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Trabajo Informal Afecta la Migración Femenina

Por Mtro. Jorge Salinas Cedillo

Una de las características empíricas de la modernidad, es la forma en que ordena y regula el mundo. Uno de los elementos estructurales que nos ocupa de manera regular es el Estado; cuando los Estados se crean, se crean también fronteras reguladas, ya que estos construyen relaciones simbólicas e históricas de ordenamientos y dirección, las cuales tienen como características principales, la legitimidad, la legalidad y el ordenamiento. 

¿A que me refiero con esto?, no es la voluntad de un monarca o de una nobleza, la que dicta y regula la existencia social de todos; es un entramado de leyes, en las cuales de manera directa o indirecta la mayoría de la población ha decidido, y se reconoce en ellas como Un todo que como tal, conoce y desconoce a lo que no le es propio. Los Estados reconocen a sus propios ciudadanos e integrantes, y estos reconocen de manera legal y legítima la existencia de aquel. Entre las cosas que los ciudadanos reconocen son las leyes que regulan las relaciones de venta y compra de mano de obra (tiempo de trabajo socialmente necesario).

La fuerza de trabajo se regula a través de las leyes que emanan del Estado y su organización. Estas leyes entre otras cosas, se encargan de vigilar una serie de beneficios para los trabajadores, entre otras formas a través de los impuestos, porque se pagan impuestos por lo que se percibe. Estos impuestos en los trabajadores se utilizan para construir una serie de instituciones que atiendan a los propios trabajadores. La justicia, el Estado mismo en su forma empírica, el gobierno, el sistema de protección y uno de los más importante sino es que el mas, el sector salud son tomados en cuenta.

Cuando los obreros no están contratados y reconocidos como tales, no tienen toda la protección que se les brinda desde las leyes emanadas del Estado y tampoco contribuyen para el mantenimiento de las institucione de salud, de las judiciales, de las de seguridad, de las de mantenimiento, etcétera. A esta falta de participación se le conoce como empleo informal; he aquí una definición de lo que el empleo informal significa: “Es una relación laboral que no está sujeta a la legislación nacional, no cumple con el pago de impuestos, no tiene cobertura de protección social, y carece de prestaciones relacionadas con el empleo”, según la Organización Internacional del Trabajo.

Las emigraciones de un país a otro abren una gran oportunidad de aprovecharse de las desventajas de quien lo hace. Quién cambia su residencia, no lo hace por divertirse; en México históricamente ha sido por falta de oportunidades económicas, aunque en los últimos años ha ido aumentando, gracias a los desplazamientos forzados por la violencia y el narcotráfico. Entre las dos condiciones, se forma un caldo de cultivo perverso. Cuando los ciudadanos por falta de oportunidades o de seguridad, son desplazados pierden su condición de ciudadanía y son rebajados a una condición de inexistencia.

Al ser arrojados a este mundo de la migración sin documentos legales, los ciudadanos mexicanos en general que lo padecen y las mujeres en particular, van creando una condición de costumbre con tal suerte que cuando logran migrar, los trabajos en los cuales son aceptados son de condiciones de informalidad. Las mujeres sufren no solo por no tener que aceptar las condiciones de informalidad sino por ser el primer grupo el cual sufre cuando se tienen que despedir de los empleos. Durante la pandemia, el despido afectó principalmente a las mujeres, que perdieron 21 por ciento de sus trabajos.

Además de que tradicionalmente los trabajos informales encontrados por las mujeres suelen ser los que están relacionados con los roles preestablecidos de manera tradicional por la sociedad, por ejemplo, en el servicio doméstico, la gran mayoría que se contrata de manera informal son mujeres.

La informalidad es un espacio dentro de la creación y regulación de los Estados sobre la realidad en general y sobre la situación de migración y laboral en particular. El poder enfrentar el problema del trabajo desde una perspectiva de género, no tiene porque significar dividir al proletariado debe convertirse en una forma de sumar esfuerzos para que se regule el trabajo informal y se reconozca la mayor precariedad de grupos excluidos de los sectores laborales tradicionalmente como lo son las mujeres migrantes.

*Mtro. Jorge Salinas Cedillo. Premio anual a la investigación UAM 2005. Investigador de Sociología de Políticas Públicas y especialista en Economía y Género. Fue encargado de la Dirección de Desarrollo Social en Cuautitlán Izcalli y ha sido académico en UNAM, UAEM y UPN. 

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