras del poblado prehistórico: silos, fondos de cabaña, fosas y un enterramiento en fosa... Aunque estas estructuras se encuentran actualmente valladas, es posible su contemplación desde el exterior, con la ayuda complementaria de dos mesas intepretativas. En la primera se identifican algunos de los elementos documentados en la excavación y en la segunda puede apreciarse la recreación infográfica de una cabaña. En la actualidad se está procediendo a la adecuación de la parcela de cara a una próxima apertura, lo que posibilitará un recorrido interior entre las citadas estructuras.
Izquierda y arriba: imágenes de la excavación. (Imagen: Juan Manuel Vargas).
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Tholos de la Pastora. El acceso a este complejo funerario se realiza siguiendo las indicaciones que hemos dado para la parcela municipal. Se trata de una estructura megalítica de tipo tholos, compuesta por un largo corredor que desemboca en una cámara circular. Todo el conjunto está cubierto por un gran túmulo de tierra. A esta sepultura megalítica se accede a través de una portada fabricada en cemento que fue construida en los años 60 del pasado siglo para preservar la tumba y evitar vandalismos, pero que poco tiene que ver con el aspecto original del monumento. Una vez dentro, pueden apreciarse los restos de la antigua entrada y el imponente corredor de casi 46 m de longitud. Los primeros metros no conservan el alzado original, perdiendo por completo la cubierta plana. Un habitáculo de cemento, fabricado también en los años 60, protege este primer tramo, creando una estancia amplia desde la que se tiene una panorámica completa del interior de la sepultura. Pasado este primer tramo, podemos apreciar la primera de las tres puertas adinteladas que aun se aprecian en el alzado pasillo, pasada la cual observamos el resto del corredor íntegramente conservado. Para entrar en este tramo del corredor deberemos tener cuidado ya que la altura en este punto alcanza a penas el metro y medio. Una vez dentro podemos apreciar la sección trapezoidal del pasillo y la cuidadosa ejecución de las paredes, fabricada de mampostería y barro. La cubierta es adintelada y está compuesta por grandes losas horizontales de arenisca y granito, al igual que el suelo. A medida que avanzamos por el corredor hacia la cámara principal del monumento se aprecia cómo va subiendo el nivel del techo, hasta que en su tramo final podemos caminar erguidos sin ninguna dificultad (lo que no es un hecho casual, sino que forma parte del entramado simbólico y ritual que encierran estas estructuras funerarias).
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Tras la última puerta adintelada accedemos a una cámara de 2,60 metros de diámetro. Las paredes están fabricadas con lajas de pizarras colocadas horizontalmente. Sobre ellas, por aproximación de hiladas, se disponen varias losas (entre las que puede observarse la conformación de una hornacina para ofrendas). Sobre estas hiladas descansa una gran losa de granito a modo de cierre.
Tholos de Matarrubilla. La última parada de nuestro itinerario es el tholos de Matarrubilla. Ubicado al sur de la carretera A-8077. Se accede a través de la calle Clara Campoamor. Al igual que La pastora, al complejo funerario se accede a través de una portada que sella el monumento, y que es de construcción actual. Para ello debemos descender unas escaleras, ya que la cota del corredor se encuentra por debajo de la rasante actual. En Matarrubilla las actuaciones de consolidación y preservación de las estructuras son de mayor envergadura que en La Pastora, ya que se encontraba en peor estado. Puede apreciarse una mayor altura del corredor en su tramo inicial, que no responde a la altura original del monumento, sino que es producto de la construcción de una caja de refuerzo que ha elevado de forma artificial esta zona del monumento (en las paredes puede apreciarse con facilidad la delimitación de los muros originales). La cámara, que cuenta con un diámetro de 2,80 m, está fabricada de mampostería con capas de arcilla amasada que se disponen entre las hiladas de mampuestos. La falsa cúpula de la cámara está rematada por una gran losa de granito. Destaca la presencia de una mesa de ofrendas o altar de grandes dimensiones. Un monolito cuadrangular con entalladura central, con unas dimensiones máximas de 1,72 x 1,25 x 0,50 m. Por sus dimensiones este monolito tuvo que colocarse en la cámara antes de que culminara la construcción del monumento megalítico.
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MUSEO DE VALENCINA
YACIMIENTO PREHISTÓRICO DE VALENCINA/CASTILLEJA ITINERARIO TURÍSTICO Y PUNTOS DE INTERÉS
PARCELA MUNICIPAL
VISITA A MUSEO Y DÓLMENES
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THOLOS DE LA PASTORA
De martes a domingo de 9:00 h a 14:00 h Museo de Valencina de la Concepción - Casa de la Cultura - Plaza de España, 9 (C.P.: 41907 - Valencina de la Concepción, Sevilla). Teléfono: 955720211 La recepción de los visitantes es en el Museo. Se recomienda pedir cita previa mediante su reserva online: http://www.valencinadelaconcepcion.es http://goo.gl/BUzqkY.
THOLOS DE MATARRUBILLA
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Las fotografías realizadas en el interior del Enclave Arqueológico Dólmenes de la Pastora y Matarrubilla han contado con el correspondiente visto bueno del Servicio de Instituciones y Programas Culturales de la Junta de Andalucía, titular del Bien. Dichas fotografías han sido realizadas por César López Molina a quien agradecemos su colaboración. Igualmente agradecemos su colaboración a los arqueólogos Álvaro Fernández Flores, José Luis Escacena y Juan Manuel Vargas.