Y o l o t l a l l i Retiro Creativo de Arte y Exploraciรณn en la Naturaleza
Sierra de Zongolica, 14 al 17 de diciembre, 2020
Propuesta creada por el Ilustrador Cuauhtémoc Wetzka
y la Escritora Sofía Clevit
Con el apoyo de Finca Santa Martha Ecosuites
La propuesta de cuatro días para cultivar la energía biocósmica, desarrollar la escritura intuitiva y la imaginación creadora a través de la exploración de la naturaleza, la meditación sedente/activa y la ilustración, surge al observar la posibilidad de viajar a la sierra de Zongolica la cual se ubica a una hora de carretera de la ciudad de Orizaba, Veracruz. Contar con el apoyo de la Finca Santa Martha para el uso de sus espacios y los alimentos fue la parte que nos animó a ensayar este primer BootCamp de arte para todas las edades. Con buen abrigo y a espacios seguros, los cuatro días de labores resultaron cálidos y llenos de aprendizajes. Agradecemos a quienes participaron y compartieron con nosotros sus movimientos en espiral y el tejido de sus sueños. A través de este libro deseamos ofrecer un testimonio de aquello que ocurre cuando centramos nuestra mirada en los detalles más pequeños que guarda la naturaleza. Sus lenguajes de luz, geometría, aromas y vibración, que al ser pulsados por nuestro sentido del tacto, la vista y la escucha, crean nuevas posibilidades que nos integran a un lienzo en donde el único elemento que siempre hizo falta fuimos nosotros dejándonos llenar de color.
Meditación sedente Camino para encontrarme, para respirar despacito. Camino para perderme, soñar y tomar conciencia de que estoy vivo. Camino para tocar mi voz, para rezar en silencio, para platicar conmigo o escuchar el mundo entero. Camino para pintar senderos, a veces para borrar líneas y dibujar nuevos destinos de cerezos blancos. Camino para gritarme que no estoy perdido, que me estoy encontrando. A veces sólo camino para recordar que aún estoy soñando. Luis Felipe Rodriguez Cruz
Meditación activa “Narrativa Corporal”
Si pudiera exprimir una nube conocería los secretos del cielo.
Pau Gold
Energía biocósmica Es el bosque que empuja Es la calma del espíritu Es la libertad del corazón Es el caribú que espera Es Papakassik, el amo del caribú. Mi escuela de pensamiento Es el río que corre Es la montaña del norte Es la nieve que cae Es el viento que me llama. Es el paraje donde el viento viaja libremente a través de las montañas y desciende siguiendo los grandes ríos. Es allí donde estoy tranquila, allí donde vuelvo a encontrar la libertad de mis ancestros. Mi escuela de pensamiento Es el territorio tradicional La inmensa floresta boreal. Es allí donde las palabras cobran vida Es allí donde las palabras cobran verdaderamente un sentido. Mi poesía brota de una lengua de tierra Que regresa de un largo viaje. Mi escuela de pensamiento Es la planta que cura Esta riqueza que cautiva mi espíritu Que nutre mi cuerpo Que mejora mi suerte Porque yo lo creo Es cada instante que existe para la dicha de pensar Que yo soy una innu hasta el fondo del alma Un alma tan profunda como la tierra misma. Mi escuela del pensamiento, Rita Mestokosho.
Exploración en la Naturaleza Me han quedado lejos: el mundo y el amor. A veces me queda más lejos el mundo, a veces, más lejos el amor. Ocupado en mi día a día, rara vez salgo de casa. Extraño aventuras que no hice, la vida cotidiana tiene su gravedad de gran gran planeta. Quisiera alejarme, ser más viajero, irme hasta ser otro. Soy mi territorio menos recorrido, me faltan lugares que ni imagino; pero, sobre todo, si fuera posible probarse otra piel, me gustaría tanto verme en otras biografías. Siento nostalgia de que no sigan todos los caminos abiertos. de que la vida sea una sola o de haber sido solamente yo en esta vida. Luis Pescetti
Imaginación Creadora Sigue el Viejo Antonio: “Las mujeres y los hombres ven de guarecerse de vientos, lluvias y suelos rotos, y esperan a que pase para ver qué quedó y qué no. Pero la tierra hace más porque se prepara para después, para lo que sigue. Y en su guardarse empieza ya a cambiar. La madre tierra no espera a que termine la tormenta para ver qué hacer, sino que desde antes empieza a construir. Por eso dicen los más sabedores que la mañana no llega así nomás y aparece de pronto, sino que está ya acechando entre las sombras y, quien sabe mirar, la encuentra en las grietas de la noche. Por eso los hombres y mujeres de maíz, cuando siembran, sueñan con la tortilla, el atole, el pozol, el tamale y el marquesote. No hay todavía, pero saben que habrá y es lo que manda su trabajo. Miran su trabajadero y miran el fruto incluso antes de que la semilla toque el suelo. Los hombres y mujeres de maíz, cuando miran este mundo y sus dolores, miran también el mundo que habrá que levantar y se hacen un su camino. Tres miradas tienen: una para lo anterior; la otra para lo de ahora, y otra una para lo que sigue. Así saben que siembran un tesoro: la mirada”.
