AC 09 ALONSO - PALMAROLA

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CUANDO LA ARQUITECTURA / 09/ ENCUENTRA LA CIUDAD

¿POR QUÉ UN ARQUITECTO DEBE VESTIRSE BIEN?

PEDRO IGNACIO ALONSO HUGO PALMAROLA

Imagen de modelo de sastrería, desde internet, autor desconocido.


¿POR QUE UN ARQUITECTO DEBE VESTIRSE BIEN? Pedro Ignacio Alonso – Hugo Palmarola

Este texto toma su titulo de un libro que compila escritos realizados entre 1908 y 1924 por el arquitecto austriaco Adolf Loos, dos de los cuales presentamos a continuación por su elocuencia en abrir una discusión - aun pertinente hoy en día- sobre el diseño de vestuario. En ellos, el autor muestra que las maneras de vestir, y la moda -lejos de ser algo superfluoreflejan la cultura de las naciones, no solo en los trajes, zapatos, o sombreros, sino también en las formas como estos se diseñan y producen, incluyendo sus materiales, sus los ciclos de uso, y su obsolescencia. Así, en su Elogio al Presente (texto que en realidad es un elogio a la modernidad), Loos desarrolla temas que conectan vestuario y arquitectura como disciplinas proyectuales en torno a atributos esenciales de higiene, comodidad, ausencia ornamentación, y un sentido de estandarización. Cuando reviso los últimos mil años de historia -dice Loos- y me pregunto en qué época me hubiera gustado vivir, me respondo de inmediato, aquí y ahora: “…en ningún otro momento uno se podría haber vestido de manera más practica y mejor que como hoy en día.”1 A través de los usos y formas observadas en distintas naciones y tiempos, Loos utiliza la ropa como objeto capaz de resumir en su diseño la cultura en un sentido amplio. En una conversación reciente, el diseñador de vestuario Sergio Arias2 se refería a su percepción de los efectos del cambio climático en la moda. Explicaba que debido a los cambios en el clima ya no sería posible distinguir con claridad las estaciones. Con ello, habría perdido sentido seguir pensando en términos de temporadas Otoño/Invierno o Primavera/Verano. Vemos, con Loos, la sensibilidad del vestuario a las transformaciones, ya sean sociales, culturales o climáticas. En definitiva, la conexión ineludible de las formas de vestir con las condiciones del presente. En su libro Heat, George Monbiot cuenta que durante una conferencia sobre cambio climático –donde explicaba la necesidad de reducir en un 80% la emisión de gases de efecto invernadero– un asistente le pregunto cómo luciría el país (refiriéndose a Inglaterra) en semejante escenario futuro. La respuesta, que vino de otro de los asistentes a la conferencia, fue que va a parecer un país muy pobre del tercer mundo, y la ropa, uno podría agregar, va a reflejar esta condición: el mundo entero vistiendo como personas pobres del tercer mundo. Esto no es necesariamente negativo. Fue Loos, precisamente, quien elogio la pobreza como un sentido de austeridad y elegancia propia de la ausencia de ornamentos. Los vagabundos, decía, no importa cuán pobres, siempre han sido en un sentido visual objetivo, estéticos - a diferencia de Luis XIV que nunca lo fue.3 Sin duda la pregunta por vestirse bien supone un cuestionamiento ético. El mismo elaborado por Loos en Ornamento y Delito: ¿Qué significa, en última instancia, vestirse bien? Luis XIV, a diferencia de un vagabundo, 1 Adolf Loos, Praise for the present (1908), en: “Why a man should be well-dressed” (Metroverlag, 2013), p. 14 2 Diseñador de vestuario y Sastre invitado a la sesión homónima que presenta este texto. 3 Adolf Loos, Praise for the present (1908), en: “Why a man should be well-dressed” (Metroverlag, 2013), p. 14

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no solo se vestía mal, su abuso de ornamentos lo volvían un delincuente. En la discusión propuesta por Loos, lo ético está resuelto como un problema estético. Vestir bien no significa vestir como un rey. Atendiendo a las condiciones de un presente ominoso, hasta el más desposeído de los vagabundos lleva encima algún diseño, y algún material, una prenda compuesta de patrones, y de medidas y uniones. En definitiva, lleva consigo una estructura de resuena abiertamente con su tiempo y su contexto, y refleja de paso una idea de arquitectura.

