centro cultural paraiseño biblioteca pública municipal
boletín cultural Año IV, N.1,
enero del 2009
El desarrollo cafetalero en el Paraíso Para el año 1871 el cultivo del café ya estaba bien establecido en el cantón del Paraíso, especialmente en Cachí, Ujarrás, Orosi y Santiago. Entre 1909 y 1935 el área del café en los cantones de Paraíso, Jiménez y Turrialba, había pasado de 3000 a 12000 manzanas, junto al aumento de la siembra de la caña de azúcar. Se trataba de grandes haciendas que, además, contaban con su propio beneficio. La producción cafetalera y el beneficiado significaron para el cantón una entrada importante de ingresos por impuestos para la administración municipal. Eran clasificados en beneficios de primera o de segunda, pagando sus tributos de acuerdo a esa tipificación. Para principios de la década de los años veinte, el municipio reportaba como contribuyentes a los hacendados Cecilio Lindo, Murray, Lankester, Montealegre . Sin embargo, era constante la queja de la tesorería municipal por la falta de cumplimiento de los hacendados, quienes alegaban ser de tercera categoría para no pagar. De cualquier forma, el café definió la cultura del “paraiseño rural” y el desarrollo de la vida cotidiana de muchas personas estuvo ligado a la cogida de café. “Fue a base de este cultivo que muchas familias paraiseñas obtuvieron estabilización económica y, a la vez, fue el producto que proporcionaba empleo a los menos afortunados, quienes esperaban con ansia la época de la recolecta y que empleaba, sobre todo mano de obra femenina, y de los niños. Este ingreso familiar servía para comprar la ropa del año, hacer reparaciones a las casas y solucionar problemas económicos apremiantes, para luego, el resto del año, vivir de trabajos ocasionales que medio solucionaban los problemas económicos… El café fue el último cultivo que produjo euforia y animación colectiva para la época de la recolecta. La ropa más vieja, el canasto, el bejuco, ir a pie a Ujarrás en grupos y luego en los camiones de las fincas, se hacia con verdadera alegría. El ambiente del cafetal, las bromas y chistes, la alegría de estar ganando el dinero que se necesitaba, era toda una estampa que irradiaba optimismo” (Bolaños y otros, 1993: 231).