EL DÍA EN QUE PUDIMOS VOLAR "No eran pájaros los que surcaban el cielo, eran ángeles azules y rojos que danzaban en el cielo, escoltados por truenos verdes y rayos dorados. Al fondo, la luna resplandecía y se acercaba a nosotros, tal como lo dijera el gran Endimión, en el anuncio del retorno del Rey de Makarusi al trono perdido en la Safra" Dareteni Virikaso Hoy desperté, alegre porque en sueños vi que el hombre volaba. No en aviones ni en globos. Volaba sin necesidad de aparatos, sólo tenía que desearlo y despegar los pies del suelo. Y lo mejor de todo, es que no era que la gravedad había desaparecido, ya que todo lo demás seguía igual. Tan contento por el sueño iba, que sin querer me distraje y por poco un auto me atropella. Lo esquivé saltando encima de él... Me salvé... ¡un momento! ¿qué pasó? ¡¿Salté?! A ver... ¡puedo dominar el aire! ¿No estaré soñando de nuevo? Oiga, oiga! Usted me vio saltar ¿sí? Sí, y créame que me sorprendió mucho. Lo felicito por su acrobacia. Mmmmm, ¿le puedo pedir un favor? ¿Cuál? Salte ¿Cómo dijo? Salte, por favor ¡Síiiiiii! ¡El hombre puede volar! Por fin hemos evolucionado. La noticia ha dado la vuelta al mundo. Los mercados se trastornan, las aerolíneas, los taxistas, los trenes se van a la bancarrota, ha llegado una era nueva de paz donde el hombre puede viajar como Pulgarcito dando siete leguas por paso. El mundo ha cambiado porque ¡EL HOMBRE PUEDE VOLAR! ...Según las primeras versiones, el primer hombre que vivió la experiencia de volar por sí mismo del mundo fue un pescador de las Islas Marquesas, que había naufragado minutos antes en su bote y pudo regresar caminando sobre las aguas, igual que Cristo hace muchos años... El Correo de CarloMaría, Radio CarloMaría FM, Santiago de Chile El mundo está loco, todos viajan de aquí para acá, en cuestión de horas todos están aprovechando este don nuevo que para mí es una maldición. Ya no me sentiré nunca más segura, no sé qué le hayan a esto, no tiene nombre. Me enteré del milagro mientras me estaba bañando en la bañera. Era mi día libre, y de tanto relajarme me quedé dormida por unos segundos. Cuando desperté, me parecía que había bajado el nivel del agua. pero tanteé el fondo y descubrí, para sorpresa mía, que era yo la que "flotaba". Mis dudas se acrecentaron más cuando por la ventana de arriba vi a alguien volar. Me asusté, pensé que estaba delirando. Me miré de nuevo, y para
mayor sorpresa, me encontré levitando sobre la bañera. Miré a la ventana ¡ay! ¡Sebastián!. Me aferré a la bañera y me hundí de nuevo. ¡Pero Seba, cómo te atreves a subirte a la ventana a espiarme! Es que... no me vas a creer lo que me está pasando Dime ahora que tú también estás viendo cosas ¿Qué cosas? Que floto, que levito, que alguien vuela... Cubriéndome lo que debía cubrirme, me paré y le dije a Sebastián: Será mejor que te largues o si no te vas a caer de la escalera Es que subí sin escalera Ahora dime que puedes volar Y tú también! Y todo el mundo. Te voy a creer le dije. Me cubrí con una toalla y me fui, a pie, hasta mi pieza. Cuando entré, vi por la ventana de mi cuarto que ¡Sebastián tenía razón! Cientos y cientos de personas volaban y volaban. No quería creerlo, estaba demasiado choqueada con todo lo que pasó. Sentía que iba a llorar, no sé si de alegría o de tristeza... Hoy, los gansos que vuelan libres hacia el sur ya no viajarán solos. Muchos hombres de Canadá o Escandinavia ahora aprovechan este don sacrosanto y se van a conocer el Brasil, los Andes, Australia o Sudáfrica. Viceversa, los del sur viajan ahora al norte. Esta expresión inaudita del poder expansivo de la mente humana bien podría considerarse el inicio de una nueva era, la "Época Voladora", símbolo del triunfo del hombre sobre la gravedad. Y no necesitamos mover ni un dedo, ni hacer funcionar ningún ingenio científico, sino que fue un lapso de iluminación y todos pasamos a esta nueva etapa. El sueño