El Final de la Globalización

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El Final de la Globalización

Riesgos y oportunidades para México.

Lic. Jorge Franco López Candidato a ingresar a la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística


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Índice 1. El bienestar es posible 2. Modelo básico de globalización 3. Destrucción masiva de capacidades productivas 4. Globalización depredadora 5. ¿De la globalización hacia dónde? 5. 1) Equilibrar el comercio exterior. 5. 2) Reactivación del mercado interno. 5. 3) Política fiscal. 5. 4) Sector social de la economía. 6. Corolario


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1. El bienestar es posible El bienestar generalizado es posible. Nunca antes la humanidad había estado tan cerca de poder alcanzarlo. También está a nuestro alcance en México. Podemos vivir en una sociedad donde todos cuenten con un trabajo e ingresos que les permitan vivir de manera digna. Donde el acceso a alimentos, calzado y ropa, suficientes y adecuados, a una vivienda digna, a la salud, educación y esparcimiento, sea posible sobre la base del esfuerzo honesto. Una sociedad en la que los padres, madres o hijos no tengan que emigrar y las familias y las comunidades no tengan que desintegrarse para sobrevivir. Donde el futuro previsible para nuestros hijos e hijas sean actividades honestas, dignas, que les permitirán vivir igual o mejor que sus padres. Esto es viable desde la perspectiva de recursos y capacidades productivas; pero no es lo que existe y la perspectiva no es buena. Hace pocos días el vicepresidente del Sistema de la Reserva Federal, el banco central norteamericano, Stanley Fisher señaló que no se han superado las consecuencias de la Gran Recesión del 2007 – 2009 y que es posible que el bajo crecimiento de los últimos cuatro años “refleje un cambio más estructural, una alteración de largo plazo en la economía global”. Tiene razón y aquí voy a señalar la causa. Entenderla podría permitirnos definir hacia dónde queremos ir como nación y cómo lograrlo.

2. Modelo básico de globalización México apostó con entusiasmo a las más ortodoxas recetas neoliberales y es, hoy en día, uno de los países más inmersos y susceptibles a los vaivenes del mercado globalizado, mercantil y financiero. Esto en momentos en que el planeta ha pasado de las crisis periféricas y regionales a nuevas crisis originadas en los países centrales, sistémicas y de efectos globales. Propongo que la globalización, vista como hecho económico, se identifica por el crecimiento exponencial de una nueva forma, si bien temporal, de generación de demanda. Se trata de la creación de demanda por la vía del endeudamiento masivo de la población y sus gobiernos. Cuatro características endeudamiento.

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1. Incremento de la productividad Lo primero es el incremento substancial de la productividad asociado una oleada de adelantos tecnológicos sobre todo en electrónica y manejo de información, nuevos materiales y procesos productivos. Estos adelantos se han


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introducido de múltiples maneras a nuestros hogares y nuestra vida cotidiana y, también a la producción industrial, agropecuaria y extractiva; a las comunicaciones y el transporte, al comercio. Es decir, a todo. Las siguientes dos gráficas ilustran la tendencia de la productividad en México y los Estados Unidos. La primera gráfica proviene del Banco de México y señala un incremento de 60 por ciento en la productividad media del trabajo manufacturero en tan solo ocho años.

La segunda refleja la evolución de la productividad en los Estados Unidos.