ELOGIO DEL PRESENTE Adolf Loos, 1908.

Cuando reviso los últimos mil de años de historia y me pregunto en qué época me hubiese gustado vivir, sin duda alguna diría que aquí y ahora. Oh, estoy seguro de que siempre ha habido un cierto entusiasmo por la vida. Cada era debe haber tenido sus ventajas. Es completamente posible que uno viviera más feliz en aquellos tiempos que hoy. Pero durante ningún otro momento podría uno haberse vestido de manera más agradable, buena y práctica que hoy. La idea de tener que cubrirme cada mañana con una toga y tener ese ropaje colgando alrededor de mi todo el día –todo el día, ¡por favor!- en los mismos pliegues, ese solo pensamiento es suficiente para llevarme al suicidio. Me gusta caminar, caminar, caminar y si, por capricho, me decidiera a correr tras un tranvía en movimiento, la toga saldría seguramente volando independiente de mi. Los romanos nunca caminaron. Ellos solo descansaban. Y si bien debo envolverme en una toalla después de un baño, es cierto que estará en otra parte a los cinco minutos. Simplemente no tengo los nervios para ese tipo de molestias.

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Sin embargo, el Cinquecento, el Renacimiento italiano del siglo 16, es un tiempo muy atractivo. Pero, al adornándome a mí mismo en sedas y satines iba a terminar pareciendo un bufón de feria. No, gracias. Sólo tengo elogios para mi ropa. Que es en realidad el atuendo humano más antiguo. Los materiales son los mismos que los de la capa que Woden, el mítico líder nórdico de la caza silvestre, llevaba. Los sastres teatrales la representan roja o azul, pero lo más probable es que fuese una manta escocesa. Porque incluso en aquellos tiempos habían ovejas negras y, su lana mezclada con la de las ovejas blancas producía los primeros tejidos sal y pimienta. Es el vestido primitivo de la humanidad. ¿Qué viajero a lo largo y ancho de los continentes no ha experimentado la gran decepción cuando se da cuenta de que ha sido engañado respecto a los trajes pintorescos? Los vagabundos en Tigris, Chicago, en China y en Ciudad del Cabo están todos vestidos de manera similar a los de casa. Incluso el mendigo en los días de Semiramis vestía el mismo uniforme que su homólogo contemporáneo en Posemukel (Hicksville). Es el vestido primitivo de la humanidad. Nuestros viejos pantalones pueden, independientemente de la época y de la zona del globo, cubrir la desnudez del mendigo sin añadir una nota extraña al tiempo o el paisaje. Este vestido no es algo moderno. Siempre ha estado con nosotros, nos ha acompañado a lo largo de los milenios. Muchas grandes figuras históricas los despreciaron, convirtiéndolos en el centro de chistes estúpidos y paseos deshumanizantes. Pero un empobrecido vagabundo, siempre han sido en un sentido visual objetivo, estético - a diferencia de Luis XIV que nunca lo fue. Quisiera, sin embargo, enfatizar, estético solo para el ojo, no para la nariz. Es el vestido primitivo. No es una invención. No evolucionó. Siempre ha estado con nosotros, incluso en el nacimiento de la especie humana. De la madre se levantó, y se ha mantenido. Es el vestido de aquellos ricos de espíritu. Es el vestido de los autosuficientes. Es el atuendo de las personas cuya individualidad es tan fuerte que no necesitan expresarla con la ayuda de colores chillones, plumas o elaborados modos de vestir. Pobre del pintor expresando su individualidad vestido de satín, al que el artista en él se ha resignado en la desesperación. Cuando los ingleses se encargaron a si mismos gobernar el mundo, se liberaron de la imitación de los trajes ridículos a los cuales habían sido condenados por otras naciones, e impusieron el vestido primitivo alrededor del mundo. La nación de Bacon y Guillermo el Grande, el Cisne de Avon, había conservado fielmente los tejidos a lo largo de los milenios. La forma se volvió una sola, el uniforme, en el cual la personalidad individual puede ocultar mejor sus riquezas. Este se convirtió en su máscara.

