NOVIEMBRE 2008
IN
Nº 32
RO URO
REVISTA MARXISTA ELECTRÓNICA DEL PARTIDO OBRERO REVOLUCIONARIO
Fundador: Arturo van den Eynde (Aníbal Ramos) por@netpor.org www.netpor.org
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El fin de una época p. 2-7
¿Refundar el capitalismo? p. 8-10
Todo lo que usted quiere saber sobre el origen de esta crisis... p. 11-18
Un nuevo contexto mundial p. 19-27
Sobre la globalización p. 28-31
¿Por qué es tan difícil entender lo que pasa en Izquierda Unida? p. 32-36
Las imágenes que reproducimos son de Arnal Ballester (Premio Nacional de Ilustración 2008), publicadas con el permiso del autor. Portada “Refundación capitalista” (publicada en El Mundo) p. 2 “El Pacto” (El Mundo) p. 4 “Boxer” (inédita) p. 8 “La Central” (cartel para la librería La Central) p. 9 “Obama” (El Mundo) p. 15 “Valor” (inédjta) p. 19 “Nueva izquierda”(El Mundo) p. 20 “Mayo 68” (El Mundo) p. 25 “Bagdad” (El Mundo)
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El fin de una època (Documento del Comité Central del Partido Obrero Revolucionario (POR-Cuarta Internacional)
1 La crisis financiera que se inició en Estados Unidos y se ha extendido a todo el mundo es un acontecimiento de enorme importancia en la evolución de la economía capitalista y que sin duda tendrá grandes repercusiones en la lucha de clases. Es el final de una época: la que empezó en los años 80 del siglo pasado con Reagan y Thatcher; la que dio un enorme impulso a la globalización y a sus políticas denominadas neoliberales; la que generalizó las privatizaciones y los recortes de derechos sociales; la que convirtió en ley que el mercado capitalista podía espontáneamente resolverlo todo... Se trata del final de una época determinada por las políticas de un liberalismo extremo, que no hay que confundir con el final de la globalización ni menos con que estemos ante una crisis terminal del capitalismo. Las crisis nunca son un acto único sino un proceso (la crisis de
1929 alcanzó su momento más álgido en 1933). Lo importante es comprender bien su tendencia y sus dinámicas.
2 La crisis es muy grave pero el capital dispone todavía de recursos económicos y políticos para enfrentar la situación. La globalización consiste en una mayor concentración del poder en cada vez menos manos (“las 200 empresas que controlan el mundo”) en un enorme crecimiento del mercado mundial sin apenas restricciones para la exportación de capitales, en el mayor peso del capital financiero sobre el destinado a la producción de mercancías (de ahí también la importancia de la especulación del capital en la actual crisis) y en la acumulación de grandes beneficios. Este colchón de beneficios es el que todavía le permite un cierto margen de maniobra para afrontar la gravedad de la crisis.
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3 Se trata del final de una época porque las cosas ya no podrán ser como antes. La necesidad de salvar el sistema financiero ha obligado a los gobiernos de los países más poderosos a multimillonarias inversiones en una medida defensiva para evitar males mayores. Tales inversiones están destinadas a salvar los intereses de los grandes inversores y son la expresión del fracaso de las políticas neoliberales. El mercado no resuelve los problemas por sí mismo. La liberalización extrema se convierte en un peligro para el mismo sistema capitalista. “Las relaciones burguesas de producción y de cambio, las relaciones burguesas de propiedad, toda esta sociedad burguesa moderna, que ha hecho surgir como por encanto tan potentes medios de producción y de cambio, se asemeja al mago que ya no es capaz de dominar las potencias infernales que ha desencadenado con sus conjuros” (Manifiesto Comunista) El Estado está obligado a intervenir para salvar la economía. La desregularización y la falta de control son riesgos para la salud del sistema. Es evidente que, bajo el capitalismo, hasta la intervención del Estado, en una especie de nacionalización encubierta, se hace para salvar a los más ricos (los beneficios se privatizan para unos pocos y las pérdidas se socializan para todos). La globalización tal cual la hemos vivido en los últimos decenios no puede continuar así a riesgo de provocar crisis aún más profundas. Ya son muchas las voces que exigen cambios regulatorios, mayores medidas de control, acabar con las zonas oscuras de la especulación capitalista, etc. Para salvarse el capitalismo necesitará cambios. Recordemos nuestras Tesis del XVI Congreso: “La globalización, al agravar las contradicciones del sistema, debilitar a las fracciones intermedias, subvertir el orden establecido desde 1945, suprimir todos los artificios y colcho-
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netas que el capitalismo reformista de la posguerra había dispuesto para atenuar y ralentizar los efectos de las crisis, bajo la presión del movimiento obrero, está haciendo mucho más inestable y quebradizo al sistema, cavando más honda su tumba. De la escalada de los superbeneficios imperialistas actuales, a costa de ahondar el foso entre los países y las clases, se puede concluir: Más dura será la caída.”.
4 Decir que una mayor regulación o control del sector financiero hubiera evitado la crisis es no conocer las leyes del desarrollo bajo el capitalismo. El propio sistema capitalista necesita revolucionar sus propios medios de producción para seguir existiendo y ese proceso genera una sobreproducción que ya no puede llegar a asumir y entonces el choque entre la capacidad de producción, técnica, científica… choca con las relaciones de propiedad establecidas por el capitalismo. De ese choque surgen las crisis (y las posibilidades revolucionarias) que una mayor regulación puede, en ciertas condiciones, retrasar pero en ningún caso evitarlas. En la medida que la globalización ha ido avanzando ha ido creciendo la preocupación por la gravedad de la crisis y el intento de evitarlas. Durante la burbuja de las empresas de Internet a principios del 2000 se decía que el desarrollo de la informática permitiría un control de las crisis y un nuevo desarrollo del capitalismo. Poco duró el espejismo y, como en todas las crisis se dilapidaron y destruyeron fuerzas productivas. El mismo proceso se repite ahora con mayor profundidad y mayor envergadura.
5 Estamos ante una de las crisis más graves desde el crack de 1929 que es la expresión
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de la acumulación de muchas otras: crisis de la deuda mexicana en 1982; crack bursátil de la Bolsa de Nueva York en 1987; quiebra de las cajas de ahorro norteamericanas en 1989; crack de la Bolsa de Tokio y del sector inmobiliario en Japón que abrió una recesión en el país de cuyas consecuencias aún no se ha recuperado; 1997-1998, crisis de los “tigras asiáticos” con fuerte impacto en Rusia y Argentina; 1997, crisis financiera en Corea; 2000 estallido de la burbuja de internet; 2001 crisis argentina... Las medidas extraordinarias acordadas por los gobiernos pueden en un cierto tiempo agudizar aún más la quiebra del sistema. Los miles de millones de dólares necesarios para afrontar la crisis de las hipotecas subprime (cuyo valor real se desconoce) multiplicará el déficit americano y si le añadimos los costes a fondo perdido del mantenimiento de la guerra en Irak y Afganistán… las perspectivas económicas para la primera potencia mundial son desastrosas. Parecidas parecen las perspectivas en la economía europea. Es pronto para ver los cambios que se producirán pero ya los está habiendo en las alturas de los grupos más poderosos del capitalismo y una pérdida de peso del imperialismo americano. La crisis reforzará aun más las tendencias a la concentración de la economía capitalista. La crisis ya ha liquidado algunos bancos; otros han aprovechado la coyuntura para comprar a bajo precio y reforzar su peso en las finanzas mundiales. Esa tendencia se extenderá a otros sectores y su resultado será que el poder financiero y de los sectores industriales y comerciales más decisivos quedará aún en menos manos.
6 El carácter mundial de la globalización ha hecho más interdependientes todas las economías. La economía europea anuncia una recesión. China, que dispone de un enorme
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superávit y que ha estado aguantando el déficit público norteamericano, está reduciendo su crecimiento. Evidentemente, lo que es una grave crisis financiera se trasladará, ya lo está haciendo, al terreno de la producción, comercial y de consumo y en ese caso todos los dispositivos económicos preventivos pueden saltar por los aires.
7 Como siempre que se abre una crisis capitalista salen los que defienden algunos cambios necesarios para que el capitalismo siga existiendo. Son los que dicen que algo tiene que cambiar para que todo (lo fundamental) siga igual. Otra vez, tanto desde el propio imperialismo como de la socialdemocracia, se alzan voces pidiendo controles, regulación… sin duda que algunas medidas están obligados a tomar, pero como declaró el responsable de un fondo de
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alto riesgo: “Se ganará menos dinero y se endurecerá la normativa bancaria…hasta que alguien invente la manera de saltársela.” Es una declaración franca de que la pervivencia del capitalismo globalizado está íntimamente ligada al parasitismo y la especulación, ya sea financiera, en materias primas, alimentación, etc. La crisis no es el producto de la falta de liquidez del sistema financiero. La falta de liquidez es una expresión de la crisis. No hay que confundir los efectos con las causas. ¿Cómo es posible que en pocas semanas hayamos pasado de la existencia de liquidez a la desconfianza de prestarse dinero entre los bancos? Si fuera un simple problema de liquidez ¿por qué la decisión del gobi erno am ericano de iny ectar 700.000 millones de dólares no ha resuelto el problema y dado tranquilidad a los inversores? La crisis estalla como el resultado de la acumulación de contradicciones, particularmente de la pirámide especulativa que desde hace años recorre la economía mundial. Marx logró explicarla así: “En un sistema de producción en que toda la trama del proceso de reproducción descansa sobre el crédito, cuando éste cesa repentinamente… tiene que producirse inmediatamente una crisis, una demanda violenta y en tropel de medios de pago. Por eso, a primera vista, la crisis aparece como una simple crisis de crédito y de dinero… Pero, al lado de esto, hay una masa inmensa de estas letras que sólo representan negocios de especulación, que ahora se ponen al desnudo y explotan como pompas de jabón…”.
8 El mismo carácter de la globalización ha facilitado la rápida extensión de la crisis a Europa, que en muchos países se ha visto obligada a nacionalizar bancos para evitar una extensión mayor de la crisis financiera,
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y varios de ellos están en recesión. Después de la crisis política en la construcción europea por el rechazo en el referéndum irlandés, la crisis económica paraliza los intentos de reflotarla. Aumentarán las dificultades para los planes políticos, por los diferentes intereses de cada una de las burguesías, y hasta el plan aprobado en la Agenda Lisboa (privatizaciones, precariedad, aumento de la productividad, etc.) serán de difícil aplicación. En este marco hay que prever una agudización de la crisis en España. Desde hace tiempo veníamos insistiendo en la debilidad del “milagro” español basado en el ladrillo, el turismo, el endeudamiento de las familias y el empleo precario y de bajos salarios. La crisis ya está golpeando en prácticamente todos los sectores, el sector industrial tampoco se queda al margen. En muy poco tiempo el gobierno ha dilapidado su crédito, en primer lugar el económico pero también el político. La salida a la crisis no está definida por anticipado y puede abrir escenarios diferentes, tanto hacia la derecha por la continuidad de las políticas neoliberales, o incluso xenófobas si cala la utilización de la inmigración como un elemento de división entre la clase trabajadora, como hacia la izquierda a través de la intervención firme y masiva de la clase trabajadora. Todo dependerá de la lucha de clases.
9 Están abiertas las posibilidades de un nuevo desarrollo de la lucha de clases. Constatamos la enorme distancia entre la conciencia, la organización y los objetivos políticos de la clase trabajadora y las posibilidades y tareas que se abren. Nuestro punto de partida será responder a la crisis para evitar que recaiga sobre las espaldas de los trabajadores. Pondremos por delante las exigencias más inmediatas de defensa del empleo
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y el salario pero nuestras propuestas tendrán que ir más lejos, en exigir medidas contra los capitalistas, contra quienes durante estos años se han llenado los bolsillos con los multimillonarios beneficios. Será la manera de enfrentar las exigencias de la población trabajadora con los que siguen identificando interés público con su propio interés. Nuestro método es el de la movilización y la exigencia del más amplio frente único. La crisis por profunda que sea no resuelve por sí misma los problemas de la conciencia y la organización, sólo facilita un progreso más rápido. Serán necesarias nuevas experiencias que permitan dar confianza y fuerza a la movilización y que las nuevas generaciones aprendan de ellas para renovar y regenerar el movimiento obrero. Debemos dar el máximo de importancia a la participación y a la más amplia unidad de la clase trabajadora. Pretender dar saltos en el vacío, radicalizar artificialmente el movimiento o crear y sostener pequeñas agrupaciones sindicales no es la mejor respuesta a la situación. Al contrario, la crisis llevará a los trabajadores y trabajadoras a mirar hacia los grandes sindicatos y, aunque la política de sus dirigentes sea timorata y conciliadora, serán el medio para agruparse y movilizar. Las posiciones conquistadas en los sindicatos en el trabajo paciente de estos años pueden ser la palanca para reforzar y ampliar el trabajo de los marxistas revolucionarios.
