Omar Rincón

Page 1

Autodiatriba

Omar Rincón colombia

Profesor asociado y director del Centro de Estudios en Periodismo de la Universidad de los Andes. Ensayista, periodista y analista de las relaciones entre medios, cultura, política y tecnología. Crítico de Televisión de El Tiempo. Consultor en comunicación para América Latina de la Fundación Friedrich Ebert de Alemania.

Los periodistas lo estamos haciendo mal, muy mal

S

e dice que el periodismo anda mal, que es inútil como profesión, que no sirve para nada como información. La verdad contundente es que cada vez hay menos personas a las que les importa estar informadas como requisito para vivir en sociedad. Es más, se vive más feliz si se evaden las noticias. ¿Culpa de los periodistas? ¿Incompetencia mediática? ¿Estupidez pública? ¿Banalidad popular? Decir que la gente es tonta y estúpida y banal es una salida fácil. Y es que es muy cómodo afirmar siempre que la culpa es de los débiles y las masas, que la calidad no le

24

importa a la gente porque solo buscan, gozan y saben de la basura cultural. Decir que la información periodística es trivial, que las noticias son sobre crónica roja (tv) o corrupción (radio) o política (prensa), y que de eso poco queremos saber… En cambio esto sí es verdad. El periodismo siempre ha contado lo que a la gente le emociona: sangre, semen y política. Eso de que la calidad es propia de la realidad social es un invento de los teóricos. Decir que los medios de comunicación decidieron que su negocio es ganar audiencia vía el entretenimiento y el sensacionalismo, y por eso el periodismo de calidad no les interesa, no sorprende a nadie, porque los medios siempre han sido un negocio y han estado donde “hay billete”; no les interesa la responsabilidad democrática o la EDICION 1 / 2013


dia• tri • ba 1. f. Discurso o escrito violento e injurioso contra alguien o algo (RAE).

calidad de la discusión pública. La calidad de los medios es un asunto de rating, no de cabeza. Decir que las facultades de comunicación y periodismo están formando críticos de medios y no periodistas es una verdad tan evidente que no causa sorpresa; un gran porcentaje de los profesionales de los medios han sido formados por las facultades de comunicación y cada vez sus modos de informar y trabajar son más mediocres, o sea que lo están haciendo mal, muy mal. La verdad es que las carreras de comunicación son un muy buen negocio y punto. La calidad académica se mide por el número de estudiantes. Decir que los gobiernos han decidido luchar por la libertad de expresión y confeccionarla a su gusto y necesidades y que por eso gobiernan, para comunicar e imponer su relato, como periodistas y celebrities, para emocionar más que para transformar, es la mejor verdad. Y es que la calidad de la democracia se mide por el rating de favorabilidad.

“Los periodistas son quienes reparten cizaña en la vida moderna”. Pablo Picasso

“La información es demasiado importante como para dejarla en manos de los periodistas”. Pierre Bourdieu EDICION 1 / 2013

Decir que la culpa del mal periodismo y de que no queramos estar informados es de la gente, la realidad, los medios, las facultades de comunicación, los gobiernos, puede ser cierto, pero no lo explica todo, porque el periodismo lo hacen los periodistas.

¿Qué pasa con los periodistas? Los periodistas se han convertido en las víctimas de esta crisis: mientras a los medios, a los gobiernos, a las facultades de comunicación les va muy bien, a los periodistas nos va muy mal porque no tenemos dónde trabajar, se nos paga pésimo y nos llevamos todo el desprestigio de la baja calidad. Y de verdad creo que no lo estamos haciendo bien. ¿Qué estamos haciendo mal?

No hacemos periodismo de calidad. ¿Qué es la calidad? ¿Qué es periodismo de calidad? Los periodistas debemos seguir cinco condiciones para garantizar la calidad y demostrar que somos buenos en nuestro oficio: (i) Tener más de una fuente y que cada voz hable desde un punto de vista diferente, pero no lo hacemos; informamos con base en una sola fuente, casi siempre desde la voz oficial y del poder. (ii) Contar historias haciendo uso expresivo del lenguaje y la narrativa, pero solo describimos o registramos decires; no producimos relatos, ni usamos bien las palabras, ni las imágenes, ni los sonidos. (iii) Ofrecer contexto porque la información adquiere significado en relación a sus referentes sociales, culturales, históricos o políticos, pero informamos como si el mundo naciera con cada noticia. (iv) Proveer criterios para comprender y explicar la realidad. El periodismo nace de la idea de que cuando se termina de leer, oír y ver un informe, la gente entienda y explique mejor, pero no, estar informado es vivir en la confusión. (v) El protagonista es la realidad y la gente, no el periodista, pero cada vez más la noticia y el espectáculo es el periodista y no lo que se informa: la realidad no importa. Luego la calidad periodística no existe. Y no existe porque los periodistas renunciamos a producirla.