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La gráfica anterior proviene de la Reserva Federal Norteamericana y se refiere a la producción de todos los trabajadores excepto los del sector agropecuario. Podemos observar que la producción por trabajador se duplica de 50 en 1970 a 100 en 2005, con una elevación del ritmo de incremento a partir de 1995. 2. Estancamiento o retroceso de los ingresos de las mayorías Paradójicamente los incrementos de la productividad no se tradujeron en incrementos del ingreso de la mayoría. En la mayoría de los países se dio un estancamiento del ingreso o incluso su reducción. De 1980 a la fecha el salario mínimo real en México se ha reducido entre 75 y 80 por ciento. No somos una excepción; el salario mínimo norteamericano se redujo a la mitad y el salario de sus trabajadores industriales cayó en alrededor de una tercera parte. La reducción de ingresos en los hogares de buena parte de los países desarrollados se vio compensada, o disimulada, por la entrada de las mujeres al mercado laboral. Pero el hecho es que el pago por tiempo se redujo brutalmente. 3. Revolución neoliberal. La revolución planetaria encabezada por Reagan y Thatcher se tradujo en la fuerte reducción de impuestos a las ganancias y del tamaño de los Estados. México fue uno de los países en que el sector público más se achicó y que ahora destaca por su pequeñez relativa. Un indicador relevante nos dice que la recaudación tributaria en México no llega al 20 por ciento del PIB y, si descontamos la recaudación petrolera ronda apenas el 12 por ciento del PIB. Notablemente inferior a los ingresos públicos de Argentina y Brasil y la media de países de la OCDE que superan el 30 por ciento del PIB respectivo. 4. Modificación de los términos de intercambio. Vista en el largo plazo la reorientación masiva de la producción periférica a la exportación provocó una sobreoferta y la caída de los precios de las materias primas. Su reorientación en paralelo del consumo a favor de bienes industrializados generó un incremento de sus precios relativos. Esto provocó el llamado deterioro de los términos de intercambio. En la práctica significó elevar las exportaciones de materias primas para, a cambio, obtener menos bienes industriales. Recapitulación de tendencias El incremento substancial de la productividad, la reducción relativa o incluso absoluta de ingresos de la población, los menores impuestos pagados por el gran capital y el deterioro de los precios relativos de las materias primas se traducen en


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un incremento exponencial de las ganancias y de la inversión en lo que podríamos llamar el sector globalizado de la economía. El resultado es una capacidad productiva creciente y concentrada en pocas empresas; en contraste con el estancamiento de la demanda efectiva de la población y los gobiernos. Producir más pero crear menos demanda es un absurdo que encontraría un límite rápido en el funcionamiento de la economía si no fuera por un mecanismo corrector: el financiamiento y apropiación del consumo periférico. Me ayudaré a explicarlo con las siguientes gráficas.

Esta primera gráfica describe al aparato productivo como eje de la distribución del ingreso en cuatro grandes vertientes: pago de ganancias a los propietarios; impuestos al sector público; salarios a los trabajadores y retribución a los productores de materias primas. Las ganancias se subdividen en lo que se consideraban sus destinos clásicos: inversión productiva y consumo de los empresarios.


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La segunda gráfica representa el incremento de las retribuciones al capital y la baja en el pago de impuestos, salarios y de insumos. Se trata de una desproporción creciente sustentada en la apropiación prácticamente total del incremento de la productividad por parte de los propietarios del capital. Lo cual se traduce en incremento exponencial de las ganancias y escasa generación de demanda. La brecha entre producción y generación de demanda crece desde hace por lo menos cuatro décadas. Ante lo cual el sector globalizado encuentra dos remedios: 1) apropiarse de la demanda que generan los no globalizados y 2) generar demanda crediticia a niveles nunca antes vistos.


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Aquí se representa a la ganancia como fuente del financiamiento al consumo de los trabajadores y gobiernos al mismo tiempo. El incremento de la demanda crediticia acelera la reorientación de la demanda al consumo de la producción globalizada. Sin embargo la creación de demanda crediticia tiene como límite a las capacidades de endeudamiento de los consumidores y gobiernos, tanto los industrializados como aquellos en países en desarrollo.

Aquí los deudores han llegado a los límites de su solvencia. Esto no implica que dejen de endeudarse; significa en cambio que el incremento del endeudamiento ya no se traduce en incrementos de su consumo. Las anteriores crisis de deuda se habían originado en las periferias. Ocurrían en distintos momentos y eran autocontenidas. Lo que no parecía previsible antes del 2007 es que las crisis centrales pasaran a ocupar la primera fila y que sus impactos se internacionalizaran hasta el grado de crear crisis simultáneas. Pero esto es justo lo que ocurrió con la crisis hipotecaria de los Estados Unidos y con las crisis de deuda soberana de Europa. Lo que propongo es ver todas estas crisis en la perspectiva de este modelo básico y del agotamiento de la generación de demanda crediticia como remedio temporal a la incapacidad de los sectores globalizados para generar demanda.


