El gran proyecto de la modernidad y su crisis referentes estéticos e ideológicos del siglo xix al xx

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LITERATURA UNIVERSAL II TEMA PRINCIPAL DEL BLOQUE 1, 2 Y 3: EL GRAN PROYECTO DE LA MODERNIDAD Y SU CRISIS. REFERENTES ESTÉTICOS E IDEOLÓGICOS DEL SIGLO XIX AL XX. CONTINUACIÓN DEL BLOQUE 1 Continuando con el tema principal, abordaremos ahora el Positivismo lógico o empirismo lógico. Seguido por la Fenomenología y sus aplicaciones estéticas y para concluir este bloque 1 estudiaremos en existencialismo de la postguerra. Recuerda que este extenso tema, continúa en el bloque 2 y concluye en el bloque 3.

I.4 El marco del positivismo lógico y sus reacciones. I.4.1 Russell, Wittgenstein. A fines de la década de los veinte surgió un movimiento de pensamiento que iba a conmover e influir profundamente en el quehacer filosófico de su época. Se trata del El empirismo lógico o racional, también llamado neopositivismo o positivismo lógico que fue un movimiento que trató de contrarrestar los "excesos metafísicos" asociados con la filosofía de Hegel y los neo-Hegelianos. Esta corriente filosófica de la ciencia surgió alrededor del grupo de científicos y filósofos que formaron el célebre Círculo de Viena (Wiener Kreis en alemán). Pero, ¿Qué en que consiste el Positivismo Lógico? Wittgenstein, en el Tractatus logico-philosophicus, había dicho que la única manera que quedaba de hacer filosofía, después de eliminar la metafísica, era el análisis: “Toda filosofía es “critica lingüística”. (En todo caso, no en el sentido de Fritz Mauthner.) Mérito de Russell es haber mostrado que la forma aparente de la proposición no tiene por qué ser su forma real. La proposición es una figura de la realidad”.

Ésta es la propuesta del empirismo lógico: sin metafísica, psicología o ramas normativas, lo que queda es el análisis lógico. La filosofía sería el análisis de las proposiciones de la ciencia, que serían purificadas de todo sinsentido y toda metafísica, y fundamentadas en la teoría del conocimiento (epistemología). Para poder comprender el positivismo lógico, analizaremos estos ejemplos: ¿Cómo sabemos que un enunciado como "Hoy está lloviendo" es verdadero? Oímos la lluvia, o vemos el agua caer, o vemos el agua caer y oímos la lluvia y


olemos la tierra mojada: así sabemos que hoy, de hecho, está lloviendo. Entonces el enunciado "Hoy está lloviendo" tiene sentido, porque podemos saber si es verdadero o es falso. Ahora, ¿Cómo sabemos que un enunciado como "El Ser es inmóvil" es verdadero? Obviamente nunca hemos visto tal cosa como "el Ser", y tampoco lo hemos visto moverse, permanecer quieto, o sonreír. ¿Entonces cómo sabemos si ese enunciado es verdadero? Los metafísicos hubieran respondido: por supuesto no a través de la evidencia empírica, pues esa clase de evidencia no nos ha llevado a hablar del Ser. Son enunciados que son demostrados por la pura razón, a priori. Pero recuérdese que los empiristas lógicos han negado que podamos hablar del mundo enunciados sintéticos- sin experiencia de él -a priori-. Los empiristas lógicos dicen: sólo podemos hablar de cómo es el mundo si tenemos experiencia sensorial de él. Si hablamos del mundo, es porque lo percibimos mediante los sentidos. ¿Hay alguna otra manera de conocer el mundo, además de los sentidos? Sí, mediante el razonamiento lógicodeductivo, es decir, lo a priori, como las matemáticas, la lógica y los significados conceptuales. El sentido de una proposición se determina, creyeron el primer Wittgenstein, Russell y los empiristas lógicos, por las experiencias sensoriales que nos pueden decir si esa proposición es verdadera o falsa. Si no hay experiencias sensoriales que nos puedan decir si "El Ser es inmóvil" es verdadero o falso, entonces "El Ser es inmóvil" carece de sentido. Se puede aducir que 'el Ser es inmóvil' es un enunciado completamente bien estructurado, gramaticalmente hablando; pero los empiristas lógicos establecen que sólo se pueden calificar como proposiciones aquellas que son producto de la lógica, de la matemática o que pueden ser empíricamente comprobadas -o, para Popper, susceptibles a la falsacion. Toda otra oración es una pseudoproposición. Enunciados como "el Ser es inmóvil" o "la Nada nadea" parecen estar bien estructurados en una forma sujeto-predicado: "el Ser" y "la Nada" serían los sujetos de las dos frases; "es inmóvil" y "nadea" sus respectivos predicados. Sin embargo, 'Ser' y 'Nada' no son sujetos: uno es un verbo y el otro es un cuantificador. Cometemos la falacia de reificación al creer que son sujetos. En otras pseudoproposiciones tales como 'Dios posee infinitos atributos' o 'Tengo libre voluntad', el problema es que no hay manera de comprobar esto empíricamente: nadie puede ver a Dios y reconocerlo en sus infinitos atributos. Los problemas de la metafísica, entonces, dicen los empiristas lógicos, son pseudoproblemas: no pueden resolverse, sino que deben disolverse mediante un análisis del lenguaje, con ayuda de la lógica. Tal análisis nos probará que no nos referíamos a cuestiones de hecho, sino que estábamos usando mal el lenguaje. Este mal uso es denominado por Carnap "lenguaje de pseudo-