10 El hueco entre la gravedad de la crisis y los ataques que representará contra la población trabajadora y el retraso en la conciencia y la organización debe ser llenado a través de la movilización y de que las propuestas signifiquen una respuesta a los problemas inmediatos y que lleguen a elevarse hasta el nivel de chocar con los intereses de
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los capitalistas. Es lo que denominamos un sistema de reivindicaciones transitorias para la movilización de las masas. Hay que combatir la idea de que las crisis sólo significan retroceso para las clases populares. Nada está escrito. Todo depende de la lucha y sin crisis tampoco es posible dar pasos hacia delante, empezando por los problemas más urgentes: Empleo: No aceptar cierres ni despidos en empresas con beneficios. Que el gobierno central o los autonómicos no acepten expedientes de regulación de empleo. Las empresas deben estar obligadas a presentar un plan social si quieren deslocalizar o cerrar y a devolver el dinero de ayudas públicas que hayan recibido. Si el gobierno avala a la banca, medidas también para defender los empleos y las empresas, con presencia y/o control de los trabajadores en los órganos de la empresa. No al abaratamiento del despido. Jubilación a los 60 años. Salario: La crisis no la deben pagar los ya insuficientes salarios de los trabajadores. Cláusulas de revisión salarial en los convenios. 1.000 euros de salario mínimo. Jornada: Luchar contra la crisis es repartir el trabajo. Volver a poner en el centro la lucha por las 35 horas y la reducción de las horas extras como respuesta a los despidos y expedientes. Planes de Obras Públicas: Se necesita un plan urgente para combatir el paro a partir de inversiones públicas en infraestructuras y servicios públicos. Que paguen más los que más tienen: En este país los más ricos son los que p r o po r c i o n a l me n t e p a g a n m e n o s impuestos. Hay que cambiar la fiscalidad para establecer criterios progresivos para que los más ricos y las más grandes fortunas paguen más.
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Sistema financiero: La crisis y millonarias inversiones de los Estados ha demostrado que la banca debería ser un servicio público y social antes que el negocio privado de unos cuantos. Si no son capaces de cumplir su papel, si la clase trabajadora y ciudadanía, o la pequeña y mediana empresa se ven estranguladas por no poder obtener créditos, el Estado debe nacionalizar el conjunto de la banca y hacer que cumpla su función estratégica de servicio público de crédito poniéndola bajo control del Estado y de las organizaciones de los trabajadores. Podría ahorrarse así, dejando de pagar a la banca privadas y sus voraces banqueros, todo el dinero necesario y dedicándolo a un plan de conjunto para que la crisis no recaiga sobre los más débiles. Este es el plan que necesitamos y no “apretar el cinturón” a los pobres.
11 En esta situación la crisis de Izquierda Unida añade dificultad para lograr dar pasos en la reorganización política de la izquierda. A pocas semanas de reunir una Asamblea Federal que decida su futuro seguimos considerando que la alianza de fuerzas políticas diversas opuestas al neoliberalismo y a la izquierda del socialliberalismo sigue siendo una necesidad en el proceso de reorganización de la izquierda. La nueva situación exige también buscar todas las posibilidades de debate, de reflexión y de confluencia política con otras tendencias revolucionarias, tanto en el Estado español como a nivel internacional. Los y las militantes que estamos agrupados en el POR somos conscientes que sólo
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representamos una parte de los que luchan por el socialismo y que las tareas políticas, teóricas y organizativas que la crisis nos plantea necesita de un salto cualitativo y cuantitativo, de confluencia con otras tendencias o grupos de militantes. Nos declaramos dispuestos a ello.
12 Se abre el campo para una importante lucha ideológica de denuncia del capitalismo, de defensa de los principios y objetivos del socialismo, de actualización del marxismo para el siglo XXI. Durante los últimos años parecía que la ideología de la clase dominante era la única posible. Se ha abierto la posibilidad de que el marxismo vuelva de nuevo a interesar como la herramienta capaz de explicar y comprender los procesos sociales e históricos desde un punto de vista materialista. Podríamos decir que “Marx vuelve”, pues la crisis ha puesto de actualidad su análisis del capitalismo; el papel del Estado como “consejo de administración de la clase capitalista”; las crisis como destructoras de fuerzas productivas… Evidentemente, no se trata de repetir las frases hechas ni de considerar que todo está en los clásicos. La actualización del marxismo para la lucha por el socialismo en el siglo XXI es la tarea a la que hay que dedicar tiempo, esfuerzos y estudio, tanto teórico como práctico. Leer o releer los clásicos del marxismo; estudiarlos a la luz de los nuevos acontecimientos; conocer las nuevas aportaciones; organizar debates y reflexiones y, sobre todo, trasladar sus enseñanzas a la lucha de clases será nuestra aportación al renacimiento del marxismo revolucionario de nuestra época. 19 de octubre de 2008
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¿Refundar el capitalismo? Empecemos diciendo que si los capitalistas y sus gobiernos consideran ahora que hay que refundar el capitalismo habrá que concluir que algo ha fracasado. Y así es: ha fracasado este capitalismo globalizado de políticas neoliberales extremas que ha puesto al propio capitalismo al borde del precipicio, que ha agrandado las diferencias entre países ricos y pobres, y entre capitalistas y trabajadores y ha concentrado el poder económico en unas pocas grandes multinacionales que durante decenas de años han estado imponiendo sus decisiones al mundo. Ese capitalismo ha fracasado. Pero una cosa es el fracaso y otra bien distinta es que se haya acabado. Lamentablemente este señor no morirá por sí mismo, habrá que ayudarle. La cumbre que ha sido convocada en Washington para este mes de noviembre
reunirá a los dirigentes del llamado G20, los países más industrializados y los llamados países emergentes, para intentar establecer medidas comunes para reducir o limitar la grave crisis económica y establecer nuevos marcos para un funcionamiento estable del capitalismo. Se reunirá pocos días después de la elección de Obama como nuevo presidente de Estados Unidos pero todavía con Bush como “comandante en jefe” de una de las etapas más negras del primer país imperialista. Un país con una grave crisis económica, empantanado en la guerra de Irak y Afganistán y con dificultades para seguir siendo la primera potencia mundial. Muchos comentaristas pretenden comparar esta reunión con la conferencia de Bretton Woods de 1944, en la que se establecieron las condiciones económicas tras
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la II Guerra Mundial por la que el imperialismo americano impuso sus condiciones al resto del mundo. No parece que las condiciones sean las mismas. Mientras que entonces Estados Unidos aparecía como la potencia del mundo ahora está en franco declive. Bretton Woods fue preparada durante meses y objeto de arduas negociaciones, básicamente entre Estados Unidos y el Reino Unido, para definir cómo organizar la reconstrucción del mundo tras la mayor destrucción de fuerzas productivas en la 2ª Guerra Mundial, mientras que ahora parece más bien una de esas reuniones con foto de familia para dar tranquilidad, pero con poco contenido. Si tiene interés la comparación con Bretton Woods es por el reconocimiento de la profundidad y gravedad de la crisis actual.
Cambiar las tendencias Las menciones a la llamada refundación del capitalismo no dejan de ser vagas referencias a la necesidad de volver a la cultura del esfuerzo y del trabajo, de seguir manteniendo la llamada libertad de mercado… o sea, pretender distanciarse de los aspectos más especulativos de estos años para seguir manteniendo la esencia del sistema. ¿En qué consiste el sistema? En que unos pocos dominan las principales fuentes de poder económico y que a través de ellas imponen sus decisiones a los poderes políticos y que ese poder se utiliza para explotar a la clase trabajadora, expoliar las riquezas de los países atrasados y arrastrar al planeta a una grave crisis ecológica. Esa es la esencia del capitalismo. Desde ese punto de vista la llamada refundación capitalista poco podría dar de sí. Pero nos equivocaríamos al pensar que los propios capitalistas no pueden modificar ciertos aspectos, por más que no cambien el carácter de su régimen. Así tuvieron
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que hacerlo después de grandes crisis, como la de 1929 que generó el llamado New Deal (un programa de reformas capitalistas para salir del crack de 1929), o tras la 2ª Guerra Mundial; o cuando los capitalistas tuvieron que ceder a las presiones del movimiento obrero, no era igual el capitalismo del siglo XIX que el del XX. Que los capitalistas y sus defensores defiendan su sistema, incluso con algunas modificaciones, entra dentro de la lógica. Pero hay quienes se sitúan en la izquierda y cuando entran en este debate no son capaces de ir más allá de la defensa de un capitalismo mejor y más humano. Vienen a decir que en esta crisis lo que se ha demostrado es el fracaso del capitalismo tipo norteamericano (casi total libertad de mercado, rechazo al papel del Estado como regulador, falta de asistencia y cobertura para las clases trabajadores y los más pobres, etc.) y que lo conveniente sería un
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modelo tipo europeo (y suelen añadir que otra alternativa es hoy imposible o utópica). Pero más allá de los convencionalismos y generalidades de esas expresiones resulta más bien difícil entender qué se quiere decir con un capitalismo “estilo europeo”, ¿el de Sarkozy?, ¿el de Berlusconi?, ¿el que quiere aplicar una jornada laboral de 65 horas o la directiva sobre inmigración que puede retener a los inmigrantes hasta 18 meses? Es evidente que ciertos derechos que están asentados en Europa no existen en Estados Unidos, pero que cuando se ha abierto una crisis de esta envergadura a lo único que se quiera aspirar sea a mantener algo que los propios gobernantes están recortando, expresa la pobreza de las aspiraciones de esa izquierda. Las crisis no resuelven por anticipado la dirección que va a tomar el viento, si hacia la derecha o hacia la izquierda, pero son la ocasión para cambiar las tendencias de la sociedad. Y esta crisis puede ser una ocasión. El capitalismo globalizado más desenfrenado ha demostrado su incapacidad, o dicho de otra manera, su capacidad para poner en crisis al propio sistema capitalista. Las reformas o refundación que puedan establecer tendrán como principal objetivo salvar los negocios capitalistas,
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aunque se vean obligados a hacerlo de una manera distinta. No nos imaginamos que los Bush, Sarkozy, Brown, Berlusconi, incluso si al final asiste Zapatero,… decidan nacionalizar los bancos sin compensar a los grandes accionistas y exigiendo responsabilidades a los responsables de las quiebras financieras; no nos imaginamos que decidan imponer una tasa sobre las transacciones de capitales; o aumentar los impuestos sobre las grandes fortunas; o que las empresas no puedan despedir a las plantillas; o políticas precisas para luchar contra la pobreza en el mundo, dejar de expoliar las materias primas o acabar inmediatamente la guerra de Irak… Por eso su refundación del capitalismo no podrá cambiar nada de lo esencial. Lo que decidan lo analizaremos con lupa, pero esta crisis lo que sobre todo plantea es la necesidad de otro sistema económico y político que garantice las necesidades vitales de la mayoría de la población trabajadora. Y eso será posible si se acaba con el beneficio privado de unos pocos a costa del trabajo y el esfuerzo del resto. Lo que debe interesarnos no es qué refundación hacen del capitalismo, sino cómo nosotros reanimamos un movimiento abierto, plural, democrático, de masas, por el socialismo.