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3. Destrucción masiva de capacidades productivas De acuerdo al modelo anterior podemos asociar a la globalización con la destrucción masiva de las capacidades productivas periféricas. Aclaro que esto incluye a la producción destruida dentro de los países centrales. En el país central por excelencia: los Estados Unidos. La oferta globalizada expulsa a la producción prexistente. Más que cifras creo posible ilustrar esta afirmación recordando la situación de Detroit. Esta ciudad fue bandera del poderío industrial norteamericano de mediados del siglo pasado. Destacó en la segunda guerra mundial como el centro de la producción de tanques, aviones y en general vehículos de combate. En 1950 era una ciudad prospera, la cuarta en población de los Estados Unidos, con 1.9 millones de habitantes. Hoy en día es una ciudad disminuida, desangrada hasta quedar reducida a 710 mil habitantes en 2010. De ser una ciudad de obreros industriales bien pagados, hoy es una ciudad de minorías raciales con bajos salarios. Hay en la ciudad 70 mil propiedades raíces abandonadas; más del 40 por ciento de su alumbrado público no funciona; no puede pagar sus deudas, incluido sus ex empleados públicos pensionados. En el nuevo contexto de mercado las capacidades productivas, comerciales y de transporte de Detroit dejaron de ser competitivas y fueron simple y llanamente destruidas. Representa la destrucción masiva de las capacidades productivas industriales y manufactureras que sustentaron los mayores incrementos en el nivel de vida de la población norteamericana durante la mayor parte del siglo pasados y hasta los años setenta. Impacto destructivo de la crisis hipotecaria subprime en los Estados Unidos Hacia el año 2007 la población norteamericana había alcanzado el máximo porcentaje de familias con vivienda propia en la historia del país. Este incremento de la propiedad y la riqueza familiar se alcanzó gracias a dos elementos en particular. Por una parte el incremento de la capacidad productiva de la industria de la construcción y, por otro lado, la expansión del crédito hipotecario otorgado a las familias. La expansión del crédito como factor de consumo no solo se dio en el sector de la vivienda en clases medias; fue de tal magnitud que llegó a sectores de la población ubicados en el margen de la solvencia. De bajos ingresos y sin empleos fijos. Para la banca prestar en estas condiciones no implicaba, en su propia visión, un grave riesgo, en la medida en que la vivienda que avalaba el préstamo podría ser recuperada. Lo que no previeron fue la baja en los precios de las viviendas y las dificultades para revenderlas. El siguiente cuadro nos muestra datos relativos a la construcción de nuevas viviendas en los Estados Unidos.


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En 2005 se crearon más de dos millones de nuevas viviendas. En 2009, apenas 554 mil, con modestas recuperaciones posteriores. Y al hablar de vivienda debemos entenderla con todos sus accesorios. Con las viviendas se vendían alfombras, cortinas, muebles, cocinas, electrodomésticos y equipos digitales; incluso automóviles. Lo que importa resaltar de esta evolución es que la capacidad técnica real de la industria de la construcción norteamericana no se vio afectada por la crisis. Lo que se vio disminuido fue el poder de compra de la población. Esto ocurrió porque antes fue inflado mediante el crédito abundante y posteriormente se vino a pique cuando dejó de funcionar como soporte del ingreso. Destrucción de capacidades productivas en México La destrucción de capacidades productivas en México es un proceso masivo que ha durado décadas. Sin embargo es una especie de esqueleto en el closet del cual no se habla y cuando se le menciona es para culpar a las víctimas. El discurso oficial y el de los medios se han encargado de satanizar a buena parte


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del empresariado nacional como incompetente, poco productivo y merecedor de ser destruido. Es difícil expresar la magnitud de la destrucción de capacidades productivas en México porque tenemos estadísticas más hechas para disimular el proceso que para exponerlo a la vista de todos. No obstante hay indicios importantes del proceso. Uno de ellos son los datos de la Encuesta Industrial Mensual del INEGI para 1995 – 2008.

Lo que podemos observar en el cuadro anterior es una fuerte reducción del número de empresas manufactureras que generan el 80 por ciento de la producción en las nueve distintas divisiones de esta actividad. Hay que hacer notar que la salida de la encuesta ocurre solo por desaparición de la empresa; según me lo informó directamente personal del INEGI. La encuesta no nos proporciona el número de empresas que se incorporan año con año, así que solo podemos leer la información de manera gruesa. Tenemos, por ejemplo, que en 1995 había 1,298 empresas en la división II de textiles, prendas de vestir y cuero que abastecían más del ochenta por ciento de la producción. Catorce años hay tan solo 611 empresas. Esto nos daría como primera impresión que en ese periodo desaparecieron 687 empresas; más de la mitad.