objeto", porque parece referirse a objetos o hechos en el mundo, pero no es así. El "lenguaje-objeto" real es el lenguaje de las ciencias, como proposiciones como "La Luna es redonda" o "El agua es H2O", que sí se refieren al mundo. Por esto mismo, la metafísica sería borrada del mapa simplemente analizando y encontrando los errores que yacían en ella. Algo muy parecido sucedería con la ética y la estética. La ética se iría de la filosofía porque enunciados como "odiar es malo" no son en realidad enunciados declarativos -no hablan de cuestiones de hecho-, sino imperativos: dicen algo que debe hacerse. Sin embargo, estos imperativos cometen la falacia naturalista al derivar lo que debe ser el caso, de lo que de hecho es el caso. Por esto la ética se movería de la filosofía al campo de la psicología, que nos diría porqué de hecho creemos que ciertas cosas son buenas y otras malas. Lo mismo, con las apropiadas sustituciones, sucedería con la estética. Los elementos metafísicos de las dos materias serían, por supuesto, eliminados. Dos fuentes de gran influencia sobre el trabajo de los positivistas lógicos fueron Principia Mathematica (1910-1913) de Whitehead y Russell y el Tractus LogicoPhilosophicus de Wittegestein. La primera obra proveyó a los seguidores de Carnap y Reichenbach de un lenguaje elegante a partir del cual las teorías científicas podían analizarse. La obra de Wittgeinsten y sus doctrinas sobre un lenguaje lógicamente perfecto cautivó a los positivistas lógicos, para quienes "la teoría verificacionista del significado " jugó un papel central en su filosofía. Dicha teoría se resumía en la frase "el significado de un término es su método de verificación". Este principio buscaba, pues, la verificación de lo que se decía en los postulados teóricos (y también, en el lenguaje ordinario) y trataba de desarrollar un lenguaje lógicamente perfecto para evitar errores en nuestra concepción del mundo, en particular, y el hablar sin sentido, en general. Este hablar sin sentido fue denominado peyorativamente por los positivistas lógicos como lo metafísico". He aquí pues que surgía un criterio de demarcación entre lo científico (cúspide del conocimiento generado por el principio verificacionista que aseguraba contenidos "con sentido", contenidos "cognoscitivamente significativos", empíricamente verificables) y lo metafísico (el hablar sin sentido, el hablar con contenidos sin significación cognoscitiva ni verificación empírica). El principio de verificación no sólo constituyó un criterio de demarcación entre la ciencia y lo "metafísico" sino también un instrumento de evaluación de teorías en diversos momentos de la historia de alguna área de investigación científica (por ejemplo: física, biología, etc). Según los positivistas lógicos el desarrollo de la ciencia se da primero con generalizaciones empíricas formuladas en términos observacionales. "Después, a medida que la ciencia avanza, los términos teóricos son introducidos por definición y leyes teóricas o generalizaciones formuladas en