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Todo lo que usted quiere saber sobre el origen de esta crisis pero teme no entenderlo Walden Bello
A menudo el lenguaje trata de ocultar la realidad de las cosas y por lo tanto dificulta su comprensión. La actual crisis ha hecho aparecer muchos conceptos y explicaciones no siempre fáciles de entender. El valor de este documento del profesor filipino Walden Bello está en que logra explicar de manera sencilla y comprensible el origen, la evolución y las causas de esta crisis. Y no hay mejor receta para poder transformar el mundo que empezar conociendo las causas de la crisis del capitalismo.
¿Ya pasó lo peor? No, si algo ha quedado claro con los movimientos contradictorios de estas semanas en que, al tiempo que se permitía la quiebra de Lehman Brothers, se nacionalizaba
AIG y se fraguaba la toma de control de Merril Lynch por el Bank of America, es que no hay una estrategia para afrontar la crisis; a lo sumo, respuestas tácticas, como bomberos que se pisan la manguera, abrumados por la magnitud del incendio.
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El rescate de 700 mil millones de dólares de las obligaciones hipotecariamente respaldadas en poder de los bancos no es una estrategia, sino, básicamente, un esfuerzo a la desesperada para restaurar la confianza en el sistema, para prevenir la erosión de la fe en los bancos y en otras instituciones financieras y para evitar una afluencia masiva de retirada de fondos de los bancos como la que desencadenó la Gran Depresión de 1929.
¿Qué causó el colapso del centro neurálgico del capitalismo global? ¿Fue la codicia? La vieja y venerada codicia jugó su parte. A eso se refería Klaus Schwab, el organizador del Foro Económico Mundial, el jamboree de la elite global celebrado anualmente en los Alpes suizos, cuando dijo a su clientela en Davos este año: "Tenemos que pagar por los pecados del pasado".
¿Fue el de Wall Street un caso de alguacil alguacilado? Desde luego. Los especuladores financieros rizaron el rizo hasta confundirse ellos mismos con la creación de contratos financieros más y más complejos, como los derivados, tratando de ganar dinero a partir de todo tipo de riesgos (incluidos exóticos instrumentos de futuros, como los credits default swaps o contratos de protección de derivados crediticios, que permitían a los inversores apostar, por ejemplo, a que los prestatarios de la propia corporación bancaria ¡no serían capaces de devolver su deuda! Tal es el comercio multibillonario no-regulado que acabó tumbando a AIG. El 17 de diciembre de 2005, cuando la International Financing Review (IFR)
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anunció sus premios anuales del año –uno de los programas de premios más prestigioso del sector—, dejó esto dicho: "Lehman Brothers no sólo mantuvo su presencia global en el mercado, sino que dirigió la penetración en el espacio de preferencia… desarrollando nuevos productos y diseñando transacciones capaces de subvenir a las necesidades de los prestatarios… Lehman Brothers es el más innovador en el espacio de preferencia precisamente por hacer cosas que no pueden verse en ningún otro sitio." Huelgan comentarios.
¿Fue falta de regulación? Sí. Todo el mundo reconoce ahora que la capacidad de Wall Street para innovar y excogitar instrumentos financieros más y más sofisticados ha ido mucho más allá de la capacidad regulatoria del Estado, y no porque el Estado no fuera capaz de regular, sino porque la actitud neoliberal, de laissez-faire, imperante impidió al Estado diseñar mecanismos efectivos de regulación.
Pero ¿no hay nada más? ¿No hay nada sistémico? Bien, Georges Soros, que lo vio venir, dice que lo que estamos pasando es la crisis del sistema financiero, la crisis del "gigantesco sistema circulatorio" de un "sistema capitalista global… que está reventando por las costuras". Para seguir con la idea del archiespeculador, a lo que estamos asistiendo es a la intensificación de una de las crisis o contradicciones centrales del capitalismo global, cual es la crisis de sobreproducción, también conocida como sobreacumulación o sobrecapacidad.
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Se trata de la tendencia del capitalismo a construir una ingente capacidad productiva que termina por rebasar la capacidad de consumo de la población debido a las desigualdades que limitan el poder de compra popular, lo cual termina por erosionar las tasas de beneficio.
Pero, ¿qué tiene que ver la crisis de sobreproducción con los acontecimientos recientes? Muchísimo. Pero, para entender la conexión, tenemos que retrotraernos a la llamada Época Dorada del capitalismo contemporáneo, al período comprendido entre 1945 y 1975. Fue un período de rápido crecimiento, tanto en las economías del centro como en las subdesarrolladas, un crecimiento propulsado, en parte, por la masiva reconstrucción de Europa y del Este asiático tras la devastación de la II Guerra Mundial, y en parte, por la nueva configuración socio-económica institucionalizada bajo el nuevo estado keynesiano. Un aspecto clave de esta última fueron los severos controles estatales de la actividad de mercado, el uso agresivo de políticas fiscales y monetarias para minimizar la inflación y la recesión, así como un régimen de salarios relativamente altos para estimular y mantener la demanda.
¿Qué pasó, pues? Bien, este período de elevado crecimiento terminó a mediados de los 70, cuando las economías del centro se vieron inmersas en la estanflación, es decir, en la coexistencia de un bajo crecimiento con una inflación alta, lo que la teoría económica neoclásica suponía imposible.
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Sin embargo, la estanflación no era sino el síntoma de una causa más profunda, a saber: la reconstrucción de Alemania y del Japón, así como el rápido crecimiento de economías en vías de industrialización, como Brasil, Taiwán y Corea del Sur, añadió una enorme capacidad productiva e incrementó la competición global, mientras que la desigualdad social, dentro de cada país, y entre países, limitó globalmente el incremento del poder adquisitivo y de la demanda, resultando así erosionada la tasa de beneficio. La drástica subida del precio del petróleo en los setenta no hizo sino agravar la cosa.
¿Cómo trató de resolver el capitalismo la crisis de sobreproducción? El capital ensayó tres vías de salida del atolladero de la sobreproducción: la reestructuración neoliberal, la globalización y la financiarización.
¿En qué consistió la reestructuración neoliberal? La reestructuración neoliberal tomó la forma del reaganismo y del thatcherismo en el Norte y del ajuste estructural en el Sur. El objetivo era la revigorización de la acumulación de capital, lo que se consiguió: 1) removiendo las restricciones estatales al crecimiento, al uso y a los flujos de capital y de riqueza; y 2) redistribuyendo el ingreso de las clases pobres y medias a los ricos, de acuerdo con la teoría de que se motivaría así a los ricos para invertir y alimentar el crecimiento económico. El problema de esa fórmula era que, al redistribuir el ingreso en favor de los ricos, estrangulaba el ingreso de los pobres y de las clases medias, lo que provocaba la restricción
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de la demanda, sin necesariamente inducir a los ricos a invertir más en producción. De hecho, la reestructuración neoliberal, que se generalizó en el Norte y en el Sur a lo largo de los años ochenta y noventa, tuvo unos pobres registros en términos de crecimiento: el crecimiento global promedio fue de un 1,1% en los 90 y de un 1,4 en los 80, mientras que el promedio en los 60 y en los 70, cuando las políticas intervencionistas eran dominantes, fue, respectivamente, de un 3,5% y de un 2,54%. La reestructuración neoliberal no pudo terminar con la estanflación.
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Para contrarrestar sus declinantes beneficios, un considerable número de corporaciones empresariales situadas entre las primeras 500 del ranking de la revista Fortune han trasladado una parte significativa de sus operaciones a China, a fin de aprovechar las ventajas del llamado "precio chino" (las ventajas de costes derivadas de un trabajo barato chino aparentemente inagotable). A mediados de la primera década del siglo XXI, entre el 40 y el 50 por ciento de los beneficios de las corporaciones estadounidenses dimanaban de sus operaciones y ventas en el exterior, y señaladamente, en China.
¿En qué medida la globalización fue una respuesta a la crisis?
¿Por qué la globalización no pudo superar la crisis?
La segunda vía de escape global ensayada por el capital para enfrentarse a la estanflación fue la "acumulación extensiva" o globalización, es decir, la rápida integración de las zonas semicapitalistas, no-capitalistas y precapitalistas a la economía global de mercado. Rosa Luxemburgo, la celebrada economista y revolucionaria alemana, se percató de este mecanismo hace mucho tiempo, viéndolo como un mecanismo necesario para restaurar la tasa de beneficio en las economías metropolitanas. ¿Cómo? Ganando acceso al trabajo barato; ganando mercados, aun si limitados, nuevos; ganando nuevas fuentes de productos agrícolas y de materia primas baratos; y creando nuevas áreas para inversión en infraestructura. La integración se produce a través de la liberalización del comercio, removiendo los obstáculos a la movilidad del capital y aboliendo las fronteras para la inversión exterior. China, ni que decir tiene, es el caso más destacado de un área no-capitalista integrada en la economía capitalista global en los últimos 25 años.
El problema con esta vía de salida del estancamiento es que exacerba el problema de la sobreproducción, porque añade capacidad productiva. La China de los últimos 25 años ha venido a añadir un volumen tremendo de capacidad manufacturera, lo que ha tenido por efecto deprimir los precios y los beneficios. No por casualidad, los beneficios de las corporaciones estadounidenses dejaron de crecer hacia 1997- De acuerdo con un índice estadístico, las tasas de beneficios de las 500 de Fortune pasó de 7,15 en 1960-69 a 5,30 en 1980-90, a 2,29 en 1990-99 y a 1,32 n 2000-2002. Dadas las limitadas ganancias obtenidas en punto a contener el impacto depresivo de la sobreproducción, ya a través de la reestructuración neoliberal, ya con la globalización, la tercera vía de salida resultó vital para mantener y elevar la rentabilidad. La tercera vía es la financiarización. En el mundo ideal de la teoría económica neoclásica, el sistema financiero es el mecanismo, merced al cual los ahorradores, o quienes se hallan en posesión de fondos excedentes, se juntan con los empresarios
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que tienen necesidad de sus fondos para invertir en producción. En el mundo real del capitalismo tardío, con la inversión en industria y en agricultura arrojando magros beneficios por causa de la sobreproducción, grandes cantidades de fondos excedentes circulan y son invertidas y reinvertidas en el sector financiero. Es decir, el sistema financiero gira sobre sí mismo. El resultado es que se ensancha el hiato abierto entre una economía financiera hiperactiva y una economía real en estancamiento. Como bien observa un ejecutivo financiero: "ha habido una creciente desconexión entre la economía real y la economía financiera en estos últimos años. La economía real ha crecido, pero nada comparable a la economía financiera… hasta que estalló". Lo que no nos dice este observador es que la desconexión entre la economía real y la economía financiera no es accidental: que la economía financiera se disparó precisamente para hacer frente al estancamiento dimanante de la sobreproducción de la economía real.
¿Cuáles fueron los problemas de la financiarización como vía de salida? El problema de invertir en operaciones del sector financiero es que equivale a exprimir valor de valor ya creado. Puede crear beneficios, de acuerdo, pero no crea nuevo valor –sólo la industria, la agricultura, el comercio y los servicios crean valor nuevo—. Puesto que los beneficios no se basan en la creación de valor nuevo o añadido, las operaciones de inversión resultan extremadamente volátiles, y los pecios de las acciones, las obligaciones y otras formas de inversión pueden llegar a divergir radicalmente de su valor real: por ejemplo, las acciones en empresas incipientes de Internet, que se mantuvieron por un tiempo al alza, sosteni-
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das principalmente por valoraciones financieras en espiral, para luego desplomarse. Los beneficios dependen, entonces, del aprovechamiento de las ventajas ofrecidas por movimientos de precios que divergen al alza del valor de las mercancías, para vender oportunamente antes de que la realidad fuerce la "corrección" a la baja para ajustarse a los valores reales. El alza radical de los precios de un activo, mucho más allá de los valores reales, es lo que se llama la formación de una burbuja.
