El tiempo del espacio

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El tiempo del espacio Hace unos meses me inscribí en un club de lectura en el que mensualmente Sebastián Lidijover -el creador de “Carbono”- propone un libro y, a medida que lo vamos leyendo, lo comentamos vía e-mail con nuestras parejas de lectura asignadas azarosamente. Una obligación autoinfligida para darme el tiempo de hacer algo que me encanta: leer. Y con la presión (¿o el alivio?) de que hay alguien del otro lado esperando para que intercambiemos algunas palabras. En el último libro que leímos subrayé: «Una no advierte cómo respira una ciudad hasta que cambia los hábitos de sueño. Cuando mira hacia abajo lo ve: la inquietud del asfalto» (Armfield, 2019, p.39). Tuve la cita dando vueltas por mi cabeza por días hasta que, charlando con mi amiga Euge sobre cómo nos las ingeniábamos para volver a casa, me dice: —Pasa que la calle hay que patearla para calarla. A cualquier hora. La ciudad no descansa. Comencé a pensar en la aleatoriedad de caminar y llegar –“llegar bien” me resulta redundante– y en todo lo que sucede en el medio, mientras sucede el azar. Una aplicación online eligió mi pareja random en el club de lectura ¿Qué sabrán los algoritmos del azar? En ese atravesar la ciudad, sucede el tiempo e inmersos en ese tiempo suceden cosas y personas, identificamos “la fauna de la ciudad” que habitamos y recorremos incansablemente.

Figura 1. Plaza San Martín, ciudad de Rosario. (Sofia Rinaldi)


Leer los relatos urbanos que Arlt escribe, publica y luego dan origen a las Aguafuertes abre un abanico de definiciones y significados del verbo caminar: acción performativa que se puede abordar desde tantos lugares como momentos existen en el eje temporal. Caminar, algunos significados: -Andar determinada distancia, ir de un lugar a otro, especialmente si se sigue una ruta definida. -Trasladarse o moverse de un lugar a otro mediante su propio medio de locomoción. -Seguir su curso o movimientos [las cosas inanimadas] Una acción siempre genera una transformación. Son acciones que no las pensamos como únicas e idénticas en cada persona sino como transformadoras en cada una. La acción de caminar a través de la historia se concibe de distinta forma. La trashumancia nómada, por ejemplo, el transportar animales y humanos desde los pastos de invierno a los de verano como método de supervivencia. Otro ejemplo podría ser lo asociado a lo religioso, el recorrido-mito, la procesión de alguna figura religiosa, crear un espacio de culto en la ciudad. Del siglo XX en adelante, más específicamente a partir del 1910, los dadaístas desarticulan la idea del lenguaje del arte, revolucionario para la época, comienzan a utilizar el andar como una forma de anti-arte recorriendo distintos lugares reputados de la ciudad con el fin de reconquistar el espacio urbano. Más tarde organizan un “vagabundeo” donde descubren en el errar por la ciudad un componente onírico y surreal. La ciudad cargada de fantasías heterogéneas, como lugar para habitar y ser imaginado, la ciudad es espacio en tanto y en cuanto percibida por sus habitantes. Se contrapone la mirada ”objetiva” del plano, del dibujo, de la foto, con la subjetiva del espectador. Se incorpora el sujeto al espacio, se fusiona, se transforma y es transformado. La modernidad impacta en lo social, lo político, lo económico y lo cultural y la producción artística de la época también se ve sujeta a estos cambios. Hay una revolución al modo de producir una obra y también de concebir al espectador, comienza a haber una conciencia mucho más amplia del mismo, en Arlt reflejado -entre otros- en “El que siempre da la razón” donde intenta establecer un diálogo con el lector, apela a él y lo incluye en la ronda de la conversación. Él está metido en la escena y forma parte de ella. Esta complicidad con el lector también enuncia el cambio de posición del mismo en esta época. En el plano del arte, la existencia del cuerpo del artista también hace a la obra en las vanguardias. Cambia la forma en la que vemos las obras, no sólo buscar la estética o si está acabado el cuadro, qué materiales se emplearon o el uso del color. Se amplía el cuadro para dar lugar a otras variantes en la producción artística. Arlt encarna la figura del flâneur, que Walter Benjamin, a partir del análisis de la poesía de Charles Baudelaire afirma: (...) está como en su casa entre fachadas, igual que el burgués en sus cuatro paredes. Las placas deslumbrantes y esmaltadas del comercio son para él un adorno de pared tan bueno y mejor que para el burgués una pintura al óleo en el salón. Los muros son el pupitre sobre el que apoya su cuadernillo de notas. Sus bibliotecas son los kioscos de periódicos, y las terrazas de los cafés balcones desde los que él, hecho su trabajo, contempla su negocio. (Benjamin, 1972, p.51)


La figura del flâneur como este hombre caminante masculino y solitario que se perdía en la modernidad, en la ciudad, pero era a quien se le había facilitado esta idea de recorrer la ciudad, el mundo y poder sentirse incluso animado, con cierta emocionalidad de recorrerla. Donde el flaneur no es aquel que disfruta de su caminata todo el tiempo, sino que también se encuentra obnubilado por los cambios. Se piensa dicha figura en las grandes ciudades y también terminamos asociando la idea de masculinidad a la de modernidad.