términos teóricos. Por lo que la ciencia procede "de abajo hacia arriba", de hechos particulares a generalizaciones teóricas de fenómenos" Ludwig Wittgenstein en sus Investigaciones filosóficas afirma que el empirismo lógico encierra un conflicto inmediato con sus propios términos. Esto es debido a que la frase que define el positivismo lógico es la siguiente: "un enunciado es cognitivamente significativo sólo si, o posee un método de verificación empírica o es analítico". Ahora bien, este enunciado encerrado entre comillas no sería según el propio criterio contenido en él un enunciado cognitivamente significativo, dado que ni puede ser verificado empíricamente (pues no se presta a comprobación experimental), ni es analítico (puesto que no se trata de un enunciado propio del razonamiento matemático). Sin duda, la filosofía del positivismo lógico fue quizá una de las más influyentes durante la primera mitad del siglo XX, junto a la metafísica continental alemana y francesa. Aunque el positivismo lógico fue rechazado en sus mismos términos, su influencia perduró en lo que se conoce como filosofía analítica.


Ludwig Wittgenstein (Viena, actual Austria, 1889-Cambridge, Reino Unido, 1951) Filósofo británico de origen austriaco. Entre 1912 y 1913 estudió Lógica en Cambridge bajo la dirección de Bertrand Russell. En ese tiempo tomaron cuerpo las ideas que luego desarrolló en su Tractatus, obra que redactó durante la Primera Guerra Mundial, en la cual combatió como voluntario del ejército austriaco. Su filosofía suele considerarse dividida en dos fases, la segunda de ellas caracterizada por una crítica radical de las tesis defendidas en la primera; existen, con todo, rasgos comunes a ambas, como el interés por analizar el lenguaje como método de reflexión filosófica. El primer Wittgenstein está representado por el Tractatus, conjunto de aforismos escritos con un lenguaje bastante críptico, que, inspirados en el atomismo lógico de Russell, investigan las relaciones entre el lenguaje y el mundo; el lenguaje «figura» el mundo en la medida en que comparte con él la misma estructura lógica, la cual no puede «ser dicha» en el lenguaje, sino tan sólo «mostrada», pues es la condición de posibilidad para decir cualquier cosa. Por otro lado, también es su límite, en la medida en que el lenguaje no puede sino figurar el mundo y, por tanto, nada se puede decir sobre cuestiones éticas o estéticas, que, según considera el filósofo, son las verdaderamente importantes. El segundo Wittgenstein, sin embargo, sometió a crítica el supuesto básico del Tractatus de que la lógica posee una relación privilegiada con la estructura del mundo. Consideró que ésta correspondía tan sólo a uno de los posibles usos del lenguaje (en modo declarativo y descriptivo), pero que no tenía en cuenta la lista abierta de «juegos de lenguaje», entre los que se podría contar el preguntar, el exclamar o el contar chistes. El significado de un término, además, no puede depender de una proyección mental, sino de su uso social,


pues de otro modo no se entiende que sea comprendido por los demás. Ambas precisiones muestran la nueva preocupación del autor por integrar el lenguaje en el complejo de la acción y de la sociedad, abandonando la idea de hallar un modelo ideal que no derivase en un reduccionismo. Wittgenstein fue una figura crucial en el desarrollo de la filosofía analítica posterior tanto por su influencia sobre algunos miembros del llamado Círculo de Viena -aunque él no fuera un positivista lógico- como por el magisterio que ejerció desde Cambridge, donde se desarrollaría la llamada filosofía del lenguaje ordinario.

Bertrand Russell (Trelleck, 1872 - Plas Penrhyn, 1970) Filósofo y matemático británico. En 1916 debido a la actitud pacifista intransigente adoptada en el curso de la primera Guerra Mundial; le valió asimismo cuatro meses de cárcel, durante los cuales redactó su Introducción a la filosofía matemática (Introduction to Mathematical Philosophy, 1919). Anteriormente, en 1900, había publicado un importante libro acerca de Leibniz, y en 1910 Principia mathematica (en colaboración con el filósofo A. N. Whitehead), texto que proponía una interpretación "logística" de las matemáticas. Dicha tesis de la reducción absoluta de tal ciencia a lógica había sido también sostenida en Principles of Mathematics, en 1903. La "teoría de los tipos", la de los números como "clases de clases" y la "paradoja de Russell" fueron los resultados más significativos de esta amplia labor de investigación. El filósofo publicó, entre 1921 y 1927, algunos libros que difundieron ulteriormente su celebridad: Análisis de la mente (Analysis of Mind, 1921) y


