Cómo fumar marihuana y tener un buen viaje - Howard Becker

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howard becker

cรณmo fumar marihuana y tener un buen viaje una mirada sociolรณgica

traducciรณn de horacio pons


Índice

¿Cómo hacer preguntas productivas sobre el consumo de marihuana? 9 Pablo Semán Prefacio de Howard Becker a la edición de 2015

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Cómo fumar marihuana y tener un buen viaje

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Cรณmo fumar marihuana y tener un buen viaje


Era demasiado, apenas habĂ­a dado unas cuatro pitadas y ni siquiera podĂ­a largarlo por la boca; estaba mĂĄs que volado, verdaderamente dado vuelta.


Nota

Este trabajo fue leído durante las sesiones de la Midwest Sociological Society en ­Omaha, Nebraska, el 25 de abril de 1953. La investigación que sirve de base al documento se efectuó mientras yo formaba parte del personal del Chicago Narcotics Survey, un estudio hecho por el Chicago Area Project, Inc., con un subsidio del Instituto Nacional de Salud Mental estadounidense. Hago constar mi agradecimiento a Solomon Kobrin, Harold ­Finestone, Henry McKay y Anselm Strauss, quienes leyeron y discutieron conmigo versiones tempranas de este texto.

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Un individuo será capaz de consumir marihuana por placer sólo cuando 1. aprenda a fumarla de manera tal que le produzca efectos reales; 2. aprenda a reconocer los efectos y relacionarlos con el consumo de la droga, y 3. aprenda a disfrutar de las sensaciones que percibe. Esta propuesta, respaldada por un análisis de cincuenta entrevistas a consumidores de marihuana, pone en entredicho las teorías que atribuyen el comportamiento a disposiciones previas y sugiere la utilidad de explicarlo en términos del surgimiento de motivos y disposiciones durante el transcurso de la experiencia.

El consumo de marihuana fue y es objeto de considerable atención tanto de científicos como de legos. Uno de los mayores problemas que debieron encarar los estudiosos de la práctica consistió en la identificación de los rasgos psicológicos individuales que diferencian a sus consumidores de quienes no lo son y que supuestamente explican ese consumo de la droga. Ese enfoque, habitual en el estudio del comportamiento categorizado como desviado, se basa sobre la premisa de

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que lo más adecuado es explicar la presencia de un tipo dado de conducta en un individuo como resultado de algún rasgo que lo predispone o lo motiva a adoptarla.1 Este estudio se ocupa, asimismo, de explicar la presencia o ausencia del consumo de marihuana en el comportamiento del individuo. Sin embargo, la premisa inicial es diferente: sostiene que la presencia de determinado tipo de comportamiento es resultado de una secuencia de experiencias sociales durante las cuales la persona se forja una concepción del significado de dicha práctica y adquiere también percepciones y juicios de objetos y situaciones, todo lo cual la posibilita y la vuelve deseable. Así, la motivación o disposición para involucrarse en la actividad se desarrolla mientras el individuo aprende a realizarla y no antecede a ese proceso de aprendizaje. Desde ese punto de

1 Como ejemplos de este enfoque, véanse los siguientes trabajos: Eli Marcovitz y Henry J. Meyers, “The marihuana addict in the Army”, War Medicine, 6, diciembre de 1944, pp. 382-391; Herbert S. Gaskill, “Marihuana, an intoxicant”, American Journal of Psychiatry, 102(2), septiembre de 1945, pp. 202-204, y Sol Charen y Luis Perelman, “Personality studies of marihuana addicts”, American Journal of Psychiatry, 102(5), marzo de 1946, pp. 674-682.

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vista, no es necesario identificar los “rasgos” que “causan” el comportamiento. Antes bien, el problema pasa por describir la serie de cambios en la concepción que la persona tiene de la actividad y de la experiencia que esta le proporciona.2 Este trabajo procura describir la secuencia de cambios en la actitud y la experiencia que llevan al consumo de marihuana por placer. Al contrario de lo que sucede con el alcohol y con las drogas opiáceas, la marihuana no produce adicción; la abstinencia no enferma y no hay un deseo vehemente e inmutable por la droga.3 El patrón más frecuente de consumo podría calificarse como “recreativo”, ya que es ocasional, y debido al placer que la sustancia puede procurar: un tipo relativamente casual de comportamiento en comparación con el que se observa cuando se usan drogas adictivas. La expresión “consumo por placer” pretende 2 Este enfoque tiene su origen en el análisis de los objetos en George Herbert Mead, Mind, Self, and Society. From the Standpoint of a Social Behaviorist, Chicago, University of Chicago Press, 1934, pp. 277-280 [edición en castellano: Espíritu, persona y sociedad desde el punto de vista del conductismo social, Buenos Aires, Paidós, 1982]. 3 Véase Roger Adams, “Marihuana”, Bulletin of the New York Academy of Medicine, 18(11), noviembre de 1942, pp. 705-730.