Figura 2. Plaza San Martín, ciudad de Rosario. (Rinaldi)

El caminar, el andar puede estar conectado con muchas épocas y su significado ir variando, podríamos hablar, en la cultura griega, de Aristóteles y los peripatéticos y como la forma de acercarse al conocimiento era a través de la caminata, de poner al cuerpo en movimiento. Los griegos fueron la antesala de pensar que el movimiento era lo que posibilitaba el hecho de construir y pensar. Nietzsche también hace su aporte: «Todos los pensamientos verdaderamente grandes son concebidos al caminar». La caminata también podría pensarse en relación a la marcha, como es el ejemplo en nuestro país de las abuelas de Plaza de Mayo. El no disponer de un espacio, hizo que la marcha diera inicio y la experiencia de poner en el cuerpo en un lugar y practicar dicho lugar crea espacialidad. Un dispositivo que transforma tanto el espacio como a su vez el espacio transforma a quien lo experimenta. Lucio Fontana (Rosario. 1899-1968), en el Manifiesto Blanco y luego en los Manifiestos Espaciales presenta esta idea de que el arte crea espacio. Habla de una perspectiva humanista del espacio, sus trabajos rompían la tela (Fig.3) y para ese período histórico era imposible que una obra de arte rompiera con la tela. Impactaba ese gesto. Esta idea de que el arte crea espacio atraviesa fundamentalmente la noción de arte contemporáneo. Y a partir de esto pensar que el arte produce territorialidad. Un modo de estar


en ese espacio que cambia tanto al cuerpo que lo transita como el territorio se ve afectado con ese cuerpo.

Figura 3. Concetto spaziale, Attese, 1966 Pintura al agua sobre tela, 83 x 64 cm. (Lucio Fontana)

Lucio Fontana en el Manifiesto Blanco afirma: Las ideas no se refutan. Se encuentran en germen en la sociedad, luego los pensadores y los artistas las expresan. Todas las cosas surgen por necesidad y son de valor en su época. Las transformaciones en los medios materiales de vida determinan los estados psíquicos del hombre a través de la historia. (Fontana, 1946, p.1) Esto lleva mi pensamiento a un concepto que descubrí hace poco tiempo: los campos mórficos. Refiere a que las mentes de los individuos están unidas a través de un campo no físico, de manera que el aprendizaje de un individuo afecta al campo y éste a su vez al resto de los individuos, aun sin que medie contacto físico entre ellos. Como si se tratase de grandes memorias acumulativas. Fabián Casas en su último libro de ensayos ejemplifica: «el dueño sale del trabajo en Retiro y al mismo tiempo el perro mueve la cola en Ramos Mejía». (Casas, 2019, p.161) El espacio también es aquel en el que la materia no interviene. Es el espacio virtual, ficcional. En la carrera de Arquitectura la práctica proyectual se encarga de crear espacios, pensar modos de habitarlo y cómo repercuten los mismos en aquello que los contiene: la ciudad. Lo material del proyecto de arquitectura también está relacionado con lo inmaterial del espacio. Porque los individuos que lo recorren nunca lo hacen de la misma forma: cada experiencia, así como su sistema de ideas y creencias van a cambiar la forma de percibir cada espacio.


Las fotografías incluidas en esta presentación son de la Plaza San Martín, en Rosario. No así podría especificar cuándo fueron tomadas. Puede haber sido hace 2 años como también hace 15 días. La charla con mi amiga Euge sucedió en el balcón de mi casa mientras mirábamos los autos pasar por la calle, la que no descansa. No tengo idea cuándo fue que charlamos de esto. Tendría que ponerme a atar cabos para llegar a una suerte de aproximación a una fecha inexacta. Las cosas, suceden en el espacio. Es de lo único que estamos seguros. El tiempo en cambio, es incierto. Somos esclavos de él. Y así es como Juan José Saer comienza su novela Glosa: Es, si se quiere, octubre, octubre o noviembre, del sesenta o del sesenta y uno, octubre tal vez, el catorce o el dieciséis, o el veintidós o el veintitrés tal vez, el veintitrés de octubre de mil novecientos sesenta y uno pongamos, qué más da. Leto —Ángel Leto, ¿no? —, Leto, decía, ha bajado, hace unos segundos, del colectivo, en la esquina del bulevar, muchas cuadras antes de donde lo hace por lo general, movido por las ganas repentinas de caminar, de atravesar a pie San Martín, la calle principal […]. (Saer, 1986, p.1)

Tenemos y otorgamos significado en tanto habitamos un espacio. El tiempo no. Él nos habita.


Bibliografía Arlt, R. (1958). Aguafuertes porteñas. Buenos Aires, Argentina: Losada S.A. Armfield, Julia (2019). El gran despertar. (M. Cohen, Trad.). Buenos Aires, Argentina: Sigilo (Trabajo original publicado en 2019). Benjamin, W. (1972). Iluminaciones II. Madrid, España: Taurus Ediciones. Casas, F. (2020). Papel para envolver verdura. C.A.B.A, Argentina: Emecé. Fontana, L. (1946). Lucio Fontana en las colecciones públicas de Argentina. Recuperado en: https://media.bellasartes.gob.ar/h/Fontana.pdf Saer, J. J. (1986). Glosa. Buenos Aires, Argentina: Espasa-Calpe

Sofía Rinaldi


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