No conectamos con los ciudadanos. Informamos sobre lo que a nosotros, los periodistas, nos parece importante, no sobre lo que la ciudadanía necesita, exige y requiere saber. Así hemos logrado que los periodistas vivamos en un mundo virtual de farsándula acerca de la política, la economía, la justicia, la cultura. Habitamos una farsa que no tiene nada que ver con la vida de la gente que está necesitada de colaboraciones para habitar con más sentido y mayor coherencia la vida de todos los días.

Los periodistas debemos reinventarnos a nosotros mismos más allá de los medios y de nuestros viejos orgullos. 25


Autodiatriba “El periodista es una especie de hombre de confianza, que explota la vanidad, la ignorancia o la soledad de las personas, que se gana la confianza de éstas para luego traicionarlas sin remordimiento alguno”. Janet Malcolm

“El periodismo es el tejido de mentiras más complejo que jamás se haya inventado”.

No ofrecemos información con valor. El periodismo se ganó la respetabilidad democrática porque era donde se construía la opinión pública, esa hecha de diversos valores y verdades, esa que visibilizaba la realidad que importaba a la comunidad. Pero hoy triunfan las noticias y crónicas sobre temas o asuntos triviales, irrelevantes, leves. Y así hemos llegado a la sociedad insensible ante las tragedias y dolores humanos. Importan las guerras si hay celebrities, interesan las hambrunas si va la farándula, nos conectamos con las víctimas si hay alguien famoso. Lo importante se ha mudado a los consejos de belleza, sexo, salud, felicidad. Lo que vende es un periodismo que evita los asuntos sociales y políticos que puedan hacer pensar. El eslogan del periodismo de nuestros días podría ser “que viva la levedad, que muera la profundidad”, “huir en la diversión para evitar la preocupación”.

Somos arrogantes, perezosos e insoportables. Los periodistas somos la noticia, tenemos la verdad, contamos la vida. Los periodistas salimos en las páginas sociales, nos invitan a todas partes, somos poderosos. Los periodistas nos creemos lo más “Habiendo inteligente, sensible e irónico de la sociedad, tanto fracasado en que en los medios el periodista es el juez y se es todos los oficios, culpable hasta que se demuestre lo contrario. A eso decidí hacerme lo llama Rafael I, el rey de Ecuador, “linchamiento periodista”. mediático”. Pero esa arrogancia no la demostramos con esfuerzo, trabajo investigativo, denuncias con base en datos, respeto por las personas, uso de la Mark Twain escucha; somos máquinas del decir sin pensarreflexionar-saber: sufrimos de palabrería inútil. Entonces, los periodistas debemos reinventarnos a nosotros mismos más allá de los medios y de nuestros viejos orgullos. Necesitamos un nuevo concepto de noticia y de información. Ese nuevo concepto debe venir en formatos, experiencias, vínculos, compromisos, entretenimientos y conexiones diferentes; debe proponer enlaces con los contextos públicos-locales, los sujetos fluidos que somos, las historias que nos cuenten por qué somos como somos.

Kurt Tucholsky No producimos conciencia sobre la realidad. Se suponía que estar informado servía para habitar significativamente la vida, comprender en qué mundo estamos, explicar cuáles son sus problemas, pero también sus sujetos e historias; es más, el periodismo debería servir para poder pensarnos como humanos con sentimientos por un mundo mejor, sujetos que nos hacemos protagonistas de nuestras vidas y nuestras comunidades. Pero como estamos mal informados, huimos en el entretenimiento y el espectáculo. Ante nuestra incompetencia para comprender y explicar la sociedad, huimos en la banalidad. Y esto se debe a que los periodistas somos productores de confusiones más que de

“Para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias”. Ryszard Kapuscinski

Los periodistas debemos volver a ser trabajadores de la cultura y necesarios para la democracia. El primer paso: más autocrítica, menos echarle la culpa a los demás (la gente, los medios, los gobiernos, las empresas). Segundo: debemos demostrar que los periodistas sí somos profesionales de la información y la sabemos hacer muy bien y democráticamente. Tercero: recordar, como dice el maestro Martín Caparrós, que “la magia del buen periodismo consiste en conseguir que un lector se interese en una cuestión que, en principio, no le interesa en lo más mínimo”. Y cuarto: practicar la máxima de Libération: “lo único que les exijo es que investiguen, después hagan lo que se les dé la gana”.

comprensiones de la vida.

26

EDICION 1 / 2013


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.