¿Por qué la financiarización es tan volátil? Con la rentabilidad dependiendo de golpes especulativos, no resulta sorprendente que el sector financiero vaya de burbuja en burbuja, o de una manía especulativa a otra. Puesto que está sostenido por una manía especulativa, el capitalismo inducido financieramente no ha dejado de batir registros
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en materia de crisis financieras desde que los mercados de capitales fueron desregulados y liberalizados en los 80. Antes de la actual debacle de Wall Street, las más explosivas fueron la crisis financiera mexicana de 1994-95, la crisis financiera asiática de 1997-1998, la crisis financiera rusa de 1996, el colapso del mercado de valores de Wall Street de 2001 y el colapso financiero argentino de 2002. El antiguo secretario del Tesoro con Bill Clinton, un hombre de Wall Street –Rober Rubin—, predijo hace cinco años que "las crisis financieras futuras serán con casi toda seguridad inevitables, y podrían llegar a ser hasta peores."
¿Cómo se forman, crecen y estallan las burbujas? Sirvámonos, a modo de ejemplo, de la crisis financiera asiática de 1997-98. * Primero: balanza de pagos y liberalización financiera impuestas por el FMI y el Departamento norteamericano del Tesoro. * Luego, entrada de fondos extranjeros en busca de rápida y elevada rentabilidad, lo que significa que entraron en el Mercado inmobiliario y en el Mercado de valores. * Sobreinversión, lo que llevó al desplome de los precios en el Mercado de valores y en el Mercado inmobiliario, lo que, a su vez, condujo al pánico y a la consiguiente retirada de fondos: en 1997, en unas pocas semanas 100 mil millones de dólares abandonaron las economías del este asiático. * Rescate de los especuladores extranjeros por parte del FMI. * Colapso de la economía real: la recesión se extiende por todo el Este asiático en 1998.
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* A pesar de la desestabilización a gran escala, todos los intentos realizados para imponer regulaciones nacionales o globales del sistema financiero fueron rechazadas con razones puramente ideológicas.
Volvamos a la presente burbuja. ¿Cómo se formó? El actual colapso de Wall Street arraiga en la burbuja tecnológica de fines de los 90, cuando el precio de las acciones de las empresas incipientes en el mundo de Internet se disparó, para luego desplomarse, resultando todo ello en la pérdida de activos por valor de 7 billones de dólares y en la recesión de 2001-2002. Las laxas políticas monetarias de la Rerserva Federal bajo Alan Greenspan estimularon la burbuja tecnológica, y cuando está colapsó dando paso a la recesión, Greenspan, tratando de prevenir una recesión duradera, rebajó en junio de 2003 los tipos de interés a un nivel sin precedentes en 45 años (al 1%), manteniéndolo en ese nivel durante más de un año. Con eso lo que consiguió fue estimular la formación de otra burbuja: la burbuja inmobiliaria. En fecha tan temprana como 2002, economistas como Dean Baker, del Center for Economic Policy Research, alertaron sobre la formación de una burbuja inmobiliaria. Sin embargo, en fecha tan tardía como 2005 el entonces presidente del Consejo Económico de asesores de la Presidencia de la nación y actual presidente de la Reserva Federal, Bern Bernanke, atribuía el incremento de los precios de la vivienda en EEUU a "unos fundamentos económicos robustos", y no a la actividad especulativa. ¿A quién puede sorprender que el estallido de la crisis subprime en verano de 2007 pillara a este hombrecito con la guardia totalmente baja?
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¿Y cómo creció? Oigámoslo de boca de uno de los propios jugadores clave en los mercados, de George Soros: "Las instituciones hipotecarias animaron a los hipotecados a refinanciar sus hipotecas aprovechando la revalorización experimentada entretanto por sus casas. Rebajaron sus criterios de préstamo e introdujeron nuevos productos, como hipotecas a interés variable, hipotecas que 'sólo servían intereses' y 'ofertas promocionales' con tipos de interés para partirse de risa. Todo eso animó a especular con la vivienda. Los precios de las casas comenzaron a subir a un ritmo de dos dígitos. Eso sirvió para retroalimentar la especulación, y el alza de los precios inmobiliarios consiguió que los propietarios de casas se sintieran ricos; el resultado fue el boom consumista que ha sostenido a la economía estos últimos años." Observando las cosas más de cerca, se ve que la crisis hipotecaria no resultó de una oferta superior a la demanda real. La "demanda" estaba, por mucho, fabricada por la manía especulativa de promotores y financieros empeñados en conseguir grandes beneficios a partir de su acceso al dinero foráneo que inundó a los EEUU de la última década. Ingentes volúmenes hipotecarios fueron agresivamente ofrecidos y vendidos a millones de personas que, normalmente, no habrían podido permitírselo ofreciéndoles unos tipos de interés ridículamente bajos, ulteriormente ajustables para sacar más dinero de los propietarios de casas.
¿Pero cómo pudieron las hipotecas subprime degenerar en un problema de tales dimensiones? Porque los activos pasaron entonces a ser "segurizados": quienes habían generado las
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hipotecas, procedieron a amalgamarlas con otros activos en complejos productos derivados llamados "obligaciones de deuda colateralizada" (CDO, por sus siglas en inglés), lo cual resultó relativamente fácil dado que trabajaban con diversos tipos de intermediarios que, sabedores del riesgo, se deshacían de esos títulos de valores lo más rápidamente posible, pasándolos a otros bancos e inversores institucionales. Esas instituciones, a su vez, se deshacían del producto, pasándolo a otros bancos y a instituciones financieras foráneas. Cuando aumentaron los tipos de interés de los préstamos subprime, de las hipotecas variables y de otros préstamos inmobiliarios, el juego tocó a su fin. Hay cerca de 6 millones de hipotecas subprime, el 40% de las cuales entrarán en impago en los próximos dos años, según estimaciones de Soros. A los que hay que añadir otros 5 millones de impagos en los próximos 7 años, derivados de los tipos hipotecarios variables y de otros "préstamos flexibles". Pero los títulos, cuyo valor se cuenta por billones de dólares, ya se han infiltrado como un virus en el sistema financiero global. El gigantesco sistema circulatorio del capitalismo global ha sido fatalmente infectado.
¿Pero cómo pudieron los titanes de Wall Street desplomarse como un castillo de naipes? Lo que ocurrió con Lehman Brothers, Merrill Lynch, Fannie Mae, Freddie Mac y Bear Stearns fue, simplemente, que las pérdidas representadas por esos títulos tóxicos rebasaban por mucho sus reservas, lo que condujo a su caída. Y más caerán, probablemente, cuando sus libros de contabilidad, que en los que ahora esos títulos figuran en el Haber, se corrijan para reflejar el actual valor de esos activos.
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Y muchos otros les seguirán, a medida que vayan quedando expuestas otras operaciones especulativas, como las centradas en las tarjetas de crédito y en las diferentes variedades de seguros contra riesgos. AIG cayó por causa de su gigantesca exposición en el área no-regulada de los contratos de protección crediticia derivada (credit default swaps), unos derivados financieros que permitían a los inversores apostar dinero a la posibilidad de que las empresas no pudieran devolver los préstamos. Tales apuestas sobre impagos crediticios representan ahora un mercado de 45 billones de dólares, un mercado, como dicho, que carece de toda regulación. La ciclópea dimensión de los activos que podrían quedar dañados en caso de que AIG colapsara fue lo que movió a Washington a cambiar de idea e intervenir para rescatarlo, luego de haber dejado caer a Lehman Brothers.
¿Qué pasará ahora? Puede decirse sin avilantez que habrá más bancarrotas y más nacionalizaciones e intervenciones públicas, desempeñando las instituciones y los bancos extranjeros un papel auxiliar del gobierno de los EEUU. Que el colapso de Wall Street irá a más y prolongará la recesión norteamericana. Y que la recesión en EEUU se comunicará a Asia y al resto del mundo, que sufrirá también una recesión, si no algo peor. La razón de esto último es que el principal mercado exterior de China son los EEUU y que China, a su vez, importa materias primas y bienes intermedios —de los que se sirve para sus exportaciones a los EEUU— de Japón, Corea y el Sudeste asiático. La globalización ha hecho imposible el "desacoplamiento". Los EEUU, China y el Este asiático andan ahora como tres prisioneros atados a una misma cadena.
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¿Y en suma? El desplome de Wall Street no sólo se debe a la codicia y a la falta de regulación estatal de un sector hiperactivo. El colapso de Wall Street hunde sus raíces en la crisis de sobreproducción que ha sido la plaga del capitalismo global desde mediados de los 70. La financiarización de la inversión ha sido una de las vías de escape para salir del estancamiento, siendo las otras dos la reestructuración neoliberal y la globalización. Habiendo resultado de poco alivio la reestructuración neoliberal y la globalización, la financiarización pareció atractiva como mecanismo de restauración de la rentabilidad. Pero lo que ahora ha quedado demostrado es que la financiarización es una senda peligrosa que lleva a la formación de burbujas especulativas, capaces de ofrecer una efímera prosperidad a unos cuantos, pero que terminan en el colapso empresarial y en la recesión de la economía real. Las cuestiones clave son éstas: ¿Cuán profunda y duradera será esta recesión? ¿Necesitará la economía de los EEUU generar otra burbuja especulativa para salir de esta recesión? Y si tal es el caso, ¿dónde se formará la siguiente burbuja? Algunos dicen que la próxima surgirá en el complejo militar-industrial o en el "capitalismo del desastre" sobre el que escribe Naomi Klein. Pero eso es harina de otro costal.
Walden Bello, profesor de ciencias políticas y sociales en la Universidad de Filipinas (Manila), es miembro del Transnational Institute de Amsterdam y presidente de Freedom from Debt Coalition, así como analista senior en Focus on the Global South.
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Como la crisis del 29, o más...
Un nuevo contexto mundial François Chesnais
El viejo Marx parece que está rejuveneciendo y no son pocos quienes acuden a él en busca de herramientas para comprender lo que está pasando. Buena búsqueda porque en sus trabajos se encontrarán numerosas pistas para analizar el presente. François Chesnais es un militante e investigador marxista que en los últimos años ha dedicado muchos trabajos al análisis de la globalización y sus repercusiones y que siempre ha encontrado en Marx un hilo conductor para sus elaboraciones. Algunos de sus trabajos han sido publicados en Sin Muro. Lo que reproducimos es la prolongación de un trabajo sobre el alcance de la crisis financiera que publicamos en esta revista en febrero de este año. La tesis que voy a presentar sostiene que el año pasado se produjo una verdadera ruptura que deja atrás una larga fase de expansión de la economía capitalista mundial; y que esa ruptura marcó el inició de un pro-
ceso de crisis con características que son comparables con la crisis de 1929, aunque se desarrollará en un contexto muy distinto. Lo primero que hay que recordar es que la crisis de 1929 se desarrolló como un pro-
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ceso: un proceso que tuvo comienzo en 1929, pero cuyo punto culminante se dio bastante después, en 1933, y que luego abrió paso a una larga fase de recesión. Digo esto para subrayar que, en mi opinión, estamos viviendo las primeras etapas, pero realmente las primeras, primerísimas etapas, de un proceso de esa amplitud y esa temporalidad. Y que lo que por estos días está ocurriendo y tiene como escenario los mercados financieros de Nueva York, de Londres y de otros grandes centros bursátiles, es solamente un aspecto -y tal vez no sea el aspecto mas importante- de un proceso que se debe interpretar como un proceso histórico. Estamos frente a uno de esos momentos en los que la crisis viene a expresar los límites históricos del sistema capitalista. No se trata de alguna versión de la teoría de "la crisis final" del capitalismo o algo por el estilo. De lo que sí se trata, en mi opinión, es de entender que estamos enfrentados a una situación en la que se expresan estos límites históricos de la producción capitalista. Y aunque no quisiera aparecer como un Pastor con su Biblia marxista, quiero leerles un pasaje de El Capital: El verdadero límite de la producción capitalista es el mismo capital; es el hecho de que, en ella, son el capital y su propia valorización lo que constituye el punto de partida y la meta, el motivo y el fin de la producción; el hecho de que aquí la producción sólo es producción para el capi tal y no, a la inversa, los medios de producción simples medios para ampliar cada vez más la estructura del proceso de vida de la sociedad de los productores. De aquí que los límites dentro de los cuales tiene que moverse la conservación y valorización del valor-capital, la cual descansa en la expropiación y depauperación de las grandes masas
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de los productores, choquen constantemente con los métodos de producción que el capital se ve obligado a emplear para conseguir sus fines y que tienden al aumento ilimitado de la producción, a la producción por la producción misma, al desarrollo incondicional de las fuerzas sociales productivas del trabajo. El medio empleado -desarrollo incondicional de las fuerzas sociales productivas- choca constantemente con el fin perseguido, que es un fin limitado: la valorización del capital existente. Por consiguiente, si el régimen capitalista de producción constituye un medio histórico para desarrollar la capacidad productiva material y crear el mercado mundial correspondiente, envuelve al propio tiempo una contradicción constante entre esta misión histórica y las condiciones sociales de producción propias de este régimen. [1] Bueno, seguramente hay algunas palabras que hoy ya no utilizaríamos, como esas de "misión histórica"... Pero creo que lo que iremos viendo en los años que vendrán, se dará precisamente sobre la base de que ya se ha creado en toda su plenitud ese mercado mundial intuido por Marx. Es decir, tenemos un mercado y una situación mundial diferentes a las de 1929, porque en ese entonces países como China y como India eran todavía semicoloniales, en tanto que ahora ya no tienen ese carácter; son grandes países que, más allá de que tengan un carácter combinado que requiere un cuidadoso análisis, son ahora partícipes de pleno derecho dentro de una economía mundial única, una economía mundial unificada en un grado desconocido hasta esta etapa de la historia. La cita puede ayudarnos a entender el momento actual y la crisis que se ha iniciado precisamente en este marco de un sólo mundo.