Análisis de la materia (Analysis of Matter, 1927). Además de las investigaciones de carácter lógico-matemático, Russell, en efecto, había realizado, con singular fortuna, el estudio de problemas sociales y éticopolíticos, y publicado, en consecuencia, textos como Matrimonio y moral (Marriage and Morale, 1929), La conquista de la felicidad (The Conquest of Happiness, 1930) y La educación y el orden social (Education and the Social Order, 1932). En tales obras el autor se revelaba escritor delicado y agudo, a quien el racionalismo y la elegante ironía inducían a soluciones con frecuencia paradójicas, pero siempre muy estimulantes. En 1950 recibió el premio Nobel de Literatura. En 1953 publicada la novela Satanás en los suburbios y otras narraciones (Satan in the Suburbs and Other Stories). En 1955 dio a la imprenta el testamento espiritual de Albert Einstein, y se manifestó abiertamente en favor de la prohibición de la guerra atómica y de los conflictos bélicos en general. Russell rechazó pronto el idealismo metafísico en que fue educado. Su teoría del conocimiento es realista y quiere conectar, a semejanza de la de su colega G. Edward Moore, con las intuiciones del sentido común ordinario. Por un lado, es el heredero de la vetusta tradición del empirismo británico, una corriente filosófica unida siempre al espíritu del liberalismo y de la Ilustración, que pretende reducir todo contenido cognitivo a los datos de la experiencia sensible. Por otro, es el lógico contemporáneo más ambicioso, obsesionado con la idea de un lenguaje simbólico perfecto, que elimine toda ambigüedad expresiva. El resultado de todas estas preocupaciones es el llamado atomismo lógico de Russell, una sobria metafísica empirista que se cuenta entre los mejores logros de la filosofía contemporánea. En sus Principia mathematica (1910-1913), escritos en colaboración con Alfred North Whitehead, propuso la solución de problemas lógicos que venían atormentando a la filosofía y a la matemática de las últimas décadas. Sus trabajos en la "teoría de tipos" y en la "teoría de las descripciones" pueden citarse entre lo más representativo del estilo analítico de filosofar, que parte de la lógica para tratar de esclarecer rompecabezas seculares de la historia del pensamiento. Russell consideraba misión del intelectual la difusión de una cultura que habitúe a los hombres a la revisión de sus propias ideas y a la tolerancia mutua; la ciencia, en calidad de tal, no basta para la felicidad de los seres humanos, quienes, en la consecución de tal objetivo, deben acudir al arte, al amor y al respeto recíproco. No fue un ejemplo de convencionalismo ni de adhesión a los valores establecidos. Buena parte de su obra es de contenido social y moral, en una vena inconformista muy poco apta para mentes esquemáticas. Respecto a la filosofía política, escribió varios estudios, entre ellos Los caminos de la libertad (1924), en el cual expuso las etapas históricas del socialismo, el anarquismo y el sindicalismo, trató temas relacionados con el gobierno, la ciencia y la cultura


en el socialismo, además de analizar las ideas de Karl Marx, Mijail Alejandrovich Bakunin y otros. En Vieja y nueva moral sexual (1929) analizó algunas instituciones y valores básicos de la sociedad como el matrimonio, la prostitución, la naturaleza del amor, la educación sexual, el divorcio y otros temas vinculados a la moralidad sexual. En su obra El Poder en los hombres y en los pueblos (1938), examinó la categoría del poder, ampliándola a numerosos atributos sociales, militares, científicos, públicos y económicos; lo más interesante de su análisis es la tesis que figuró décadas después como uno de los elementos claves de la filosofía moderna de que entre tales instituciones y figuras no hay jerarquía alguna, sólo relaciones más o menos dinámicas que se solapan unas a otras según las circunstancias históricas. En 1945 publicó la amplia Historia de la filosofía occidental, obra impresionante por su erudición, el poder persuasivo a través de relaciones originales entre filósofos y tendencias, y sobre todo por la maestría de la prosa, no exenta de ingenio y sentido del humor, lo que propicia el acercamiento amable de los lectores a este libro monumental por su extensión y propósitos.

