Edición Especial: Lecciones de la Unidad Popular

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“ La historia es nuestra y la hacen los pueblos”.

Salvador Allende

LECCIONES DE LA UP ¿Porque tuvimos dictadura y no socialismo?

El 51 aniversario de la elección del gobierno de la Unidad popular, el 4 de septiembre de 1970 representa una oportunidad para sacar las lecciones vitales de este proceso. La apertura de la crisis más profunda del capitalismo mundial desde el decenio de 1930 ya está dando lugar al surgimiento de una lucha entre las fuerzas de la revolución y la contrarrevolución en muchos países. En este contexto, las lecciones de la experiencia de la revolución chilena entre 1970 y 1973 son inestimables. La elección de la UP abrió un proceso revolucionario. Los trabajadores construyeron nuevas organizaciones como los cordones industriales, las JAP y otras como partes de esto. Se introdujeron reformas masivas, comidas escolares gratuitas, aumento de salarios, reforma agraria, nacionalización de bancos, empresas cupríferas y otras. Para el momento del golpe, el 40% de la economía estaba en manos del estado. Allende ganó en las elecciones presidenciales con el 36,3% de los votos. En las elecciones parlamentarias de marzo de 1973 la UP gano el 44% de los votos. Su apoyo fue aumentando a pesar del sabotaje económico y violencia desatada por la derecha.

Pero, ¿como se perdió la revolución iniciada en 1970 en aquel 11 de septiembre de 1973? Aquí hay lecciones cruciales para la clase obrera a nivel internacional. Lamentablemente los principales dirigentes de la UP, en todos los partidos, carecían de un programa coherente para romper con el capitalismo a pesar del acto heroico de Allende de sacrificar su vida frente al golpe. Sin embargo, las reformas que introdujeron permanecieron dentro del capitalismo. Allende cometió un error crucial al aceptar un pacto constitucional por el cual aceptaba no tocar al alto mando de las fuerzas del Estado. Esto iba a resultar fatal. Dentro de esto estaba la convicción errónea de que los militares respetarían la constitución y aceptarían un “proceso democrático”. Mientras algunos dirigentes de la UP buscaban un acuerdo con el ala “democrática” de la clase capitalista, sin entender que, cuando sus intereses se ven seriamente desafiados y no hay otro camino, la clase dominante y la maquinaria estatal actúan para defender sus propios intereses, en este caso derrocando al gobierno.


Los cordones industriales asumieron cada vez más un papel político para avanzar y defender la revolución. Uno de los sectores más radicales fue el cordón industrial cerillos Maipú, que entre muchas reivindicaciones radicales, reclamaba “una asamblea popular que sustituya al parlamento burgués”. En respuesta a los ataques armados desatados por los fascistas de patria y liberta, mientras la policía y el ejército se mantenían al margen, se formaron escuadrones de autodefensa de los trabajadores. La revolución se extendió al campo, donde los campesinos y los trabajadores agrícolas, ocuparon las tierras y llevaron a cabo un programa de reforma agraria. Llegaron a redistribuir más de cuatro millones 46 hectáreas de tierras. Era necesario armar al pueblo La clase dominante, junto con el imperialismo estadounidense, comenzó a desarrollar rápidamente planes para un golpe militar. Sin embargo, a pesar de esto, los dirigentes del partido comunista (PC) y de sectores de partido socialista (PS), trataron de frenar el proceso revolucionario, argumentado que la burguesía “democrática” no debía ser presionada y defendieron la “constitucionalidad” de las fuerzas armadas. Mientras tanto, Henry Kissinger, secretario de estado de la administración Nixon, daba órdenes al jefe de la CIA en Santiago: “es la política firme y continua que Allende sea derrocado por un golpe de estado”. En junio de 1973, secciones del ejercito de los regimientos de tanques organizaron una rebelión contra en el gobierno, el llamado “tanquetazo”. Fue un golpe prematuro y fue sofocado por los militares, bajo las órdenes de Allende. El general Prat, partidario de Allende, que sofocó el intento de sublevación, fue posteriormente asesinado tras el éxito del golpe. El “tanquetazo” en junio, actuó como látigo de la contrarrevolución y provocó que la clase obrera tomara nuevas medidas revolucionarias. El fallido golpe de junio fue seguido por un anuncio de un plan de nacionalizaciones masivas y por una creciente demanda de armas por parte de la clase obrera para luchar en contra de la amenaza de la reacción. Sin embargo, ni Allende ni los demás dirigentes tomaron medidas para castigar a los militares o para movilizar armas a los trabajadores. No se concedieron derechos sindicales a las filas del ejército, ni se intentó organizar o conseguir apoyo en las filas de las fuerzas armadas, muchas de las cuales apoyaban el proceso revolucionario. Existían las condiciones para dividir las fuerzas armadas. Sin embargo, los dirigentes de la UP se negaron a realizarlo. Tenían una política de respeto a la “constitucionalidad de las fuerzas armadas” y de un programa gradual y medido de reformas que, con el tiempo, establecerían el socialismo. En la práctica, esta “teoría de las etapas” daba tiempo a la clase dominante de preparar sus fuerzas para dar el golpe, en el momento más oportuno. El resultado no fue evitar una guerra civil, sino ahogar en sangre el movimiento revolucionario.

Allende adopto una política de apaciguamiento en el intento por tranquilizar a los militares y a la clase dirigente, llevando a las fuerzas armadas al gobierno. Nombro a Pinochet comandante en jefe del ejército, tras la dimisión forzada del general Prat por los conspiradores golpistas. En agosto, en el puerto naval de Valparaíso, 100 marineros fueron arrestados por “abandono del deber militar”. Habían descubierto planes para el golpe y declararon que se oponían. En lo que se llama su hora ms oscura, Allende apoyo a la jerarquía de la marina mientras detenían y torturaban a este grupo de marineros. Un millón de personas se manifestaron frente al palacio presidencial, donde estaba Allende, dos días antes del golpe. Estos trabajadores, jóvenes y estudiantes, sabiendo del inminente golpe, exigieron armas para defender la revolución. También exigieron el cierre del parlamento burgués. A pesar de las promesas, en realidad, no se hizo nada para armar a la clase obrera contra la sangrienta contrarrevolución en desarrollo. Un golpe de estado sangriento Dos días después, los conspiradores atacaron, mientras la armada chilena y estadounidense realizaba ejercicios conjuntos frente a la costa chilena. El día del golpe, la central sindical, la CUT, llamo a los trabajadores a ir a las fábricas y esperar instrucciones. A medida que el golpe se desarrollaba, los trabajadores se quedaron aislados en sus fábricas, esperando a que los destacamentos armados del ejército, los eliminaran. En Septiembre de 1973, una protesta armada masiva y un claro llamamiento a los soldados para que se unieran a la revolución era la única perspectiva en esta etapa para salvar la revolución y derrotar el golpe. Una vez en el poder, el ejército desato una sangrienta era de represión y matanza. Fue una operación clínica despiadada que se dirigió a los trabajadores y jóvenes más activos y con mayor consciencia política. Una dictadura militar que duro largos 17 años. Al conmemorar la tremenda victoria de la elección de la UP en 1970, hoy debemos sacar las lecciones de la derrota de 1973 para evitar que la historia se repita.

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