del hombre se ha hecho realidad. Ayer, fue el raciocinio. Ahora, el vuelo. Y disculpen que no les hable más, pero quiero aprovechar de ir a visitar a unos parientes en Europa ¡permiso! Aún no puedo creerlo, aún no puedo aceptar que de golpe se haya destrozado mi vida. Hasta ayer, era un respetado piloto de las Aerolíneas Neoyorquinas Unidas, una de las compañías aéreas más eficientes del mundo. Era, porque todo lo que ha pasado ha derrumbado a la industria, y de golpe perdimos el 90 % de nuestro ingreso. No he querido ir a trabajar. Aprovecho que hoy fue declarado feriado extraordinario por el Gobierno. Sé que habrá reducción de personal, ya que sólo nos queda el transporte de carga (obviamente, los embalajes no vuelan). Todos están felices con esta situación, menos aquellos que vivíamos justamente de los aviones. Éramos felices con la idea de que el hombre no sabía volar, ya que eso mantenía el negocio. Ahora, los aeropuertos son sólo centros comerciales, los hangares sobran tanto como las aeronaves que quedaron adentro, sepultadas como muertos vivientes, en una visión deprimente de inutilidad súbita. Tengo una familia. ¿Qué será de ellos? Quizá mañana encuentre otra manera de llevarles el pan. Ahora sólo quiero dormir, quiero despertar de esta pesadilla que estoy viviendo, aferrarme al suelo queriendo no creer. Estoy aburrido. He dado tres veces la vuelta al mundo, he recorrido toda Europa, África,
Asia, en un solo día he conocido todas las maravillas del mundo y no han pasado ni quince horas desde que el hombre descubrió que podía volar. Ya desearía que todo volviera a ser como antes. Los sueños son más dulces cuando se les desea, y cuando se cumplen pierden su sabor. Pronto la aventura de volar perderá color, y muy luego será una de tantas rutinas tediosas y cargantes que tenemos los hombres en la tierra. La gente se ríe cuando me ve caminar. Me dice "no seas idiota, es más rápido y más cómodo flotar". Me da lo mismo. Ya me cansé de volar como un pájaro, y quiero volver a ser un hombre común, sin esta ridícula evolución que se me ha presentado, que ni siquiera fue por mi propia voluntad. Lo único que falta es que mañana nos salgan branquias. Eso sería bonito. Una grave crisis se ha producido en todo el mundo. Las cárceles han quedado virtualmente vacías debido al masivo escape de millones de presos. Los gendarmes y celadores están haciendo esfuerzos sobrehumanos para evitar la fuga de los demás presos. Se teme que terroristas peligrosos estén entre los fugados. La CIA, el M16 y el OS7 se han unido para atrapar a los más peligrosos criminales. En toda la tropósfera y algunos puntos estratégicos de la estratósfera hay francotiradores y "abalanzadores" que están listos para actuar en caso de sorprender a estos delincuentes... New York Times ® ¡Andrea! ¿Eres tú? Sí, soy yo Pasa... Entré a la pieza. Encontré a Andrea con los ojos llorosos. Se nota que todo esto la afectó demasiado. Tranquila, amor. Esto nos ha afectado a todos y créeme que al principio yo también me turbé dije, al tiempo que besaba su cara. Está bien, acepto todo... aunque creo que me va a costar adaptarme. A todos nos va a costar, pero luego será algo normal Andrea acariciaba mi espalda, más tranquila y confiada. Me preguntó: ¿Salgamos a caminar? Supongo que a caminar... con los pies. ¡Sí! ¿Cómo se te ocurre? decía, entre risas. ¡Pues vamos! Me fui caminando con Andrea de la mano hasta llegar a un vasto parque ubicado a las afueras de la ciudad. El clima era agradable, daban ganas de recorrerlo todo. Pero lo que más quería era estar con ella en ese lugar, acurrucarnos a la sombra de un árbol, sentirme débil al lado de ella y a la vez protegerla con mis brazos. La pradera estaba para nosotros solos. A nadie parecía interesarle tan lindo lugar, excepto a nosotros. Andrea y yo caminamos lentamente por entre medio de la arboleda del lugar, conversando de cualquier cosa. La idea era estar juntos. De pronto, se soltó y salió corriendo diciéndome:
¡A que no me pillas! Salí persiguiéndola por el parque, aún queriendo evocar esa época en la cual volar era sólo un sueño. La tarde era cálida, y la luz del sol adornaba de manera celestial las enormes nubes que se elevaban en el cielo, creando un detalle radiante que embellecía aún más la tarde y el lugar. Andrea se detuvo. Miró aquellos nimbos descomunales donde los rayos de sol creaban juegos de colores rosados y celestes. En sus ojos se reflejaron estas hechuras caprichosas de la naturaleza, que se convirtieron en destellos de lujuria cuando me vio alcanzándola. Entonces, reparé que estaba llevando la mano a los botones de su blusa. ¡No se te vaya a ocurrir...! Pero fue inútil. Andrea hizo lo que pensaba hacer. Se quitó todas sus prendas hasta quedar completamente desnuda cuando llegué a su lado. La miré, de cabeza a pies, extasiado por su belleza. Pero antes de querer alcanzarla me dijo: ¡te espero arriba!. Y salió volando rumbo a aquellas nubes como un hada preciosa que llegaba a mi vida a encantarla. Seducido por esa imagen, emprendí vuelo y la seguí. Fue un vuelo maravilloso, seguir a esta mariposa delicada de formas esbeltas que se mostraba en todo su esplendor. La nube se nos hizo cada vez más cerca. Andrea se acercaba, volando expuesta tal como la había soñado, tan maravillosa, tan espigada, tan mejorada, ¡tan soñada! Por fin llega y aterriza en la nube más grande. Me acerco, me acerco más a esa divina mujer. Desnuda y de pie en la nube, Andrea era lo más cercano a un serafín a la vez delicado y lujurioso. Su piel tersa y suave, sus miembros gráciles, delicados y etéreos, su encanto y belleza descomunales contrastaban con la seducción prohibida de sus pechos, el placer culpable que producía el mirar sus caderas contornearse y la lujuria que emanaba de ella al mostrarse tan voluptuosa y sin nada. Llegué a la nube, pero Andrea salió corriendo. Corrí y corrí hasta que toqué una de sus caderas con mis dedos. Algo pasó en este gesto que hizo ligarme más a Andrea. Se detuvo un segundo en el que puede abrazarla y tirarla al "suelo". Caímos, nos abrazamos, nos besamos y, cuando el sol se perdía en el lejano horizonte, Andrea me arrancó toda la ropa para quedar igual que ella. Esa tarde hicimos el amor encima de una nube. Uno de esos sueños locos que pensamos de vez en cuando y que creíamos imposible, se hizo realidad. La niebla nos escudó mientras nuestros cuerpos se tocaban y nos dábamos el cariño y el placer que tanto deseábamos y en el lugar más extraordinariamente romántico que la vida nos deparó. ¿Andrea? ¿Sí, Sebastián? Fue maravilloso... tenerte a ti, entregarme, amarnos... aquí, ha sido lo más bello que hemos vivido juntos. Pareciera que todo fue un sueño... Pero ocurrió, y te agradeceré siempre ese arranque de pasión que tuviste. Te amo, Seba... por algo hice todo esto. Yo también te amo, Andrea. Soñaba contigo, pero esto ha sido... no sé, algo encantador, algo divino, lo más cercano a la gloria. Tenerte, tocarte, besarte... amarte. Fue algo tan intenso lo que viví contigo... exponerme ante ti allá abajo, volar como un
ángel, sentirte, todo esto aún lo siento... Abrázame, Andrea, quiero asegurarme de que estás conmigo. Seba, yo estaré para ti siempre. Tu bella espalda, tu piel hermosa... dime que no estoy soñando, dime que está conmigo aquí en esta nube, dime que hicimos el amor... Sí, mi amor, nos amamos, te repito que fue maravilloso, que ha superado mis expectativas... darme a ti, tomarte, amarnos, ¡y más encima arriba de una nube! entre estas delicadas trazas de vapor... mis formas agradecen haber sido acariciadas por ellas y por el amor tuyo. Niña preciosa, nadie más que tú podría haber logrado tantas emociones juntas, nadie más que tú... espera. ¿Qué pasa, mi amor? Oye... ¡nos estamos hundiendo! Ayúdame, Seeeeeeeeeee... ¿Qué está