I.5 La fenomenología y sus aplicaciones estéticas. I.5.1 Husserl, Merleau-Ponty. FENOMENOLOGÍA Movimiento filosófico del siglo XX caracterizado por su pretensión de radical fidelidad a lo dado, a lo que realmente se ofrece a la experiencia, para describir los rasgos esenciales, las esencias de las distintas regiones de la realidad que en esta actitud se muestran. La fenomenología aspira al conocimiento estricto de los fenómenos. Esta última palabra puede inducir a error pues con frecuencia la utilizamos para referirnos a las apariencias sensibles de las cosas, apariencias que no coinciden con la supuesta realidad que debajo de ellas se encuentra. La fenomenología no entiende así los fenómenos, pues para esta corriente filosófica los fenómenos son, simplemente, las cosas tal y como se muestran, tal y como se ofrecen a la conciencia. El lema de este movimiento es el plegarse a las cosas mismas, el ser fiel a lo que realmente se experimenta, de ahí que propugne la intuición como instrumento funda-mental de conocimiento. La intuición es la experiencia cognoscitiva en la cual el objeto conocido se nos hace presente, se nos muestra “en persona”, experiencia opuesta al mentar o referirse a un objeto con el pensamiento meramente conceptual. A diferencia de las corrientes


empiristas, la fenomenología no limita la intuición al mundo perceptual sino que acepta varias formas de darse las cosas, varias formas de intuición: cada objetividad se muestra de distinto modo a la conciencia, en función de su propio ser o esencia: las cosas físicas se hacen presentes a nuestra conciencia de otro modo que los objetos matemáticos, las leyes lógicas, los valores estéticos, los valores éticos, o las propias vivencias. La virtud del buen fenomenólogo es su perfección en el mirar, el saber disponer adecuadamente su espíritu para captar cada tipo de realidad en lo que tiene de propia. Junto con esta tesis, es común al movimiento fenomenológico la idea de que en el mundo hay hechos, pero también esencias. Los hechos son las realidades contingentes, las esencias las realidades necesarias; la tarea de la fenomenología es descubrir y describir las esencias y relaciones esenciales existentes en la realidad, y ello en cada uno de los ámbitos de interés del filósofo (mundo ético, estético, religioso, lógico, antropológico, psicológico,...). Cuando el fenomenólogo describe lo que ve no se preocupa por el aspecto concreto de lo que ve, intenta captar lo esencial; así, si se preocupa por estudiar la voluntad, no intenta describir los aspectos concretos presentes en un acto voluntario real sino la esencia de la voluntad y sus relaciones esenciales con otros aspectos de la subjetividad como el conocimiento o la libertad. La fenomenología considera que además de la intuición empírica o percepción existe la intuición de las esencias o formas universales de las cosas. La intuición en la que se hace presente lo universal recibe el nombre de intuición eidética. El tema de investigación más característico de la fenomenología es la conciencia; se entiende por conciencia el ámbito en el que se hace presente o se muestra la realidad; la realidad en la medida en que se muestra o aparece a una conciencia recibe el nombre de fenómeno. La característica fundamental que la fenomenología encuentra en la conciencia es la intencionalidad en el lenguaje ordinario llamamos intencional a la conducta hecha mediante un acto de voluntad, a la conducta deliberada; en fenomenología la intencionalidad es una propiedad más básica: se refiere al hecho de que toda conciencia es conciencia de algo, todo acto de conciencia es siempre una relación con otra cosa, un referirse a algo. La conciencia no se limita al conocimiento: puedo conocer un árbol, puedo percibirlo o pensar en él, pero también puedo vincularme con él mediante otros modos de conciencia: puedo desear estar a su sombra, o imaginarlo con más hojas que las que tiene, o temer que se pueda secar, y tal vez hasta lo puedo amar u odiar. La percepción, el recuerdo, la imaginación, el pensamiento, el amor, el odio, el deseo, el querer, son distintas formas de darse el vivir de la conciencia. Una importante tarea de la fenomenología es la descripción de los tipos distintos de vivencias, de sus géneros y especies, y de las relaciones esenciales que entre ellas se establecen. La fenomenología no es un movimiento homogéneo pues se han


