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La explotación es la respuesta?
Inmigrantes aumentan PIB por 7 billones de dólares
Por Camilo Sánchez
En una entrevista para un programa de la cadena CBS llamado “60 Minutes” el presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Jerome Powell reconoció el impacto benéfico de la población migrante para la economía estadounidense.
Explicando el proceso de recuperación económica tras la crisis provocada por la pandemia del Covid-19, habló de lo importante que fue, que para el 2023 el ingreso de inmigrantes haya vuelto a niveles normales a los de antes de la pandemia, incorporándose a la fuerza laboral disponible en el país, donde “los inmigrantes llegan y tienden a trabajar a un ritmo igual o superior al de los no inmigrantes” según palabras del propio Jerome Powell.
Estas declaraciones no se dan en el vacío; en marzo la CBO (Oficina de Presupuesto del Congreso) publicó una previsión a 10 años donde las personas inmigrantes en Estados Unidos generarán un aumento de su Producto Interno Bruto (PIB) de $7 billones de dólares, convirtiéndose en casi la quinta parte del total. Estas estimaciones las hacen tomando en cuenta que el 18.1 por ciento de los trabajadores estadounidenses nacieron en el extranjero, con la mitad de ascendencia latinoamericana.
El flujo poblacional migratorio generará un crecimiento demográfico que impulsará la fuerza laboral y en el gasto de los consumidores al interior.
En un artículo del Washington Post, Eduardo Porter y Youyou Zhou hablan sobre otra salida para la “carga” que representa para los gobiernos norteamericanos las personas migrantes, donde se busca explotar su capacidad productiva para fortalecer su economía ocupando parte de la cantidad de puestos disponibles, permitiéndoles trabajar en Estados donde la fuerza de trabajo existente es menor a la requerida. Esta propuesta no está fundamentada solo en una posible política pública, sino que en los hechos ya funciona de esta manera, ya que los Estados que cuentan con una mayor cantidad de personas extranjeras trabajando, tienen mayores ingresos y presentan un atractivo diferente por la diversidad y desarrollo cultural que se genera, llegando a experimentar incluso mejores salarios para un sector de la población americana.
Hay especialistas que están hablando de lo importante que es para Estados Unidos y su economía aumentar la población en “edad productiva” cuanto antes para convertirse en parte de la fuerza de trabajo disponible, aún si eso implica permitir un mayor acceso de personas extranjeras que cubran la demanda de puestos de trabajo existente.
Termina siendo chocante que a esas personas extranjeras tan relevantes para el presente y futuro de la economía estadounidense y clave en el pasado para su recuperación económica post pandemia, sean tratadas de manera tan inhumana a diferentes niveles de gobierno tanto a nivel federal y estatal, con leyes como la SB4 del gobernador de Texas o el fortalecimiento de medidas restrictivas de manera histórica tanto por gobiernos republicanos como demócratas.
El problema se ve de manera más cruda cuando la xenofobia perpetrada de manera institucional, se traduce en discursos reaccionarios y racistas que retoman incluso cuestiones como la “pureza” de raza para justificar acciones directas de violencia contra la población migrante.
Incluso las “soluciones” que se proponen a la crisis migratoria, donde en lugar de verlos como una “carga” buscan incorporarlos a la fuerza de trabajo disponible. En realidad es que esos trabajos disponibles a los que se tiene acceso son trabajos precarios. Poco se ha hablado que en el proceso de recuperación económica estadounidense los empleos a los que los migrantes accedían eran temporales o a los que la mayoría de los norteamericanos no quieren.
Hablar de “edad productiva”, fuerza de trabajo y la utilización de los migrantes como mano de obra para contrarrestar su escasez en suelo estadounidense, se trata de un problema social, tristemente visto desde una perspectiva productiva que limita la ayuda humanitaria a si genere ganancias o no. La solución no puede estar en deshumanizar a las personas que cruzan la frontera al pensarla como una mercancía más en el juego de la oferta y la demanda del mercado laboral.
El discurso que arropa esta política para tratar una problemática social, habla mucho de cómo se piensa sobre personas involucradas; y a pesar de que como ya vimos, está en el mejor de los intereses tanto de republicanos como demócratas mantener un flujo constante de personas extranjeras en el país que puedan ser parte de la “fuerza laboral a disposición”. Se prefiere desde la xenofobia mantener políticas restrictivas que alimentan el odio y criminalicen a quienes buscan mejores condiciones de vida.
* Camilo Sánchez estudia la licenciatura en Derecho, en la Universidad Autónoma Metropolitana, plantel Azcapotzalco
https://issuu.com/sextacircunscripcion/docs/6a_circunscripci_n_36/6?fr=sY2FjMDcyNTg3NzQ