Uno de los errores más comunes a la hora de maquillarnos es subestimar la preparación previa de la piel antes de aplicar cualquier producto. Creemos equivocadamente que la piel siempre está dispuesta a recibir maquillaje y esto produce, por un lado, una opacidad del rostro maquillado y, por otra
parte, un envejecimiento prematuro de la piel.