dado distintas interpretaciones, tanto en la caracterización del auténtico método fenomenológico como en las tesis doctrinales en las que hay que concluir; las dos variantes principales son la fenomenología realista para la que los fenómenos conocidos son reales e independientes de nuestra mente, y la fenomenología trascendental, un nuevo idealismo para el cual la realidad es una consecuencia de los distintos modos de actuación de la conciencia pura o trascendental. El fundador de este movimiento es Edmund Husserl (18591938), y los representantes más importantes Alexander Pfänder (1870-1941), Max Scheler (1874-1928), Dietrich von Hildebrand (1890-1978), Martin Heidegger (1889-1976), Jean-Paul Sartre (1905-1980) y Maurice MerleauPonty (1908-1961).

Edmund Husserl (Prossnitz, hoy Prostejov, actual República Checa, 1859-Friburgo, Alemania, 1938) Filósofo y lógico alemán. Nacido en el seno de una acomodada familia judía, estudió física, matemáticas, astronomía y filosofía en las universidades de Leipzig, Berlín y Viena. En Viena asistió a los cursos que impartía el sociólogo Franz Brentano, quien influiría decisivamente en su formación filosófica. A partir de 1887 fue profesor en Halle, y en Gotinga desde 1906. En 1916 pasó a ser profesor titular de la Universidad de Friburgo, donde ejercería la docencia hasta su jubilación, en 1928.


En sus primeros textos, como Filosofía de la aritmética, obra publicada en 1891, analizó la génesis y el empleo de los símbolos numéricos. Sus escritos propiamente filosóficos comenzaron con la publicación, en 1900-1901, de Investigaciones lógicas, en la cual polemizó con el psicologismo y con la que se abre su pensamiento más original. Su intención era establecer una base epistemológica para la filosofía que la convirtiera en propiamente científica, base que halló en el método que llamó «fenomenológico» y que representa en cierta medida una modernización del trascendentalismo kantiano. La conciencia (el ego) es la condición de posibilidad de cualquier conocimiento, y tiene la característica de ser «intencional», término tomado de Brentano, según el cual la conciencia es siempre «conciencia de algo», es decir, se refiere a un objeto. La evidencia primera viene dada por esta aparición del objeto a la conciencia, previa a cualquier interpretación subjetiva, y que constituye propiamente la esencia de los objetos. En este sentido, su lema fue volver «a las cosas mismas», aunque en realidad se refiere al objeto que aparece a la conciencia (fenómeno). En su voluntad de resolver la clásica oposición entre racionalismo y empirismo, lo que propone el filósofo es la superación de una actitud naturalista y psicologista a través de un método por el cual el yo se convierte en espectador desinteresado de sí mismo y es capaz, de este modo, de reconstruir la estructura de la conciencia y el mundo como fenómeno que aparece en ella. La aspiración metodológica de la fenomenología evolucionó hacia una concepción propiamente idealista, según la cual la conciencia es lo que funda tanto el mundo objetivo como la intersubjetividad, esto es, la relación entre las personas, en un intento de sentar una aproximación renovada a la vida y a la independencia moral del sujeto. Con la llegada del nazismo al poder en 1933, fue apartado de la docencia. Su filosofía se encuentra en la base de la llamada «escuela fenomenológica», de la que partieron Max Scheler y Martin Heidegger, en quien vio a su legítimo continuador, aunque las ideas de éste expuestas en Ser y tiempo motivaron la ruptura entre ambos.