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Sin embargo no lo podemos saber porque bien puede ocurrir que las 611 empresas existentes en 2008 no hayan sido parte de la encuesta en 1995; es decir que todas ellas, o una parte de ellas se hayan integrado de 1996 en adelante. Es decir que de las 1,298 originales pudieran sobrevivir esas 611 o muchas menos. Hablamos de una encuesta referida a las empresas más fuertes y modernas de cada división industrial. Es razonable pensar que las empresas medianas y pequeñas no incluidas en estos datos tuvieron un nivel de mortandad incluso mayor. Dada la ausencia de buenas estadísticas que procuren mostrar y no ocultar este proceso cierro este capítulo con una nota de las muchas que constantemente aparecen en nuestros medios.


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4. Globalización depredadora Nuestra mente racional y buenas conciencias tienden a considerar que el hambre y la miseria se deben a que no es posible producir más. Espero haberles mostrado lo contrario. El problema es la destrucción de capacidades productivas ya existentes por un mercado caracterizado por la baja generación de demanda. Tenemos millones de hectáreas sin producir y miles de empresas de bienes de capital y manufacturas que han cerrado o trabajan a media capacidad. Lo que existe en el planeta entero y en México es una crisis de subdemanda; el aparato productivo globalizado no genera la suficiente demanda para vender todo lo que es capaz de producir. Se apodera de la demanda que generan las empresas convencionales y las destruye. De este modo acaba con una de sus propias fuentes de demanda. Su otro remedio fue endeudar, pero este ha llegado a sus límites. Acabados los malos remedios temporales el proceso de globalización y la humanidad entera se encuentran en crisis. Se hace presente el problema de la subdemanda y de la destrucción productiva de las capacidades periféricas. La sobreproducción / subdemanda es planetaria, pero habrá de ensañarse en particular con los países que no sepan defenderse de ella. 5. ¿De la globalización hacia dónde? La estrategia de crecimiento sustentado en el endeudamiento masivo de gobiernos y consumidores llega a su fin. Las últimas cifras de deterioro de la producción en Alemania e Italia, el crecimiento cero del conjunto de Europa; el deterioro en Japón y la reducción del crecimiento en China y el crecimiento frustrante en Estados Unidos, son señales de un problema en crecimiento. Debemos cambiar de rumbo y el eje de la transformación es plantearnos la defensa y utilización plena de todas las capacidades y recursos productivos existentes; a cualquier nivel tecnológico disponible. Un salto a la eficiencia y a la productividad de tal magnitud no se puede dar por sí solo. Requiere en primer lugar un entorno macroeconómico apropiado generado por una nueva estrategia de política pública y mucha organización social. Señalo las principales vertientes de esta transformación radical. 5. 1. Equilibrar el comercio exterior. Obtener un superávit en la cuenta corriente, substancial y sostenido, durante un largo periodo. Debe ser equiparable al déficit de cuenta corriente acumulado en las últimas dos décadas y durante un periodo similar. Tener superávit en la cuenta corriente significa que los ingresos que obtiene el país por la venta de bienes y servicios al exterior debe ser suficiente para pagar los bienes y servicios que compra en el exterior más los intereses que paga por su deuda acumulada y las repatriaciones de capital de la inversión externa.