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Un nuevo tipo de crisis En mi opinión, en esta nueva etapa, la crisis va a desenvolverse de tal modo que las primeras y realmente brutales manifestaciones de la crisis climática mundial que hemos visto van a combinarse con la crisis del capital en cuanto tal. Entramos en una fase que plantea realmente una crisis de la humanidad, dentro de complejas relaciones en las que están también los acontecimientos bélicos, pero lo más importantes es que, incluso excluyendo el estallido de una guerra de gran amplitud que en el presente solo podría ser una guerra atómica, estamos enfrentados a un nuevo tipo de crisis, a una combinación de esta crisis económica que se ha iniciado con una situación en la cual la naturaleza, tratada sin la menor contemplación y golpeada por el hombre en el marco del capitalismo, reacciona ahora de forma brutal. Esto es algo casi excluido de nuestras discusiones, pero que va a imponerse como un hecho central. Por ejemplo, muy recientemente, leyendo el trabajo de un sociólogo francés, me enteré de que los glaciares andinos de los que fluye el agua con que se abastecen La Paz y El Alto, están agotados en más de un 80% y se estima que dentro de quince años La Paz y El Alto ya no tendrán agua... y sin embargo, esto es algo que nunca se trató, nunca se discutió un hecho de tal magnitud que puede hacer que la lucha de clases en Bolivia, tal como la conocimos, se modifique sustancialmente, por ejemplo haciendo que el tan controvertido traslado de la capital a Sucre se imponga como algo "natural", porque se acabe el agua en La Paz. Estamos entrando a un período de ese tipo y el problema es que casi no se habla de eso, mientras que en los ambientes revolucionarios se sigue discutiendo de cosas que en este momento resultan minucias, cuestiones completamente mezquinas en com-
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paración con los desafíos a los que estamos enfrentados.
Límites inmanentes del capitalismo Para seguir con la cuestión de los límites del capitalismo, quiero llamar la atención sobre una cita de Marx, inmediatamente anterior a la ya citada: "La producción capitalista aspira constantemente a superar estos límites inmanentes a ella, pero solo puede superarlos recurriendo a medios que vuelven a levantar ante ella estos mismos límites todavía con mayor fuerza".[2] Esta indicación nos introduce al análisis y a la discusión de los medios a los que se recurrió, durante los últimos treinta años, para superar los límites inmanentes del capital. Esos medios han sido, en primer lugar, todo el proceso de liberalización de las
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finanzas, del comercio y de la inversión, todo el proceso de destrucción de las relaciones políticas surgidas a raíz de la crisis del 29 y de los años treinta, después de la Segunda Guerra Mundial y de las guerras de de liberación nacional... Todas esas relaciones, que expresaban la dominación del capital pero representaban al mismo tiempo formas de control parcial del mismo capital, fueron destrozadas y, por algún tiempo, al capital le pareció que con esto se superaban los límites puestos a su actuación. La segunda forma que se eligió para superar esos límites inmanentes del capital ha sido recurrir, en una escala sin precedentes, a la creación de capital ficticio y de medios de crédito para ampliar una demanda insuficiente en el centro del sistema. Y la tercera forma, la más importante históricamente para el capital, ha sido la reincorporación, en cuanto elemento pleno del sistema capitalista mundial, de la Unión Soviética y sus "satélites", y de China. Sólo en el marco de las resultantes de estos tres procesos es posible captar la amplitud y la novedad de la crisis que se inicia.
Liberalización, mercado mundial, competencia… Comencemos por interrogarnos sobre qué ha significado la liberalización y la desregulación llevadas a cabo a escala mundial, con la incorporación del antiguo "campo" soviético y la incorporación y modificación de las relaciones de producción en China... El proceso de liberalización y desreglamentación ha significado el desmantelamiento de los pocos elementos regulatorios que se habían construido en el marco internacional al salir de la Segunda Guerra Mundial, para entrar en un capitalismo totalmente desreglamen-
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tado. Y no sólo desreglamentado, sino también un capitalismo que ha creado realmente el mercado mundial en el pleno sentido del término, convirtiendo en realidad lo que era en Marx una intuición o anticipación. Puede ser útil precisar el concepto de mercado mundial e ir tal vez más allá de la palabra mercado. Se trata de la creación de un espacio libre de restricciones para las operaciones del capital, para producir y realizar plusvalía tomando este espacio como base y proceso de centralización de ganancias a escala verdaderamente internacional. Ese espacio abierto, no homogéneo pero con una reducción drástica de todos los obstáculos a la movilidad del capital, esa posibilidad para el capital de organizar a escala universal el ciclo de valorización, está acompañada por una situación que permite poner en competencia entre sí a los trabajadores de todos los países. Es decir, se sustenta en el hecho que el ejército industrial de reserva es realmente mundial y que es el capital como un todo el que rige los flujos de integración o de repulsión, en las formas estudiadas por Marx. Este es entonces el marco general de un proceso de "producción para la producción" en condiciones en que la posibilidad para la humanidad y las masas del mundo de acceder a esa producción es totalmente limitada... y por lo tanto, el cierre exitoso del ciclo de valorización del capital, para el capital en su conjunto, y para cada capital en particular, se hace cada vez más difícil. Y por eso se incrementan y se hacen más determinantes en el mercado mundial "las leyes ciegas de la competencia". Los bancos centrales y los gobiernos pueden proclamar que acordarán entre sí y colaborarán para impedir la crisis, pero no creo que se pueda introducir la cooperación en el espacio mundial convertido en escenario de una tremenda competencia entre capitales. Y ahora, la competencia entre capitales va mucho más allá de las relaciones entre los
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capitales de las partes más antiguas y más desarrolladas del sistema mundial con los sectores menos desarrollados desde el punto de vista capitalista. Porque bajo formas particulares e incluso muy parasitarias, en el marco mundial se han dado procesos de centralización del capital por fuera del marco tradicional de los centros imperialistas: en relación con ellos, pero en condiciones que también introducen algo totalmente nuevo en el marco mundial. Durante los últimos quince años, y en particular durante la última etapa, se han desarrollado, en determinados puntos del sistema, grupos industriales capaces de integrarse como socios de pleno derecho en los oligopolios mundiales. Tanto en la India como en China se han conformado verdaderos y fuertes grupos económicos capitalistas. Y en el plano financiero, como expresión del rentismo y del parasitismo puro, los llamados Fondos Soberanos se han convertido en importantes puntos de centralización del capital bajo la forma dinero, que no son meros satélites de los Estados Unidos, tienen estrategias y dinámicas propias y modifican de muchas maneras las relaciones geopolíticas de los puntos clave en que la vida del capital se hace y se hará. Por eso, otro elemento a tener en cuenta es que esta crisis tiene como otra de sus dimensiones la de marcar el fin de la etapa en que los Estados Unidos pudieron actuar como potencia mundial sin parangón... En mi opinión, hemos salido del momento que analizara Mézáros en su libro de 2001, y los Estados Unidos serán sometidos a prueba: en un plazo temporal muy corto, todas sus relaciones mundiales se han modificado y deberá, en el mejor de los casos, renegociar y reordenar todas sus relaciones en base al hecho de que deberán compartir el poder. Y esto, por supuesto, es algo que nunca se produjo de forma pacífica en la historia del capital... Entonces, primer elemento: uno
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de los métodos elegidos por el capital para superar sus límites se ha transformado en fuente de nuevas tensiones, conflictos y contradicciones, indicando que una nueva etapa histórica se abrirá paso a través de esta crisis.
Creación incontrolada de capital ficticio El segundo medio utilizado para superar los limites para el capital de las economías centrales fue que todas ellas recurrieron a la creación de formas totalmente artificiales de ampliación de la demanda efectiva, las que, sumándose a otras formas de creación de capital ficticio, generaron las condiciones para la crisis financiera que se está desarrollando hoy. En el artículo que los compañeros de Herramienta (www.herramienta.com.ar) tuvieron la gentileza de traducir al castellano y publicar, [3] abordé con cierto detenimiento esta cuestión del capital ficticio y los nuevos procesos que se han dado dentro del proceso mismo de acumulación de capital ficticio. Para Marx, el capital ficticio es la acumulación de títulos que son "sombra de inversiones" ya hechas pero que, como títulos de bonos y de acciones aparecen con el aspecto de capital a sus poseedores. No lo son para el sistema como un todo, para el proceso de acumulación, pero sí lo son para sus poseedores y, en condiciones normales de cierre de los procesos de valorización del capital, rinden a sus poseedores dividendos e intereses. Pero su carácter ficticio se revela en situaciones de crisis. Cuando sobrevienen crisis de sobreproducción, quiebra de empresas, etcétera, se advierte que ese capital no existía... por eso también puede leerse a veces en los periódicos que tal o cual cantidad de capital "desapareció" en algún sacudón bursátil: esas sumas nunca
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habían existido como capital propiamente dicho, a pesar de que, para los poseedores de esas acciones, representaban títulos que daban derecho a dividendos e intereses, a percibir ganancias… Por supuesto, uno de los grandes problemas de hoy es que en muchísimos países los sistemas de jubilación están basados en capital ficticio, con pretensiones de participación en los resultados de una producción capitalista que puede desaparecer en momentos de crisis. Toda la etapa de la liberalización y globalización financiera de los años 80 y 90 estuvo basada en acumulación de capital ficticio, sobre todo en manos de Fondos de inversión, Fondos de pensiones, Fondos financieros... Y la gran novedad desde finales o mediados de los años 90 y a todo lo largo de los años 2000 fue, en los Estados Unidos y en Gran Bretaña en particular, el empuje extraordinario que se dio a la creación de capital ficticio en la forma de crédito. De crédito a empresas, pero también y sobre todo de créditos a los hogares, créditos al consumo y más que nada créditos hipotecarios. Y eso hizo dar un salto en la masa de capital ficticio creado, originando formas aún más agudas de vulnerabilidad y fragilidad, incluso frente a choques menores, incluso frente a episodios absolutamente predecibles. Por ejemplo, en base a todo lo estudiado anteriormente, se sabía que un boom inmobiliario se termina, que inexorablemente hay un momento en el que, por procesos internos muy bien estudiados, se acaba; y si puede ser relativamente comprensible que en el mercado accionario existiera la ilusión de que no había límites para la suba en el precio de las acciones, en base a toda la historia previa se sabía que eso no podía ocurrir en el sector inmobiliario: cuando se trata de edificios y casas es inevitable que llegue el momento en que el boom acaba. Pero se colocaron en tal situación de dependencia que ese acontecimiento completamente
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normal y previsible se transformó en una crisis tremenda. Porque a todo lo que ya dije, se añadió el hecho de que durante los dos últimos años los préstamos se hacían a hogares que no tenían la menor posibilidad de pagar. Y además, todo eso se combino con las nuevas "técnicas" financieras que traté de explicar con un grado aceptable de vulgarización en mi artículo de Herramienta, permitiéndose así que los bancos vendieran bonos en condiciones tales que nadie podía saber exactamente qué estaba comprando… hasta el fuerte estallido de los "subprime", en 2007. Ahora están en el proceso de desmontaje de ese proceso. Pero dentro de ese desmontaje hay procesos de concentración del capital financiero. Cuando el Bank of America compra Merrill Lynch, estamos ante un proceso de concentración clásico. Y vemos además estos procesos de estatización de las deudas, que implican la creación inmediata de más capital ficticio. La Reserva Federal de los Estados Unidos crea más capital ficticio para mantener la ilusión de un valor del capital que está a punto de derrumbarse, con la perspectiva de tener en algún momento dado la posibilidad de aumentar fuertemente la presión fiscal, pero en realidad no puede hacerlo porque eso significaría el congelamiento del mercado interno y la aceleración de la crisis en tanto crisis real. Asistimos, pues, a una fuga hacia adelante que no resuelve nada. Dentro de ese proceso existe también el avance de los Fondos Soberanos que buscan modificar la repartición intercapitalista de los flujos financieros a favor de los sectores rentistas que han acumulado estos fondos. Y esto es un factor de perturbación aun mayor en el proceso. Quiero recordar, para terminar con este punto, que ese déficit comercial de 5 puntos del PBI es lo que ha conferido a los Estados Unidos la particularidad de ese lugar clave para la concreción del ciclo del capital en el momento de realización de la plusvalía,
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para el proceso capitalista en su conjunto. Enfrentados ahora a una casi inevitable retracción económica, se plantea como el gran interrogante si, en un corto lapso, la demanda interna china podrá pasar a ser el lugar que garantice ese momento de realización de la plusvalía que se daba en los Estados Unidos. La amplitud de la intervención del Tesoro es muy fuerte y logró que la contracción de la actividad en los Estados Unidos y la caída en las importaciones haya sido hasta ahora muy limitada. El problema es saber cuánto tiempo se podrá tener como único método de política económica crear más y más liquidez... ¿Será posible que no haya límites a la creación de capital ficticio bajo la forma de liquidez para mantener el valor del capital ficticio ya existente? Me parece una hipótesis demasiado optimista, y entre los mismos economistas norteamericanos, muchos lo dudan.