Maurice Merleau-Ponty (Rochefort-sur-Mer, 1908 - París, 1961) Filósofo francés. Estudió en la École Normale Supérieure. Fue profesor en varios institutos de provincias y, más tarde, ejerció la docencia en la École Normale hasta que estalló la Segunda Guerra Mundial, durante la cual participó activamente en la Resistencia. En los años siguientes a la conflagración enseñó en la Universidad de Lyon, y más tarde fue profesor de Psicología pedagógica en la Sorbona y en la École Normale; a partir de 1952, fue profesor de Filosofía en el College de France. Después de la guerra, colaboró estrechamente en el plano político y cultural con Sartre y con Beauvoir, participando desde su fundación en el comité directivo de Temps modernes. Su colaboración con Sartre se interrumpió a causa de profundas divergencias en las ideas políticas, y Merleau-Ponty criticó de forma más bien dura el pensamiento de su amigo, acusándole de ultrabolcheviquismo. Su evolución política, desde una posición de izquierda radical de fondo revolucionario, evolucionó hasta desembocar en una postura reformista. Sus dos obras políticas más importantes son Humanisme et terreur (1947) y Las aventuras de la dialéctica (Aventures de la dialectique, 1955). Entre ellas, existe un arco que permite valorar la diferencia entre su postura en los años inmediatamente siguientes a la Segunda Guerra Mundial y la de los últimos años. Su pensamiento (que ejerció en Francia una gran influencia), se caracteriza por un original planteamiento fenomenológico-existencialista, abierto al marxismo del psicoanálisis, de la "Gestaltpsychologie" y de las tendencias teóricas de nuestro tiempo, basándose en una interpretación no puramente logicista de Husserl. Siguiendo esta línea de pensamiento en el marco de la praxis política, el objetivo de la historia es la justicia, y en este sentido "es el proyecto concreto de un futuro que se elabora en la coexistencia social". Otras obras destacadas, además de las ya citadas, son: La estructura del comportamiento (La Structure du comportement, 1942), Fenomenología de la percepción (La Péenoéenologie de la perception, 1945), Sentido y sin sentido (Sens et Non-Sens, 1948), Éloge de la philosophie (1953) y Lo visible y lo invisible (Le Visible et l'Invisible, 1964). Sus intereses culturales, vivos y muy


diversos, le permitieron intervenir de forma estimulante en los temas más variados, relativos a las ciencias humanas, la literatura y las artes.

I.6 El existencialismo de posguerra. I.6.1 Sartre.

El existencialismo es una corriente filosófica que persigue el conocimiento de la realidad a través de la experiencia inmediata de la propia existencia. De todas formas, no se ha desarrollado una teoría precisa o exacta que defina claramente este concepto. Lo que está claro es que este movimiento de la filosofía destaca al ser humano individual como creador del significado de su vida. La temporalidad del sujeto, su existencia concreta en el mundo, es aquello que constituye al ser y no una supuesta esencia más abstracta. Los existencialistas no creen que el individuo sea una parte de un todo, sino que cada ser humano es una integridad libre por sí misma. La existencia propia de una persona es lo que define su esencia y no una condición humana general. En otras palabras, el ser humano existe desde que es capaz de generar cualquier tipo de pensamiento. El pensamiento hace que la persona sea libre: sin libertad, no hay existencia. Esta misma libertad convierte al individuo en un ser responsable de sus actos. Hay, por lo tanto, una ética de la responsabilidad individual. La persona debe hacerse cargo de los actos que realiza en el ejercicio de su libertad. Este término fue el resultado de un intenso trabajo filosófico desarrollado entre los siglos XIX y XX; en una búsqueda clara de la razón de la existencia a partir de la individualidad, las emociones, las acciones y la responsabilidad de cada individuo. Se considera como padre del existencialismo al filósofo Soren Kierkegaard. Fue él quien determinó que cada individuo es quien debe encontrarle un sentido a su existencia. Y agregó que la mayor responsabilidad del ser humano radica en vivir su propia vida de forma pasional y sincera, pese a los mil obstáculos que puedan presentarse. De todas formas, el término no se acuñó hasta la década del 40 y quienes lo hicieron fueron los franceses Jean-Paul Sartre (1905-1980) y Albert Camus (1913-1960). Considerados hoy como los máximos exponentes del


existencialismo. Según lo explicó el propio Sartre el existencialismo es una forma humana de entender la existencia. Posteriormente, se incluyó dentro de esta ideología a pensadores de épocas anteriores como Hedegger, Nietzche o el propio Kierkegaard. Esta corriente puede dividirse en diversas escuelas; entre las mismas podemos destacar: el existencialismo teísta (reflexiona sobre la existencia de Dios y el Espíritu), el existencialismo ateo (niega lo divino) y el existencialismo agnóstico (considera que la existencia de Dios es irrelevante para la existencia humana).