Mural Colectivo «Si te fijas bien, verás que algunas estrellas tienen color amarillo limón, otras desprenden una luz rosa, verde o azul nomeolvides. No quiero aburrirte, pero está claro que para pintar una noche estrellada no basta con trazar unos puntos blancos sobre un fondo negro azulado».
Vincent van Gogh
Escritura Intuitiva
Mapache Despierto hecha bolita. Cálida y suave, mi larga y esponjada cola me cobija. El petricor me provoca suspiros. Me estiro... es hora de salir. ¡Oh qué rico sentir el calor del sol sobre mi peludo cuerpo!, me hace sentir feliz y agradecida. ¡El pasto bajo mis patas se siente tan bien! ¡Ahí hay una zanahoria!, ¡Hum! Un buen comienzo, pero algo me falta aún... ¡Oh! ¡ahí está! ¡Una taza de café recién hecho! Me dispongo a disfrutarlo y la sensación de plenitud me inunda. Me abrazo mi gris y pachón cuerpo, había deseado esta sensación desde siempre... Ahora iré a probar un rato mi velocidad aprovechando que hoy amanecí siendo un mapache.
Mónica Galicia Quiñones, Xalapa, Ver. “Suave sorpresa”
Caracol Un espiral recorre mi casa, una de las más excéntricas pues el espiral se respeta en el interior, y yo me encojo a través de ella, succiono mi base, y duermo plácidamente. Un niño llega al árbol en donde estoy, ¡qué lastre de vecinos! Me pasa la mano sobre el caparazón, y ¡plup! me despega, me voltea, me ve, y yo lo veo a él. Empiezo a salir lentamente hasta que lo nota y me pone en su mano. ¡Uy! su mano es una buena pista de caminata… Hum, la palma es un buen lugar para dormir, ¡pero no voltees la mano niño! Exclamo al momento que me da la vuelta con su mano. Caminé, y caminé, hasta que lo cansé, y me puso en una hojita de por ahí. ¡Uff! ¡Qué cansancio! Me duermo, hasta que me da hambre y me encamino hacia un prado a un árbol de distancia, con un lago gigantesco de aproximadamente el tamaño de los rápidos zorros, de hecho, ahí hay uno. Esos zorros me dejan sin aliento, dicen que las tortugas son más calmadas, al igual que nosotros, pero bueno, es justo lo que decía mi abuelo: “Ellos se pierden de la quietud de la vida”. Tomé agua y fui hacia la madriguera del gran zorro que tenía el don de escuchar; en cuanto entré, exclamó: — Pasa, hay mucho que saber de los caracoles. Fue entonces que le conté de la frase de mi abuelo y se la tomó con gran seriedad y dijo que la recordará por siempre. Me fui y días después estaba en un tronco húmedo; a un metro había un par de zorros platicando, uno chico y el otro grande, y entonces escuché: — Oye papi, el gran zorro me contó que un caracol le había dicho que nosotros los zorros, no vivimos la vida con calma.
— Todo es por el ritmo tan lento que ellos tienen. — Exclamó el zorro grande. — Los que no viven la vida al ritmo que se disfruta, son los humanos… Esperan muchos años para empezar a vivir. Desde cachorros les enseñan a prepararse para no vivir una vida, sino una esclavitud, y cuando ya no pueden ni cazar, porque ya tienen muchos años, empiezan a salir de ese grillete y ya no pueden disfrutar de su verdadera vida… Así que, tal vez sean los humanos los locos apresurados, ¿tú qué opinas? Bruno Segura Galicia, 11 años. Xalapa, Ver. “Ritmo espiral”
Ciervo Atardecía. La sinfonía de aves y grillos celebraba la proximidad del invierno. Las hojas que el otoño había destejido nutrían el humus, los hongos y los follajes de musgo. Me detuve ante un liquidámbar sus hojas de lluvia danzaban entrelazando nubes, nidos y nostalgias; su corteza era un mapa de tonos grises. La piel del árbol escurría vapores, comencé a olfatear suavemente. Aquel tronco temblaba y el bosque entero que me habitaba se estremecía de incertidumbre. Los incendios. Recordé. Miré más allá del follaje de las copas de los árboles más altos y el sol, el sol incierto… ¿Acaso otro incendio y no un ocaso? Bajé mis ojos, en mis patas había otro lenguaje que los seres diminutos en el interior de la tierra me comunicaban. Bramé profundo y suave.