¿Sobreacumulación en China? Para terminar, llegamos a la tercera manera en la cual el capital superó sus limites inmanentes, que es en definitiva la más importante de todas y plantea los interrogantes más interesantes. Me refiero a la extensión, en particular a China, de todo el sistema de relaciones sociales de producción del capitalismo. Algo que Marx mencionó en algún momento como una posibilidad, pero que sólo se hizo realidad durante los últimos años. Y se realizó en condiciones que multiplican los factores de crisis. La acumulación del capital en China se hizo en base a procesos internos, pero también en base a algo que está perfectamente documentado, pero poco comentado: el traslado de una parte importantísima del Sector II de la economía, el sector de la producción de medios de consumo, desde los Estados Unidos hacia China. Y esto tiene
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mucho que ver con el grueso de los déficits norteamericanos (el déficit comercial y el fiscal), que sólo podrían revertirse por medio de una "reindustrialización" de los Estados Unidos. Esto significa que se establecieron nuevas relaciones entre los Estados Unidos y China. No se trata ya de las relaciones de una potencia imperialista con un espacio semicolonial. Los Estados Unidos crearon relaciones de un tipo nuevo, que ahora tiene dificultades en reconocer y en asumir. En base al superávit comercial, China acumula millones y millones de dólares, que luego presta a los Estados Unidos. Una ilustración de las consecuencias que esto trae, lo tenemos con la nacionalización de esas dos entidades llamadas Fannie Mae y Freddy Mac: parece ser que la banca de China tenía el 15% de los fondos de estas entidades y le comunicó al gobierno americano que no aceptaría su desvalorización. Son relaciones internacionales de un tipo totalmente nuevo.
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Pero ¿qué ocurre en el seno mismo de China? En mi artículo en Herramienta ya citado, había una sola página sobre esto, y al final, pero de alguna manera es la cuestión más decisiva para la próxima etapa de la crisis. En China se ha dado internamente un proceso de competencia entre capitales, que se combinó con procesos de competencia entre sectores del aparato político chino, y de competencia para atraer a empresas extranjeras, todo lo cual ha resultado en un proceso de creación de inmensas capacidades de producción, además de violentar a la naturaleza en una escala grandísima: en China se concentra una sobreacumulación de capital que en un momento dado se tornará insostenible. En Europa es evidente la tendencia a una aceleración de la destrucción de capacidades productivas y de puestos de trabajo, para trasladarse al único paraíso del mundo capitalista que hoy es China. Considero que este traslado de capitales a China ha significado una reversión de procesos anteriores hacia un alza de la composición orgánica del capital. La acumulación es intensiva en medios de producción y es intensiva y muy dilapidadora de la otra parte del capital constante, es decir las materias primas. La masiva creación de capacidades de producción en el Sector I estuvo acompañada por todos los mecanismos y el empuje económico que caracteriza el crecimiento de China, pero el mercado final para sostener toda esa producción es el mercado mundial, y una retracción de éste pondrá en evidencia esa sobreacumulación de capital. Alguien como Aglietta [4] que ha estudiado específicamente esto, afirma que realmente hay sobreacumulación, hay un acelerado proceso de creación de capacidad productiva en China, un proceso que, en el momento en que se termine -y tiene que terminar- la realización de toda esa producción va a plantear problemas. Además, China es realmente un lugar decisivo, porque incluso pequeñas variaciones en su eco-
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nomía determinan la coyuntura de otros muchos países en el mundo. Fue suficiente que la demanda china de bienes de inversión cayera un poco para que Alemania perdiera exportaciones y entrara en recesión. Las "pequeñas oscilaciones" en China tienen repercusiones fuertísimas en otros lugares, como debería ser evidente para el caso de la Argentina.
Para seguir pensando y discutiendo Y vuelvo a lo que decía en el comienzo. Aunque sean comparables, las fases de esta crisis van a ser distintas a las del 29, porque en aquel entonces la crisis de sobreproducción de los Estados Unidos se verificó desde los primeros momentos. Después se profundizó, pero se supo enseguida que se estaba ante una crisis de sobreproducción. Ahora, en cambio, con diversas políticas están aplazando ese momento, pero no podrán hacerlo mucho más. Simultáneamente, y como ocurriera también con la crisis de 1929 y los años 30, aunque en condiciones y bajo formas distintas, la crisis se combinará con la necesidad, para el capitalismo, de una reorganización total de la expresión de sus relaciones de fuerzas económicas en el marco mundial, marcando el momento en el que los Estados Unidos verán que su superioridad militar es solamente un elemento, y un elemento bastante subordinado, para renegociar sus relaciones con China y otras partes del mundo. O llegará el momento en el cual dará el salto a una aventura militar de imprevisibles consecuencias. Por todo ello, concluyo que esto es mucho más que una crisis financiera, incluso si estamos por ahora en esa fase, incluso si el artículo publicado por Herramienta debió concentrarse en tratar de iluminar los enredos del capital ficticio y
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permitir entender por qué es tan difícil el desmontaje de ese capital, pero estamos ante un una crisis muchísimo más amplia. Ahora bien, tengo la impresión, por el tenor de las distintas preguntas u observaciones que se me hicieron, que muchos opinan que estoy pintando un escenario de tipo catastrofista, de derrumbe del capitalismo... En realidad, creo que estamos ante el riesgo de una catástrofe, pero no ya del capitalismo, sino de una catástrofe de la humanidad. En cierta forma, si tomamos en cuenta la crisis climática, posiblemente ya existe algo de eso... Yo opino (junto con Mészáros [5] por ejemplo, pero somos muy pocos los que damos importancia a esto) que estamos ante un peligro inminente. Lo dramático es que, por el momento, esto afecta directamente a poblaciones que no son tomadas en cuenta: lo que pueda estar pasando en Haití pareciera que no tiene la menor importancia histórica; lo que ocurre en Bangladesh no tiene peso más allá de la región afectada; tampoco lo ocurrido en Birmania, porque el control de la Junta militar impide que trascienda. Y lo mismo en China: se discuten los índices de crecimiento pero no sobre las catástrofes ambientales, porque el aparato represivo controla las informaciones sobre las mismas. Y lo peor es que esa "opinión", que está siendo constantemente construida por los medios, está interiorizada muy profundamente, incluso en muchos intelectuales de izquierda. Yo había comenzado a trabajar y a escribir sobre todo eso, pero con el comienzo de la crisis de alguna manera debí volver a ocuparme de las finanzas, aunque no lo hago con mucho gusto, porque lo esencial me parece que se juega en un plano distinto. Para terminar: el hecho de que todo esto ocurra después de esa tan larga fase, sin
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paralelo en la historia del capitalismo, de 50 años de acumulación ininterrumpida (salvo una pequeñísima ruptura en 1974/1975), así como también todo lo que los círculos capitalistas dirigentes, y en particular los bancos centrales, aprendieron de la crisis del 29, todo ello hace que la crisis avance de manera bastante lenta. Desde septiembre del año pasado, el discurso de los círculos dominantes viene sosteniendo, una y otra vez, que "lo peor ya pasó", cuando lo cierto es que, una y otra vez, "lo peor" estaba por venir. Por eso insisto en el riego de minimizar la gravedad de la situación, y sugiero que en nuestros análisis y forma de enfocar las cosas deberíamos incorporar la posibilidad, como mínimo la posibilidad, de que inadvertidamente estemos también interiorizando ese discurso de que, en definitiva "no pasa nada"... *
Exposición realizada en el encuentro organizado por la revista Herramienta el 18 de septiembre de 2008. La desgrabación y preparación para su publicación es de Aldo Casas. ** Destacado marxista, forma parte del Consejo científico de ATTAC-Francia, director de Carré Rouge, y miembro del Consejo asesor de Herramienta, con la que colabora asiduamente. [1] Carlos Marx, El capital México, FCE, 1973, Vol. III, pág. 248. [2] Idem. [3] "El fin de un ciclo. Alcance y rumbo de la crisis financiera", Publicado en Sin Muro, nº 29 de febrero 2008 [4 Michel Aglietta (1938) Profesor de Ciencias Económicas de la Universidad de Paris XNanterre. Especialista en los mecanismos de las finanzas modernas y teórico sobre la moneda. [5 István Mészáros (1930) Investigador económico húngaro. Profesor en la Universidad de Sussex (Gran Bretaña) Su último libro es: Socialismo o barbarie: del siglo americano al cruce de caminos.
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Sobre la globalización (Algunas Tesis del POR) La tendencia política que representamos las y los militantes del POR hemos dedicado tiempo y esfuerzo a comprender y debatir los nuevos procesos del capitalismo, en particular el referido a la globalización capitalista. Ya en nuestro XV Congreso reunido
en 2001 dedicamos buena parte de los debates a los problemas de la globalización. Un posterior Congreso en el año 2004 sirvió para precisar o desarrollar algunas de las Tesis. Reproducimos algunas de ellas como una aportación al debate.
1 La llamada globalización es un salto en la interdependencia económica mundial debido a la concentración extrema del capital en el seno de un reducido grupo de grandes compañías transnacionales. La comparación del crecimiento de la producción mundial y del crecimiento de la exportación de mercancías y capitales muestra algo más que una simple progresión: un salto en la división internacional capitalista del trabajo, acompañado de un giro en la orientación de la producción hacia el mercado mundial y de la política económica (neoliberalismo). Este cambio es el rasgo económico diferencial del último cuarto del siglo XX, que ha dado en llamarse globalización. La globalización no es un proceso nivelador, ni integrador ni enriquecedor, considerando desde el punto de vista de la humanidad, sino un salto también en la
desigualdad, en la marginación y en la acumulación de riqueza en un polo cada vez más reducido y de miseria para una proporción cada vez mayor de la población de todos los continentes. Como, en esencia, se trata de un proceso de centralización monopolista del capital mundial de dimensiones tan considerables que subvierte el orden establecido en interés de una minoría de propietarios, la globalización puede definirse en términos populares como una dictadura económica de 200 empresas transnacionales, concentradas en poco más de sietes países, y de dimensiones superiores a muchos Estados.