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Habría que plantearlo como una estrategia del estado mediante dos mecanismos principales. Uno de ellos es establecer una paridad competitiva que haga atractivo el re encadenamiento productivo interno tendiente a la integración nacional de la producción. Un segundo mecanismo será el comercio administrado que habrá de recurrir a los ahora despreciados aranceles y controles a las importaciones. Los que no serán aplicados de manera general sino enfocados en aquellas regiones y países con los que tenemos un comercio altamente desequilibrado. Para hablar claro; hay que corregir decidida y rápidamente el desequilibrio comercial con China. Para los que consideran que la única posibilidad de crecimiento es la atracción de capitales y empresas extranjeros habría que señalar que existen otras experiencias. Entre 2004 y 2011 Argentina estuvo aislada del financiamiento internacional. En esos ocho años. e periodo redujo su población en condiciones de indigencia del 14.9 al 1.9 por ciento. México la incrementó del 12.6 al 13.3 por ciento. En los mismos años Argentina elevó su producto per cápita en 67 por ciento; México lo acrecentó en tan solo 11 por ciento. Es decir que existen otras posibilidades de interacción con la economía internacional. 5. 2. Reactivación del mercado interno. No es posible vender, ni producir, si no hay capacidad de compra de parte de la población. El deterioro salarial acumulado es muy fuerte; el salario mínimo de hoy en día equivale a poco más del 20 por ciento del de hace 35 años. Este deterioro fue la expresión de una estrategia de competitividad orientada a la exportación. La estrategia fracasó porque no fue acompañada de una política de paridad competitiva. Aquí el viraje deberá ser para “producir para nosotros” mediante la reconexión interna entre las capacidades productivas existentes y el incremento de las capacidades de demanda de la población. Un incremento del poder de compra real del salario mínimo de un 12 por ciento anual requeriría de 15 años para alcanzar el poder de compra de hace 35 años. Esto es posible si la competitividad de las empresas mexicanas lejos de depender del empobrecimiento masivo pasa a depender de una paridad competitiva y el comercio administrado. 5. 3. Política fiscal Necesitamos una política fiscal con una orientación radicalmente diferente. Ante todo hay que disminuir los costos del trabajo y del consumo como parte de las políticas de fortalecimiento de la generación de empleos y de la demanda popular.


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Por otra parte hay que enfrentar el hecho de que la gran empresa no genera demanda suficiente para vender lo que produce; lo que la convierte en un sector depredador, altamente destructivo del aparato productivo histórico o convencional. Hay que gravar la no generación de demanda en la empresa globalizada y, en particular al capital financiero. No se trata de un asunto limitado a la equidad, sino de la necesidad de restablecer por la vía impositiva un equilibrio entre la producción y la demanda que genera el sector globalizado; por esta vía se generaría una dinámica de crecimiento autosostenido y no depredadora de la producción convencional, histórica. 5. 4. Sector social de la economía Nuestra Constitución prevé la existencia de un sector social de la economía. Urge redefinirlo no por la forma de propiedad sino por la disposición de los participantes al intercambio equilibrado dentro del sector y con el resto de la economía nacional. Hoy en día la alta demanda relativa generada por la producción convencional se “escapa” en favor del sector globalizado; lo cual responde al interés inmediato e individual de los consumidores populares pero va en contra de su función como productores. Lo que se propone es reconfigurar el sector social de la economía como un espacio de intercambios entre productores sociales. Una estrategia de este tipo conduciría a la construcción de niveles crecientes de integración de la producción y el consumo en cada región, estado y en el país. No se trata ni es posible configurar un sector social autárquico. Por lo contrario, el uso pleno y eficiente de sus capacidades productivas puede catapultarlo a ser un agente económico plenamente interconectado e impulsor de la economía nacional como organización simultanea de productores y de consumidores. Solo que, a diferencia de lo que ocurre actualmente, la estrategia conduciría al intercambio equilibrado entre el sector social y el resto de la economía nacional. Esta propuesta implica un fuerte papel promotor de parte del estado tanto en aspectos organizacionales del intercambio interno y con la economía nacional como en el apoyo tecnológico. Lo más importante será el impulso decidido del estado al consumo de productos del sector social como disparador de su producción. Para ello se propone que las actuales transferencias públicas en favor del consumo de los sectores vulnerables se otorguen como capacidades de demanda dentro del sector social. 6. Corolario La estrategia de generación de demanda crediticia permitió crecer aceleradamente y de manera aparentemente exitosa a los sectores globalizados del planeta. Lo hizo mediante un mecanismo de financiamiento masivo que disimuló su incapacidad o falta de interés en generar una demanda adecuada a su volumen de producción. Esa estrategia ya llegó a su fin.


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Nos esperan tiempos turbulentos sobre todo porque impera un diagnóstico equivocado que ve al endeudamiento como una falta moral de los endeudados y no como un remedio, temporal y poco adecuado, pero remedio al fin para una fuerte falla de la globalización. Mientras no se corrija esta visión avanzará y se incrementará el proceso destructivo de la producción periférica. Necesitamos un Estado que cumpla con sus responsabilidades constitucionales, retome la conducción económica nacional y encabece los cambios necesarios para hacer frente a los retos del fin de la globalización.


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