Cerré mis ojos para poder escuchar la sinfonía de aves pero se había extinguido. Sentí en lo más profundo de mi corazón una despedida solar… Aquel astro se extinguía.
Sofía Clevit, 16 de diciembre, 2020. Córdoba, Ver.
Coyote Hoy llueve y recuerdo el mar. Es raro que sueñe con el mar pero fui marino antes que humano y humano antes que coyote.
Nos quitamos la apariencia de hombre y bailamos en la fuente hasta cansarnos, abrazamos las estatuas como si al hacerlo nos abrazáramos a nosotros mismos.
La memoria de la inmensidad celeste se vuelve lejana e imposible conforme los días siguen grises, es entonces cuando uno desea ser lobo para tener una manada y algo a qué aullar, pero mi naturaleza es solitaria y el árido valle se rehúsa a ser conquistado al igual que su amable fauna.
Al llegar los humanos y sus reglas huimos empapados al bosque más cercano.
Fue en la lluvia que lo conocí, otro coyote hecho hombre. Salimos de caza juntos, domamos los atardeceres y reinamos en el valle hasta coronarnos como reyes de nada más que de las tardes y las noches pluviales.
Hoy llueve.
Hicimos de nuestra vida una más salvaje pero aprendimos a aparentar cada día mejor la naturaleza humana a tal punto que casi nos transformamos en ellos. Un día cuando éramos más humanos que coyotes, bajamos a la ciudad con su aburrida cotidianidad, entre la ciudad monstruosa vimos lo que parecía un reflejo de lo que cada vez éramos menos: dos estatuas fingiendo ser coyotes, con su lluvia artificial.
Hoy llueve y esa memoria viene a mi mente. Hoy llueve, y la corrupta humanidad pudo más que la fraternidad de dos hermanos. Hoy llueve y quiero recordar más al coyote que al hombre.
Walimai Aldeco Garcia, 22 años, Ciudad de México. “Hoy llueve”.
Tortuga Al llegar de nuevo a esta dimensión -en donde muchas cosas parecen ser caóticas e inexplicables-, observo y encuentro la puerta al interior de casa en donde me invade la armonía y me siento seguro. Es entonces que tengo acceso a la sabiduría que ahí mora para integrarla y metabolizarla en este proceso instintivo e intuitivo y anclado a esta fuerza, volver al exterior y navegar en paz en los agitados mares. Y caminar firmemente en tierras desconocidas con la energía que mi propia naturaleza me permite, avanzando en mi propio espacio-tiempo, creándome una dimensión en conexión con las de quienes me rodean y conforman el todo que se traduce en algo llamado realidad. Leonel Segura, Xalapa, Ver. “Sincro - relatividad”
Alebrije Entro al mar siento la sal en mi cuerpo, en mis heridas. Empiezo a cicatrizar, a florecer, A llevar polen y aromas a otras tierras A otros corazones
Llego a tierra fértil y empiezo a crecer A crecer A crecer Como secoya Al cielo y más allá Otros prismas en mis ojos Otro canto en mis oídos Salgo a respirar, Voy al fondo y vuelvo a empezar.
Luna Blanca Aldeco García, Ciudad de México.
Serpiente Estoy harta, nada me gusta, de pronto nada está bien, me duele el alma por todo lo que no está. Nada me cuadra y no cuadro a nadie ni en ningún lugar. Calor intenso, camino, camino, camino, rocas, árboles, palmeras, mangos, letargo. Sueño, sueño, sueño, letargo placentero entre el calor. Color de hojas, olor de tierra, Placidez, languidez, seguridad total. Me despierto en sus ojos que fijos me observan, profundos agujeros de agua y sol. Me observo durmiendo, la observo mirándome: ojos-ventanas para la transmutación.
Solo queda el sonido de las hojas, Un encaje de sedas… piel del ayer que fui. Solo queda el silencio, las hojas, Los ojos reptando en esta humana que ahora soy. Gemma García Velásquez, Actopan, Veracruz. “Transformación”.