3 La globalización es un hecho decisivo a la hora de comprender la situación objetiva actual y sus perspectivas. Sin entender la llamada globalización no es posible dar una interpretación materialista de los últimos acontecimientos políticos internacionales. La explicación de
muchas décadas de la lucha de clases por el factor subjetivo (la traición de la vieja dirección) conduce a teorías idealistas y a políticas sectarias, que desarman a quienes
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militan en pro de la revolución socialista. La traición de las grandes organizaciones obreras al socialismo revolucionario y la influencia del oportunismo, hechos ciertos y de por sí dramáticos, deben relacionarse con la evolución de las relaciones de fuerza entre las clases a lo largo de muchas décadas, de la cual son una parte importante, pero ni mucho menos la única ni la históricamente decisiva: “por supuesto, las leyes de la historia son más poderosas que los aparatos burocráticos” (Trotski). Eso no niega ciertos momentos decisivos, en los cuales los movimientos revolucionarios y de masas entreabrieron la posibilidad de triunfos socialistas, y la conducta oportunista de los dirigentes reconocidos frustró la ocasión. Una primera ocasión fue la postración de la clase capitalista en casi todos los países al final de la segunda guerra mundial, con la excepción del capitalismo estadounidense que salió de la carnicería con una cuota de dominio del mundo sin precedentes históricos. Pese a las tensiones de la llamada “guerra fría”, el reparto de zonas de influencia acordado en Yalta fue capaz de contener la implicación directa de los EEUU en la reconstrucción del capitalismo europeo y la subordinación de las nuevas revoluciones a los intereses de la burocracia soviética. En las décadas siguientes, hubo momentos de crisis agudas y oportunidades revolucionarias muy notables, por ejemplo en la década de los setenta en Europa Occidental, en la de los ochenta en América Latina, a al filo de los noventa en Europa del este y la antigua URSS. En todos estos casos, la política oportunista de los mayores partidos de la clase trabajadora fue decisiva para frustrar las grandes esperanzas movilizadas. Pero este dato sólo muestra una faceta de la realidad. Otra faceta es que, bajo el
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empuje de grandes movimientos de masas, de potencialidades revolucionarias, el capitalismo todavía pudo modificarse, adaptarse a estas presiones, y sacar ventaja, incluso, para sus fracciones más agresivas. En este sentido la globalización económica no es un hecho independiente de la lucha de clases, sino su dimensión económica. Es también una evolución económica que indica que la lucha de clases todavía no ha conducido al régimen imperialista a un callejón sin salida, a una crisis revolucionaria, sino que cada una de las crisis precedentes ha debilitado sobre todo a fuerzas intermedias del orden mundial, que han sido absorbidas a barridas por el gran capital imperialista. El caso más característico es precisamente el de los países de economía planificada, que eran “Estados obreros burocráticamente deformados” (Trotski). Fue el pueblo, con la clase obrera en primera línea, quien se levantó contra la dictadura de la burocracia, y decidió la salida política en los momentos claves. Pero la acción “desde abajo” hubiese sido insuficiente sin la presión, “desde arriba”, de la globalización económica sobre los aparatos productivos cerrados, obsoletos y gestionados por una capa social conservadora y corrupta, que caracterizaban a estos Estados surgidos de la expropiación de los capitalistas. Y la caída de la dictadura burocrática, en el ambiente internacional de la globalización, no favoreció el renacer del marxismo revolucionario en Rusia y Europa oriental, sino precisamente la restauración de un capitalismo subordinado. La evolución de lo que comenzó como revolución política antiburocrática hacia una progresiva restauración del capitalismo confirma que el factor predominante, en la situación mundial y en sus perspectivas, es todavía la globalización.
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5 La globalización ha dado transitoriamente la iniciativa a la clase burguesa, pero crea condiciones objetivas para mayores crisis del capitalismo y nuevos progresos del socialismo revolucionario. La burguesía tiene hoy la iniciativa a escala internacional y en la mayoría de los países, gracias a los beneficios extraordinarios (“superbeneficios imperialistas”, los llamaba Lenin), de dimensiones colosales, realizados por las mayores empresas transnacionales en el proceso de la globalización, en el cual han arrinconado, arruinado o absorbido a las otras formas de producción, familiar, pequeña y mediana, gran empresa nacional, empresa pública o incluso empresa “socialista” de la economía planificada, y han abatido muchas de las conquistas que protegían a la población trabajadora y a los países más débiles frente al monopolio mundial de los grandes capitales imperialistas. Las consecuencias políticas revolucionarias que hubiese podido tener, hablando en general, esta agresiva política contra los derechos obreros, la independencia de los pueblos y las conquistas históricas del socialismo, han podido ser neutralizadas a través de la distribución selectiva de una parte reducida de esos superbeneficios de la globalización entre sectores minoritarios de la población, para comprar su complicidad o su neutralidad. En esta corrupción consiste “la iniciativa” o “la hegemonía” actual de la clase capitalista. Aunque esta situación todavía puede prolongarse, no nos debe ocultar la tendencia que actúa en un sentido contrario sobre la base misma del sistema. La globalización, al agravar las contradicciones del sistema, debilitar a las fracciones intermedias, subvertir el orden establecido desde 1945, suprimir todos los artificios y colchonetas que el capitalismo reformista de la posguerra había dispuesto para atenuar y ralentizar los efectos de las crisis, bajo la presión
del movimiento obrero, está haciendo mucho más inestable y quebradizo al sistema, cavando más honda su tumba. De la escalada de los superbeneficios imperialistas actuales, a costa de ahondar el foso entre los países y las clases, se puede concluir: Más dura será la caída. No por ello hay que confundir las crisis momentáneas, que sólo indican cambios de ciclo del proceso productivo en su conjunto, con la crisis revolucionaria. La espera de una “crisis final”, sobre todo una “crisis económica final” no tiene fundamento científico. Podemos sólo prever que, probablemente, las próximas crisis cíclicas, por su virulencia y su rapidez, multiplicadas a través de la globalización y de sus políticas “neoliberales”, serán mucho más profundas y más cargadas de consecuencias políticas. Una crisis revolucionaria mundial es otra cosa: hace falta una quiebra de la unidad de la clase capitalista, un enfrentamiento entre unos y otros grupos de capitalistas, en forma de guerras comerciales, choques políticos graves o hasta guerras, que liquiden el orden mundial y abran las brechas por las cuales el movimiento reivindicativo de las masas se transforme en movimiento revolucionario. Tiene que producirse también una caída profunda del nivel de vida del pueblo trabajador, tan profunda que evapore sus ilusiones y le empuje a actuar con energía y heroísmo. Lenin recalcó estas condiciones, insistiendo en la idea de que nunca basta “que los de abajo no quieran” seguir soportando las penalidades; hace falta también que “los de arriba no puedan” mantener su dominación con los recursos ordinarios (represión, mentiras, corrupción de líderes políticos y sindicales, limosnas y paños calientes, etc.).
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6 El curso de los acontecimientos de las últimas décadas no cuestiona el marxismo, sino el conocimiento del marxismo por las y los revolucionarios. El marxismo ha demostrado ser, de todas las escuelas de pensamiento, la que mejor explica la realidad social existente y la que más eficazmente orienta la acción consciente de las y los revolucionarios. El marxismo nos dice que la globalización, aunque ha dado transitoriamente a la burguesía la iniciativa, está desplegando contradicciones capaces de hundir el orden mundial y de engendrar movimientos revolucionarios a favor del socialismo, es decir, contradicciones que operan a favor de un orden social y mundial basado en la propiedad colectiva, la gestión democrática y el disfrute solidario de los principales medios de producción. Quien ve la crisis actual de marxismo como incapacidad del marxismo para interpretar la realidad y fundamentar una militancia eficaz, es que confunde el marxismo con alguno de sus subproductos, vinculados al oportunismo o al sectarismo. En efecto, el “marxismo” de la escuela estalinista, que ya era, como el cristianismo del Vaticano, un dogma destinado a la santificación de una burocracia reaccionaria, no podía explicar de modo materialista la situación actual ni resistir las fanfarronadas ideológicas de los partidarios del sistema capitalista. Lo mismo puede decirse del “marxismo” de los socialdemócratas que se basaba en la convicción de una transformación gradual, a base de leyes, decretos y actos administrativos, del capitalismo “social” en socialismo. La posición de los partidos “socialistas” y “comunistas”, y más concretamente sus vínculos con la democracia burguesa y la
burocracia soviética, no permitían un estudio y un desarrollo del marxismo vivo, pese a los indiscutibles esfuerzos que emprendieron muchísimos de sus cuadros y de sus intelectuales. Nuestro caso, el de los trotsquistas es distinto. Partiendo de raíces más solventes, las de la resistencia de la vieja guardia comunista a la usurpación estalinista, adoleció de su posición marginal respecto a las grandes organizaciones de la clase obrera, una posición proclive a la sustitución del enfoque materialista por un idealismo revolucionario no del todo marxista. Pero lo cierto es que el marxismo de la segunda mitad del siglo XX, bajo la influencia de la escuela estalinista que pretendía construir “el socialismo completo” en países aislados y por medios burocráticos, y con el sólo contrapeso de organizaciones trotsquistas poco enraizadas en la clase trabajadora, ha caído en el idealismo y no es raro que sus últimas manifestaciones sean la reducción del comunismo a “una utopía necesaria” y la teoría de que la única condición que falta para el triunfo del socialismo en el mundo es “una nueva dirección”, es decir dos teorías profundamente idealistas, incompatibles con el estudio y el desarrollo del marxismo. Por el contrario, el estudio materialista de la realidad actual y la asimilación del marxismo en relación con la actividad política práctica, es una tarea imprescindible para el desarrollo de un movimiento revolucionario socialista.
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¿Por qué es tan difícil entender lo que pasa en IU? Carlos Girbau Los días 15 y 16 de noviembre se reunirá una decisiva Asamblea de Izquierda Unida en la que está en juego su futuro. Este artículo presenta las razones de los distintos enfrentamientos políticos que suceden en su interior.
Izquierda Unida ha jugado un importante papel en el agrupamiento a lo largo de los últimos 4 lustros de los sectores más determinantes de la izquierda transformadora en el Estado. A pesar de sus crisis y disputas sigue apareciendo como el único espacio con potencialidad suficiente como para marcar por la izquierda la política en España. Su próxima IX asamblea federal va a ser de nuevo una cita importante. La organización llega a la misma cansada y muy dividida. Los cambios en su seno son obligados. Del signo de los mismos depende el futuro próximo de la parte determinante de la vanguardia. En estas condiciones, acercarse a su vida, incluso a sus conflictos no es nunca un esfuerzo baladí
LAS APARIENCIAS ENGAÑAN Marx o Darwin, entre otros, ya señalaron que si las cosas fueran lo que parecen poco tendría la ciencia que rascar. Las cosas “también” son lo que parecen, pero no “sólo” y, a veces, lo que se muestra es únicamente un aspecto tan parcial que lejos
de ayudarnos a entender el fenómeno en cuestión nos confunde. El asunto que nos ocupa es precisamente de ese tipo. Tiene una forma que es sólo una parte de lo que está en juego, pero que pesa tanto que llega a tapar la razón profunda y última de los conflictos. De ahí que tienda a desquiciarlos y a desquiciar aún más a quién intenta entenderlos. La primera apariencia del conflicto en IU es el de una lucha por el “control del aparato1”, por “el poder2”. 1. ¿Qué es el aparato? el conjunto de recursos técnicos (personal, sede...), económicos (cuotas, subvenciones...) y de representación (cargos electos) con lo que cuenta una organización política. Hoy en día, la parte más importante de todos esos recursos dependen de financiación pública. 2. ¿Existe poder en IU? No. Poder es lo que tiene Botín y el resto de grandes empresarios. Lo que hay en IU son deudas y cierta representación social e institucional. El único “poder” que hay, es el de representación de gentes a través del voto y de cargo institucional que ello apareja. O sea, muy poca cosa en el terreno del poder real, pero muy útil si es bien usada en el campo de la lucha entre las clases. De ahí el empeño de todas las corrientes por tener su control.