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Es el atuendo del inglés. Es el vestido de una nación que, de todas las naciones, cuenta con las personalidades más fuertes entre su población. Una nación donde el individuo rudo y sin medios, el vagabundo, no está encerrado o puesto en una casa de trabajo. Ellos representan la voluntad y el interés. Se trata de un lugar donde el trabajo no es una desgracia, aún menos un honor y donde cada uno puede optar por el trabajo, o no - donde cada uno puede ir por la vida de acuerdo a su propia voluntad. El vagabundo es la expresión heroica de una fuerte individualidad. No hay nada heroico en tener dinero y no trabajar, pero cualquier persona sin dinero que va por la vida sin un empleo remunerado es un héroe. Los alemanes, sin embargo, se resistieron. A pesar de que es cierto que Goethe fue el primero en aceptar claramente el vestido inglés, y la característica más definitoria del joven Werther es su atuendo. Pero los alemanes todavía no están convencidos. Aún expresan su individualidad a través de estilos extraños e inusuales creaciones de vestuario y a través de las corbatas más aventureras. Por dentro son todos iguales. Cada uno va a una producción de “Tristán” un día y a un show de vodevil el siguiente, fuma cinco cigarros al día, bocanadas de lugares comunes, gastados en las mismas situaciones (para corroborarlo bastaría solo con preguntarle a una prostituta), bebe el mismo número de cervezas para fomentar la somnolencia y, después de la medianoche, comienza a contar chistes clichés hasta que finalmente se desliza en la cama junto a su (ojala) dormida esposa. Por eso es necesario para él mostrar una apariencia de individualidad a través de su atuendo y desprecia la uniformidad del inglés, quien, por otro lado, o bebe hasta morir o nunca ha dejado que una gota de alcohol toque sus labios. Para algunos, el teatro - sí, incluso Shakespeare - es un pecado mortal, para otros es la esencia misma de la existencia. Hay quienes una vez que tuvieron éxito en la paternidad pierden todo interés en sexo, mientras otros – en una tendencia que pudo ser observada allí mucho antes de Sade - son adictos al más vil de los vicios. Pero aun así todos se visten igual. El inglés va a comprar una corbata: “Dame una por este precio y para esta ocasión y otra por este precio y esta otra ocasión”. El alemán va a comprar una corbata. Pero alto, nos estamos adelantando a los hechos. Primero le ha preguntado a todos sus conocidos dónde compraron las suyas. Luego recorre las calles por días, observando las vitrinas de las tiendas. Finalmente, lleva a un amigo consigo para que le ayude a elegir. Entonces, alegremente hace su contribución de dos Marcos al producto interno bruto. En ese mismo lapso de tiempo, el inglés se ha mandado a hacer un par de zapatos, o escrito un poema, o echo una fortuna en la bolsa de valores, o ha hecho feliz, o infeliz, una mujer. Allí incluso el chandala de clase baja tiene su propio pantalón, mientras que el hijo del rey desea poder recorrer la ciudad sin ser reconocido. Traducción de Felipe Aravena

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EL UNIFORME INGLÉS Adolf Loos, 1908.

Uniforme en alemán significa “una forma única”. El nuevo gobierno no debe abolir este símbolo del Viejo Estado - muy por el contrario, debe hacer todo lo posible para fortalecer y profundizar su significado. Esto corresponde a sus tendencias de socialización y nacionalización. La “forma única”, el uniforme de la “Wehrmacht” (ejército) no sólo debe mantenerse, sino incluso se expandirse. El antiguo gobierno había intentado obligar a usar una prenda militar en concreto a sus ciudadanos juramentados a las armas que no estaba en conformidad con su sentido de la comodidad o su estado de ánimo. Tampoco estaba de acuerdo a sus necesidades estéticas y, por lo tanto, tuvo poco éxito. Para ilustrar esto voy a citar una aguda editorial de “Die Muskete”4 “Pero señores, por favor consideren el hecho de que todos estamos usando la chaqueta del Emperador”. (De pie alrededor del Mayor haciendo esta evaluación estaban de diez a veinte oficiales, cada uno vistiendo algo bastante distinto). El sistema nervioso de la persona moderna se estremece ante la impertinencia de ser forzado a volver veinte, cincuenta o incluso cien años atrás. Las personas que, desde la infancia, han marchado con botas con cordones difícilmente serán capaces de marchar en pantalones de montar (con bandas elásticas para las botas) - y eso, a pesar del hecho de que el coronel tiene una fuerte aversión para las botas con cordones. (Aquí, cabe destacar que la noción del comandante del regimiento de que la transpiración inducida por el calzado debe ser obligatoria es completamente injustificada. Estas aberraciones culturales no son mencionadas en ningún reglamento de uniformes y, por lo tanto, difícilmente pueden considerarse obligatorias). Sin embargo, muchas prendas obsoletas, y por lo tanto, culturalmente adversas, culturalmente inhibidoras, fueron el resultado de exigencias creando así obstáculos innecesarios en el camino que la humanidad está destinada a tomar y robaron a los habitantes de la antigua monarquía la libertad tan libremente concedida a los recién llegados. Ellos vestían “paños de pie” en lugar de medias, correas de cintura en lugar de suspensores y así sucesivamente. Uno sólo puede lograr la uniformidad cuando ésta corresponde a la identidad de la persona que lo lleva. Es imperativo no obstaculizar el desarrollo de una persona a través de su ropa. Sin embargo, debido a los dictados de la antigua monarquía muchas personas anticuadas se encuentran todavía entre nuestros habitantes, hay que añadir: es imprescindible para el espíritu del individuo moderno. Echemos un vistazo a la chaqueta de uniforme. Los ingleses - el país donde el mayor porcentaje de gente moderna, de moda, vive - elegantemente resolvió este asunto y han adoptado esta prenda. Sin embargo, hay una diferencia entre la chaqueta del oficial y la del soldado común. 4