Lince Me siento atrapada en esta jaula de edificios que son el lugar de alguien más. Yo no pertenezco aquí, no fui diseñada para ser acorralada. Los ruidos y las personas me aturden, me asfixian, no se dónde estoy, ¿Dónde quedó mi amado hogar? En qué momento me despojaron de mi hábitat. Jamás me acostumbraré a la ciudad, su horrible civilización y su pésima calidad del aire.
Guadalupe Flores Velázquez, 14 años Zongolica, Veracruz
Colibrí Vivo encima de un árbol cobijado en la espesura de la niebla y los primeros rayos del sol. Los hombres buscan casas como la mía, me llena de rabia y tristeza observar las casas de mis hermanos caer Los arboles son mi hogar, son mi balcón a las nubes y montañas. Los días me llenan de alegría porque vuelo sin temor y visito a mis amigas las flores que siempre esperan pacientes, llenas de color con su dulce aroma que nos envuelve en la ternura. Por las noches los aullidos me estremecen Pero los grillos me envuelven con su sinfonía. El sueño llega lento y solo queda esperar. Confiar que por la mañana el ruido de las moto-sierras esté más lejos.
Cuauhtémoc Wetzka, Zongolica, Ver.
Águila Llena de orgullo por estar en un lugar más alto para mostrar a los otros el poder que posee, se topaba siempre con montañas más altas y más profundas, que la hacían enojar porque otros lo lograban sin más...así que un día descubrió que ella era única por el optimismo que tenía y porque ella avanzaba a su propio ritmo; ello le trajo felicidad día a día, convirtiéndola en un águila enamorada disfrutando del vuelo: ¡fuera alto, bajo, lleno de obstáculos o no! Ella disfruta desde ese día el proceso que la convierte y transforma en un ave mágica. Issa, Tezonapa, Veracruz, 33 años.
Lombriz Soy una lombriz, bajo la tierra quiero estar. Soy la niña lombriz de tierra, pagajosa, lenta y húmeda. Para qué tener una forma, si siendo invertebrada nunca me podrán quebrar. Ojos no tengo pues el olor de la tierra mojada me guía, convivo con toda clase de seres y organismos, Bajo la tierra siempre quiero estar. Ana Elisa Ochoa, Tuxpan, Veracruz, 28 años.
Gata En la dualidad de mi ser felina fui una vez. Anhelaba mi libertad para ser salvaje así sin más. Corrí entre mi pubertad y llegué a la juventud con tal serenidad... Todos dirán que soy bipolar pero es que lo gata bien se me da. Atención y espacio pido Y todo se va como el olvido. Alicia Zenteno, Orizaba, Veracruz, 22 años.
Yolotlalli
es una propuesta que ha sido creada en su totalidad por Sofía Clevit, escritora, promotora de lectura y gestora cultural; anteriormente tuvo a su cargo la logística de The Clipperton Project; proyecto internacional de arte y ciencia que en el sur del país navegó el río Usumacinta tejiendo lazos comunitarios en diversas zonas de Chiapas, Tabasco, Campeche y Yucatán. Así como también ha organizado en la Isla Holbox los círculos de diálogo de la ONG Alma Verde a través de la cual se trabajó en la casa del pescador creando una galería de arte y encuentro para los habitantes y los visitantes de la isla. Esta vez la propuesta del “Yolotlalli” BootCamp piloto, pretende bajo la dinámica de los campamentos de verano -en este caso, en invierno- acercar a los niños, niñas adolescentes y jóvenes de la región de la sierra y de ciudades aledañas a cuatro días de ejercicios creativos con la naturaleza como maestra principal. Para más información sobre su labor de vida --> www.sofiaclevit.com
La propuesta surge en coordinación con el diseñador gráfico e ilustrador de la sierra de Zongolica Cuauhtémoc Wetzka, avalado por un sinnúmero de proyectos y productos creativos desde el arte de la ilustración y como tallerista para públicos infantiles y juveniles en la búsqueda de generar un acercamiento genuino entre los habitantes de la zona urbana y la zona de la montaña para dar la voz de forma directa a nuestras generaciones más jóvenes. Entre las colaboraciones más recientes de Wetzka Temo destaca su participación en el concurso de etiqueta artística para Vinos Cuatro Soles, su labor como ilustrador del libro “Tikuxi kaa-El tren” publicado por la Editorial Almadía y su actual participación dentro de la UNESCO y como maestro tallerista del Programa Nacional de Cultura Comunitaria en Semilleros Creativos Veracruz. Puedes buscar --> www.behance.net/wetzka