EL EXISTENCIALISMO EN LA LITERATURA En la literatura seguramente los máximos aliados de esta línea de pensamiento fueron Fiódor Dostoyevski y Franz Kafka. Entre las obras de Dostoyevski podríamos mencionar “Memorias del subsuelo” como un claro tratado existencialista. En la misma se presenta la vida de un hombre que se siente fuera de su grupo, incapaz de encajar en la sociedad y de encontrarle sentido a su existencia. Otra obra de este autor que podría nominarse como existencialista es “Crimen y castigo”. En la obra de Kafka también existen varios personajes que permiten ubicar la ideología de este autor cerca de la de Dostoyevski. La mayoría de ellos son seres surrealistas y desesperados que no encuentran sentido al respirar de cada día y que viven condenados a un sistema absurdo que les reprime y no les permite ser felices. Sus novelas fundamentales “La Metamorfosis” y “El proceso” son consideradas dos obras magnas dentro de la literatura existencialista. Cabe mencionar que el propio Sartre también escribió una novela, titulada “La náusea” que plasma las ideas fundamentales de esta corriente. La misma es recomendada como material para acercarse a los complicados razonamientos filosóficos. Además es una obra de referencia que ha servido de inspiración a muchos autores posteriores al francés, como Philip K. Dick o Chuck Palahniuk.


Jean-Paul Sartre (París, 1905-id., 1980) Filósofo y escritor francés. En 1924 inició sus estudios universitarios en la École Normale Supérieure, donde conoció a Simone de Beauvoir, con quien estableció una relación que duraría toda su vida. Tras cumplir el servicio militar, empezó a ejercer como profesor de instituto; en 1933 obtuvo una beca de estudios que le permitió trasladarse a Alemania, donde entró en contacto con la filosofía de Husserl y de Heidegger. En 1938 publicó La náusea, novela que pretendía divulgar los principios del existencialismo y que le proporcionó cierta celebridad, al tiempo que se convertía en símbolo de aquel movimiento filosófico. Movilizado en 1939, fue hecho prisionero, aunque consiguió evadirse en 1941 y regresar a París, donde trabajó en el liceo Condorcet y colaboró con A. Camus en Combat, el periódico de la Resistencia. En 1943 publicó El Ser y la Nada, su obra filosófica más conocida, versión personal de la filosofía existencialista de Heidegger. El ser humano existe como cosa (en sí), pero también como conciencia (para sí), que sabe de la existencia de las cosas sin ser ella misma un en sí como esas cosas, sino su negación (la Nada). La conciencia sitúa al hombre ante la posibilidad de elegir lo que será; ésta es la condición de la libertad humana. Eligiendo su acción, el hombre se elige a sí mismo, pero no elige su existencia, que le viene ya dada y es requisito de su elección; de aquí la famosa máxima existencialista: «la existencia precede a la esencia». Dos años más tarde, alcanzada ya la popularidad, abandonó la enseñanza para dedicarse exclusivamente a escribir; en colaboración con Aron, MerleauPonty y Simone de Beauvoir, fundó Les Temps Modernes, una de las revistas de pensamiento de la izquierda más influyentes de la posguerra. Por esa época, Sartre inició una fluctuante relación con el comunismo, hecha de acercamientos (uno de los cuales provocó su ruptura con Camus en 1956) y alejamientos motivados por su denuncia del estalinismo o su protesta por la intervención soviética en Hungría. En su última obra filosófica, Crítica de la


razón dialéctica (1960), se propuso una reconciliación del materialismo dialéctico con el existencialismo, al cual pasó a considerar como una ideología parásita del marxismo, y trató de establecer un fundamento de la dialéctica marxista mostrando que la actividad racional humana, la praxis, es necesariamente dialéctica. En 1964 rechazó el Premio Nobel de Literatura para no «dejarse recuperar por el sistema»; decididamente contrario a la política estadounidense en Vietnam, colaboró con Bertrand Russell en el establecimiento del Tribunal internacional de Estocolmo para la persecución de los crímenes de guerra. Tras participar directamente en la revuelta estudiantil de mayo de 1968, multiplicó sus gestos públicos de izquierdismo, asumió la dirección del periódico La Cause du Peuple y fundó Tout!, de orientación maoísta y libertaria. En 1975 se inició el progresivo quebranto de su salud; la ceguera lo apartó de la lectura y la escritura durante los últimos años de su vida, tras haber completado su postrera gran obra, El idiota de la familia (1971-1972), dedicada al tema de la creación literaria, fruto de diez años que dedicó a la investigación de la personalidad de Gustave Flaubert.

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