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Fanzine humorístico vienés de principios de siglo xx.


Esta discrepancia también desaparecerá; es sólo cuestión de tiempo. La chaqueta de los oficiales será la primera opción debido a su aspecto más moderno. La chaqueta tiene un corte que idealmente cumple las dos funciones necesarias de una chaqueta de uniforme: es práctica (por tanto corresponde con los requerimientos estéticos) y, gracias a este requisito de diseño sólo se pueden hacer en este estilo. Unilateralismo terco, dandismo, u otras formas, debido al tamaño, demasiado grande, demasiado pequeño, y así sucesivamente, se hizo por lo tanto imposible. La chaqueta está hecha como prácticamente cualquier chaqueta de civil con una solapa prorrateada. El hueso de la cadera proporciona la ubicación de la correa de cuero (superpuesta), que se define por dos botones - uno abajo y uno por encima de la superposición. Entre el botón superior y el primer botón de la camisa se cose otro botón. Es tarea del sastre asegurar una perfecta simetría entre los dos botones inferiores, con el corte total, así armonizando con la distancia entre estos otros botones. Para servir como una capa inferior para la superposición de la solapa, una pieza de tela de la misma anchura que la correa de cuero se cose en como un cinturón. Cuatro bolsillos adornan el exterior. Los dos de arriba son para una pequeña libreta y un pañuelo, los dos de abajo para los artículos más grandes. En los hombres, los grandes bolsillos en el pecho son antiestéticos y se ven absurdos. Por consiguiente, los bolsillos laterales son mucho más grandes - lo más grandes posible. Comienzan en el cinturón y van tan abajo como el corte de la chaqueta permita bolsillos añadidos. Los bolsillos en el pecho se extienden desde el botón superior del pecho hacia abajo a unos cuantos centímetros por encima del cinturón. El diseño de los bolsillos del pecho y laterales es diferente. Ambos, tal como se mencionó anteriormente, son bolsillos cosidos. Mientras los bolsillos en el pecho sólo tienen un único pliegue en la caja central (como en las Norfolk Jackets), los bolsillos laterales están cosidos al igual que en las “mangas armónica”. La camisa y la corbata (con un nudo) son visibles. Una sugerencia: los viejos colores de los regimientos podrían resurgir en las corbatas. El cuello va cosido, al igual que en las camisas usadas por nuestros agricultores - que con ello muestran más estilo que la mayoría de los habitantes de la ciudad. En consecuencia, la pulcritud de la ropa interior está asegurada sin la necesidad de una orden oficial.

Traducción de Felipe Aravena

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CUANDO LA ARQUITECTURA ENCUENTRA LA CIUDAD

/ 09 / 14.07 2015

ARQUITECTURA Y DISEÑO ¿POR QUÉ UN ARQUITECTO DEBE VESTIRSE BIEN?

Editado por: Ma. Pilar Pinchart Saavedra / Skfandra Diseño Gráfico: Isaac Gimeno Pujabet Proyecto Financiado por Fondart Convocatoria 2015

Auspicia


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