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En IU hay básicamente dos aparatos: el del PCE y el de IU propiamente dicha. El primero lo constituye esencialmente lo que queda de lo que el PCE forjó en la lucha contra la dictadura y en la transición. Ese aparato, muy dependiente, como el de IU, del Estado, es propio de ese partido, por lo tanto, autónomo de IU y jamás se ha integrado o disuelto al 100% en la misma. Por su parte, el aparato de Izquierda Unida surgido tras su nacimiento electoral engloba todo su cuerpo institucional, la gestión de “las cosas de la casa” y una parte del propio aparato del PCE. La refriega constante entre esas fuerzas domina la vida de IU. Lo que se traduce en una interminable retahíla de agravios, impugnaciones de delegados, cambios de estatutos y normas... En este marco, las crisis de dirección son constantes. Las consecuencias más evidentes de esta situación son que la organización sólo vive hacia el interior, minando gente y confianzas, que los afiliados de a pie pierden la ilusión, nuestro aislamiento respecto a la sociedad que queremos representar crece, y que nuestra base votante se desorienta. En estas condiciones la vida en IU es como una guerra sin fin que, al igual que en la novela de Orwell “1984”, se mueve a través de frecuentes cambios de aliados gracias a los cuales los enemigos de antaño son los amigos hoy y, aparentemente y por la mismas razones, volverán a ser enemigos mañana.
ORÍGENES Y TRADICIONES Poco o casi nada queda de las corrientes que alumbraron IU. No se trata únicamente de que el impulso inicial esté agotado, sino de que incluso las gentes que la fundaron se han ido o se han disuelto en su actual realidad. IU es muy plural ideológi-
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camente, pero esa pluralidad no niega que la mayoría aplastante de sus cuadros son o fueron del PCE o de algunas de sus diversas fracciones y ello, marca impronta. Durante generaciones la escuela de mayor éxito en el seno del movimiento obrero consideró que el papel último de las fuerzas de los trabajadores en todo el mundo era someterse a la política y la diplomacia de la URSS. Durante más de 60 años, los partidos comunistas construidos a imagen y semejanza de Moscú se criaron en una idea que tenía su razón de ser en el descomunal aparato de Estado creado por la burocracia soviética. Dicha idea venía, en resumidas cuentas, a decir que quién controlara el aparato (del Estado, del partido…) era el que podía desarrollar la política. Los monstruosos aparatos estalinistas3 funcionaron así durante decenios. Esta forma tan unilateral de proceder implica la máxima desconfianza en toda política que no parta para su sostenimiento de una posición previa en el aparato. En esta lógica, la base electoral o la militancia sólo es considerada útil como apoyo a una parte u otra del aparato; o sea, no constituye un sujeto político propio, sino uno que sólo se entiende como supeditado a tal o cual parte de ese aparato. 3. El estalinismo es algo más que el simple apoyo a Stalin. De hecho, buena parte de los partidos comunistas fueron en los años posteriores a su muerte marcando distancias con él. Estalinismo es una corriente de pensamiento que asociada a la política de coexistencia pacífica que se desarrolló tras la II Guerra Mundial, supedita el movimiento obrero al aparato burocrático que entonces existía en Moscú y a su política. Para el marxismo revolucionario, esta posición política que confió más en el aparato de Estado de la URSS que en la clase obrera para defender el socialismo, ha sido siempre considerada como una revisión pequeño burguesa del marxismo.
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En los últimos 25 años, la enorme dificultad de la clase obrera para abrirse camino en una situación en que la burguesía mantiene la iniciativa política, sumada a la crisis del estalinismo y la combinación de ambas cosas con una alta dependencia de la política del Estado burgués y sus órganos (parlamentos y ayuntamientos) han trabajado a favor de reforzar la idea de que “todo pasa por el aparato”.
LA FORMA La prueba más evidente de ese esfuerzo para que “todo pase por el aparato” es que en IU hasta la lucha ideológica se desarrolla en esa clave. El proceso de preparación de la IX asamblea ha alumbrado 3 documentos4, que si bien no agotan la pluralidad interna, han servido para escenificar las divisiones del aparato. Todo el mundo puede ver como cuanto mayor es el empeño por definir el marco ideológico mayor número de gente de IU se queda fuera del mismo. Es decir, más se azuza,
4. IU Abierta que representa a los seguidores de G. Llamazares y a federaciones como Asturias o País Vasco. IU Tiene Futuro que cuenta con el aval de la Federación de Madrid, EUA o Aragón. IU Anticapitalista que básicamente engloba al PCE. IU Anticapitalista y soberana que impulsa la CUT de Andalucía. Dentro de este marco de documentos existe también el elaborado por el grupo madrileño En construcción. Los 4 primeros aportan medidas políticas y también organizativas, si bien las primeras dominan abiertamente sobre las segundas. Por el contrario, en el caso de En construcción que se presenta como alternativa a las familias y espacio de colaboración transversal, es significativo que lo único que resalte de sus escritos sean sus propuestas técnicas o de régimen. Dicho de otra manera, intentando escapar del “bocadillo” de los aparatos, en realidad en construcción no es capaz de formular otra cosa que una propuesta más en ese campo.
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objetivamente, la división. Ese hecho a su vez provoca el efecto perverso de un cierto rechazo al debate ideológico. El rechazo de ciertos sectores de IU a considerar como expresiones propias y legítimas de la izquierda transformadora lo que en IU hoy existe (por no hablar de lo que queda fuera de ella), poco importa que ese hecho se llame nacionalismo, ecologismo o socialismo nos incapacita en muchas ocasiones para la acción política común. Superar ese mal depende de nuestra capacidad para construir una propuesta práctica con ideología, que no ideológica, que abarque todo ese orbe. La asamblea federal debe dar pasos hacia ello. Volviendo a los 3 documentos principales señalaremos que los compañeros de Murcia, pero también de otras federaciones, han hecho un estudio comparativo de los mismos demostrando que sus coincidencias llegan a un 96%. A pesar de ello la división es más dura que nunca5. Ese hecho nos podría llevar a la conclusión de que efectivamente como señalábamos al principio, la lucha en IU es sólo por el poder, por el aparato. Sin embargo no es así. Descrita antes la forma de esta pelea, descritos sus orígenes históricos y sus efectos, debemos ahora centrarnos en el verdadero fondo de la misma: ¿qué alimenta y qué vuelve tan virulenta esta lucha? En una organización política la gasolina al fuego sólo se la puede echar la política. No hay otra cosa que mueva más y más profundamente las conciencias. En otras palabras, detrás, tapada por una brutal lucha entre aparatos que se viste con los ropajes de las normas, usos y reglamentos, en definitiva, de la adminis5. Denuncia de los censos de IU ante los juzgados y votaciones enfrentadas de listas a muchísimos niveles, puede que incluso en la propia Asamblea Federal.
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tración de las cosas, se esconde una no menos dura batalla política.
POLITICA El fondo de esa batalla POLÍTICA, lo que de verdad está en juego en la próxima asamblea Federal de IU es ver si Izquierda Unida puede jugar un papel positivo, agrupador de la izquierda transformadora en todo el Estado español, o bien si únicamente puede ser un apéndice en la reconstrucción de una de sus partes, la que el PCE representa. Ese es el verdadero rostro que se esconde tras las guerras de y por el aparato. Esta batalla POLÍTICA es la gasolina que alimenta el fuego de la guerra entre aparatos, la que domina y desangra a IU. De ganar la primera opción, es decir de lograr la mayoría aquellas fracciones del aparato que para la política dependen de la existencia misma de IU, Izquierda Unida de salvará no sólo como organización, sino como posibilidad de ser el referente de la izquierda transformadora en el Estado. Si gana la segunda opción y el PCE logra la mayoría determinante en la asamblea, tal vez y por un tiempo, IU siga existiendo, pero la posibilidad de que Izquierda Unida sea el referente amplio (en lo ideológico y en la praxis) de la izquierda transformadora se alejará a favor de la recomposición del viejo partido comunista. Algo que lejos de superar las contradicciones actuales, las agudizará. La propia IU es la expresión práctica de que “el PCE de siempre” no puede material, ni ideológicamente absorber y resolver en su seno la propia realidad plural práctica e ideológica del conjunto de la izquierda existente en el Estado a la izquierda del PSOE. Esta definición, siendo la fundamental para la IX asamblea, no agota todas las
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peleas políticas y de aparato que hay en IU. De hecho, no hay dos, sino tres documentos. Por lo tanto a la pelea anterior hay que añadir la que libran entre sí las dos fracciones de la antigua mayoría federal. Como tal es una pelea subsidiaria de la anterior, pero tiene su propio desarrollo. El fondo político de la misma está relacionado con el PCE. Más exactamente con la actitud a mantener ante ese agrupamiento. Para el sector dominante de los llamados llamazaristas6, el PCE es únicamente un lastre para IU que, o bien desaparece de su seno o queda en IU como un hecho marginal. Es decir, que hoy no sería una “corriente legítima de IU”. Por el contrario, para el sector “IU tiene futuro” el PCE es una corriente más de IU y, en consecuencia, una componente de su vida política y pluralidad. Les une que, junto a muchos otros en IU, ninguno de los dos quiere que la del PCE sea la corriente dominante. Cada paso dado en la pelea política de preparación de esta asamblea y los que se darán en la asamblea misma, responden a los hechos antes expuestos, eso sí, pasados convenientemente por el tamiz de los aparatos que hoy coexisten en IU.
¿PUEDEN CONVIVIR COSAS TAN DIFERENTES? El reto que mantiene viva a IU es precisamente el de buscar constantemente un espacio práctico común entre las diversas concepciones ideológicas de la izquierda, sus diversos balances y sectores. Es el coagulante que se aplica contra la sangría de la 6. Recordemos aquí la situación de la federación de Asturias de IU con múltiples expulsiones, listas electorales separadas, juzgados y ocupaciones de sedes o la de Valencia, cuya gestión de la última crisis acabó con la división de IU en dos y sin diputado estatal.
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guerra entre aparatos. Dicho en otras palabras, IU sólo puede existir como un movimiento socio político, plural de izquierda transformadora, ideológicamente diverso y vinculado determinantemente a la movilización y los movimientos sociales. Es decir, como un movimiento construido sobre tareas y mejoras prácticas para los oprimidos del Estado, más que como un cuerpo ideológico. Este objetivo es el que tiene que ganar puntos en la próxima asamblea a través de sus resoluciones y a través de la lucha que se desarrolla en el seno del propio aparato y sus fracciones. Superar la división en y que la próxima asamblea tenga un buen resultado, pasa por garantizar la autonomía, pluralidad e independencia del proyecto, esa es la clave de la reconstrucción de la izquierda transformadora en el Estado. Sin ganar esa batalla, que es la que nos permitirá unir a todos, incluido al PCE, no hay manera de avanzar. Lo contrario, representa más división, incluso la implosión de IU. Redes (la tendencia de IU en la que se agrupan los y las militantes del POR junto a otras/os militantes) está trabajando por
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esa perspectiva. Antaño lo hicimos apoyando los escritos de IU Abierta e IU tiene futuro y buscando, sobre bases prácticas, acuerdos de unidad que permitan relanzar a IU y, por ende, a todas sus componentes. En la próxima asamblea federal empeñaremos nuestras fuerzas en que IU salga con un único documento federal, centrado en ser una respuesta a la crisis por la izquierda y en dar solución a las cuestiones democráticas básicas que permitan un Estado federal solidario a partir del ejercicio del derecho a la libre decisión. Por último, defenderemos una dirección plural que partiendo del reconocimiento de todas las componentes de IU, se lance a trabajar por su relanzamiento. Probablemente, la asamblea no reúne bases materiales suficientes para resolver de una vez por todas el futuro de IU pero, en todo caso, sí reúne los mimbres suficientes para mandar una señal inequívoca hacia el futuro. Carlos Girbau, miembro de la Permanente Federal de IU y de la corriente REDES.