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hacer hincapié en ese carácter no compulsivo y casual. Al emplearla aquí, también se pretende excluir de la consideración los contados casos en que la marihuana se fuma tan sólo por su valor de prestigio, como un símbolo de que uno es cierto tipo de persona, sin que de su consumo se derive placer alguno. El análisis presentado en estas páginas se concibe como una demostración de la mayor utilidad explicativa del tipo de teoría antes esbozado, en comparación con las teorías de la predisposición vigentes hoy en día. La mayor utilidad puede advertirse en dos aspectos: 1. Las teorías acerca de la predisposición no pueden incluir en su explicación a ese grupo de consumidores (cuya existencia se admite)4 que no exhiben el o los rasgos considerados como causa del comportamiento. 2. Dichas teorías no pueden justificar la gran variabilidad, en el tiempo, del comporta-

4 Véanse Lawrence Kolb, “Marihuana”, Federal Probation, 2, julio de 1938, pp. 22-25, y Walter Bromberg, “Marihuana: A psychiatric study”, Journal of the American Medical Association, 110(1), 1º de julio de 1939, pp. 4-12; en especial, p. 11.

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miento de un individuo dado con referencia a la droga. En una primera etapa, la persona será incapaz de consumir la droga por placer; en una etapa posterior será capaz y estará dispuesta a hacerlo, y más adelante volverá a ser incapaz de consumirla de ese modo. Estos cambios, difíciles de explicar dentro del marco de una teoría de la predisposición o de la motivación, son fácilmente entendibles si se los ve como modificaciones en la concepción que el individuo tiene de la droga; por ejemplo, eso sucede con la posible existencia de consumidores “normales”.

El estudio intentó llegar a un enunciado general de la secuencia de cambios en la actitud y la experiencia individuales que siempre se producen cuando el individuo está dispuesto a consumir marihuana por placer y es capaz de hacerlo, y que no suceden o no se sostienen de forma permanente cuando no es así. Esta generalización se enuncia en términos universales, en procura de que puedan descubrirse casos negativos y utilizarlos para revisar la hipótesis explicativa.5

5 El método utilizado es el descripto por Alfred R. Lindesmith, Opiate Addiction, Bloomington (Indiana),

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Cincuenta entrevistas a consumidores de marihuana de diversos orígenes sociales y situaciones actuales en la sociedad constituyen los datos sobre cuya base se construyó la generalización y en función de los cuales esta se sometió a prueba.6 Las entrevistas se concentraron en la historia de la experiencia de la persona con la droga, para detectar cambios importantes en su actitud al respecto y en su consumo, así como las razones que los provocaron. La generalización final es un enunciado de esa secuencia de cambios en la actitud, producidos en todos los casos conocidos por mí en los que la persona llegó a consumir marihuana por placer. Mientras no se dé con un caso negativo, ese enunciado puede considerarse como una explicación de todos los casos de uso recreativo de esa sustancia. Se comprueba, además, que los cambios por los que se pasa del consumo al no consumo están relacionados con cambios

Principia Press, 1947, capítulo 1. También me gustaría reconocer el importante papel que la obra de Lindesmith tuvo en la formulación de mis ideas sobre la génesis del consumo de marihuana. 6 En su mayor parte, las entrevistas fueron realizadas por el autor. Conste aquí el agradecimiento a Solomon Kobrin y Harold Finestone por permitirme utilizar material de sus investigaciones.

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similares en la concepción que la persona tiene de la marihuana, y en cada caso es posible explicar en esos términos las variaciones en el comportamiento del individuo. Este trabajo abarca sólo una parte de la historia natural del consumo individual de marihuana,7 a partir del momento en que la persona se muestra dispuesta a probar la droga. Ese individuo sabe que otros la consumen para “tener un viaje”, pero ignora qué significa esto en concreto. Siente curiosidad por la experiencia, no sabe en qué puede resultar y teme que sea más de lo que llegue a prever. En cuanto a los pasos indicados a continuación –si la persona los da todos y adopta las actitudes desarrolladas en ellos–, harán que esté dispuesta a consumir la droga por placer y sea capaz de hacerlo cuando se presente la oportunidad.

7 Confío en examinar otras etapas de esa historia natural en otra ocasión.

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