pasando? Parece una lluvia de ángeles. No sé si estoy soñando o es verdad, pero es espantoso ver cómo la gente que estaba en el cielo se cae. Es horrible, es una catástrofe, miles y miles de personas en el mundo están comprobando con horror que su poder de volar se agotó en menos de un día. Es espeluznante pensar en los millones de humanos que terminarán hechos bolsa por haber querido cumplir su sueño de volar. Las aves observan incrédulas el espectáculo. Los que no nos atrevimos a volar a la hora del fin de este milagro vemos, con implacable imposibilidad de hacer nada, cómo se produce la hecatombe más fantasmagórica de la Historia. Ni las guerras, ni los atentados, ni el hambre, ni las enfermedades matarán tanta gente como este espectáculo apocalíptico que veo ahora. ... Le rezo a Dios para que no sienta el intensísimo dolor que provoca el impacto con la superficie... mis lágrimas suben al cielo en vez de bajar, y mi piel desabrigada se estremece ante el pasmoso evento que me espera. "No mires hacia abajo, cierra los ojos" recuerdo que me decían. Pero ahora sólo me queda el recuerdo de lo vivido allá arriba. Mi miedo, mi pavor, mi espanto, se mezclan con la melosa invocación de la locura que hice, de vestirme como Eva, volar hasta el firmamento y allá, a lo lejos, entregarme al amor de mi vida... ahora siento que voy al infierno, a quemarme para siempre en las brasas del sufrimiento y la muerte... Algo viene de arriba, y al parecer va a dar con mi casa. Parece una mujer, una mujer joven... y viene tal como la trajeron al mundo. Si no fuera por que va a terminar como sandía fracturada, sería un buen regalo del cielo. ¡No vaya a agujerear el techo! Sería grave... y tal parece que viene para acá. ¡menudo problema! ¿Qué hago? Una casa, voy a dar con una casa, quizá haya gente adentro, ojalá rebote y caiga en el patio, no quiero pasar de largo y terminar en el sótano. Me resigno, espero el fin sin angustia, sólo con la pena de no ver más a Sebastián, de recordar en estos últimos segundos de vida su manera de amarme, su calidez, su ternura... ahora debo pensar en recibir la descarga de aquello que nunca pensé que iba a recibir. ¡Rápido! Un colchón, algunos cojines... ay, ojalá algún vecino tuviera cama elástica, o un género tan grande que cubriera la casa y salve a la mujer. Ya puedo distinguir y su cara, y se ve bastante resignada a lo que venga. Yo no, tengo que salvarla, pero el tiempo
es implacable. ¡Qué joder! ¿A quién se le ocurrió que el hombre podía volar? Ahora miren, buscando las cosas más ridículas para algo inaudito. Un hombre me mira abajo. Va y vuelve de un lado a otro. Se ve preocupado. Ojalá pudiera decirle que no haga nada, que mi destino ya está decidido. Una de dos: o atravieso el techo en el lado izquierdo de la casa, un poco hacia el norte, y termino con lo poco que quede de mí en el primer piso, o reboto y termino con mi cuerpo desparramado en medio de la calle que da a la casa. Sé que no voy a sobrevivir, por lo que el caballero nada tiene que hacer. Me rindo. No voy a poder salvar a la muchacha. Traigo una cámara fotográfica. Voy a captar sus últimos instantes, aprovechando que viene tal cual la concibieron, que es el mayor sueño de un hombre. Me está sacando fotos ahora. Me veo poco sensual como para posar frente a él. Frivolidad, justo en momento cúlmine de mi vida. Se está acercando, el golpe es inminente. Me entrego, me entrego toda a lo que está por llegar. Va a dar con el techo de la casa. Me acerco, el fin está frente a mí. ¡Ahí va! ¡Ahí voy! (golpe seco y fuerte... en verdad, es un camión que pasa por Bellavista) Qué pesadilla! ...no, era algo absurdo. ¡Las cosas con que se sueña! Gente que vuela, que se cae, que da la vuelta al mundo y se ama en las nubes. Uy, son las seis, tengo que levantarme. Hay que ir volando a trabajar. Dije "volar" en sentido figurado, ¡si la gente no vuela!. (Providencia, 2004)